TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Primera edición, 2016 © CDCHTA-ULA 2016 © Luis Javier Hernández Carmona 2016 HECHO EN DEPÓSITO DE LEY Depósito legal: TR2016000008 ISBN: 978-980-12-9081-0 Derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización escrita del autor Diseño y diagramación Jorge Molina Diseño y Fotografía de Portada Luis Javier Hernández Carmona LAS PUBLICACIONES ACREDITADAS POR EL CDCHTA-ULA SON SOMETIDAS A UN RIGUROSO PROCESO DE ARBITRAJE POR CALIFICADOS EXPERTOS EN EL ÁREA. ESTE LIBRO FUE EVALUADO, SIENDO SU CÓDIGO PL-NURR-05-16-06 CORRESPONDIENTE AL PROGRAMA DE PUBLICACIONES DEL CDCHTA DEL AÑO 2016. (PROYECTO DE INVESTIGACIÓN IDENTIFICADO CON EL CÓDIGO NURR-H-556-14-06-B). …..A Eve, singularmente, a Eve… ...En realidad, toda escritura es un palimpsesto de escrituras previas, algunas, anteriormente ajenas. Y en esta tarea nunca podemos decir la última palabra, hasta que llega la muerte y nos edita su versión definitiva… Mario Szichman. ARRIBA EL TELÓN Para efectos de este intento por abordar la obra narrativa de Mario Szichman, he seleccionado siete novelas: La región vacía, Los años de la guerra a muerte, Las dos muertes del General Simón Bolívar, Los papeles de Miranda, Los judíos del Mar Dulce, A las 20:25 la Sra. pasó a la inmortalidad y Eros y la doncella, para analizarlas desde la transgresión del referente histórico a la certeza literaria. Donde transgredir es otra forma de leer el mundo a través de la historia que cobra nuevo sentido a partir del sujeto como acontecimiento. Y es que en la narrativa de Szichman el sujeto invade el decurso narrativo para escribir la historia desde la perspectiva profundamente patémica que subvierte las instancias conmemorativas y cronológicas que indudablemente privilegian los discursos históricos desde las esferas del poder y el estatismo. Por lo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que en esta narrativa la crónica patemizada y la literatura se conjuntan para construir mundos ficcionales e imaginarios que reivindican al sujeto histórico desde la cotidianidad. Donde la pequeña crónica emerge a razón de eje temático fundamental en la teatralización de las circunstancialidades narrativas que combinan la imagen cinematográfica y la prosa para develar la historia asida a la cotidianidad. Por lo que estamos en presencia de una semiosis de la cotidianidad resignificante de la historia en torno al sujeto y sus mundos de imposibilidades dentro de los espacios sociales, que en momentos se yerguen a manera de intrincados laberintos donde los personajes se hacen sujetos migrantes y fronterizos entre una historia y otra. Porque la narrativa de Szichman tiende un prodigioso hilo conductor entre sus novelas y las convierte en intrincado tamiz de historias y personajes multiplicados y diversificados en: personajes históricos, seres anónimos, familias, traiciones, celos y resentimientos acumulados y reproducidos con abismal maestría. Concatenación de referentes que hacen mudar de piel a los personajes en busca de la autenticidad perdida. En este sentido nos encontramos con personajes que deambulan entre historias; orden dialógico que desde la perspectiva de la ontosemiótica1 da puntual sentido a este planteamiento estilístico del personaje y su cotidianidad como metáforas de la historia. Pero siempre reiterando esa transmigración actancial entre historia ‘real’ e historia textual para crear la cosmovisión narrativa de Szichman que debe leerse desde la totalidad del Ser desdoblado en la multiplicidad del personaje que con una facilidad increíble se 1 Desde el año 2010 propongo la Ontosemiótica como perspectiva metodológica que hace hincapié en el análisis literario a través del cuadrante semiótico que involucra a los enunciantes (narrador-personajes), texto, contexto y relaciones inter e intrasubjetivas entre los cuatro componentes básicos. Una semiótica intermedia entre la que podríamos considera críptica y la semiótica crítica de la cultura. La primera es aquella que se radicaliza en el texto, quizá la mejor notación sea la de un análisis morfosintáctico, donde el texto es recurrencia directa de una estructuración lingüística apegada a la norma. La segunda es la que hace énfasis entre el texto y el contexto, la gran lectura de los textos dentro de un conglomerado social a partir de las tensiones y distensiones que producen las referencialidades culturales; los contextos que se transfiguran en textos/testimonios legitimantes de un espacio del cual el enunciante es un producto sustancial y sustentable. En todo caso, nos referimos a la semiótica que privilegia al enunciante manifestado a través de la cadencia del texto, y el texto a manera de acto volitivo del enunciante, encuentro entre el acto consciente e inconsciente del productor del discurso desde donde es posible tratar de abordar las diferentes coordenadas de sentido. enmascara para huir de los designios narrativos que lo atan, con plena conciencia, a la realidad textual que a la final termina engulléndolo. Destacando que esa ‘plena conciencia’ es evidencia de la complicidad entre autor y personaje en torno a la construcción de la trama textual. Cómplices que juegan a ocultar y revelar para que el lector se involucre en esas intrincadas historias cotidianas, para que los roles se entremezclen, como cuando el personaje se convierte en lector de su propia vida y desde allí escapa a toda linealidad posible; se hace pluridimensional y crea la convergencia temporal para homologar acontecimientos, vidas y destinos de una manera tan espontánea que hace realmente difícil discernir donde está el autor y donde está el personaje. Tarea que irremediablemente debe asumir el lector al tratar de armar un complejo rompecabezas que se extiende por toda la obra narrativa. Y como lector, en el intento por enhebrar un hilo conductor por el laberinto narrativo de Szichman, he tipificado sus novelas desde dos dimensiones: las del referente histórico, (crónica histórica), para incluir las que evidencian el marcado sostenimiento en la historia épica; y las de la cotidianidad histórica, (crónica urbana), novelas enmarcadas dentro de la contemporaneidad a partir de la trama discursiva que homologa el acontecimiento histórico a partir de la figuración patémica de los personajes. Ambas dimensiones emparentadas por la transgresión histórica dentro de la reescritura de la certeza literaria. Oportunidades para cuestionar y rehacer; nostalgiar sobre vidas paralelas y acontecimientos que pueden volver a impostarse en los muros del tiempo y la historia desde la visión de los sujetos enunciantes que intercambian miradas en cómplice pacto lector. De hecho, la categoría de análisis la he basado en la prospectiva narrativa en clara alusión a la visión de futuro negado que está contenida en la narrativa de Mario Szichman. Prospectiva narrativa que deviene en los deslindes entre realidad y ficción como formas para interrogar el presente y la construcción del futuro que queda distendido como péndulo que une los extremos disímiles, las paridades oposicionales que crean una nueva propuesta estética en cuanto al manejo del referente histórico dentro de la construcción de certezas literarias; donde lo simbólico representa lo inexpresable que se anticipa en el hilo discursivo, y que necesariamente no conduce a puerto seguro en cuanto a la interpretación. Lo que permite la articulación simbólica desde la múltiple perspectiva de: autor-narrador-personaje-lector; todos en un cuadrante que apunta hacia la unicidad significante. Inicio este ejercicio interpretativo bajo una premisa que llamaré la teatralización narrativa, puesto que toda esta obra es un escenario donde se transponen roles e intercambian máscaras y disfraces frente a los ojos y letras de quienes ‘montan’ la escena bajo la dualidad de autores, narradores, personajes y lectores de historias ajenas y propias que se enhebran bajo el fino y quebradizo hilo de la cotidianidad. Así pues….. Arriba el telón…. Que comience la función…… CRÓNICA HISTÓRICA 12 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN DE LA CIRCUNSTANCIALIDAD HISTÓRICA AL HECHO ESTÉTICO. (LA DERIVA ENTRE COTIDIANIDAD Y REFERENTE HISTÓRICO)2 La novela Los años de la guerra a muerte (2007) de Mario Szichman, parte de la cotidianidad de los personajes, más aún, de la cotidianidad de un personaje enfermo y hambriento; José Félix Ribas, que despojado de todas las amarras históricas-conceptuales es presentado en la historia textual desde su patemia. Hacerlo de esta manera orienta la intención narrativa hacia el centramiento en el personaje como lógica de sentido que permita abordar el acontecimiento histórico. Obviamente desde esta perspectiva el universo discursivo-simbólico se impregna de los halos íntimos que se hacen subversores de la rigurosidad cronológica y estatismo épico de los acontecimientos, para plantear la inversión referencial que va desde el personaje al acontecimiento, y no de manera contraria, como ha sido la tradición. Lo que indudablemente representa un novedoso planteamiento de reescribir la crónica histórica desde la ‘pequeña’ crónica que involucra al personaje en su cotidianidad, entendiendo esta cotidianidad como la experiencia cercana e inmediata del sujeto con su entorno; espacio iniciático y originario para establecer la relación con el contexto; cotidianidad donde reside la mediación óntica que permea 2 Este texto fue originalmente presentado en el libro La trilogía de la patria boba, 2014. New York. Aleph Publishing House. Que por su importancia y figuración dentro de mi propósito interpretativo he considerado incluirlo en el presente trabajo, revisado y ampliado. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 13 los acontecimientos y articula la lógica de sentido dejando las marcas subjetivas o subjetivemas3 dentro del discurso narrativo. De esta manera y a partir de los personajes históricos y sus desavenencias personales y políticas, en la novela Los años de la guerra a muerte, se va transfiriendo la circunstancialidad histórica al plano estético a través de una historia narrada que conjunta referencialidad real y ficción literaria como marco de la creación devenida de la reflexión de los personajes; “El general Ribas piensa que nunca un pasado había sido tan creador”4. El pasado personal se convierte en ‘mundo primordial’ para el abordaje narrativo de la historia textual, donde los hechos históricos son demarcados a partir de la mirada subjetivada de sus actores, cambiando el rumbo de la perspectiva enunciante que tradicionalmente se mueve del hecho histórico hacia los personajes, al convertirse en memoria ductora de los hechos narrados. Por ello quiero puntualizar la denominación de mundo primordial a manera de base referencial desde donde los personajes sustentan el discurso y lo orientan en una significativa relación intra e intersubjetiva que permite visualizar los acontecimientos figurados en función del mundo íntimo. Por eso, con marcada recurrencia encontramos el 3 Es de hacer notar que el uso del término subjetivema lo propongo más allá de la marca lexical-lingüística o agente modalizador del discurso en su tentativa discursiva. Lo hago en función a la sensibilidad trascendida en la acción humana, en una sensibilidad cultural. En tal caso, enfocados en el orden simbólico-extradiscursivo donde las expresiones se transfiguran en desdoblamiento de una corporalidad sensible que evidencia la particularización de un existencial, y como caso concreto, podemos mencionar la nostalgia o la figuración del discurso estético. Así como también el mito, la historia y el discurso intercultural. 4 Todas las citas de la novela pertenecen a la edición de José Agustín Catalá. Caracas. 2007. 14 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN profundo apego al pasado y a la infancia como esa manera de resguardarse de las acechanzas del tiempo y la historia. Que en este caso, la perspectiva desde el personaje imprime la dinámica que abre las posibilidades de la imprevisibilidad, y el azar, se concibe como isotopía desencadenante de una historia más allá de la referencialidad histórica; “El único gesto de nerviosismo que lo delataba al jugar a las cartas era frotar el anillo de compromiso engastado en el dedo anular de su mano izquierda”. Simbólicamente, anillo (circularidad) naipe (azar) mano (siniestra), establecen el sistema de representación entre lo sagrado y lo profano, la exterioridad avasallante y el compromiso que lo espera más allá de las fronteras de la guerra. En armoniosa simbiosis conviven los diferentes símbolos que se han ido agregando al personaje que diversifica su significación dentro de la novela. Y ese azar, se homologa a la historia textual e infiere saltos e imprevisibilidades en las vidas de los personajes, rompiendo de esta manera el hermetismo literario que direcciona hacia la heroicidad, y lo lúdico asoma un extremo contrario a lo exasperantemente ético que roba la acción humana y sensible de los protagonistas del proceso independentista; “De esa manera, piensa el general Ribas, la historia se hace y vuelve a hacer en cada reparto de cartas. Ninguna partida depende de la precedente. No hay situación segura”. De esta manera surge un elemento constante en la narrativa de Szichman, la incausalidad y los vacíos históricos que permiten ser ‘taponados’ con el discurso literario que se hace crónica renovada dentro de la reescritura de la historia; el reportaje reflexivo que se construye desde la visión del sujeto enunciante-atribuyente que desmenuza milimétricamente al personaje para que a través de una perspectiva enriquecida por los rasgos indiciales posibilite otras lecturas del mundo que lo circunscribe a historias reñidas con la felicidad y la gloria. Al mismo tiempo que lo inamovible y causal, sea atravesado por LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 15 la incausalidad y desde allí asumir el personaje desde espacios de la periferia. Porque es muy importante referir e insistir a lo largo de este libro, que Mario Szichman articula la periferia a razón de instrumento para subvertir los centros de poder y plantear los imaginarios patemizados como otra forma de escribir la historia. Así que el reparto de cartas en esta novela lo podemos relacionar con la manera de contar y recontar la historia diversificada en cada personaje y su rol de enunciante, cada contar es una forma de imaginar lo contado, de crear una memoria literaria que explora el referente histórico desde otras perspectivas; “El general Ribas deposita el mazo de naipes a su costado y alza la cadena de oro que rodea su cuello para observar el rostro de su esposa, María Josefa, cautivo en el camafeo”. Barajar las cartas es remover los referentes que aun con forma constante nunca van a aparecer en el mismo orden y progresión; dependiendo de la ‘mano’ que por azar corresponda al momento de jugar que no está sujeto a ninguna periodicidad ni causalidad. Por lo que el azar se transforma en delineador del complejo y sincrético destino que se proyecta para los personajes, la bujía que mueve las imágenes atrapadas en el decurso narrativo. Rostros cautivos, personajes atrapados en sus pasados y propias historias que propugnan por ingresar a la historia del reconocimiento y posicionamiento social; personajes que asidos al recuerdo sobreviven los designios narrativos, y a pesar de la imposibilidad textual, intentan quebrar la historia ya escrita y materializada. Siendo la obra narrativa de Szichman la oportunidad del personaje para ‘armar’ su historia con la voz que los cronistas y los historiadores le han robado. Por lo que el recuerdo se convierte en realidad onírica que mantiene al personaje suspendido entre el sueño y la vigilia adormecida por la enfermedad y el hambre. Sueño-delirio azuzado por las inquietudes de la vida y la incertidumbre frente a la demora del baquiano que lo delatará, y en ese espacio de la disyunción, 16 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN preconiza su destino; “El general Ribas dormita y sueña. Sueña que el cuello al que iba enlazada una cadena de oro de la cual colgaba un camafeo con el retrato de su esposa se desciñe de sus hombros a golpes de machete que distribuye su verdugo. A su alrededor, los españoles vigilan su sueño”. Este tipo de teatralizaciones narrativas en Szichman nos hacen formularnos interrogantes que nos llevan más allá de lo discursivo a través de la superposición de planos narrativos y el surgimiento de lo premonitorio a manera de antelación a la concreción de los acontecimientos y la sustitución de los símbolos familiares por el filo del arma que acabará con la vida; lo que indica que no solo se ejecuta un oficial del ejército enemigo, sino se cercena una subjetividad que constituye una acción trascendente para él mismo y para otros. Esta referencia permite que el texto se impregne de la sensibilidad negada y sustituida por la historia bélica, quien ha deshumanizado los personajes para subirlos a los pedestales y objetualizarlos en medio de la atribución de glorias y grandezas. En páginas subsiguientes, Ribas es entregado por su baquiano y decapitado por sus enemigos, y al escenario narrativo, ingresa Antonio Nicolás Briceño que “piensa en la mejor manera de traducir a la realidad la furia que ha garabateado en el papel” como instrumentos para recuperar la República perdida entre los tumultos y los fusilamientos que llenan la patria de muertes anónimas que acechan las oportunidades de gloria y reconocimiento; “El coronel Briceño se propone devolver el nombre y el apellido a los ajusticiados. También la edad, la profesión, y el lugar de origen. Una muerte impersonal en nada ayuda”. Nuestra presunción se hace cierta sobre la ‘gran historia’ como colectivización y discriminación entre los actantes que la forjan, y la ‘pequeña crónica’, la oportunidad de nominar para que el anonimato no sepulte, de allí la importancia de la homología entre cuerpo y palabra o la corpoescritura5 a manera de construcción de un nuevo universo 5 La ontosemiótica me ha dado la oportunidad de enfocar el cuerpo como LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 17 simbólico. Y en ese orden simbólico de la novela objeto de estudio, los decapitados son caricaturizados en los dibujos de cabezas que hace el poeta Eusebio, representando el uso del papel como recurso para dejar testimonio de la historia textual; así también la vida republicana es llevada al papel, al igual que es llevada la proclama de la insurgencia, dos formas de antagonizar desde un mismo instrumento discursivo. Al mismo tiempo, significa reivindicar a los ajusticiados que vuelven a morir en los dibujos de Eusebio, puesto que, además de convertirse en una prueba de muerte, son ridiculizados; tal es el caso del Ribas que es dibujado junto al cochino que preparan para el condumio; “Pero en ese cochino con cabeza de hombre el poeta Eusebio había hecho surgir de las sombras un incorrupto animal mitológico”. La hibridez entre humano y animal habilita la aparición de un cuerpo ‘mordazmente’ andrógino que sublimiza la importancia de lo que no se ve. Indudablemente estas caricaturizaciones van más allá del personaje e intentan cuestionar el ejercicio escritural de la historia y su práctica iconográfica de plasmar héroes y acontecimientos desde la grandilocuencia de las poses y la marcialidad de los hechos que quedan registrados en los discursos estéticos tradicionales. De esta forma el retratismo alegórico-emblemático es desplazado por un retratismo- fúnebre que representará el escenario de la decadencia, donde la teatralización del acto “performático” de sentarse a posar ha sido sustituido por la manipulación e intención del manipulador. el gran escenario de la enunciación y dentro de esa visión de lo corpóreo y su referencialidad indescontable en todo discurso, poder pensar en la escritura a manera de prolongación del cuerpo dentro de los textos por medio de la alegoría y el discurso metafórico. Por lo que la escritura es holograma del cuerpo, su forma y expresión en imágenes que adosan lo consciente y lo inconsciente a razón de material indicial para crear espacios de interpretación y resignificación. He allí que la unicidad tiene en la escritura su tiempo y espacio donde es posible juntar lo fragmentado y esparcido, lo atomizado por la realidad y la historia. 18 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El poeta Eusebio es una figura de la contradicción y la ambivalencia6, es poeta y no sabe leer, sólo tiene muy buena letra que se traduce en dibujos; “Era un seminarista muy flaco y alto, de ganchuda nariz y desmañados gestos”. Los signos de lo sagrado y lo espectral se homologan en medio de la narración para apuntalar los personajes y sus acciones, así mismo, el coronel Briceño sustituye la jarra de peltre por el copón de la misa en la chimenea de la rectoría del palacio Arzobispal de San Cristóbal, para calentar agua y ser afeitado por su criado. Allí se patemizan los símbolos de lo sagrado, se hacen domésticos y cotidianos a partir de la desacralización que muestra el desplazamiento de un orden o poder por otro. Al mismo tiempo, y mientras se desarrolla el decurso narrativo, Eusebio se convierte en vengador de su familia fusilada; al esculcar las vísceras del sargento ejecutor con un puñal, mientras pinta su rostro, y allí, Eusebio adquiere visos de heroicidad, pues logra su cometido de gloria personal al vengar a su familia, alcanza el objeto deseado y reivindica un honor mancillado por las huestes de la guerra fratricida. Certificando que la historia contiene pequeñas guerras particulares; revueltas íntimas que crean sus propias lógicas de sentido donde la anécdota supera el acontecimiento histórico colectivo; hecho que en esta narrativa está profundamente marcado al privilegiar la memoria afectivizada a manera de agente dinámico generador de sentido. Por la razón enunciada anteriormente, el procedimiento de recordación a través de la cotidianidad de los personajes permite la pluridimensionalidad de la historia narrada en el tránsito del presente al pasado y viceversa; los 6 Como veremos en el trascurso de este libro, en Szichman el arte está conectado con la ingenuidad y fuera de todo academicismo, que particularmente podemos hablar de analfabetismo estético; poetas analfabetas que convierten sus habilidades en imágenes de la contradicción. No obstante, contengan elementos reveladores de la trama discursiva o traten de construir testimonios que permitan reordenarla. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 19 inmolados regresan al decurso narrativo para seguir alentando la trama, que en momentos nos muestra las diferentes posiciones actanciales: de militares a comerciantes, de familiares a enemigos personales que conviven en medio de la sociedad venezolana, diseminada entre utópicos, pragmáticos, poetas y comerciantes. Donde los poetas, encarnados por Andrés Bello y el seudónimo del Barbero de Sevilla, escribe las crónicas sociales, a la vez, que traduce poemas y obras clásicas. Demostrando que en este momento textual, la palabra está ligada a la legitimación histórica del personaje, mientras que la referida anteriormente está asociada al personaje de ficción legitimado por la historia textual. Dos importantes aspectos al momento de revisar la obra de Szichman. Como muestra de estos personajes ficcionales está el hombre de hielo, quien no encuentra posicionamiento para sus proyectos comerciales, en el ambiente que “huele a sangre”. Y comparte su impotencia comercial con el fastidio y las deudas. Cercano a la filosofía, lleva un diario donde deja testimonio de quienes le rodean; “Pero tampoco debo llamarme al engaño. Todos esos jóvenes caraqueños muestran una total falta de empeño. Son indolentes, mentirosos, con tendencias homicidas (…) amantes de los placeres, furiosos jugadores, capaces de arruinar el fruto de varias generaciones en una partida de naipes”. No obstante, los juegos de cartas son fachadas que funcionan como centros de conspiración, allí se barajan al unísono, naipes y noticias sobre España y los últimos sucesos encabezados por Napoleón Bonaparte; “Los contertulios vuelven a mezclar las cartas, y la cabeza del príncipe de Asturias se cubre con una aureola, transformándose en el bienamado. Napoleón pierde esta vez la partida”. En perspicaz desdoblamiento, la historia es sencillamente un juego de cartas en toda su consecuencialidad. Pero no solamente los personajes sufren transformaciones en sus acomodaciones actanciales, sino también los espacios cambian locaciones para consustanciarse 20 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN con el hilo discursivo, o más bien, para legitimarlo de manera determinante. Así la rigidez del espacio y sus moradores que percibe Stuart, cede paso a lo apocalíptico a través de la figura de Boves; “La corrosión llamada Boves se disemina por la llanura, recuperando terrenos para un monarca español que lo ignora, creando una patria boba que deja a los criollos con la única esperanza de “sostener el corto país que nos queda”, como dice el general Ribas”. De corte apocalíptico, Boves-personaje introduce dentro de la novela una nueva cosmovisión que ensancha aún más las posibilidades de surgir la ‘patria grande’, libre e independiente que visualiza la historia tradicional. Con la llegada de Boves se desata la barbarie, la anarquía aborda el hilo narrativo que se hace ambivalente entre la gloria del caudillo y su condena al fracaso: “Boves viene, pero tiene todas las de perder porque no sabe cómo hacer para detenerse, cómo atenuar la pureza con cierta saludable dosis de cinismo, cómo engatusar a sus seguidores con medallas. Y así avanza Boves, adquiriendo cada vez más territorio, quedándose cada vez más sin patria”. Porque Boves dentro de la novela es visto desde una perspectiva heroica y de profunda convicción humana cuando no está en el campo de batalla, es la otra cara del enemigo feroz y apocalíptico que ha registrado la historia. En todo caso, es la presentación del exiliado de su patria y su tiempo que entre más se adentra en la guerra, más se diluye en el sentido de pertenencia a sí mismo y a la historia textual para que en vez de pertenecer a ella, deambule en ella. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 21 EXILIO Y PALABRA. LA RECOMPOSICIÓN DEL CUERPO Y LA HISTORIA No solamente Boves se queda sin patria, sino también todos los otros personajes de la novela se van consumiendo en su propia incertidumbre y vaivén de la guerra. Casas, espacios y hombres envejecen junto a la historia textual; lo macilento invade los escenarios enunciativos como evidencia del discurso narrativo que intenta mostrar una cara diferente al tono exaltativo y victorioso de la historia convertida en patria y norma. Se reiteran los procedimientos estéticos que denotan la intención por plantear una construcción histórica que nunca termina de materializarse; está detenida en los remozamientos que esperan como espera la patria una reconstrucción, mientras los actantes se diluyen en sus revueltas íntimas, respondiendo a las circunstancialidades que los obligan a privilegiar sus asuntos personales y sentimentales, donde se abre un peligroso paréntesis para la patria; “El gobierno patriota es un enfermo que se arrastra con dificultad”. La corporeidad sirve de marco referencial para asumir las debilidades y afecciones del gobierno a través de la enfermedad. Enfermedad dual representada por las acciones de Boves, por una parte, y la peste por la otra; pero en ambas, la muerte sigue siendo el personaje soterrado que ocupa por largos espacios el eje referencial de la novela, acrecentando la imposibilidad de lograr los cometidos, haciendo más intenso el suspenso sobre los objetivos trazados por los personajes. Porque la historia textual gira en torno a la disimilitud de las 22 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN voces enunciantes, donde agentes de la periferia asumen el discurso, se hacen intérpretes de la realidad que reiteradamente es asociada a la dinámica del azar de los juegos de naipes, donde Eusebio, el pintor de los mutilados y decapitados, intenta construir la historia uniendo imágenes; Eusebio actuaba como el comodín en los naipes, dando sentido a lo que venía desunido de esa historia en perpetuo estado de construcción. Al aferrarse a diferentes figuras, iba cambiando su valor. Y eso generaba otro fenómeno. Las imágenes que iba fijando en el lienzo comenzaban a dictar los próximos pasos de los prohombres, que nunca se quedaban el tiempo suficiente para ser retratados. Como eran perpetuados por Eusebio en ciertos gestos, eso les daba ideas para proceder en el futuro. En discurso paralelo, retrato e historia comienzan a homologar el cuerpo de la patria bajo el discurso representacional de la ficción. Así que ésta se transfigura en recurso para recomponer el orden desgajado a lo largo de la secuencialidad histórica que tiene como destino la fragmentación de los cuerpos; siendo el arte de Eusebio la oportunidad de recomponer lo fragmentado y representar la unicidad que genera nuevas circunstancias de representación: Y así la historia, gracias a Eusebio, comenzó a ser una epopeya de batallas y de éxodos donde los muertos sólo caían en combate. Eusebio eludía las mutilaciones, las agonías del hambre y la sed, el miedo y las desventuras cotidianas, y se concentraba en los rostros de perfil de generales a caballo, o en los rostros de cuarto de perfil de magistrados atareados en firmar decretos con una pluma de ganso. Como de la historia quedaban excluidos los interludios desechados por Eusebio, los generales marchaban de una batalla a la siguiente, y los magistrados, de la rúbrica de una constitución a la jura de una nueva junta de gobierno. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 23 Importante destacar la presencia del rostro a manera de elemento identificador de personajes y acontecimientos. En el rostro reside la posibilidad de conectar mediante la abstracción con otros elementos o isotopías que permitan establecer relaciones de significación, de reescritura del texto diversificado en lo icónico-corporal a razón de evidencia para dar a conocer una especie de metatexto que lleva al resto del cuerpo, fundamentalmente al corazón, -al alma-, aludiéndose a la profundidad de la persona donde rostro y sentimiento son vasos comunicantes. Obviamente, el rostro simboliza lo anímico regido por la espiritualidad en su más concreta forma visible; por eso, en la novela el rostro interpreta la posibilidad de dar coherencia a la implosiva vida de los personajes y mostrar el cuerpo más allá de lo físico-orgánico. Esa es la justificación que encontramos a la historia que transcurre mediante la metamorfosis de los cuadros de Eusebio, de los bocetos se pasa a los cuadros al óleo, los colores se convierten en fijadores de la imagen que posteriormente se hará perpetua en los anales de la patria; “Los trazos de Eusebio son cada vez más vigorosos y sutiles a medida que sus personajes adquieren más certeza, del poder que detenta”. Atril al hombro, Eusebio se convierte en albacea de los héroes, del cuerpo militar que ofrece a los interesados para luego colocarle el rostro del escogiente; “Los tiempos no son como para arriesgarse con algún semblante en especial. Si maneja las proporciones con cuidado, el retrato podrá servir para un buen número de próceres”. Así que el rostro estigmatiza y a través de él se pueden construir los ‘rostros heroicos’, forma estándar para calibrar roles a partir del rostro. Pero además de los rostros humanos y heroicos, el ambiente también se hace rostro que es posible delinear mediante el trazo artístico como forma de representar las locaciones enunciativas, lo que compendia la labor del pintor de la historia desde la cotidianidad; disímil amalgama que posibilita la conversión del ambiente macilento en rostro e 24 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN imagen complementaria de la historia corporal; “Ahora, con el lápiz de carpintero, Eusebio va creando las sombras que darán relieve a los rostros, descuajándolos del anonimato”. Los rostros en todas sus dimensiones son creados a través de un ‘lápiz de carpintero’ que simboliza la creatividad ligada a lo telúrico y las raíces originarias trazadas en la madera. Además que en el orden místico la figura del carpintero está ligada a Jesús de Nazaret, hijo de un carpintero, de cuyas manos surgen las imágenes amalgamadas entre madera e historia; forma de construir y edificar desde lo corporal y lo sensible. En tal caso, el pintor Eusebio se yergue a manera de pequeño dios que tiene el don de la creación. Y en referencia a este juego de la creación, el decurso narrativo traslada a un personaje foráneo, al comerciante A. J. Stuart, su intención narrativa de desacralizar los héroes de la independencia a través de la cotidianización de los protagonistas y su vida íntima, sacarlos de la utopía épica sobre la cual se han escrito innumerables textos diversificados en instancias ético-morales. Pero que en la oportunidad que otorga la reescritura a través de la historia textual, es posible la reconversión de los acontecimientos a partir de personajes ficcionales que sin ninguna atadura ‘verídica’ crean nociones de realidad que sustentan la lógica de sentido y legitiman la trama de la novela. De esta manera se establecen dos dimensiones que estructuran la novela, una que ve el proceso desde la ajenidad, y quienes creen en él, como la instancia de la liberación. Y precisamente, arguyendo esas dos instancias o perspectivas, a la ficción literaria se ingresa a través del sueño, y ya lo referimos en párrafos precedentes con respecto al general Ribas. Pero también ocurre con el capitán De Lamanon quien llega a Venezuela a bordo del bergantín francés Serpent, y “espera inacabables minutos sentado en un incómodo sillón. Pese a los extraños insectos que revolotean encima de su cabeza, comienza a descabezar un sueño. En el sueño relampaguea. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 25 Hay un trueno, y cuando abre los ojos ve a un negro viejo7 que intenta encender un fanal”. En esa locación enunciativa entre sueño y vigilia conoce a A.J. Stuart, la voz de la conciencia narrativa transferida por el autor, y el diálogo se convierte en una demostración acomodaticia de los intereses particulares en tiempos de revolución. Develando de esta forma la intención de la historia no desde el momento en que acontece, sino al momento que ‘acaece’ con el pasar del tiempo y el destino de los personajes atrapados dentro de la historia, porque aquí la historia se convierte en ‘cosa juzgada’ desde el cuadrante que hemos enunciado anteriormente, pero que vale la pena recordar: autor-narrador-personaje-lector. Y esa referencia nos lleva al carácter inamovible de la historia épica-cronológica que durante la novela permite ‘atisbos’ ficcionales, pero a la larga impone su consolidación referencial. Estos atisbos ficcionales permiten los relevos discursivos que siguen dando evidencia de los desdoblamientos entre autor-narrador-personaje que estructuran la variabilidad discursiva que permite la aparición de una dinamia a partir de las posicionalidades enunciativas. E indudablemente posibilita la transposición de roles actanciales; así, bajo el seudónimo del Hombre de Hielo, Stuart se convierte en el centro de la narración, no sólo por sus proyectos comerciales, sino por la verticalidad y dureza con que ve el contexto venezolano de la época de la guerra a muerte. Un despiadado intérprete describe los espacios, personas y ambientes a través de la rigidez y lo 7 Llama poderosamente la atención dentro de la narrativa de Mario Szichman la figura de la vejez como elemento premonitorio y constituyente de realidades paralelas que contienen la historia real del personaje. Lo interpreto como la presencia del tiempo y la verdadera ‘inamovilidad’ de la historia que detenida aguarda a manera de pequeña muerte para los personajes. Es quizá la historia cronológica convertida en conciencia contrita que demarca a los personajes su inexorable destino. En todo caso, la lánguida luz que intenta iluminar los mundos de sombras que habitan entre el sueño y la vigilia. 26 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN estático como interpretación de lo bárbaro. Y allí se redunda en el conflicto entre Antonio Nicolás Briceño y Simón Bolívar por el procesamiento de índigo en las tierras de Briceño, pero al mismo tiempo, sobre la cobardía del coronel frente a una víbora que mata Stuart con una magistral valentía; “La naturaleza odia la artritis, piensa el Hombre de Hielo. Sólo sobrevive lo flexible. Las mejores armaduras son aquellas fabricadas con piezas movibles”. Los hechos heroicos y dechados de virtudes son sustituidos por las apetencias personales de los héroes que aparecen revelados en medio de su mundo íntimo. Procedimiento estético que permite la desacralización y cuestionamiento del héroe aclamado por la historia envejecida. Por lo que en el decurso narrativo se insertan situaciones adversas a Bolívar, personaje que aparece desvestido de los ropajes de la gloria y la admiración, allí aparece reflejado lo que reseña la historia sobre la traumática relación entre Bolívar y Miranda, o las cavilaciones de Andrés Bello sobre el “alocado que dirige los insurrectos”; “Los sentimientos de Andrés Bello eran encontrados. Por un lado sentía alivio al desenmascarar al atolondrado que tantos males habían traído a Caracas. Pero por el otro lado, pensó Nicol que su lejanía de la tierra natal frustraba sus deseos de venganza. Era muy difícil matar a alguien en efigie”. La historia se hace cierta en las cavilaciones y pensamientos de los personajes, que pueden ser ‘vistos’ por el lector como develamiento de la verdadera historia contada en la novela. Así ocurre con las cavilaciones de Antonio Nicolás Briceño en inquina contra Bolívar y del Castillo, al querer modificar la Proclama de Guerra a Muerte, de suavizarlo y pretender la autorización del Congreso general de la Nueva Granada, cuando la patria no necesita de sutilezas, sino de acciones que deparen verdaderos resultados; “La patria es esclava y en la noche de la esclavitud no hay paz, no hay honra, no hay amor, no hay vida, piensa Briceño, mientras pone el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 27 despacho firmado por Bolívar en el centro de la mesa”. Este personaje sirve para cuestionar la actitud del Libertador frente a la guerra y sus decisiones ejemplarizantes, lo que produce un desplazamiento del centro de la referencialidad histórica, y otros personajes asumen la vocería narrativa, tal es el caso, de José Félix Ribas, dentro de la concreción de los relevos narrativos tan característicos en la obra de Szichman. Además que, Antonio Nicolás Briceño aparece como personaje deformado por la obstinación de hacer pagar con sangre el daño que los españoles han causado en Venezuela, y de alguna manera, lo ridiculiza al condenar a dos ancianos que contravienen en principio las disposiciones de la Proclama de la Guerra a Muerte en cuanto a los ascensos en base a las decapitaciones comprobadas de españoles, y luego, son tomados como escarmiento para los españoles-europeos que no se plieguen a la causa republicana. Situación por demás irónica, puesto que dos ancianos que no representan ningún peligro, van a ser inmolados injustamente, y allí todo perfil ético se diluye en medio de la injusticia, aún más, cuando la cabeza de unos de los ancianos es mostrada al comerciante Stuart para que la conserve en hielo. De igual forma la reacción de Manuel del Castillo, segundo jefe de las fuerzas de la Nueva Granada, cuando recibe la cabeza del anciano, y una carta escrita con la sangre de la víctima. Así mismo, la de Simón Bolívar, quien también recrimina la conducta de Briceño, quien sufre el mismo destino de sus ajusticiados al ser capturado y llevado a Barinas, donde es fusilado y luego decapitado. Necesariamente debemos detenernos un momento en la simbología de la decapitación que orienta hacia una muerte digna, -recordemos a Juan el Bautista-; además no es vista como simple ejecución, sino una eliminación de los egos, puesto que la cabeza –rostro- como lo vimos anteriormente simboliza lo espiritual. De allí que la cabeza será la mutilación de las ideas y sentires, y cuando son conservadas se convierten en elemento simbólico-ornamental 28 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que sirve para aleccionar. Además del orden ritual-místico que guarda la decapitación y la metamorfosis hacia otras instancias sígnicas. Por lo que en esta novela, y la narrativa en general de Szichman, la decapitación representa la mutilación del cuerpo para que los personajes ingresen a otros órdenes simbólicos; es la barrera que se descorre entre la historia y la ficción; o más bien, entre la historia legitimante y la historia textual. No obstante, en momentos, este procedimiento de seccionamiento corporal se puede ver como ente purificador de los pecados de los personajes que ingresan a la teatralidad para eternizarse en medio del espectáculo y el drama de la vida representado por la abyección. La crudeza y crueldad de la muerte se diversifica desde los horrores de la guerra hacia la conversión en objeto estético dentro de la historia narrada, lo que podemos apreciar con marcada recurrencia dentro del ‘ars’ narrativo de Szichman y su inclinación hacia los cuerpos mutilados. Bajo el hálito de la violencia y las acciones de patriotas y realistas, la novela va ciñendo a partir de la violencia infringida, una especie de paralelismo entre los dos bandos en pugna, no exceptuando a ninguno de su responsabilidad; “tal vez no son tan puros. Tal vez el fanatismo es impostado, teñido de sarcasmo, matizado de intrigas, llenos de grandilocuencia y de piedad entre bastidores”. Lo que establece una corresponsabilidad que supera la dicotomía entre vencedores y vencidos y los lleva a los territorios de la culpabilidad, donde todos, de alguna manera, son ajusticiados por la historia textual. Allí se establece una forma de teatro que es visto desde la distancia del narrador, quien no se siente identificado con ninguno, sino con la trama textual que se desarrolla a partir de personajes que giran alrededor de la figura de Bolívar, pero no necesariamente a través de su égida. Son los personajes que sobreviven en un mundo de brega a través de su arrojo y coraje, al mismo tiempo, que imponen sus propias formas de sobrevivencia, su microfísica del poder que los sostendrá en el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 29 mundo donde las circunstancias cambian en un golpe de azar, o una mano de naipes. La perspectiva de historia textual que hemos venido refiriendo tiene una finalidad óntica, al pretender devolver a los seres su nombre, y desde allí, su espacio de significación y representación a partir del autorreconocimiento en la acción trascendente que significa la guerra y la libertad de la patria, que comienza como una revuelta interior, y posteriormente se hace colectiva; al mismo tiempo, se hace decreto y proclama para resarcir los cuerpos mutilados y dispersos, que representan la patria en desbandada; “Y ahora que la tarea filosófica está concluida, es el momento de pasar a la acción”. Porque durante toda la novela se insiste en la sinonimia entre cuerpo humano y República, los cuerpos mutilados en homonimia con la patria desmembrada, por cuanto, uno de esos cuerpos logre la unidad, el otro también recuperará la totalidad y organicidad de sus miembros, tal y como queda expresada en la metáfora que simboliza la finalización de la batalla de la Victoria; “El telón va bajando. La ciudad de la Victoria se va plegando sobre sí misma como un hombre que se acurruca en su poncho para echarse a dormir”. Huelga vincular la importancia de la humanización dentro de los procesos estéticos de la literatura, pero se hace imprescindible esta referencia dentro de la narrativa de Szichman porque en ella es elemento vital en la construcción de los mundos posibles narrativos. Los contextos se hacen desdoblamiento no solo de la corporalidad sino de las instancias éticas, existiendo la alegoría a manera de principio vinculante entre humano y noción objetual. Y de igual manera, opera el proceso afín, la objetualización que en esta narrativa está contenida en los cuerpos desmembrados que desde el estatismo y la corporalidad cadavérica crean la contrapartida simbólica de la cotidianidad de los personajes. 30 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y dentro de esas contrapartidas simbólicas, el sueño es referencialidad recurrente, isotopía concatenante que ata albores y ocasos; casi siempre vinculado a José Félix Ribas, “que ha renunciado a dormir desde hace unos cuantos días, como si se hubiera quedado sin párpados, comienza a imaginar” (Szichman, 2007: 257); porque Ribas y su presunción onírica es el centro del decurso narrativo que bordea otras situaciones y personajes, pero siempre vuelve a este personaje para amalgamar su perspectiva ficcional. Con Ribas comienza la novela, con Ribas leyendo su propia muerte en la Gaceta de Caracas, termina. Donde el punto de partida es el mismo de llegada dentro de la ‘circularidad narrativa’, porque en la narrativa de Szichman siempre existe un personaje ‘gozne’ que gravita en medio de la historia textual. Personaje que permite el embrague textual entre el cuadrante que ya hemos referido: autor-narrador-personaje-lector al capitalizar desde su mundo íntimo todo el acontecimiento textual en sus dos perspectivas: histórico y ficcional. En este caso concreto es sobre Ribas-personaje que recae el peso actancial para servir de epicentro desencadenante de los acontecimientos históricos desde los que se puede cuestionar el ‘continuum’ histórico. Allí se recrean los momentos de la captura del general Ribas traicionado por su baquiano e imbuido “en el centro de la nada y carecía de coordenadas”. Donde la nada representa la ficción y su desdoblamiento en imaginación que trasciende el hecho histórico y lo hace expresión estética, imbricación de planos narrativos que develan las disímiles personalidades, que bajo una conciencia narrativa esculcan los años de la guerra a muerte mediante el paralelismo textual de la historia y la ficción, la vida y la muerte, o más bien, el sueño y la vigilia: “Ya ha pasado el tiempo de mi muerte” decidió en ese momento el general Ribas. Y ajustándose el gorro frigio sobre su frente se arropó en su pesada capa de lana y se echó a dormir”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 31 Los personajes suelen despreocuparse de su destino textual porque lo conocen de antemano, y de esta forma, se reconocen seres de la imposibilidad que por momentos intentan escapar de la imposición a la que son sometidos de antemano en la escritura del guión que remeda la ‘gran’ historia. Bajo este paradigma textual se establecen en la narrativa de Szichman la muerte histórica y la resurrección estética del personaje como base de la historia textual que nos corrobora que las verdades y perspectivas del autor-texto están envueltas en los halos de la ficción, mediante la mudanza e intercalación de dos pieles se convierten en realidad y espejismo a manera de perspectivas cómplices, procedimientos artísticos para abordar el hecho histórico del proceso independentista venezolano desde la patemia de personajes estrictamente históricos y los incorporados a través de la ficción con miras a enunciar desde la cotidianidad íntima. Y dentro de la cotidianidad enunciativa que envuelve toda la obra de Szichman al apuntar sobre seres exiliados de la historia y refugiados en la narrativa desde donde pueden hacer un inventario de sus vidas en el intento de recomponer las presunciones del autor. Si, ciertamente, recomponer las presunciones del autor que en momentos se convierten en reflexiones bajo los insertos líricos, o mordaces a partir de la imprevisibilidad que rompe con los moldes de la norma y la formalidad en interesante amalgama paradojal donde la historia se evoca para transgredirla. 32 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LAS DOS MUERTES DE SIMÓN BOLÍVAR EL ACONTECIMIENTO HISTÓRICO Y LA CERTEZA LITERARIA La novela comienza con un documento como tránsito entre las dos muertes de Simón Bolívar; la forma de legitimar el desdoblamiento actancial en proclama más allá de la muerte: “proclamo que vivo libre en un mundo donde la ley ya no me alcanza”8. Puente referencial que hace de las dos muertes espacios que refractan imágenes construidas en el intercambio de miradas desde el mismo personaje que se mueve entre lo histórico y lo íntimo9. De por sí, la novela reconstruye las muertes que sostienen históricamente al personaje y tangencialmente lo ubican y posicionan dentro de la historia textual: Mientras lo releo, voy marchando hacia las sucesivas muertes que nunca lograron tropezar conmigo, hacia el equívoco, y la ira engendrada por el equívoco, hacia los desgraciados incidentes que no busqué, y que dan apariencia de verdad a muchas de las acusaciones de mis enemigos. 8 Todas la citas sobre la novela pertenecen a la edición de Aleph Publishing House, New Jersey, USA, 2001. 9 Es un viaje al vientre materno: “Marcho hacia el cuerpo de mi madre. Me hundo en el abismo donde la vida ya no puede alcanzarme”. Regreso simbólico al lugar de origen, al inicio de la vida y la protección ante la aridez de la historia. Regreso al paraíso donde reina la calma y la mesura; única oportunidad de estar en espacios de la libertad, que a la postre, es la única libertad pretendida por Bolívar-personaje, no la ajena, no la colectiva. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 33 Y como en toda la narrativa de Mario Szichman el personaje-narrador-lector10 hace un viaje retrospectivo en la historia donde los acontecimientos se reconstruyen al retroceder como si fuesen una cinta cinematográfica En mi constante desandar veo las lanzas separándose de heridas que se van cerrando hasta quedar intactas; veo los perdigones retornar hacia sus desflorados cartuchos y arracimarse allí, como guisantes en una vaina, retenidos por sus fundas, ahora enteros, marchando juntos hacia la recámara de los fusiles, mientras el humo de los cañones se disipa bruscamente dentro de los tubos y los gritos de la batalla enmudecen sobre una tierra de la que se desvanecen las pisadas, las huellas de los caballos, las espadas y lanzas rotas, éstas últimas restaurándose al ascender hacia el puño de jinetes que retroceden velozmente a sus posiciones de ataque. Dentro de esa sucesión inversa es posible convertirse en espectador de su propia vida; lector-personaje que tiene la posibilidad de ver lo que no vio mientras vivió. Y las vidas son especie de capas que se superponen para formar, o más bien, configurar el personaje desde su propia visión: “Voy retrayéndome en mis años. Cada una de mis vidas está embutida en la anterior, como los decrecientes tubos de bronce en un catalejo. Mis ralas cejas se van poblando con pelo negro que cierra mi barba y alarga y ennegrece mis bigotes, convirtiéndolos en los bigotes de un militar pendencia”. Dentro de esa posición que podemos llamar, profundamente nostálgica, el personaje se vuelca sobre sí mismo, ubicándose 10 Esta relación se establece en función del reflejo que permite el reconocimiento del yo en el otro. Formas de desdoblamiento actancial que diversifican los planos narrativos; así lo evidencia Bolívar-personaje a través de la siguiente reflexión: “Pero un espejo revela tan poco. Ni siquiera permite descubrir la movilidad de los ojos, que tanto preocupa a mis biógrafos. ¿Cómo registrar los vistazos furtivos, esa costumbre de colocar la cabeza hacia un costado, como una liebre, que el corresponsal del London Monitor atribuye a mi perversidad cuando se trata sólo de una defensa contra los pederastas que abundan en el ejército?” 