Evento: Fundación Orquesta Sinfónica del Estado Mérida/Concierto Sinfónico Carreño, Bartók y Beethoven
Resumen
Según el Ainulindalë, el primer libro de El Silmarillion de J.R.R, Tolkien, cuando no había mas que oscuridad y un gran Vacío, existía un Ser omnisciente que vivía solo en la nada. Se llamaba Eru el Único o, como lo llamarían después los Elfos, Ilúvatar. Los pensamientos elementales de Ilúvatar se convirtieron en una raza de dioses, llamados los Ainur. Para ellos, Ilúvatar creó una morada donde les enseño a cantar, y éstos se convirtieron en un enorme coro celestial. De la música de estos espíritus divinos surgió una sagrada Visión que era un mundo esférico que giraba en el Vacío. Así, para Tolkien el mundo literalmente surgió del canto, de la música.
Veamos entonces, como la música va despejando sombras, va trayendo luz en medio de la oscuridad.
Inocente Carreño (1911- ), músico venezolano de gran trayectoria artística estrenó en el Primer Festival de Música Latinoamericana de Caracas en 1954 su obra Margariteña. Esta glosa sinfónica basada en melodías de su tierra natal, se inspira en la canción popular Margarita es una lágrima. Sin embargo, a lo largo de la obra encontramos también reminiscencias de otros cantos como el Canto del pilón, el canto del Velorio y el de los Tiguitiguitos.
En el verano de 1945 el compositor húngaro Bela Bartok (1881-1945) comenzó a escribir su Concierto para Viola y orquesta por petición del destacado instrumentista William Primrose, pero no logró terminarlo, pues este murió ese mismo año. A pesar de esto, la obra fue culminada por Tibor Serly, amigo del compositor y ejecutante de viola. La tarea de Serly, no resultó sencilla pues tuvo que ordenar un rompecabezas de partituras sin numeración. Sin embargo, su instinto, formación y conocimiento de la obra de Bartok, le permitieron ordenar y terminar la obra.
Este concierto consta de tres movimientos: el primero, muy sencillo y clásico, termina en un interludio que nos lleva al segundo movimiento, un adagio lento y marcado, con aire religioso. Otro interludio, nos conduce al tercer movimiento, un allegretto pleno de sonidos que remiten a danzas folclóricas.
Ubicada entre la Heróica y La Quinta, la Cuarta Sinfonía de Ludwing van Beethoven (1770-1827) resulta un paseo de claroscuros donde luz y sombra juegan constantemente, conduciendo al escucha a la claridad. Escrita en 1806 por encargo del conde Franz von Oppersdorff, consta de cuatro movimientos. La obra se abre con una introducción lenta, que del misterio da paso a la luz, recreando a lo largo del movimiento una atmósfera de jovialidad. El Adagio del segundo movimiento, en palabras de H. Berlioz “sobrepasa todo lo que la imaginación más desatada podría jamás soñar en cuanto a ternura y pura voluptuosidad”, resulta el equilibrio perfecto entre razón y sentimiento. El Menuetto Allegro vivace que le sigue, se muestra pleno de contrastes rítmicos y sonoros casi como una danza pastoril. El movimiento final, una gran tormenta de notas exige de los interpretes una gran capacidad técnica, y constituye una conclusión deslumbrante y perpetua de este genio.
Aracely Rojas B.
Colecciones
Información Adicional
Descripción | Próximo Concierto, viernes 16 de mayo Iglesia de la Parroquia, 7:00 pm. Entrada Libre |
Fecha Inicio del Evento | 2014-05-09 |
Fecha de Finalización del Evento | 2014-05-09 |
Costos inscripción o entrada | Entra Libre |
Lugar del Evento | Iglesia Nuestra Señora de Belén |
Ingresó el Evento | Carolina Muñoz |
Horario del Evento | Viernes 7:00 pm |
Contacto | Carolina Muñoz, carolina.dppd@gmail.com |
Dirigido a | a todo publico |
Comité | Fundación Orquesta Sinfónica del Estado Mérida |
Expositores | Director Invitado: Regulo Stabilito Solista: Luis Fernández (Viola) |
Ciudad | Mérida |
País | Venezuela |