
Biografías

Don Tomás Inocencio Heredia Ramírez nació en El Chorro, jurisdicción de la
población de San Lázaro, el día 17 de septiembre de 1.900. Fueron sus
padres: Don Tomás Heredia Briceño y Doña Dolores Ramírez de Heredia. Su padre
era oriundo de Trujillo y su madre de procedencia colombiana.
Estudió primaria acá en San Lázaro, siendo uno de sus maestros el bachiller Don
Tobías Valera Martínez, quien regentó la Escuela Graduada de esta población por
largo tiempo. Además hizo estudios por correspondencia con instituciones
españolas, en el área de la electricidad. Trabajó como maestro de
educación primaria en una escuelita que él mismo fundó.
Fue telegrafista de San Lázaro por un lapso de doce años aproximadamente, y
enseñó a varias personas a comunicarse por el código Morse para el envío de los
telegramas, una comunicación imprescindible para la época. También trabajó
en la planta eléctrica que para la época existía en esta población trujillana.
En cuanto a las artes se dedicó también a la música pues tocaba varios
instrumentos: cuatro, guitarra, mandolina y violín e incursionó positivamente en
la composición. Entre sus composiciones musicales tenemos, entre otras:
“El Chimó e Mi Compae”; “La Quebrada de San Roque”; “Pájaros de Mi Campo”;
“Himno al Coronel Andrés Linares” –en honor al prócer internacional- y “Delia
Rosa” –en honor afectivo a su hija-. También escribió poesía y le
gustaba en sus ratos libres, salir con sus amigos a disfrutar de la música y en
ciertas noches daban serenatas con todo el romanticismo de aquellos tiempos
idos.
Su ingenio constructivo lo llevó a construir una máquina para hacer macarrones
(pasta), otra máquina para hilar cabuya (fibra de pita para tejidos), una
tostadora de café con su molino respectivo, una trilladora de trigo – cereal
otrora abundante en el estado-, una máquina para producir algodón dulce y los
equipos de una estación de radio a la que llamó bajo el sugestivo nombre
de “Brisas del Jiménez”
Este fecundo y laborioso sanlazareño cuyo nombre lleva honrosamente la primera
casa cultural de la parroquia Andrés Linares, murió en la ciudad de Trujillo,
después de una penosa enfermedad, a la longeva y bien vivida edad de ochenta
años.
(Datos obtenidos y
escritos por Andrés Moreno
de Delia Rosa Heredia)
Elbano
Antonio Provenzali
Mazarri
Nació en la población de
San Lázaro del Estado Trujillo, el lO de Octubre de 1.883. Sus Padres fueron:
Domingo Provenzali y María Mazzarri.
Efectuó estudios primarios en la Escuela Federal de San Lázaro.
Educado en el área de medicina y farmacopea, por su abuelo
materno Leopoldo
Mazzarri, Doctor en Medicina.
En el año de 1.901, a los 18 años
de edad; se inicia como Comerciante con la formación de la "Botica Italiana",
desempeñándose como Boticario, en la elaboración y el expendio de recetas
médicas; alternando esta actividad con el comercio de víveres y de las llamadas
mercancías secas (telas). Posteriormente, en el año de 1.930, sólo se dedica a
la elaboración y expendio de recetas médicas y expendio de medicinas patentadas,
desarrollando esta labor hasta el año de 1.964.
En el año de 1.909, a la
edad de 26 años, “obtiene de Don Trino Baptista, en la ciudad de Trujillo,
una pequeña imprenta y la traslada a San Lázaro, y con el Br. Santiago Morillo,
imprime un periodiquillo:
El Esfuerzo Juvenil, donde dejaban ver en la forma acostumbrada de notas
sociales, artículos diversos, poemas, críticas, etc., el discurrir del momento.”1
Contrajo matrimonio en el año
1.911, a la edad de 28 años, con la Srta. Lola Heredia Ramírez.
Sus Hijos: Cira María (1.912),
María Dalinda (1.913), Elbano Antonio (1.915), Livia Zafra (1.917) y Milton
Darío (1.919) Provenzali Heredia.
Enviudó el 29-03-1922, a la edad
de 39 años.
Vivió en la población de Santiago
durante 5 años, desde 1.913 hasta 1.918, donde nacieron 3 de sus hijos, a saber:
María Dalinda (1.913), Elbano Antonio (1.915), y Livia Zafra (1.917), y
dedicándose en el área del comercio de víveres y de las llamadas mercancías
secas (telas).
En el año de 1.922 fue nombrado
Administrador de Correo, Papel Sellado y Timbres Fiscales, ejerciendo esta
función hasta el año de 1.964.
“El 17 de Diciembre de
1.932, fue fundado el Centro de Lectura, donde intervino su iniciativa para la
creación del mismo, formando parte de la primera Junta Directiva conjuntamente
con los Señores Pedro M. Linares, Julio César Ramírez, Tomás Heredia, Víctor M.
González, Héctor Mazzei Fernández, Rafael S. Dávila, Martín J. Meza, Elio H.