34 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN dentro de las esferas íntimas que subvierten el orden histórico: “Aumenta mi ignorancia, mi necesidad de destinar cada vez más horas a mi guardarropas, a las mujeres, al lánguido ocio, a la pose de perfil en la ventana, a las primeras escaramuzas con la Nouvelle Heloise, que leo reteniendo el libro con una sola mano, el pulgar marcando alguna página, mientras recorro sin cesar una habitación calurosa, con los postigos semi cerrados”. Todo conduce a reconocerse cuerpo patemizado antes de ser cuerpo heroico dentro de los paradigmas de la ley que puede desafiar desde el sentir y el sentimiento: “Desde esta libertad donde la ley ya no me alcanza voy acometiendo esa otra muerte de la cual he estado huyendo todos estos años. ¿Es el dolor acaso un buen indicador de que el recuerdo existió? ¿Es la vacilación, el acometer el recuerdo por otro lado, la evidencia del crimen?” En tal sentido pudiéramos establecer una afirmación perentoria que esas dos muertes involucran simultáneamente presidio y libertad, donde el corset histórico es profundamente limitante para regresar al verdadero cuerpo que ha sido enmascarado por la gloria y las hazañas: “Pienso a los saltos, pienso anulando artículos y conjunciones, y tropiezo con esa tarde de mi infancia, con el calor”. Anular lo gramatical es transgredir el discurso convencional que lo ha tipificado y caracterizado históricamente; esto es, liberarse del corset histórico. Lo que lleva a toda esta escritura a plantear el regreso hacia sí mismo. ‘Volver al vientre materno’ es moverse dentro de la historia particularizada por lo patémico. Y esa circunstancia ya representa la subversión de la historia conmemorativa, por ello es imprescindible la confesión del personaje a medida que va leyendo el último parte médico: “parte autopsia, parte obituario”. Lo que hace en esta novela bien interesante el eje narrativo orientado sobre el cuerpo/cadáver, que “queda tendido donde lo dejé. Ninguna sangre se apurará a retornar a las venas, nada cerrará las heridas ni dejará la piel intacta”. Ubicado en el estatismo y rigidez corporal puede ‘ver’ la realidad que lo circunda mediante la narración que puede LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 35 ‘leerse’ en el pensamiento del personaje, dejando establecida la introspección como recurso estético en la configuración textual. Historia textual que inicia su construcción con lo que percibe el personaje, así mismo con lo que imagina al no poder verlo desde la posición en que se encuentra: Veo la oscurecida soga que parte del candelero, pasa por una argolla de hierro fijada a la viga maestra y concluye anudada a otra argolla clavada en la pared, encima de una cómoda. Intuyo la cómoda; mis ojos no alcanzan a verla. Tampoco veo esos bigotes que Manuela cortó con labio y todo de un soldado godo tras el desastre de Lima, y que están ahora adosados al esculpido rostro de una virgen. Los rasgos de la exterioridad se han ido borrando para dar paso a la interioridad hecha discurso para develar el posicionamiento enunciativo ocupado por el personaje desde el cuerpo y su ambivalencia entre: vivo, agónico o cadáver; espectador y espectáculo que se sucede simultáneamente a través del decurso narrativo: El remiendo de la soga tiene una fecha concreta, el 26 de septiembre de 1828, al día siguiente que Manuela la cercenó con una espada más larga que ella, apenas los mosquetones de los sicarios enviados por Santander, el gran destructor de la Gran Colombia, apuntaron a mi cabeza y destruyeron el espejo de la cómoda. Ya no hay más espejo en la cómoda. Ya no hay más espejos en mi dormitorio. De manera piadosa, las paredes no reintegran mi imagen actual, y están pobladas de cuadros donde miro altanero, desde mi juventud, o desde la compasiva imagen pintada por obsecuentes retratistas. En magistral descripción sobre el espacio donde yace el personaje, no hay espejos que reflejen la real situación, sino se mantiene intacta la iconografía de la gloria y la grandeza. Los objetos se pueblan de historias personales y allí se impregnan de la lógica de los afectos que concurre a la memoria mientras colocan sobre su cara una muselina para esculpir su rostro, y de 36 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN esta manera, construir evidencias y testimonios del personaje y la época. La máscara mortuoria además de eternizar el rostro agónico de la gloria acompaña las reflexiones del moribundo personaje. Personaje que interroga al escultor sobre la obra final: “Además, necesito ese tieso semblante que guardará mis pensamientos. Y lo necesito ahora, cuando todavía estoy lúcido, antes que algún gesto de dolor me tuerza el rostro y quede reflejado en la máscara mortuoria, como le ocurrió a un rey inglés. ¿Cómo era que se llamaba?” Llama poderosamente la atención que todos los objetos que forman parte de la escena en que se encuentra el personaje tienen su historia; historia que los carga de personalidad y presencia real en la vida de los personajes. O por qué no, en la teatralización de la vida de los personajes: Finalmente me despegan la pringada muselina que arrastra en sus concavidades, sospecho, un invertido bajorrelieve de mi rostro. Vuelvo a ver las vigas extraídas del andamiaje de un barco, parte del palo mayor del navío francés L´Orient, hundido en la batalla del Nilo por el buque inglés Swiftsure. Como en la utilería de un teatro, esas maderas han ido modificando sus servicios. En 1819 sirvieron para erigir el patíbulo donde ordené ahorcar a ese traidor del teniente Francisco Fernández Vinoni. Exactamente siete años después que entregó Puerto Cabello y me infligió la peor humillación de mi carrera. Volví a ofrecer esas vigas al verdugo en 1828, para que las usara en la estrangulación de los conspiradores bogotanos. Pero el verdugo hizo un trabajo chapucero. Cuando alzaron al insurrecto general Padilla, uno de los maderos cedió, Padilla cayó al suelo y trató de librarse de las sogas que amarraban sus manos a la espalda. Mi fiel Urdaneta tuvo que llamar a un pelotón para que lo remataran a tiros. Así que la isotopía del teatro invade la escena textual de Mario Szichman como efecto recurrente en su obra, quien está fundamentalmente estructurada por la ‘representación’ de acontecimientos en función del intercambio de roles entre los humanos y los objetos. Los objetos se humanizan y los sujetos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 37 se objetualizan en correspondencia simbólica que forma parte de la cotidianidad ficcional: El cansancio ablanda los objetos, los hace maleables. Aunque las vigas siguen manchadas con salmuera y comidas por las termitas, no parecen tan oscurecidas por el llamear de las velas ni brillan suavemente, barnizadas por las lámparas de aceite. Diría que esas vigas son casi veinte años más jóvenes. Y el otro Simón, Simón el joven, está interfiriendo con este Simón tan práctico, tan resignado, tan cercano a la muerte. Dos extremos se juntan en la historia textual; el mundo primordial de la infancia/juventud y el del ocaso/muerte donde ese mundo primordial asalta el hilo discursivo: “Se trata de otro Simón, un ser distinto, al que le cedo mi cuerpo para que elija una vida ajena a la mía. Un Simón que en lugar de clavar la vista en el suelo cuando está frente a otra persona la mira con franqueza, tratando de escudriñar si en el rostro se agazapa la traición”. Entonces, corroboramos nuestra tesis-apreciación que para Mario Szichman narrar es representar teatralmente los acontecimientos por lo que el teatro o la teatralización son formas desde donde se otorga sentido a lo sucedido, dando oportunidad de preparar actores y escenarios: Y como la política es teatro, ese paciente Simón aguarda a que los utileros armen la próxima escena a la vista del público – una calle de Londres, en 1810, que tiene como telón de fondo un ciclorama donde transcurren mansiones, puentes, la vista del río Támesis y carruajes. Un actor que interpreta al general Francisco de Miranda espera la orden de entrar en escena sentado sobre gruesas cuerdas, justo debajo del balcón que a veces allana al héroe el acceso a la habitación de su amada, y en otra ocasión se transforma en la cubierta de un barco, o en la ventana de una cárcel. Un actor juvenil, que me representa en mis años mozos, con un rostro tan impreciso que podría vaciarse en tres moldes diferentes, relee el libreto entre bastidores, sabiendo que 38 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN tendrá que improvisar. Ya no hay tiempo ni recursos suficientes para remedar la maquinaria teatral de Drury Lane, templo del arte dramático londinense. Hay que conformarse con aceptar las convenciones del teatro isabelino, sin cortinas, sin luces coloreadas. Si la obra es buena, la plebe hará prodigios de imaginación para creer que el día es noche, que los utileros no existen, que esos efebos son damas jóvenes, o que esos viejos pederastas son ancianas respondonas. La confrontación entre el cuerpo joven/rozagante y el cuerpo enfermo/agónico producen una historia subvertida desde las pasiones del cuerpo (corporalidades patémicas), siendo lo compresible el espacio desde el cual se enuncia, lo que permite la homologación del momento histórico referencial con la inserción de los procedimientos de ficción: Miranda no dice nada que haga necesario alejarnos de los oídos del cochero. Y de repente, advierto cual es la razón para la caminata. A lo largo de la ribera comienzan a aparecer patíbulos. En el carruaje hubiéramos podido atravesarlos en segundos. Pero ahora tenemos que perder ateridos minutos contemplando los restos de amotinados que han cometido asesinatos en alta mar. Todos ellos cuelgan de los patíbulos por medio de cadenas. Cuando el viento agita sus cuerpos recuerdan a marionetas. El chirrido de las cadenas es como una especie de reloj rudimentario. Cada chirrido marca la caída de un trozo de carne del condenado. Algunos ociosos se la pasan apostando cuánto tardarán los zamuros en desprender los huesos de los cartílagos. Y ese escenario de ajusticiados y cadáveres se convertirá en escenografía permanente en el decurso narrativo; escenografía de la tragedia y las impiedades de la guerra que intentan interpretar las ambiciones de los hombres en su desmedida caída hacia el destino demarcado por la ‘gran’ historia: Lo que observo en ese momento, cuajado en el tiempo, es el vasto panorama de ahorcados que nos acompañará a lo LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 39 largo de los próximos veinte años. Inclusive almaceno en mis recuerdos uno de esos rostros, como si guardara un camafeo. Todavía ignoro su beneficio. Pasarán algunos años antes de que a ese rostro de ahorcado le asigne el semblante de uno de mis más ignorados y peores enemigos, el teniente Francisco Fernández Vinoni, y ordene convertir esas maderas sueltas en un suntuoso patíbulo, como homenaje al único ser humano en que podré ejercer una venganza perfecta. Patíbulos que están hechos con la misma madera con que ha sido fabricado el techo de la habitación donde reposa el narrador-personaje, convirtiéndose ésta en prolongación de ese patíbulo: “–Esos patíbulos han sido construidos usando los restos del navío francés L´Orient, hundido por el buque inglés Swiftsure en la batalla del Nilo– me dice Miranda. –La mejor parte de la madera fue usada para fabricar el ataúd11 de Nelson así como el barril donde lo sumergieron en brandy después de muerto”. Patíbulos construidos sobre la mentira y la exageración como el discurso histórico/conmemorativo que a la final se constituye en el gran falsificador de la historia: Ese es un momento crucial en mi vida. Descubro los usos de la mentira, la razón de la leyenda, la dificultad de verificarla, pues siempre nos es impartida desde arriba. Los restos del buque L´Orient son como las astillas del madero en que crucificaron a Jesús. Miranda me ha mostrado fragmentos del buque en cada taberna donde hemos ido a beber, en andamios de casas en construcción, en los baldaquines de las camas en que hemos hecho nuestro sacrificio a Venus. Y luego de abrumarme con esos engaños, me ha mostrado el libro de Voltaire donde se informa que con los fragmentos de la cruz 11 Esta referencia confirma que el personaje ya se encuentra en su sepulcro, cubierto con la madera que ha servido para fabricar patíbulos y ataúdes. Y si continuamos en la conversión fantasmal que a ratos adquiere la habitación, fácilmente podemos caracterizar la enunciación desde la ultratumba, dándole así mayor severidad al argumento ficcional desde la vida más allá de la vida; además del recurso estilístico como vida contemplativa y reflexiva que permite expurgar los pecados y las culpas. 40 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN verdadera depositados en las iglesias de Europa hubieran podido alzar una catedral más grande que la basílica de San Pedro. Los maderos se multiplican de la misma manera que se multiplican las mentiras, mientras que se catapulta la discordia entre Bolívar y Miranda. Indudablemente los maderos representan la verdadera historia que regenta los acontecimientos y rige solapadamente los personajes: No me atrevo a refutar la patraña. No todavía. Miranda es mi jefe, por lo tanto, los maderos de L´Orient seguirán prodigándose en Londres como los panes y los peces. Y lo curioso es que cuando llegue nuestra discordia final, el único reproche que sacaré a relucir será el de esos multiplicados maderos. Miranda marchará hacia la prisión totalmente aturdido, tratando de descifrar por qué para mí ese inocente engaño me puso más furioso que su capitulación ante Monteverde. Y un año después de su muerte en la Carraca esos maderos comenzarán a formar parte de mi mobiliario, de mis cadalsos, de mis mentiras. Lo que constituye a los maderos en símbolos de la condena para el personaje Bolívar con la traslación simbólica de la presencia de Miranda en el ocaso de su vida. La vida del personaje que tiene la posibilidad de postergar su muerte, por ser quien lleva el hilo discursivo. Es el narrador omnisciente que conoce todo: Y mientras no consiga dejar las cuentas claras, postergaré mi muerte, aunque mis enemigos ya afilan los puñales para quitarme el resuello de la garganta. ¿No dicen acaso que nadie se muere en las vísperas? Tal vez esa tarea de ponerle prolijamente las rayitas a las tés, y los puntos a las íes, me reclame días, o semanas. No me importa. No estoy tan apurado por morir. Y no dejaré que nadie acorte ni en un día mi tránsito por el mundo. Conozco todas las celadas que otros desahuciados urden para prolongar su vida. Desde respirar LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 41 con mayor parsimonia hasta diseminar arena en el suelo para escuchar las pisadas del ángel de la muerte y estropear sus intenciones. Pero eso no es para mí, aunque me veo forzado a respirar con mayor parsimonia porque mis pulmones están dañados y el piso está moteado de fina arena blanca que el viento arrastra desde la playa y se cuela por todos los rincones. No obstante, a pesar de ‘ver’ su historia y al mismo momento contarla, no puede determinar al traidor que acecha en medio de los suyos, construyéndose el gran enigma para el personaje que se mueve en medio de conjuras y traiciones, que debe desconfiar de todos y de ninguno; aunque le ha tocado asignar un papel específico a cada uno de ellos en su historia personal: Y he puesto en el centro del escenario a Manuela, mi amable loca, a un amanuense (Perú de Lacroix), a un médico de cabecera (el doctor Révérend), a mi criado, José Palacios, y al escultor Lebranche? Vean bien: la impalpable Manuela, a quien hace tiempo que he dejado de conocer carnalmente, está aquí para cerrarme los ojos; Perú de Lacroix es el encargado de fijar mis pensamientos en el papel y ayudarme a destruir las patrañas de esos pasquines infames, no más grandes que la palma de la mano, que pegan en todos los muros para denigrarme. De esa cercanía saldrá su inmortalidad, evento que se suspende como la muerte misma. Porque el personaje que encarna al Bolívar intimista y hecho afectos; desdén y cólera, le cuesta descubrir quién de sus cercanos es el traidor. Pensando en repetidas oportunidades que es Lebranche el escultor: “siempre tramando esculturas con sogas sumergidas en yeso fresco, perpetuamente esquivo, refugiándose detrás de su encapotada mirada. Y, para compensar por la debilidad que siento hacia mis otros subordinados, cargo en Lebranche las tintas de mi cólera”. Esto nos indica que las fronteras entre la vida y la muerte son realmente delgadas, los personajes pueden volver de la muerte y hacen presencia al ser convocados por 42 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la memoria y la imaginación que conserva el referente pero altera los mecanismos de recordación: “Es la voz de Miranda que retorna de una muerte que ya lleva catorce años, de un paseo que emprendimos hace veinte años por las riberas del Támesis, que yo imagino nevado, y que ocurrió en realidad en pleno verano”. La historia y los lugares geográficos han sido alterados y suplantados, las nominaciones verdaderas e históricas son invertidas, cambiadas o sustituidas por la teatralización de la historia que incluye la representación de situaciones ficcionales: “Todo comenzó en las salas de teatro, con esta simple idea: si era propio de las clases bajas mostrar alguna forma de emoción en público, entonces la aristocracia sólo podía marcar distancias con su apatía. ¿Por qué se ríe, Bolívar? Por cierto, cuando se ría, cubra su boca. ¿Cree que lo estoy inventando? El teatro viene moldeando el carácter de un pueblo desde tiempo inmemorial”. El teatro es oportunidad para repetir la vida, ensayarla bajo la articulación de la palabra y la representación de los hechos bajo la realización del guión donde la abulia y la melancolía le ganan a la altivez y acción histórica, porque “un noble no va al teatro para divertirse o para vitorear, como la plebe, sino para aburrirse. Muestre que está aburrido, Bolívar, jáctese de su indolencia. No mueva tanto las manos. No deje que la cólera le oscurezca el rostro. Ya es demasiado con el sol de los trópicos”. En fin, la historia y el teatro, el teatro y la narración se homologan en el arte de la máscara y el encubrimiento. Intercambio de máscaras como posicionalidades discursivas que permiten resignificar los acontecimientos para que el tiempo histórico se convierta en intrincado cuerpo desde donde es posible enunciar el tiempo desde manifestaciones estrictamente corpóreas: “Los sucesos se miden en el tiempo que tarda una herida en supurar, una gangrena en invadir el cuerpo, la Gran Colombia en reventarse por las costuras”. Cuerpos que se mueven en difuso escenario que complementa LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 43 las posibilidades representativas de las descripciones textuales: Sale Révérend de la habitación y, como si obedeciera a la señal de un apuntador en el teatro, entra Lebranche el escultor, trayendo el correo en una alforja de cuero. Antes de que abra la boca para decirle que esa tarea corresponde a Perú de Lacroix, Lebranche deposita la alforja al pie de la cama y se marcha al zaguán, para trabajar en sus sogas. Ha colocado sobre dos taburetes una corroída puerta que encontró abandonada en el jardín de la quinta, y la usa como mesa. En un costado ha emplazado mi máscara mortuoria, que trata de usar como modelo. Luego corta trozos de soga, las sumerge en yeso, y las usa para crear un remedo de mi rostro con ayuda de cordeles. ¿Sabrá que esas sogas, como las prendas de El Buscón, han servido antes para otros menesteres, que ahorcaron godos, amarraron caballos y cureñas, y sirvieron para trenzar suelas de alpargatas? Así que los objetos son transpuestos de sus roles a medida del oficio a que van siendo incorporados, indicando que la carga de significación de la máscara mortuoria no sólo está definida por el rostro a representar, sino por los materiales de los que está elaborada. Otorgando la cadencia simbólica a los objetos y su justificación dentro del presente narrativo que apela al pasado a manera de sostén y permanencia. Ese mismo pasado que junto a la memoria se presenta como mar añoso por donde se puede navegar buscando respuestas a los acontecimientos del presente: En estos días he comenzado a navegar por un mar de analogías. Intento encontrar el hilo conductor que une a Lebranche y mi máscara mortuoria con un pasado donde anida la traición. Un pasado donde Lebranche siempre usó sus dedos para amasar la materia. ¿Le habrá servido esa materia para amasar una fortuna? ¿Cómo se amasan fortunas en épocas de revolución? La forma más habitual es la confiscación. ¿Y qué materias amasó Lebranche además de la escayola y la arcilla? Habrá que seguirle la pista a los objetos que configuramos 44 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN con los dedos. El escultor es señal de la conjura, él tiene la posibilidad de crear mundos alternos donde desemboque la ficción que soporta la trama discursiva. Porque el artista puede subvertir el orden del presente, él puede confundir los diversos planos discursivos y direccionar a los demás hacia destinos ciertos, porque: “los seres humanos no pueden brincar de su pasado”. Y Lebranche es la prolongación del escultor D’Olive quien construye la máscara mortuoria de Napoleón. Una forma de repetir la historia, y los personajes, de establecer un círculo vicioso entre la universalidad y la historia particular de Bolívar, bajo el agravante de la traición y la derrota. Porque Bolívar-narrador al ser la ‘voz’ que arma la historia textual, posee además la facultad de detener el tiempo narrativo a partir de la conciencia de la muerte y no del placer: “Pienso en otras manos, pienso en los años de placer acariciando otros pechos, pienso que la muerte ha llegado, porque nada resta en la carne que pueda convocar el placer. Pero también pienso en los peligros que me acechan, y me propongo dormir esta noche con el puñal de mi iniciación debajo de la almohada”. Cuerpo de la supervivencia que se ancla en la historia como lucha personal por escribir su propia historia más allá de la gloria y los reconocimientos. Por ello es importante la cotidianización de la ‘gran’ historia a partir de la patemia de los personajes y la domesticación de los espacios de la conmemoración, gloria y grandeza. Dentro de esa cotidianización patemizada de los referentes podemos revisar la relación con Manuela al intentar crear el aire doméstico que instruya formalmente el amancebamiento a través de la “formal introducción de nuestro elenco estable de servidores. Primero es mi turno de presentar a mi eterno criado, José Palacios, a mi nodriza, Hipólita, y a mi preceptor, Simón Rodríguez, que ha descubierto lo fácil que es hacer caer a una mujer de espaldas porque, por una falla de la naturaleza, en nuestras tierras todas ellas nacen con los talones LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 45 cortos”. Elencos que teatralizan la lealtad para Bolívar y para ella misma en función de quienes los han acompañado durante sus vidas y testimonian lo que han podido ser. En este sentido es una novela de la antagonización de los cuerpos, y precisamente, en esa circunstancialidad12 la historia es derrotada en medio de la reescritura del referente desde las esferas de lo íntimo cuando aparece el cuerpo erotizado en la figura de Manuelita Sáenz: Recién con Manuela llego al amor adulto. Sólo a ella me atrevo a tocarla, sentirla, saborearla y enlazarla a mí por todos los contactos. Hasta ese momento, mis amoríos son asuntos de familia. Cada una de mis amantes viene con sus chaperonas adosadas, generalmente la madre y alguna prima o primo. Pero Manuela aparece con sus esclavas, dos negras que son como sus espejos, Natán y Jonatás, alentando toda clase de chismes y de equívocos. A veces, dicen que es Natán la que baña a Manuela, otras, que Jonatás es su marido. Manuela no acalla las calumnias. Se limita a escucharlas con una sonrisa. Pero, si hasta a mí ha logrado engañarme, y no precisamente con otro amante, sino con sus menesteres corporales. Por un tiempo, me hizo creer que nunca estuvo sometida a ciertas necesidades comunes a los seres humanos. Recuerdo que durante un viaje por el Pacífico, y para demostrar que ella estaba por encima del común de los mortales, ofreció permanecer encerrada en su camarote y que se la vigilase todo el tiempo. Un guardia permanecía en la puerta. Lo corporal-extraordinario se hace hecho significativo que engaña los sentidos, pero en todo caso, es engaño que 12 Las temporalidades y circunstancialidades de las narraciones, aquí refrendadas se hacen desde diversas referencias, entre ellas el terror; como muestra que “Cada sociedad necesita que le describan un terror amoldado a su ser nacional. El terror narrado por un español no es el mismo que el narrado por un francés o por un belga. El terror es como un servicio de mesa en el cual cada uno incorpora sus ingredientes locales”. 46 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN conduce al placer y no a la traición. Porque en la novela la hiperbolización de los hechos es elemento consecuencial que lleva a la aparición de lo extraordinario con descripciones, que a través del discurso metafórico, crean sentido desde la exageración: Luego, en medio de una noche helada, hizo escalar sus tropas al volcán Pichincha, cuya masa se alza a pocas leguas de la ciudad. El comandante español se despertó el 24 de mayo para descubrir que los patriotas se le venían encima. Ordenó a sus tropas que escalaran la montaña y pelearan en la cumbre. Ese día, por primera vez en la historia, dos ejércitos lucharon más arriba de las nubes. Manuela me contó luego que toda la población subió a las terrazas de sus casas o a los campanarios de las iglesias para averiguar qué estaba pasando. Los únicos indicios de la batalla eran el centelleo de la artillería entre las nubes, los cadáveres de los godos o de los patriotas atravesando las nubes, algunos todavía uncidos a sus caballos, el estrépito de las armas al despeñarse por las laderas y, finalmente, el apresurado descenso de hombres con uniformes azul y oro, dejando el campo a los patriotas. Y con esa escena se ingresa al escarceo erótico entre Bolívar y Manuela durante el baile y el descubrimiento de las cejas tatuadas con carbón; el develamiento del secreto que su “parte non sancta” no requiere de depilación. Develaciones corporales que sincronizan la esencia del personaje más allá de lo físico-orgánico, en el cual, el encuentro carnal no solo revela cuerpos desnudos sino una “criatura espuria cuyos padres no son nombrados”, que se une al hombre de abolengo y gloria; quizá el gran gesto real nunca perdonado a Bolívar por la historia: Así comienza mi relación con Manuela. Un momento de placer, horas de sentir pena por ella misma, y la comparación de nuestras familias, tan diferentes entre sí. Manuela odia a su padre de una manera que me parece inexplicable. Puedo ponerme en otras pieles, pero no puedo comprender el odio LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 47 que despierta la misma sangre. Para mí los progenitores son una argucia de ilustrados, como el arco de meridiano que andaban buscando los franceses en todas partes para espiar las posesiones españolas. Mi padre y mi madre se funden en la pléyade de generaciones de Bolívares que son tan rancios como el descubrimiento de América. Pero para Manuela, la única generación que cuenta es la que la sumió en la desgracia. Pero los momentos de placer y dicha son opacados por la profunda obsesión del general Bolívar, como personaje, por descubrir entre sus allegados al traidor, al Judas que se sienta a su mesa y comparte sus acciones bélicas y personales: “¿Cómo estoy seguro de que entre mis allegados hay un traidor? Muy sencillo: los que anidan en nuestro círculo íntimo son como amantes, que pasan súbitamente de la adoración a la cólera”. Porque el eje temático de la novela gira en torno a la traición histórica y la traición de los cuerpos; forma de reflexionar junto al personaje desde la figuración patémica y el develamiento del sujeto en sus más íntimas esferas y consideraciones: Por lo tanto, tras haber desempeñado el cargo de destructor de hogares, debo ahora interpretar al marido engañado. Y ni siquiera esa figura patética del teatro de Congreve, sino al mordaz villano que anida en el teatro de Goldoni, un hombre que induce a su mujer a serle infiel, que intriga con su mejor amigo para que manche el lecho conyugal, y que encuentra placer en ser no el último, sino el primero en percatarse de la traición. En momentos, los planos discursivos se permean y permiten los paralelismos entre el personaje narrador y el personaje estigma, esto es, Bolívar narrador y Bolívar paradigma representado en el arte: El retrato que han puesto encima de la cómoda para reemplazar el espejo, alza levemente las cejas un desdeñoso general Bolívar pintado por José Gil, del natural, en Lima, 48 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en 1825 –el único retrato mío hecho con la mayor exactitud y semejanza.- El retratado general Bolívar me aconseja que no arroje la primera piedra. ¿Acaso he olvidado que cuando era apenas coronel participé en una intriga palaciega para deshacerme del fundador de nuestra patria boba? Yo, desde mi lecho de muerte, le devuelvo al general Bolívar la desdeñosa mirada. Veremos quién cede primero. Entonces entramos en el proceso dubitativo sobre cuál de los personajes es el real; o lo que es lo mismo, quien se encubre detrás del personaje-narrador; en principio pareciera que es el autor, pero en la evolución narrativa veremos cómo surge lo que hemos llamado el personaje-lector que contiene todas las alternativas discursivas posibles. Porque el personaje- narrador (lector) es la oportunidad de responderle a la historia que se escribe luego de muerto el héroe. Una justificación de sus acciones: “¿Quieren que me arrepienta de haber entregado a Miranda? Pues nunca lo haré. Otros eran los tiempos, la patria la cargábamos en nuestras mochilas, con cada uno de nuestros jefes muertos se perdía otro pedazo de territorio, y había que adoptar medidas heroicas”. La escritura novelada da la oportunidad de responder a los juicios históricos que surgen cuando el personaje ha muerto y reposa en su inmortal gloria. De esta forma el cuerpo de Bolívar-personaje sufre de males físicos y males morales según su médico-filósofo”. Es bueno recordar que el doctor Révérend pertenece a la categoría de los doctores filósofos. De ahí que señale en su parte médico que “afecciones morales, vivas y punzantes, como las que afligen continuamente el alma del General, contribuyeron poderosamente a imprimir en la enfermedad un carácter de rapidez en su desenvolvimiento y de gravedad en las complicaciones, que hicieron infructuosos los socorros del arte”. Dentro del parte médico está irremediablemente profetizado el destino inexorable que lo espera a pesar de las constantes postergaciones de la muerte: “Pero ya no era tiempo. El sepulcro estaba abierto esperando la ilustre víctima, LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 49 y hubiera sido necesario hacer un milagro para impedirle descender a él”. El Bolívar-narrador está en contra de la inmortalidad, o lo que es lo mismo, le aterra los inmortales de Gulliver, donde “la muerte más espantosa puede compararse con las necias vidas de esos perpetuos ancianos”. Y aparece la ironía a modo de elemento deconstructor de la inmortalidad que está más allá de lo real y se convierte en conciencia mítica que crea el espacio simbólico disociado de la realidad histórica: “Si quiere hacerme inmortal, no siga echando vainas con el galvanismo. Mejor que tras enterrarme esconda mis prendas y las distribuya entre mis fieles seguidores. Pero antes, deberá someterlas a algún proceso de deterioro. Para que parezcan reliquias. Como con el Cid, servirán para que yo siga ganando batallas”. Bolívar-personaje viene a reivindicar al héroe muerto y perpetuado en el bronce dentro de la oportunidad para vencer el estatismo histórico mediante la representación del referente, tal cual, se evidencia en este amplio segmento de la novela: Tendiendo hilos como lo hace una araña desde su panza, iré atando los cabos del pasado y del futuro. Es la última ocasión que me queda para impedir que la maleza se trague nuestra Gran Colombia. Y mi principal herramienta será oponer a la cronología del enemigo mis cicloramas, donde todo ocurre al mismo tiempo y todo está en primer plano, donde las derrotas humillantes pueden ser obliteradas por victorias a vuelta de página, donde una frase pronunciada tres folios antes puede eslabonarse sin costuras visibles a otras situadas en el futuro mediato. Por ejemplo, puedo combinar: “Nadie sospecha que detrás de esta penúltima retirada – y es bueno subrayar la palabra penúltima– alienta la necesidad de ser prolijo, única forma de ganar mi postrera batalla”, con algo que vendrá bien avanzada mi narración: “Hago un escrutinio de mis enemigos, trato de seguirle la pista a estas palabras que recopila mi amanuense, y veo al cochero perfilarse en el 50 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ojo de buey como un retrato al óleo, extinguiendo la escena, acrecentando el ruido de las olas”. Como podrán advertir, yo soy el único que conoce el desenlace. Ese cochero acaba de ingresar en mi relato de una manera plácida, alzando su rostro con lerda insinuación. A la tercera vez que preceda mis pasos, anunciará la caída del telón. En la segunda vez, mucho más adelante, su figura será como el signo que anuncia ominosos portentos. Pues la única manera de no dejar cabos sueltos, de evitar tantos falsos comienzos que nos dejan varados en tierra de nadie, es iniciar una historia a partir del epílogo. Desde allí será fácil retroceder, hundirme en una serie de atolladeros que parecerán imposibles de resolver y que por supuesto, ya me anticipé a esclarecer en la conclusión– y marchar hacia el origen, explicando por el resultado las causas y haciendo inevitables y sabias todas mis decisiones. No habrá descalabros en mis numerosos tropiezos, sino un plan concebido hasta el último detalle. Cada incidente será apenas un ladrillo más en mi grandioso e infalible proyecto. Y la palabra penúltimo vuelve a surgir semejando la forma de detener la consumación de la historia textual; penúltimo a modo de anunciación del final que puede ser detenido al igual que la muerte. Porque la cronología histórica oculta “la deslealtad de ayer con la fechoría de hoy”. Por ello la novela se convierte en contestación a las afirmaciones históricas como los delirios en su lecho de muerte, acompañado por la luz y olor de las velas que lo transportan a lugares del pasado, que precisamente son locaciones teatrales: “El olor del sebo fresco me transporta hacia Londres, hacia el teatro Drury Lane, donde Miranda me llevó a ver una comedia de Sheridan, para hacerme olvidar the increíble blunder, como dicen los ingleses, que cometí al presentar mis credenciales a Wellesley, el secretario del Foreign Office”. Sobre esas líneas sigue rememorando las circunstancias que lo emparentan con Miranda, y al mismo tiempo, los separa abismalmente de los principios históricos: Pero Miranda no era el único que nunca perdonaba una afrenta. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 51 Dos años después me cobré la humillación. La última imagen que tuve de él fue la de un anciano vestido con arrugado batín de seda, y luciendo una peluca torcida, alzando un farol para iluminar las cabezas de los conspiradores que habían venido a apresarlo, y diciendo con un desdén marcado por un fuerte acento inglés: “Bochinche, bochinche, bochinche. Esta gente no sabe hacer otra cosa que bochinche. El presente narrativo sigue siendo reconstruido a través de las ‘visiones’ del pasado que el narrador en su vida, o el ocaso de su vida, reescribe entre los males corporales- morales y la desesperación por la presencia de un asesino entre los suyos. Reescritura compleja y sincrética trasvasada por diferentes miradas y argumentaciones que permiten cuestionar lo establecido por la razón. El conocimiento científico es trastornado por los conocimientos esotéricos que asaltan al mismo Révérend: “Una vez me informó que su madre se había comunicado con él desde el más allá en perfecto español. Pero ¿acaso su madre conocía el español? No, me respondió, pero está demostrado que en el más allá todos tratan de aprender nuevos idiomas”. O la creencia en las personas que entran en estado mesmérico. La mirada externa hacia el Bolívar-narrador es como si estuviera muerto, o por lo menos, el rostro del agónico que delira en el ocaso de su vida: “Es como si en vez de mirarme a mí estuviese explorando el rostro de un muerto”. Entonces el elemento dicotómico dentro del discurso se complejiza, y lo que es para unos delirios, para el personaje-narrador es reconstrucción histórica de su vida. Reconstruir el teatro de su vida en medio del tedio y el olor a sebo de la velas. Así ocurre en la función de teatro en la que va con Miranda, donde “El olor a sebo era insoportable. ¿Cómo podían olvidar los espectadores ese olor a matadero y concentrarse en las elegantes pamemas de los actores?” y ese teatro –como la vida misma- siempre repite la misma historia en que la isotopía del amor se yergue a manera de estructurante de la historia universal: 52 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN En el escenario transcurría la misma historia de siempre: una pareja de jóvenes amantes trataba de superar todos los obstáculos a fin de alcanzar la felicidad. Para ello, uno de los dos debía aparentar ser otro (generalmente era la mujer la que se disfrazaba de granadero, luciendo espesos bigotes y ciñendo en estrecha casaca su generoso busto). Había también un palurdo de pueblo, seguramente encargado de decir ironías salidas de la cabeza del autor, desesperado por mostrar su ingenio; la tía anciana, o el guardián, que parecían confundir la fonética, pues sus palabras eran repetidas a carcajadas, y el recurso de la carta interceptada –robado a Goldoni–. La tía anciana o el guardián leían en voz alta lo que parecían cáusticos comentarios sobre sus augustas personas. Eso era fácil de adivinar por sus indignados gestos. Historia de enmascaramiento en imagen y semejanza del ejercicio político y su fundamentación en locaciones que sirven para recrear tiempos y espacios, repetir circunstancialidades con asombrosa exactitud en la historia de la humanidad: La política es teatro: necesita escasos elementos de utilería: el trono, la corona, el cetro, la espada y la guirnalda. Como personajes, los nobles y los extras. Como escenas, un banquete, una entrada triunfal, un proceso, un duelo, alguien en el lecho de muerte. También ignoraba que Wellesley me había tratado como un aristocrático espectador de teatro trata a la plebe. Ese tono lánguido, esa mirada aburrida, ocultaba una muy evidente codicia. Esa noche en el teatro me prometí no ceder a la melancolía y quemar La Nouvelle Heloise, que mi orgullo me había obligado a considerar mi libro de cabecera, y echar mano de ese panfleto que me había dado Miranda para copiar los modales de un noble inglés. Con un buen diccionario, y algunas discretas consultas al poeta Andrés Bello, podría hacerme una idea general del texto. Por lo tanto, la vida es el arte de ocultar las pasiones y las expresiones del cuerpo sensible bajo máscaras y disfraces que acompasen a los personajes y permitan su reconocimiento LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 53 dentro de los contextos asignados por la historia: Miranda me había acusado de no saber ocultar mis emociones. Pues bien, las ocultaría con tanto esmero que mi cólera también formaría parte de mi desempeño en el escenario. Y en cuanto a mi rostro, sería una máscara, como la que nos pusimos luego para disimular nuestros anhelos de independencia, o para hacernos pasar por republicanos cuando nos moríamos de ganas de ser monárquicos. Fue entonces que me olvidé de ese insoportable olor a sebo, del constante cotorreo del público en los palcos y volví a observar con otros ojos ese subir y bajar de las poleas. Trasladé esas poleas a un futuro teatro de operaciones militares y descubrí que tenían otros usos: servían para izar la bandera, las velas de los barcos, la guillotina, los caballos, y para ahorcar prisioneros. Sentí que se aliviaba la opresión en mi pecho. Y hasta algunas frases de los actores se hicieron comprensibles. A lo largo de la novela aparecen reiteradas menciones sobre la guillotina, referente de especial recurrencia en la obra de Mario Szichman13. Nótese que los grandes acontecimientos históricos –tragedias históricas- como el asesinato de Sucre se relacionan con las pasiones corporales que evidencian la transgresión de las normas morales: “(Eso es lo único que hemos aprendido en quince años de lucha: a refinar los asesinatos políticos para convertirlos en fechorías cometidas por salteadores y maridos engañados)”. El ocultamiento de la evidencia se hace proceso escritural de la historia para cubrir las verdades que solo pueden ser develadas a través de la literatura. Evidencia de ello es que opone el ciclorama a la cronología histórica en evidencia de la construcción de locaciones teatrales como ubicación de los acontecimientos 13 Y esta particularidad reitera el uso del recurso narrativo-textual para amputar los cuerpos que en su patemia transgreden las normas de los contextos y de sí mismos. Permitiendo al mismo momento su inclusión en espacios representativos de gran consistencia simbólica. 54 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN textuales. Desde donde se puede concluir perentoriamente que la novela, o toda la obra de Szichman, es un ciclorama14 que va siendo copado por los acontecimientos y las lógicas de sentido que se construyen alrededor de ellos. Y como es recurrente en esta narrativa, las claves de la intriga –en este caso- o las respuestas a los acertijos textuales se encuentran en los diarios o pasquines. Indagatoria que lleva nuevamente a considerar lo extralingüístico, que indudablemente conduce a lo ficcional que conforma el ciclorama del que habla el Bolívar-narrador acosado por la figura del asesino solitario, lo que hace más complicada la conjura a la que teme: “Para ellos lo importante es poder dormir tranquilos, hasta que venga el próximo asesinato político, que será resultado de un motivo personal: un asunto de faldas, una borrachera, o una simple confusión. Pero yo no tengo ganas de dormir tranquilo”. La heroicidad o la muerte, heroica en todo caso, deben conducir a la tranquilidad y al sueño eterno de la consagración, integrar la metáfora de “bajar tranquilo al sepulcro” como reza la última proclama de Bolívar-histórico; pero que el Bolívar- personaje se niega a representar. Ya que la tranquilidad en la historia textual es quebrantada por los acechos físicos y editoriales, donde los pasquines representan la inquina e infamia; la otra forma de asesinarlo lenta y pausadamente: Esos pasquines infames, no más grandes que la palma de la mano, que pegan en todos los muros para difamarme. Esos papeluchos donde mis enemigos me acusan de estar cambiando perpetuamente de apariencia, de contratar amanuenses de la acuarela para que muestren mi mejor perfil, atenúen fealdades, disimulen mi corta estatura, traten de suavizar mi amarga boca, la exaltada expresión de mis ojos, ese aire vacante donde veo anidar la locura, como si se hubieran desprendido del rostro del bien amado rey Fernando Séptimo. 14 En tal sentido, en la obra de Szichman, ciclorama está asociado con una especie de pantalla sobre la que se proyectan los acontecimientos narrados. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 55 Los cuestionamientos desacralizan y proveen la muerte histórica al atreverse a cuestionar la honra y gloria del Libertador de América a través de pasquines15 que serán sus asesinos anónimos representados por la prensa y el poder de vocear para destruir el cuerpo que se debate entre la vida y la muerte: Estoy cansado, muy cansado. Tal vez ha llegado la hora de dejar que mis herederos respondan a los agravios. ¿Creen que podrán? Lo veo tan difícil. Cuando mis sucesores terminen de explicar por qué mandé a fusilar a Piar, alguien recordará las ejecuciones de Lima. Apenas terminen de interpretar con rasgos favorables mi deserción en Barcelona, ya otro indiscreto sacará a relucir la entrega de Miranda a los godos. Pero estarán obligados a descubrir excusas, aunque cada una de esas acciones no tenga perdón de Dios. Las encontrarán en mis cartas, o en las confesiones entre comillas que le hice a Perú de Lacroix. Y si no las encuentran las inventarán. Sólo aferrados a los faldones de mi levita podrán remontar vuelo. Aquí se evidencia el humano ser16 que se diferencia del Bolívar estigmatizado en los óleos, bronces y discursos estéticos que buscan construir una honra y gloria más allá de las limitaciones y debilidades humanas. Por ello piensa en la palabra como única forma de contrarrestar la inquina a través de la sombra de los testimonios, que aun infundados, la historia se encargará de hacerlos ciertos: Cuando Nerón fue acusado de incendiar Roma no tuvo a un Perú de Lacroix para refutar los cargos de manera razonada, 15 El pasquinero más reputado es Docoudray-Holstein quien “Toda su vida se la pasó acopiando datos para refutar verdades establecidas”. 16 Así he caracterizado al Libertador Simón Bolívar en libro inédito que procura revisar al personaje desde las evidencias patémicas que están expresadas en sus textos; en su acaecer como sujeto de la subjetividad trascendente que fue más allá del discurso político y construyó todo un argumento patémico-epistemológico sobre sí mismo. 56 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sino a un sofista que le aconsejó culpar del incendio a los cristianos. Más me valdría tener a mi cabecera a un panegirista como Ducoudray de Holstein que a todos los Perú de Lacroix del mundo. Él podría comenzar a sembrar mis elogios desde ahora, pero de manera discreta, en librerías de conventos, en archivos de cuarteles, en altillos de mansiones. Y como nada puede quedar oculto para siempre, cuando se descubran esos manuscritos la pátina del tiempo les dará una legitimidad que nunca alcanzarán las memoria de mis amanuenses. Todos esos manuscritos deberán constar de una breve introducción. Por ejemplo: “La siguiente obra fue hallada en la biblioteca de una antigua familia en el norte de España (o de Francia, o de Prusia). Fue impresa en Nápoles, en tipos góticos, en 182... (Siempre hay que dejar la cifra final con puntos suspensivos). Los principales incidentes son similares a los que ocurrieron en las edades más sombrías de la Cristiandad; pero el lenguaje y conducta de sus protagonistas en nada recuerdan a esas épocas de barbarie. En cuanto a la aparición de visiones, sueños y otros eventos sobrenaturales, deben atribuirse a la romántica naturaleza del héroe y no, tal como proclaman sus enemigos, a su deseo de ocultar las huellas de sus desaguisados”. La palabra acompañada de imágenes compasivas estimula el sentimiento humano que permite manipular para direccionar; la imagen que como fotoleyenda ilustre todo lo que el panegirista quiere destacar del héroe trascendido en su gloria: “Y tras el preámbulo, un relato donde se describa mi magra figura, mis intensos ojos negros, mi límpida mirada, mis delicadas manos que podrían ser la envidia de una mujer, o esos gestos nobles, evidencia de una calma y decisión peculiar a aquellos acostumbrados a enfrentar el peligro desde la niñez”. Subyacentemente existe en estas consideraciones una fuerte y pertinaz crítica a la construcción de los héroes y su gloria en los discursos históricos que indudablemente se forjan como discursos del poder: “Porque, a pesar de sus virtudes, nuestro héroe era siempre perseguido por algún enemigo con aviesas LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 57 intenciones. Los rostros de sus enemigos podían cambiar, pero una cualidad persistía en todos ellos: tratar de destruir la república que nuestro héroe siempre intentó salvar, aunque lo acusaran, una y otra vez, de intentar ceñirse la corona”. Entonces el personaje-lector se convierte en agente deconstructor de la historia, consciente que la gloria se construye escribiéndola; materializándola en imágenes irremediablemente reconciliadoras: “Y esto, con algunas enmiendas, puede aplicarse a toda la recua de mis enemigos. Que traten luego de alterar los hechos. La insistencia terminará por abrumarlos. Esta es la pura verdad. Y lo demás, como diría Sucre, es pamema”. Y este elemento reflexivo del personaje- lector es un inciso característico en Mario Szichman, por lo que la pregunta realizada en algún momento de la lectura sigue en pie: ¿Quién encubre el personaje-lector? , a él mismo, o al autor creador, ¿a quién? Porque los personajes se convierten en intrincado enigma que convencionalizan el referente histórico desde su cotidianidad y patemia; las certezas históricas son tambaleadas por el azar; como José Félix Ribas en la novela Los años de la guerra a muerte, aquí el precursor está asociado al juego, evidencias que los separan de la postura moral que le ha atribuido la historia convencional, los saca del convencionalismo histórico que los ha objetualizado para humanizarlos a través de sus manifestaciones patémicas; son personajes y no simples marionetas en manos del historiador, los hace cronistas de su propia historia. Esta certeza literaria justifica que Bolívar-narrador- personaje-lector se reconozca mártir, quizá como lo hace todo héroe que tiene que sacrificar su esfera patémica para servir al colectivo que tarde o temprano lo traiciona: “Temprano en mi vida aprendo a acumular los símbolos de mi vía crucis, intentando convertir en reliquia cuanto objeto pasa por mis manos. ¿Y dónde mejor que en Londres, capital mundial de los blasones falsos y de las reliquias manufacturadas en talleres?” 58 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN En este sentido el héroe dentro de la historia es objeto de utilería que solo sirve para crear el artificio que falsifica la verdadera historia nunca escrita y sepultada por siempre en medio de los enmascaramientos. Lo que es considerado ‘el camino a la gloria’ del héroe, el personaje Bolívar lo considera un vía crucis, así como la fragata Sapphire; vía crucis en la recopilación de objetos o coincidencias que pueden “convertirse en símbolo de mi gloria o en mi corona de espinas”. Donde no es la misma visión la del sacrificado que la del sacrificante. O de quien cuente la historia. Y dentro de la fragata se transforma en ser profundamente humano que siente nostalgia, ese escenario íntimo le permite reencontrarse con una especie de camerino en el cual puede recordar mediante la ensoñación antes de salir al teatro de la vida: Aprovecho mi viaje en la Sapphire para evocar a Caracas con nostalgia. Es lo único que puede hacerse con Caracas cuando uno está lejos: evocarla con nostalgia; mientras vivimos encerrados en sus muros, no existe. Retorno a Caracas como los peregrinos marchan a Jerusalén. Y si bien en esta pequeña ciudad no compiten veinte religiones, florece en cambio con el mismo ardor toda exótica planta humana: mercaderes, piratas e iluminados la visitan con la certidumbre de que implantarán su huella. Y basta que esos personajes le den la espalda para que Caracas se olvide de todos ellos y siga a la cacería de un nuevo incauto. Su regreso cargado de nostalgia se impregna del referente que desborda la realidad de la ciudad evocada: “Siempre me he preguntado por qué nos sentimos tan atraídos por una ciudad en la que no pueden recorrerse los caminos de nuestros antepasados. Terremotos, guerras, el fracturado terreno, la inconstancia de sus habitantes, lo hacen imposible”. Ciudad sin memoria sirve de extravío para la historia y sus congéneres; Caracas es esa ciudad de la desmemoria y el olvido en que los pasos se entierran y rompen con el continuum no LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 59 sólo histórico sino también personal: Cada personaje que la ha atravesado ha producido su leyenda imposible de comprobar, y le ha hecho contar la historia que se le antojaba. Como en la historia de los tres derviches, basta elegir un atributo para que predomine sobre el resto y la haga comparable ya a Pompeya, ya a Quito. Un viajero ni siquiera puede atinar hacia donde enrumbará la ciudad en la próxima década. Es como esos globos Montgolfieros que cuando son inflados comienzan a mover sus tentáculos de seda en todas las direcciones al mismo tiempo. Sociedad de la desmemoria que no puede producir sino seres desmemoriados aferrados a sus historias particulares a razón de posibilidad de sobrevivir. Ciudad vacía que como escenario puede ser llenado y vaciado al mismo tiempo en función de quien dirija la obra que se escenifica: La Caracas a la que llego en noviembre de 1810 está henchida de fervor patriótico. Me rodean fanáticos que sólo exigen sacarse de encima el yugo español. Parecería que todo el mundo está henchido de fervor patriótico, y que basta un pequeño empujón para acceder a una incruenta república aérea gobernada por filósofos. En realidad, el fervor patriótico cubre apenas tres cuadras del casco de Caracas, y viene completo con su clima, sus sombrillas, sus consignas, y sus ropajes. (Primer vislumbre de que la política es teatro y necesita escasos elementos de utilería: el trono, la corona, el cetro, la espada y la guirnalda. Como personajes, los nobles y los extras. Como escenas, un banquete, una entrada triunfal, un proceso, un duelo. Y en raras ocasiones, un prohombre en su lecho de muerte). Así que las vestimentas, los juramentos y los compromisos patrios se hacen a la usanza de Londres, indicando la influencia foránea en los perfiles nacionalistas de la emancipación nacional, acontecimientos que tocan muy de cerca las narraciones melodramáticas de la novela en que se 60 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN encuentran dos espacios irreconciliables; el de Miranda y el de Bolívar, el uno que evoca a Francia, el otro en Caracas y sus peculiaridades y sincretismos: “Odiamos a Miranda porque su clima es un clima clásico. Nada de rayos y centellas. De alguna secreta manera, querríamos que nuestro amo estuviera a la altura de su deber y que nos pusiese en vereda. Aunque lo encarne un idiota con ojos saltones que se ha dejado embaucar por Napoleón”. La historia tanto cronológica como textual son locaciones para representar un rol que ha sido asignado por los acontecimientos históricos y recreados en el discurso narrativo; historia es teatralización que intenta dar explicaciones a lo que aparentemente no tiene en las circunstancias históricas: La enorme mayoría de las cosas que nos ocurren son inexplicables. Pero a Miranda eso no le quita el sueño. Sus virtudes estéticas son el sentido común, la elegancia, el orden, la armonía, el control de las emociones, y el decoro. Como las personas educadas no creen en fantasmas, en las calles controladas por Miranda no hay fantasmas. Cada vez que alguien le menciona la otra historia, la que no cabe en texto alguno, la que nadie registra porque es imposible de corroborar, su respuesta es encogerse de hombros, sonreír suavemente, y expresar escepticismo y condescendencia, en ese orden. Sólo cuando escapamos del clima de Miranda pudimos librarnos de la patria boba. Por ello, el Bolívar-narrador va construyendo su propio andamiaje escénico donde representa su historial personal que no permita ser devorado por la cronología y la historia con profundas inclinaciones museísticas: Cuando viajo a Londres, en 1810, el general Miranda me lleva a conocer a míster Peddison, un tapicero de Regent Street que aderezó el ataúd de Nelson. Hay en su establecimiento algunas maderas sueltas, sobrantes del ataúd, y decido comprarlas. Esas maderas serán el andamiaje del que guindarán mis LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 61 enemigos, las mesas en que firmaré las sentencias de muerte, las altas sillas que mis enemigos trocarán en tronos, las vigas que se entrecruzarán encima de mi cabeza, y uno de mis objetos de utilería, junto con la espada y la hamaca. La madera se fragmenta a medida que se fragmentan los cuerpos, una forma de desmembrarse y atomizarse dentro de la historia textual: “de las fragmentarias maderas, pasamos a hablar con Miranda del fragmentario cuerpo del almirante Nelson. Miranda me explica que era el hombre más mutilado del mundo; tenía un ojo dañado y su brazo amputado. Cuando perdió el brazo derecho, durante una refriega en Tenerife, los españoles usaron su descuajada mano para revolver el café”. Y dentro de esa referencialidad “Se registra un súbito cambio de escenario. Ya en ese momento nos hallamos en el modesto museo de cera que Marie Tussaud está organizando en Londres. En una antesala hay varios retratos de Nelson”. De allí que la fragmentación pasa a la cosificación-objetualización17 del cuerpo metamorfoseado en cera, en burda representación de la inmortalidad; maniquí-cuerpo-espectáculo para ser visto como testimonio histórico, el sempiterno abordaje de la historia necrofílica. 17 Esta noción de objetualización está explícitamente reflejada en el texto dentro de la siguiente afirmación: “ese momento aparece madame Tussaud y nos tiende la mano para que se la besemos. Me veo forzado a mirarla a los ojos y siento disgusto, pena. Parece haber copiado en su rostro la rigidez y los espantosos colores de sus “sujetos” como los llama”. En tal caso, orfebre y muñeco guardan relación corporal que indica la trasmutación de elementos constitutivos y simbólicos. Referencia que apoya la tesis que vengo sosteniendo en cuando a los cuerpos y su estatismo dentro del discurso histórico/conmemorativo y la movilidad dentro del discurso narrativo: “Finalmente nos detenemos ante la grotesca efigie en cera de Nelson. Es como si un actor se hubiera puesto uno de los uniformes de Nelson y se mantuviera tieso, tratando de no parpadear. El rostro de Nelson está maquillado como el de una fille de joie. Sus labios son de un rojo bermellón. Las mejillas son verdes y brillosas. El manco brazo de la efigie de Nelson se oculta en uno de los bolsillos de su chaleco. En su pecho cuelgan medallas del tamaño de naranjas”. 62 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Por eso dentro de la objetualización, a modo de proceso estético, surge la importante relación entre rostros y máscaras mortuorias en la búsqueda de la perpetuidad. Aquí la muerte representa la oportunidad de salir del anonimato e ingresar a la historia textual; es el caso de Piar: “el general Piar era un don nadie: ni siquiera una nota al pie en la historia de nuestra patria boba. Y si Piar es ahora alguien, lo es gracias a que se insubordinó, obligándome a redactar una de las proclamas más ridículas de mi vida”. Y en esa escena narrativa implosiona la ficción devenida de un ‘acomodador’, de un montador de la escena que conjunta la realidad y la ficción: “Desde que despierta en ese, su postrer día, Piar reconstruye de manera inadvertida los pasos del rey Luis Capeto. Lo que lo rodea es la realidad, pero también un tinglado que pertenece a un escenario. Las paredes de su celda son de verdad, pero no las inscripciones. Fueron recopiladas en un libro de cordel que compré en París, a un librero que tenía su estanquillo a orillas del Sena”. Representa la interpretación del hecho histórico a través de la historia y la ficción, que bajo el género narrativo, los personajes tienen una nueva oportunidad de situarse dentro del contexto vivido, e incluso regresar de la muerte para reclamar su justo puesto en la historia, que contenida a manera de certeza literaria los reescribe y resignifica. Para ello Mario Szichman se vale de documentos históricos como los partes médicos sobre la salud de Bolívar o la proclama condenatoria de Piar y los coloca frente a los ojos de los personajes, quienes los revisan desde lo patémico y de allí surge la alternancia textual configurada desde la perspectiva íntima: “Y con esa última ilusión Piar será amarrado a la silla construida con parte del palo mayor del navío francés L´Orient. Antes que se apague su vida, podrá ver el afligido rostro de su interlocutor murmurando algo. Tal vez Piar creerá que se trata de una plegaria. Por suerte nunca sabrá que su interlocutor maldecirá la hora en que decidió darle su camisa, pensando que no lucirá muy bien en su cuerpo tras ser cribada LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 63 a balazos”. Las pasiones superan el deber histórico, y los asuntos pasionales determinan las acciones históricas, tal es el caso del affaire del Libertador con la esposa de Gamarra; evento demostrativo de los espacios cotidianos y domésticos renacidos en la historia textual: Hasta Sucre, mi bien amado Sucre, ha incurrido a veces en esas deslealtades. Cuando Francisca Zubiaga se arrojó literalmente a mis pies para que la amara, pues estaba harta de su marido, el cholo Gamarra, traté de complacerla sin darle sobradas esperanzas. Pero luego de algunos días de infructuosas escaramuzas, me harté de esa esfinge de hielo y me hice cada vez más escaso en su presencia. Francisca nunca me lo pudo perdonar. Está bien, fue mi error. Tendría que haber continuado el romance, no por sus encantos, sino porque Gamarra era mariscal del Perú y sus ambiciones lo enfilaban hacia la presidencia de ese desventurado país. En cambio, respondí a la frialdad de la dama con el desdén, y el resultado fue que Francisca se fue llorando a su marido y le confesó su infidelidad. Continúa insistentemente con los cuerpos desmembrados que son esparcidos por diferentes lugares, tal y como cuenta Miranda lo sucedido a la amiga de María Antonieta. Miranda causa revuelo e incomodidad al contar historias que hasta recibe dinero por ello: “Cuando nos despedimos de los concurrentes la dama que trató con tanto desprecio a su marido se le acerca a Miranda y sin discreción alguna le desliza un billetito18 en la mano”. 