4:00 PM . Media hora de espera frente a la casa de José Manuel Briceño Guerrero. La cita: 3:30 PM. Pensamiento por espera: El timbre no sirve o quizás no está… Los perros ladran; llamo por teléfono. Repica y nadie contesta. En las películas las escenas de tardanza frente a un portón sólo ocurren por amor o por odio.
- Holaaa…- Se oye una floja voz desde dentro. Unos segundos más tarde se abre la puerta de madera. - Discúlpame… lo que pasa es que estaba estudiando chino.
Mientras camino por el recibidor que conecta a la sala, Briceño Guerrero me cuenta de su nueva pasión por el idioma y cómo planea pronto hacer una traducción al español de varios poetas chinos de su generación. Sus ojos se encienden. “Debo confesar con cierta vergüenza que he sentido más enamoramiento por las lenguas que por una mujer” .Como si fuera ya de noche para Sherezade, trata de darte mil y una razones para llamar a los otros por el tema que le apasiona. “Las admiro, las escucho, las consiento… las lenguas se hacen dueñas de mis fantasías y desvelos. Cuando aprendo un idioma pareciese más bien que estuviera cortejándolas.” Griego antiguo, inglés, persa, francés, hebreo, ruso, latín, alemán, egipcio, italiano… Briceño Guerrero acompaña a la lengua dueña del palacio, el español, con un harén de por lo menos 20 idiomas.
Su primer recuerdo con la lengua extranjera pertenece al Puerto de Nutrias que para los años 30 era una importante salida fluvial del estado Barinas a través del río Apure. Entraban barcos extranjeros; los marineros traían maquinas de escribir y unas botellas boconas llenas de caramelos que intercambiaban por plumas, por cuero y por algodón. Cuando los hombres bajaban del barco y caminaban por el pueblo hablando entre ellos en su idioma, yo siendo un niño los escuchaba sin entender. Mis amiguitos y yo fingíamos que hablábamos como ellos: “Ano hambito es chincon”. Así comenzó ese interés por ese misterio. Un encanto, una fascinación que no se me ha quitado hasta ahora. Es más, hoy tiene la misma fuerza… sueño fonética, sueño expresión, sueño con esa actitud que porta cada edificio fonético de un idioma...
Soñaba con ser uno de esos marineros de lenguas misteriosas…
No, porque entonces mi idioma de nacimiento no sería el castellano, una lengua hermosa y tan difícil de aprender. Es la lengua de mis padres y la de mi niñez, también de obras exquisitas. Ahora, por ejemplo, acabo de terminar de leer junto a mi nieta el Don Quijote. Sí… los dos libros. Ella leía en voz alta, mientras yo comentaba algunos detalles. Comenzamos en julio y terminamos casi cinco meses después. ¿Sabías que el elogio más hermoso que existe de Barcelona se encuentra en El Quijote?
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Varias lunas pasó junto a las palabras de Mesopotamia, lo que hoy se llama el Próximo Oriente, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates. Esta lengua olvidada tiene una especial importancia, porque con ella nació la escritura, más de tres mil cien años a. de C. Sus estudios filosóficos evidencian su interés por la historia de la lengua antes del símbolo sumerio y del momento sin fecha certera en que el sonido tuvo un significado y otro hombre lo entendió así.
A ver… me dices que te interesó particularmente un texto de mi libro El Origen del Lenguaje (1970). Léemelo, por favor.
Briceño Guerrero examina en silencio si existe alguna habilidad en la pronunciación, como quien es capaz de conocer la inteligencia a través de las inflexiones de la voz como algunos expertos descubren la personalidad en la impronta de una firma.
El lenguaje es el medio que hace posible la formulación de preguntas y respuestas. La estructura del conocimiento es lingüística. La estructura de la conciencia es lingüística. La estructura del razonamiento es lingüística. La estructura del mundo, tal como lo concibe y utiliza el hombre, es lingüística. El lenguaje es el lugar de lo humano, en él vivimos, nos movemos y somos.
Preguntar por el origen del lenguaje significa intentar un salto sobre la propia sombra, querer transgredir el “círculo no se pasa” del conocimiento humano. Sin embargo, es propio del hombre emprender imposibles.
¿Es bueno verdad? - Refiriéndose no precisamente a la calidad de la lectura, sino al contenido de ambos párrafos acompañando al lenguaje de otras preguntas centrales del hombre: ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Algún ser superior existe? ¿Fue él quien inventó el lenguaje? ¿Cómo el arte se introdujo en la palabra? Culmina su reflexión, quizás, con una de las más hermosas palabras que explican lo inexplicable: milagro, el lenguaje es sencillamente un milagro
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Detrás de la barba blanca de Briceño Guerrero despierta el rostro de un adolescente mientras conversa sobre el mundo de las palabras o de sus muchas maneras de invocarlo: words, λέξεις mots, слова, woorden… Pero su interés tiene un afán mayor que la posesión. El escritor ha explorado en los idiomas la posibilidad de suscitar en ellos el encuentro, un acercamiento más auténtico entre las distintas culturas.
¿Su pasión por conocer una lengua, también es un intento por rescatarla?