Cegarra, y Mario Valecillos Añez.”2
En el año de 1.944 fue
nombrado Gerente de la Luz Eléctrica de San Lázaro, aunque la electricidad ya se
había implantado en la población en 1919,
ejecutó esta función hasta el año de 1.964 que fue jubilado.
Se desarrolló como médico de la
comunidad durante 63 años, en las poblaciones de San Lázaro, Santiago, La
Quebrada, El Alto de Escuque, Sabana Libre, y todos los campos y páramos
circunvecinos de San Lázaro y Santiago.
El 4 de Noviembre de 1.966, en la
Casa de Italia de la ciudad de Caracas:
.-
Le fué impuesta por el Dr. Gonzalo Barrios, Ministro de Relaciones Interiores,
la Condecoración de la Orden Francisco de Miranda otorgada por el Ejecutivo
Nacional.
.-
Decreto de reconocimiento del Ejecutivo del Estado Trujillo. Palabras del Dr.
Juan Motezuma Gínnari, Gobernador del Estado Trujillo.
.-
Declarado Hijo Predilecto de San Lázaro e imposición de la Medalla
correspondiente, por el Sr. Julio César Ramírez, según Acuerdo dictado por la
Junta Comunal del Municipio.
El año de 1966 aproximadamente
fue inaugurada la Medicatura de la población de San Lázaro y colocación de placa
a su nombre, en reconocimiento de su labor.
En el ano de 1.966 a la edad de
83 años, se residencia definitivamente en la ciudad de Caracas.
Murió a la edad de 97 años, en la
ciudad de Caracas, el 17 de abril de 1.980.
(Esta biografía fue escrita por su hija y revisada durante el taller)
1
Valecillos Valecillos, Vertilio.
2
Valecillos Valecillos, Vertilio.
Isidro Morillo.
Narrador y Poeta
Isidro José Morillo Quintero nace en Curandá, hermoso paraje cercano a la
población de San Lázaro, lugar desde donde podía divisarse uno de sus lugares
sentimentalmente preferidos por él: el espléndido río Jiménez. Fue un 2 de
junio del año 1919. Los padres del notable escritor fueron Don Rafael Isidro
Morillo y María de los Angeles Quintero de Morillo. El padre se dedicaba a la
agricultura y la madre al cuido de la casa y de los hijos.
Sus primeros años trancurren en la exhuberante y verde geografía montañosa de
Curandá y de San Lázaro. Su tía Carmelita Quintero lo enseñó a leer y a escribir
en la propia hacienda. Cuando era aún muy niño, tal vez a los siete años,
con sus padres y sus seis hermanos -Rafael Isidro, Eneida, Alcira, Rafaela,
Eudora y Miguel Angel se mudan al poblado principal. Ingresa a la escuela
primaria estadal. Uno de sus profesores fue el Br. Valecillos de Carache y
seguramente el maestro de generaciones y escritor Don Tobías Valera Martínez.
Uno de los acontecimientos más trascedentales de su vida fue la muerte de su
padre lo cual causó una situación crítica para lo que había sido un próspero
hogar, cuando ya había iniciado sus estudios formales en la escuela del poblado.
Cumplido su ciclo de aprendizaje escolar, un sacerdote párroco de San Lázaro, el
padre José Humberto Contreras que a la sazón estaba en Valera, le consigue a
solicitud de la madre el ingreso al Seminario Diocesano de Mérida donde
permaneció completando su bachillerato y sus estudios de teología, filosofía y
literatura. Su egreso se realiza por dos motivaciones muy distintas. Una noche
estando en el Seminario oye a lo lejos una serenata, oye el bolero Noche de
Ronda y piensa "esta no es mi vida, yo no sirvo para estar encerrado, yo no
puedo vivir sin las mujeres"; también lo realizó por motivaciones intelectuales
ante lo que consideraba un moldeamiento mental dentro de la disciplina en los
estudios teológicos. Esa difícil decisión cambió su vida.
A partir de ese momento comienza una nueva etapa, signada por variadas
actividades profesionales como la maestro de escuela en La Quebrada y Santa Ana,
locutor, administrador en perforaciones de pozos petroleros con empresas como la
Sergua y Almacenes militares de Guanta, entre otros. En esa época y por
una confusión del gobierno termina preso ante la situación de inestabilidad
política bajo los días de la dictadura perezjimenista.
Se había casado en el año 1947 en la ciudad de Maturín con la señora
Lourdes Villalba Pérez, natural de Puerto Píritu, de veintiséis anos de edad.
Vivieron en Maturín, Guanta, Puerto La Cruz y Caracas. Los hijos de este
matrimonio alcanzaron el número de tres: José Rafael nacido en 1949, asesor
bancario, Luis Armando, nacido en 1952, contador público y Romel Ignacio, nacido
en 1955, graduado en informática, todos caraqueños.
Fue colaborador del Diario El Tiempo y el Diario de Caracas. Fue escritor de
poesia, cuentos y novelas. Son suyos los inolvidables cuentos "El Hijo del
Encanto" y "La Leyenda del Hicopé" y las novelas "Curandá o Profesión de Fe" y
"Signos de Barbarie", expresiones vivas de la dura vida del campesinado andino.