18 En el billetito la dama escribe a Miranda que está disponible: “Esa señora está available porque su marido no está disponible. Vamos, Bolívar, ninguna mujer se revuelca en el heno sin algún tipo de complicidad conyugal. El coronel también ha sido herido en un duelo, como Tycho- Brahé, aunque más abajo de la nariz. Y no hay cajita de cola que pueda juntar la parte desprendida”. Forma de exculparse frente a las pretensiones de la dama urgida de favores carnales. 64 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Así que los cuerpos fragmentados por la batalla muestran sus terribles tatuajes en evidencia del cercenamiento corporal y espiritual, los desmembramientos son la eclosión de todo sentido unitario o de totalidad dentro de la trama discursiva: Avanzamos vacilando como borrachos, pero siempre, delante nuestro, marchan, vacíos, los carruajes del carnicero, que en el regreso irán a la retaguardia, cargando los brazos y las piernas desperdigados por la batalla, las espadas torcidas por la violencia del encuentro, las lanzas desmochadas, los puñales partidos. Atrás vienen las vacas y las llamas que nos informarán con su paulatina merma del menguante optimismo de nuestros soldados. Después vienen los sellados carruajes con el duro y desabrido charque, último recurso entre el cese de la carne fresca y el comienzo de un motín, y cerrando la marcha la utilería teatral: los arcos triunfales, los estrados, las guirnaldas de rosas artificiales, las banderas, y esos maderos extraídos del barco L´Orient que ayudarán a erigir cadalsos. Dentro de la fragmentariedad corporal el único elemento de recomposición o máquina para juntar pedazos, es el teatro a manera de representación de la ficción, único espacio posible para recomponer y resignificar en mundos posibles los fragmentos discursivos de la historia. Donde lo macabro se hace poético bajo los arpegios de la muerte: Y de repente, tropezamos con la batalla de dos ejércitos embozalados. Nunca he visto la muerte despedir a los soldados con tanto pudor. El cielo azul se refleja en el lago azul de Junín. Los bruñidos cascos de los dragones españoles centellean haciendo bailar delante de nuestros ojos manchas parecidas a mariposas. Sosiega mirar a nuestros llaneros, con sus gorras de jaguar, sus anchos calzones, sus pechos desnudos en que se derrite la nieve. Quizá lo único refulgente sobre el manto de la nieve es la muerte, el gran actante silencioso que recorre la trama LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 65 esperando que los personajes cumplan sus designios; o ella otorgue la oportunidad de contar la historia de la supervivencia y verdadera inmortalidad dentro de la certeza literaria: Los dos ejércitos chocan sus aceros con amortiguados ruidos. Los únicos sonidos son los cascos de aquellos caballos que se han desprendido a coces de sus fundas de almohadas, y el chocar de las lanzas allí donde las pértigas concluyen en remachadas argollas de bronce. La carne florece con heridas, los caballos se encabritan sin relinchar. La muerte es silenciosa en ese amanecer de Junín. Un ejército de sordos combate en la helada llanura. Los milagros de la supervivencia en medio de la guerra y la revolución son sinónimo de traición, así lo interpreta Bolívar-personaje cuando intenta indagar quién es su asesino: “Eso no ocurre nunca, pienso, pero no se lo digo. Todos los personajes cuya cabeza estuvo a punto de ser desgajada por el verdugo, de Miranda para abajo, atribuyen a un puro milagro el haber salvado la vida. Pero veinte años de tratar con revoltosos me han enseñado que un milagro es siempre sucedáneo de la traición”. Por ello indaga en los tiempos históricos buscando a ese sórdido personaje que puede estar en sus círculos más íntimos, pero obviamente, esa traición está contenida en la universalidad histórica que homologa héroes y espacios bajo esa misma sombra: Investigaremos entonces con sutileza las amasadas del escultor Lebranche, del mismo modo en que mantendré el ojo pelado con el doctor Révérend. Son en este momento mis más cercanos allegados, aquellos más inclinados a usar sus puñales de ceremonia o sus bálsamos para cobrar alguna recompensa. Pondré a Lebranche a pelear con la sombra de Révérend. Y a Révérend a acudir a su memoria y a sus amistades para conocer algo más de Lebranche. Y aunque eso no evitará mi próximo fin, tendré al menos la oportunidad de demostrar que no lo acepto resignado. Revelarse frente a su fin o destino demuestra al personaje 66 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en revuelta íntima que hace posible el sostenimiento de la historia textual perdurada desde la ficción y las extravagancias de la imaginación que requieren de locaciones propicias para ese fin. Por ello surge la refiguración de América como tierra de magia e ilusión. Donde es posible el universo discursivo que linda entre la historia y la ficción: Recién años más tarde descubriré los motivos de la protección inglesa a Miranda. Él fue el más eficaz propagandista de nuestra liberación porque siempre predicó el sueño europeo. Los europeos deseaban creer en nuestra inocencia, y Miranda les hizo creer en ella. Ellos necesitaban trasladar los romances de caballería a las nuevas tierras, y Miranda les retrató a un Hernán Cortés que de porquerizo se transformó en una especie de Cid Campeador. Miranda conocía muy bien a sus protectores. Ellos necesitaban indios con cuerpos inmaculados, obtenidos de la estatuaria griega y riquezas que podían ser descuajadas de los árboles o extraídas de las minas sin causarle dolor a nadie. Y Miranda nunca les negó esa ilusión. América es tierra maleable para configurar el imaginario inagotable que sucumbe paulatinamente frente al mundo globalizado que supone la incorporación a la universalidad de la historia en aras al desplazamiento de lo regional y lo patémico. Rasgo éste profundamente utópico que caracteriza a estos personajes y rige los acontecimientos textuales. De hecho, en esta frase atribuida a Bolívar-Personaje está resumido el eje temático que define la obra de Mario Szichman: “Es mejor un sueño domesticado que una pesadilla incontrolable”. Y así van los personajes de Szichman domesticando sus sueños que irremediablemente desembocan en pesadilla incontrolable; como veremos más adelante, la familia Pechof es un ejemplo de ello. Por ello el destino se forja en el decurso del presente narrativo que de instantaneidad se transfigura en memoria testimonial, u oracular: El destino es un invento de los sobrevivientes. Cada una LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 67 de mis batallas está embutida en la anterior, como los decrecientes tubos de bronce en un catalejo. Si subo las montañas, puede ser Junín o Bombona, si bajo a los llanos, puede ser La Puerta. Vivo al margen de la cronología. Como relojes usamos las camisas de nuestros oficiales, que el verano llanero convierte en harapos, y un mes de lluvias en sutiles telas enmohecidas. El camino que nos falta recorrer se traza en las botas, que empiezan a bostezar cada vez más hondo, a medida que los clavos empiezan a separarse de las suelas. Lo único que impedimos avanzar es el óxido. En cada descanso obligamos a los soldados a engrasar sus armas para que queden tan alertas y relucientes como sus propios carajos. El óxido ha causado más muertos que nuestros enemigos al trabar la carga dentro de un mosquete y hacerla estallar en el rostro del negligente. El presente narrativo se funda en el pasado, o más bien, en la pluridimensional de la historia que permite la coexistencia de los tiempos en sus tres dimensiones para que los acontecimientos y personajes puedan ir de un lado a otro en sus intentos de reconstrucción referencial: “En este mundo sin cronología, donde el futuro es sólo un pasado perfecto, apenas la naturaleza es capaz de enrumbar mis pensamientos. El viento que acarrea la arena de Santa Marta me arrastra por llanuras amarillentas hacia la batalla de Bárbula”. Pasado soportado por las muertes gloriosas, y sobre esas muertes se funda la patria: Veo marchar a esos protomártires en esa mañana de ráfagas calientes. De la tierra se alza un vaho que los arropa como si fueran fantasmas. Y en realidad ya son fantasmas, que portan en ciernes las heridas de las que van a morir. En esta mañana que ya arde como si fuera mediodía, Girardot luce en la frente el balazo que recibirá al tratar de clavar nuestro estandarte en la posición conquistada al enemigo. Y su corazón late ensangrentado sobre su casaca, el mismo corazón que ordenaré depositar en la catedral de Caracas. 68 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN La trasmigración de los acontecimientos históricos en certeza literaria requiere de procesos estilísticos que otorguen al discurso los elementos necesarios para articularse entre la metáfora, analogía y metonimia. Y en recurrentes momentos la narración adquiere visos de ensayo lírico o hermenéutica estética para llevar lo descrito hacia territorios de la ensoñación y así ennoblecer los referentes, donde los hechos históricos son sometidos a una descripción lírica que los traslada a los espacios de sublimación estética: El Jueves Santo del 26 de marzo de 1812 la tierra se traga a los habitantes de Caracas. Estoy instalado en medio del tembladeral. El calor es sofocante. El aire huele a nuez moscabada. Son las cuatro y cinco de la tarde. De un cielo sin nubes comienzan a caer gordas gotas de agua. Un minuto más tarde, las gotas se hacen más continuas y menos fuertes. Todo el mundo mira hacia arriba, desconcertado por el cielo diáfano, por el sol que comienza a teñirse en partes de escarlata, como un ojo que sufre un derrame. Y entonces viene el primer temblor, que se cuela por nuestros zapatos y nos hace trepidar el cuerpo y el segundo, que nos sacude violentamente, como si quisiera caernos a bofetadas. Las campanas de las iglesias comienzan a sonar como los caireles de las arañas. La tierra se ensaña primero con lo más precario. Desfonda las casas de adobe. Luego le toca el turno a la madera. Comienza el crujido de las vigas y de los tabiques que sostienen las iglesias y los cuarteles. Y en medio de esa prosa poética surge el teatro de la desesperación: “No hay tinglado alguno a la vista para contener mi cuerpo. Siento que varias tramas se entrecruzan. Hay que improvisar desde la a hasta la zeta, y el resultado es un batiburrillo de géneros, desde la tragedia de Séneca hasta la ópera bufa. Nos llevará más de una década enderezar las cargas”. En esos momentos textuales se pronuncian frases que el mismo personaje reconoce que serán repetidas en el curso de la historia. Porque las frases que se impostan en la historia son LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 69 parte del guión teatral repetido incesantemente, porque: “La multitud necesita escenas, mitos y leyendas de gran contenido dramático, a fin de permanecer fiel a una causa. ¿Quién puede superar los episodios que dieron origen al cristianismo? Desde la última cena hasta el ascenso al Calvario no hay un solo acto redundante”. Desde allí se produce el desplazamiento del orden referencial, la magnificencia del discurso histórico se simplifica para intentar simplificar la vida en aras no del acontecimiento sino del sujeto histórico que se niega a que sea arrebatada su intimidad y mundo primordial; únicos lugares para el reposo y percepción de la libertad: A partir de ese momento me dediqué a simplificar mis proclamas, y a montar cada una de mis tragedias en tres actos. Si necesitaba acabar con un enemigo, el primer acto lo dedicaba a revelar al villano, el segundo al proceso legal, y el tercero a propinar un ejemplar escarmiento. Y en cuanto a las creencias, logré arrebatarle a la iglesia el patrimonio de las supersticiones. Primero Ricaurte, después Girardot, más tarde Ribas, se convirtieron en nuestros santos laicos, predestinados como estaban a muertes heroicas y a ser evocados por sus escasos y recordables atributos. La historia convertida en especie de ritual canoniza a los personajes y los lleva hacia los terrenos de la redención; donde héroe es sinónimo de mesías. Y dentro de esa caracterización surgen los infernales, los llamados realistas por la historia tradicional, a quienes la descripción de la escena narrativa da toda una vinculación con la espectacularidad y lo divino: Es difícil ver a Boves19 en esta mañana llanera. El sol, 19 Es menester indicar que la figura de Boves en la literatura está asociada a lo asombroso, sorprendente y extraordinario, figura sostenida por descripciones líricas que redundan en la hiperbolización del personaje y su acercamiento a los perfiles míticos. Ello ocurre en la emblemática novela del escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, Las Lanzas Coloradas, y Boves 70 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN como siempre, se ha alzado del lado de los Infernales, obcecándonos con su brillo, convirtiendo a nuestros soldados en perfectos blancos de sus mosquetes y de sus ballestas. El vaho que se alza de la tierra húmeda ondula el cuerpo de nuestros enemigos como si fueran espigas. En el centro se alzan las doradas togas de los obispos. En medio de ellos, la roja pelambre de Boves brilla como otra llamarada. Lo único que apacigua tanto fulgor es su verde casaca, y los tres estandartes que enarbolan sus escoltas: el primero negro, con unas canillas cruzadas y su calavera pintadas de blanco, el segundo encarnado, y el tercero con los colores de España. Ejércitos multicolores marchan sobre las llanuras venezolanas; ejércitos apocalípticos que conjuntan lo sagrado y lo divino como amalgama del poder; “Los Infernales se van acercando como en una procesión. Sobre sus lanzas enhiestas desfilan clavadas las imágenes de las vírgenes de Coromoto y de la Chiquinquirá. Las vírgenes que dizque nosotros quisimos profanar”. El llano es escenario inconmensurable que se traga las muertes y absorbe la sangre sin dejar rastros de ella: “Nuestros soldados van desplomándose a destiempo del humo que brota de los mosquetes enemigos. Otros caen sentados en el suelo, tratando de librarse de las flechas clavadas en el pecho o en los flancos. Boves siempre apunta teniendo el sol de su lado”. Paulatinamente se van multiplicando los personajes que reúnen las condiciones del asesino de Bolívar; “ojos claros, estatura mediana, y hablan con acento”. Porque la derrota convoca a todos los temores y acertijos para que sigan atormentando al personaje en medio de sus debilidades terrenas y espirituales. De allí el enigmático caso del teniente Vargas, su muerte inexplicable que en traslación revela que “hay maneras de matar a un enemigo sin dejar evidencia alguna. Y días después, topé con algo todavía más desconcertante: una crónica de El Independiente de Lima informaba de la muerte el urogallo de Francisco Herrera Luque. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 71 por inanición de un aristócrata dentro de su vivienda, aunque al lado suyo había una vasija de agua y un plato lleno de comida”. Formas de manifestación de la muerte a manera de superioridad que deshace destinos y tuerce intencionalidades. Pero también, la muerte y su resiliencia en los contextos ficcionales que otorgan condiciones enigmáticas y superan las simples consideraciones del fin biológico de un ser vivo. Esto es, la muerte y su capacidad de generar mundos posibles desde los umbrales de la ficción. 72 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LA NOVELA Y LA COEXISTENCIA DE LA HISTORIA HÍBRIDA A medida que transcurre la lectura de la novela podemos observar el sostenimiento de la angustia y el temor de Bolívar-personaje de morir asesinado, lo que corrobora la tesis patémica sobre el inamovible formato del héroe. Porque temer es de humanos, aún más, reflexionar es cuestionar y cuestionarse desde los espacios íntimos-vivenciales que develan la historia no contada pero perfectamente imaginada. Así que Bolívar personaje no solo teme a los pasquines que lo desacreditan y atentan contra su gloria, sino también a las imágenes híbridas que tienen el objetivo de desacralizar el mito y convertirlo en simple personaje pendenciero, cuya única virtud es participar en hechos bélicos y salir victorioso de ellos: De mi cabeza torcida, con ojos que lanzan rayos de maldad, han hecho brotar la cabeza de Manuela. Donde debería ir la boca han pintado un sexo femenino. Mis partidarios, a su vez, han usado duplicados del libro de cordel que compré en París para copiar la estampa del rey Capeto colgando de una horca. Los rasgos del desdichado rey han sido reemplazados por los de Santander, aunque algún idiota ha decidido también conservar la leyenda “Luis acicalándose en el aire”, arruinando todo el efecto. Así que contrastan los dibujos apócrifos con los lienzos trasformados en prototipos del héroe y la presencia del Bolívar histórico representado por el cuadro pintado por José Gil como catalizador de la historia textual: “El general Bolívar LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 73 pintado del natural por José Gil vuelve a alzar levemente las cejas desde el retrato que han puesto encima de la cómoda, y otra vez me aconseja que no arroje la primera piedra. ¿Acaso he olvidado que fui el primero en sembrar el caos cuando ordené disolver la Convención de Ocaña porque la mayoría de los diputados estaba en contra mía?” Y aquí surge la gran diferencia entre la historia escrita-establecida, y la historia que se escribe en la realidad textual; historias que presentan una disimilitud abismal que tiene el desencadenante fundamental dentro de la manifestación patémica: Entonces yo, desde mi lecho de muerte, le devuelvo al general Bolívar la desdeñosa mirada y le recuerdo que la patria está en peligro. Más en peligro que nunca. No debemos olvidar un solo momento que el origen de nuestra existencia es impuro, le recordé una y otra vez a Santander. Que todo lo que nos ha precedido está cubierto por la oscura sombra del crimen. Sin la palmeta de la santa madre iglesia, sin el rito de la confesión, sin un cura visitando los impuros pensamientos de los jóvenes, este país se desintegra. Surge entonces la oportunidad de cuestionar esa gran historia de uniforme, frac y levita, la historia disfrazada por tantas manos y criterios; remozada según los intereses que convergen sobre el mismo fin de la eternización de lo que nunca fue ni será: Además ¿cree ese incorruptible general Bolívar que me juzga desde el retrato de Gil que vendrán tiempos mejores cuando sea reemplazado por seres numerosos, con rostros relegados y artimañas canjeables, que se irán muriendo de las enfermedades que han ido moldeando sus cuerpos desde la infancia, arrastrando sus toses, sus úlceras, sus apopléticos rostros década tras década, hasta que un médico utilice algún remedio milagroso que los arroje a la sepultura? Indudablemente revela la reescritura de la historia que ha quedado detenida en los lienzos, la historia hecha desde el 74 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN presente y en profunda revisión del pasado. Revisión que tiene de intermediario al personaje capaz de reflexionar la historia. Al mismo tiempo de sentir miedo y declararse profundamente humano: Tengo miedo, no el miedo con olor a azufre, previo a la batalla, sino el miedo a la desprolija muerte que me aguarda a manos de tanto visionario. Manuela me ha traído la lista de los conspiradores. Son todos hijos de buena familia. (¿Cuándo podremos contar con conspiradores que sean hijos de mala familia?). La mayoría son poetas, declamadores de Séneca, admiradores de los regicidas franceses, pero ni uno solo es diestro en el manejo del puñal. Por cierto, no descuidarán sus mosquetes. Pero los usarán para reducir a la guardia. A mí me reservan el puñal, porque es el instrumento favorito para acabar con los tiranos. Hay gloria en alzar un puñal ensangrentado y gritar que así mueren los tiranos, pero ¿qué gloria aguarda a quienes apuntan con un mosquete? El puñal como elemento purificador y objeto de sacrificio para enmendar realidades; instrumento para sacrificar al tirano Bolívar y agradar a la diosa historia que se ve vilipendiada ante tanto desatino y traición. Donde puñal y lápiz asumen esas características de purificación, a través de Perú De Lacroix está la consideración sobre la escritura de la historia en la siguiente afirmación; “Si el Libertador escribiera la historia de Colombia”, agrega Perú de Lacroix en otra parte, “bien seguro estoy que sus opiniones no tendrían un carácter tan original ni tan verídico como el que brilla en todo lo que he recogido de él y contiene este Diario”. El diario escrito, aun cuando sea su intuición, no logra enmendar la historia transcurrida, y mucho menos, en la novela de Szichman cuando se trata de la agonía-reflexión del Bolívar-hombre que ha sido negado por la gran historia: “Y yo sigo estirando y encogiendo el texto de ese diario íntimo, sabiendo que Perú de Lacroix nada puede hacer para enmendarme la plana. Él está limitado por el diario que sigue mi derrotero, sin posibilidad LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 75 alguna de escapar, porque todas las páginas están cosidas con hebra de seda”. En interesante paradoja, es recontar la historia ya contada, tratar de escapar de ella sin percatarse que todo está escrito como especie de Oráculo de Delfos donde reescribir la historia es tener conciencia de la imposibilidad de escapar de ella: De todas maneras, no estoy muy seguro si acerté al elegirlo como mi cronista. Pese a su devoción hay una distancia que nunca he logrado acortar. Es imposible subyugar su necesidad de ser ecuánime. Puede excusar mis flaquezas y mis contradicciones, pero sólo después de inscribirlas en sus pliegos. Y lo peor es que cuando algo no lo entiende, pregunta. En vez de alardear, como buen francés, de que todo lo sabe, se las echa de modesto, hace que no entiende, y pregunta. Generalmente hace preguntas incómodas. Boves lo fascina y quiere saber qué diferencia hay entre su barbarie y nuestro “rigor en el trato al enemigo”, como califica nuestras patrióticas crueldades. Surge así la interesante figura del cronista, cronista del hombre. Y aquí caemos en cuenta del significado histórico del libro de Perú De Lacroix donde vive el hombre; este Bolívar- personaje que Mario Szichman se empeña en patentizar a través de su novela, el hombre conciente de su derrota y errores, del creyente en una historia que no fue la que construyeron alrededor de él: – ¿Quiere un consejo, don Luis? nunca consulte historias de pueblos famosos. Nada va a ganar leyendo a Tácito. Si quiere descubrir el poder desnudo, libre de las trampas de la retórica20, estudie la historia de pueblos desconocidos: nuestra 20 Estas trampas de la retórica son constantes acechanzas que desvirtúan los acontecimientos y los personajes: “Es imposible que algo tenga paralelo cuando es perpendicular en relación a Dios. Exactamente noventa y seis palabras. Podríamos eliminarle el genio de Bonaparte, que siempre 76 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN historia. Una historia que creamos, redactamos y rehacemos cada día con impunidad. ¿O cree que algún Guizot se va a tomar el trabajo de viajar hasta estas playas para confirmarla? Decenas de brutos con copiosos apellidos ocupan el centro de la escena, cometen barrabasadas, y son relevados por otros bárbaros con apellidos dispensados en alguna parroquia que perpetran barrabasadas peores. Obviamente se sostiene y mantiene el criterio que los vencedores escriben la historia entre aciertos y desaciertos, pero siempre enviando al vencido al foso del olvido; porque: “¿los buenos siempre terminan derrotando a los malos? Los buenos son la corrección tardía. Los buenos son la gente mala que llega al poder”. Porque los buenos de la historia son la corrección tardía según los criterios del escribiente, los emblemas del discurso del poder concretizado en historia. Y en esta oportunidad narrativa el discurso de Bolívar-personaje se hace aleccionador: “Lo digo con seguridad, lo digo como si me lo explicara a mí mismo por primera vez. Como si yo fuese uno de esos personajes de la antigüedad que necesitan informar a las generaciones futuras de todo detalle: desde los coturnos que calzan los actores en un anfiteatro hasta los broches que lucen las matronas en el cabello”. Personaje que cuando dice la cruda verdad, los demás creen que está desvariando, que sus verdades son delirios, cuando en realidad representan verdades encubiertas para denostar la historia otra como la traición en la guarnición de Puerto Cabello en 1812. Traducida en enemistad con Miranda, quien no lo ayuda cuando pide auxilio para conservar la plaza convoca a malos entendidos, la probidad de San Martín, porque resulta inoportuno acordarse de los pasaportes que vendió por gruesas sumas de dinero a los infelices españoles posteriormente embarcados en condiciones espantosas en la fragata Monteagudo, y la osadía de Túpac-Amaru (¿qué sentido tiene aludir a las castas?) y estamos ya en apenas ochenta y seis palabras. Bastantes para que puedan ser memorizadas en cualquier festividad escolar”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 77 militar. Lo que significa el debut militar del Libertador dentro de la historia, al mismo momento, la reescritura de la historia a través del discurso de la novela en la oportunidad para defenderse de las acusaciones de sus enemigos. Derrota que se produce mientras Miranda celebra con más de cien comensales el aniversario de la independencia: Poco después, seguramente a una precisa señal hecha entre bastidores, ingresa uno de los exploradores principales de Miranda para corroborar la toma de Puerto Cabello, añadiendo nuevos detalles para que todos sepan que el culpable de la caída de la primera república es el coronel Bolívar. ¡Qué manera tan ruin de enlodar mi reputación y librarse de su deber! ¡Y qué error estúpido! Porque tampoco conmigo se juega. El Bolívar-personaje tiene la posibilidad, a razón de ser omnisciente, de ‘acomodar’ la historia textual en relación con la historia cronológica: “Mientras voy narrando, elimino de un plumazo dieciséis años de historia, me engalano nuevamente con mis veintinueve años de edad, y me traslado hacia el año 1814, poco después de la derrota de La Puerta”. Además de reubicarse dentro de ella como si pudiese congelar las escenas y reacomodarse dentro de ellas. Por cierto, en las huidas de la guerra –de Boves- en medio de la oscuridad, el desatino y la soledad, surge el teatro como resplandor que proyecta: “–Es el teatro– me dice Cedeño. –Lo inauguraron el año pasado. Se especializa en zarzuelas”. Teatro que incorpora la guerra, la muerte y el baile como forma de perdonarle la vida a los condenados por parte de Boves: Cuando llegaron al teatro, todo flotaba en una semioscuridad. El candelero había sido arriado y yacía en el suelo. Algunas velas encendidas apenas si alcanzaban a iluminar un sector del centro de la sala. Las sillas formaban una espesa sombra en uno de los costados. Sobre el oscuro escenario una orquesta de cuatros, maracas y tamboriles comenzó a tocar una reiterada música de baile negro. Y las mujeres bailaron 78 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN con los carceleros de sus maridos, bailaron y bailaron, sin parar. Los únicos que se salvan del cuchillo de Boves son los músicos y los barberos en medio de un baile infructuoso de las mujeres porque los maridos ya han sido degollados: Las agotadas mujeres se fueron congregando silenciosas debajo del escenario. Boves pareció entonces recordar su promesa y ordenó a uno de sus hombres encender las velas del candelero y alzarlo. Y a medida que el godo iba jalando de la soga, se fue descorriendo la negrura que convertía a las sillas en parte de la pared. Las sillas fueron asumiendo sus tres dimensiones y sobre ellas otras sombras empezaron a adquirir volumen. Eran los degollados esposos de las mujeres. Y aquí Bolívar-personaje establece las diferencias entre patriotas y realistas: “-Creo que ahí está la gran diferencia entre Boves y nosotros– le digo a mi amanuense. –Nuestra crueldad siempre fue individual. Lo que transformó a Boves en un ser diabólico es que sus salvajadas eran como gigantescas camas redondas”. Aunque esa es una interpretación de nuestra parte, porque en la historia textual es el entrecruce de historias individuales y nombres propios los que intentan explicitar desde lo incomprensible; porque: En nuestra lucha por independizarnos de España hay tres etapas: la de la Patria Boba, la de la Reconquista, y la de la Disolución. La etapa de la Patria Boba está dominada por Boves. La Patria Boba es la patria de Boves. Él es un héroe de la Reconquista española. Nosotros jugamos a veces el papel de los moros, otras, el de los franceses, pero siempre somos los forasteros. Nuestros soldados son destrozados por mujeres y niños armados de hachas y de picas. Entonces no hay nacionalidad definitoria de la patria que se intenta construir en medio del caos de la guerra y las ambiciones personales. Porque todo se produce en el predecible escenario que cambia según sea el influjo meteorológico, lo que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 79 hace más sincrética la relación entre personaje, acontecimiento y locación narrativa: Es la época en que peleamos en el raso territorio de la perpetua huida. Tampoco hay tragedia alguna. Hay sangre, heridos, despenados de las maneras más horribles, pero no hay tragedia. La hacen imposible el cargante calor, esas planicies interminables, sin un árbol, sin un animal para fijar hitos. Es como si marcháramos siempre en el centro de un desvarío. Para cualquier lugar donde miro siempre veo lo mismo. Un mar verde, si estamos en la temporada de lluvias, o un mar ocre, en la época de la sequía. Lo único que altera el paisaje es la caballería de Boves pisándonos los talones con sus convulsas siluetas ubicadas en el filo del horizonte. Lo único cambiante es la mudanza de los seres humanos, quienes se mudan de la vida hacia la muerte; unos de manera vertiginosa, otros desde la cadencia narrativa al sostenerlos lenta y pausadamente: En ese paisaje inalterado sólo los seres humanos van mudando su apariencia. Primero se marchitan, luego pierden sus vestimentas, un poco después sus carnes, y finalmente caen al suelo como fragantes mangos maduros. Un mes más tarde, sólo sus blanqueadas osamentas servirán como hitos de nuestra fuga, junto con los restos del botín que irán descargando mis soldados. (Los astutos desdeñarán en la primera etapa los arreos más pesados. Los necios los acarrearán hasta quedar lastrados por ellos y a merced de cualquier pedrada). Los escenarios de la muerte responden a una tipología determinada; escenario desértico que parece contagiarse de la crueldad de la guerra para secar cuerpos y almas. La aridez geográfica intenta representar los cuerpos en su transmigración de la vida hacia la muerte: El tiempo está detenido en polvorientas sequías que preceden a lluvias interminables. Durante la temporada yerma, el polvo cubre nuestras ropas. El calor y la tierra arden en los 80 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ojos, como si emanaran de pilas de carbón encendido. Sólo en los pantanos hay agua: un agua tibia, lodosa, repleta de lombrices rojas. La única manera de no morirse de sed es hundir lienzos en ella, y chuparla. Y después viene la lluvia monótona y no tenemos modo de secar nuestros uniformes, que se van deshilachando y nos convierten en un embarrado ejército de espantapájaros. Cuando descabalgamos, las botas se deslizan en todas direcciones por el enfangado suelo. Pero ahí no terminan nuestras tribulaciones. Hay que vivaquear, encender precarios fuegos que al menor soplo se apagan, armar la tienda del cirujano donde entran los heridos apoyados en los hombros de sus compañeros y salen en camillas con sus brazos y piernas amputados y vendados, mientras en los carruajes se apilan sus despojos. Y para evitar el pánico que transforma a un ejército en una horda más dispuesta a matar a sus jefes que a sus enemigos, hay que llamar eternamente a formación. Seres errantes y fantasmales se mueven a lo largo de la historia desahuciada de tanto ser nombrada y manoseada en las interminables reescrituras que no nombran las penurias y las falsedades. Todo lo opacan con el hipócrita brillo de la victoria, donde: Las batallas son siempre imprecisas. Ese es el problema con la guerra de exterminio. No hay victoria ni derrota. Sólo cuando un ejército puede hacer una equivalencia entre muertos y cautivos empieza a tener una idea de todo lo que le falta alcanzar. Napoleón tuvo el primer indicio de su fracaso en Rusia cuando descubrió que la Grande Armée casi no había tomado prisioneros rusos en Borodino. Sin rendición en masa, no hay esperanzas de victoria. Y ese fue mi error durante la guerra a muerte. No podíamos calcular el número de presos, ni darles ilusiones a los godos de que la guerra podía concluir en nuestras cárceles, no en un camposanto, ofrecerles algo a cambio de su perverso, indoblegable orgullo heredado de ese rey que se sentó frente a una chimenea y LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 81 aceptó terribles quemaduras sin inmutarse antes que pedir ayuda a sus criados. La única circunstancia afortunada fue que el imperio español, en su destructiva grandeza, creyó que éramos inferiores. El balance patémico de la guerra de independencia se escribe bajo una historia diferente a la apegada a la cronología, los héroes y sus acciones inalcanzables. Y dentro de esas escenas narrativas se incluye la teatralización de la historia narrada a través de la estructuración de actos, que al mismo tiempo, es el desdoblamiento del Bolívar-personaje intentando recrear al Bolívar-histórico en su trance de la madrugada del 30 de julio de 1812: Si un autor tratase de describir la escena del incidente en la casa de Aduana de La Guaira, usaría un farol para iluminar al coronel Simón Bolívar, un hombre enjuto, de ojos negros y mirada límpida ensombrecida por una intensa melancolía, propia de los seres superiores. A medida que el coronel Bolívar recorre a pasos vivos una pequeña habitación, se encienden el resto de las luces. A su lado se encuentra el coronel Soublette, el edecán de Miranda, quien a fuerza de permitir al coronel Bolívar que le propine algunos arrumacos a su hermana, irá ascendiendo en nuestra jerarquía político-militar. Derecha, la del espectador. Y a medida que transcurre la propuesta de guión teatral, el Bolívar-personaje se incluye en la historia a ser representada, haciéndose parte del guión que se escribe; o más bien, que él escribe: Furioso por esa gratuita afrenta, nuestro héroe, el coronel Simón Bolívar, se hace presente y contempla al capitulador con límpida mirada. ¿Qué veo en él? Contemplo sus zarcillos de oro, esos aderezos de corsarios y barraganas que cuelgan de sus orejas, noto su desteñido batín de seda, la faja entre los pliegues del batín, su boca arrugada en un mohín de desprecio por la ausencia de dentadura, y descubro a un lamentable 82 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN viejo, que hiede mal. ¿Y qué ve Miranda en mí? Descubre a un hombre en la flor de su juventud, de nobles gestos, que dan evidencia de esa calma y decisión peculiar a aquellos acostumbrados a enfrentar el peligro desde la niñez. La conjunción de los planos narrativos otorga a la estructura narrativa la compleja proyección que homologa en la ficción a estos complejos personajes que solapadamente buscan su reivindicación a través de la certeza literaria. Mientras Bolívar solemnemente ofrece alternativas frente a la traición y capitulación de Miranda, éste desacraliza el momento ironizando sobre la redacción del documento –en verso, o en prosa- ofreciendo dos alternativas: suicidarse; “– ¿Honorable para quién, Bolívar? Supongamos que tengo suerte y que puedo suicidarme con esta pistola, aunque usted ignora las trapacerías que puede jugar una bala. Pues bien, todos podrán salvar su honor, todos excepto yo. Todos se escudarán en mi ignominia para cometer otras. Y no me gusta ese final, Bolívar. La república se perdió entre todos. Por lo tanto, es justo que todos carguen con el muerto”. Dentro de este marco narrativo, la historia es un teatro que repite parlamentos, “–Ah, eso lo explica todo. ¡Ojalá tuviese su suerte, Bolívar! ¿Cómo hizo para conseguirse tantos testigos que lo vieron recitar después del terremoto de Caracas “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”? Los testigos varían, pero no la frase. Eso ocurre en las obras de teatro, cuando hay un apuntador presente, no en la vida real”. Y dentro de esa escritura de frases paradigmáticas, los secretarios y los gacetilleros son elementos fundamentales para escribir la historia, y no solo para escribirla, sino que “son inmejorables a la hora de pasar la suciedad en limpio”. Frases que pueden ensalzar o condenar quedan en manos de los escribientes de la historia como los ejecutores finales de los espacios de representación. Gacetilleros e historiadores lindan en la delgada línea de verdugos o ensalzadores de los personajes históricos. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 83 Pero lo que si queda en evidencia es la pugna entre los dos personajes, la disputa por la gloria y la culpa entre Miranda y Bolívar, elemento central en esta novela y su homóloga: Los papeles de Miranda, textos dialógicos específicamente ubicados en los personajes y sus incidencias patémicas A usted le conviene que yo me suicide, para quedarse con la última palabra. Pues bien, coronel, no se lo voy a permitir. No voy a cederle el patrimonio de la gloria. Su victoria tendrá un sabor muy amargo. Hasta el fin de sus días su memoria estará manchada por lo que me hizo esta noche. Hay otros caminos además de la gloria en nuestro futuro panteón. Y panteón tendremos, puede estar seguro de eso: sólo se necesita llegar primero. El sacrificio es el camino que yo elijo. Además, es lo único que puede salpicar de lodo su pedestal. Pues pedestal tendrá, mi amigo. En nuestras tierras basta con ser hombre de a caballo. He decidido no ahorrarle nada, Bolívar. Desde ahora en adelante, usted queda encadenado a mi suerte. El contrapunteo verbal devela las mentiras como la madera multiplicada del navío L’Orient, y a medida que transcurre la discusión las luces se apocan como el espíritu de Bolívar, hasta que todo el brillo se convierte en tenue luz, siendo Miranda apresado e ignorado: Que pasará los últimos cuatro años de su vida en diferentes cárceles godas. Siempre mostrará optimismo sobre sus posibilidades de fuga. Montará pequeños teatros con las maderas de las cajas en que sus fieles amigos de Londres le enviarán libros, cartas escritas con tinta simpática, y monedas de oro que sus carceleros nunca le quitarán. Con boronas de pan y betún fabricará sus reyes, y los irá desplazando de un teatro de los acontecimientos a otro, de Francia a España, de España a América, tratando de imaginar desde las alturas, como un dios, lo que podría haber ocurrido si la realidad no se hubiera atravesado en su camino. 84 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y allí la historia se convierte en devenir errático que deambula por tiempos y espacios a manera del gran escenario del exilio de los acontecimientos y personajes; hecho más que justificador de la prospección narrativa de Szichman, para quien la historia es articulado para ficcionar; oportunidad para ‘acomodar’ tramas como si de un juego infantil se tratase: Comedia de equivocaciones. Tras la traición son traicionados por los godos, que desconocen las cláusulas de la capitulación. Los más afortunados logran huir, otros, como yo, obtienen su libertad gracias a los servicios prestados en la captura de Miranda (¿Quieren que me arrepienta de mi acto? No lo conseguirán. Miranda merecía su suerte). El resto acompañará al general Miranda en su cautiverio, o sufrirá algún escarmiento ejemplar. Esto es, un ciclorama, la proyección de la historia y su relación con la rueca que intermitentemente regresa a su punto inicial: “Lo único que da cuenta del estado del mundo es el ciclorama, como ese enorme fresco que vi en París. Uno se colocaba en el centro y la historia se escurría ante sus ojos, toda al mismo tiempo. Y cada uno tenía la posibilidad de elegir la época y el futuro que más le conformara”. Corroborándose el poder acomodaticio del discurso narrativo que reconstruye la historia desde el personaje y no en base al acontecimiento histórico inamovible. Así es posible la aparición de Páez como cuerpo enfermo antes de ser cuerpo heroico: – ¿Que por qué no puse a Páez en vereda cuando él fue el principal responsable de la destrucción de la Gran Colombia?– le pregunto a Perú de Lacroix. –Sí, eso es fácil de decir, e imposible de hacer. No hay manera de lidiar con un epiléptico. Hice más avances con el general godo Morillo que con Páez. Cada vez que trataba de apretarle las clavijas a Páez, allí le venía le petit mal, o le grand mal, y había que dejarlo hacer de las suyas. ¿Sabe a quién culpaba de la epilepsia? A un negro que lo convirtió en su esclavo cuando era peón de hacienda. Lo obligaba a lavarle los pies y a arrullarlo antes de dormir. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 85 Ahí, a fuerza de espanto, Páez aprendió a tocar el violín y el cuatro. Y por fin, el toque maestro: el negro le entregó un día un perro canijo, comido por las pulgas, con las orejas destrozadas, y le ordenó que lo cuidara. “El día que se me muera el perro, ese es tu último día sobre la tierra”. Los triunfos y victorias se convierten en fábulas e inventos para engañar al enemigo y a ellos mismos; balancear el discurso narrativo entre la historia y la ficción; o quizá, para retardar la llegada del final narrativo: Todos los méritos se los endilgué a Páez. Bueno, una narración de esa inexistente batalla fue incluida en el parte de guerra que Páez le hizo escribir a uno de sus bachilleres. Allí no falta nada: el enemigo superior en número, un negro fiel que se arroja a las aguas antes de rendir la bandera, el prócer aplastado por el caballo y rescatado por un escolta, y finalmente la carga con lanza en la que la guardia de caballería destroza a los realistas. Ahora tenemos veinticinco sobrevivientes de la imaginaria batalla de Guayabal a los que Páez les paga sus pensiones, veinticinco memoristas de la tribu esquilmando el erario público gracias a un heroísmo totalmente inventado. La historia no es lo que ocurre sino la que se cuenta; he allí su falsificación. La repetición de invenciones se transforma en verdad, o más bien, en certeza literaria como forma donde los imaginarios trasvasan la realidad acontecida. Ingresando el elemento individual-patémico que homologa enemigos y los héroes comparten arquetipos con los antihéroes; por ejemplo, para Bolívar-personaje, Páez encarna a Boves porque desde las manifestaciones del sujeto las fronteras diferenciadoras se borran y las únicas diferencias las acuñan los retratistas, quienes junto a los cronistas son los encargados de dar rostro a la historia: “¡Esa pasión de los cronistas por describir personajes! No hay retrato que pueda describir a una persona. En ocasiones, con suerte, algún defecto físico. El manco, el cojo, el tuerto. O, en nuestros llanos, cierto color del pelo. 86 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Páez es el catire, porque vaya a encontrar uno a otro tipo de pelo claro en esas regiones. Y en algunas de sus encarnaciones, Boves tiene el pelo colorado. Y pare de contar”. En definitiva todos los héroes son uno mismo, todos están circunscritos por las hazañas y la construcción de íconos épicos, son más metamorfosis de la palabra que de la acción, porque la palabra es la que construye la leyenda, y la leyenda es imaginario que rebasa toda racionalidad. De la misma forma la nueva racionalidad se instaura y se convencionaliza, siendo éste el proceso convencional de la historia donde la hiperbolización de los hechos se hace certeza y tradición por medio de la espectacularidad. No obstante, en la historia textual la guerra pierde solemnidad y en momentos se convierte en juego infantil de las escondidas, así lo hace Páez cuando Bolívar le envía una carta recriminándole su conducta: “Mi querido general: el Apure sería la habitación del vacío, el sepulcro de sus héroes sin mis servicios, sin mis peligros, sin las victorias que he ganado a fuerza de perseverancia y de penas sin fin. Usted, mi querido general, y los bravos de aquel ejército, no estarían mandando en Venezuela, y los puestos que la tiranía les habría asignado serían escarpias y no las coronas de gloria que ahora ciñen sus frentes”. Páez no es reconocido por su dote heroica sino por su remoquete de “destructor de la Gran Colombia:” El Páez sincrético del violín y la jauría de perros que lo rodea; ser que alcanza dimensiones absurdas en medio de los intentos por reproducir con el violín la canción de la india ciega. De esta forma cada héroe crea su espacio de simbolización para escribir su propia historia textual, por ello el agente dinámico que genera la significación en la narrativa de Mario Szichman es la combinatoria entre personaje y texto en complejo tamiz de historias encontradas y sostenidas por la figuración patémica de los personajes que se mueven en distintos escenarios. Tal y como lo prepara Bolívar-personaje para el encuentro con el general San Martín: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 87 Años de desbaratar conjuras políticas me enseñaron a concentrarme exclusivamente en la trama de la obra y a fascinar a mis interlocutores con los complicados juegos de luces del escenario. Por eso, antes de mi entrevista con San Martín, ordené colgar elaborados candelabros del escenario o asegurarlos a las paredes. Hileras de candiles montados sobre tablones y recubiertos de vidrios coloreados, fueron alzadas con ayuda de poleas para dar “ambiente” al espectáculo. Y el olor a sebo fue disimulado con mirra. Los pensamientos se convierten en guión a ser ejecutado, y la puesta en escena permite el ingreso de un nuevo narrador21 que va describiendo los actores y su ubicación en el escenario. Narrador que llega a describir “al general Simón Bolívar, un hombre frágil, de ojos negros y mirada límpida ensombrecida por una intensa melancolía, propia de los seres superiores. Como un tigre enjaulado, el general Bolívar recorre a paso vivo la habitación”. Estos relevos discursivos imprimen a la novela el ocurrente dinamismo que conduce a incorporar decididamente al lector a manera de espectador22. Porque desde la narración se ubica panópticamente al lector dentro de un público que está dentro de la novela: “Derecha, la del espectador”, así el público es incorporado a la acción teatral: “Pausa. El escenario queda a oscuras. Bolívar se adelanta al proscenio. Un foco lo ilumina de la cintura hacia arriba. Dirigiéndose a los espectadores”. Porque toda esta narrativa es el constante ubicarse dentro del incómodo discurso narrativo que intenta infructuosamente ‘acomodarse’ al sincretismo actoral que propende a cada guión personal. Elemento que queda completamente evidenciado en este parlamento del personaje Bolívar: “Pero al menos en la 21 Para luego volver a la modalidad de narrador en primera persona. 22 En toda la narrativa de Szichman existe el elemento conminatorio hacia el lector como espectador: En la novela Eros y la doncella, lo hace explícitamente: “Imagine el lector a dos actores desnudos en una alcoba rodeada de espejos sobre una cama reclinada en un ángulo”. 88 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN intimidad de su casa cualquier ser humano puede hacer cosas sin explicarle a nadie, aparte de la mujer que comparte su cama. Es diferente con los reyes. Cuando la sucesión en el gobierno depende de las joyas de la corona, no hay más partes privadas”. Los héroes se hacen vulnerables e intentan darle explicación a su vida narrativa, al rol histórico-actancial que les ha tocado desempeñar: “Recordamos con nostalgia nuestros pasados, los proyectos que teníamos de no haberse cruzado en nuestra historia ese secretario de la Razón Universal llamado Napoleón Bonaparte, y mencionamos los sueños falaces que guardamos para el futuro”. Lo que indica que la historia pareciera girar en torno a un mismo punto, porque “la historia nunca transcurre como en las novelas”, lo que confirma la predestinación trágica que comporta la trama textual para los personajes; seres de la orfandad y la desnudez histórica. Así lo podemos observar en el capítulo pesadilla, cuando el personaje-narrador queda descarnadamente desnudo frente a la intemperie de la historia, coincidiendo siempre el pasado como la única certeza del hombre en la vida, más aún, en la historia: El único avance posible es marchar hacia el pasado, pues hacia el futuro hay sólo un paisaje de ruinas que avanzan hacia su disolución. La única mutación es la de la piedra y la madera siendo estranguladas por la vegetación y retornando a la tierra, la del metal cubriéndose de orines. Cada paso hacia el futuro acentúa aún más la decadencia, la nostalgia por todo lo que perdimos. Seguiremos arando en el mar mientras el peso de la ley sea menor que el lastre de nuestras insignias, mientras nuestros próceres perduren más que nuestras instituciones, mientras dediquemos el mármol para preservar sus perfiles, y autoricemos que nuestras constituciones, a poco de ser sancionadas, comiencen a exhibir preámbulos con los dedos cortados, el cáncer de la piedra en sus incisos, sus narices rotas en toda ley obsoleta aún antes de ser ratificada. Enfocados en la anterior premisa, el futuro siempre LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 89 significará las ruinas de la historia y su disolución en la exterioridad, porque la historia desde el futuro es el espacio anquilosado en su propia circularidad. Al transcurrir la historia todo se irá diluyendo en medio de la formalidad de las nominaciones como única forma de conservarse a través de los bronces y las designaciones: Todos nuestros nombres servirán para bautizar el nombre de una plaza, de un cuartel, de una academia, sin importar lo viles que fuimos, o nuestra tendencia a considerar el erario público una extensión de los cordones de nuestras bolsas. Habrá sutilezas, no lo niego. Los caminos de mis rivales no desembocarán en bulevares; tal vez algunos de ellos derivarán en quebradas donde la gente arroja sus desperdicios. Tal vez la academia militar que ostentará el nombre de Arismendi quedará en un pueblo perdido de la isla Margarita, a medio camino entre Pampatar y Juan Griego, y en cambio por la alameda destinada a Urdaneta, que cometió tantos o más desaguisados que Arismendi, pero siempre me fue fiel, desfilarán diariamente miles de peregrinos, que repetirán distraídamente su apellido sin conocer una sola de sus marramuncias. Pero esas son venganzas que las generaciones futuras no tomarán en cuenta. Y dentro de este aspecto surge un elemento realmente importante al autodenominarse “Somos la generación de la maleza. La Gran Colombia pronto quedará cubierta de maleza. Y mis constituciones, y mi proyecto del Congreso Anfictiónico de Panamá, todo quedará cubierto de maleza. Sólo perseverarán los bordes que trazó España, los odios regionales que recopilamos mientras fuimos gobernados por España”. Surge el elemento telúrico fundacional que en el caso de Venezuela se extravió con la llegada de los europeos. Y esa maleza no dejará ver la otra vegetación del cromatismo y colorido que pudiera crecer y embellecer el continuo histórico: “Cuando volvamos a sembrar la tierra, la maleza nos indicará el trazado de los cultivos que heredamos de los 90 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN godos. Toda innovación quedará enterrada por la maleza. Y lo nuevo que surja será siempre un claro en la maleza, y estará propiciado por el dinero proveniente de Londres o de París, o de cualquier otra ciudad que quiera arrebatarles las malezas a los godos”. Evidenciando de esta manera una especie de maldición heredada23 de los godos que no dejará florecer la historia, historia de lo trágico y la desesperación. Y allí surge el vaticinio más visto del presente al pasado, que del pasado al futuro: Como en nuestros países el lujo no fue un resultado de la industria, sino que la precedió, la destrucción sucesiva mantendrá nuestra pobreza. La falta de personas industriosas ávidas por reconstruir, por engrasar la mano de funcionarios a fin de obtener concesiones, hará que nuestro futuro sea un eterno altercado entre quienes desean dejar brotar la maleza y quienes quieren abrir un claro en ella. Tras unos años de prosperidad y de la disipación de nuestras riquezas, retornará la maleza. Los que nos sucedan tendrán que hacer como los cruzados, construir encima de los escombros y usar los techos como cimientos. Y cubrir todas las rendijas para impedir el avance de la maleza. En estos momentos narrativos la prosa se hace profundamente lírica-reflexiva para mostrar un acercamiento desde la visión del autor, y en la voz del personaje, puede hacer el balance de tiempos y espacios; reconocerse derrotado, o más bien reconocer, la historia a manera de continua derrota de los pueblos. Ello se evidencia en la lacónica expresión de Bolívar-Personaje cuando resume su acción en medio de un laberinto: “... Avanzo hacia el pasado con la misma incertidumbre con que he avanzado hacia el futuro, por senderos bifurcados, tropezando a cada rato con callejones sin salida, desandando no sólo mis pasos, sino los pasos que me condujeron a encrucijadas”. Las certezas han conculcado la 23 Pareciera aquí encajar perfectamente la leyenda sobre el Tirano Aguirre. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 91 historia y anhelos del personaje que en su vida narrativa tiene oportunidad de inventariar los acontecimientos en torno a la historia y a sí mismo. Por ello es un personaje –como todos los de Mario Szichman- que escribe y reescribe su historia a través de escribir y tachar; tachar y enmendar: “Comienzo a transitar los caminos del fracaso, la senda en la que ya enfrenté infortunios, siempre como si hubiera sido la primera vez, aceptando los desafíos con la misma mezcla de desdén y de ignorancia. Pero además, con la ventaja del borrón y cuenta nueva”. Y en ese inventario reconoce la corporalidad como el escenario para transmutarse, incorporarse y metamorfosearse en mudanza de máscaras y disfraces: Voy reasumiendo los cuerpos que he ido transformando o abandonando en estos años, del mismo modo en que la víbora muda de piel. Recupero los contornos que mi cuerpo fue diseminando, y que otros aprovecharán para cuajarlos en estatuas. Me alejo de esta quinta de San Pedro Alejandrino para desandar mi vida, pero he perdido la perspectiva, las tres dimensiones, la visión de conjunto. Estoy de nuevo en el ciclorama que una vez observé en París. Es un enorme fresco que comienza con el primer día de la creación, pero que concluye, curiosamente, no con el triunfo de Napoleón en Marengo, tal como en el ciclorama original, sino con mi cuerpo visto de espaldas, apoyando mis manos en la barra de una cubierta de barco. (No tengo dificultades con esa imagen pues tres de mis enemigos me han descripto de espaldas. Un dizque oficial anónimo inglés asegura, inclusive, que yo usaba culotes). Pero allí no concluye el ciclorama. Mi cuerpo en el barco se fusiona con mi primer día de vida. Me coloco en el centro y la historia se escurre ante mis ojos, toda al mismo tiempo. Pero no puedo apartarme de ella, aunque sí elegir la época y el pasado que más me agrade. Es como si escrutara las hojas de un libro. Algunas de ellas apenas merecen un vistazo. En otras, me cebo como si en eso se me fuera la vida. 92 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN E irremediablemente se da cuenta, o por primera vez en el presente narrativo, tiene conciencia que la historia le es esquiva y transita por caminos signados por la oscuridad y la ajenidad: Con cada ojeada, las imágenes se hacen más confusas. Pero a diferencia del ciclorama que vi en París, estoy marchando con anteojeras. No, me corrijo: no son anteojeras. Es que estoy viajando de noche, atravesando un túnel creado por las ramas entrecruzadas de los árboles. Trato de ubicarme en ese paisaje, inferirlo por sus detalles, como una dentadura se deduce en el trozo de comida que ha desgajado. Sólo una linterna sorda precede y deja atrás mis pasos. La linterna me permite dar tres dimensiones a fugaces rostros. Pero si bien veo el rostro, el resto del cuerpo parece birlado. Ahora recuerdo: no estoy viajando, estoy huyendo. Tropezando y eludiendo emboscadas, apartándome de los peligros. Y en esta perpetua huida, la vista es menos importante que el tacto y el olfato. La oscuridad opaca la luz de la gloria y la refulgencia de las armas. Mientras que la ajenidad lo ubica en medio de la nada, donde el único camino conduce a la muerte, único puerto seguro para un héroe: “Voy avanzando hacia las numerosas muertes que me eludirán. Voy buscando la daga que no atinará a seccionar mi garganta y la bala de arcabuz que rehusará alojarse en mi pecho. Marcho, a pasos de ciego, hacia la única muerte que a todos nos aguarda: la muerte imprevisible”. La muerte embosca como a Sucre, rompe la causalidad y atemporaliza los cuerpos que se suceden y reproducen de padres a hijos; de héroes a antihéroes como Miranda se mantiene vivo en el relato a través de sus hijos y lisonjas; vivo más allá de los rasgos fisonómicos o ademanes; vivo en el odio y desprecio de Bolívar-personaje, en quien equivocadamente consideró su mentor político. La consecuencialidad narrativa lleva a la formulación histórica que se repite entre el desgano, las apariencias y los chismes de la alta sociedad sobre la vida íntima del Libertador LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 93 y su barragana. Lo que nos devela el acercamiento a la historia apócrifa a manera de confesión que nunca sobrevivirá a las ediciones acrisoladas, y que la historia oficial-conmemorativa tratará siempre de silenciar con el ruido de las batallas y refulgencias gloriosas. La historia de los cuerpos que a modo de periferia es condenada al olvido porque no permite trascender a los bronces; así como el duelo que sostiene el coronel Miranda -hijo- en defensa del honor de Manuelita: Ese absurdo gesto de Miranda podría haber ingresado en nuestras leyendas. Estaban ahí todos los ingredientes: su nobleza al defender el honor de Manuela, su devoción hacia mi persona, que cancelaba la trastada que le había hecho a su padre. Pero no pudo ser. Había algo del carácter de Francisco de Miranda que lastraba a su hijo. Poco después, el mozalbete alardeó ante algunos compañeros de borrachera que su fama de poseer una infalible puntería consistía en disparar contra un muro, y luego trazar círculos de tiza en torno a cada bala incrustada. Y tras huir Miranda Andrews de la ciudad, se descubrió que el caño de la pistola de Stewart había sido alterado por un armero. En cierto modo, fue bueno que el hijo del traidor Miranda desapareciera de la historia patria dejando un tenue rastro. Es curioso que no siempre los elegidos, o los más dotados, sean los más capaces de desatinados gestos. Si el hijo de Miranda hubiera estado a mi vera diez años antes, podría haber ingresado en mi panteón personal con Girardot y Ricaurte, sin importar sus tracalerías. Ahora, concluye como una magra nota al pie. Es la forma de mantenerse a la diestra de la diosa historia y su reino de perpetuidad, y en esa marcha inexorable hacia el pasado que hace Bolívar-personaje, no solo se advienen diferentes cuerpos, sino que intenta recuperar los textos mutilados por los panegiristas, lo que indica que la mutilación como recurso estilístico no solo alcanza a los cuerpos, sino también los textos son mutilados, la historia es mutilada; siendo cuerpos informes que no representan la autenticidad 94 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN del enunciante, sino la farsa enunciativa para condenarlo: “Reviso las distintas versiones de una historia. ¿Ven estas partes en negrita? Son las que suprimió un editor posterior porque me dejaban mal parado, o porque contradecían otros fragmentos del relato. Un ejemplo: le conté a Perú de Lacroix de mi incursión en un burdel de París, cuando me acusaron de ser un griego pederasta”. El destino irremediable va apareciendo en el discurso narrativo y la novela es oportunidad para confesar sus más enconados anhelos y sentidas frustraciones, el recordar dentro del presente narrativo se transfigura en confesión ante él mismo, la historia y los lectores contemporáneos que son la clara intención a incorporar por parte del autor: Ha llegado la época en que debo despedirme del mundo, y empiezo a encontrar seres que cargan veinte o treinta años más sobre sus hombros. Recojo sus huidizas presencias en diversas partes del camino. Algunos han envejecido de manera horrible. Otros son como sus propios padres y han madurado de manera más afable, con profundas líneas acentuando sus rasgos, y el gris reemplazando sus empolvadas cabelleras. Tropiezo también con gente aún joven, y la veo como podría verla dentro de veinte años, si no fuera porque ya la muerte está tocando a mi puerta. En cierta ocasión detengo mi memoria en Tumaco, camino a Pasto, y comienzo a conversar con una vieja. Y de repente tengo la desagradable sensación de que Manuela está detrás de los ojos de la vieja, desafiándome con su sonrisa. La vieja me mira desde su máscara, sonríe con los juveniles ojos de Manuela, y enciende un tabaco usando los desenfadados gestos de mi amable loca. La cercanía con la muerte supone ‘ver’ pasar la vida a modo de escenas cinematográficas que siguen mostrando la historia desde los confines de la intimidad, ya que la muerte actúa a razón de elemento sensibilizante: Hay también quienes han sido segados por la muerte en la flor LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 95 de la juventud, y tropiezo con ellos más de una vez, pero es sólo en el último encuentro cuando descubro en ellos –digamos Ribas, o Ricaurte, o Girardot– algo trunco, ya sea un gesto que no alcanzó a prosperar, una pretensión descabellada, o la elección de un atajo que preanunciaba su perdición. La muerte anidaba precoz en todos ellos antes de que los alcanzara. Surgía desde adentro, aguardando la ocasión para coincidir con la infalible muerte que merodeaba desde afuera. Pero no solo es la muerte física, sino que la ingratitud es otra forma de morir; una muerte pequeña que va dejando imborrables huellas en el espíritu del atormentado héroe; lo que nos lleva a pensar en las ‘muchas’ muertes de Bolívar- personaje en medio de la historia cargada de desdichas: “Pero nadie se muere en las vísperas. Los jefes de esta guerra civil disfrazada de guerra de emancipación están condenados a la ingratitud”. Además de morir en la multiplicación de cuerpos y desdoblamientos a que es sometido el héroe en su conversión en antihéroe que tiene como pecado inocultable patemizar su historia: Me voy acoplando a los cuerpos que he ido desechando como comparsas cuando mis victorias intentaban ser emuladas. Recojo los sombreros a la Bolívar que mi fama ha desperdigado entre las coquetas parisinas, los sables corvos que se han reproducido en los cintos de mis generales, los perfiles que imitan mis rivales en sus monedas de curso legal, en platos y en tazas de café. Como esos aborígenes que se arman de valor usando las pieles de temibles animales, todos los que han crecido a mi sombra han usurpado mis ropas, mis gestos, mis utensilios, para reclamar una parte de mi herencia. Bueno, pues sepan todos ellos que se van a quedar con los crespos hechos. El cuerpo glorioso original deriva infinitamente diluyéndose en sus copias, y si recordamos, para Mario Szichman las copias tienen más valor que los originales porque los superan en perfección. Y ello está profusamente 96 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN documentado en la novela Los Judíos del mar dulce. Además que toda historia es la sucesión de copias del original que se extravió en su autenticidad, se traduce en la implosión de fragmentos que nunca encontrarán su centro unificante: “Comienzo a transitar por años que es imposible amarrar a otros años para que sean trascendentales”. Cada suceso brilla solitario, sin antecedente o consecuente, sin la amalgama requerida para plasmar una configuración. El Bolívar-personaje se encuentra en medio de la atomización de los acontecimientos, por lo que la escritura de la novela se transforma en intento por unir los fragmentos implosionados, lo que lleva a concurrir en un viaje entre lo andado y desandado; entre lo conocido y desconocido que es imposible atar a un ciclo concéntrico: Voy marchando hacia el encuentro con mi no existencia y es como si avanzara hacia el mañana. Lo olvidado es tan peligroso como lo desconocido. Tropiezo con mi pasado como lo hice la primera vez en que marchaba hacia el futuro. Voy desandando mis años flanqueado de sombras, siguiendo un túnel abovedado de hojas. Las ramas me van amenazando a cada paso que avanzo y se apartan en el último instante. A cada momento voy acechando la próxima emboscada de la cual me libraré, los encuentros fortuitos que torcieron mi vida de manera decisiva. Entonces el discurso se hace apocalíptico donde las formas se recomponen y regresan con una limpidez increíble que hace del relato oportunidad insalvable para volver a transitar entre la vida y la muerte: Veo cómo los cadáveres totalmente desfigurados por el fuego van recuperando sus facciones. La carne que estalló soltando su aroma y su jugo se cierra, se hace tersa o picada de viruelas, o se galardona con heridas cada vez más recientes. Los cuerpos son alejados de las hogueras por las mismas manos que antes los arrojaron a ellas, y son devueltos a la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 97 tierra, donde descansan en paz hasta que un soplo de vida les permite recuperar la torpeza de sus movimientos, y el temor de la cercana muerte que está por llevárselos. Además de imponerse lo denodadamente espiritual frente al discurso histórico, la introducción de frases del Bolívar-histórico hacen que el presente narrativo cobre mayor vitalidad dentro de la referencialidad textual, por ejemplo, “Soy un hombre de las dificultades” para potenciar la azarosa vida que se esconde tras los velos históricos, y que indudablemente son revelados por la historia textual de la novela que cuestiona a la ‘gran’ historia como la mayor dificultad que debe sortear el personaje, porque: “Marchamos hacia la impunidad, usando el mismo desparpajo con que antes avanzábamos hacia nuestros enemigos, sin dar ni pedir cuartel”. Y bajo estas admoniciones reflexivas la vida civil –como en realidad lo fue- es la condena del Libertador que refugiado en la guerra y la muerte pudo sobrevivir el paso del tiempo. El Bolívar-personaje le teme más a la paz que a la guerra24: “Pero aún más que a todo eso temo a la retórica. Es lo que terminará por hundir a nuestras repúblicas. Es la ponzoña que combina el servilismo cuando estoy de cuerpo presente con los gritos de “¡Muera el tirano!” apenas le doy la espalda a alguna de mis repúblicas aéreas”. En tal caso la retórica es el arma que desmonta argumentos y desacraliza mitos, la palabra emponzoñada que desde las altas tribunas y oratorios ensalza y destruye, y desde la periferia, permite asaltar los centros de poder –pienso en Simón Rodríguez- y proponer desde la ciudadanía sensible otras posibilidades de interpretación de las naciones. Este acercamiento estético permite que dentro de la novela las apariencias históricas se hagan certezas textuales y develen las dificultades como principal elemento de estructuración temática; brindando voz y oportunidad al personaje para que 24 Siempre el Bolívar-histórico temió deshacerse del uniforme y salir del círculo de la guerra; para él, la vida civil significó su muerte en la concreción de ciudadanías forjadas en base al artificio y la especulación. 98 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN cuestione la historia que lo endiosa: “Este es el hilo conductor de mi vida: el equívoco, y la ira engendrada por el equívoco. Desgraciados incidentes que no busqué, y que dan apariencia de verdad a muchas de las acusaciones de mis enemigos. ¿Cómo desentrañar acciones que pueden significar al mismo tiempo dos cosas opuestas?” Pero no solo Bolívar-personaje corre con esa suerte, sino que todos los héroes están marcados por el mismo destino compartiendo la afinidad trágica y de desolación: Comienzo a caminar dentro de la piel de Miranda. Rostros imposibles de recordar me empujan de un lado a otro, me tironean de la ropa. No hay nada que me separe de los forcejeos de la turba, de sus escupitajos. La tristeza desciende sobre mi rostro, como si una nube bloqueara la luz del sol, y luego se aloja en el estómago. Todo está perdido. Y no se trata de una frase hecha. Todo está perdido. Echaría a correr si no fuera por el cansancio y porque eso alentaría el bochinche. Nada despierta más las ganas de matar que ver la espalda de un enemigo cuando se aleja. En el futuro –porque tendré futuro– me aguardan escenas de la degollina de godos exacerbada por aquellos que decidieron poner pies en polvorosa. Lo único que me salva es mi falta de resignación, mi convencimiento absoluto de que hice bien en arrestar a Miranda. Y como veremos en el próximo capítulo, en la novela Los papeles de Miranda, Miranda camina dentro del cuerpo de Bolívar y se produce una especie de contestación actancial para establecer un complejo dialogismo a través de cuerpos que conjuntan el pasado nada glorioso y heroico: “Por una parte soy yo, y por la otra, el hombre que marcha al patíbulo”. En el cual, avanzar hacia el pasado es la verdadera escritura de la historia ficcional, oportunidad para rehacer acontecimientos y crear espacios de reflexión; Y así avanzo hacia el pasado. Con nervioso trazo voy haciendo desaparecer del papel las frases del decreto de guerra a muerte. Criollos, canarios y el resto de los españoles vuelven a formar LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 99 parte de una gran familia. A medida que voy retrocediendo en el tiempo, mi vida va abandonando su fase pública. Con cada día en que disminuye mi experiencia, se acrecientan mis deseos de intimidad, de romance. Esa insoportable farsa lacrimosa que es La Nouvelle Heloise se adueña de mi corazón hasta convertirse en mi libro de cabecera. Avanza simbólicamente a medida que la historia textual se escribe, la escritura es recorrido que trata de recuperar la historia personal en función del sentimiento y el romance, de la manifestación del cuerpo sensible: “Meses antes, quedo prendado de la sinceridad del autor. Hay todavía manchones en algunas de las páginas de la novela, que informan de mis lágrimas derramadas durante lánguidos atardeceres”. Importante hallazgo que hacemos en este aspecto al producirse el reconocimiento explícito del personaje como autor de su vida novelada. No obstante, surge una interrogante retórica que enriquece el cercamiento analítico: ¿Quién escribe?, ¿quién construye esta novela?, quedando la certeza sobre la conciencia y sentido de pertenencia de los personajes a la historia textual que no le es ajena, ni su escritura extraña. Así que se trata de buscar todos los cobijos posibles frente a la intemperie de la historia, pero solo encuentran sombras donde guarnecerse, sombras que intentan proyectar los sombríos personajes: Mis sentimientos hacia Miranda van cambiando a medida que transcurren los días precedentes. De la divulgación de los términos de la vergonzosa capitulación ante los godos pasamos a los rumores, cada vez más debilitados, hasta llegar a la inocencia total. De la traición marcho hacia la sospecha, la ligera duda, la confianza absoluta en ese héroe que ha traído a América la antorcha de la libertad. A vuela pluma, con nervioso trazo, voy haciendo desaparecer del papel las frases de las cartas que escribí a Miranda en uno de los momentos 100 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN más sombríos de mi vida. El odio furioso es reemplazado por la admiración más sumisa. El lastre profundo que se había desunido de mi alma al entregar a Miranda a los españoles por inepto y traidor, vuelve a abrumarme con su peso, pues ahora no me siento a la altura de su preclara virtud. ¿Cómo expresar de manera adecuada mi veneración por ese glorioso general de la Revolución Francesa? Pero Miranda rehúye mis lisonjas y escucha con vacante sonrisa o con petulancia los elogios que le prodigo durante los banquetes. Nunca responde a mis alabanzas. Avanzo para protegerme bajo su sombra augusta, como me cobijaré antes bajo la sombra de Napoleón. Al término de la historia, en vez de avanzar retrocede vertiginosamente para autorreconocerse en la sucesión del tiempo invertido y reflexionar sobre las máscaras superpuestas que conforman su identidad narrativa: ¿Por qué no puedo doblegar a esos políticos o intelectuales a fuerza de sonrisas y zalemas? ¿Será que me resisto a aceptar con humildad sus banalidades? Nunca he podido hacer coincidir en mis sonrisas la boca con mis ojos. Siempre he mirado a mis interlocutores con dureza, aunque la mayoría de las veces he optado por contemplar el suelo o las paredes, despertando así una inexorable hostilidad. ¿Qué puedo hacer si mi rostro es una máscara detrás de una máscara? En el ocaso narrativo todo fluye hacia lo inconmensurable y primigenio; lo abandonan sus sombras como devolviéndolo al lugar originario donde lo espera la universalidad de la gloria y la honra: La impresionante sombra de Napoleón se va alejando de mi cuerpo, tras observar su coronación en París, en la catedral de Notre Dame. Poco a poco, su figura va perdiendo los rasgos que me han arrobado, mientras él va degradando su carrera, pasando de general de los ejércitos de la república a coronel de artillería, a capitán, a alférez, a orgulloso adolescente proveniente de Córcega, del que todos se burlan porque no LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 101 sabe hablar el francés. Y esas sombras son los cuerpos incorporados como pieles y máscaras que han permitido deambular en medio de la historia textual dentro de la multiplicidad actancial representada por un mismo personaje. De esta manera, y con la desincorporación de las sombras de su cuerpo se manifiesta la concreción de la muerte del ser que ha vivido tras la máscara del héroe; la muerte del sujeto y simple mortal que se distrajo en los cantos de la inmortalidad: Desde esta libertad donde la ley ya no me alcanza voy acometiendo esa otra muerte de la cual he estado huyendo todos estos años. Porque, como suele ocurrir con los sueños, yo soy único testigo de esa muerte ¿verdadera, falsa? Pero ¿cómo puedo ser mi propio testigo cuando ignoro donde concluye la realidad y comienza la pesadilla? Es el único momento de mi vida en que no encuentro otro juez que mis propios recuerdos. ¿Hay alguna manera de decir si esa muerte realmente ocurrió? ¿Es la vacilación, el acometer el recuerdo por otro lado, la evidencia del crimen? ¿Son los atajos de mi memoria, la necesidad de llegar a ese momento ignorando otros episodios, la única forma de verificar su certeza? Pienso a los saltos, pienso anulando artículos y conjunciones, y tropiezo con el calor de esa tarde de mi infancia. Evidencia del cuerpo donde las heridas no sanan y se restituyen como en los sueños, porque son cicatrices del alma que comienzan a aflorar irremediablemente: “Me alejo. Antes de tropezar con la pesada losa del sol, limpio mi puñal en yuyos que desprendo de la tierra. En el apresuramiento por librarme de la sangre atravieso mi palma derecha con el filo del puñal. Pero cuando me alejo, la herida no se cierra, como en los sueños, sino que va progresando hacia la cicatriz que siempre atribuí a otra causa”. La vida es sucesión de antepasados, mientras que la historia es la consecuente proyección de los antepasados; así que la memoria juega un papel fundamental en esta narrativa, ya que puede volverse paradigma, estigma o 102 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN agente de liberación para el personaje: Mi vida se mezcla con la vida de mis antepasados en esta tierra, con sus monumentos y fincas. Todo lo que atravesó mis dominios circuló primero por mi sangre. La Capitanía General de Venezuela es una extensión de mi cuerpo, una versión agrandada de mis habitaciones. No hay necesidad de apearse de la historia para explorar nuestras crónicas. Lo que está al margen de los Bolívar está obliterado por la historia. Cada segmento de terreno que perdemos es un trozo que pierde la patria. En los antepasados está la nobleza o el deshonor, porque no existe gloria prefabricada, así que “No hacen falta los ejemplos de la historia para cebarnos en la carne de nuestros enemigos. Basta apelar a la crónica de nuestros antepasados, que repetimos para la memoria futura en nuestros tapices y óleos, que evocamos en nuestra vajilla, en desgastados bajorrelieves, en cuentos de brujas y aparecidos”. La verdadera historia reside en la crónica, aún más, en la fabulación a manera de posibilitad para reconstruir la historia, la verdadera historia que se cuenta y pasa de generación en generación desde las esferas de lo íntimo: “En mi hogar se repetían esas historias que tenían nombre y apellido y rostros reconocibles mirando desde retratos apilados y pudriéndose en los sótanos, junto con las conservas que nunca necesitamos consumir. Las historias iban pasando de generación en generación casi sin modificaciones, aguardando el momento de recobrar vigencia”. Dentro de ese viaje retrospectivo se encuentra con el oprobioso secreto que es mezcla de incertidumbre e inocencia. Es la forma de concretar historias y establecer vínculos textuales para llegar perentoriamente a dilucidar el destino de la historia textual: Tropiezo con recuerdos cuya autenticidad está corroborada por la intacta vergüenza que siento al mencionarlos. Paso por un costado de la primera muerte que infligí, aunque no deseo LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 103 mencionarla ni para mí mismo. Quedo paralizado en mis siete años, y hay una pesada piedra en el suelo, y en la piedra hay mechones de cabello ensangrentados, y cerca hay como un bulto negro, inmóvil, más pequeño que yo. No entiendo por qué no se mueve. No entiendo por qué alguien me aparta de ese bulto. ¿Será mi madre? Pero mi madre no es de esas mujeres que están cerca cuando uno las necesita. Esa persona que me aparta del bulto no tiene el olor de mi madre. Lo cierto es que al día siguiente no hay bulto inmóvil, no hay piedra manchada de sangre, nada queda de mi vergonzosa acción, excepto que hay ciertos reajustes en la casa dedicada a los negros. Claramente podemos intuir la orfandad que lo va a acompañar durante toda su historia al ceñirlo como un solitario ser en medio del mundo. Y como recurrencia estilística en Mario Szichman, al final de la historia, las claves comienzan a enhebrarse en medio del descalabro del personaje que en ese momento tiene la oportunidad de regresar al vientre de la madre mediante una inversa escena erótica que bordea el sentido incestuoso: “Mi madre me aguarda temblorosa, con las piernas abiertas. Penetro su cuerpo. La poseo. Soy inmortal”. Particularmente pienso que este hubiese sido un muy buen final para la novela; un exquisito final. Pero en esa recomposición del pasado la novela tiene simultáneos finales, tantos como cuerpos y documentos desgajados a lo largo del decurso narrativo. Impostados en un complejo teatro con disímiles tramas que como trampas encierran a los personajes en todos los ámbitos de su vida: “Si la política es teatro, la guerra es como esa parte de la retórica que consiste en aludir a las canas cuando se habla de la vejez, o que usa el laurel para sugerir la gloria”. Surgiendo la parte indicial a manera y razón de mecanismo para propiciar los niveles de significación que comienzan a concretarse en escenas y personajes, puesto que al final de la novela el rostro de Bolívar-personaje comienza a contemplarse en el espejo, 104 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN construyendo el rostro de la muerte que también forma un teatro; porque: También la muerte necesita un bosquejo. El rigor mortis es el tinglado donde instalamos nuestro cuerpo para la ceremonia fúnebre, antes de la corrupción final. Todo deviene metáfora. Estas vigas simbolizan mis ahorcados. El uniforme de los dragones aterroriza al enemigo porque está cruzado por franjas horizontales que recuerdan un costillar. Boves nos aterraba con su bandera negra de pirata en que flameaban las canillas cruzadas. Sus avanzadas sembraban el pánico con sus sombreros de fieltro de los que colgaban muselinas negras. Tal vez es mejor estar muerto que vivo. De esta forma la muerte es alegoría de vida; muerto nacerá a la vida ciudadana desde la dimensión donde los dones y las virtudes se multiplican bajo el eco de la historia y sus premoniciones éticas-morales: “Mis palabras serían talladas en el mármol. Mis ropas se transformarían en reliquias. Mi estima subiría muchísimo, como la de los pintores al día siguiente de su muerte”. Por ello la locación donde se produzca la muerte tiene que ser solemne: “Pero para eso necesito una muerte nítida, varios testigos contemplando compungidos mi agonía, un médico que siga la errática trayectoria de mi pulso, alguna prenda que pueda servir de símbolo, un escapulario con unas guedejas de mi amada que pueda oprimir contra mi hundido pecho, pues cualquier cosa a destiempo puede arruinar todo el efecto”. Así que la muerte es teatro; teatro de la muerte que permita permanecer en la memoria histórica como antepasado ilustre de un colectivo. Además que él ha sido el gran oficiante de rituales que conducen al ingreso emancipatorio de la muerte: Por qué tantas muertes desaliñadas, tan difíciles de incorporar a nuestra gesta? Podrán acusarme de muchas cosas, pero al menos nuestros héroes tuvieron un diáfano ingreso al panteón. La aturdida muerte de Ricaurte se transformó en su LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 105 heroico sacrificio en el polvorín de San Mateo. Nadie olvidará el corazón sangrante de Girardot encerrado en una urna y conducido a la capital en un carro alegórico. Es lamentable que después de tanto luchar la libertad de este continente de ingratos, deba convertirme también en el administrador de mi agonía porque nadie se ha tomado el trabajo de preparar mi mutis por el foro. Solo en medio del mundo, solo en medio de la muerte debe ser él mismo el ‘montador’ o preparador de su propia muerte. Para eso necesita de una escenografía para representar, quizá lo único glorioso que puede representar: su propia muerte. Muerte que debe ser pulcramente registrada para que así se convierta en testimonio. Así que, mientras el Bolívar-personaje discurre en sus pensamientos y viajes al pasado, la máscara mortuoria se va secando; forma de consolidación del fin que acecha irremediablemente: “Ahora que la máscara mortuoria se va endureciendo sobre la cómoda aguardo el segundo ritual, la extremaunción, que como me asegura el doctor Révérend, es sólo una trivial liturgia sin consecuencia alguna. ¡Cuántos enfermos se han levantado del lecho de muerte después de recibir los santos óleos! me asegura. “Además, don Simón, usted es un hombre joven. Tiene apenas cuarenta y siete años”. Pero a pesar de estar al borde de la muerte, su preocupación no es morir sino la inmortalidad: “–Creer que lo peor es la muerte. No, no es la muerte lo que me preocupa, querido amigo, sino la inmortalidad, que impide a una persona descansar tranquila en su tumba”. La inmortalidad está conectada a la instantaneidad de la vida y la imposibilidad de cometer errores; en todo caso, la inmortalidad tiene mucha afinidad con el azar: “Con el transcurso de los años se hicieron inmortales porque ninguno de ellos disfrutó de una vida más prolongada que un rumor”. La inmortalidad conduce a la liturgia patriótica, al culto de los héroes y canonización de los acontecimientos: 106 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Todo muy fácil de memorizar y útil para exaltar los ánimos en la liturgia patriótica. Y después que concebimos estos héroes con apellidos, añadimos héroes con primer nombre para que otras castas se descubrieran en nuestros estandartes. Esos negros que andaban sublevados de la cintura para abajo necesitaban reconocerse en un negro fiel capaz de arrojarse a las aguas antes de rendir la bandera. Y nosotros les conseguimos al Negro Primero. Y esos soldados de pata en el suelo, a los que pagábamos los haberes tarde, mal y nunca, exigían que uno de los suyos rescatase al prócer de debajo del caballo. Milagrosamente, apareció un llanero para encargarse de esa misión. A veces el llanero se llamaba Encarnación; en otras, Bienvenido. Y del mismo modo exaltamos acciones menores, pues tenían la cualidad de una fábula. Todo transcurría en un mismo lugar, en el lapso de una hora, y la escena había sido diáfana. Nada de la confusión habitual en un combate. Para eso tuvimos que olvidarnos de Rousseau y de Voltaire y acordarnos de Homero. Para Homero, la diosa Atenea tenía ojos de lechuza, la aurora siempre aparecía con sus rosáceos dedos, las tinieblas ocupaban todos los caminos, y cada muerte estaba señalada por adelantado, como en los pasos del vals. Indudablemente la inmortalidad lo conecta al héroe y de allí a los vacíos del alma que la historia opera sobre los elegidos por la gloria y el bronce; sostenido por la preocupación por conocer cómo es el más allá; el territorio de lo inconmensurable que aguarda después de la vida y donde espera hallar el reposo que hoy le es negado por las vicisitudes de la vida: “los gestos van emigrando hacia otros cuerpos. Así es como me columpiaba yo en el chinchorro antes de mi enfermedad. ¿Podré descubrir en el obstinado perfil de Manuela algo de mi propia sinrazón?”. Pareciera que los cuerpos se quedan en lo terrenal y se mudan a otros cuerpos y quien transmigra es el alma que se resiste a quedar atrapada en las cronologías, esos espacios de tiempo que quizá son inútiles, puesto que: ¿“Para qué sirve la cronología? Solamente para relegar los enemigos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 107 más antiguos”. Con respecto a Manuela es imprescindible destacar su enigmática naturaleza que atrae desde el sincretismo o paridad oposicional viril/femenino. Cuerpo velludo que ejerce una fascinante atracción al Bolívar-personaje: La vida de Manuela está repleta de desafíos. En ella la naturaleza es una segunda naturaleza. Oscuro vello nace en todas las partes del cuerpo que la naturaleza le asignó. Inclusive en zonas inesperadas, enmarcando sus pezones. Pero en nuestra primera noche decidió seducirme con la astucia de una mujer tártara. Pasarán algunas semanas antes de que vea crecer sus cejas y el vello en todo lo demás. Mi amable loca es una pertinaz fumadora. De los mendigos españoles aprendió a guardar desmenuzadas colillas de cigarro en un jarro de vidrio y a trasegarlos a pequeños barquillos de papel que cierra torciéndoles las puntas. Aburrida de la yesca, el eslabón y el pedernal, comenzó a probar encenderlos con las cerillas de Lucifer. De ahí sus cejas quemadas. Manuelita es cuerpo andrógino que conjunta lo varonil y lo femenino, quizá una metáfora de la mujer militar quien lo libera de los deseos carnales y protege celosamente su vida. Manuela está muy cercana a la figura del demonio que tienta: Nadie iba a impedirle ser el centro de atención. Y entonces comenzaba su ritual. Todos observábamos el abalorio de cristal que sacaba de la alforja. Contenía ácido y estaba envuelto en papel inflamable. Manuela lo rompía con los dientes. El olor a azufre me arañaba los pulmones. Algunos segundos de ansiosa espera y de repente la cerilla de Lucifer explotaba en una lluvia de chispas, como esos castillos de pólvora que mis enemigos hacen estallar en la plaza mayor para trazar mi grotesco perfil. Manuela encendía el tabaco con parsimonia, aunque más de una vez quedó tiznada con la fumarola, y en una ocasión tuve que arrojarme sobre ella con una almohada para apagar una volátil llama que crecía en uno 108 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de sus rizos. Bajo esta referencia se introduce dentro de la historia textual lo prohibido, la ruptura del canon y la expresión corporal más allá del pétreo bronce y formalidad histórica que es desacralizada a partir de la figuración del cuerpo femenino y sus notaciones de pecado. Al acercarnos al final de la novela corroboramos que todo está condensando en un ciclorama; “el ciclorama era un enorme fresco. Todo estaba en primer plano. Comenzaba con el primer día de la creación y concluía con el triunfo de Napoleón en Marengo. No, en realidad, no concluía. El triunfo de Napoleón se incorporaba al primer día de la creación. Uno se colocaba en el centro y la historia se escurría ante sus ojos, toda al mismo tiempo. Y cada uno tenía la posibilidad de elegir la época y el futuro que más le conformara”. Y en ese ciclorama surge la historia sin fin, o en su defecto, la historia que como serpiente se muerde la cola en círculo infinito: “Y allí me llamo a silencio. Porque en ese ciclorama emerge de nuevo la figura de Francisco de Miranda, cargando su propio tiempo sobre los hombros. Un tiempo que nada tiene que ver con mi propio tiempo, con nuestra época”. Lo hemos dicho, pero hay que repetirlo, las historias textuales en las novelas de Mario Szichman es rueca que vuelve sobre sí misma, la proyección de cicloramas que encarnan historias que giran perpendicularmente sobre ellas mismas. Historias comunes que en algún momento de sus novelas se encuentran y donde los personajes trascienden los meros tiempos históricos para hacerse instancias simbólicas en constante regeneración: “Gracias a Miranda aprendí que cada hombre carga consigo un clima personal. Un clima que lo inspira, que presagia su futuro. En la vida de Miranda, paralizada el día anterior a su conversión en regicida, siempre nevó. Y también estoy seguro que nunca cesó de nevar en la prisión donde fue a dar con sus huesos”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 109 De por sí, Bolívar-personaje puede presagiar la muerte de quienes le rodean; demostrando de esta forma su omnisciencia dentro de la historia narrada; más aún, en los predios apocalípticos de la muerte donde se siente consustanciado con esa realidad que acecha las certezas históricas. Es el conductor de la vida en medio de los aciertos de la muerte y los horrores de la guerra: Había como una aureola en esas muertes de la etapa inaugural, cuando todo era más cruento y acicalado. En esa mañana de ráfagas calientes se alzaba de la tierra un vaho que envolvía a esos héroes como si hubieran sido aparecidos. En esa mañana que ya ardía como el mediodía, Girardot lucía en la frente el balazo que recibiría más tarde, cuando trató de clavar nuestro estandarte en la posición conquistada al enemigo. Y su corazón, el mismo corazón que ordené depositar en la catedral de Caracas, ya latía ensangrentado sobre su casaca. La cabeza de mi tío José Félix Ribas, empenachada con un gorro frigio, iba flotando en una jaula de hierro, frita en aceite, tal como se columpiaría meses más tarde a la entrada de Caracas, tras ser muerto y decapitado en Tucupido por viles guerrilleros. En cuanto al capitán Antonio Ricaurte, era apenas una sombra sobre su caballo, con rasgos tenues, porque cabalgaba entre dos muertes, la verdadera, la que lo segó de un balazo y un lanzazo en la bajada de San Mateo, cuando se retiraba con los suyos, y la que le inventé de principio a fin para levantar la moral de la tropa. El proceso de conversión heroica es procedimiento semiótico que crea imágenes e íconos dentro de campos de significación específicos, lo que forma una compleja e intrincada red de significación que desde la individualidad estructura la liturgia patriótica desdoblada en cuerpos heroicos que mudan de piel. Cuerpos heroicos que quedan impostados en los anales históricos a ser reproducidos por manuales escolares; instrumentos que exhortan a la gravitación universal del héroe para garantizar su permanencia a través del tiempo: 110 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN “En medio de tantas tribulaciones, recibo esta encomienda con un bonito opúsculo titulado “Nuevo catecismo patrio para los educandos de la Gran Colombia”. Tal vez su estilo no es muy elevado, pero refleja con pasión y sencillez los triunfos que mis enemigos tratan de negarme”. Texto que se deshace en loas al Libertador y representa la perdurabilidad e inmortalidad a través de la palabra y el monumento como sinónimo de perpetuidad: “esto, señores míos, es lo que finalmente perdurará, junto con nuestras vistosas estatuas a caballo y nuestras derruidas constituciones. Que mis enemigos sigan escribiendo sus pasquines infames, sus papeluchos no más grandes que la palma de mi mano”. Palabra contra palabra, texto contra texto a manera de formas para treparse sobre los muros del tiempo y perdurar en la memoria colectiva de los pueblos. Demostrando de esta forma la conciencia de la inmortalidad que se hace punto infranqueable en la lectura de la historia que sostendrá como centro la figura del Libertador Simón Bolívar; ícono legitimante a partir del paradigma histórico: Pero algún día, seguramente no hoy, tal vez no mañana, pero si en un futuro bastante cercano, mis enemigos tendrán que alzarme sobre sus hombros para que yo les afiance sus pedestales. Será en ese momento que las nuevas generaciones comenzarán a perder sus memorias y a perpetuar la mía. Y para eso, es mejor allanarles la tarea, como en este sencillo catecismo. Eso es lo que evocará mi progenie hasta el final de sus días, junto con la palmeta del maestro y los lamparones de tinta en sus cartillas. Bolívar-personaje tiene plena conciencia de su trascendencia heroica, lo que induce una profunda mirada narcisista de autocontemplación como ser de excepción, que rodeado de carencias magnifica el momento de su agonía y expiración, tal es el caso de la mortaja con camisa25 prestada: 25 La significación de las camisas como las mortajas de la ejecución; LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 111 “Ahora sí que estoy seguro de que tengo un pie en el sepulcro. Porque esta es la camisa de la ejecución”. Su muerte es la ejecución del sujeto que irremediablemente cede el paso al héroe y la inmortalidad. Porque Bolívar-personaje ha juntado y esparcido las maderas del buque L’Orient, mientras que Manuela esparce las sogas que muestran su presencia permanente: “Esa soga cortada y vuelta a anudar que sostiene al candelero”. Lo que simbólicamente significa la unión de lo esparcido y conjunción de todas las verticalidades y horizontalidades que se pueden unir a través de la soga26. Asimismo la soga sostiene la luz del candelero, ilumina la habitación donde se extingue la luz del Libertador. De igual forma la soga para Manuela representa un principio cierto en medio de su bastardía y sufrimientos infringidos por su padrastro, hasta que su madre lo despacha cortando la soga del candelero: “Ese candelero no volvió a alzarse en la casa de Manuela, y la soga, enroscada como una víbora, viajó en todos los baúles que usó para escapar de su casa o de sus amantes”. Esa soga trasciende a los espacios del enigma y el misterio, convirtiéndose en arquetipo de lo que se revela y se esconde: “Y ahora nadie puede mencionar esa soga. Ni yo, ni nadie. Esa soga no existe. Yo soy el único que parece verla, cortada y vuelta a anudar. Pero no hago mención a ella. Para mí, tampoco existe, aunque brilla por su presencia”. Y en esta afirmación pareciera soportarse el final de la novela. Que a mi juicio y entender finaliza cuando Bolívar-personaje regresa al vientre de la madre. Y esa es otra historia, la historia que no cabe dentro de la liturgia patriótica: “La otra historia. La que no cabe en texto alguno. ¿Dónde incluimos en nuestra historia las camisas de la ejecución?” Refiriéndose de esta manera al cumplimiento de camisas prestadas, foráneas, pobladoras de cuerpos viene a cubrir al condenado agónico en su morada definitiva. 26 Además queda sugerida la idea que sea su verdugo. 112 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la historia que ya ha sido escrita con antelación; así se anuncia la muerte en la gaceta de septiembre de 1823: Debo aguardar a mi infierno privado de las tres de la mañana para incursionar en el aposento de Perú de Lacroix y recuperar la gaceta. La reviso a la incierta luz de una vela. En ninguna parte aparece la narración del banquete. Aparece en cambio una declaración del gobernador de Maracaibo que dice: “Simón Bolívar, el espíritu del mal, el autor de todas nuestras desdichas, el opresor de la nación, ha muerto en Santa Marta. Todo se agolpa para cambiar de escenario y procurar la representación de la muerte, todo se prepara para el final del discurso narrativo que conlleva la extinción de la ‘voz’ narrativa: Finalmente el escultor despega de mi rostro la endurecida muselina que arrastra en sus concavidades, sospecho, un invertido bajorrelieve de mis facciones. Me masajeo el rígido rostro. Vuelvo a observar el techo. Ha sido enjalbegado. Las vigas extraídas del maderamen de un barco capturado en una batalla están apiladas en un rincón. Son parte del decorado que han comenzado a desmontar. Veo a mi criado avanzando hacia la cómoda para desanudar la soga de la argolla, haciendo descender el candelero, colocando sábanas de esparto sobre la cómoda, sobre un sillón, sobre mis trajinados baúles, aprestando nuestra partida, mi penúltima muerte a bordo de un barco que me conducirá al exilio. También en ese barco habrá vigas en salmuera adornando el techo, pero esas vigas estarán vivas, crepitarán con el vaivén de las olas. La muerte definitiva se acerca poblando los espacios en la materialización de tantas muertes pequeñas y circunstanciales que se han ido acumulando a lo largo del decurso narrativo: ¡Qué diferencia con mis muertes previas! Cada una de ellas era el preludio a nuevas victorias, al hallazgo de nuevos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 113 enemigos de salvajismo menguante, al surgimiento de nuevos aliados de astucia más vasta. Pero los peores y los mejores de mis enemigos y aliados están todos muertos, la mayoría de ellos asesinados, mientras yo sigo sobreviviendo en esta generación de la maleza, en esta miasma del mal menor, entre los menguados buenos y los menos malos, que me amenazan con la prensa o con el puñal. Todas las amenazas y acechanzas se van haciendo ciertas, se precipitan sobre el personaje para marcar su presencia textual, que durante toda la novela muestra la supervivencia de un personaje: Yo sigo sobreviviendo en esta generación de la maleza, en esta miasma del mal menor, entre los menguados buenos y los menos malos, que me amenazan con la prensa o con el puñal. ¿Quién puede compararse con Boves, con mis bien amados Sucre, Girardot, o Campo Elías? Ellos eran escasos, indelebles. Cada una de sus muertes fue excepcional. Han sido heredados por seres numerosos, con rostros relegados, provistos de tracalerías canjeables y de excusas piadosas. Y lo que me reserva el destino es recalar en una costa que me envolverá como un sudario. Nadie sobrevive mucho tiempo un exilio cuando es reacio a librar nuevas derrotas. Queda exiliado de su propia historia porque no se resigna a ‘vivir’ su muerte definitiva. Y al final de la novela viene la certeza de la historia mutilada: “Algo raro está ocurriendo. Los libros pierden páginas con datos importantes. Se trastocan los tipos en una gacetilla. Cambian las fechas y los encabezados”. Y la historia comienza a escribirse desde los delirios y desvaríos: “Así principian los escamoteos, las ausencias, y los eventos inexplicables”. Indudablemente es el proceso de renovación textual que anuncia el final de la suspensión27 de la historia textual; renovación del referente 27 La llamo suspensión y no final; porque el texto literario nunca concluye o finaliza. Sencillamente queda suspendido en el tiempo y el espacio en espera de nuevas lecturas. 114 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN histórico desde donde surge la ficción como centro de encantamiento y refiguración: No, no hablo de objetos que pueden ser trastocados por un dibujante o un tipógrafo. Me estoy refiriendo a personas que se desvanecen de un lugar y aparecen a miles de leguas de distancia. De cartas que cambian su contenido, como si hubieran sido escritas con tinta simpática. De huellas de personas cuyos cuerpos no me han visitado. De olores que han dejado de ser familiares, de pátinas de óxido asentándose sobre objetos que hasta ayer lucían flamantes. De días que no se continúan en las noches. De veranos transformados en inviernos. De las sucesivas formas en que traman mi propia destrucción. De mi cuerpo que ha abandonado esta cama y lo contemplo yaciendo en un ataúd. Surge entonces la transmigración de los cuerpos en medio de la ficción que se traduce en el surgimiento de la incausalidad que soporta lo imprevisible como otra manera de contar la historia y leer el mundo. Manuela rompe los lazos- ataduras con Bolívar y allí se desencadena su muerte, porque lo que en realidad se produce es una muerte narrativa: “como nos decimos las cosas cuando empezamos a gesticular y a hablar en voz alta y sólo nos pertenecemos a nosotros mismos”. Así Manuela sigue siendo la única que puede sacarlo del trance de la muerte o conducirlo al ‘buen morir’: “Asustado, le ruego a Perú de Lacroix que vaya al puerto, que trate de encontrar a Manuela. Me visitan los temores que siente un niño cuando está velando a su padre muerto. Y que siente no tanto el temor de ese cuerpo adusto como la dulzona piedad que recibirá en los años futuros. Me duermo seguro que al despertar el cuerpo de Manuela brillará ausente en la reposera”. La historia se hace vacíos y ausencias frente a los ojos de Bolívar-personaje quien percibe su tiempo actancial agotado dentro del decurso narrativo: Algo raro está ocurriendo. Primero los libros pierden páginas con datos importantes. Luego se trastocan los tipos en una LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 115 gacetilla. Temo que entre Révérend y el escultor Lebranche están tramando mi destrucción. Ahora quieren hacerme creer que las personas se desvanecen de un lugar y aparecen a miles de leguas de distancia, o que han sido producto de mi imaginación todos estos días en que Manuela ha estado a mi lado, bañándome, controlando su pánico cada vez que he escupido sangre en sus pañuelos de batista, recitándome una y otra vez la historia del barco que trajo Teseo, al que iban quitando las maderas que se iban pudriendo y las reemplazaban con tablones nuevos, hasta que hubo una disputa filosófica, y un bando de filósofos sostenía que el buque seguía siendo el mismo que trajo Teseo, y otro que lo negaban. Por lo que su angustia se centra entre lo cierto y lo aparente como confirmación del eterno convivir en medio de la alegoría reveladora de mundos más allá de la historia acontecida y reinventada en la trama textual, o lo que es más cierto, reescrita por Bolívar-personaje: “Es otra de las maquinaciones de mis enemigos. Quieren hacerme creer que Manuela nunca estuvo en esta quinta de San Pedro Alejandrino. No importa que la haya visto tantas veces a través de la ventana avanzando presurosa hacia esta casa, luciendo vestimentas negras, protegida por un parasol de raso verde que hacía girar entre sus dedos”. Lo cierto y aparente unen el deplorable estado físico y el exilio, haciendo cierta la posibilidad de la locura, y si no es ella, el eterno delirio que cabalgó junto a él toda su vida: Y es tan fácil borrar las huellas que dejó Manuela durante su estadía. No tiene sentido observar la reposera donde mi amable loca se hamacaba. Puedo apostar doble contra sencillo a que han recogido del patio todas las cerillas de Lucifer, todos los tabacos que Manuela fumó en sus atosigadas noches en vela, tratando de no despabilarme de mi propio insomnio. Lebranche, artesano de lo efímero, puede haber raspado la pintura de la reposera con su espátula. El húmedo y salitroso clima de Santa Marta es capaz de arruinar el hierro en pocas 116 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN horas. Bolívar-personaje se abstrae de la realidad textual para crear sus propios espacios de reflexión que acrecientan su agudeza por la locación mortuoria que lo rodea: Conozco por anticipado todo aquello que será quitado de lugar: los baúles donde Manuela puso sus ropas, mis documentos, nuestra vajilla dorada. Menos suerte han corrido los olores. Sigo sintiendo el olor a azufre de las cerillas de Lucifer. Me raspa los pulmones. ¡Ah! Pero existe una explicación lógica. Para los conspiradores, para quienes aspiran a dormir tranquilos, siempre existe una explicación lógica. Me dirán que el general Silva también fuma y se ha hecho adicto a esas cerillas. En cuanto al perfume de Manuela en la almohada, ¿no será que ella depositó una de sus botellitas entre mis ropas, antes de la despedida? En esta lenta metamorfosis lo real se vuelve fantasmal; lo espectral asiste la escena narrativa para que esta profundice en su orden simbólico y de expectación a través de la figura de la vieja que lo visita, siendo obviamente la encarnación de la muerte. Y morir es embarcarse en una nueva vida; nuevos espacios para los que es nuevamente bautizado o rebautizado cuando pronuncia su nombre completo: “Así me llama, don Simón de la Santísima Trinidad, como si volviera a bautizarme”. Pero además es la afirmación de la nominación para que quede registrado en la historia languidecida; la historia a manera de confluencia de todo lo vivido. Por esa razón recuerda en fragmentos, todo se fragmenta, como su ropa militar está mutilada y cuelga solitaria, ajena a su cuerpo: “Más allá está mi casaca militar, que me quité al día siguiente de enterarme del triunfo del mariscal Sucre en Ayacucho. Allí se eclipsó el poder español en nuestra América. La casaca cuelga como una reliquia, con su desmochada manga derecha. Le falta un botón. Otro está suelto. Veo mi espada rota, con la empuñadura embutida en la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 117 vaina”. La espada símbolo de poder y verticalidad está rota y ausente dentro de su vaina, así como su cuerpo y virilidad que lo acompañó en los campos victoriosos de batallas y amoríos. Ropas y armas derruidas que viste Lebranche –el escultor- antes que Bolívar-personaje haga caer el candelero, cortando la soga que lo ata: Lebranche me mira sorprendido. Y en ese momento, saco la navaja de entre los pliegues de la almohada y corto la soga que sostiene al candelero guindado en el centro del techo. El pesado candelero heredado de Manuela se desploma sobre Lebranche. Atolondrado por el golpe, Lebranche cae al suelo. Su frente se cubre de gotitas de sangre, sus pómulos se oscurecen, como una manzana cuando es pelada. Disfrazado con mi casaca militar, sosteniendo mi rota espada en su mano izquierda, y el trozo de soga en su mano derecha, Lebranche abandona la habitación. Observo las huellas de la trifulca. Me pregunto cuánto tardarán en limpiar los destrozos, en borrar toda marca del incidente. Inclusive adivino las excusas que ofrecerán mis allegados. Dirán que todo fue obra de mis fiebres cuartanas. Que en medio del delirio corté de un tajo la soga del candelero, creyendo que estaba otra vez en medio de la conspiración del 25 de septiembre. Siempre hay una explicación para cada cosa. Lo principal es tranquilizar a la opinión pública. En medio de su muerte vence la muerte que representa el atentado de Lebranche; misteriosa escena que ratifica el enigma de la soga y la existencia de la locación ficcional apuntalada desde la incausalidad, que reafirma consecuentemente la intencionalidad de la novela: Una crónica aparecida en el Diario de Santa Fe de Bogotá, de febrero de 1831, menciona el extraño caso del escultor Armand Lebranche, quien apareció muerto en su dormitorio, en Santa Marta, días después del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar. Lebranche vestía una andrajosa casaca militar. Amarrada al cinto había una espada rota. La cara de 118 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Lebranche estaba cubierta con una almohada ensangrentada. Había una pistola de duelo cerca de su cuerpo exánime. La primera sospecha fue que se descerrajó un balazo. Pero la pistola no había sido disparada. Toda una vida llena de hazañas y aventuras queda resumida en la frase más hueca que representa la forma de cuestionar la historia a manera de abstracción de frases: En cuanto al general Bolívar, muy pocos podrán recordar los lugares de sus batallas o los nombres, y excepto los jurisperitos, nadie estará en condiciones de citar uno solo de los artículos de sus constituciones. Lo que recordarán de él será: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, y una sola frase de mi decreto de guerra a muerte: “Españoles y Canarios, contad con la muerte aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida aun cuando seáis culpables”. Lo demás, las frases donde quise suavizar la amenaza de exterminio, habrá sido olvidado. Por lo que el discurso de la novela se va diluyendo en medio de visiones borrosas desde donde comienza el viaje a la fragata que lo trasladará al exilio, o más bien a la muerte: Un manto de arena cubre los jardines, los parques. Todas las puertas están cerradas; todas las ventanas clausuradas. Es un día oscuro, neblinoso. El rastro de los carruajes da relieve a la arena. Marchamos hacia el barco, y por un camino paralelo veo transitar una procesión fúnebre. La multitud es borrosa, pero en ella se destacan algunos rostros muy nítidos, como los perfiles de monedas romanas, embutidos en cuerpos que no les conciernen. El mascarón de proa del barco es impreciso. Sólo el centro del rostro recuerda mis rasgos. La mandíbula del mascarón es débil. La frente y la periferia del rostro parecen una enmienda LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 119 que hizo el escultor de memoria. Sin transición estoy en un camarote. Coloco mi equipaje sobre un camastro y me dirijo a cubierta. Así que dos realidades discursivas se suceden paralelamente en la instalación del Bolívar-personaje en la fragata que más bien semeja un carruaje fúnebre en medio de la ritualización de la muerte y la conducción del elegido al sepulcro; lugar donde reposan las almas y comienza la historia: La procesión fúnebre se encamina hacia la quinta San Pedro Alejandrino. Tomo mi catalejo, lo voy dilatando, veo cada una de mis muertes embutida en la anterior. Con un poco de esfuerzo logro espiar a través de la ventana. El candelero yace a un costado de la cama, sobre el suelo. El obispo de Santa Marta le cierra los ojos al general Bolívar y hace mutis por el foro. Ingresa en la habitación el general Silva. Lleva bajo su brazo una caja de madera. La abre y extrae una camisa. Con desmañados gestos alza el cuerpo del general Bolívar de la cama, me arranca la camisa que vestí en mis noches de fiebre alta y me coloca la nueva camisa, como si arropara a un infante. Mi cuerpo se mueve con tiesos gestos de marioneta. Silva tiene dificultades para abrocharme la camisa. Luego me inserta los faldones en el pantalón de sarga blanca, se pone a algunos pasos de distancia para analizar el conjunto, y se retira, olvidando la caja de madera sobre la cama. Y dentro de esta ritualización de la muerte puede contemplar su amortajamiento, la elaboración de la máscara mortuoria y la necropsia. Procesos que consuman la presencia de la muerte: La muerte no es una prolongación de la vida. Existe la vida, y después hay otra cosa, en que se incluyen la muerte y las piedras. Yo estoy en esa cosa, con el rostro apuntando al techo. La gente que me rodeaba empieza a girar en diferentes constelaciones. Ya no sirvo de imán para congregar a mí alrededor lealtades y odios. Se inicia el proceso de disolución, 120 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN mientras yo lamento tantos proyectos inacabados, tantos sueños insensatos que nunca pude verificar. Es el único momento en que trato de mover los labios. El hilo discursivo se hace cadencia para que el cuerpo repose en la calma y la mesura de la muerte; sin embargo, el potencial ficcional posibilita el surgimiento del hálito de vida convertido en voz: Es el único momento en que trato de mover los labios. Pero lo que escapa de mi garganta es una voz ajena, como si otro me estuviera narrando, y decido llamarme a silencio. Reviso el horizonte, mis ojos recalan por algunos segundos en esa negra procesión que se aproxima a la quinta de San Pedro Alejandrino, recuerdo todo lo que queda aún por hacer. Por todas partes escucho los sonidos del desastre. Mi época está marcada por la catástrofe. Todo nace y perece ante mis ojos, como destruido por un rayo. Qué locura haber creído que podía poner la casa en orden. Los únicos períodos de paz en estas patrias bobas ocurren cuando Le Moniteur Universelle se aburre de reprobar nuestras guerras civiles y se llama a silencio. Y qué soberbia pensar que nadie se muere en las vísperas. Con qué displicencia asumí la tarea de ponerle prolijamente las rayitas a las tés, y los puntos a las íes, concediéndome días, o semanas. Y allí se lleva su gran pena y congoja: dejar a Manuela a merced de sus enemigos, abandonar este mundo dejando atrás a quien significó tanto en la construcción de este entramado textual que intenta ser concluido: Nada puedo hacer. Nada. Ni siquiera ahorrarle un amargo destino a mi amable loca. Manuela está destinada a seguir el camino de lady Hamilton. Puedo dictar ordenanzas para todo, pero no puedo salvar a Manuela de la envidia de mis enemigos. El hijo bastardo es reconocido, el militar que se ha excedido en su salvajismo es amnistiado, el juez prevaricador es perdonado, el cura pecador es exiliado a otra parroquia, las tierras confiscadas son devueltas, pero la amante descarriada LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 121 siempre termina en un muladar. Entonces todo se hace visible, las imágenes asumen formas; las formas de la muerte: “Hago un escrutinio de mis enemigos, trato de seguirle la pista a estas palabras que recopila mi amanuense, y veo al cochero perfilarse en el ojo de buey como si fuera un retrato al óleo, extinguiendo la escena, acrecentando el ruido de las olas. Por primera vez el cochero gira la cabeza y sonríe”. Y así se cierra el telón que como guillotina cercena el cuerpo a ser olvidado, el cuerpo que su espectador mira desgajarse en los reinos de la muerte: “Cae lentamente el telón, disimulando con su inexorable descenso de guillotina todos los defectos de esta obra, separando mi cuerpo de los espectadores, devolviéndolos a la rutina en que pronto seré olvidado. Y yo, yo apenas atino a pensar, ¡Oh, qué manera tan desprolija de morir!” Se ha consumado la muerte narrativa, ha muerto el sujeto que a través de la certeza literaria reflexiona sobre sus muertes como la única forma de encontrar la justificación de la vida. 122 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LOS PAPELES DE MIRANDA LA HISTORIA, UNA ESCRITURA AL MARGEN En esta novela, Mario Szichman establece un paralelismo espacio-temporal-referencial con Las dos muertes del General Simón Bolívar a través del terremoto de 1812 como isotopía concatenante28 soportada en una frase que raya en la banalidad; sin embargo se convierte en expresión emblemática del Libertador Simón Bolívar; o en todo caso, de sus biógrafos y consagrantes dentro de la historia oficial-conmemorativa: Deben ser cerca de las nueve de la noche, aunque no tengo manera de enterarme: mi libertino reloj de bolsillo ha quedado en la fragata Sapphire, con la mayoría de mis pertenencias. En cuanto a las manecillas de todos los relojes de las iglesias, han quedado paralizadas en la hora del terremoto del pasado Jueves Santo: las cuatro y siete minutos. En una época el loco Faustino suplió la falta de reloj. Me aseguran que daba puntualmente los cuartos y las medias horas desde la madrugada hasta el anochecer. Pero los arcabuzazos de 28 Isotopía concatenante que permite la generación de todo el teatro que soporta y acompasa la realidad textual de la novela y queda perfectamente develado con esta expresión: “El terremoto congela la vida de la ciudad en sus ritos secretos, destruye todas las colmenas, y libera todos los avisperos. Las reputaciones no duran más de un día, los entusiasmos no sobreviven al hallazgo de los primeros muertos y los mediocres terminan apropiándose de todas las lámparas votivas. ¡Cuánta farsa! Nunca he visto tantos cambios de casacas y de vestuarios. Los que hasta ayer se proclamaban patriotas están hoy lanzando loas al cautivo rey Fernando. Los pecadores han decidido ceñirse sus coronas de espinas y contar cómo hicieron para satisfacer sus goces”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 123 los godos y las piedras arrojadas por nuestros defensores terminaron por cansar a Faustino. Seguido por su perro Antenor, se marchó esta tarde de La Guaira tras anunciarme, “General Miranda, búsquese otro loco, porque este servidor se muda del pueblo”29. Como característica contundente en la narrativa de Mario Szichman los personajes históricos viven aislados dentro de la certeza literaria; perdidos del tiempo cronológico que generalmente es reconocido en medio de los olores como forma de imaginar los acontecimientos y enriquecer la trama textual: Puedo sentir que es cerca de las nueve de la noche en el olor que viene del puerto. Es el olor que le queda a La Guaira cuando ya se ha disipado el humo de la pólvora y todavía perdura el olor de los muertos sin enterrar. Es olor a salitre y a podredumbre de algas, como el que se cuela en la prisión de la fortaleza de San Felipe cuando sube la marea: es olor mezclado con el sudor que nunca cesa de correr por nuestros cuerpos, que ni siquiera la carroña permite olvidar. Los olores propician las trasportaciones por los ecos de la historia como forma de recorrer la memoria desvencijada entre acontecimientos memorables y sórdidas historias personales; “Por todas partes hay bolsas con granos de cacao y de café. Recupero el olor de los frutos de nuestro comercio. Con ese olor mi padre me pagó el viaje a España facilitando el comienzo de nuevas huidas”. Ese olor lo relaciona con el orden telúrico y momentáneamente cubre la orfandad característica de Miranda-personaje. Orfandad que está representada desde diversos órdenes dentro de la novela que lo hace hijo pródigo: “Y para empeorar las cosas, ahora que toda posibilidad de recibir dinero de mi familia está cancelada, pues mi padre ha decidido repartir su hacienda ignorando mis 29 Todas las citas sobre la novela pertenecen a la edición de Aleph Publishing House New Jersey.USA.2011. 