En cierta manera. Cada lengua es una manera de percibirnos a nosotros y lo que nos rodea. Cuando desaparece una lengua, desaparece algo grande que es una visión del mundo distinta, propia. Cuando nos preguntamos sobre el origen del ser humano en la tierra, las preguntas giran en torno al origen de las especies y de los distintos tipos de hombres. En el caso del lenguaje estamos hablando del origen de las diferentes formas de ver el mundo. La palabra derecha en nuestro idioma la relacionamos con algo bueno; la izquierda, con lo malo. Arriba es bueno; abajo es malo. En cambio hay lenguas en donde pasa todo lo contrario. La derecha, la mano que hiere, se considera como algo lamentable, mientras la izquierda tiene que ver más con la sensibilidad, porque con ella se arregla.
¿Y no existe nada compartido en las visiones que tiene el hombre sobre el mundo?
Sí, me he fijado en esa semejanza. Se trata de la condición humana, de las preguntas del ser, quizás. ¿Quién soy? ¿Quiénes somos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? ¿Qué sentido tiene la existencia?
¿Cómo conocer un idioma diferente al nuestro puede ayudar a descubrirnos?
Fíjese que generalmente solemos estudiar idiomas que pertenecen a la familia lingüística indoeuropea, a la que también pertenece el castellano: inglés, el francés, el ruso…. Serían muchas las sorpresas; sería una manera hermosa de acercarnos a nosotros mismos, como venezolanos, que la gente sepa hablar goajiro o warao. América es el resultado de influencias europeas, africanas e indígenas, así que conocer una lengua indígena es una hermosa manera de autoconocimiento que generalmente excluimos. A mí me llama la atención la lengua del goajiro, que si bien ha sido penetrado por palabras españolas, se mantiene en una especie de presencia total en las estructuras de pensamiento de esta étnia.
Soy partidario que en Venezuela se impartieran habitualmente clases de lenguas indígenas venezolanas, además, de las que habitualmente se imparten en los liceos. Yo no tengo poder político ni poder de otro tipo para lograr que se haga esto, pero me gustaría y lo digo.
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La Biblioteca de José Manuel Briceño Guerrero en su casa en La Pedregosa queda en el primer piso. Advierte: “Casi nadie entra allí, me avergüenza un poco su estado, el lugar ha ido como creciendo solo”. Los libros, hojas a máquina, recortes de periódico, fotografías…. se encuentran desparramados sobre dos escritorios, en las tablas de las bibliotecas, a veces en el suelo. Es una biblioteca transitada, vivida… como deberían ser todas las bibliotecas, con la hermosura de los jardines en otoño. Allí Briceño Guerrero tiene sus libros, Homero, Dante, Goethe, Kant, Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides… en su idioma original.
Dato curioso: Entre los estantes de hierro cuelga una hamaca que estorba el paso. Briceño Guerrero la alza para dar paso a los visitantes, en una pose semejante a la de las niñas que juegan a La Víbora de la mar.
Volviendo al relato: Esta tarde recita de memoria un fragmento de La Ilíada en griego antiguo, tal como fue escrita hace casi 30 siglos atrás, quizás el mismo texto con que en una tertulia hizo llorar a Jorge Luís Borges.
Cuénteme de otro de esos mágicos encuentros con una lengua
Cuando estudiaba persa hace unos 3 ó 4 años me sorprendió conocer a un vendedor de alfombras muy culto. Con él pude practicar y leer en su idioma original al poeta Omar Khayyam.
He tenido el gusto de enseñar a muchos alumnos el latín, el griego, el hebreo… Imagínese lo que es leer los Salmos en hebreo. Eso me complace, me siento privilegiado de poder leer la literatura y la poesía en su idioma original. Siento que he recibido una gran herencia. La lengua, también sus sutilezas, me ha compensado muchos dolores característicos de la condición humana.
Amor de la infancia
Muchos. Recuerdo una vez fui a Maracaibo, cuando yo vivía en Barquisimeto. Hice una cola larguísima para esperar a un gerente. Él, viéndome muchacho, me preguntó:
¿Qué hace usted aquí?
“Vengo a practicar inglés.”
El hombre pensó un rato y luego me dijo: “Espere unas horas y yo le ayudo”. Me senté, esperé, y a la salida hablamos un poco. Me dijo: “Hagamos una cosa, usted me va a escribir cartas desde Barquisimeto. Yo se las corrijo y se las reenvío”. Y así fue ¿Qué curioso no?
Algún otro…
Alguna vez me enamoré de una rusa, pero en realidad me enamoré fue de su idioma. Era una vocación por hablar ruso. Para hablar alemán me puse a memorizar pasajes de Goethe. Una hoja diaria. Cuando fui allá la primera vez, por allá en los años sesenta, me decían: “Pero señor, si usted habla como un libro”.
Amor imposible…
El húngaro. Esa es una espinita que tengo. Traté de aprender y no pude.
Una locura por amor
A veces me despierto en medio de la noche. Por ejemplo trato de pensar que nombre tendría la alondra en chino. Doy vueltas en la cama, dudo, no aguanto. Me paro. Busco en los libros a ver si era como yo pensaba.