Esta última ha sido versionada para el teatro por el reconocido director Armando
Holzer, en una de sus estadías en el extranjero y con el propósito de
escenificarla con la Compañía Regional de Teatro del Estado Trujillo que dirige
Ramón Méndez. Tiene un libro inédito, un ensayo crítico "La Herencia de Cristo".
La Universidad de los Andes le publicó "San Lázaro, Auge y Caída" cuya título
original fue "San Lázaro: Auge y Decadencia".
Su segundo matrimonio se realizó en el año
1971, con su ex-alumna y a quien llamaba su amor eterno, Aura Salas Briceño,
quien había sido su novia a los diecisiete años. Su reencuentro se produce
en el marco del Retorno de los Hijos de San Lázaro en 1970.
Fue uno de los fundadores del Ateneo de San Lázaro, importante institución
cultural regional por motivación de la eminente trujillana Aura Salas de Pisani,
en 1992, con un grupo de emprendedores: Rosa Andara de Valecillos, Juan Bautista
Aguilar, Antonio Aguilar, Aura Salas de Morillo, Carmen Castro, entre otros.
Su segundo matrimonio fue en segundas nupcias -ella por viudez- Se realizó
en la ciudad de Trujillo el 27 de diciembre. Vivieron en Maracaibo y Caracas
aunque visitando y pernoctando
con mucha frecuencia en el pueblo de San Lázaro. Se residencian allí hacia 1988
por propuesta de ella. Esta fue una oportunidad no desaprovechada de servicio a
su comunidad, a su pueblo de tenaces como el indio Agustín o Andrés Linares.
Fue activo defensor de su pueblo en sus causas sociales,
ecológicas y culturales como el famoso Retorno de sus Hijos. Su muerte se
produce el 4 de marzo de 1999 en Caracas, víctima de una artritis degenerativa.
Su familia y su pueblo lo honran por sus sobrados méritos. El 1 de mayo del
mismo año tras su
muerte, por voluntad expresa, sus cenizas se esparcen en el río Jiménez. Desde
entonces su presencia es una con el río, con Curandá, con sus montañas, con el
tiempo, con los Encantos y con su gente. Una placa commemorativa, con un
poema de añoranza por el lar nativo fue develada el sábado 30 de marzo de 2002.
Su ejemplo y su obra está a resguardo y es celosamente continuada por muchos
hijos natales y sentimentales del pueblo de la tierra de los tirandáes.
(Los datos fueron
proporcionados por la señora Aura Salas de Morillo y Romel Ignacio Morillo.
La redacción es de Wilfrido González Rosario).
Américo
Briceño Valero
San Lázaro, patria chica del héroe trujillano Coronel Andrés Linares, fusilado
por los españoles en 1816 en las proximidades de Bogotá... En este mismo pueblo
dividido en dos bandas por el sonoro caudal del Río Jiménez que baja desde las
alturas de Cabimbú, Estiguagues y Esdorá, en este escondido burgo que sorprende
al visitante por su aspecto pintoresco y señorial, por las viejas edificaciones
españolas y toscanas, nació el año de 1877 Don Américo Briceño Valero, pedagogo,
escritor, matemático, geógrafo, ciudadano de gran rectitud y fecundo quehacer al
servicio de su tierra.
Américo Briceño, llegados los seis o siete años de edad, ingresa en la
escuela local, donde recibe sucesivamente clases del Br. Wenceslao Martínez,
poeta y escritor, Don Abraham González, Adriano Valera, también poeta y músico,
además de maestro, y el propio hermano mayor Miguel Briceño Valero. Las primeras
impresiones que recibe en la vida Américo Briceño son por demás gratas: un
hermoso poblado de sólidas construcciones, arrullado día y noche por la canción
fluvial del Jiménez, rodeado de imponentes montañas, sombreado por bucares y
cafetos y ornado en los jardines familiares por tiestos de claveles, arbustos de
azahares y berberías y opulentas matas de rosas y geranios. El júbilo exuberante
de la naturaleza y la lírica y juvenil alegría de los seres humanos encargados
de transmitirle los primeros conocimientos, hacen del pequeño Américo un chico
que, dentro de su natural inquietud infantil, muestra cierta encantadora
placidez y un aire reflexivo que le comunica una divertida seriedad de adulto en
miniatura.
Entre los 10 y 12 años
de edad, en los primeros años de la década del ochenta del siglo pasado, Américo
Briceño se trasladó a la ciudad de Trujillo para continuar estudios de educación
media en el Colegio Federal de Varones de Primera Categoría.