124 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN derechos –también mi familia sabe sacar provecho personal de la persecución contra mí– comienzan a llegar cartas para que me sienta contrito”. El padre es la memoria que persigue a Miranda- personaje, la presencia que desaparece de la historia para convertirse en presencia íntima Más que septuagenario, muy achacoso, mi padre pasa los últimos años de su vida en las casas de Rosa y de Ana Antonia. Otra carta de mi cuñado muerto, fechada en marzo de 1783, hace más de siete años, me informa: “Tu padre guarda entre sus prendas más queridas su uniforme de paño blanco con alamares y charreteras de plata y su capa negra con vueltas de seda”. Todavía después de tantos años mi padre sigue adorando el símbolo de su humillación. Mi padre muere en casa de Ana Antonia, en junio de 1791. Pero no para mí. En mi memoria nunca estará muerto. Son historias paralelas a las que cuenta Bolívar en su soliloquio agónico, donde el tiempo cronológico es subvertido por la ausencia de relojes30 y su precisión temporal, lo que hace agudizar los sentidos y cede paso a la imaginación a manera de estructurante textual: Miro por la ventana de esta Casa de la Aduana que algunos traidores intentan convertir en mi prisión. La Guaira es un paisaje de sombras furtivas, en dos dimensiones. Sólo los ladridos de algunos perros y los insistentes gemidos de un herido permiten adivinar su profundidad. Los perros están más lejos, posiblemente cerca del muro que corre a escasos metros de la playa. Y el herido se ha ido arrastrando de a poco hacia esta casa de Aduana. El herido llora quedamente, como una mujer golpeada por un amante al que todavía no ha 30 En la narrativa de Mario Szichman el reloj se opone a la cronología y crea sus propios espacios temporales, fundando una oposición entre tiempo histórico y tiempo ficcional. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 125 dejado de querer. Quejándose en busca de caricias. El cuerpo maltratado tiene alusión femenina que podemos extrapolar simbólicamente a la patria como amante golpeada que aun ama a sus verdugos. Porque en la narrativa de Mario Szichman siempre habrá el verdugo que cercena cuerpos, textos y palabras con la intención de intricar el discurso ficcional dentro de la referencialidad histórica. Mientras que los personajes mantiene la conciencia, la plena conciencia que son arrojados por la realidad histórica hacia la certeza literaria que los hace reflexionar sobre su rol o posicionamiento dentro de la historia textual. Procedimiento este que permite el desdoblamiento del personaje histórico en personaje novelado: Reprimo una carcajada. Casas, el comandante de La Guaira, no me ha ofrecido nada. Qué va, si hasta se demudó al verme retornar. Justo cuando pensaba venderse al mejor postor, aparezco yo, en mi última encarnación de convidado de piedra, y decido arruinarle los planes. ¿Qué iba a hacer: echarme? No es tan gafo. Decidió entonces dejarme entrar en la Casa de Aduana y prepararme un cuarto. Ya urdirá otros planes. Asistimos a la representación del Miranda capitulado, representante de los vencidos, de esos estancos de la historia patria que han intentado borrar bajo la égida de la libertad gloriosa. Escritura apócrifa que no tiene el suficiente espacio y debe escribirse en los márgenes, bordes y periferias: Decirle que me queda cada vez menos tiempo, menos espacio, para dibujar en los márgenes de estos papeles –de este papel en especial que empuño en mi mano izquierda– una justificación que pueda confundir a los historiadores. Algo que les haga olvidar mi capitulación ante Monteverde, o esta pertinaz huida que hace menguar el tamaño de nuestra patria boba con cada paso que desandamos. 126 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Una escritura que desde el imaginario literario intenta enmendar los errores históricos, crear la nueva causalidad que reordene el sentido de la historia desde el personaje y no a partir del acontecimiento glorificado. Sostenida esta escritura y la causalidad creada por el destino catastrófico que siempre conduce al desastre como punto de desacralización: Huida que hace menguar el tamaño de nuestra patria boba con cada paso que desandamos. (Refutación a Danton, que no quiso huir de Francia cuando lo condenaron a muerte, alegando que la patria no puede llevarse en la suela de los zapatos). Huida iniciada en La Victoria, continuada en Caracas, finalizada ahora en La Guaira, huida que para algunos comenzó hace exactamente dieciocho días, cuando el coronel Bolívar perdió estúpidamente la fortaleza de Puerto Cabello. Huida que para otros comenzó hace cuatro meses, cuando el terremoto del Jueves Santo hizo derrumbar Caracas y el gobierno sobre nuestra cabeza, haciendo surgir de entre los escombros súplicas de contrición y amenazas de castigo divino, y que para mí comenzó en realidad hace casi cuarenta años, pero huida, en fin, que como una piedra imán ha ido atrayendo hacia esta playa de La Guaira los restos de un ejército aterrado que me ha seguido como si aún obedeciera a mi comando. Personajes de la fuga y eterna huida son los actantes que caracterizan la narrativa de Szichman; seres que constantemente están regidos por la causalidad de la derrota, donde los personajes deben revestirse de héroes para poder sobrevivir históricamente a pesar de la traición a los justos ideales: “Y yo me limité a hacer descansar mi mano en algunos hombros y a recomendarles a los portadores de esos hombros que se tomaran un merecido descanso callándome el propósito de bajar a La Guaira y dejar que todo se fuera al infierno”. La historia contada desde lo apócrifo intenta revelar lo que el personaje pudo pensar y dejar abierta la posibilidad de la reescritura de la historia. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 127 Evidentemente el hilo discursivo de la novela se desarrolla bajo el desvelo de la ‘gran’ historia o la metahistoria que sirve de agente legitimante a la historia textual: “Ahora que estamos en primavera se van deshelando las palabras y los sonidos y puedo escuchar los testimonios de quienes presenciaron estas magníficas jornadas”. La historia se transforma en sonido –voz- para ser escuchada y posteriormente reproducida como testimonio vivo y latente: Y yo absorbo ávidamente la información. Hay que familiarizarse rápidamente, en cuestión de minutos, con procesos que han llevado meses incubándose. Tengo que ponerme rápidamente al tanto de la indignación de los parisinos, elegir las anécdotas que resulten más coloridas porque cuando retorne, aún no sé bien a donde, deberé mostrarme como un privilegiado testigo de los acontecimientos. Así que en forma de escritura y construcción paralela a la historia, surgen los ‘papeles’ como metáfora de lo soportado en el testimonio histórico, el recurso para sustentar el hilo discursivo y crear la nueva causalidad: Y entonces, cuando me disponía a huir en la Sapphire apareció el maldito papel. Una simple sentencia, escrita en papel vitela. ¿Arrancado de un libro, surgido de un cartapacio? Y ese papel, y los rostros de mis subalternos, terminaron convenciéndome. La perfidia del primero, la inocencia de los segundos. Ese insidioso trozo de papel escrito por alguien que me comprendía muy bien, sumado a esa gente que no comprendía en absoluto que se me había enfriado el guarapo –que seguía confiando en mí contra toda esperanza, contra toda evidencia– me hicieron desandar los pasos, reformular mis planes, asignarle un nuevo papel al general Miranda, algo que no figuraba en mis antecedentes, y crear un personaje que ha perdido toda coherencia y tiene muy poco que ver con su vida pasada. De esta manera la trama discursiva establece la sinonimia entre papel y guión a manera de estructuras 128 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN discursivas con nuevas referencialidades actanciales en la construcción de un nuevo personaje desde la traición y la derrota. Personaje que esgrime en la mano izquierda el papel que delinea los nuevos horizontes textuales, horizontes que pueden caracterizarse de antihistoria porque la victoria, gloria y grandeza son posibilidades muy remotas de hacerse realidad. Antihistoria que arruma los óleos arrogantes y victoriosos; riega los documentos31 por el suelo representando el desorden que atenta contra la cronología. Y van apareciendo paulatinamente los símbolos del cautiverio como el persogo; la herramienta de la sujeción y el cadalso. Mientras que a través de las pinturas –óleos- es posible reconstruir la historia del personaje donde se puede ver “ese otro mundo que se refleja en mi rostro” – el de Miranda-. Así que los papeles están en el piso como alfombra que el criado trata de recoger, lo que indica lo convulso de los acontecimientos contenidos en ellos. Acontecimientos que tienen que ser recogidos y reordenados en el intento de 31 Son “Sesenta y tres volúmenes in quarto” los papeles de Miranda. Hecho que nos llama mucho la atención porque en este número encontramos una profunda simbología desde lo mítico, particularmente con el número setenta; las personas que entraron con Jacob a Egipto fueron 70; a Israel lo lloraron 70 días; Moisés descansa en medio de 12 fuentes de agua y 70 palmeras luego que recibe las tablas de la ley; los días promedio de nuestra edad son 70 años. Mientras que huelga advertir sobre la riqueza simbólica del tres y su acercamiento a la trinidad, el Dios trino y uno; la unión del mundo elemental, celeste e intelectual; todo ello apuntando hacia la configuración mística de unos documentos que como especie de Biblia contienen la verdad de lo que va a ser contado; oráculo que contiene la verdad predestinada a suceder. Pero también hay que significar que apuntan hacia la incompletitud por la aparición de la expresión quarto, que en español significa ‘cuarto’; una parte de un todo; pero al mismo tiempo significa desambiguación que es el proceso donde se resuelven las ambigüedades de un tema o aspecto que está relacionado con otros temas diferentes. E indudablemente lo expresado anteriormente tiene profunda relevancia con los papeles de Miranda; por una parte apócrifos, por la otra, intentan reordenar el mundo del personaje. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 129 reescribir la historia en función del personaje Miranda: Recorro mis posesiones eligiendo los documentos que van a ir integrando cada uno de los dos rimeros, desbrozando la paja del trigo. Expurgando. De un lado, en orden cronológico, todo lo que he ido pasando en limpio, a fin de ir eliminando los pecados de mi juventud. Del otro lado, todo lo desprolijo, las marcas de la delación y del amor, coexistiendo en etapas superpuestas de mi vida. A la izquierda iré colocando los volúmenes encuadernados en cordobán, todos del mismo tamaño, con el mismo ancho en el lomo, para no alterar la simetría en una biblioteca. Del otro, los papeles de tamaños diferentes, escritos en toda clase de cálamos, o con lápiz de carpintero –inclusive uno con un trozo de carbón– denunciando espías y traidores, junto con anónimos acusándome a mí de las peores iniquidades, anticipando en sentencias mal construidas, con faltas de ortografía, algún desastre que se aproxima, el pánico que convierte a un ejército en una horda salvaje, y pronosticando también las inscripciones rayadas con clavos que adornarán los muros de mis prisiones. La conciencia del personaje se va construyendo mientras reflexiona bajo el proceso de lectura-escritura de sus documentos. Oportunidad para escribir, rayar, borronear la historia que permite ‘escrituras al margen’. Escritura de los bordes que cuenta una historia diferente; la historia de la certeza literaria. Pero además de los documentos que perfilan el personaje político, social y colectivo, están los documentos que apuntalan la perspectiva íntima que reposa en un cofrecito: “Sobre la ancha cama está el cofrecillo, conservando las trazas de haber sido forzado; un trozo de cuero reemplaza la original aldaba de hierro. Reservo para más adelante su escrutinio, esos trofeos amorosos y cartas en clave que anuncian la llegada de un marido celoso o la confesión de algún vergonzoso placer”. 130 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LA CORPOESCRITURA, LA OTRA FORMA DE ENUNCIAR Perfectamente podemos hablar de una corpoescritura que será el eje referencial constante en la narrativa de Mario Szichman, la forma de concretar desde la corporalidad sensible la grafía del sentimiento que caracteriza los acontecimientos desde las perspectivas patémicas; formas y principios que van más allá del simple contar o narrar para involucrar los actores esenciales del texto narrativo: los personajes. Corpoescritura en evidencia e intención confesional que va desde el sujeto enunciante hasta el acontecimiento y sus formas de atribución de significado: Pero lo que le falta a esta cronología son las tres dimensiones. Puedo pintar o maquillar arrugas en mi rostro, dibujar un cuerpo más joven o más viejo, hacerlo circular por decorados, amarrarlo a diferentes tintes de piel para repetir las líneas escritas en los papeles. Puedo inclusive convocar la melancolía con una sola fecha: 30 de diciembre de 1787. La fecha me traslada a la Comedia de Copenhague, donde junto con la señora de Schimmelmann y la señora Krüdener vimos una pieza de música danesa muy mal cantada y ejecutada por los actores. En el teatro estaba la familia real y me entretuve mucho en ver al rey de Dinamarca exhibiendo marcas patentes de locura. En el rato que duró la pieza no pude quitar los ojos de la familia real. Eso absorbió todas mis facultades, cubriéndome de congoja y tristeza, como si en esa familia desconfigurada pudiera ir encastrando los trozos de la mía. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 131 Los cuerpos se convierten en anagrama que permite evidenciar los personajes; forma de cartabón revelador de rasgos y conductas que pueden ser adivinadas desde lo corporal: “Repaso en mi memoria rostros que se parezcan al coronel Casas para recordar con qué clase de vagabundo tendré que lidiar”. De esta manera los cuerpos se hacen ‘forma’ gramatical que puede ser leída e interpretada, relación indicial que conducirá a la construcción simbólica-actancial. La perspectiva existencial que soporta la narrativa de Mario Szichman hace que los personajes fijen su atención en lo corpóreo a manera de isotopía generadora de sentido a partir de la paridad oposicional; el cuerpo joven de Bolívar frente al cuerpo viejo de Miranda-personaje produce el desplazamiento actancial que revela el cuerpo del acusador y el del acusado reinventando los antagonismos históricos. Como tradición narrativa en Szichman los personajes son seres de la melancolía32, seres que han perdido la alegría frente al brillo histórico; donde esa melancolía convertida en existencial se apodera del decurso narrativo y los transforma en profunda reflexión sobre el Ser y sus relaciones simbólicas dentro de la cotidianidad, su cotidianidad: Mi melancolía33 sigue siendo la de esa fecha, y no ha logrado modificarse. En mí no hay cambios imperceptibles, como los de todo hombre que se encamina desde la infancia a la muerte. Cada papel me hace saltar a una diferente clase de pasado, hacia un país o un destino distintos, del cual 32 Muy lejos de considerarse enfermedad limitante; a esta melancolía que podemos llamar estética o poética, potencia la mirada del personaje sobre sí mismo. De hecho en nuestra teoría sobre la nostalgia, hemos sostenido que esta melancolía poética es la que cede su paso a la denominación de nostalgia, pero ambas conservan la misma esencia existencial que traslada hacia la subjetividad trascendente, espacio donde los reflejos existenciales afloran en el cuerpo y la escritura: la corpoescritura. 33 Aquí el personaje Miranda se refiere a la melancolía por 1787. 132 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sólo tengo recuerdos de bibliotecas y de museos. Inclusive las casas que visité parecían estar destinadas a museos. Y los rostros que conocí siempre miraban de perfil, como si aguardaran el momento de ser acuñados en medallas. Y para complicar las cosas, todos los personajes que conocí, desde Washington hasta Robespierre34, están tan encerrados como yo en las dos dimensiones del papel. No puedo recordar sus verdaderos rostros y sus cuerpos porque han sido suplantados por los heroicos retratos de los pintores a la moda. Y cuando uno se pone a examinar esos retratos de cerca descubre que son más hijos de la época que de sus propios padres. Los retratos son posibilidades para no perderse por los laberintos de la vida, ni confundirse con quienes lo rodean y copian sus gestos y actitudes, reafirmando la teorización sobre el doble que se ve reflejado en el espejo narrativo que sirve de holograma para la prolongación de los personajes en el tiempo y el espacio: Echo otra ojeada a los retratos para inspirarme. Son el único testimonio que da anclaje a mi vida. Han pasado a constituirse en mi único marco de referencia, con excepción de mis criados. De ahí que haya tomado la precaución de encargarme un retrato al menos una vez al año para verme cambiar, envejecer, y sobre todo para no confundirme con esos sirvientes siempre atentos a imitarme los gestos, a ir adquiriendo mi rostro y a cargar en sus cuerpos las rémoras de mis ropas, las marcas de mis malos hábitos al sentarme en las abolsadas rodillas, y las cicatrices de remiendos en los fondillos y entrepiernas. Enfoco mi mirada en el retrato que me hizo Le Barbier, donde parezco un adormilado bodeguero. 34 En la obra de Szichman que hemos tipificado dentro de la crónica histórica existe la manifiesta y denodada admiración del autor por Robespierre, así lo hace en esta novela a través de Miranda-personaje: “salvó a la República cuando todo parecía perdido. Nunca tuvo miedo de estar en minoría. Nunca quiso negociar con sus principios. Y tenía un maravilloso sentido de la historia. Sin pedantería alguna fue el único que supo explicarme la importancia de la toma de la Bastilla”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 133 Es un cuadro de transición, entre el que me hizo el amigo de Lavater, y el que pintó Gaucher. Todavía mi cuerpo no ha cruzado el umbral de la Gran Revolución. Sigo aferrado a los indolentes vicios de los nobles y eso se refleja en la redonda quijada, en las mejillas sin lustre. Y en la visita a lugares en transición. Dentro de esta aproximación interpretativa es menester recalcar que Miranda-personaje es el desdoblamiento de su padre; ambas identidades conviven en una sola referencialidad actancial manifestada bajo los principios de la subordinación: –Esto no quedará así– me responde Macanaz con voz temblorosa, y vuelve a alejarse de mí. Veo mi pie alzarse autónomo y pegarle una patada en el fundillo. Macanaz cae al suelo con los mismos desarticulados movimientos con que hace avanzar su renguera. De atrás viene el fantasma de mi padre, me aparta la ira a empellones y ofrece la mano a Macanaz para que se levante, vuelve a pedirle disculpas, trata de limpiarle el polvo a manotazos. Dios mío, ¿cómo podré hacer para reparar? Macanaz me mira y se ríe de una manera extraña, como haciendo gárgaras, seguro de que ha triunfado. ¡Ah, si conoceré su tipo! Untuoso con los superiores, amable con sus iguales, despótico con los inferiores. Oscilo entre arrodillarme para que me perdone, y apretarle la garganta hasta romperle el cuello. Pero no hago nada. Lo dejo ir. La historia y las épocas son las que confieren los verdaderos rostros a los personajes que se reproducen constantemente por la afinidad de rasgos que otorga la ‘parentela pictórica’. Porque en este caso, la realidad se construye desde lo icónico y no desde lo histórico; dejando abiertas las posibilidades para las transgresiones, siendo el tiempo, o el transcurrir del tiempo, un reloj agónico; o a más decir, el transcurrir del tiempo es la agonía del personaje y la historia: 134 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Todos los futuros siguen abiertos. Pero yo estoy cansado, muy cansado. Un cansancio al que se han ido acumulando todos los tiempos que no caben en un reloj. Un cansancio reflejado en el desplazamiento de ese soldado herido que se ha venido arrastrando desde la fortaleza hasta esta Casa de Aduanas que se va convirtiendo en mi prisión. Al principio pensé que esos jadeos y gemidos podrían servirme como sustituto de un reloj. ¿A diez jadeos y gemidos el minuto? Luego conté los primeros pasos de su agonía, intenté hacer cálculos de sus pasos en minutos y multiplicarlos luego por el ancho de la plaza situada frente a esta fortaleza. Pero nada ha servido. El soldado no deja puntos de referencia, no hay regularidad alguna en el arrastrar de su cuerpo. Es como una bala de cañón, renovándose constantemente al frente, desapareciendo velozmente por atrás, y con una sola certeza: que enfila hacia un objetivo. Las historias textuales de Mario Szichman proveen al personaje la posibilidad de ordenar su destino, y en esta novela en particular, a través de la reorientación de los papeles que estructuran la historia del personaje; Aspiro el aire caliente tratando de calmarme. Me aterra tener que elegir mi destino entre estos papeles. Pero sólo en ellos puedo descubrir mi rumbo, basar mi defensa. La cuestión es cómo barajar tanta labor de amanuense para que haga previsible este futuro que he elegido al abandonar la protección de la Sapphire y decidir pasar la noche en La Guaira. Porque en mí no funciona la poética de Aristóteles, su comienzo, medio y fin. No, lo mío es como una mancha de sangre que se propaga sobre una tela. Y la sangre que alimenta esa mancha, que la va obscureciendo y diseminando, ni siquiera tiene un origen heroico. No es la mancha de la herida en combate sino de la humillación. De una humillación que visitó primero a mi padre y que nunca estuvo muy lejos de mis talones. Para huir de ella fabriqué países y disfraces. Ahora la humillación vuelve por sus fueros, me rodea por LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 135 todas partes. La humillación que empezó con mi padre está finalmente por alcanzarme. Y para que no me alcance debo frenarme. Frenarme y enfrentarla. Estos seres de la contradicción, a pesar que pueden reconstruir su historia, siempre desembocan en un mar de tragedias y frustraciones: Así las apuestas de una vida, de varias vidas inacabadas, podrán transformarse en el destino que acabo de fabricarme. Aunque tenga que hacerme algunas trampas para caer en lo inevitable. Pues hasta ahora, lo único que aparecían en mi vida como inevitables eran las fugas. ¿Por qué no quise seguir huyendo? Tal vez en algún momento la rueda debía cesar de girar. Y en el punto en que la detuve le puedo dar a mi biografía el viso de lo inevitable. Si mi historia carece de principio, medio o fin, al menos puedo darle el aspecto de un incesante retorno a las fuentes. De la Caracas que me vio nacer a la Caracas que me ha condenado a muerte. De la humillación primera a la humillación última. De uno a otro proceso. Por supuesto, con ciertos matices, pues a lo largo del tiempo he podido ir perfeccionando mis papeles, haciéndoles correcciones al margen, tachando lo que no corresponde, añadiendo, depurando. ¡Tantas veces he pasado por las mismas situaciones, por los mismos tribunales, por las mismas excusas! Y en esa oportunidad que brinda la certeza literaria, el personaje intenta irremediablemente refigurar la vida particular que importa más que la historia misma. Es la reivindicación íntima consigo mismo y la superposición de historias particulares frente al gran muro de la historia: Ahora lo que necesito es ir para atrás y enganchar la historia que haga coherente e inevitable ese destino. Sólo me quedan algunas horas para expurgar los papeles y narrar una historia coherente que me justifique. De todo este fárrago de papeles debe surgir la reivindicación de mis actos. En unas horas 136 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN necesito tener una historia que pueda legar a la posteridad. Olvidemos las digresiones y demos una trama a esta colcha de retazos empatados. Me doy órdenes para acercarme a estos papeles con serenidad. Comencemos inventando un principio. Por el papel con que comenzó todo. Siento algo cercano al miedo y a la nostalgia. Siento que me han robado cuarenta años de mi vida. Me arrodillo en el suelo y recojo el papel con que comienza mi historia. Porque la historia comienza con su partida de nacimiento, ese ‘papel’ que da vida e identidad social bajo las referencialidades familiares y de parentesco; especie de nominalidad frente al colectivo y sus normas. Ya que toda vida social comienza con un papel –partida de nacimiento- y termina con otro –acta de defunción-, son las certificaciones sobre el transcurrir de la vida, los dos extremos que resumen lacónicamente el tránsito humano por la vida: “Cada frase de ese documento tendría que venir con un asterisco y una nota al pie, con tachones y enmendaduras. En este simple documento están resumidas la humillación de mi vida pasada y la impostura y la cartografía de mi vida futura”. Y de eso se trata la historia textual, del personaje que intenta reinventar su historia desde la escritura de los bordes: Comencemos, pues, con el primer papel. Ya te indicaré, Pedro José, las frases que deberás transcribir. In the meantime, prometo que no te aburrirás. En medio de tanta correspondencia oficial, de tanta proclama árida, de tantos informes donde están excluidos el sufrimiento y los seres humanos, insertaré una anécdota interesante, un diálogo para hacer más dramática alguna confrontación, y al menor asomo de bostezo, te despabilaré con la historia de algún coño famoso. Por ahora limítate a mordisquear pensativamente tu pluma de ganso mientras yo recorro la habitación, observando estos retratos míos en dos dimensiones que he apilado contra las paredes, tratando de encontrar el rostro de los veinte años. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 137 De esta manera la reconstrucción de la historia a través del texto narrativo se transforma en constante y recurrente contraposición de planos enunciativos, “imitar el juego infantil en que pelucas, vestidos, ojos, son adosados a espectros de muñecos de paño”. Es vestir y revestir la historia como si fuese el maniquí que silenciosamente representa los roles35 que cada autor, narrador, personaje o lector van transponiendo sobre él: Y yo voy despojando del rostro que me inventó en 1788 el pintor de Lavater los aditamentos que me permitan ser 17 años más joven, y añado los rasgos más aguzados que adquirí gracias a la Gran Revolución. Voy obscureciendo mi cabello, doy un tinte más saludable a la piel, curtida en el sol de Caracas, opto por la nariz afilada, me resigno a una barbilla aún débil, a un desgarbado caminar, y asumo mi primer papel. Evidentemente vestir el maniquí de la historia es construir referencialidades dentro del presente narrativo a partir de las concepciones teatrales del vestuario como forma de representar la realidad evocada en el discurso. Y encontrarnos que en esta novela el vestuario forma parte del ‘sainete’ narrativo donde se encuentran inmersos los personajes; De mi juego infantil vuelvo a extraer pelucas, vestidos, ojos y los voy colocando sobre el rostro del coronel Casas. Hasta 35 Dentro de esta novela, los personajes son estigmatizados a través de los roles que les han sido atribuidos dentro de la historia textual, lo que evidencia la intención de suponer una clasificación en base a su verdadera actuación histórica: “los sacerdotes son unos hipócritas, los abogados unos sofistas, los médicos simples barberos con ínfulas, y todos los profesores de filosofía, sodomitas encubiertos. Con un suspiro le digo que la virtud ha desaparecido de este mundo detestable, y que mi intención va más allá de la conquista de tierras. Lo que quiero es imponer una nueva filosofía en mi irredento suelo, pues la tarea del gobernante es reformar los abusos, proteger a viudas y doncellas, enderezar entuertos, y finalmente renovar las pervertidas mentes de la humanidad. Comparte mi opinión con todo entusiasmo. Sobre todo mi desprecio por los profesores de filosofía. A poco de andar, cada vez que habla del capitán Lewis comienza con las palabras: “Ese inepto” o “ese intrigante” y me mantiene al tanto de sus maniobras”. 138 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que al final surge un modelo con la nariz y la mandíbula del general Dumouriez, mi superior en la Gran Revolución, que quiso salvar su cuello de la guillotina entregando el mío y con los ojos de Martín de Tovar, ese mantuano cabrón que nunca le perdonó a mi padre el uso del uniforme y el bastón en el batallón de blancos isleños. Repaso trozos de conversaciones que iré ensamblando en mi diálogo y que puedan aludir de manera tangencial a traiciones y a sobornos. Así que el cuerpo36 es especie de instrumento de ensamblaje para embalar la historia vista desde el narrador- personaje que intenta reconstruir a sus enemigos y hacerlos espacio enunciativo, mientras lucha contra el trozo de papel –quizá el quarto- que conserva la insidia donde ser “hijo del tendero” anula cualquier posibilidad de gloria e hidalguía; “Al principio una frase más. Sólo el transcurso del tiempo hace inteligible su significado total. Una frase del pasado que me pega un empellón en la espalda y me despoja de mis títulos. Una frase que adhiere a mi rostro los rasgos que desprecié de mi padre. Una frase más pesada que un ancla, impidiéndome partir”. El lastre personal lo ancla a la historia haciéndolo permanecer en ese puerto de angustias y amarguras que ha sido su vida. Es por eso que la novela se convierte en incesante juego de bocetos37 que se construyen bajo la triada: mirada-cuadro- 36 En momentos narrativos, el cuerpo destaca como el centro de la enunciación y sobre él recaen las virtudes o los pecados, por ello, existe el gran temor por la flagelación; “Si un hombre es hallado en la cama con la mujer de otro hombre, o una mujer con el marido de otra, la persona que falte de este modo, después de haber sido declarada culpable por el Tribunal Supremo, será severamente azotada en el cuerpo desnudo, sin exceder de treinta y nueve latigazos”. Tránsito del placer y el displacer bajo la imposición de las leyes y normas sociales que están en contra de la pasión. 37 Obviamente el boceto forma parte de lo que llamo corpoescritura que junto a la grafía proveen importantes espacios de resignificación desde la corporalidad, tanto icónica como sensible. De hecho, desde la ontosemiótica LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 139 palabra; triada que permite los borrones y las tachaduras a través de la superposición de planos enunciativos: “ Mi vida es un libro abierto en muchas páginas a la vez. Y en cada una de ellas están marcados el promisorio comienzo y el deterioro final. Como las arañas, soy incapaz de remendar la tela y siempre debo hacer borrón y cuenta nueva”. Pero esa vida, como la mayoría de los personajes de Szichman, provienen del agravio y la injuria, y en este aspecto, con el rechazo por parte de los mantuanos de la familia Miranda: “Cargábamos en nuestras espaldas el rumor de las cosas que se decían cuando abandonábamos alguna tertulia a las que nos habían invitado por razones estrictamente oficiales”. Es el estigma que se hereda y multiplica con el paso del tiempo, porque los abolengos38 y posicionamientos sociales se logran adulterando papeles y documentos: Los mantuanos le hacen la vida imposible a mi padre con ese stiff upper-lip, como si estuvieran oliendo mierda. Lo han humillado públicamente por ganarse la vida en una tienda de lienzos de Castilla en lugar de contar con blasones que le hubieran permitido eludir oficios serviles. Cuando mi padre pasó a desempeñar el cargo de capitán del batallón de blancos isleños de Caracas, esos cabrones de Juan Nicolás de Ponte y Martín de Tovar le promovieron causa ante el alcalde de primera elección. Por delante lo acusaron de usar indebidamente el uniforme y el bastón. Por detrás lo motejaron de mulato y de mercader, banquero de Tenerife, buhonero y marrano. Mi padre logró que el rey fallara por real cédula en favor suyo, pero las intrigas siguieron, cada vez más sibilinas. he podido conocer la corpohistoria como la forma de ’narrar’ la historia desde los cuerpos. 38 Tanto en las obras narrativas de crónica histórica, como en las crónicas urbanas, los personajes de Szichman intentan construir una historia de abolengo que permita el posicionamiento social representado por el reconocimiento colectivo. 140 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Ningún mantuano quiso alternar con nosotros. En todas partes, el silencio que precedía nuestros pasos era anuncio de que algún Miranda se había cruzado con alguno de ellos. Cargábamos en nuestras espaldas el rumor de las cosas que se decían cuando abandonábamos alguna tertulia a las que nos habían invitado por razones estrictamente oficiales. Los funcionarios del rey de España eran más liberales que estos mantuanos, que llegaron a América algunas decenas de años antes que mi padre y tuvieron tiempo suficiente para adquirir nuevos papeles borrando sus huellas, limpiando su sangre y adquiriendo falsos emblemas. Habida cuenta, la fama es precedida por documentos falsos: “mi fama ha sido precedida por cartas de recomendación donde se informaba que el portador de la presente era un gentilhombre livonio (o un conde mexicano, o peruano) de una familia distinguida”. Lo que nos prueba que la historia es la falsificación de la realidad. Puesto que la emperatriz Catalina no escapa a la práctica de borrar, tachar su historia mientras la reescribe: Catalina tiene el encanto, la audacia y la ingenuidad de todo usurpador. Recién con Napoleón encontraré fuerza semejante. En su olor y en sus gestos protectores recupero la sensación que he tenido ante ciertas mujeres de mi familia. No creo que la emperatriz me rechace si intento recostarme en sus amplios pechos. Apenas si se burlará de mí con algún gesto cariñoso. Pero además ama los libros. Y adora pasar en limpio su propia vida. Ha escrito siete versiones distintas de sus recuerdos a lo largo de cuatro décadas y ha cambiado numerosos detalles de un borrador a otro. Algunos de los detalles son cuestionables o incompletos. La cronología desconcertante. Hay que ponerse a comparar las diferentes versiones que ella brinda de un mismo evento para descubrir cómo quiere borrar con el codo lo que escribió con la mano. Encuentro en ella un alma gemela. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 141 Dentro de esta estructura narrativa los personajes están conscientes de la escritura de su historia como seres auténticos en el disfraz y el encubrimiento. Actores que se envuelven entre trajes y disfraces para ingresar a los espacios de representación narrativa. Como la familia Pechof de las novelas A las 20:25 la señora pasó a la inmortalidad y Los judíos del mar dulce que intentan crear su propia hidalguía y descendencia honrosa a manera de mecanismo de salvación histórica-referencial; el personaje Miranda intenta esa reconstrucción donde aparecen los símbolos de la redención y realización que se destruyen con el terremoto de 1812: “En esta ciudad que mi padre me fuerza a abandonar para que deje de ser testigo de sus humillaciones, todo está asperjado con agua bendita y bañado en olor a santidad. Es imposible pisar una sola baldosa de Caracas sin persignarse. Cada calle tiene por nombre episodios de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo”. Bajo la advocación y aparición de la conciencia cósmica, el personaje es expulsado del paraíso terrenal asediado por lo apocalíptico; paraíso del que es expulsado para no regresar jamás. La República sensible que encarna la bendición divina, donde los locos igualan a los doctores en filosofía con su sabiduría o en su facultad de predecir terremotos. Pero tanta perfección y belleza sucumbe frente a las máscaras de la hipocresía: “Somos todos iguales ante el Señor, pero no lo suficientemente iguales como para coexistir juntos”. Y allí la figura salvífica y redentora de la religión cede el paso a la Iglesia como instrumento de poder, haciendo el narrador una clara alusión al sincretismo étnico que conforma la historia nacional. Así que se enuncia desde la historia de exclusión y acomodación según el historiador que empuña la pluma como elemento reivindicativo, lo que deja por sentado que la lucha por la independencia fue una lucha de castas que posteriormente fueron consagradas por el discurso histórico: 142 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Lo descubro en los diferentes grados de obsecuencia que van modelando el rostro de mi padre, en los modales que asume para agradar, en la forma en que saca apresuradamente del busto de mármol su anticuada peluca redonda y la acomoda sobre su cabeza. Con modo todo se puede, insiste, revisando en un espejo cómo le queda la ridícula peluca, aunque los mantuanos le han demostrado en su cara y en los tribunales que lo desprecian, que sospechan de esa torpe necesidad de usar esa peluca de español cuando la moda ha impuesto la peluca francesa. La honra se compra y se disfraza, como se disfrazan los rituales entre lo público y lo privado; evidencia de las máscaras y disfraces que invaden los espacios discursivos para que aparezcan las historias ‘probables’: Cuando murió mi hermano Francisco Antonio –aquel al que usurpé el nombre– hubo un funeral público para los vecinos y otro secreto para la familia. En público lo lloramos con un celo que hubiera envidiado un familiar del Santo Oficio. Pero en la buhardilla, ese lugar que en la casa de los mantuanos está reservado generalmente a algún idiota babeante, transcurría otro funeral. Pude enterarme de rumores de que los espejos habían sido tapados con paños negros, de que algunos de los asistentes se rasgaban las ropas y se arrojaban ceniza sobre sus cabezas, de que otros recitaban oraciones con el rostro vuelto hacia la pared mientras movían la cabeza hacia atrás y hacia adelante. Lo sagrado y lo profano son extremos donde se mueve lo real y lo aparente. El enterrar y desenterrar “a los muertos desnudos y arrojarles cal encima para que retornaran más rápido al polvo”. En tal sentido Miranda-personaje es huérfano y expatriado del cariño y protección de su hipócrita padre: “Y si pudo hacer eso, también puede darle a su hijo un bruñido blasón y una patente de capitán. Una cosa más espuria que la otra. Y con esos afeites, me dispongo a abrirme al ancho mundo”. En todo caso, pudo legarle los símbolos del LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 143 falso linaje que ostentaba y permitía ingresar a los espacios enunciativos de privilegio. Al igual que en la novela Las dos muertes del General Simón Bolívar, aparece aquí el almirante Nelson como personaje que puebla los espacios y referencias oníricas, porque pareciera que los referentes legitimantes de la realidad histórica se encuentran en el mundo de los sueños de los personajes; o más bien, ellos son el sueño de la historia; de la historia textual Me quita un gran peso de encima al verlo vivo, sentado en la cama. Es como el alivio que siento después de llorar largo rato. Pero Nelson me pide que no me haga ilusiones porque está muerto de verdad. Le pregunto si es cierto que cuando fue herido de muerte se puso un pañuelo sobre la cara para que nadie lo reconociera al ser llevado a la enfermería del barco. Sonríe pero no me contesta. En cambio comienza a golpear mi bacinilla con su bastón. Le pido que deje de hacerlo pues ensuciará el piso. Pero él no me hace caso aprovechándose que está muerto y golpea cada vez más fuerte con su bastón hasta que emerjo del sueño y advierto que golpean a la puerta. Esta particularidad revela la creación de la simbiosis del personaje entre la vigilia y el personaje onírico que lo visita en sus sueños para compartir la realidad textual izada a partir de la ficción. De esta forma la novela se convierte en locación para compartir rasgos, afinidades y diferencias en compleja concatenación de rasgos físicos y comportamientos actanciales. Los criados heredan enfermedades y facciones de sus amos, ocurre el proceso de compartimento de roles parecido al del Quijote de la Mancha y su relación con Sancho Panza que ha sido reconocido como la quijotización de uno y la sanchotización del otro, y que en esta novela se manifiesta de la manera siguiente: “Llego a París en marzo de 1792 en la diligencia de Londres. Me acompaña mi criado, Andrés. Parece una deforme reencarnación del general Miranda con las ropas que he ido descartando de mi ajuar para que las incorporara a su cuerpo. 144 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Hay sin embargo una referencia que establecer entre el espacio del sueño y la vigilia, de la realidad y lo surreal a maneras de vincular los personajes con la conciencia que los mantiene sujetos a la historia ficcional: Con cada tirón de la maroma voy entrando en la zona del sueño del que me despiertan las bofetadas del agua. Pero insensiblemente, mi cuerpo se acomoda al cansancio, el cansancio se despreocupa del agua, y en sueños sigo jalando de la maroma, como si tirara de una cobija para arroparme antes de irme a dormir. Al amanecer el mar comienza a calmarse y puedo soltar la maroma e irme a dormir. Recién entonces descubro el dolor y las lastimaduras. Quitarme los guantes es como descuerarme, desprendiendo pedazos de piel que la sangre ha pegado a la lana. Comienzo a recuperar el cuerpo por partes, siguiendo la configuración del dolor. Tengo magulladuras en las piernas y las rodillas desolladas. Al final ni el dolor puede informarme de todos los percances y recién cuando me miro en el espejo del camarote puedo ver que tengo una rajadura en la parte inferior de la mejilla derecha, junto a la mandíbula. El comienzo de una marca delatora que años después usará la policía francesa para seguirme la pista. A pesar de que la sangre ya se ha secado, no siento el dolor en la barbilla, como si se hubiera adosado al espejo. En medio del sueño surge la escena homosexual entre Miranda y el marinero de estampa desgarbada que lo lleva a cubierta en medio de una tormenta: Me acuesto en el camastro y de repente me asalta la fiebre. Busco en mi baúl todas las ropas que sirvan para abrigarme y me envuelvo en ellas. Pero no puedo dejar de tiritar. Los dientes castañetean autónomos, como si flotaran dentro de la boca. Pierdo noción del tiempo. Pero en algún momento veo surgir en el camarote al marino con los dientes de oro. Se sienta en el camastro y me pide que lo acaricie. Asustado lo obedezco. Comienzo a acariciarle el carajo y a besarlo en la boca. Y de allí paso a lamerle una oreja. Así estamos un LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 145 rato, mientras pienso en maneras de sacármelo de encima, combatiendo con el cansancio y con el malestar. Finalmente saco fuerzas de donde no tengo. Aún hoy ignoro cómo pude asociar el movimiento de la mano con el de la boca. Pero consigo coordinarlos y súbitamente, le aprieto los cojones con la mano derecha y empiezo a morderle la oreja con toda mi furia, aunque la debilidad, el dolor y el castañeteo de los dientes hacen difícil la tarea. Los delirios febriles lo llevan a estar más en las esferas del sueño y la visión del marino que de la realidad. Forma de redimirse descendiendo al infierno que demarcará su futura vida; infierno del que emergerá al tercer día en medio de las sanguijuelas que le aplica el barbero, el cuenco de sangre y la quema del gusano. Así que el espacio del sueño en su figuración enunciativa es otra forma de leer los cuerpos, ellos también demarcan la corpoescritura que halla a los personajes en su más profunda debilidad y desnudez, siendo el sueño la realidad paralela que acompaña la vigilia y otorga indicios para interpretar la realidad; así como el sueño del enfrentamiento con el marinero pareciera cierto porque presenta huellas de la pelea. Tan es así la correspondencia entre sueño y vigilia que para poder salvar su vida ofrece el reloj de plata, regalo de su madre, como carnada para deshacerse de las amenazas del marino, que no deja de ser el cuerpo magullado por el tiempo y la historia; maltratado al igual que el de Miranda-personaje por la fiebre y las magulladuras de la tormenta; cuerpos espectrales que a manera de movilidad deambulan entre sueño y vigilia. Entonces, los personajes se complementan dentro de la realidad que los hace deambular como si fueran los fantasmas de un sueño del narrador, o el personaje mismo. Pero no solo los personajes intercambian rasgos, sino que también el ambiente es muestra de lo acontecido en la historia textual: el ambiente pútrido ensombrece lo rutilante de la patria: El barco se va alejando de La Guaira, de sus montañas de color 146 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ladrillo, de su humedad, tan consistente como una esponja, de todos los fétidos olores que los animales, especialmente los humanos, desechan de sus cuerpos, de ese constante soplar de un viento que arrastra arena hacia los rostros, y de ese insoportable calor que brota del suelo rojo y se deposita sobre las espaldas, como el sofocante abrazo de una mujer que quiere seguir oyendo palabras de amor luego que nos libramos de su cuerpo. Surge la realidad y la apariencia mediadas por el espejismo, la gran metáfora del eterno retorno en la narrativa de Mario Szichman que está condensada en la siguiente expresión de la novela objeto de estudio: “Desde la base de la montaña se puede ver su cumbre verde obscura, que uno imagina poblada de árboles y de una sofocante vegetación. Y que es otro espejismo, pues basta ascender a su cumbre para volver a descubrir la esterilidad del suelo, el irritante viento cargado de polvo, y la hierba, que si desde abajo parece corresponder a los árboles del paraíso, es en realidad de una textura de alambre”. La inversión de la causalidad y la transmigración entre los planos discursivos permite el surgimiento de nuevos recursos estilísticos que alimentan la trama textual: Por primera vez las cosas se han invertido y esta vez a la decepción ha seguido el deslumbramiento. Desde la distancia, en la Capitanía General de Venezuela todo luce hermoso. Desde esta fragata, con una fresca brisa marina enfriando el sudor en mi cuerpo, La Guaira se ha transfigurado. Construida en una estrecha franja en la base de la ladera de la montaña, que es casi perpendicular, luce hermosa, con sus casas blancas de tejados rojos, enmarcada por una neblina rosada. Pero yo no le tengo confianza. Pasarán casi cuarenta años para que la nostalgia y la vejez me hagan olvidar sus afeites y me impidan prever el gran terremoto que anticipará la capitulación y mi deshonra final. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 147 La narrativa ficcional es punto de referencia para lo admonitorio que permite adelantarse a los acontecimientos y prever el destino del personaje que reconstruye los hechos a medida que transcurre la escritura de la novela. Escritura que junta los extremos en paridades oposicionales que permiten hacer convivir lo sagrado y lo profano. Así el santo oficio es relacionado con lo erótico y sus procedimientos para expurgar pecados y redimir pecadoras; incidir sobre el cuerpo profano y pecaminoso para rescatar las almas: “donde la Teresa filósofa observa por el ojo de una cerradura cómo un abate flagela las nalgas de una novicia para ayudarla en sus ejercicios espirituales y posteriormente emplea una reliquia, un trozo de la soga que usaba San Francisco para anudar su hábito, a fin de someterla a una forma pura de espiritual penetración”. En un orden dialógico con Las dos muertes del general Simón Bolívar surge la soga como isotopía concatenante entre ambos textos narrativos. Y en el caso concreto de Los papeles de Miranda el ícono soga se convierte en miembro viril que penetra las intimidades causando redención y placer. Durante el desarrollo de la novela hay inserciones eróticas dentro del decurso narrativo que se convierten en referencialidades históricas para conjuntar lo erótico y la cotidianidad: –Mire con disimulo– me dice. – ¿Ve ese jorobado que camina apartando la basura con el bastón? ¿Ve la magnífica mujer que lo acompaña? Observe la pareja y dígame: ¿quién mantiene a quién?... Perdió. Es ella la que está loca por el jorobado. Ese jorobado conoce más artes amatorias que Casanova... Ahora observe a este anciano que se acerca. ¡Buenos días, don Paco! Hermosa mañana, ¿no? Mis respetos a su esposa... Ahora que nos hemos alejado un poco de don Paco, déjeme decirle que el pobre es el único que sigue guardándole respetos a su esposa. Lo que es los mozos de cuadra... Si no fuera porque la reina está acaparando los mejores sementales la esposa de don Paco no daría abasto... 148 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Lo grotesco y dispar hace que ingrese a dimensiones disímiles y espectrales39. Acompañado por un duende mientras recorre Madrid por primera vez y conoce las ‘casas de malicia’, bebe hipocrás y asiste a la ejecución donde conoce la declaratoria del condenado que se apellida Mijares y muere recitando sus delitos: “Mientras Mijares sigue recitando sus delitos reales o imaginarios con desafiante voz el verdugo da varios rápidos giros al tornillo. Se escucha nítido el crujido del cuello al romperse”. En este entorno Miranda es jugador de cartas al igual que José Félix Ribas en Los años de la guerra a muerte y donde se reitera la conjunción del azar y lo histórico para desacralizar los héroes y llevarlos a las esferas de la cotidianidad. El azar se transfigura en campo de batalla para dirimir diferencias, cambiando diametralmente los escenarios éticos que antes estuvieron representados por los campos de batalla, lo que lleva a la inversión de la historia como paradigma y dechado de virtudes. Como se ha dicho, los juegos de azar –cartas- permiten reunir al personaje literario con otros personajes históricos y referencias míticas-universales, mediante el ensamblaje teatral, el azar es centro unificador de la historia textual: 39 Al igual que en la novela Las dos muertes del General Simón Bolívar, aquí también aparece una Vieja que representa la voz del presagio a manera de oráculo: “Recuerdo el día en que abandonamos la ciudad de Coro, tras nuestro inútil intento por sublevar a esas buenas gentes. Le pedí a una vieja que me contara una historia, cualquier historia, para que el recuerdo de ese desembarco no cayera por un agujero negro. Una leyenda siempre ayuda a fijar al suelo el decorado de la historia. De lo contrario se la pasa flameando al viento hasta que se sueltan sus amarras y nada queda del decorado. Y la vieja atendió mi pedido y me contó una historia. La historia de un hombre que viajaba en un desarbolado barco. Un barco que en vez de velas alzaba mortajas. En la proa había un ataúd pequeño. El hombre sabía que el ataúd le estaba reservado. Pero también sabía que nunca podría entrar en él. ¿Acaso viviría eternamente? le pregunté a la vieja. No, me respondió. Nadie es inmortal. Pero esta es la historia de un hombre que no fue enterrado cuando realmente se murió, y que necesitará cercenar su cuerpo para poder descansar en paz”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 149 En Trenton me invitan a pasar una amable velada jugando a las cartas y tropiezo con otra partida de adulones. En vez de reyes, las figuras son Washington, John Adams, Franklin y La Fayette. Por reinas usan las Diosas Venus, Fortuna, Ceres y Minerva. (Venus oculta modestamente sus encantos con un papiro donde han redactado la declaración de la Independencia). Los valets son cuatro jefes indios. Gracias a la cajita mágica gano una discreta suma de dinero. Pero decido no seguir tentando la suerte cuando descubro que el resorte de la caja está comenzando a fallar. Pero no solo permite reunir la realidad universal con la ficción literaria, sino que los títulos nobles e históricos se producen a partir del azar y las equivocaciones: La de la fracasada expedición a Coro, en la cual la única acción armada que presenció nuestro incipiente ejército colombiano fue una escaramuza con una de nuestras patrullas que, confundiendo una salva de mosquetes para saludar nuestro desembarco con un ataque de godos, nos disparó sin misericordia. Y por esa acción recibí el dudoso título de El Precursor y el odio eterno de la parte más sana de la población. De hecho, el azar vence la nobleza militar; la trampa y la cajita mágica del Duende reafirman que existen algunos tipos de apuestas que “es imposible ganar”, e indudablemente, en la novela, y la narrativa de Szichman en general, los personajes se mueven en el constante juego del azar que imprevisiblemente rige sus destinos. Personajes del azar y la incausalidad que giran en torno a un destino ya escrito en los papeles. Y en el transcurso de la trama novelesca entendemos que Miranda hace el viaje a América (1780) huyendo del Santo Oficio que quiere confiscar sus papeles, la biblia apócrifa que subvierte la historia. De esta manera convierte la guerra en una operación comercial: 150 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El 10 de mayo ocupamos la plaza. Dos días después, ya estoy hasta los codos en negocios. Descubro una mercancía que no hay que transportarla porque se va sola al mercado y ayuda a acarrear otras mercancías o a producirlas. Se reproduce con facilidad, es menos perecedera que la carne o la fruta, ayuda a desatracar los barcos cuando la marea está baja y da trabajo a los curas, que si no fuera por la necesidad de evangelizarlos, se la pasarían atizando la discordia. En una subasta en el mercado central de la ciudad compro cuatro esclavos, tres adultos y un niño. Y esto será el comienzo de lo que me obligará a poner fin a mi carrera en el ejército español. A más de ser un regreso a América, vuelve al negocio de su padre, el tendero, a negociar telas y esclavos; a cumplir su verdadero destino que no está escrito en los anales históricos, que seguirán representando la gran farsa de los acontecimientos: “Entre la euforia comercial y el ánimo guerrero, me llegan ecos de la forma en que progresa mi padre hacia la senilidad, de su manía de querer pasearse con el uniforme con que lo humillaron. Imagino su rostro vacío de inteligencia, espiando por la ventana de algún dormitorio, primero en la casa de mi hermana Antonia, luego en la casa de Rosa, aguardando mi llegada”. Se convierte en lo que nunca quiso ser, representa a su padre al encarnar la figura que lo acecha durante toda su vida. Por ello no puede escribirle a su padre, no puede establecer con él una relación fraterna de padre e hijo, de allí que tiene que redactar ‘otros papeles’ para responder “a una alevosa maquinación”. Y como en la anterior novela, los documentos apócrifos y gacetilleros persiguen a Bolívar-personaje; aquí los ‘papeles’ permiten hacer el inventario de la vida de Miranda como forma de llevar un debe y un haber en la certificación y legitimación de la vida ficcional-textual del personaje: “–Ponlo en el del debe y el haber– le digo. –Ponlo en mi memorial de agravios. Como ejemplo de que quien me las hace me las paga. – Vuelvo a mirar el persogo, sus eslabones arrastrándose por el suelo. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 151 Todavía no he pensado qué uso darle. Pero barrunto que será nuevamente el instrumento de mi venganza”. Así que Miranda- personaje se encubre y no deja de estar sostenido por su pasado de “hijo del tendero” que lo rige irremediablemente. Así que el presente narrativo dentro de la acepción de corpoescritura permite la confluencia de cuerpos distantes en uno solo como complexión sincrética del laberinto narrativo: Siento que mi cuerpo se desdobla, que un viejo general Miranda va recorriendo corredores y más corredores mientras un imberbe Sebastián Francisco de Miranda, arrastrado por el olor, va caminando por Madrid totalmente deslumbrado, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Mis problemas son otros. Miles de objetos pasan ante mis ojos, pero ¿cuáles debo elegir como significativos? Ese es el único problema que tengo en este momento por ser criollo –una clase muy especial de criollo– y oriundo de una atrasada provincia de las América. Convidado de piedra en medio de la historia que transcurre, o más bien, ha transcurrido, le da características de anonimato y olvido; ser exiliado de su tiempo: “Y yo necesito aprender ipso facto a comportarme como un extranjero aceptable. Y sobre todo, a ennoblecer un pasado que no me pertenece”. Exiliado en el tiempo y la historia intenta como su padre construir un mundo donde ubicarse dentro de la historia; actitud ilusa que es contenida en la risa de su tío: “El tío comienza a reírse para adentro. Todo su cuerpo se convulsiona en el regocijo que le causan mis palabras. Cuando cesa, dice que es una lástima que mi padre quiera comprar un pasado de mercaderes y renunciar a sus verdaderos títulos de nobleza”. El tío es el ‘veedor’ de la verdadera historia, pero al mismo tiempo, sintetiza lo que ocurre con los personajes de Mario Szichman: “–Tal vez no ahora. Tal vez no en el futuro inmediato. Pero algún día, Sebastián Francisco, cuando te mires al espejo, te darás cuenta que lo que tienes frente a tus ojos no es un ser humano sino una cebolla40. Te sacarás una 40 Guillermo Meneses en sus ensayos líricos tipificó el personaje 152 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN capa, y otra capa, y otra más, y al final, nada quedará, apenas algunos documentos apócrifos. Una pura invención”. Aquí Miranda-personaje es referido bajo referencia de condenado por la historia, o más bien de la historia familiar que contienen la imposibilidad como tradición que rige los destinos de los desatinados personajes: “–Porque estás condenado a ser diferente. Porque siempre verás las cosas de manera diferente. Y eso es imposible de disimular. Hasta que no lo reconozcas, siempre pecarás por defecto o por exceso y oscilarás entre la obsecuencia y el orgullo, sin término medio. Esa bifurcada senda la han recorrido todos nuestros antepasados, desde hace casi trescientos años”. Así que para la recomposición de la historia surge la corpoescritura, el cuerpo simbólico que permite intercambiar rasgos y significaciones: “Abandono la casa del tío José, seguro que nunca más volveré a tropezarme con él. Es otra de las imágenes congeladas que llevaré en mi memoria hasta el fin de mis días, a las que añadiré, para remozarlas en el recuerdo, una cabellera blanca o una calva, y abundantes arrugas”. Y uno de los espacios de esa corpoescritura es la tienda de antigüedades y su figuración a manera de escenario de la ficción, especie de museo donde es posible reconstruir el tiempo y los blasones: Maese Alicante me provee de un blasón, compuesto de un escudo, un campo rojo y cinco medios cuerpos de ninfas, para recordar la hazaña de Melendo Analso de Miranda por librar en sangrienta pelea a cinco doncellas que los moros llevaban a Córdoba. Gracias a los treinta y cinco mil reales vellón del tío José mi ancestro es promovido a caballero andante y literario como una cebolla, para significar que al quitarle las capas que la recubren, surge otra renovada y lozana en repetitivo proceso creador. E indudablemente, en la narrativa de Szichman ocurre un procedimiento que se corresponde con lo dicho por Meneses. Además de corresponderse con su teoría de la historia de los ancianos y la memoria regente desde la cotidianidad de la historia. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 153 ahora tenemos derecho a usar las insignias de sus empresas en anillos, reposteros, pinturas, portadas, coches, plata labrada y bacinillas. En esta narrativa siempre existe el proveedor de los insumos de la gloria, ella se puede fabricar y representar en la construcción de locaciones discursivas. Esa misma gloria que en la casa de la aduana Miranda-Personaje ve descender, como desciende para cenar con uno de sus verdugos, el comandante Casas: Descendiendo escaleras, iluminados de a trechos por hachones encendidos que sueltan más humo que luz. Soublette encabeza la marcha, Pedro José está detrás de mí. Es como si nuestras pisadas continuaran los ecos de otras pisadas de siglos anteriores, mientras en otros aposentos, junto con el sigiloso peregrinar de las ratas, deambulan los eternos pasos de los discretos cortesanos. Como en una tienda de antigüedades están desparramados los restos de nuestra derrota frente a los godos: arcabuces con las culatas rotas, espadas sin pomo, vainas sin espada. En cambio hay muchos uniformes completos y en perfecto estado, ¿cuántos oficiales no vestirán ahora ropas de paisano? montañas de espuelas –el objeto más engorroso en una huida– coexistiendo con las alabardas, las escopetas de chispa y los olorosos frutos de nuestro comercio: bolsas con granos de cacao y café y manojos de caña, y con los más olorosos frutos de nuestras entrañas, manchando muros y escalinatas. Pareciese que el personaje se encuentra deambulando en un museo y ya forma parte de las reliquias de la historia lúgubre de la patria donde la guerra, o los símbolos de la guerra se apilonan como si fueran piezas de colección e invitan a una última cena, rodeado de hipócritas y traidores. Traidores que no comprenden la pasión de Miranda por la palabra: “El general siempre me ha asombrado con ese amor 154 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que tiene por la palabra escrita41–, le comenta Casas a Peña, volviendo a reacomodar el rostro para pasar del desconcierto a la indiferencia. “The general is a bookworm,” le dice al capitán Haynes, quien sólo entiende uno poquito de espagnolo. Por primera vez Haynes sonríe”. Esa combinatoria de descripciones sobre objetos y personajes forma parte de la intención de crónica en esta narrativa, puesto que la obra narrativa de Szichman es eterna crónica que intenta testimoniar la historia que nunca se escribirá desde los anales oficiales. Pero que testimoniará la presencia viva del personaje que propugna por un lugar dentro de su propia historia: “pero cada vez que comienza a organizar algunas frases lo interrumpo. Sospecho que Peña está ansioso porque se termine esta comedia. Intuyo que Casas está tan interesado como el capitán Haynes en que deje de ser su huésped y me marche en el barco con viento fresco. Si no, ¿cómo podrá justificar su traición? Pero no les voy a facilitar las cosas”. Porque la historia para los personajes no es argumento sino la trama que se va construyendo; trama para ser representada: “–He dedicado toda mi vida a esta empresa. No pienso abandonarla ahora. – Palabras que pertenecen a una trama ajena. Trama que comencé a escribir a partir del momento en que alguien deslizó debajo de la puerta de mi camarote el trozo de papel donde se condensa toda la infamia. ¿Qué otra cosa podía esperarse del hijo del tendero? se 41 En la palabra escrita permanece la posibilidad de testimoniar la historia. De hecho, el personaje-Miranda otorga un papel fundamental a la imprenta, el instrumento a través del cual se puede forjar el futuro: “Al amanecer del segundo día, oculto en mi camarote, ordeno que suban a cubierta los bultos cubiertos de lona. Molini, mi secretario, se encarga de desenmascarar los bultos, como si fuera un discípulo del mago Katerfelto. Y así aparecen los instrumentos con que forjaremos el mañana: las dos imprentas”. La imprenta es posibilidad para reacomodar los dispersos fragmentos de la historia y hacer el espacio para que la corpoescritura se manifieste y cumpla su heroico papel en los desatinos orgiásticos de la guerra. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 155 preguntaba el anónimo autor de la insidia”. Lo que permite la homologación de los personajes novelados con íconos de la literatura en la forma de compartir ideales que permitan ingresar a la universalidad desde la particularidad: –Pero usted, que es tan gran lector del Quijote, general, debe recordar lo que decía Sancho– prosigue Casas –que el retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza, y de sabios es guardarse hoy para mañana, y no aventurarse todo en un día. –Y usted, que es tan versado en historia, debe saber lo que dice Talleyrand– le reposto a Casas. –Que hay ratas extrañas que se suben al barco cuando se está hundiendo. Con relación a la figura del barco en esta novela es imprescindible puntualizar que su referencialidad es puente entre la libertad y la condena¸ un barco puede salvarle, el que viene a buscarlo es simbiosis entre la realidad y la ficción: “Trato de imaginar la silueta de la Sapphire en la oscuridad, pero la única sombra sólida, estable, es la del barco que ha venido finalmente a buscarme después de merodear por todos los mares de mi exilio”. Donde la libertad está asociada a la soledad como punto de encuentro entre el personaje y su propia historia que “todas las cosas que la soledad y la libertad traen consigo”, binomio que crea espacios de significación contrastantes con el referente histórico que de alguna manera los condena y aísla. Además de caracterizar al personaje que en constante fuga e itinerancia se reconoce exiliado: “aun cuando estoy fuera del país, poniéndome así en la dura precisión de sacrificar todo mi caudal e intereses, y lo que es más, la dulce compañía de mis padres y deudos, para escoger una patria que me trate al menos con justicia y asegure la tranquilidad civil”. Los lugares de la idealidad son los mismos espacios de la utopía, y el reino de la utopía es la literatura, donde es posible hacer realidad los más profundos anhelos de los personajes. Al mismo momento que pueden develarse las más 156 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sentidas figuraciones donde representan sus imposibilidades y angustias; así tienen conciencia que son traicionados y crean todo el espacio simbólico que los consagra en su propia tragedia. Porque la tragedia es el agente dinámico que mueve los mundos posibles literarios de Mario Szichman en la eterna búsqueda de la palabra escrita que demarque su desgracia. Esta particularidad genera que junto al discurso narrativo existe un ‘escribiente’ que va registrando la historia textual difuminada a lo largo y ancho de la novela; Y de repente, de la misma forma en que la tinta simpática va dibujando nuevos trazos en el papel apenas se le acerca la llama de una vela, el calor de los hachones ensartados en ganchos en los muros y de los candiles de sebo consumiéndose en la araña depositada sobre la mesa va alterando las facciones de Peña, Soublette, Casas y Haynes, haciendo aflorar otros rostros de jueces. En vez de Peña, Robespierre. En vez de Soublette, el acusador público Fouquier-Tinville, que quiso servir mi cabeza en bandeja a los delegados de la Convención. En vez de Casas, Danton. En vez de Haynes, Marat. En medio de las imágenes tintineantes que proyectan la luz de las velas, la historia de la traición se universaliza en torno a los juicios, la guillotina y los cadalsos. Lo que reitera una y otra vez el marco referencial de Szichman en Francia, y específicamente, por las figuras de la traición y la guillotina; preámbulos narrativos para su obra Eros y la doncella, espacio enunciativo donde la majestad de la guillotina ocupa toda la escena narrativa-referencial. Tipificación que se repite en la presente novela, cuando se presenta un elemento similar en el caso de la tortura, quien se hace espectáculo circense donde torturado y torturadores actúan con completa normalidad en la representación de sus roles: “lo primero que hago cuando visito un país nuevo es pedir que me muestren sus instrumentos de tortura. Y cuando veo alguno de ellos, bendigo a Madame Guillotina”. La decapitación en la narrativa de Szichman es bendición histórica que semeja a la mujer que en las dulzuras LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 157 de su cuerpo conduce a la muerte. Porque la estructura de la ‘gran historia’ se nutre de los más variados sincretismos y donde los paradigmas e instrumentos del poder se derrumban cuando la gente comienza a preguntar y cuestionar, lo que indica la manifestación de la reflexión y recuperación de la voz originaria que ha sido eclipsada y empiezan a surgir en carne viva los rostros indelebles de la revolución íntima como elemento subversor: “La monarquía no es solamente un orden injusto. En Francia está encarnada por seres injustos”. Lo que hace de la historia una sucesión de parlamentos que giran en torno a la ‘gran historia’ y las historias íntimas que en momentos surgen a manera de revueltas íntimas, conformando el teatro de la vida que tienen a la guillotina como solución o elemento conciliador entre las historias: Recorro un nuevo París sin monárquicos puntos de referencia. ¡Cómo ha cambiado todo, gracias a la guillotina y al triunfo del decorado! Si la Revolución sigue construyendo cosas monumentales, también las hace provisorias. Nunca como ahora es tan claro que la vida es un teatro y que circulamos entre telones de fondo que van irradiando de ese tinglado que es la guillotina, una ventana por la que el condenado se asoma al otro mundo. El instrumento de la muerte encarna la redención que la traslada hacia espacios de lo místico, el espacio de lo sagrado y purificante que intenta borrar las manchas y afrentas contra la ‘gran historia’: Y todo es provisorio: provisoria la guillotina, provisoria la historia, provisorios los personajes. La guillotina fue sacada de la Plaza de la Revolución luego que los residentes de la Rue Saint-Honoré se quejaron de que el olor a sangre estancada ponía en peligro su salud y depreciaba el valor de sus propiedades. Eso obligó a trasladar El Gran Altar primero a un lugar cercano a las ruinas de la Bastilla y luego a un 158 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN espacio abierto cerca de la Barriere du Trone Renversé, para devolverlo finalmente a la Plaza de la Revolución. En este sentido se puede diseccionar la historia en referentes que posteriormente se esparcen dentro de las historias textuales, fragmentos que intentan juntarse en medio de realidades y ficciones que sirven de embrague para ‘armar’ el rompecabezas textual que en sus novelas propone Szichman: En cuanto a la historia, hay tantos hechos que compiten por la inmortalidad que la toma de la Bastilla es por ahora un episodio más en la marcha de la Revolución. Hay otros sucesos más sangrientos y espectaculares a los cuales se brinda mayor importancia y que nunca quedarán registrados en los libros de historia. Sólo cuando se asiente la polvareda podrá descubrirse el verdadero significado de la caída de esa fortaleza en que había apenas siete prisioneros. Y lo mismo ocurre con los personajes de la hora. Hay algunos mucho más vociferantes que Robespierre, más elegantes y majestuosos que Marat: el duque de Orleans, Lafayette, el general Dumouriez. Todos ellos serán barridos del escenario de un plumazo. Ni siquiera un paso en falso, simplemente la vacilación, los pondrá del lado equivocado de la historia. En importante concreción queda develado el ‘ars narrativo’ del autor al reconocer la importancia del sujeto enunciante-atribuyente en la fijación de los acontecimientos dentro de la historia textual y la construcción de su correspondiente lógica de sentido. Lógica de sentido que estará supeditada a la interacción entre: autor, narrador, personaje y lector como instancias autónomas en la interpretación de los textos narrativos, que en este caso, tienen la ‘gran historia’ como excusa para articular su presencia. Instancias que justifican el tiempo histórico y la reflexión narrativa como constituyentes de un ensayo lírico que se vale de la novela a manera de instrumento de difusión: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 159 En estos comienzos de 1792 imperan los enanos patrióticos42 y las pieles de tono verdoso picadas de viruelas o comidas por sarcomas. Es una desgracia que el pueblo confíe en esa gente para conquistar un futuro en que se suprima la muerte y en que cada infante varón pueda nacer con dos carajos. Pero después de todo, ¿a quienes más apostar? Lo único que todavía no ha sido aún loteado es el porvenir. Y la Revolución se apodera del porvenir y comienza a parcelarlo en favor de quienes apuestan por su triunfo. Bajo este sincretismo, en Los papeles de Miranda surge la importante caracterización del ‘mestizo de la revolución’43, para reafirmar la condición de extranjero o exiliado entre las 42 Dentro de la oportunidad de reflexionar del autor dentro del discurso narrativo; en la obra de Szichman la presencia de enanos es recurrente, y en este momento del análisis, podemos determinar que la corta estatura tiene mucho que ver con las cualidades ético-morales de los personajes históricos, muchos agigantados por la ‘gran historia’ a pesar de sus actuaciones y actitudes. Obviamente, en la inversión de la causalidad transmigran hacia los espacios de los enanos, pero teniendo siempre presente que estos personajes siempre causarán ruido e interferencia en las historias textuales al representar la disidencia, el azar y las virilidades descomunales; espacios desde donde perturban la referencialidad histórica y sus niveles consagratorios. 43 La revolución es terremoto que lo desbasta todo y deja ver –revela- lo más íntimo: “La Gran Revolución, como un terremoto, ha acabado con el enlucido y ha puesto al descubierto los costillares y los bastidores. Es como si el diablo cojuelo hubiera levantado los techos de las viviendas y nos permitiera ver todo lo que ocurre en su interior. La vida se muestra ahora en corte transversal. En esta casa un hombre agoniza mientras se descarga por entrambos canales. En esta otra vivienda una pareja está chapando, mientras la mujer mece con uno de sus pies a un infante en su cuna para que no lo despierten los gritos de placer. En esta otra vivienda un anciano es alimentado por su hija, que se quedó para vestir santos. Mejor que el anciano se encomiende al Señor, porque esta noche su sacrificada hija ha decidido que ya ha brindado demasiado amor filial y tras observar su seco vientre y sus sajados pechos ha preparado una cocción no muy salutífera”. Todo se descabeza: “y empiezan a surgir en carne viva los rostros indelebles de la Revolución”, lo que reafirma la posición de Szichman de articular el proceso histórico como el gran desmembrador de cuerpos y sensibilidades. 160 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN historias a la que intenta ingresar; sujeto migrante y fronterizo entre Francia y la Colombella: Para todos ellos soy un receso, un merecido descanso. Y yo, a mi vez, los observo con detachment. Mi apasionamiento es puramente teórico. Querría entusiasmarme con sus entusiasmos, fundirme con sus odios y su arbitrariedad, pero es imposible. Soy apenas un mestizo de la Revolución. Y en la brecha que se abre entre mis acusadores y yo, vuelve a introducirse la corrosión del tiempo. Los veo no como están en ese momento, sino como aparecerán en el futuro. Los veo como Gulliver miraba a los gigantes: los poros en lugar de la piel, la piel en lugar de las facciones del rostro. Inclusive puedo pronosticar el momento en que la sangre se derramará de sus truncados cuellos, antes de que sus carnes se conviertan en mármol. Mestizos o seres con un linaje comprometido buscan su posicionamiento histórico dentro de los anales patémicos que son los únicos que importan. Pero de alguna manera, marcados a manera y razón de seres de la periferia; lo que hace de la imposibilidad de realización una isotopía determinante. Seres de la periferia tienen habilidades que permiten intervenir la historia textual y crear catálisis garantes del sostenimiento de la trama narrativa. De esta manera, Miranda-personaje es especie de ilusionista y puede rehacer escenas como si de un acto de magia se trataran: Del ajuar de mi juego infantil saco un pañuelo y se lo adoso a la mandíbula de Robespierre, que recibirá un pistoletazo en la quijada el nueve de Termidor de 1794. Ese pañuelo será lo único que le permitirá amarrar su quijada. Le ha dado varias vueltas en torno a la mandíbula y lo ha atado en la nuca. Pero cuando el día de la ejecución el verdugo Sansón observa el pañuelo, descubre que puede interferir con el limpio corte de la guillotina y se lo arranca de un tirón. Robespierre lanza un grito horrible, de animal herido, que se prolonga al menos por un minuto, hasta que el seco trallazo de la guillotina le separa LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 161 el grito de su garganta. El grito se prolonga en las quejas del soldado herido que se ha venido arrastrando desde la fortaleza hacia esta casa de Aduana para morir cerca de mí. Vuelvo a mirar a los ojos a mis contertulios actuales, resumo mis modales de convidado de piedra. Convidados de piedra se convierten los personajes históricos ante sus biógrafos y querellantes. Convidados de piedra que ven escribir su historia sin poder participar en ella. Personajes que pueden pasar “a la historia por esas palabras o por sus dudosos negocios” en la oportunidad de reinventarse bajo la pluma y las intenciones del autor. Porque el vínculo estrecho en la escritura es la palabra y su potencial poder de articular mundos en combinatoria infinita; por la palabra se sostienen los personajes en el mundo narrativo, así que mientras Miranda habla prolonga su entrega44: Y Soublette está nervioso porque ha oído rumores de que el coronel Simón Bolívar ha bajado a La Guaira con una partida de sus secuaces. Al parecer Bolívar sospecha que firmé la capitulación y desea hacérmelo pagar. Por lo tanto, continúo hablando sin parar. Repito frases que he ido memorizando a lo largo de los años. Hago un comentario sobre la circulación de los coños, esta vez contando las andanzas de Josefina Beauharnais. Luego la arremeto contra los jóvenes oportunistas, que llegaron al poder en Francia en la estela de Napoleón. Así pongo en el mismo saco a Casas, y a Peña, y de paso a Soublette, quien recién está entrando en la veintena. 44 Lo mismo ocurre en Las mil y una noches, cuando Scheherezade salva su vida mientras cuenta historias. 162 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LA PLURALIDAD TEMPORAL Y LAS MÁSCARAS ACTANCIALES Dentro de las magias y maravillas de la ficción, los personajes se pueden ‘ver’ representando sus diferentes roles dentro de la historia narrada; pasar de un tiempo a otro a partir de la mirada que conserva la fuerza para contar vicisitudes y mundos íntimos. De esta manera, Miranda es un anciano que intenta ser joven, porque quizá, entra a la historia desde la vejez; o hacen un viaje retrospectivo de la vejez a la juventud; de la muerte a la vida: “Yo parecía un anciano por haber sido nombrado general de los ejércitos de la República Francesa cuando tenía 43 años de edad. Pero un oportunista joven tiene sobre todo la posibilidad de buscar una cabellera blanca para usarla como chivo expiatorio de sus errores”. Resurge la anormalidad como recurso estético para soportar el universo narrativo de la novela, y así se enfrentan los cuerpos desde la juventud y la longevidad, el patriotismo se mide en función de la ganancia que pueda obtener por su participación. Los ideales de patria se desbordan frente a las transacciones comerciales que los hace mercenarios de la historia que solo tiene la palabra para engrandecerlos. Surgen los cuerpos deformes ligados al azar, el personaje representado por el enano que ingresa al decurso narrativo para acompañar la alegoría del personaje histórico, porque el personaje literario es alegoría del personaje-lector que puede desdoblarse a través de toda la obra de Mario Szichman. Y con el enano surge la visión del teatro, que en momentos se hace profundamente cercano a lo circense: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 163 En la calle nos espera un cabriolé descubierto. El conductor del carruaje está vestido como un lacayo de teatro, con empolvada peluca, casaca amarilla, camisa blanca con gorguera y calzones blancos. Tardo un rato en despojarlo imaginariamente de la peluca, en añadirle algunos dientes de oro y una sonrisa a su boca y en vestirlo con desastrado ropaje. Es el mismo rufián que desplumó a todos en el mesón. Dentro de los personajes ahistóricos, el Duende semeja al cuento infantil del flautista que encanta con su música; “el Duende es un comerciante al por mayor, me dice Gaspar. Ha vendido caballos por toda España. Siempre la misma partida de caballos. Efectuada la transacción, digamos en Valladolid, El Duende se marcha a otra ciudad. A las pocas horas, tras escuchar el dulcísimo sonido de una flauta, los caballos abandonan a su comprador y retornan obedientemente a poder de su amo”. Aquí la ficción copa el espacio narrativo, todo se hace acto teatral. El duende como flautista es encantador de caballos, por lo que podemos hacer una traslación simbólica que doma la historia y los artilugios de la guerra, ya que el caballo como ícono, entre otras cosas, está relacionado con la guerra y la épica; por lo que podemos hablar del triunfo o supremacía de la ficción sobre la historia. Además que los caballos que vende el Duque y recupera con la música de la flauta son “caballos nostálgicos por oír las melodías de caramillo”, seres patemizados por traslación simbólica que han abandonado los sustratos épicos para formar parte de la cotidianidad patémica de los personajes, orientando ahora su iconografía hacia lo telúrico que representa la eterna vuelta a los orígenes en los intentos por recuperar el paraíso perdido. Involucrado dentro de los espacios de la ficción lo laberíntico es quien conduce por las diversas posibilidades de encontrar el destino disperso entre tantos personajes y situaciones signadas por la imprevisibilidad: “Miro al Duende y descubro finalmente su juego. ¿Y por qué no? Soy un buen 164 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN candidato a yerno”. Y dentro de esa dimensión referencial, el personaje se enamora “simultáneamente de Dolores, de su hermana y de su madre”. El Duende es el artífice de la magia y la ficción; espacio, quizá, el único espacio donde los personajes perciben que se pueden realizar momentáneamente: El Duende me trata a cuerpo de rey y me adelanta algo de dinero para que compre mi patente de capitán, mientras aguardo a hacer efectivas algunas letras de cambio libradas por mi padre. Inclusive me revela algunos de sus secretos comerciales, como esa caja mágica que su yerno amarra al brazo y de la cual salen invariablemente el tres de oros y el dos de bastos. Alardea de haber hecho una fortuna vendiendo sus magnéticas partidas de caballos y esos relojes libertinos que generalmente terminan en manos de una cuadrilla apócrifa de la Santa Hermandad, y promete que aportará a su hija Dolores una dote digna de un sultán. Y en lo personal-erótico, el cuerpo deja de ser maniquí histórico y cobra vida: Y yo hago la corte a la muchacha, bajo la amorosa y vigilante mirada del Duende, quien nunca se olvida de apoyar distraídamente la mano sobre la navaja que atraviesa su faja. Dolores me tiene loco con sus insinuaciones. El Duende no nos deja ni a sol ni a sombra. Y mis depósitos seminales parecen a punto de estallar. Y eso me lleva a buscar una distracción sentimental y a tropezar con otro de esos porfiados enemigos que han dejado una marca indeleble en mis vidas a través de la afrenta45 y de la humillación, que son como el caracol, depositando sobre mi cuerpo capas sucesivas de 45 En la novela, el resarcimiento de la afrenta conduce al pasado como vínculo salvífico frente a la realidad textual: “Cuando golpeo a alguien, por cosas que sospecha actuales, estoy en realidad golpeando a uno de sus ancestros en esa genealogía de seres que han intentado humillarme, saldando mis cuentas con un pasado remoto”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 165 siluetas traslúcidas, pegajosas. O tal vez es siempre el mismo enemigo reencarnándose primero en Juan Nicolás de Ponte y Martín de Tovar, esos que le promovieron juicio a mi padre acusándolo de usar indebidamente el uniforme y el bastón, y luego en los José de Gálvez, en los Macanaz –ya te contaré de ellos, Pedro José– gemelos no tanto en los rostros como en cierta forma de sonreírse, de tratar de congraciarse con sus superiores, de mover el bastón o de hacerse preceder en las audiencias. Con el reloj46 que regala el Duende a Miranda, no sólo se marca el tiempo cronológico sino que conjunta lo sexual con lo temporal como diada indisoluble: Sólo tengo quince minutos47, le digo colocando sobre la mesa mi libertino reloj y abriendo la tapa delantera, donde solamente están las manecillas, mientras en la parte de atrás los dos gañanes y la moza continúan su eterno refocilo. Todo debe hacerlo en el lapso de quince minutos, pues es cuándo comenzará a hacer efecto el hipocrás mezclado con nuez vómica que acaba de traer la hija mayor del Duende. Una vez más eros y Tánatos se conjuran para crear un sincrético personaje; la reafirmación que los personajes habitan intermitentemente el presente narrativo no logrando la ocupación total y definitiva de los espacios enunciativos: “el futuro, como el presente, es inmodificable, le pertenece a esa misma gente que tiene derechos de propiedad sobre todo el pasado”. Entonces el presente narrativo se hace desde la pluridimensionalidad temporal que en la lectura nos da las 46 Además este reloj marca el tiempo ficcional que permite al personaje narrar su mundo íntimo que la historia siempre ha relegado a los campos de la periferia. 47 Quince minutos también representa un quarto, la fracción de tiempo que complementa una mayor; relación con el tiempo orgásmico de la relación sexual. 166 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN perspectivas de inmanencia. Siendo dentro la manifestación patémica lo erótico el elemento que rompe con la cronología histórica e introduce dentro del eje referencial isotopías que redundan dentro del pagano. Entonces el precursor de la independencia crea su: Teoría sobre la ubicación de los coños. Pues de esa ubicación depende dónde cada gran personaje ubica su trasero. No tiene sentido hacerle la corte a la esposa de tu superior pues te llevará a una calle ciega. Pero esa verdad elemental la aprendí mucho más tarde, viendo a las damas de la Gran Revolución modificar los gabinetes ministeriales con cada cambio de sábanas. En mis años mozos sólo me interesa obedecer a los dictados de mi naturaleza. El cuerpo femenino derrota nuevamente la historia y crea un discurso del poder sucedáneo que es capaz de modificar los discursos históricos; discursos de cuerpos, lujurias y deseos que tienen en los enanos a los superdotados virilmente en alusión a la jerarquía fálica que demuele todos los blasones nobles: Hasta que le comento mis tribulaciones al enano Gaspar, en parte para obtener su simpatía, y también porque siempre he sospechado que los enanos son así porque hay algo muy poderoso en su anatomía que les ha impedido crecer y que vuelve locas a las mujeres. Basta ver la bella esposa de Gaspar, cómo lo cela. Y no me equivoco, Pedro José. Gaspar es el primer ser que me ha enseñado tanto del amor como Maquiavelo de la política. Pero lo que aprendo de él, curiosamente, es a disimular más que a hacer una exhibición ostentosa de nuestras virtudes. De esta manera surge la mujer que no puede resistir la tentación de rescindir las heridas de la guerra en las partes viriles: Esta es la filosofía del buen Gaspar: una mujer que mostrará repugnancia y desdén ante cualquier desvergonzada LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 167 demostración de atributos viriles será sin embargo la persona más tierna cuando se entere que el hombre ha sufrido una lesión, sobre todo de esas que pueden impedirnos volver a levantar cabeza. Por eso me aconseja divulgar que he sufrido una honrosa herida de guerra que me obliga a cubrir las joyas de la corona con un trozo de metal. Y mi honrosa herida de guerra acaba con el desdén de María Teresa. ¡Dios mío, con qué discreta compasión alude a mi desgracia! ¡Qué delicadeza al indagar si mi condición es realmente incurable! ¡Y qué alegría en su rostro al comprobar que el amor sana todas las heridas! Así que en contrapartida a la falta de glorias épicas, el personaje acumula trofeos de sus batallas sexuales: “Años más tarde refinaré mi gusto y buscaré en las mujeres no sólo la pasión sino la inteligencia. Por ahora debo conformarme con una mujer que tiene toda la inteligencia depositada en el coño (un mechón cobrizo es el primer trofeo que se incorpora a mi cofrecillo de las maravillas) y que ni siquiera es capaz de escribir su nombre sin faltas de ortografías”. Porque el sexo es lo que convierte en verdadero militar bajo el triunfo de las armas viriles, donde lo fálico representa el triunfo de la verticalidad del poder desde dimensiones extraordinariamente humanas: La moda es que todos los capitanes tomen como queridas a las esposas de los bodegueros y que se las vayan pasando de mano en mano. Pues el ejército es una institución viril, y dormir con una mujer compartida es una excusa para amoldarse al cuerpo del hombre que la penetró, para pensar en él haciendo pensar que se piensa en ella. Pero conmigo ninguno de esos capitanes tiene posibilidades de dormir. Y eso los pone incómodos. Durante un tiempo mis colegas sospechan que soy afeminado. Eso los deja tranquilos. Lo mío, les digo con un tono que no les cae muy bien, es el estudio del gran libro del Universo. 168 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y esa posesión múltiple y compartida tiene profunda connotación homosexual que desvirtúa la condición de hombres de brega y autenticidad viril de los militares. Alegoría homosexual donde los cuerpos masculinos se poseen a través de las mujeres. En función de esta dialéctica narrativa los espacios cotidianos se erotizan para que la imprevisibilidad los haga públicos: Salimos con María Teresa en un coche y a cosa de medio camino volcamos cuando el cochero hace una brusca maniobra para esquivar una piara de cerdos. Lo peor es que yo estoy casi desnudo, pues ella me branlaba que era un prodigio. Puedo ocultarme a medias con la capa. Salgo del coche y hago bajar a María Teresa, que no está mucho más compuesta que yo. Mientras el cochero va en busca de ayuda, pasa a escasos metros una escolta del regimiento de la Princesa. Alrededor de una docena de soldados observan a su capitán, el todavía Sebastián Miranda, con capa y botas, pero sin calzas, en tanto la esposa del coronel Roca trata de volver a meterse dentro de su vestido. Miranda-personaje es perseguido como “partido” u oportunidad para las hijas casamenteras, compromisos que rehúye porque la conciencia del héroe está puesta solo en la satisfacción sexual, donde la mujer, o más bien, el cuerpo femenino comparte semejanzas con la geografía: Sin querer ser grosero le explico que Polonia no es exactamente una doncella. Y en realidad, lo único que la separa de una barragana es que generalmente ha dejado que penetraran sus montes sin cobrar dinero a los merodeadores. La matrona hace un gesto de nerviosismo y sus hijas se secan delicadamente sus bocas con servilletas concluidas en encajes de batista, corren sus sillas hacia atrás, se levantan al unísono y piden disculpas pues deben retornar a sus tareas. La matrona me informa, aunque sin grandes esperanzas de llegar a mi ardiente corazón, que una niña, la que tiene oído musical, toca el harpsichord. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 169 Aquí vuelve a aparecer la mujer asociada al vello corporal como Manuela en la novela Las dos muertes del General Simón Bolívar, en este caso, la profesora de música Van Weetle: “Esta mujer comienza a ponerme nervioso. Le descubro cosas que no había visto antes: vello brotado en su barbilla, ciertos cortes irregulares en el cabello. Pasan algunos minutos en silencio. Por suerte cuando llegamos a la casa vuelve a animarse”. Mujer que encarna toda una enigmática fisonomía: El diálogo es animado, pero de pronto la mirada de Miss Van Weetle parece alejarse y su rostro se vacía de inteligencia, predominando las curvadas cejas, la afilada nariz, la boca cruel y el vello en la barbilla. Son apenas instantes. Luego recobra su buen humor y su encanto. Sin embargo hay algo peligroso que me enfría el guarapo. Y la conversación se arrastra, y ninguno de los dos escucha lo que el otro dice. Se hace tarde. Aúllan el viento y los lobos. Le digo que es hora de irme. Los cuerpos mutilados48 y abyectos producen rara fascinación desde lo siniestro, esa mujer es cuerpo mutilado por una mastectomía; es “otra de esas pacatas mujeres que prefieren la mano de un cirujano a las caricias de un amante”. Entre sueño y vigilia, y apuntado por un mosquete, tiene que escuchar la historia sobre la disección del seno derecho; entre sueño y vigilia escucha la confesión que se transforma en acusación por violación, otra consecuencia más para su eterno peregrinar y huidas en el relato. Porque existe plenamente consciencia de los personajes que están atados a un pasado que los recicla en su resignificación: “Todos nos prometemos lo 48 El cuerpo amputado conduce a la venganza y la momificación. “Algunos años después, un amigo me enviará un follow-up con respecto a Miss Van Weetle. Luego de que la internen en un hospicio, descubrirán en la carbonera de su vivienda los restos momificados de uno de los cirujanos que la operó”. Corroborándose la relación entre el cuerpo inerte y el museo; en este caso, museo de lo siniestro y la tragedia que cercena el cuerpo femenino seductor. 170 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN mismo. Todos terminamos volviendo a esas ciudades de donde tuvimos que salir huyendo, y es allí donde recibimos el castigo máximo”. Y en ese retornar a los espacios enunciativos de los que huye, surge el reacomodar de la historia; “La historia vuelve a reacomodarse en torno mío. Parecería que nada logra superar la monotonía”. Prefigurándose el destino narrativo que sólo concede pequeñas treguas o catálisis para que transcurra la trama textual. Otra forma de deconstruir el discurso histórico es a partir del chisme y la murmuración materializados en el anónimo que deja al descubierto la aventura amorosa prohibida. Nuevamente un pasquín trastoca el referente histórico inamovible a través de las pasiones del personaje; surgiendo la injusticia como constante simbólica en la obra de Szichman, y en esta novela revelada porque: “en este mundo no hay justicia y que el castigo nada tiene que ver con la ofensa porque la única ley que impera es la del gallinero”. Lo caótico asume la escena narrativa a manera de enunciación laberíntica que arrastra a los personajes hacia el destino establecido. Pero no solamente la ‘gran’ historia diluye los cuerpos y personajes, sino el sentido materialista del contexto. Reconoce la simbolización de una sociedad descarnadamente comercial, donde las sonrisas son fingidas por las dentaduras postizas y los padres de la patria son eunucos en su vida cotidiana; así vemos al general Washington, quien es otro cuando es revisado desde los chismes y las murmuraciones: El general, que es el padre de la patria, no ha podido procrear uno solo. Cuando hago este inocente comentario, en el curso de un banquete a que he sido invitado, se produce un ominoso silencio. No recibiré más invitaciones en Filadelfia. Para empeorar las cosas, el intrigante del cónsul general de Francia informa que soy desertor del ejército español y que por mi culpa Cagigal ha sido condenado a seis años de cárcel. Eso me cae como un balde de agua fría y comienzo a rehuir los círculos diplomáticos. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 171 Esta enunciación laberíntica hace de Miranda un personaje de ‘huidas’ que lo convierte en sujeto itinerante como personaje de circo que migra entre la realidad y la ficción: “Cuando vienen a buscarme dos corchetes y un alguacil me escapo limpiamente por la puerta trasera y me escondo tres días en un burdel. Desde allí redacto un memorial al rey indicando que me estoy recuperando en el campo de problemas de salud y que responderé de mi persona ante la corte de Madrid. Para mí, empieza el viaje interminable”. El burdel suplanta el campo de batalla y los espacios nobles para convertirse en lugar de las máscaras y el encubrimiento que permite camuflarse entre cuerpos y fragancias. Porque el camuflarse es revestirse de circunstancialidades enunciativas específicas y concretas. Los uniformes y trajes son cautiverio de la historia, conversores de los sujetos en personajes acartonados que semejan muñecos de trapo o cera49: Vuelvo a la habitación precedido por Pedro José. Examino otra vez los goznes amarrados con cordel. Forcejeo con estas botas pesadas, de cuero rígido, inventadas para procrear llagas. Lanzo un suspiro de alivio al aflojar la faja y al desabrochar el cuello duro que se ajusta a la garganta como si se tratara de manos autónomas tratando de estrangularme. ¡Cómo odio esta vestimenta punitiva! Tiene razón el coronel Bolívar: hay que vestir a lo llanero. Pedro José copia mis movimientos, se despoja de las ropas que le he ido regalando. Yo voy quedando apilado en esas ropas que adquirieron mis malos hábitos al sentarme, que en sus pliegues y abolsaduras fueron detallando el paso del tiempo. Me pongo el batín y él me imita. 49 Esa intención de objetualizar de los personajes a través de los acartonamientos de los trajes o los roles actanciales que les toca desempeñar, es clara alusión a la historia a razón de museo donde se ‘apilan’ los héroes y los acontecimientos; formando parte de la corpohistoria de la humanidad. 172 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Pedro José es el convidado de piedra en la historia personal de Miranda, escucha silente que sirve de aparente recipiendario de lo narrado. Metáfora del lector que paulatinamente entra y sale de la historia contada: “observo el rostro de Pedro José. Es como si esperara algo más de mí pues esto que cuento no son recuerdos de carne y hueso sino memorias de papel, que adolecen a veces de las amarras que brinda el repasar siempre el mismo suelo”. Entonces Pedro José es el lector que rebusca en las memorias de papel y no en hechos reales, por lo cual es imprescindible este personaje ‘gozne’ que articule la historia con la exterioridad. El convidado de piedra es personaje que siente placer de su rol subversor. En este sentido encarna simbólicamente al lector de carne y hueso porque es el lector quien a través de los papeles podrá ordenar realidad y ficción como instancias paralelas: Y es que no se puede estar viviendo continuamente a los tumbos, saltando de un lugar a otro pues los recuerdos se van adosando al cuerpo como imágenes coaguladas, cada una con su propia aureola, con su aspecto de cosa inacabada. ¿Cuántos muertos no he podido enterrar? ¿Cuántos muertos, por culpa de esa circunstancia, no estarán vivos en mi memoria para siempre? ¿Cuántos gestos han quedado interrumpidos? ¿Cuántas cabelleras cesaron de encanecer? ¡Qué cantidad de chocheras truncadas! Inclusive la mía. A los sesenta y dos años me pienso como si tuviera no más de cuarenta, pues no tengo con quien confrontar mi vejez. Toda una generación me ha sido negada. Es como si coexistiera con mis antepasados en un plano de igualdad. Generación de fantasmas que deambulan entre el referente histórico y la certeza literaria; personajes que tienen como única posibilidad de existencia la teatralización: Es como si esperara algo más de mí pues esto que cuento no son recuerdos de carne y hueso sino memorias de papel, que adolecen a veces de las amarras que brinda el repasar siempre LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 173 el mismo suelo. Y es que no se puede estar viviendo continuamente a los tumbos, saltando de un lugar a otro pues los recuerdos se van adosando al cuerpo como imágenes coaguladas, cada una con su propia aureola, con su aspecto de cosa inacabada. ¿Cuántos muertos no he podido enterrar? ¿Cuántos muertos, por culpa de esa circunstancia, no estarán vivos en mi memoria para siempre? ¿Cuántos gestos han quedado interrumpidos? ¿Cuántas cabelleras cesaron de encanecer? ¡Qué cantidad de chocheras truncadas! Inclusive la mía. A los sesenta y dos años me pienso como si tuviera no más de cuarenta, pues no tengo con quien confrontar mi vejez. Toda una generación me ha sido negada. Es como si coexistiera con mis antepasados en un plano de igualdad. A veces pienso que soy como aquel rey loco de Dinamarca que se paseaba por los pasillos del teatro de la Comedia y parecía el hijo de su esposa y el hermano de sus hijos. Hasta el espejo ha dejado de reflejar mi imagen actual. (“Lo que tienes frente a tus ojos no es un ser humano sino una cebolla”, me dice el tío José desde el fondo del espejo. Me saco una capa, y otra capa, y otra más, y es cierto, al final, nada queda, apenas una invención. Yo soy el Ossian de la independencia americana. Tengo documentos para probarlo). Y cada vez esa imagen se parece más a los cuadros que han hecho de mí en diferentes épocas de mi vida y que adornan las paredes de mi estudio. Trato de quitarme las telarañas de la mente. Un esfuerzo más. Faltan todavía algunos documentos por encontrar y por transcribir. Me pierdo entre tantos papeles. Y si quiero encontrarme debo volver al lugar donde estaba antes de perderme. Así que la escritura y los ‘papeles’ son la forma de conciliar la historia y la certeza literaria que intentan posicionar los grandes vacíos que se transforman en enigmas; interrogantes sobre la historia, la realidad o la exageración: “A poco de andar, es difícil inclusive saber si ocurrió matanza alguna. Tal vez fue un suicidio en masa de prisioneros”. 174 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Porque lo que comienza a manera de juego se transforma en la guerra, mostrando el azar como forma de construir, o más bien, desencadenar acontecimientos. Si esto es cierto, en la narrativa de Szichman, la imprevisibilidad es quien desencadena en la historia que el hombre secciona y acomoda en los anaqueles de la memoria y la tradición: “Recién después las balas de verdad comenzarán a matar de verdad, o a causar horribles heridas”. La guerra es la otra forma de despedazar los cuerpos y esparcirlos como referentes textuales en la historia narrada: Lo que veo de la batalla forma parte de la magia que precede a la desarboladura. Recibo órdenes de mantener las tropas en reserva detrás de un bosque. Y la muerte va segando mis tropas con mano invisible. Las bombas cruzan el aire como si fueran bolas de fuego. Ascienden lentamente y descienden a toda velocidad. Luego aparecen las granadas, que se comportan en el aire como si fueran cuervos y pasan cerca de nuestros oídos con tronantes alas. Cada proyectil arranca a manotazos las vidas de algunos soldados. Pero lo que causan verdaderos estragos son las balas de cañón que ruedan por el suelo y a veces arrancan los pies y las piernas de entre diez y doce hombres. De esta manera la guerra semeja un carnaval, la forma orgiástica de romper con la unidad corporal y mostrar lo fragmentario dentro de la imposibilidad de recomponer lo esparcido en el discurso histórico, que como único recurso válido, tendrá la teatralización de los hechos a conveniencia de los intereses e imaginación del ‘escribiente’ de la historia, llámese novelista o historiador: “Recuerdan esos títeres de las ferias, uno en el costado derecho del escenario, el otro en el izquierdo, dándose de garrotazos. Pero cuando termina la función y el titiritero sale para saludar, ocurre que surge un muñeco de cada uno de sus brazos”. Personajes que giran en torno a un círculo vicioso que pareciera no avanzar nunca, siempre moviéndose hacia atrás, o permanentemente moviéndose en el mismo lugar LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 175 como el movimiento fornicador del reloj de Miranda. Por esta modalidad estilística el personaje histórico es sacrificado por esa historia que lo hace mesías, pero al mismo tiempo, ciñe sobre su frente una corona de espinas, prohibiéndolo como sujeto al inmortalizarlo bajo la égida de la gloria y el honor. Semejando el Mío Cid Campeador, Miranda-personaje intenta lavar su honra a partir del recurrente peregrinar en un mundo de la incausalidad y las imprevisibilidades. Y en ese mundo de la incausalidad la ciencia está al servicio del vicio: “Los galenos recomiendan el tabaco para curar el dolor de estómago, las heridas de mosquete, el reumatismo, los sabañones, la mordedura de víbora, e inclusive el mal aliento. He visto usar el tabaco en cataplasmas, macerado como el té, y enrollado en forma de píldoras”. Causalidades enunciativas que permiten la aparición de la parodia a manera de elemento estructurante de la trama textual; al mismo tiempo que, permite deconstruir el referente histórico y cuestionar la ‘gran historia’, donde los reconocimientos se transforman en teatros bufos y lo erótico- corporal hace implosionar la tan ansiada gloria, grandeza y honra. Y de esta forma surge la idea de crear la orden Francisco de Miranda con los vellos púbicos de sus amantes: “¡Y todo eso para esto, para terminar acosado por imberbes que sólo toleran ídolos de mármol! Si existiera Dios, me gustaría preguntarle en qué parte comencé a equivocarme”. Al final de la novela, la historia patémica como revuelta íntima se convierte en reflexión en voz alta que involucra por igual al autor, narrador, personajes y lector en una forma aleccionadora, y al mismo tiempo, cuestionadora de la historia y su conversión en testimonio de América. Circunstancias que conducen al develamiento de las farsas; los juicios y tribunales son melodramas. Los recuerdos se construyen en base a la muertes, lo que estigmatiza la recordación desde la tragedia y desolación, un pasado trágico que demarca la evolución temporal repetida en cada momento 176 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN y circunstancia; “Voy colocando mis recuerdos en dos rimeros. De este lado las muertes heroicas. De este otro las muertes banales. Cada muerte acompañada del clima propicio, de las palabras más adecuadas para la ocasión, de ciertos gestos solemnes”. Entonces, la historia, o su escritura, es simplemente un inventario de la muerte, donde los sepulcros son la única oportunidad para recomponer sus cuerpos y otorgarle grandeza, porque si no, quedarán esparcidos en los campos de batalla en el más completo anonimato, y de esa manera, la muerte no será más que un lugar común: Acusados y acusadores, todos subirán al mismo carruaje, sus cabezas rodarán por las mismas cestas. Y si Sansón, el verdugo, no está muy ajetreado o muy aburrido, alzará alguna de ellas ante el público para que lancen el grito de “Vive la Republique”. La procesión es incesante. La tinta simpática va revelando los contornos de lo ocurrido y los rostros se superponen. De mi juego infantil extraigo ahora no pelucas, vestidos, u ojos, sino rostros, y los adoso a espectros de muñecos hechos en paño. El rostro de Robespierre está enmascarado por el del rey Luis Dieciséis, con el que compartirá la tumba. La historia solo puede recomponerse en el mundo primordial representado por la infancia y sus momentos lúdicos que permiten el intercambio de roles, cuerpos y disfraces; develándose la realidad que frente a la muerte todos son iguales e irán a compartir el mismo lugar de la verdadera historia; porque en la historia teatralizada sólo basta con disfrazarse: Miro por una de las ventanas del Tribunal Criminal Revolucionario, la que da a la Rue Saint-Honoré y veo un horizonte de picas en las que han clavado camisas ensangrentadas. Esa es la gente de Marat. Con paso resuelto salgo hacia la calle y sacando del bolsillo derecho de mi chaqueta el gorro frigio me lo encasqueto. La multitud lanza un alarido de alegría. Alguien se me acerca y me pone LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 177 encima del gorro frigio una corona de laureles. De repente, no estoy caminando sino flotando sobre la multitud. Cuatro muchachones, uno de ellos oliendo a pescado, me alzan sobre los hombros. Soy el héroe del día. Los posicionamientos y roles dependen de la indumentaria; tan así, que la historia se resume en intercambio de vestimentas y artilugios, mientras los cuerpos50 y las mentes siguen siendo los mismos; seres de la fragmentación y lamentación: Luego me entubo en una levita de jacobino y me dirijo al café Francastel, donde vuelvo a recibir aclamaciones. Alguien me menciona al oído una nueva diversión en el salón patriótico de Madame La Caramagnole, y hacia allí enfilo. Paso por un salón donde se juega a los naipes con mazos patrióticos. Han quedado abolidos el rey y la reina, los heráldicos blasones, las coronas y las flores de lis, todo lo perteneciente al partido de Pitt y de Coburg. De las fábricas de cartas de la Rue Saint-Nicaise han surgido los naipes diseñados por David que transfiguran los reyes en genios: el genio de la guerra, de la paz, de las artes, del comercio. Las reinas han sido transformadas en Libertades, los valets en Igualdades, los ases en Leyes. En vez de coronas usan gorros frigios. Porque lo que aquí se reflexiona es sobre la historia y el azar mediante la incorporación de escenas escatológicas sobre los símbolos de la República. Y allí se encuentra con el enano Gaspar, prostitutas y poder; ejemplo de la periferia como microfísica del poder que cohabita con la ‘gran’ historia y ha corrido la misma suerte de los muertos anónimos esparcidos 50 Aunque hay que puntualizar que sobre los cuerpos desnudos también descansa una importante referencia simbólica, puesto que, además de simbolizar la manifestación de lo erótico, contienen los tatuajes de la guerra a manera de elementos dignificantes. Atribuciones que a la postre reforzarán por traslación las visiones sobre la virilidad e importancia del cuerpo desnudo dentro de esa soterrada manifestación de la revuelta íntima por parte de los personajes. 