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Principal Teta de Niquitao Pico Güirigay

UN VIAJE FOTOGRÁFICO A LAS TETAS DE NIQUITAO Y AL PICO DEL GUIRIGAY

 

La Teta de Niquitao o pico Musí

 Es la montaña emblemática de los trujillanos y surge imponente a más de cuatro mil metros (4.006 mt.) en la cordillera de Trujillo. Puede vérsele desde lejanos lugares con diversas formas, si bien, entre ellas, siempre destaca para los ojos avezados de los campesinos como las Tetas. Desde el Guirigay, en la arrugada cordillera su forma cónica, es el seno que se eleva al cielo, despejado o envuelto entre nubes, que los campesinos han señalado desde tiempo remotos, bautizándola como parte de una geografia sensual y femenina.

Pueblos cercanos como Cabimbú, Niquitao, Tostós, La Quebrada, Tuñame, Santiago o San Lázaro, sirven de marco y partida para su conocimiento. Desde los dos primeros, parten la mayoría de los viajeros, a pié o en vehículos de doble tracción. Podría reseñarse corno un eje no sólo en cuanto a lo geográfico sino también en el sentido cultural pues es un lugar de gran valía para muchos trrujillanos que acostumbran visitarla periódicamente. Quizás en un tiempo remoto fue parte de un origen del mundo en la cosmogonía perdida de los Cuicas o un lugar de peregrinaciones y rituales en tomo a sus oscuras lagunas.

Bajo el pico rocoso en que una cruz se sostiene contra el viento, existen bellas lagunas. La más grande de ellas es la María Luisa, protegida por castillos de piedra inabordables, sumergida, silenciosa, con grandes piedras oscuras dormidas, arbolillos retorcidos, y el oleaje denso, en el cual, a ciertas horas, se reflejan las paredes de piedra, los bosquecillos, sus acantilados de basalto. Posee cómodos lugares para acampar y es accesible por tres vías para caminantes, dos de descenso casi vertical y una de travesía que acompaña el desagüe de las lagunas, viniendo de Cabimbú. Esta laguna es su atractivo especial, con su soledad y silencio, para los amantes de estas cumbres. La temporada más recomendable para visitarla es durante los meses de diciembre y enero, por la ausencia de lluvias y el florecimiento de los frailejones, uno de sus atractivos. 

A pié, desde la Loma Tendida o Rurales de Cabimbú, puede subirse la Laguna María Luisa en un tiempo de cinco a siete horas, según el paso de los caminantes.

Estas lagunas se asocian a la creencia en los encantos ‑el Arco, la Arca, Don Miguel o Monterudo y Doña Rosa‑, a la mudanza de las lagunas, al respeto por la naturaleza. Bajo sus cumbres escarpadas, pedregosas, mudas, en el remanso del verde y los colores de los minúsculos milagros de la flora montañera, al tranquilizante resuello del agua contra las orillas, agitada por la brisa casi imperceptible, el ser humano se siente sencillo, pequeño y reverencia a las potencias sagradas del cosmos.

Algunos que dirigen sus pasos hacia este monumento natural, que junto al Guirigay, conforman uno de nuestros más valiosos recursos, sueñan con tropezar el díctamo real, brillando al amanecer, para acceder a la vida eterna, la juventud inacabada, la suspensión del tiempo, que parece tan alcanzable para quien disfruta amaneceres y ocasos, en estos territorios de nieblas.

 

Pico y Montaña del Guirigay

 Forma el elevado triángulo donde confluyen los estados Barinas, Mérida y Trujillo, en el occidente venezolano. Por sus elevados peñascos (3.869 mt.) pasa el antiguo camino que usaron indígenas, conquistadores, guerreros independentistas, realistas, guerrilleros, forajidos y campesinos que huían de la explotación en los feudos trujillanos del siglo XIX y primer tercio del siglo XX.

 El Guirigay es una impresionante fuente de agua para los estados limítrofes, varias represas ‑unas en funcionamiento y otras proyectadas- se sirven y servirán de sus valiosos recursos. Abundante en lagunas, nacientes ríos, serranías, se puede acceder a él desde el hortícola Pueblo Llano, si viene de Mérida; de Calderas, la tierra del escritor Orlando Araujo, si viene de Barinas y de Las Mesitas, la tierra del narrador Ednodio Quintero, si viene de Trujillo.

Su cumbre rebasa los tres mil novecientos metros de altitud. Sólo en vehículos de doble tracción se accede al pié de la montaña en el lugar conocido como la Laguna Larga -que también es el lugar más adecuado para establecer campamento-, y en caminata, a través de una senda con hermosos carteles de madera entre frailejones, fijados allí por el Instituto Nacional de Parques, entre fuentes de agua y muy particulares flores de la región, con una duración entre cuatro y siete horas, dependiendo del paso, se accede a este enhiesto punto de nuestra geografia. Bellas lagunas como Las Parías, la Negra, la Verde y la Azul ‑que figuran en nuestras fotos‑ adornan un recorrido maravilloso por una tierra encantadora. Es imprescindible hacerse acompañar de baquianos para garantizar la seguridad de los excursionistas.

Se halla al sur, en uno de los ramales de la cordillera trujillana, en el ramal de Calderas. El pico Guirigay es el punto en que la gran cordillera de los Andes ‑la Sierra Nevada de Mérida‑ entra a Trujillo por el ramal de Calderas, cambiando su nombre. En las lagunas Las Parías nace el Burate, río que aguas abajo confluirá con el río Boconó. Esta zona constituye junto con Las Tetas de Niquitao, un monumento natural que abarca algo más de 200.000 hectáreas.

Es una de las zonas donde se señala la existencia del oso frontino debido a la cercanía de las impresionantes selvas azu1es de la escarpada serranía de Calderas y del gélido páramo de la Culata.  Los meses de diciembre y enero son la mejor temporada para realizar excursiones debido al clima seco y por el florecimiento de los extraordinarios frailejones de la zona.

En las historias míticas se le asocia a la existencia del hicopé, descomunal criatura destazada por un rayo, cuyo sobrehumano poder asombra a adultos y a chicos. En nuestra página dedicada a San Lázaro se puede leer "La Leyenda de Hicopé", relatada por el escritor Isidro Morillo, uno de los baluartes de la cultura trujillana. En poblados como Las Mesitas, parroquia José Félix Ribas del Municipio Boconó, y a la cual se puede acceder desde Valera, vía Jajó‑Tuñame, y desde Boconó, vía Niquitao, existe orgullo y conciencia del altísimo valor natural y cultural de esta sorprendente geografia avecindada con el cielo.

 

 

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