Américo Briceño con la sólida base que le formaron sus maestros de primeras
letras en la Escuela de San Lázaro, amplió y consolidó sus conocimientos en el
Colegio Federal de Varones de Trujillo. De allí viajó a Caracas, donde ingresó
en la Escuela Politécnica Venezolana, dirigida por uno de los más prestigiosos y
sabios pedagogos del país, el Dr. Luis Espelosín... (allí) bajo la dirección de
Don Luis Espelosín y de Don Guido Vargas Coronado, el joven trujillano cursó
literatura, filosofía, ciencias naturales y agrimensura con eminentes
catedráticos como Eloy G. González, Pablo Godoy Fonseca y Luis Ugueto, célebre
este último por sus profundos conocimientos en las ciencias físicas y
matemáticas. Con tan copioso bagaje de conocimientos Américo Briceño Valero
regresó a Trujillo para terminar sus estudios en el ya mencionado Colegio
Federal de Varones y cursar allí mismo estudios de ciencias políticas y
legislación. Para aquellos días de su regreso dirigían el famoso plantel los
doctores Victorino Márquez Bustillos e Ignacio Carrillo. Paralelamente a
su aprendizaje de leyes en el Colegio Federal, Américo Briceño se inició en la
que debía ser su verdadera carrera vocacional de toda la vida, al asumir la
Dirección de la Escuela de Varones de la Ciudad, de donde pasa luego a ejercer
la docencia como maestro de la Escuela Municipal "Bolívar". Después de prestar
servicios con eficacia y fervor en estos planteles, Briceño Valero se traslada a
la ciudad de Valera para desempeñar la sub-dirección de un importante instituto
educacional -el Colegio "Vargas"- donde dicta en los diversos grados la cátedra
de matemáticas.
El prestigio de Américo Briceño como educador y como sabio en diversas materias
-historia, geografía, ciencias naturales, moral y cívica, matemáticas,
filosofía-, se extiende por todo el Estado y llega a las altas instancias
educativas del país, las cuales deciden designarlo Inspector Técnico de Escuelas
y Colegios de los Estados Trujillo y Zulia. Durante el desempeño de sus
sucesivos cargos educacionales, el hábito del estudio y constante afán de nuevos
conocimientos crece en Briceño Valero, al igual que su deseo de transmitir
cuanto sabe, observa y piensa en el curso de sus actividades magisteriales.
Briceño Valero, como Don Simón Rodríguez, es un maestro dinámico que no sólo
toma de los libros sus elementos de enseñanza, sino que en sus andanzas por las
diversas comarcas a que lo llevan sus deberes de funcionario advierte los más
variados detalles que le ofrece el paisaje y el ambiente en la flora, la fauna,
los minerales, las leyendas y tradiciones populares, las costumbres, los métodos
de trabajo, la transmisión oral de acontecimientos históricos y fenómenos
naturales ocurridos en los conglomerados que visita. Así conforma un riquísimo
acervo que su talento y su pluma de escritor elegante y compenetrado con su
tierra lleva al artículo de prensa y al libro.
El Ministerio de Instrucción Pública resuelve trasladar a Briceño Valero al
Estado Falcón con el mismo cargo de Inspector Técnico de Escuelas y Colegios y
luego lo transfiere al Departamento Vargas, Distrito Federal, donde prosigue
inalterable su labor, siempre marcada con "el sello de la idoneidad, la rectitud
y la honradez, que fueron como funcionario su norma inquebrantable", según Don
Pedro A. De Santiago. Instalado en Caracas, el educador trujillano alcanza
señalada posición en sus labores, llegando a ejercer con excelentes resultados
el cargo de Director del Liceo Andrés Bello, uno de los principales institutos
de educación media de Venezuela.
De su largo peregrinaje por tierras del occidente venezolano, consecuentemente
empeñado en conocer y transmitir el conocimiento adquirido, Américo Briceño
Valero nos deja como legado perdurable un copioso acervo bibliográfico. Entre
sus títulos publicados en volumen pueden mencionarse:
"Lecciones de Cronología"
(dictadas en el Colegio Vargas de Valera), "Manual de Instrucción Cívica" (del
cual han salido tres ediciones), "Geografía del Estado Trujillo" (única obra de
su género consagrada al Estado nativo, y de la cual se publicó en 1972 una
edición actualizada por el Dr. Jesús Briceño Enríquez, hijo del autor),
"Historia de La Guaira"; "La Ciudad Portátil" (historia de la antigua provincia
de Trujillo, en la cual se narran las vicisitudes y mudanzas de la actual
capital del Estado andino), "Nuevo y Racional Método de Enseñanza de la
Geografía" (con tres ediciones publicadas), "Dirección de las Escuelas
Primarias" (organización y metodología), "El Alfabeto Castellano" (historia,
morfología y lexicografía), "Gobernantes de Trujillo desde 1557 hasta 1951"
(interesante relación de cuatro siglos de historia a través de los magistrados
de la región trujillana), "Addenda de la Ciudad Portátil" (agregado de nuevos
datos históricos sobre la urbe trujillana), "Lecciones Elementales de
Cosmografía", ''La traición del Castillo de Puerto Cabello" (texto referido a la
conspiración del español Francisco Fernández Vinoni, el año de 1812), "Origen de
los habitantes precolombinos" (una incursión por los predios de la etnología
antigua en el continente americano), "Hazañas y proezas del General José Antonio
Páez" (publicado por la Biblioteca Trujillana de Cultura, durante la
administración regional del Dr. Mario Briceño Perozo), "Los Habitantes de
América" (origen, historia y costumbres), "Notas Geográficas del Estado Zulia"
(observaciones durante su gestión en tierra marabina), "La Bandera Nacional"
(ensayo sobre origen y simbología de nuestro pabellón), "La Reina de Barinas",
"Los muertos mandan", "La Goleta" y "La Cuesta del Judío", narraciones
noveladas, la última aún inédita.