178 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en los campos de batalla: “Sus entrepiernas son la llave que abre la puerta de un ministerio. A madame Custine le sobran las conexiones pero le falta un ingrediente indispensable: el sentido de la historia. Nunca ha hecho las cosas sino por placer. Cree todavía en el amor. Mira este billetito que me envió en una ocasión: “Querido general, dígame qué hora de la mañana tendrá disponible para amarme”. Estableciéndose la paridad oposicional entre amor/deseo; la apariencia y la satisfacción: del cuerpo que crea un intrincado campo semiótico: Madame Custine cree en lo que el gran Jean Jacques Rousseau le ha mentido. Que el amor es una cosa natural, que hay que dejar actuar a los sentidos. La literatura romántica le ha sorbido el seso. Piensa que en el amor, como en la literatura, hay que dejarse guiar por la inspiración. En cambio madame Roland nunca cayó en esa trampa. Inclusive cuando entregaba su parte posterior era pensando únicamente en la posteridad. Cada chapada le inspiraba pensamientos poéticos o filosóficos. ¿Acaso después de una sesión amatoria particularmente fatigosa no escribió su famoso llamamiento para declarar la guerra a los Habsburgo? La satisfacción del deseo y la plena manifestación del cuerpo son desencadenante de la intelectualidad y la reflexión filosófica, lo que hace que la narración al final de la novela desemboque en un directo y específico teatro de máscaras, o una gran ‘mascarada narrativa’ que anuncia la celebración de la vida y los cuerpos: “Retorno a Londres para ver cómo las máscaras vuelven a reemplazar a los rostros, los disfraces a las vestimentas, las pelucas a las cabelleras. Y en todas partes repudio los excesos de los jacobinos. Por si las moscas”. Mientras más transcurre la historia textual, más distante queda la gloria y la alcurnia a manera de prototipo de los personajes y sus roles históricos; espacio que pareciera traer la calma y la mesura al hilo discursivo, pero que inmediatamente se ve rota por la aparición del papel injurioso que desencadena su destino narrativo: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 179 Pero a partir de ese papel todo cambió y comencé a preparar los gestos por los que deseo ser recordado. Hasta ahora no se habían cansado de acusarme de pedante y arrogante. Pues bien, no lo seré más. Encorvemos el espinazo y pasemos la antorcha de la pedantería y la arrogancia a la juventud, que es siempre perdonada. Un viejo pedante y arrogante es imperdonable. Todo lo que hace es mímica y parodia. Los viejos tenemos tendencia a repetirnos. Nadie puede mostrar arrogancia y arrugas, pedantería y dientes ajenos. Hasta hace algunos años, siempre me precedía una generación en mi camino a la tumba. Ahora, en cambio, ya no hay nada que me separe de la muerte. ¿Es que me estoy haciendo viejo? ¿Es que me he cansado de seguir huyendo? Sí, me estoy haciendo viejo y es hora de comenzar a hacer cosas inevitables para recuperar mis tres dimensiones. Aunque para eso tenga que inventar mi propio destino como inventé mis pasados, reconstruyéndome incesantemente, abominando de la cronología. Los fantasmas detenidos en algún lugar en la historia textual vuelven con mayor fuerza y énfasis, el padre acecha desde el fondo del espejo. A mi modo de ver, se revela el interlocutor de Miranda en la novela, y no es otro que el general Simón Bolívar, a él está dirigida su confesión, lo que hace pertinente la inclusión de diálogos y escenas de Las dos muertes del General Simón Bolívar: Y de repente, detrás de Soublette, aparece el coronel Bolívar. Observo su piel morena y áspera, sus labios gruesos, ese bozo que no llega a bigote, sus ojos furiosos, a punto de saltarle las lágrimas. Lo miro con desdén, con insolencia. Estoy tentado de preguntarle cuando adquirió su certificado de blancura. El coronel Bolívar abre finalmente la boca para preguntarme si podemos hablar a solas. Trata de controlar su furia y su llanto delante de Soublette. Súbitamente quiero abrazarlo y retroceder algunos meses en el tiempo, cuando todavía no existía furia en sus ojos ni veneno en mis palabras. Pero sólo atino a darle una orden: “Tiene exactamente cinco minutos para decirme lo que me tenga que decir”. El coronel Bolívar 180 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN murmura que con cinco minutos será más que suficiente, y entra en mi habitación. Se alza el telón del último acto. Lo que desdibuja a su interlocutor ausente y siempre presente en su narración-confesión, quizá el espectro que junto a su padre lo persigue y acecha. Y en este ‘último acto’ de la historia narrada, ya la historia no se cuenta, se balbucea; los recuerdos transitan los mares nostálgicos para encontrarse nuevamente embarcado en el Leander camino a la capitanía general de Venezuela: El Leander es demasiado pequeño para albergarlos con comodidad, y el frío impide hacerlos dormir en los chinchorros, al aire libre. El hacinamiento en las bodegas, donde toda incomodidad tiene su asiento, y todo triste ruido hace su habitación, ha comenzado a alterar el humor de los tripulantes, generando peleas. El único sitio tranquilo es un camarote controlado por un robusto sodomita revestido de tatuajes. Los ocupantes ni siquiera se atreven a ventosear, por miedo a recordarle donde tienen las nalgas. Dentro de ese trance nostálgico regresan los olores que conectan con tiempos idos pero que forman parte de ese mundo primordial que trata de cubrirlo de la orfandad histórica: El olor a pintura y a trementina inunda el barco, compitiendo con los olores del mar. No hay necesidad todavía de poner los baldes de arena a los costados de los cañones, ni subir el vinagre de la estiba, ni los cepillos de dura cerda, ni otros objetos que recuerden a los marinos la inminencia de la carnicería. Los objetos para absorber o limpiar la sangre queden estibados, junto con el tambor mayor para convocar a la lucha, y los cuchillos para aserrar huesos y los trozos de lona cuadrada y el bramante, y las pesadas linternas de batalla, y las tablas y tarugos y clavos y martillos para reparar precariamente los agujeros dejados por las balas de cañón, y los torniquetes y los cordones de estopa para calafatear a los heridos, y los mendrugos de cera, y las curvadas agujas LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 181 de zurcir y los dedales de cuero, y las palmas de cuero, para coser las mortajas –si es que hay tiempo para ello, pues de lo contrario los muertos serán arrojados por la borda, junto con las sillas, las jaulas de las gallinas y los cerdos. En cambio, hay que mostrar desde el comienzo la esperanza y el futuro perfecto. No es difícil de lograrlo cuando la temperatura es fría, pero tolerable, las ropas se conservan aún secas, hay tabaco y comida en abundancia, cada tripulante recibe una pinta diaria de ron sin diluir, y se les ha adelantado una semana de salario. Además, está el pequeño misterio sobre quien comanda la expedición, misterio que mis ayudantes han contribuido a acentuar, mencionando en asordinada voz que puede oírse de un extremo al otro del barco a un gran personaje que los conducirá a la gloria. La gloria es momento personal para disfrutarse sola y exclusivamente en la historia particular, a manera de construcción simbólica entre los hombres que lo rodean y creen en la empresa libertaria que emprenden. De allí que el misterio y suspenso rodeen a ese salvífico personaje oculto como la gran revelación de la libertad: Por ahora me oculto en el camarote y dejo que mis representantes se entiendan con el capitán y la tripulación, y que de paso divulguen el inicio de una empresa extraordinaria y peligrosa que tendrá como destino alguna parte de los dominios españoles, probablemente en la América del Sur. El noble propósito es ayudar a los infelices habitantes de esas colonias a arrojar el yugo que los oprime desde hace más de tres siglos. Nunca viene mal un poco de misterio. Es como el preámbulo a una constitución. Y además, necesito tiempo para ordenar mis papeles, y pasar en limpio mis planes, ahora que los ingleses han decidido sobarle los lomos al choricero Godoy, el seductor de la reina de España. La conciencia del personaje y su permanencia en 182 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la historia construida desde la certeza literaria lo lleva a autorreconocerse dentro de la ‘gran historia’: “Nunca era el momento adecuado. Y yo me cansé de estar eternamente en vísperas de algo. Hasta que al final opté por acabar con las vísperas. Preferible pasar a la historia como el hombre que se adelantó a su tiempo”. Entonces la historia textual se convierte en la posibilidad y oportunidad de reinsertarse dentro de la historia que lo ha descolocado en su justa medida, puesto que, el presente narrativo es el momento para ingresar a la historia, quizá, sin pertenecer a ella. Porque lo que hace Miranda- personaje es disfrazarse de enigmático líder y crear, como si fuese un mago, ilusiones que acaban una vez concluido el acto circense. Porque surgen irremediablemente los antagonismos que contrarían los propósitos actanciales, el Leander es la antítesis de la liberación de los pueblos y surge el contraste entre la imaginación del personaje y la realidad que puede percibir el lector, como recurso estilístico que potencia la trama discursiva51: “El Leander no parece un man-of-war sino una Academia de Ciencias combinada con esos talleres establecidos por las Armas de la República de Francia para combatir a los invasores. Nada falta: ni la imprenta, ni los sastres, ni los herreros”. El barco es todo, menos un instrumento de guerra, sino más bien, de la utopía subyacente en el profundo carácter romántico que caracterizó en sus inicios la empresa independentista de América. En vez de armas de guerra, el barco va armado de palabras y constituciones para liberar. En interesante ‘elipsis discursiva’ el barco se convierte en la oportunidad de reacomodar la historia mediante una forma visionaria de ‘ver’ todo lo que ha transcurrido: Todo figura aún en futuro perfecto: los populares comandantes 51 Es de hacer notar que en las últimas páginas de la novela, la narración se transforma en la cronología de un diario que puede asumirse como ‘bitácora’ de un viaje tanto íntimo como colectivo, más aún, cuando el Miranda-personaje se maneja entre la cubierta y el camarote. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 183 muertos en aleve emboscada, aquellos que estaban en condiciones de evitar la guerra civil pero que no pudieron hacerlo porque les desjarretaron el caballo, y los que perdieron el poder siempre en vísperas de decisiones trascendentales que hubieran podido enrumbar el país hacia un horizonte de grandeza. El barco-imprenta es además un ciclorama para ubicar los diferentes ‘mosaicos’ que representan la empresa libertaria impulsada por Francisco de Miranda y establecida en la novela a manera de condena y frustración: Una parte del alcázar, entre el palo mayor y la popa, está destinado a poner el carro delante de los caballos, anticipando nuestras imperfectas independencias, con nuestras perfectas constituciones. Varios jóvenes cajistas se ocupan de imprimir esas constituciones, además de las proclamas. Otros trabajan con los herrajes de la encuadernación. Cada volumen es entregado para mi inspección. Me siento muy orgulloso. En el papel todo luce de parabienes. Las instrucciones para el desembarco en la costa de Venezuela han sido impresas en papel tela, y encuadernadas. Cosidas al lomo hay tres cintas de seda con los colores de la bandera colombiana: amarilla, azul y roja. Cada cinta marca parte del plan. Todo very neat y en números redondos, aunque hemos tenido que redondear el número del personal de tropa, añadiendo un cero a cada formación, para hacer nuestra presencia más formidable en caso de que las instrucciones caigan en manos de los godos. Cuerpos sincréticos y paradojales transitan por los caminos de la idealidad como el poeta analfabeta, una contradicción entre arte e intelectualidad. Pero que representa la inclinación narrativa de Szichman en relacionar las carencias intelectuales con el arte: No sabe leer ni escribir, ignora el valor del dinero, y su rostro tiene el aspecto basto, brutal, que tantas veces he encontrado en hospicios de Alemania y en las fisiognomías descriptas 184 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN por Lavater. Pero cuando empuña un buril todo cambia. Veo las virutas alzarse del molde de hierro en que trabaja. Con cada enrulada viruta surge un trazo de mi perfil. En menos de quince minutos completa su bajorrelieve invertido, sin haber hecho un dibujo previo, y lo entrega a un joyero que contraté en Nueva York para que estampe las monedas. Con la misma rapidez y destreza DePablo ha entregado a los impresores las orlas para las proclamas, y grabados de mapas, y a mí me ha dibujado ex-libris de mi diario de Melilla y del sitio de Panzacola. En esa embarcación se forjan los símbolos de la patria pretendida: “Por primera vez son desplegados a bordo los colores colombianos. Se realiza una pequeña fiesta a bordo, se dispara un cañón, y se brinda ante el estandarte, que se espera conduzca al triunfo de la libertad y de la humanidad en un país largamente oprimido”. En el mar –con toda la simbología del agua en movimiento- se anuncia la patria itinerante que va a encontrarse con la oprimida. Y aquí, metafóricamente, surgen las dos patrias que se mantienen en contraste en la obra de Szichman: la pretendida y la cosificada en la escritura conmemorativa y discursos del poder; siendo la pretendida aquella que siempre se aguarda devenida del mar y la libertad. Pero irremediablemente esa euforia es presagiada por las derrotas y descalabros futuros que irremediablemente conducen a la patria estatizada en los anales que como oráculos demarcan los caminos trágicos y cuerpos despoblados de gloria y grandeza: Hay papeles de todos los tamaños, escritos en toda clase de cálamos, algunos con lápiz de carpintero, inclusive uno con un trozo de carbón, denunciando los preparativos de un motín, anticipando en sentencias mal construidas, con faltas de ortografía, el desastre que se avecina, la época de desarbolar los mástiles y de romper las puertas de las cabinas a hachazos porque estorban a la hora de transportar los heridos y los muertos. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 185 La derrota se visualiza en la concreción de la historia ya escrita y las posibilidades de verla en los cuerpos y la gloria: Los hombres, con sus ropas hechas jirones, lucen como espantapájaros, y sus ropas se agitan a la menor brisa copiando los andrajos en que ha quedado convertido el velamen. Pero ordeno que se siga con los ejercicios y las prácticas de tiro, para impedir que se propague la idea de un motín. Observo a mis magras tropas, sus magras carnes, y en mi imaginación relleno sus filas y sus carnes, esperando contra toda esperanza que ese sol sangriento, que predice más plagas y desdichas, se transforme en el brillante sol que haga amanecer nuestra libertad. Entonces surgen las sustituciones que presagian lo apocalíptico; desandar por desembarcar de los seres solitarios que emprenden la empresa libertaria: Pero todo lo que encontramos fueron calles vacías, un perro lamiéndose los genitales, que ni siquiera se tomó la molestia de asustarse por nuestra presencia, y una vieja que nunca se apartó de mi lado. A poco de andar un silencio solemne, a rather dreadful stillness, puso todo en sordina. Los parches de los tambores se volvieron fláccidos como los pechos de la vieja. Nuestras picas y lanzas dejaron de resonar en el empedrado. Los soldados parecían tener las botas envueltas en trapos. El sol brillaba alto en el cielo, la mañana era serena y plácida, pero los ánimos estaban sobrecogidos. Ingresan al espacio de lo espectral, donde indudablemente están ingresando a los espacios de la historia textual que se magnifica al ser recordada por el héroe y su ingreso a una dimensión desolada y lúgubre en medio de las evidencias de un estrepitoso fracaso: “...Y esa noche le di vuelta a esa historia, tratando de encontrarle sentido mientras el fracaso, el maldito fracaso, descendía sobre el lugar como una bandada de zamuros”. La historia de libertad, gloria y grandeza es sustituida por la historia que cuenta la vieja a 186 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN solicitud de Miranda-personaje; su misma historia que se repite incesantemente en esos lugares de desolación: Fue allí que tropecé con la vieja. Le pedí a la vieja que me contara una historia, cualquier historia, para que el recuerdo de ese desembarco no cayera por un agujero negro. Y la vieja atendió mi pedido y me contó una historia. La historia de un hombre que viajaba en un desarbolado barco. Un barco que en vez de velas alzaba mortajas. En la proa había un ataúd pequeño. El hombre sabía que el ataúd le estaba reservado. Pero también sabía que nunca podría entrar en él. ¿Acaso viviría eternamente? le pregunté a la vieja. No, me respondió. Nadie es inmortal. Pero esta es la historia de un hombre que no fue enterrado cuando realmente se murió, y que necesitará cercenar su cuerpo para poder descansar en paz. Pudiéramos pensar que esa es la historia de los héroes, quienes en la muerte conmemorativa no encuentran reposo ni descanso al transmigrar a un cuerpo que la corpoescritura en momentos diviniza, o en otras ocasiona, condena, operando como una forma de diseccionar para ir ocupando los estancos de la historia desde el cuadrante: autor-narrador-personaje- lector. Así los retratos se convierten en cáscaras vacías que se van llenando de significación: “Es lo mismo que ocurre con los retratos de época, simples cáscaras a los que uno le añade ciertos toques de humanidad”. Al final los retratos son siluetas recompuestas a través de la historia narrada y los artilugios de la palabra, lo que convierte las vidas del general en un teatro; En mis vidas, los elencos cambian completos, desde el personaje principal hasta el encargado de matar las luces. Pero eso cambia cuando regreso a Caracas. Y la gente que reencuentro después de cuarenta años tiene el aire de familia de las comparsas que agriaron mi adolescencia. Y cómo no van a tener el aire de familia si son la segunda y tercera generación de mantuanos que hicieron la vida imposible a LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 187 mi padre, y que han traducido a sus hijos y nietos ese odio endilgándomelo a mí. Y aunque ignoro sus caras previas, cómo han ido adquiriendo con el correr del tiempo sus barrigas o sus gestos, el recuerdo me permite orientarme, asignarles el antecesor al que más se parecen. De allí que el disfraz sea el hombre mismo, operando una interesante convergencia entre personaje histórico y disfraz dentro de la manifestación de lo falso e hipócrita: Bolívar me recibe en la puerta de su casa. Tratando de reparar la gaffe, se ha puesto el uniforme de coronel. Anticipándome a su movimiento, yo me puse ropas de paisano, dejándolo nuevamente en falta. Bolívar está rodeado por varios corifeos, todos jóvenes, todos vestidos con uniformes de coronel. Sonriendo les pregunto en qué ejército se han alistado. Es como si hubieran saqueado los despojos de todas las guerras que se vienen librando en Europa desde la Gran Revolución. Personaje –Bolívar- y palabra construyen el falsario que se hace agravio contra Miranda-personaje –el hijo del tendero-: Y de repente, me puse a pensar en otros papeles, los que otros quieren hacerme desempeñar, los que yo estoy dispuesto a interpretar. Y pensé que era muy injusto dejarlo a usted y a su cuerda de exaltados decidir mi último papel. Nadie tiene derecho a sentirse puro a mis costillas, coronel. Todos ustedes, absolutamente todos, contribuyeron a esta capitulación. Usted con la entrega de Puerto Cabello. Indudablemente la disputa por la gloria y expurgación de las culpas de los personajes desplaza la referencialidad histórica colectiva, y la novela se transforma en antagonismo actancial liderado por la recuperación de espacios patémicos: Me ofrece como alternativas el suicidio o el paredón de fusilamiento. Pues ni lo uno ni lo otro, coronel. A usted le conviene que yo me suicide, para quedarse con la última 188 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN palabra y con todos los papeles. Pues bien, coronel, no se lo voy a permitir. No voy a dejarle el patrimonio de la gloria. Su victoria tendrá un sabor muy amargo. Hasta el fin de sus días su memoria estará manchada por lo que me hizo esta noche. Hay otros caminos además de la gloria en nuestro futuro panteón. Y panteón tendremos, puede ponerle la rúbrica. Basta llegar primero para eso. El martirio es el camino que yo elijo. Y el único que puede salpicar de lodo su pedestal. Pues pedestal tendrá, mi amigo. Los personajes en disputa están atados al mismo persogo, cada quien en su extremo cerrando una historia de condenas y tragedias: “Pero ahora quedará encadenado a mi suerte–. Le muestro el persogo. – Un extremo del persogo me pertenece, coronel. Pero el otro extremo está libre. Y después de esta noche, le pertenece a usted. Nada que haga de ahora en adelante, Bolívar, le permitirá desuncirse el persogo”. El pedestal se compartirá como sombra y espejo que complementa la disimilitud actancial y heroica, ya no habrá calma en los sepulcros de la verdadera historia: Esa es nuestra desgracia. Aquí no se han enfrentado las fuerzas de los godos contra las fuerzas de los patriotas. Aquí se han enfrentado las fuerzas de los realistas contra las fuerzas de los ilusos. Miro a Bolívar tratando de decidir qué contesto. Desciende un silencio que me impregna de cansancio. El ángel de la muerte atraviesa la habitación, nos pone un dedo en los labios. No hay nada más que hablar. Bolívar me abandona. Interesante la alusión a la desincorporación del otro personaje de su cuerpo en medio del ocaso del discurso narrativo, lo que reafirma nuestra presunción inicial que forma parte de un mismo personaje bajo dos enfoques patémicos diferentes, o en todo caso, la oportunidad literaria que Szichman otorga a ambos para que se manifiesten desde otras perspectivas de la historia. Para que todo se devele como la gran farsa en la evocación de un teatro de la vergüenza y surja la intención explícita del autor como cronista en “misión de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 189 todo historiador [de] poner orden en el desatino”. Y ese orden viene a través del desgarre de una piel que da paso a otra, o quizá la verdadera que siempre habitó en Miranda-personaje y está representada por la figura de su padre, el hijo refrendado por la figura del padre: “Esa simple sentencia escrita en papel de vitela sólo sirvió para dar el último empujón a una idea que varias veces se había cruzado por mi cabeza: que un hijo no puede llegar más lejos que los miedos de su padre”. Y dentro de esta lapidaria afirmación se encuentra la reivindicación del mundo primordial a manera y razón de lugar para partir y llegar al mismo tiempo, espacio para la condenación y la redención. Y dentro de esa referencia surge la única embarcación que lo llevará a puerto seguro: La única sombra sólida, estable, es la del barco que ha venido finalmente a buscarme después de merodear por todos los mares de mi exilio y que en tantos años de buscarme inútilmente se ha venido desarbolando y perdiendo partes de su estructura. No necesito subir a bordo para anticipar lo que encontraré en él. Brea antigua y reciente descolorando y brillando en distintas partes de su armazón. Óxido en el casco, allí donde han ensamblado dos planchas de acero para darle aspecto de barco de guerra. El velamen, convertido en harapos, flamea con los gestos ampulosos de un espantapájaros. Los bronces están opacos; el cordaje ha quedado corroído por las ratas, igual que las galletas marineras almacenadas en toneles. Ordeno abrir un casco de pólvora: es un mazacote. El agua que se ha filtrado por las duelas la ha endurecido como esa argamasa que usan para unir zócalos. La fantasmal embarcación va y viene de la historia derruida y caracterizada por la herrumbre, se mueve por los mares de la memoria tormentosa que cizaña y agujerea las certezas. Atrás quedan los papeles, quizá esparcidos como la alfombra que simbolizan al inicio de la novela, anónimos porque su significación gira en torno al personaje que se aleja: 190 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Detrás queda el resto de mis amados papeles, con ese orden sólo inteligible para mí. Anticipo las manos de Soublette embarullándolos, encimando amoríos y fracasos, destruyendo la cronología, haciendo coexistir el debe y el haber, organizando un orden injusto para que los excesos de la Revolución siempre tengan precedencia sobre los crímenes que les dieron origen. Y si no, limar las aristas, que todos se confundan en el abrazo de la muerte, como Robespierre y Luis Capeto. Mientras el personaje desanda, la mengua de la patria se manifiesta a manera de estandarte que nunca dejará de brillar en la gloria del triunfo: La patria va menguando con cada paso que desanda nuestra huida. Cada fragmento de paisaje lo recuerdo por algún incidente en que se acentuó la humillación. Al alejarme de Caracas las ruinas se van haciendo uniformes con la lejanía y adquieren el contorno de agujas de iglesias, de campanarios, de casas, alzándose como en esos libros para niños en que se enderezan castillos cuando se los abre en el medio, hasta que, a punto de descender por el camino real hacia La Guaira, la ciudad reconstruye intacta su belleza. La patria recupera su belleza y ‘normalidad’ con la ida del personaje y se convierte en ilusión para ser contada a los niños; obviamente, lo que siempre ha sido la historia y sus mecanismos éticos para el sostenimiento de las apariencias. Y en medio de ese resplandor de la patria e ida de Miranda- personaje surge el juicio de quienes han convivido con él; ratificándolo como el personaje de la certeza literaria: Voy caminando hacia la Sapphire. Y de repente, siento que mis muslos se ponen rígidos, que estoy caminando con grilletes en los pies, que no puedo arrancarme el pasado, que mientras avanzo algo me arrastra hacia atrás. Y esa persona que soy ahora comienza a observar con curiosidad al joven que fui yo cuarenta años atrás. Lo observa como mi padre observó LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 191 mi nuca cuando me embarqué en el príncipe Federico. Y yo, y el padre que dejé atrás hace cuarenta años, están juzgando con ojos impiadosos a ese ser que sube la planchada del Sapphire, convencidos de que haga lo que haga, no podrá seguir huyendo. Y el yo de ahora da vuelta sobre sus pasos y comienza a caminar en dirección a la fortaleza, sabiendo que poco más tarde volverá a fundirse con aquel que partió del puerto de La Guaira hace cuarenta años atrás con el nombre de Sebastián. El personaje sale a la luz, deja la oscuridad de la historia que lo condena y camina hacia el decurso narrativo en una forma de libertad luego de confesar todas las tribulaciones y acechos: Seguimos caminando por los corredores. La madrugada no puede ser más oscura, más fétida. Me asalta la melancolía, la misma dichosa melancolía que tiene la fecha del 30 de diciembre de 1787 y que me abrumó en la Comedia de Copenhague, donde junto con la señora de Schimmelmann y la señora Krüdener vimos una pieza de música danesa muy mal cantada y ejecutada por los actores. Paso la mano por mi rostro. Largo un suspiro de alivio cuando descubro que estos corredores no son interminables. Allá al fondo veo recortarse un delgado rectángulo de color amarillo. A medida que nos vamos acercando el rectángulo se va haciendo más ancho. Alguien está abriendo lentamente una de las dos hojas del pesado portalón de la Casa de Aduana. Y de repente, sin necesidad, sin preanuncios, solamente para mis ojos, de la manera más absurda, brilla el sol. Desde la certeza literaria se libra de la ‘gran’ historia, en la cual no quiere morir y protegerse del futuro que le aguarda, una vez que la historia vuelva a repetirse como rueca inevitable. Pero la historia textual, la única posibilidad de volver a sentir las entrañas mismas hechas discurso. 192 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN SEMIÓTICA Y EROTISMO EN LA DIVERSIDAD DISCURSIVA DEL SUJETO, LOS TIEMPOS Y ESPACIOS DE LA SIGNIFICACIÓN52 Con la novela Eros y la doncella cierro la sección denominada crónica histórica, y lo pretendo hacer bajo la aplicación del procedimiento metodológico que involucra la semiótica y el erotismo a manera de ejes concatenantes de este texto ambientado en la Revolución Francesa, donde el orden patémico de los personajes supera el hecho histórico a través de la figuración de lo erótico como fiducia subjetiva53 que homologa: deseo, muerte y placer, alrededor de tumultuosas relaciones entre los personajes. No sin antes referir la importancia representada por las nuevas perspectivas que surgen en la actualidad con la escritura de la novela histórica, que requieren de otros enfoques interpretativos. 52 Parte de este texto fue presentado en el Encuentro “Palabras, visiones y controversias en torno a la literatura hispanoamericana y la lingüística contemporáneas” Universidad Francisco de Miranda. Santa Ana de Coro – Venezuela, en Octubre de 2015. 53 Fiducia subjetiva al intentar nombrar el mundo circundante a través de la sensibilización pasional del discurso que va más allá del sujeto enunciante y se proyecta dentro de la red intersubjetiva producida entre sujeto enunciante-discurso-sujeto enunciante-contexto, y además, en la pasión que acerca los extremos entre el conocer y el sentir para así producir la realidad subjetivada y constituir el sujeto enunciante como ser de intencionalidad del deseo, de interioridad con el discurso inmerso en una red intersubjetiva, desde donde se puede establecer la relación de significación y representación semiótica-hermenéutica. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 193 Así que los abordajes teóricos sobre el discurso estético, tradicionalmente se hace desde el texto o el contexto, pero muy pocas veces desde el personaje y sus figuraciones patémicas. Giro estilístico que en estos momentos opera en las obras de referencialidad histórica que insisten en interrogar la intimidad de los personajes para crear nuevos espacios de interpretación y significación. Esta característica actual de los estudios literarios nos ha llevado a indagar el discurso de referencialidad histórica desde la semiótica y el erotismo para destacar la diversidad discursiva del sujeto, los tiempos y los espacios de la significación desde el enfoque que privilegia los personajes a partir del cuerpo, el erotismo, la muerte y el placer. De esta manera la propuesta metodológica se justifica en la apertura de caminos de interpretación que permiten incorporar el orden patémico a través de la figuración simbólica de los enunciantes (narrador-personajes) que ubican el cuerpo como el gran texto que permite la diversidad simbólica, mediante la construcción de mundos posibles que van del referente histórico a la certeza literaria, siendo esta última la que construye las veridicciones que fundamentan el texto y las acciones, y obviamente, permiten la transgresión de lo constituido, la reinserción de lo posible dentro de la rigidez de la historia cronológica para que destaquen otras posibilidades de interpretación. 194 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN EL CUERPO; EL ESPACIO DESDE DONDE SE LEE Y ENUNCIA Indudablemente el cuerpo es el lugar de la enunciación; a partir de él, el sujeto construye las formas de representación que permiten por una parte, su autorreconocimiento como unidad patémica que interactúa dentro de un colectivo o escenario de la significación. Y por la otra interaccionar con el otro que completa las acciones de significación y las diversifica a través de diferentes generaciones de sentido y significado. De esta manera estamos bajo la certeza de la existencia de dos unidades corporales que son indispensables a la hora de producir significación, y al mismo tiempo, de analizar esa significación generada en esa compleja operación real-simbólica. Desde el constructo de lo real la operatividad simbólica se funda a través de la percepción de lo sensible por medio de los sentidos; mientras que en el orden simbólico el constructo está supeditado al cuerpo afectivo-subjetivo que patemiza la información obtenida del exterior y la transfigura en lógica subjetivada. He allí la gran diferencia que se establece entre el sentir y el sentimiento desde las maneras de procesar lo percibido por el sujeto en su experiencia con la realidad. Y es también la figuración de la semiótica desde las fronteras del cuerpo como la metodología que permite discernir sobre este complejo campo de significación diversificado en los espacios de la cotidianidad y sus tres grandes representaciones a saber: lo íntimo, lo público y lo privado. Más aún desde la ontosemiótica, quien instituye en el centro de la significación LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 195 al sujeto enunciante y sus relaciones intra e intersubjetivas a través de las cuales se va construyendo a manera de sujeto del conocimiento, pero además, sujeto simbólico que por medio del arte y la literatura crea formas de narrar y reconocer el mundo y reconocerse él en el mundo. Bajo esta operatividad conceptual surge el erotismo como isotopía de análisis dentro de la diversidad discursiva del sujeto, los tiempos y espacios simbólicos. Ese erotismo que confluye entre diversas acepciones que lindan entre la aceptación y el rechazo se hace atractivo textual para reconocer formas de representación que permiten al sujeto enunciante desdoblarse a través del discurso estético. Desde donde nos atrevemos a decir que el erotismo es la mediación de los cuerpos en su máxima expresión de sensibilidad; la búsqueda incesante de la trascendencia del sujeto. Singularidad que ha llevado al erotismo hacia los caminos de lo simbólico que manifiestan al individuo en la corporeidad sensible al intentar revelar los símbolos ocultos tras las máscaras de la formalidad y la historia para insistir en la corpoescritura que rompe con los cánones establecidos por el discurso historiográfico. Porque bajo la formulación de la premisa todo se hace lenguaje, todo el mundo es una compleja e intrincada red de significaciones. Surge entonces el lenguaje y el símbolo; la razón y el cuerpo; el deseo y la acción del sujeto como la impelente creación de campos semióticos que interactúan dentro de disímiles y contradictorias contextualidades. Y en esa perspectiva el erotismo es la manifestación de la sublimidad corpórea que va más allá de lo físico, el erotismo como práctica y representación estética que va a crear diferentes puntos de acercamiento sobre la realidad textual, la cual sirve de elemento desacralizador al ser incorporada a los espacios de este particular imaginario. Donde la temática de lo patémico ya no va a estar fundada estrictamente en torno al espacio de lo real, sino que apunta hacia el yo de la enunciación en sus diversas 196 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN perspectivas. Haciendo especial énfasis en la subjetivación (práctica del sujeto) como instrumento de veridicción de la realidad. De esta manera, nuestra línea central en el desarrollo de este libro está supeditada a la definición de erotismo por parte de la ontosemiótica como elemento de seducción, búsqueda de la homologación de la interioridad y exterioridad. Y bajo este razonamiento, el erotismo es una forma de conciencia corporal que indaga desde las manifestaciones estrictamente patémicas. Porque el erotismo es la fuente para el reconocimiento del sujeto desde su corporalidad. Aún más, el erotismo es confluencia de grandes movimientos del pensamiento que han opuesto a las realidades materiales y cosificantes la sublimidad de la sensibilidad quintaesenciada en el lenguaje, tal es el caso del Romanticismo y el Modernismo, movimientos que han buscado la explicación del hombre a través de la esencia de lo humano que rebasa la esfera de lo consciente y de lo racional e impulsa el conocimiento del Universo a partir del conocimiento de sí mismo. En todo caso, el erotismo constituye la alteridad creadora dentro del discurso de la historia, es quien permite asumir por momentos el discurso y circunstancialmente “copar” la escena social, apoderarse de lo histórico y transgredirlo hasta la reminiscencia. Reminiscencia que nos dejan entrever lo maravilloso, extraordinario, emocionante y sublime. O bien, únicamente lo diverso, desconocido; el desafío en el que se manifiesta más claramente la secularización-sacralización. Unida esta aserción teórica a la semiótica y llevada hasta la obra narrativa de Mario Szichman podemos revelar la interacción simbólica que permite revisar la diversidad discursiva del sujeto desde diversas circunstancialidades enunciativas que lindan entre lo real y lo subjetivo-afectivo como mecanismos para comprender los procesos de construcción del sujeto a partir de las singularidades del erotismo y sus potencialidades en la construcción de mundos posibles. Esta premisa teórica ha permitido la revisión de la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 197 acción de narrar desde las perspectivas del erotismo como filosofía del lenguaje-voluntad que busca la entronización de lo subjetivo-sensible dentro de los discursos de la cotidianidad. Logrando establecer los espacios y tiempos de la enunciación como espacios semióticos donde confluye lo objetivo-subjetivo a manera de imaginarios individual-comunitario. De esta manera en la obra narrativa de Szichman coexisten diversos elementos dentro de los que se encuentran: lenguaje, símbolo, razón, cuerpo, deseo y acción; como isotopías del ser enunciante y su arraigo dentro de los espacios enunciativos que conforman una unidad sígnica que interacciona en base al: Ser enunciante, el objeto enunciado y la mediación óntica del proceso de resignificación a partir de la seducción y la transfiguración del cuerpo. Obviamente, en este sentido, el erotismo y la construcción de los subjetivemas se basan en la sublimidad y la trascendencia del cuerpo metaforizado en la representación del sujeto y sus desdoblamientos en el discurso estético. Desde el erotismo como espacio de la enunciación; el cuerpo se hace escenario de la narración; desdoblamiento de los cuerpos alternativos; la construcción de la corpohistoria 54desde el deseo y la contemplación. E insisto al tipificar la corpohistoria donde la historia es un campo semiótico alegorizado a través del cuerpo a modo de gran espacio de la 54 La noción de Corpohistoria la sostengo desde: “La imagen como metáfora de la sensibilidad transfigurada en cuerpo, expresión patémica que se constituye en discurso argumentativo, testimonial, histórico o cósmico; pero discurso que siempre lleva dentro de sí, los hologramas corporales que identifican y representan a los sujetos enunciantes, sus formas de narrar y constituir el mundo; el mundo del sujeto y el mundo de las imágenes, que al final, es un mismo mundo vertido en una compleja relación sígnica”. Argumento teórico desarrollado en: Hernández Carmona, Luis Javier (2013) “La corpohistoria y las relaciones sígnicas de la cultura”. Semióticas de la imagen. Universidad del Zulia. Maracaibo. Venezuela. 198 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN enunciación, desde donde es posible narrar el mundo, narrarse como sujeto, posicionarse dentro de la esfera individual- colectiva. De allí que las identidades de los enunciantes y las circunstancialidades enunciativas sean referenciadas desde la patemización de los referentes para que el cuerpo sea elemento dialógico que relacione al Ser y el texto como mecanismos de interacción más allá del lenguaje, y en función del discurso metafórico. Y que lógicamente transforman la narración/ enunciación y los contenidos metafóricos en discurso erótico-estético donde conculcan las certezas históricas y los convencionalismos sociales; dejando el escenario al cuerpo y su diversidad simbólica. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 199 LA REESCRITURA COMO FORMA DE TRANSGRESIÓN HISTÓRICA En la novela Eros y la doncella (2013), la historia cronológica-conmemorativa se ve intervenida a través de la historia ficcional, y en esa intervención, el hecho histórico es sustituido por cuerpos que reclaman su espacio en la escena literaria creando una nueva lógica de sentido a partir del paralelismo simbólico entre discurso erótico y discurso femenino encarnado en el cuerpo de la doncella, un afilado instrumento que cambia la historia e invierte las causalidades, lo profano suplanta lo sagrado, lo malo a lo bueno; en fin, la metáfora femenina no solo mutila los cuerpos, sino que cambia destinos sociales: “Estilizada como una escuadra de carpintero, escueta como un atril, virtuosa como un altar, la doncella aguarda la llegada de su amante. La doncella no es ávida, aunque sí insaciable. Su amante lo sabe, y nunca le ha quitado sus raciones. Pero Maximiliano Robespierre no acudirá a la cita, esta, su última noche en la tierra”.55 Con la anterior expresión comienza la novela, y en lectura inicial la referencialidad apunta hacia una doncella de carne y hueso, pero que paulatinamente se va materializando en el acto recurrente del encuentro entre Tánatos y Eros en medio del descorrer los tiempos ficcionales. La doncella aparece y desaparece entre tiempos e historias; ora como centro de la referencia textual, ora como testigo silente, punto 55 Todas las citas sobre la novela pertenecen a la edición de Editorial Verbum, S.L. Madrid. 2013 200 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de observación del desencadenamiento de los hechos que giran irreversiblemente entre Tánatos y Eros; espacios enunciativos desde donde la muerte y el deseo se convierten en espectáculo, pero al mismo tiempo, en cultura abyecta que trastoca los niveles referenciales éticos-históricos. Diversas instancias abren perspectivas actanciales que van a determinar los hechos desde los cuerpos desbordados en pasión, cuerpos de la subversión literaria desde donde se enuncia desde la particularidad y la creación de espacios de significación que recrean acontecimientos más allá de lo estrictamente histórico. Más bien, desde la desacralización de los espacios históricos, tal cual la Revolución, equiparada a los carruseles que producen ilusiones dentro de los burdeles; esos espacios de la tentación y el pecado que dan destellos de felicidad, al mismo tiempo de permitir el encubrimiento y la simulación, bajo los develamientos de la periferia a razón de microfísica del poder : La Revolución era como esos carruseles que habían comenzado a aparecer en los burdeles para exaltar los encantos de las pupilas. Cada vez giraba más rápido, cada vez iba desterrando con más vigor a aquellos que se iban escurriendo hacia sus orillas. No se sabía qué era más precario, si los cuellos de los convencionistas, o el sitio que les reservarían en el Panteón a los muertos todavía compartidos. Y solo Robespierre se mantenía en el centro del carrusel, cercenando las amenazas a su poder gracias a la doncella, su inclemente prometida. Los giros del carrusel impelen a los personajes hacia el desborde y el abismo dentro del espacio orgiástico que significa la revolución. Demarcando el centro actancial a partir de uno de los personajes embrague de la novela. Robespierre como quien mueve los hilos entre la vida y la muerte; el placer y el espectáculo de los cuerpos, donde su mismo cuerpo será parte de esa dialéctica de la muerte: “Solo Robespierre avanzaba sin mirar a derecha o a izquierda, despiadado, arrollador, sin flaquear cuando se trataba de descabezar a sus amigos o de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 201 acabar con sus viudas, impasible, virgen y asexuado”. Así que se repiten los procedimientos estilísticos de Szichman a partir del trastrocamiento de roles y la inversión de los status; las virtuosas tienen la oportunidad de ser impúdicas, y las impúdicas, virtuosas. Y precisamente, en este intercambio de roles, los personajes están conscientes de su capacidad actancial, no solo por encarnar en momentos a actores, sino por vivir dentro de la plena conciencia del cuerpo como constructo literario-referencial. De allí que, la enunciación en Szichman es preponderantemente intracorpórea, íntima, desbastadora para los entornos históricos-sociales, sostenida alrededor del cuerpo a modo de elemento subversor. Personajes de la simulación y representación son los actantes de esta novela de Mario Szichman, personajes que se trasmutan en la conversión de lo histórico a lo literario, y allí la historia cronológica cede las certezas a la historia contada, a los artilugios de la imaginación. Surgen las contrariedades para indicar que los éxitos conducen a la condenación del cadalso, tal es el caso de Robespierre, amo y señor de la causalidad discursiva, pero con el estigma de la imposibilidad a cuestas. Personaje que desde la inamovilidad –al igual que Bolívar y Miranda- ‘ve’ pasar la historia frente a sí en tránsito espectral: Robespierre tiene los ojos abiertos, pero no se mueve. Observa el techo de claraboya en la antesala del Comité de Salud Pública. Durante el día, es la única fuente de iluminación que recibe el aposento. Ahora, el techo está oscuro como la tinta, aunque en ocasiones se aclara con algunos relámpagos que muestran las vigas donde descansan los gruesos vidrios. Un agobiante calor pesa como una losa sobre el cuerpo del herido. De esta manera surge la amalgama paradojal entre personajes estáticos y movilidad literaria que bajo la referencialidad corpórea produce el movimiento que interconecta los tiempos narrativos para ser posible la historia 202 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN textual. Entonces Eros se convierte en instante de liberación y representación de las pasiones aunadas al sacrificio de las víctimas, a la conculcación de la doncella a espacios periféricos que no le permiten acceder al centro enunciativo, y por consiguiente, auxiliar a Robespierre en sus momentos agónicos; momentos de desesperación de querer terminar su existencia, pero el destino trunca sus propósitos, condenándolo a sufrimiento lento, manera de expurgar en su propia piel y sangre los hechos cometidos en su desandada vida: El dolor arremete contra Robespierre, y se aleja en oleadas, permitiéndole conservar la lucidez. No muestra rencor alguno al observar a los espectadores. Nunca ha mirado a derecha o a izquierda en su avance arrollador, nunca ha vacilado. Le parece que cometería una impiedad consigo mismo si busca en los asistentes algún gesto de humanidad. Robespierre no cree estar rodeado de traidores. Solo piensa que la mayoría de los presentes han perdido la euforia. Y avanza en su muerte sin apiadarse de emprender un camino que sus predecesores, si bien no lo han hecho lógico, lo han transformado en habitual. Los sistemas de representación sígnica están determinados por la mirada y su atribución entre espectáculo y diálogo silente. Y así como todo la narrativa de Szichman, es una novela que privilegia la mirada; los personajes escrutan incesantemente los espacios públicos, el otro es espectáculo del yo enunciante que varía incesantemente según las perspectivas narrativas. Tal es el caso de Robespierre, quien comparte con la doncella la historia textual como imagen central del espectáculo; la mirada y su circunvolución dentro de lo circense, el escenario ficcional por excelencia. Donde lo material (la doncella) se humaniza y adquiere características enigmáticas, aires de mujer fatal que cumple inexorablemente con su dantesco oficio: Cuando la doncella se enfurecía hacía descender velozmente LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 203 su cuchilla, y la cabeza, separada del tronco, solía eludir la cesta tapizada en cuero. Pero eso ocurría en escasas ocasiones, ya que la doncella había adquirido un público al que deseaba halagar, y su cuchilla solía funcionar con la regularidad de un metrónomo. Su tarea era contemplada con reverencia. Siempre se había mostrado imparcial. Sus especímenes habían sido igualados en el estertor final, con sus torsos reducidos al sexo del portador. La mirada es la única capaz de captar el vértigo del espectáculo de la mutilación que castra los cuerpos y los convierte en entidades anónimas y es que lo verdaderamente placentero está en el mirar, así queda asentado en la “Biblia erótica” de Mirabeau56, que tiene el objetivo de enseñar que: “La única ocupación de la muchacha es crear, excitar y mantener un nivel de placer”. Y donde una triangulación semiótica nos permite establecer la relación sígnica entre: cuerpo, mirada, espejo; como ejes del placer a partir de la conversión del cuerpo como objeto deseado en función de un sujeto deseante que logra alcanzar el placer más allá del simple tacto. Resaltando que la presencia de los espejos es la concreción de los lugares de la ficción, donde la imaginación supera los límites de la racionalidad para permitir la homologación entre orgasmo y sueño (desmayo), una forma transitoria de morir bajo la amputación del miembro viril por parte del cuerpo femenino que lo degüella cálidamente. En todo caso, es una amputación simbólica que crea el ambiente del placer y el éxtasis. La novela plantea un paralelismo semiótico entre los personajes y la doncella. Con respecto a Robespierre; ambos tienen la capacidad de “segar” vidas; impresión que los convierte en recolectores de la muerte a partir de la gracia que 56 Podemos atrevernos a realizar una descomposición de la expresión Mirabeau y crear una alegorización de mirar hermoso, percibir la hermosura. Y ratificar la premisa que privilegia la mirada como fuente del placer, pero también, recordar el peso pecaminoso de la mirada dentro de los estamentos religiosos, éticos, morales. 204 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN atrae y posibilita un estatus. Ambos crean la magia en función del desmembramiento de cuerpos como espectáculo; donde la muerte es espectáculo que logra convivir dentro de los espacios públicos a partir de los principios de la espectacularidad alimentada por las miradas morbosas de los espectadores. Y en rica connotación, todo lo que se convierte en espectáculo logra su inclusión dentro de la historia textual, esto es, se legitima en medio de lo exageradamente trágico, o mejor dicho, en lo exasperadamente trágico: Surgió también el elenco estable de las tricoteuses, las mujeres que observaban las ejecuciones sin perder un punto de sus tejidos, y que azuzaban a la multitud cuando los ánimos se enfriaban. Y hubo padres que llevaron a sus niños a observar el espectáculo. Los niños portaban pequeñas, aunque filosas, guillotinas y una alforja de lana en la cual abandonaban las cabezas de jilgueros decapitados por una minúscula doncella. Pero además, el decurso narrativo hace que Mirabeau y la doncella coincidan en el éxtasis que reside en la potencialidad erótica configurada bajo el mundo de la ensoñación de los cuerpos amortajados por la pasión. Pasión que a más de arropar, amortaja, porque en esta novela, la pasión es la forma de morir en medio del placer; Mirabeau odiaba la distinción de castas, la extravagancia de la corte, la intolerancia de los nobles, la astucia de los magistrados para inventar sus propias leyes y llevar a cabo sus propias venganzas personales. Y fue derrotado por quienes suponían que ser justos consistía en delegar en la doncella su pulcra impiedad, nivelando a todo rival en la categoría de enemigo de la patria, separándolo de su cuerpo con el mismo sesgo, y en la misma hendidura cavada en el organismo de la luneta republicana.. Para Szichman, cotidianizar la muerte significa estructurar la cadencia narrativa que subvierte los órdenes LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 205 lógicos desde la historia misma, de la cronología legitimadora de la ficción que asume rasgos circenses57 que quizá la historia conmemorativa intenta borrar, o más bien, transformar en principios éticos que aleccionen a los presentes y a las generaciones futuras. Así la historia construye su eje referencial a partir del desmembramiento del cuerpo que se fragmenta y se desangra. Especie de rito satánico que humedece pañuelos y reconforta la avidez del público que asiste a las ejecuciones, es decir, al circo de sangre y muerte. Evocación de fragancia que embriaga y posibilita la inserción de los cuerpos expectantes en espacios del éxtasis, sugerencia de la transmigración a escenarios del deleite a través de lo macabro y en la funcionabilidad de la sangre como éter: Meses después, el cuervo recorrerá una y otra vez la geografía de la sangre. A veces, merodeará cerca de la Plaza de la Revolución, en otras, acompañará a la doncella en sus recorridas por la capital de Francia. Su intromisión en la sangre será breve, esporádica, pues habrá demasiados perros en París que querrán lamerla, demasiados espectadores que desearán empapar en ella sus pañuelos, o cualquier trozo de papel, en ocasiones el faldón de sus camisas o el ala de sus sombreros, para transformarlos en reliquias. El espectáculo requiere de testimonios que se convierten en la verdadera historia de la Revolución escrita sobre la superficie del cadalso; lugar de la acción política, donde decapitar es sinónimo de destronar, y el éxito se mide a través de las partes y no del todo. Porque esta novela de Szichman es una novela de los cuerpos, ellos son estandartes de la fama o de las miserias. Lugar de la condenación o la redención, el cuerpo novelado de Szichman representa en toda su obra 57 Al mismo tiempo, la noción del circo dentro de la literatura es la irrupción de los mecanismos de la ficción dentro de las nociones de realidad dentro de la historia textual; mecanismo estructurante del proceso ficcional que recurre a lo circense para evidenciar la espectacularidad. Y en esta novela, toda la referencialidad gira en torno a lo circense y lo carnavalesco. 