De Gente de Venezuela
(1992) de Jorge Maldonado Parilli.
Coronel
Andrés
Linares
Quintero
Nació en San Lázaro, Trujillo, el 22 de agosto de 1790, en la actualidad esta
parroquia honra su nombre, sus padres fueron Juan Linares y Juana Quintero.
(Fue) Llamado el Sansón o Hércules de San Lázaro. En 1813, cuando llegó la
Vanguardia del Ejército Libertador a San Lázaro, un soldado de ésta, sostuvo un
altercado con Andrés Linares, en la riña, quedó muerto de un golpe el soldado
republicano, por lo que Andrés Linares fue detenido y puesto a las órdenes del
Coronel Atanasio Girardot, quien posteriormente lo incorpora al Ejército
Libertador, al ver su astucia, inteligencia y valor.
Ingresa a la Revolución de Independencia con sus hermanos Rogelio, Juan
José, Manuel, Felipe, José de La Cruz y José María. De igual manera,
Andrés Linares dominaba un toro tomándolo por los cachos.
Rogelio Linares participó en las Batallas más importantes de Venezuela y
América: Boyacá, el 7 de agosto de 1819, donde no se produjeron muertos (El
Libertador para liberar a Boyacá, partió el 27 de mayo, desde El Mantecal,
Apure); Carabobo, el 24 de junio de 1821; Bomboná, el 7 de abril de 1822, (en
esta Batalla no se produjeron disparos, fue cuerpo a cuerpo, cuchillos, espadas
y sables); Pichincha, el 24 de mayo de 1822; Junín, el 6 de agosto de 1824 y
Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. También combatieron en esta epopeya los
trujillanos José Francisco Valbuena (quien murió en La Quebrada de Los
Cedros, Trujillo, ya Senil) y
Juan José Indalecio Briceño.
Andrés
Linares, participó en los combates de Los Cuarteles y Llano de Matías,
las Batallas de Agua de Obispo en Carache, Los Horcones, Taguanes, Las
Trincheras, Vigirima, los días 23, 24 y 25 de noviembre de 1813; Araure,
Atarigua, Uriche, Guama, Los Aserraderos, Cocorote, Baragua, Cagua, El Palmar,
Barquisimeto, San Carlos, La Puerta, Aragua, Bárbula, Las Brujitas, Las
Flecheras (peleó al lado del General en Jefe José Antonio Páez), todas estas en
Venezuela; Chitiga, Cachiri, El Palo, La Cuchilla del Tambo, Resistencia en La
Plata y Ceja Alta, en la Nueva Granada.
El
Coronel Andrés Linares es capturado cuando dirige con sus tropas la defensa de
Antioquia, en la Ceja Alta, entre Cancán y Remedios -en Colombia-, jumo al
último Presidente de la Primera República, Teniente Coronel Liborio Mejía;
posteriormente lo fueron a vendar para fusilarlo, no lo aceptó y ante la mirada
firme de éste, lo tuvieron que matar de espaldas, por órdenes del General Pablo
Morillo, Conde de Cartagena y Marqués de La Puerta, en Bogotá el 3 de septiembre
de 1816, sus restos se encuentran en el Panteón Nacional de Colombia. También
murieron el Doctor José María Dávila, Doctor José María Arrubla, Doctor José
Joaquín Hoyos, Coronel Dionisio Tejada, último Gobernador de Antioquia; fueron
perseguidos los hermanos Camilo y Jerónimo Torres y Manuel Torices. Camilo
Torres y Manuel Torices fueron Presidentes de la naciente República. El Coronel
Andrés Linares padeció la época del terror, implantada por Pablo Morillo en
Colombia. Todos estos patriotas fueron asesinados en La Huerta de Jaime, llamada
Plaza de Los Mártires o en la Plaza de San Francisco.
Coronel Rogelio Linares Quintero: Nació en San Lázaro, el 1 de mayo de
1785; Héroe de las Batallas de Boyacá, el 7 de agosto de 1819; Carabobo, el 24
de junio de 1821; Bomboná, el 7 de abril de 1822; Pichincha, el 24 de mayo
de 1822; Junín, el 6 de agosto de 1824 y Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.
Murió el 7 de julio de 1855.
De
Historia Trujillana (2002) de Huma Rosario Tavera.
Víctor
Valera
Martínez
Nació el doctor Víctor Manuel Valera Martínez en la población trujillana de San
Lázaro el 4 de agosto de 1915, hijo de maestro de juventudes, puntal de la
docencia, don Tobías Valera Martínez, y de doña Abigaíl González Hernández,
ambos con altas vinculaciones familiares en su región. Hizo estudios de Primaria
en la escuela "Guzmán Blanco", fundada por su progenitor, y en la Escuela
Federal Graduada "Cristóbal Mendoza"; y la Secundaria en el Colegio Federal de
Trujillo (hoy Liceo "Cristóbal Mendoza"). Siguió estudios superiores en la
Escuela de Ciencias Políticas de Trujillo, en la Universidad de Los Andes y en
la Universidad Central de Venezuela (Caracas) donde se le otorgó, tras lúcido
aprovechamiento, el título de doctor en Ciencias Políticas el 4 de diciembre de
1942.
Aunque abogado de nota por su saber y su experiencia profesional, la inclinación
de Víctor Manuel Valera Martínez por el periodismo no ha disminuido nunca.
Desde sus años mozos cultivó el arte de escribir para el público en los órganos
de prensa. En el Trujillo de los años 30, adolescente aún, fundó junto con
Manuel Andará Olivar, Sabino Braschi, Hugo Unda Briceño, Mario Briceño Perozo y
Jesús Briceño Briceño, "La Idea Juvenil", vocero de los estudiantes del Colegio
Federal. Vio la luz este vocero el 20 de noviembre de 1933. "Hijos de la
inquietud y de la vocación periodística de Víctor Valera Martínez fue también
"Allá", órgano del grupo mencionado de carácter político-literario, en cuyas
reuniones se leía y comentaba nuestra balbuciente producción junto con la de los
maestros del decir y del pensar, dice Luis Mendoza Montani, en un anhelo de
aprender también a pensar y a decir. Igualmente su inquietud y su entusiasmo
ayudó a los de Mario Briceño Perozo, Mario Valecillos
Añez, Gerardo A. Tálamo, Julio Araujo y los míos en la fundación de "Mañana"
(órgano de los estudiantes del Colegio Federal y "F.V.S.T" (de la Sección
Trujillo de la Federación de Estudiantes de Venezuela), cuyos primeros números
aparecieron, respectivamente, el 4 de diciembre de 1935 y el 23 de diciembre de
1936".
La actividad periodística de Víctor Valera Martínez continuó sin desmayos
después de la dictadura gomecista. Fue fundador, como su corresponsal, del
diario caraqueño "El Nacional" en Trujillo, y colaboró con distintos escritos en
su página de opinión. Fue Redactor del diario "Ultimas Noticias" de Caracas,
periódico en el que mantuvo durante mucho tiempo una columna de Consulta
Jurídica. Escribió asiduamente en la revista "Páginas" ("La Mujer ante la Ley").
En asocio de Manuel Isidro Molina, redactó "Crisol", en Valera. Fue fundador de
"Frente", con Roberto Gabaldón Márquez y colaborador de "Hoy", de "Presente" y
de la pequeña gran revista "Promesas", las cuatro últimas
publicaciones -ejemplo de buen periodismo regional- circularon en Trujillo. Al
lado de Nelson Luis Martínez, Guillermo Meneses, Luis Francisco Ramírez y Ciro
Urdaneta Bravo, desarrolló labor meritoria en la revista caraqueña "Sábado",
primera que apareció en Venezuela con formato y factura modernos, similares a
los de "Time" de New York
Luis Mendoza Montani es un conocedor de la vida y de la obra de Valera Martínez.
"De ideas político-sociales bien definidas, dice, cultivadas y arraigadas en su
espíritu desde edad muy temprana, las ha expuesto con sinceridad y galanura en
sus publicaciones. "La Cosecha bajo el Miedo" es su vendimia durante los años de
la dictadura perezjimenista. Contiene este libro (1965) los trabajos publicados
por el autor entre los años de 1948 y 1957 en "La Esfera", "El Nacional",
"Ultimas Noticias" y otros órganos de la prensa caraqueña. En ellos aborda, con
un trasfondo de protesta ante la situación imperante en el país, tópicos de
Historia, Literatura, Sociología, Bibliografía. Y escritor, al fin, oye el
mensaje de la tierra y de quienes, curvados sobre ella, resisten los embates de
la adversidad.
Escribe "La Brisa viene de lejos", novela de ambiente distrital, donde nos pinta
"en cuadros bien logrados y mejor sentidos la vida del campesino trujillano en
la época gomecista, y nos expone sus anhelos de justicia y su rebeldía ante la
situación que se vivía y aún se vive en nuestros campos". Pudiera afirmarse que
pertenece esta obra de Valera Martínez al género de las novelas documentales en
las que ha de hallar -literatura aparte- el investigador de nuestro accidentado
desarrollo político-social, elementos claves para comprender el porqué de
algunas de las calamidades que han flagelado al país de la Independencia a esta
parte. Posteriormente Víctor Valera Martínez publicó el libro "Presencia
Constante", en el que se recogen trabajos sobre Bolívar, el Gral. José Rafael
Gabaldón, Don Mario Briceño Iragorry, Laudelino Mejías y otros personajes de la
región trujillana y "La Ruta del Alucinado" que aun permanece inédito.
De Gente de Venezuela (1992) de Jorge Maldonado Parilli
Presbítero José de los Angeles
Cano
Nació el Presbítero José de los Angeles Cano en San Lázaro, el 20 de octubre de
1804. Su padre era pobre y perteneciente
a los antiguos indígenas; su madre era de familia distinguida, pero también
pobre.
Una vez terminada la educación primaria en La Quebrada, manifestó el joven Cano
deseos de seguir estudios más avanzados. Sus
padres entonces lo
llevaron a Mérida a casa de un amigo, el señor Camilo Rivera, con la condición
de que ellos, debido a su pobreza, lo ayudarían en muy poca cosa o casi nada..
Como él conocía la situación económica de sus padres, no se arredró por esto. En
casa del señor Rivera tenía comida y cama; para la ropa, libros y demás gastos
cultivaba un solar y trabajaba en una sastrería en los ratos que le permitían
sus estudios...
Con su intachable conducta, su amabilidad y su
aplicación, se captó el
aprecio y consideración de sus condiscípulos y
catedráticos.
Preparado ya suficientemente en el latín, pidió permiso para vestir hábitos
clericales. Se dedicó al estudio de la Teología Moral; pero debido al trabajo
que tenía que efectuar para subvenir sus necesidades, no pudo seguir en la
Universidad los cursos regulares de Filosofía, Teología Dogmática, Sagrados
Cánones, Teología Eclesiástica. Sólo
después de ordenado se
dedicó a estos estudios y se hizo notablemente instruido.
Recibió la ordenación sacerdotal
de manos del Ilustrísimo Señor Obispo Lazo. Cantó su Primera Misa con ferviente
devoción y gratitud a su Dios, que le había concedido tal favor.
Luego de su ordenación, salió Monseñor Arias, Obispo Auxiliar de Monseñor Lazo,
en visita pastoral por los llanos de Barinas y Apure; quiso
llevar
al recién ordenado sacerdote como su confesor. Tan grande era el concepto de
virtud que de él se hablan formado. El Padre Cano quedó encantado de aquellas
inmensas llanuras y la docilidad y mansedumbre de sus habitantes, a tal grado,
que aceptó gustoso en aquel clima tan palúdico el curato de Torunos. Al
encargarse, refaccionó el templo, que estaba en ruinas, lo proveyó de ornamentos
y todo lo necesario; enardeció la fe y la moral de aquel pueblo y contribuyó
eficazmente a su progreso material. Un año más tarde enfermó de paludismo;
volvió a Mérida, renunció el curato de Torunos y aceptó el de La Quebrada.
El Padre Cano se preocupaba por todo cuanto podía interesar a sus feligreses,
espiritual, intelectual, moral y
materialmente. Sostenía
una escuela, a su costa, pagaba director, alquiler del local, etcétera; después
creó una clase de latinidad que daba personalmente, siendo uno de sus alumnos
más aventajados el Doctor Rafael González.
Ingresaron a esta clase muchos
Jóvenes de La Quebrada y de otros pueblos circunvecinos, muchos de los cuales
comían en la misma, casa del cura, sin necesidad de pagar pensíón por asistencia
los que carecían de medios económicos.
El estudio era para todos gratuito. Del aula del Padre Cano, además del Doctor
González, ya mencionado, salieron muchos otros, estudiantes que abrazaron con
éxito diversos ramos del saber. Entre ellos vamos a enumerar al
presbítero
Juan Chaparro, que fué Canónigo de la Catedral de Mérida; los presbíteros
Nicolás Matheus, Plácido Graterol y Adriano González, y los abogados Pío León y
Federico Bazó.
La Catedral de Mérida, empezada a construir por el Ilustrísimo Señor Boset el
año 1842, había sufrido varias interrupciones
por falta de recursos
económicos. Viendo el Padre Cano el retardo de aquella obra tan importante, hizo
viaje a Mérida a ofrecer una ayuda monetaria y a ofrecerse a la vez para
encargarse del trabajo, siempre bajo la dirección de Su Señoría, todo lo cual
fué aceptado por Monseñor Boset.
Puso manos a la obra con su acostumbrada actividad. Antes de empezar calculó el
gasto de 4.000 pesos (se hablaba entonces
de pesos), y debido a su trabajo personal y la certera administración.que se
observó en dicha labor, sólo gastó 2.000. Todo lo realizó en tiempo
relativamente corto, y se volvió a La Quebrada a administrar su parroquia,
dejando un hondo recuerdo de gratitud en el católico pueblo merideño, que
vió así terminada su hermosa catedral.
El. Padre Cano sufría de dos hernias que lo atormentaban, horrorosamente, y
últimamente empezó a sufrir del pecho,
sin que le valiera ningún tratamiento médico; pero él soportaba sus crueles
sufrimientos con tranquila resignación.
Murió en Ejido y fué sepultado en Mérida por disposición. del Presbítero Doctor
Rafael Antonio González, quien debía a la
protección
del Padre Cano su glorioso triunfo en la apostólica senda del Sacerdocio. El
corazón del Padre Cano reposa en la iglesia de La Quebrada, a donde lo hizo
llevar el Doctor González
San Lázaro
y La Quebrada han dado para la
Iglesia dos robustas columnas, cuyos nombres deben perdurar con eterna gratitud
en el ánimo de sus católicos habitantea: et Padre José de los Angeles Cano y el
Presbítero Doctor Rafael, Antonio González.
La Escuela
Federal que funciona en La Quebrada ostenta el nombre de aquel eximio sacerdote.
(Textos
tomados de Biografías Trujillanas de Pedro de Santiago (1957)
Andrés Lomelli Rosario
El doctor Andrés Lomelli Rosario, abogado, historiador, pedagogo, nació en el
bello pueblo trujillano de San Lázaro
en 1891, tuvo una larga y fecunda actuación en todos los aspectos de su múltiple
quehacer intelectual. Inició muy joven su trayectoria de servicio público como
maestro en el pueblo de Cuicas, donde contrajo matrimonio con la señorita Amelia
Verde; pasó luego a La Quebrada, capital del Distrito Urdaneta, con el carácter
de director de la Escuela Federal Graduada y posteriormente se residenció en
Trujillo, donde dirigió la Escuela Cristóbal Mendoza, el principal plantel de
educación primaria de la ciudad.
Enérgico, comunicativo y entusiasta en su labor docente, el Br. Lomelli, como
entonces le decíamos sus alumnos, dejó una profunda huella en el espíritu de
cuantos tuvieron la
fortuna de recibir sus enseñanzas. Huella de bondad útil, de fervoroso
patriotismo, de aquilatada sensibilidad cívica, de inalterable disposición para
el servicio de la colectividad.
La lista de sus alumnos sería interminable. Sin embargo queremos recordar
algunos que se han destacado como ciudadanos eminentes. Tales son el Dr. Hernán
Méndez Castellano, notable pediatra, el Dr. Luis Augusto Dubuc, ex Ministro del
Interior,
el Dr. Mario Briceñlo Perozo, académico de la Historia y de la Lengua, el
General Martín Márquez Añez, don Alfonso Marín, actual Cronista de la ciudad de
Valencia, poeta y escritor, el Dr. Hugo Unda Briceño, el Dr. Humberto González
Albano, el Dr. Gilberto Mejías Palazzi, el bioanalista Luis Mejías Palazzi, el
Dr. Luis Fernando Mendoza Montani, el escritor y diplomático Humberto Rumbos,
el Dr. Marcos Rubén Carrillo, activo Presidente del Centro de Historia del
Estado Trujillo, y muchísimos más que han honrado y honran con sus ejecutorias
el patronímico de venezolanos.
Próximo ya a la edad de cincuenta años, Lomelli Rosario inició estudios de
Derecho en la Escuela de Ciencias Políticas que funcionaba
en
la capital trujillana. Obtuvo el título de abogado y ejerció con brillo y
honestidad la nueva profesión. Llegó a ser en diversas ocasiones juez de Primera
Instancia en lo Penal y juez Superior. Aún se recuerda su fallo, ajeno a toda
pasión política y aun adverso a las aspiraciones del Ejecutivo, dictado por el
Dr. Lomelli Rosario, para absolver a varios ciudadanos indiciados como
participantes en la sublevación del 11 de diciembre de 1946, cuyo cabecilla en
el Estado Trujillo fue el General Juan Bautista Araujo, hijo del León de la
Cordillera. Aunque las autoridades ejecutivas de entonces, por medio de la
Fiscalía del Ministerio Público, formularon cargos contra los referidos
indiciados, acusándolos de rebelión contra el poder legalmente constituido, el
juez Lomelli Rosario declaró sin lugar la acusación, basándose en la
circunstancia de que el Poder Ejecutivo, aunque tácitamente aceptado y aun
respaldado por la ciudadanía, no podía ser considerado como legalmente
constituido por cuanto había sido efecto del movimiento insurreccional del 18 de
octubre de 1945.
Posteriormente, y ya restituida la legalidad interrumpida por el régimen
dictatotial del General Marcos Pérez Jiménez, el Dr.
Lomelli
Rosario actuó como Procurador General del Estado y realizó amplia labor de
proyección social, distinguiéndose en todo momento por su inalterable vocación
de servicio.
El Dr. Andrés Lomelli Rosario murió en su región nativa en 1977, en medio de la
veneración de sus conciudadanos. El Ejecutivo
del Estado decretó duelo,
siendo llevado el féretro a la sede del Centro de Historia (casa donde el
Libertador firmó el Decreto de Guerra a Muerte en 1813 y el Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra en1820). Allí varios oradores tomaron
la palabra, mientras sus alumnos y colegas hacían guardia alrededor del solemne
catafalco, levantado al efecto.
De Gente de Venezuela
(1992) de Jorge Maldonado Parilli.