206 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN narrativa la relación entre la totalidad y la fragmentariedad. En su tradición narrativa, Szichman indaga las estructuraciones textuales a partir del cuerpo y su rescate simbólico, tal y como lo hicieron los románticos, y desde allí establece las diversas coordenadas de significación. Y dentro de esta fragmentariedad, el degüello de las víctimas tiene profunda relación con lo erótico, morir decapitado es estar cerca del éxtasis que produce el cercenamiento de las cabezas a través de la incursión de la doncella desde sus partes íntimas, desde su entrepierna. En todo caso, es Eros y Tánatos que confluyen en aquella estructura que semeja un cuerpo femenino; pero fundamentalmente, es la gran constructora de la historia a partir de la traslación de rasgos humanos al escenario de la muerte y el espectáculo. Especie de altar donde la muerte es ritualidad a través del espectáculo, y el espectáculo el centro de la historia narrada: Las entrepiernas de la doncella han fraccionado los cuerpos de millares de franceses y han dejado impresa su viñeta en el cuerpo social. La moda femenina, la demografía, el mapa de París, las obras de teatro, los panfletos pornográficos, los lances de amor, los gabinetes de maravillas, la pintura y los restaurantes, han sido estampados por la doncella. El ideal de belleza, el miedo y la luz se han alterado. Además de emparejar estaturas, la doncella ha ennoblecido profesiones, alterado la economía y dado nuevo uso a los afeites. La doncella es centro del deleite, propicia placer a los espectadores, y desde allí, envuelve la relación objeto- espectador en la satisfacción del observar, la libertad de la mirada que satisface el cuerpo en medio de la cotidianidad, en los ascensos y descensos lentos o vertiginosos de la afilada cuchilla que cae sobre las cabezas de los ejecutados. Así que la muerte-espectáculo llega a trivializarse (aunque morir siempre sea un acto horrible) porque los espectadores trasladan sus espacios domésticos y cotidianos a los escenarios de la ejecución en una domesticación de los lugares del horror e LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 207 inversión de las perspectivas enunciativas. Es importante acotar que el cuerpo de la doncella es único; tiene la posibilidad de rearmarse cada día, va de las partes a un todo y viceversa; acción que no pueden realizar los cuerpos que son ejecutados: “La doncella era el único cuerpo eficaz creado por los franceses para destruir la hidra de la contrarrevolución”. Tal es el caso de la princesa, amante de María Antonieta, ajusticiada en plena vía pública, violada, mancillada y desmembrada, y en ese fraccionamiento de los cuerpos; la sociedad misma está en medio del caos donde el sexo maldito y la pornografía establecen una forma de vida e inversión de los cánones históricos, ocurridos pero escondidos en nombre de una ética falsaria: Los perversos están de moda. La autoflagelación está de moda. Las sociedades secretas están de moda. El sexo maldito organiza bailes públicos para que lo imiten quienes siguen creyendo en la unión de sexos dispares. Y la policía, lejos de perseguir a los malignos, protege sus carruajes. La prostitución es rampante. Y hay toda una industria de folletos pornográficos dedicada a denunciar la depravación de la reina María Antonieta. Salen a luz secretos de alcoba. La mayoría de esos folletos los imprimen cortesanos desafectos en el Palacio de Versailles, o en el Palais Royal, propiedad del duque de Orleans, que intenta remplazar a Luis xvi en el trono de Francia. La historia textual salta entre los espacios históricos para diversificarse en los disímiles e histriónicos personajes58 58 Entre ellos Francisco de Miranda, quien ha estado a un paso de encontrase con la Doncella, luego que es vencido el general Dumouriez. Y quien es presentado como personaje atípico, esencialmente ligado al referente erótico, porque dentro de lo histórico es ‘ser periférico’: “El general Miranda era chapado a la antigua, pertenecía a la escuela del animismo y del mascarón de proa. Para el general Miranda los ejércitos plasmaban en el terreno la figura de algún animal. El caballo de Troya era una de esas formaciones. Los ejércitos se embestían como toros o 208 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que se asoman para hacer girar la trama como si fuera un calidoscopio. Los estamentos se fraccionan y los códigos culturales son trastocados desde sus mismas figuraciones; y aparece el absurdo desde la pretensión de escribir una “Biblia erótica” donde lo carnal es la sublimidad que se intenta definir como grandiosidad del ser en busca de la trascendencia. No obstante, la única trascendencia que se logra es en el cuerpo de la doncella al ser metaforizado por pintores59, poetas, filósofos que intentan recomponer lo abyecto donde la fealdad hace inclinarse la belleza: Pintores como Jacques Louis David se acercaron a la Plaza de la Revolución para hacer bocetos de los condenados. Escultores como Madame Tussaud aguardaron las segadas cabezas para vaciarlas en cera. Cronistas como Dulac reseñaron en su hoja periódica Le Glaive Vengeur los últimos momentos de vida de los condenados, sus palabras finales. Fue la mejor época para la doncella. Los vociferantes celebraron con júbilo las condenas de las víctimas, usando la misma imparcialidad, el mismo fervor, con que luego celebrarían las condenas de los victimarios. Los mismos rostros presidieron ambas ceremonias, exhibiendo idéntica indignación, arguyendo las mismas razones y similar amor por la justicia. Y desde las fronteras del arte y la reflexión, la doncella rejuvenece, renueva su corporalidad y ensancha su significación. Es la isotopía de la resurrección y la metamorfosis abandonaban el campo de combate como gacelas. Los cuerpos de los soldados llenaban la formación en cuadros como las vértebras en un torso y la intendencia recordaba al pato de Vaucanson. La mayor parte de las tareas estaban consagradas a nutrir ese organismo insaciable”. 59 En toda la obra de Szichman existe una interesante recurrencia sobre la figura del pintor que plasma en sus lienzos los horrores y las deformidades dentro de una estética de lo feo que crea una frontera permeable entre los centros y las periferias. Punto de encuentro simbólico para reforzar los antagonismos, pero también, para balancear-legitimar las relaciones entre realidad y ficción. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 209 que permite superar el cuerpo humano para constituirse en ícono histórico, porque nunca deja de ser una alegoría de lo humano y su relación con el momento trascendental de la muerte. De esta manera, Szichman logra crear la anormalidad estética que subvierte el orden histórico, y desde allí, configura la interesante referencialidad literaria que abunda dentro de lo extratextual, y lógicamente, enriquece sus textos desde el orden simbólico. En este sentido la anormalidad estética va desde los cuerpos amputados o deformes hasta la descomposición social, los corruptos son los que hacen la Revolución, y, simultáneamente, refuerzan el ejército de ejecutados para la permanencia y pervivencia del espectáculo. Y así, todo lo que esté fuera del espectáculo representa la verdadera tortura del humano, como los lechos conyugales convertidos en martirios, al representar una vida íntima aburrida y periférica que solo es posible recomponerla a través del trastrocamiento de los cánones y las normas, o mejor dicho, cuando es incorporada al espacio de lo público dentro de la espectacularidad narrativa. Así, paradójicamente, Luis se asemeja a la doncella por su habilidad de armar y desarmar cerraduras, arte de abrir espacios donde lastimosamente las ilusiones y lo idílico conculcan las realidades, y las erecciones derrumban al amor “como un castillo de naipes”. Entonces, los cuerpos son anulados desde la virilidad, donde para muchos la intimidad se convierte en vergüenza y temor al escándalo público. Y las habilidades literarias son utilizadas para el chantaje y el enriquecimiento, tal es el caso del dramaturgo, que sustituye las obras de teatro por panfletos extorsionadores. La constitución de esta anormalidad estética en paradoja discursiva enriquece la historia textual al crear la lógica de sentido que sirve de soporte veridictivo a la trama textual, y el incesto se convierte en hazaña, forma por demás estridente de lograr figuración dentro del conglomerado social, pero también, de lograr la auténtica satisfacción con su misma 210 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sangre, esto es, en su mismo cuerpo para destruir los cuerpos ancestrales (padre) y con ellos el mundo primordial de las sociedades; la historia: Lejos de arrepentirse, Mirabeau consideraba meritorio haber compartido los placeres de la carne con alguien de su propia sangre. Señalaba que el incesto era preferible a esos juegos voluptuosos entre personas que compartían el mismo aparato genital, pues al menos permitía la perpetuación de las especies. Mirabeau lo decía en público, como si hubiera sido una boutade. Pero en privado, amar a su hermana era otra manera agradable de vengarse de su padre. Ya superada la edad de la razón, Mirabeau seguía perseguido por el fantasma del marqués de Mirabeau, ese señor feudal que ceñía a sus siervos a carromatos, como si hubieran sido animales de tiro, y los obligaba a marchar de noche por los pantanos para espantar los sapos que afligían su sueño. Y la mejor manera de vengarse de su progenitor era usar el recinto de la Asamblea Nacional y desahogar su odio en discursos que parecían dirigidos al monarca de Francia. Desde allí que los estamentos de lo subversivo los dicte la “Biblia erótica” de Mirabeau y no la Revolución, y así se establece una nueva tribuna, nuevos tribunos que comparten la vida con las leyes, y las leyes con el desenfreno y la búsqueda frenética del placer. He ahí el encuentro del estamento real y el estamento ficcional para construir Eros y la doncella; lo real y lo carnavalesco se conjuntan en torno a los cuerpos que se desgarran entre los espacios públicos y los lugares íntimos; donde las apariencias y los murmullos subvierten las posibilidades históricas y banalizan los sentires y sentidos de la Revolución que marcha huérfana en medio de la codicia de los hombres. Además que el personaje Mirabeau representa la conciencia del lenguaje que acarrea el ejercicio de la voluntad; conciencia de la escritura más allá de los enunciados gramaticales, y fortalecida en el borrar, tachar y reescribir: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 211 Mirabeau nunca confió en la política de tierra arrasada: prefería el palimpsesto60. Deseaba que en la escritura de la nueva sociedad persistieran las borraduras de todo aquello que seguía haciendo grande a Francia. La necesidad de conocer los entretelones del gobierno lo fastidiaba, pues quería descubrir el espíritu de las teorías, no seguir la letra. Exigía que le dieran tiempo para probar y equivocarse. Y en ese sentido, siempre llegó tarde. La época no permitía a la política moldearse en cuerpos humanos. Reclamaba la simetría de la doncella, sus formas escuetas. La doncella era el único cuerpo eficaz creado por los franceses para destruir la hidra de la contrarrevolución. Aunque suene paradójico, Eros y la doncella de Mario Szichman es una convulsa historia de amor donde los amantes se mueven en un terrible laberinto que es la vida; historia del deseo que sobrepasa los cánones históricos y presenta al cuerpo como centro de la existencia humana. Cuerpos vestidos de hipocresía o desnudos de angustias; pero cuerpos al fin que procuran su libertad entre aciertos y desaciertos, vidas o muertes representantes de dos lugares comunes que acompañan paralelamente nuestra existencia: Eros y Tánatos. Entre ellos dos está la existencia humana en la dimensión espacial de lo público, lo privado y lo íntimo a razón de planos enunciativos para subvertir el orden lineal de la historia y permitir el ingreso de la pluridimensión que permite el acto de narrar para intentar reacomodar los tiempos a través del dictado de la imaginación. Y en esta práctica literaria, Mario Szichman se ha convertido en verdadero maestro que interroga realidades desde las cotidianidades de los personajes, privilegiando el cuerpo como el gran cartabón 60 Aquí el autor hace una declarada legación escritural-estética al personaje, porque si releemos el epígrafe de este libro, encontraremos la referencia explícita sobre la escritura a manera de palimpsesto que hace Mario Szichman. Esto es, la legación sensible de autor a personaje y la representación indirecta. 212 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN patémico para tratar de reflexionar sobre las bondades y miserias de la existencia humana. En Eros y la doncella la historia se derrumba en los paradigmas sintácticos que introduce la cotidianidad dentro del discurso literario, permitiendo la reescritura de los hechos a través de la incorporación patémica de los personajes. Y específicamente podemos hablar de la construcción de un sujeto enunciante-atribuyente desde los espacios de la intimidad como isotopía insurgente dentro de la linealidad del discurso histórico que se soporta sobre la cronología y la conmemoración. Aquí estamos en presencia de la historia como excusa de la literatura, y la literatura, como certeza de la historia que vuelve desde la memoria y el recuerdo para hacerse presente narrativo que permite la reinvención de los hechos y los personajes. Tal y como ocurre con la Revolución francesa en la pluma de Mario Szichman, donde los planos discursivos se confunden para establecer los niveles laberínticos de la historia recreada, estableciendo un paralelismo semiótico entre la doncella y la guillotina; la máquina que decapita y acerca al placer y la muerte como isotopías que revelan la aparición concatenante del erotismo. Figuraciones de lo femenino en medio de sórdidas historias protagonizadas por personajes históricos que se cotidianizan desde sus pasiones y carencias. Y desde esta perspectiva analítica se puede seguir interrogando el discurso histórico desde las vías patémicas que son resguardadas con demasiada cautela por las formalidades históricas. Y desde allí, recordar que el Ser es quien subvierte la historia desde su propia historia; cataliza la interpretación de sus realidades desde sí mismo, y desde allí: reescribe y reinventa la historia. En este sentido, y al cierre de esta sección denominada crónica histórica, la lectura nos indica la sujeción isotópica de las novelas aquí agrupadas en función de hilos conductores que recorren las historias textuales en constante y permanente dialogismo que enriquece la cosmovisión narrativa de Mario Szichman. Dejando a manera de resumen inacabado: el cuerpo, personaje histórico, personaje ficcional, panfletos y papeles dispersos; cercenamiento corporal, anormalidad, periferias y escrituras de los bordes a manera y razón de la existencia narrativa de los mundos posibles Szichmanianos. Ejes temáticos e isotopías que no se quedan en estos textos sino que se mudan a la crónica urbana, para seguir estimulando la corpoescritura desde la prospección narrativa y la transgresión histórica. Asistamos pues, a la mudanza del encanto a la ciudad….. CRÓNICA URBANA LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 215 A LAS 20:25 LA SEÑORA PASÓ A LA INMORTALIDAD: ANTIHÉROES, TUMBAS E HISTORIAS COTIDIANAS Esta novela no escapa a la tradición narrativa de Mario Szichman y plantea el enigma proveniente de una tumba; “La tumba más famosa del cementerio de Tablada es la de Itzik Pechof. Aunque está al final del cementerio, en el lugar reservado a los pobres, los suicidas y las curves de la Zwi Migdal, la foto que ilustra la sepultura atrae a los visitantes como un imán y obliga a la familia Pechof a disimular su presencia”61. El lugar inicial de la enunciación supone seres que aun muertos están en la periferia y desde allí llaman a la espectacularidad. Espectacularidad que se da a través de la imagen-enigma de la tumba que guarda un secreto detrás de la fotografía que la identifica. Además de representar el anonimato como forma referencial de narrar los acontecimientos que involucran a la señora, título de la referencia cotidiana o de la cotidiana referencia en larga sucesión de particulares eventos que incluyen: la anormalidad, el abrir y cerrar espacios; tejer y destejar el hilo discursivo que sigue tensado entre la palabra y lo cinematográfico. Porque el oficio de narrar se convierte en tejer y contar, ejercicio de manos y voz a manera de ejercicio del escribiente de la crónica urbana que linda entre la conciencia mítica y una manifestación de amor: “Por más de veinte años, esas viudas con muertos ajenos, eficaces en ocultar percances 61 Todas las citas sobre la novela corresponden a la edición 2012 de Editorial Aleph/ Aleph Publishing House, New Jersey, USA. 216 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de inválidos o en frotar cabezas de embarazadas con alcohol alcanforado, contaron la historia del viudo inconsolable que diariamente ponía un ramito de nomeolvides en la tumba de su mujer. Pero la foto de Itzik Pechof desplazó la tragedia del viudo”. El misterio radica en la creación de espacios suprarreales por medio de la fotografía del difunto que esconde el rostro entre sus manos, pero que al mismo tiempo parece tener vida: “La impresión más rara era en los días de lluvia. Las gotas corrían sobre el vidrio protector de la foto, seguían el cauce de los dedos, y caían sobre las flores, tan brillosas como la hojalata”. Además de lo esotérico que representa la muerte y los cementerios, la tumba está en las dimensiones de lo circense y en medio de la espectacularidad que colinda con la jornada laboral: Cuando la sirena de una curtiembre vaticinaba el cierre de los portones del cementerio, el capzn contaba hasta cincuenta. Teniendo como horizonte las espaldas de las iajnes, Pinie se acercaba a la foto de Itzik Pechof y la limpiaba con una franela. Después, sacaba del interior del amplio sobretodo un ramo de flores, lo insertaba entre las rejillas de la maceta, quitaba las flores viejas, las insertaba en un bolsillo interior del sobretodo, y se alejaba de esa tumba que le garantizaba el sustento. De esta manera asistimos a la producción del espectáculo que provee lo material a través de lo ficcional como recurso recurrente de posibilidades de interpretar realidades entretejidas en la historia textual desde su prospectiva dual; al contar la historia de la señora y la de Buenos Aires que abandona los espacios genesiacos-telúricos y dan paso a la modernización. Por lo tanto, esta crónica incide a manera de biografía particular y colectiva que intenta registrar los cambios desde la cotidianidad. Así que la muerte de la señora genera profundos cambios dentro del plano geográfico de la ciudad que se mueve entre la ciudad y el mar: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 217 A partir de la muerte de la Señora, Buenos Aires se convirtió en una ciudad exclusivamente nocturna. La oscuridad concluía de un lado en la Avenida General Paz, y del otro en el Riachuelo. Al pasar de la capital a la provincia, los habitantes de Buenos Aires podían ver el corte a bisel que separaba los dos cielos. […] Desde la avenida de la Costanera se percibían las siluetas de los barcos, señalando sus posiciones con esas lamparitas tenues que iluminan las canchas de bochas y las estaciones de ferrocarril. Continúa siendo para Mario Szichman la muerte el principio rector de su literatura, el juego de luces y sombras que se producen luego del fallecimiento de la señora. Donde el sol es cercado por una especie de sombra –o aureola- que da a la ciudad un nuevo aspecto: “El sol, siempre en el centro del cielo, se opacaba en una cortina de gasa que seguía el contorno de la playa”. Preparando de esta manera el ambiente para la inserción del elemento ficcional que va a compartir escena con el referente histórico. En este sentido, lo inverosímil se legitima y pasa a formar parte de los referentes que construyen la causalidad textual. Tal es el caso de la cancelación de los certificados de defunción, lo que hace que los muertos se queden en el mundo de los vivos porque no tienen su partida de ‘nacimiento’ como muertos. Y dentro de esta referencia textual se da el entrecruce de historias cotidianas entrelazadas en la novela. Por esa razón la sobrina de los Pechof es conservada bajo formol en la bañera de la casa, puesto que, después de la muerte de la señora –Eva Perón- los certificados de defunción son suspendidos hasta que la matrona no sea sepultada en medio de un gran duelo nacional. Bajo esta legitimación de la referencialidad textual, la realidad es inversión de la causalidad e irónicamente los porteros hacen la venía a los veteranos y descamisados en honor a la distinguida difunta que hizo de ellos bandera de reivindicación. Así como también, los personajes adoptan 218 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN poses de teatralidad en los mecanismos de representación, e indudablemente tienen plena conciencia de su rol actancial dentro de la novela: “De ahí en adelante todos se ponían a meditar en diferentes tsures. Se programaban los rostros de las diez de la mañana, la forma de anudarse las manos para reflexionar, y el modo en que evocarían los momentos previos a esa inmensa tragedia nacional a fin de asignar a cualquier detalle la apariencia de un presagio”. Indudablemente son personajes de la carencia y la penuria que invierten su cotidianidad en sobrevivir tanto a la precaria situación económica como a su posicionamiento dentro de los espacios sociales, que obviamente son los espacios del reconocimiento e inserción dentro de la historia argentina: Salmen, el hermano mayor, frustrado en su despegue económico por una embrionaria inflación, pasó a ser una sombra del próspero amarrete que había levantado un imperio inmobiliario en la década del cuarenta. Urgido por los abultados precios del cemento, se consiguió un hijo vistoso llamado Roni y lo comenzó a ofrecer como candidato a millonarios interesados en casar a hijas afectadas por la protuberancia de su apéndice nasal. De esta forma cada personaje va adquiriendo su propia teatralidad representada por la ironía y la parodia; así Jaime, el personaje ancla-embrague dice ser un héroe de guerra, - pierde parte de un dedo en una disputa con un taxista.- Y desde este momento se prefigura la evidencia del antihéroe; personajes de la cotidianidad e imposibilidad que construyen su propio mundo de referencia a partir de la desacralización de la realidad constituida y representada por la historia y la religión, entre otras. Salmen Pechof escribe sentencias bíblicas que son incorporadas a platos decorados. Oficio que quiere ser imitado por Jaime desde la impostura profana. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 219 Evidencias que conducen hacia los predios de la familia que se mueve entre los principios de lo amoral –corromper la sobrina por invitarla a comer pizza con faina-. Familia sostenida en una filosofía vacua y mercantilista, donde la historia íntima va de lo personal-intrascendente a lo colectivo; de lo cotidiano-fantástico a lo histórico-colectivo para conformar toda una referencialidad que nos permite hablar de una crónica fabulada62 que posibilita ‘leer’ el mundo desde instancias suprapersonales como legación de una presencia eternamente mística. A lo largo de este texto se ha insistido con obcecada recurrencia al cuerpo como espacio de la enunciación en la narrativa de Mario Szichman, y esta novela no es la excepción, sino más bien su reafirmación, pero con la interesante advocación corporal que está representada por la familia. Ella es el cuerpo que se desmiembra, cuerpo ampuloso que muestra sus partes enfermas, lo que referencia el cuerpo mutilado que durante todo el discurso narrativo tratará de articularse en busca de la significación pretendida. Así como también la palabra es el embrague que intenta con profunda porfía ‘armar’ lo fragmentado, y obviamente no podía faltar la figura del periodista –Natalio-, o por lo menos trabaja en un periódico corrigiendo copias, que representa el encauzamiento del discurso por los caminos de la norma y la lógica de sentido lexical y simbólico dentro de la sociedad que mora entre sombras, y la familia que impresiona el decurso narrativo en sus intentos por convertirse en centro de la realidad histórica desde la periferia narrativa. 62 Como crónica fabulada pretendo referir a la interpretación del acontecimiento a partir de la visión cósmica que involucra la causalidad que va más allá de la realidad histórica y se ubica dentro del sistema de creencias de los personajes que los llevan a formular interpretaciones de la realidad desde espacios donde el azar y la incausalidad soportan la lógica de sentido. 220 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y en la búsqueda de esos caminos, los integrantes de la familia obedecen a un destino incierto que intentan recomponer en el presente narrativo. Así Jaime hace de ‘celestino’ entre su hermana y el caudillo de lobos y de allí viajan a París como espacio referencial de la realización y el progreso. Lo que los hace sujetos migrantes y fronterizos entre su historia y la historia colectiva; ambas como negación oracular que se repite insistentemente en la narrativa de Szichman. Hecho que los lleva a conjuntar la conciencia histórica con la conciencia cósmica en medio de la cotidianidad: Detrás de Jaime y de Dora se marchó Natalio. Le llegó el turno una vez que quiso fumar a escondidas. Una ráfaga de aire que tenía la silueta de Salmen lo persiguió por la casa profiriendo blasfemias y soltando un llanto finito. La ráfaga de aire puso a Natalio de rodillas y le ordenó jurar, por lo más sagrado, que antes de volver a probar un cigarrillo, se amputaría las manos. Luego lo obligó a escribir cien veces seguidas en un pizarrón algo que denunciara el vicio de fumar. Personajes para el castigo y la deshonra construyen frases reflexivas a partir de moralejas que resumen la conducta humana. Pero además de ese sentido, las frases conminan a la ironización de los hechos bajo la falsa sapiencia de los personajes: Natalio tuvo que pensar menos de un minuto para escribir esta frase: “El desenfreno en el fumar conduce a otros vicios más horrendos, como el pecado de la lujuria”. No te quedó mal–reconoció Salmen. Le gustaba lo de lujuria. Eso debía ser como un exceso de lujo. Los tiempos reclamaban austeridad. […] Ante el elogio de Salmen, Natalio se esponjó por dentro. Tal vez era hora de que retomara su viejo sueño de ser escritor. En Mario Szichman la escritura constituye el intento por “leer” el mundo; forma de aprehensión de la significación de la vida y la acción humana. Y es que en cada instante de su escritura, este autor va dejando posibilidades que permiten LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 221 ‘armar’ su ars narrativo, y quizá en esta frase podemos hallar una pieza de ese complejo rompecabezas: Lo había ambicionado en varias ocasiones, pero cada vez que intentaba escribir una obra maestra leía en los periódicos que los genios de la literatura estaban abandonando la profesión por culpa de sus demonios interiores. Justamente uno de sus compañeros de redacción, al que Natalio admiraba mucho porque se abstenía de escribir un ensayo de mil seiscientos páginas sobre Nietzsche, pensaba abandonar la pluma debido a sus demonios interiores. El compañero de redacción proyectaba también desistir de la escritura de otros ensayos. En la anterior reflexión atribuida al personaje Natalio encontramos varios elementos de singular importancia y son los referidos a la escritura como la manera de exteriorizar los demonios interiores que asedian al escritor que busca la fragmentariedad frente a la extensión escritural. Esos demonios interiores –además de la referencia directa a Nietzsche- son el punto para el ingreso de la evocación filosófica sobre la preocupación existencial del sujeto. En tal caso, podemos pensar en el mito de la caverna propuesto por Platón a manera de interpretar al hombre en sus más sentidas sombras y angustias. Recurso que en Szichman es constante referencia a un cuerpo sensible que trata de unificar y reconstruir lo corpofragmentado. Y con este ejercicio estético, Szichman establece la profunda ambivalencia entre tiempo histórico y tiempo interior como instancias que se acercan y alejan en constante tensión y distención fundamentada en la imagen y la palabra, y es tan así, que en la frase de Natalio pareciera que comienza a enhebrarse el hilo discursivo de la novela, desde donde el vicio origina la acción, la búsqueda del sentido y la comprobación: Mientras Natalio hacía las valijas para abandonar la casa de Salmen, iba repitiendo para sus adentros: “El desenfreno en el fumar conduce a otros vicios más horrendos, como el pecado 222 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de la lujuria”. Ignoraba aún si sería el título de una novela o de una obra de teatro. ¿Quién podría encarnar esos vicios más horrendos? Necesitaba una joven inocente y un estudiante de medicina. También algunos ideales. Y la figura del Gran Inquisidor. Porque en este ars narrativo de Szichman se establecen sus narraciones como alegorías de la representación teatral donde lo actancial-representacional tiene un peso enorme dentro de la creación de puentes entre lo representado y los espectadores que incluyen por igual al autor, el narrador, los personajes y el lector. Creando sus escenas narrativas a partir de paridades oposicionales que crean permisiones actanciales como la de Salem a través de la contradicción; es el ignorante que escribe frases reflexivas para ser escritas en platillos y legitimadas por la referencialidad mística-histórica –Jehová, Meile, Beile-. Por lo que esta incausalidad es referenciada desde el absurdo que permite la constitución de discursos fuera de la lógica real, como los proyectos de matrimonio para el hijo de Salem a razón de inversión financiera. Mientras que Jaime recibe lecciones de etiqueta que permitan su ingreso a las glorias patrias a través del estamento heroico, o más bien de las falsas glorias; donde las heridas son tatuajes heroicos que no son causados en el campo de batalla sino dentro de la periferia de la cotidianidad, en el mismo sentido, en la cotidianidad de la periferia, que sería el gran constructo estructurante de la obra de Szichman. Cotidianidad que intenta envolver en halos heroicos lo irrelevante para el colectivo, como la pelea de Jaime con un taxista que: “–Puede pasar tranquilamente por una herida de guerra. Diremos que la herida fue infligida con un sable. Por cierto, y por esta información adicional no le voy a cobrar un centavo: las heridas siempre se infligen. No, le aclaro porque algunos dicen: le propinó una herida. Eso es mal castellano. El damnificado ¿Es un militar avezado?” Bajo la corrección y uso refinado del idioma, el manager LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 223 de Jaime va preparando el guión teatral para la incorporación de la familia Pechof al centro del discurso, y por ende del poder que permita enterrar la sobrina que se descompone sumergida en una tina con formol. Es intentar crear una lógica de sentido para la anormalidad desde las fingidas glorias militares cuando Jaime intenta ingresan extemporáneamente a un patriarcado atípico donde las afecciones mentales son altamente distintivas: “–No sabía que era distinguido tener un pariente tocado en sus facultades mentales– dijo Jaime. –Altamente distinguido. Todo árbol genealógico da enorme importancia a esos seres desvalidos. Pero, debo recordarle que necesitará un cuarto en el altillo para guardar al inerme cuando se vayan las visitas”. Bajo esta estructura actancial los personajes son antítesis de la realidad, profesiones u oficios, seres burdos que crean espacios de conspiración narrativos: “Sí, es un facultativo de inmaculadas credenciales. Imagínese: participa todos los años en una feria religiosa en Sevilla. Va exclusivamente para flagelarse”. Esta convencionalidad otorga ingredientes subversivos a los personajes desde donde cuestionan la realidad histórica. Conspiración narrativa que subvierte la causalidad discursiva real y establecen la incausalidad a manera de constructo ficcional; apertura de discursos de la subversión, la ironía y el absurdo. Además de recomponer la vida de Jaime, el manager se convierte en el corrector de su escritura, es quien anima la trama para la farsa social bajo la escritura de la falsa crónica que permita el posicionamiento del personaje a partir del enmascaramiento y la crítica indirecta a los estratos sociales donde todo lo que apesta –quesos- es considerado una exquisitez. Porque lo que hay que referir puntualmente es que la familia Pechof es ágrafa; familia apócrifa que vive al margen de ellos mismos, o más bien, escribe la historia al margen de la historia textual. Así que podemos pensar que todos los personajes de la narrativa de Mario Szichman son 224 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN apócrifos63. De hecho, Jaime hace ejercicios para desdoblarse en otras identidades-alteridades: Javier Gutiérrez Anselmi. Lo escrito e impreso surge como elemento que contiene las claves para la escritura de la historia textual, y en toda esa obra narrativa surgen variados elementos que legitiman o sirven de soporte a la historia textual. En esta novela, particularmente, nos encontramos con los almanaques y su lectura como teatralización de los tiempos, narración e imaginación en la recomposición de los mundos reales y ficcionales, o la convergencia entre ellos: “Volvamos a mil ochocientos cuarenta. Si me aprendo de memoria todo lo que dice el almanaque, podré acordarme inclusive de cosas que nunca ocurrieron en nuestra familia”. Porque es perenne la reconstrucción de los acontecimientos familiares para encontrar sentido y significado a los acontecimientos. Además se invoca la época patricia a través del fingimiento e invención de una familia noble –Gutiérrez Anzola- que sirva de legitimación y reconocimiento de los Pechof: familia anónima dentro del referente histórico que intenta crear el escenario de la teatralización patricia, teniendo el olor como principio de transmigración simbólica: “El tufo de las velas64. Había que convocar ese olor por simpatía con otros olores de esa época patricia, en lugar de remozarlo con la fetidez de la curtiembre o del baño”. Los aromas patriarcales asumen papel protagónico en el presente y frente a la referencia histórica de la fetidez son elemento determinante: “No me importa el olor, no tengo que pensar en el olor, se dijo con amargura, porque alguien había entrado al baño y el olor de Rifque había impregnado la casa. Lo que estoy oliendo es el olor a carroña, porque estamos en el mil ochocientos cuarenta y los pájaros comen carroña”. Pero además de ello, el tiempo histórico, o sus íconos, también son carroña, y al final, los 63 Los personajes tienen plena conciencia del fingimiento. 64 En la mudanza del encanto, el ‘tufo’ de las velas que acongoja a Simón Bolívar ha cruzado las fronteras históricas y habita en la crónica urbana. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 225 personajes intentarán escapar de ella. Porque indudablemente esos espacios del reconocimiento están fundados en el constructo histórico albergado en los iconos de la ciudad. Entontes estamos frente a lo emblemático que constituye la corpohistoria que involucra al sujeto, lo panóptico y la tradición: “Para que los antepasados de Jaime se ligaran a gente de abolengo era forzoso que vivieran cerca de Plaza de Mayo, porque hacia allí confluía la historia y cada edificio estaba destinado a albergar una epopeya” La historia textual permite la confluencia temporal –la hibridez temporal- que crea sincretismo y simultaneidad de tiempos mediante el paralelismo temporal: “–Me metí en camisa de once varas–reconoció Jaime, porque en la historia todo ocurría al mismo tiempo, y él ignoraba la mayor parte de los datos”. Jaime reconstruye la historia a través de los objetos, de los cuerpos de los objetos: “Jaime me necesitaba descubrir el árbol genealógico de cada uno de los muebles y verificar reemplazos para dar continuidad a su historia”. La anterior referencia es evidencia que la historia se objetualiza y se incorpora a los espacios del decoro, lo que da fuerza a la escenografía como forma de recrear la historia: “En esa búsqueda, debía seguirle la pista no sólo a las alfombras, remedios y fotografías, sino también a los juguetes, porque todas las personas tenían una infancia loable, y entre los católicos de alcurnia Jaime había encontrado más infancia que en cualquier otra parte”. Datos que pueden ser reunidos en los espacios de la muerte como los velorios –porque quizá se alegoriza una historia muerta- donde es posible reconstruir la historia desde el sujeto y las particularidades corporales. Con ingredientes simbólicos de profunda referencia como la luz de las velas y su representación de tiempos de la nostalgia y el recogimiento; ejercicio espiritual que otorga la grandeza y la alcurnia: “Pero ahí tenemos otro problema–reconoció Jaime. Pues desde la llama de una vela era imposible predecir la luz eléctrica. – 226 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ¿Cómo conseguir que los Gutiérrez Anselmi sean antepasados de los Pechof, si nunca olfatearon el tufo de las velas? Tal vez usaban velas, pero no era lo mismo. Sólo las velas patricias tenían tufo. El tufo de las velas. Y recién empezamos”. En esta constitución narrativa la luz de las velas es quien dibuja o desdibuja las imágenes; a manera de elemento primordial que rige el destino de los sujetos y sus familias: ¿Sabe, doctor? En el tiempo de ñaupa no había dos noches iguales. – La bujía de una noche era diferente a la bujía de la noche siguiente, porque se cambiaban las mechas. En torno a esas luces se organizaba la vida familiar. La luz reseñaba a cada habitante de la casa y la sombra decidía su retirada. El oído se tendía hacia la oscuridad, como un ciego cuando tantea obstáculos. A medida que transcurrían las horas dentro de un reloj de arena (¿O ya habían inventado los relojes de pie?) los asistentes a una tertulia calculaban la prolongación de sus conversaciones al comparar en los varios niveles de sombra65 el repliegue de las velas dentro de las palmatorias. Y dentro de este parlamento imaginado por Jaime para recitárselo al médico que dé el certificado de defunción para enterrar la sobrina, se puede deducir la importancia de la iluminación en el detalle de los actores y decorados de las escenas narrativas de Szichman, punto de encuadre de las diversas representaciones producidas a lo largo de su obra. 65 Esta asociación entre luz, fuego y sombra se va a repetir a lo largo de la novela como forma de rodear a Jaime en su búsqueda del perfil identitario de la familia. Coalición simbólica que hace de la realidad un mundo onírico que permite la inclusión de nuevos imaginarios: “Como las sombras agitadas ante una cara aluden a una fogata, un centenario de heroicas acciones militares estaba resumido en una habitación donde los uniformes, las armas y los trofeos dejados en los campos de batalla por los soldados que habían ganado combates del otro lado del Atlántico, volvían a activarse al ser adquiridos como rezagos de guerra por emprendedores comisionistas del ejército pocos años después de una cruenta contienda allende los mares”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 227 De esta manera los reconocimientos se pretenden en mundos formados por el claroscuro, mediación entre luz y sombra que privilegia la imaginación y no la realidad como pudiese existir. Y ese reconocimiento tiene un asidero fundamental en la escritura –la historia, la palabra, la imagen- a razón de formas ciertas de percibir las realidades. Por ello, Jaime tiene intenciones de escribir un tratado sobre el síndrome del tic nervioso; hacerse escritor es la mejor forma de ingresar a los centros de significación, puesto que los escritores – poetas- están focalizados en lugares de privilegio e hidalguía, son quienes generalmente mueren en duelos de honor. En este sentido toda la novela es una lucha por olvidarse de lo prosaico e intentar ingresar a los mundos de la alcurnia, los espacios del reconocimiento que se buscan mediante la atemporalidad producida por la combinatoria de tiempos históricos. De allí que se construyan reconocimientos desde los estamentos ficcionales, tal es el caso de la tumba famosa perteneciente al desvalido de la familia, quien se muere por venganza: Itzik decidió vengarse de la familia y fallecer mucho después de lo pronosticado en las radiografías. Y como sus parientes no podían dejarlo morir antes de encontrar una foto para su lápida, pues de lo contrario causarían sospechas, Itzik hizo una escrupulosa requisa de todos sus retratos, inclusive uno que le habían tomado al año de edad, recostado sobre una alfombra y con la cola al aire. La muerte se convierte en acto que media entre la realidad y el teatro como la vida misma de los personajes de la obra de Mario Szichman. La reunión familiar se hace alrededor de la muerte y el ocultamiento de los olores de ésta: “La reunión se hizo en el dormitorio. Dora tapó el ataúd de Rifque con un mantel bordado y se sentó en la cabecera. Al alcance de su mano había puesto una máquina de rociar insecticida que llenó de lavanda Atkinsons. Cada vez que el olor de la muerta desplazaba el resto de los olores, Dora activaba el émbolo”. 228 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN RECORDAR, EVOCAR, NARRAR, FICCIONALIZAR: LOS SINÓNIMOS DISCURSIVOS En este pretendido recorrido por la obra de Szichman, los epítetos que conforman el subtítulo son sinónimos discursivos que se entremezclan para configurar las historias textuales dentro de la atemporalidad e imposibilidad del presente narrativo. Por lo tanto, esta combinatoria se logra cuando los personajes deben evocar los hechos –imaginarlos- para vivirlos, lo que crea el conflicto textual entre lo real y lo aparente: Evidentemente, era más fácil vivir en una época donde las cosas transcurrían, en lugar de ser evocadas. Inclusive podían elegirse las cosas de las que valía la pena acordarse. ¿Quién se iba a atrever a cuestionar los recuerdos? Pero Jaime intentaba incorporarse a un pasado que ya había sido escogido previamente por hombres que habían transformado la exclusión y las evidencias irrefutables en una especie de arte. Son personajes atrapados en una trama textual, que a ratos, procura la imposibilidad bajo roles que los atan y condenan en la búsqueda de nuevas alternativas actanciales: “Si no fuera por la familia, te juro que ya a estas alturas hubiera tirado la toalla, se aseguró Jaime a sí mismo. No, no se lo tenía que asegurar a Jaime sino a Javier. Me llamo Javier Gutiérrez Anselmi se ordenó Jaime. Aunque tenga que morir en el intento”. Los personajes buscan la desdicha para huir de la convencionalidad, tal es el caso de Roni el hijo de Salem, el hijo que juega al fracaso y la desgracia, mientras el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 229 padre intenta retomar el negocio inmobiliario, la riqueza y la prosperidad: –Quiero que se acumulen las deudas desde el mismo momento de la inauguración de negocio–le dijo Roni a Beniumen mientras estaban sentados casi a oscuras en la cámara de conservación de pieles, sólo iluminados por velas. –Nada de invitar a la recepción a esas gordas que se la pasan estrenando vestidos de raso. Nada de esos padres de narigonas que siempre quieren pellizcarme los cachetes. Quiero una recepción, hasta con mozos, y que diez minutos después se aparezca un inspector de la municipalidad trayendo la orden de desalojo. Es el personaje que rompe con la normatividad narrativa y subvierte los ejes discursivos que apuntan hacia la definición textual. Para ello ocurre al tío Beniumen, a quien: Las incursiones del tío Beniumen por el arrabal lo habían convertido en la sombra de sí mismo, aunque inclusive cuando era un personaje de cuerpo entero nadie hubiese dado un centavo por su futuro. Pero el arrabal había acelerado su inmersión en el abandono dotándolo de una filosofía de la vida que consistía en transformar cualquier negocio al minorista en un cobertizo deprimente. Personajes fronterizos que a la luz de las velas deforman la realidad; en momentos, recrean tiempos históricos; a ratos, hacen de los espacios de la periferia lugares fantasmagóricos y de la conspiración. Los espacios de la periferia son los lugares donde están los ideales, la libertad que busca Roni el hijo de Salem, quien quiere dejar de vivir entre tantas mentiras y avaricia. Siendo una especie de espantapájaros con la ropa fuera de medida que le compra su padre. Mientras que los personajes felices son los que no solucionan sus problemas: “– La vida no es tan sencilla como lo pensás–dijo el tío Beniumen secretamente halagado. –A veces, es imposible solucionar los problemas. Y sin embargo, se puede ser feliz. Esa es mi filosofía”. 230 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Las nociones de felicidad están sujetas a la aceptación del destino narrativo y del rol actancial que le ha sido asignado en la historia textual, lo que liga a los personajes felices y despreocupados a la armonía. El tío es un librepensador de ideas progresistas, de la filosofía del futuro. Y precisamente, en la novela aparecen alusiones que ligan al tío con un filósofo: “–Ahora mismo te me vas–le ordenó Beniumen. Sus gesticulaciones se repetían en las paredes como si hubieran estado en la caverna de Platón”. Se hacen recurrentes las evocaciones filosóficas como la referencia de las instancias existenciales que deben acompañar a los sujetos actanciales. Sujetos actanciales que se mueven en la ambivalencia: Jaime es convertido a católico, y desde allí crea un espacio geográfico-afectivo frente a la tradición histórica donde se reconoce argentino. El ser católico es sinónimo de mirada- recuerdo: Eso era lo bueno de ser católico, pensó Jaime. Allí donde un católico posaba su mirada, surgía un recuerdo interesante, y rigurosamente cierto, que de inmediato se engarzaba con una historia repleta de sucesos verdaderos, y generalmente heroicos. El menor de los incidentes tenía un puesto de honor en los libros, y a veces en los palimpsestos. Porque la petit histuar, le había dicho el manager, se escribe histoire, pero se pronuncia histuar, la petit histuar, la pequeña historia, abre siempre el camino a la gran historia, la grand histuar. Quizá toda la tentativa narrativa de Mario Szichman es construir la ‘gran’ historia, y que podemos precisar en la contingencia de la siguiente afirmación: “Tal vez esa era la gran falla de los Pechof. La petit histuar nunca precedía a la grand histuar”. Porque la petit histuar está en las esferas de periferia. Sus personajes están asediados por la falta de pasado, de piso o plataforma genesiaca: El problema de los Pechof era que no podían reivindicar pasado alguno. Los vestidos no tenían su antecesor en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 231 un arcón, una hidropesía no derivaba en un reuma, ni una catatonia provenía de una neuropatía congénita. Los Pechof habían surgido de la nada en el año mil novecientos diecisiete y cualquiera podía detectar que tras las fachadas de sus viviendas no existían casas previas. En cada objeto estaba latente el origen y la decisión de no omitir que una guerra los había transfigurado en incunables. Por esta particularidad Jaime se mueve entre dos mundos: Pechof y Gutiérrez Anselmi; sujeto a la oportunidad de representación y reconstrucción simbólica a través de los objetos como legado de la tradición sensible e irreversible que pesa sobre los sujetos: “Como Gutiérrez Anselmi, podía embarcarse en un pasado donde los objetos se relevarían parejamente para expandirse en la vida de los biznietos”. Así encontrará los elementos que produzcan la prospectiva narrativa en su consolidación dentro de la historia textual. De allí que insista en hacerse católico, porque allí reside el pasado tangible, objetualizado: Al mirar una cama ocupada por católicos, era fácil presentir los años, otros respaldos y todas las cosas que surgían a su alrededor: arañas engastadas en el combés de los colchones, alfombras con dibujos paulatinamente trocados, paredes que eran expansiones del cuerpo y no sospechosos encuadramientos, y espejos ovalados, con la luna manchada de tanto retener imágenes de hombres y mujeres emigrando de la infancia a la muerte. Mientras que los Pechof representan la intrascendencia: y el anonimato que requiere de una redefinición tanto nominal como simbólica: “En cambio, ser Pechof era rendir pleitesía a unos seres ilusionados con estar siempre a la última moda porque no cesaban de enfundarse en sus ropas finales, mantener conversaciones truncas, rápidamente auxiliadas con frases de una canción de moda o un chiste, o soñar con futuros inocentes, nunca revalidados por la escasez de sobrevivientes”. 232 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN En este sentido Jaime busca anular su pasado judío66. Quizá todos quieren anular el pasado y reinventar un presente. Por ello aparecen manifestaciones precisas que vinculan lo sagrado y lo profano, lo alto y lo bajo como ponderación entre el tango y las canciones litúrgicas; la expresión de lo regional frente al universal que legitima no solo historias textuales, sino a la humanidad. Como la universalidad de la muerte se hace forma particular de rasgarse las vestiduras para expiar las culpas o depilarse los cuerpos67 como forma de preparar el cuerpo para la develación y el disfrute de las sensaciones a través de la piel. El tapiz narrativo se conforma de la diáspora que forman los puntos de vista que tiene cada uno de los integrantes de la familia sobre su historia, lo que produce una historia textual construida a partir de diferentes circunstancialidades enunciativas. Cada uno tiene su acepción de la historia; unos desde la parte judía, Jaime desde la Argentina y los otros desde la desdicha y el resentimiento. Y en esa confluencia de microhistorias aparecen elementos referenciales que sirven de ‘embrague’ a la macrohistoria. De esta manera: la muerte, el tío, la rigidez cadavérica del hermano menor convertido en mártir; el desgaje de las ropas y la predisposición al sacrificio y la redención. Y ciertamente, la muerte –al igual que el cuerpo- son grandes espacios de la enunciación en Szichman, y específicamente en esta novela, donde las apariencias son realidades palpables y definitorias que tienen en la paridad oposicional su mayor sostén: los matrimonios son 66 En un enfoque psicocrítico-literario, podemos considerar la posibilidad e intención del autor creador de revisar su origen dentro del discurso estético como proyección consciente o inconsciente. Pero esta posibilidad la dejo solamente planteada, pero hay que considerarla dentro de la narrativa de Mario Szichman, en posteriores trabajos. 67 O quizá a manera de purificación como se puede apreciar en La región vacía. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 233 la consumación del engaño y la apariencia que tiene en el discurso poético su mejor aliado, obviamente por su poder de figuración extraliteral. Quiero construir otros edificios. Y hay muchos millonarios con hijas casaderas. Cuando terminemos la obra con Tajmer, vos te hacés humo y dejás una carta avisando que te suicidaste. Ya tengo preparada la carta. Me la consiguió Natalio. La sacó de una biografía de Bécquer, un genio poético. Yo la leí tres veces y cada vez que la leía se me partía el corazón. Vos solamente tenés que firmarla. Bajo estas reflexiones sobre la palabra es menester volver al contrapunteo que mantienen Tajmer y Salem escribiendo frases reflexivas que contienen la esencia del sentido encapsulado en palabras –moralejas- principio didáctico-moralizante, aun cuando en momentos se asuman desde lo absurdo o irónico-paródico. Pero en esos relevos de los espacios discursivos dentro de la novela, tal y como surge Tánatos; también Eros sirve de elemento de anulación de los sujetos enunciantes: “–No, es para vos–le dijo la muchacha, y le agarró la mano derecha para guiarla hacia sus entrepiernas. Roni miró desesperado hacia atrás, tratando de pedir auxilio, pero todos habían desaparecido de la sala. –Vamos, no seas arisco. Dejate desabrochar–le dijo la brujita mientras Roni luchaba por retener sus ropas”. Dentro de esas posicionalidades actanciales de los sujetos, los aristócratas son especie de muñecos, no sienten hambre y viven para la opulencia y apariencia. Y en irreflexiva actitud, los personajes aspiran a la aristocracia donde se convertirán en objetos inanimados que pasarán a formar parte del estatismo histórico. Por eso, Jaime es el obstinado en reconstruir la historia de la familia desde dimensiones reivindicativas; él es quien hace y rehace la historia; “El trabajo de Jaime era agotador. Para hacer confluir a los Gutiérrez Anselmi en los Pechof y borrar a su parentela del mapa antes del desembarco en Buenos Aires, debía imitar a las arañas, 234 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN rehacer incesantemente la historia familiar de principio a fin de impedir que otras propuestas alternativas se filtraran por los resquicios”. Esta reconstrucción lleva a resignificar el texto en una novela de la memoria, novela de la recapitulación y ensamblaje de piezas para transgredir los referentes históricos: A diferencia de los aristócratas, que podían darse el lujo de parcelar sus recuerdos y olvidar varios años de sus vidas sin abandonar su identidad, los Pechof estaban abrumados de parientes que sólo eran útiles para armar una réplica, y que luego perduraban sin motivo, excepto para quejarse de su suerte, y de antecesores que en vez de relevarse en la cadena de las generaciones eran nivelados por un pogrom en la misma fosa común. Circunstancialidad que se traduce en el nacimiento sin identidad y los archivos son destruidos. No hay memoria originaria sino suplantada por los intentos de reconstrucción en medio de las disparidades que comienzan con los personajes –aun cuando Jaime e Itzik son considerados mellizos sin parecerse-, pasando por las disparidades entre la fonética y la grafía, hasta llegar a las diferencias políticas. Elementos que conforman la familia signada por las antagonización: “Pero la dificultad más grave era que los Pechof tenían recuerdos sin terminar debido a la indecisa época de la historia que les había tocado vivir. Caudillos menores circulaban por todo el Este de Europa ganando batallas que nunca lograron insertarse en los libros de historia”. Seres sin alcurnia ni pasado memorable huyen de la violencia, lo que los hace exilados de su tiempo e historia; hasta que llegan a Buenos Aires, el nuevo espacio para renacer de sus propias cenizas. Seres andariegos que no distinguen un lugar de otro, hasta que aparece Buenos Aires que irremediablemente los atrapa y hasta seduce. Los Pechof entran en la dimensión de la creación de su mundo, allí comienza la conformación LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 235 de un ‘nuevo mundo’ que tiene su primer contacto con lo rural-telúrico, una tierra enlodada68 pero bendecida; quizá su Macondo originario desde donde regresan a Buenos Aires; son fabricantes de joyas, mientras Salem se orienta hacia el mercado inmobiliario: Mientras sus hermanos se deslomaban creando joyas, Salmen inició en secreto su imperio inmobiliario. Y para que nadie se enterara de su cambio de fortuna, comenzó a vestir ropas informes, de colores deprimentes. Como esas personas que sólo anuncian cuando han engordado, pero no cuando han perdido peso, Salmen parecía vivir siempre en la miseria porque sus extrañas ropas nunca revelaban sus épocas de prosperidad. La prosperidad radica en romper con la tradición familiar y de alguna manera alejarse del karma que ésta arrastra. Mientras que Jaime se involucra más dentro de la historia familiar en sus intentos por reconstruir la memoria, su memoria, porque los demás parecen vivir en los artilugios del tiempo. Lo que hace de Jaime el personaje de la ilusión, a diferencia de Salem quien sustituye al patriarca en la conducción de las ruinas de la familia, patriarca que se convierte en especie de sombra: “Jaime lo abrumaban tantos informes inconexos, pues amenazaban sus planes de asimilación. La única forma de confluir en un presente católico era controlar a los Pechof armando un árbol genealógico sin infiltrados. Pero eso era muy difícil mientras persistieran parientes siempre a punto de resucitar”. La historia es espacio de la enunciación69 que permite los borrones y tachaduras en los ejes semióticos que se 68 Del barro forma Dios las figuras humanas. Del barro se puede moldear la realidad y convertirla en ficción. Barro es la palabra originaria en su moldeamiento de mundos posibles; tal y como ocurre en la narrativa szichmaniana. 69 El palimpsesto 236 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN entrecruzan a través de la sustitución y asimilación referencial desde los espacios patémicos y la insurgencia del deseo y la cotidianidad para atentar contra los intentos de la aristocracia y enriquecimiento. La imprevisibilidad rompe con los preceptos emancipatorios de la familia y su inserción dentro del espacio histórico: Roni se enamora de la mujer de un rufián, pero ese amor es denominado emperramiento, más no ilusión e idilio. Porque las ilusiones son centelladas de optimismo que no terminan de cristalizarse, generalmente se transforman en absurdos e imposibilidades. Así que, mientras Salmen insiste en la construcción de un edificio –cuerpo de la prosperidad y la riqueza- el hijo se empecina con el cuerpo del deseo y la pasión –cuerpo de la anormalidad y la periferia-. Y la corpohistoria sigue marcando los sujetos, ora desde su misma cotidianidad patemizada, ora en los museos como lugares de la historia y la nostalgia; escenarios donde el tiempo histórico se detiene a través de los objetos para posteriormente ser resignificado a partir de la prospectiva narrativa: El manager dijo que era imperioso visitar museos o leer las memorias de personas importantes para averiguar el momento en que la cama había crecido, elevando los cuerpos en el espejo de luna ovalada y manchada, así como los modelos de pantalones relevados en los respaldos de las sillas, o los cambios en el olor de los remedios, o las dolencias de prosapia que aquejarían a cada generación de Gutiérrez Anselmi. Los museos se convierten en la escenografía originaria que guarda los patrones para reconstruir la historia a través del tiempo transfigurado en espacio originario que se puede penetrar: “Al atravesar las habitaciones de esa venerable mansión, las noches y los días que habían sido descartados volvían a ocurrir velozmente, retocando los años. La ciudad se despoblaba y rejuvenecía con estilos cada vez más antiguos que acrecentaban por grados su permanencia”. El pasado es el espejo desde donde miran, ven, recrean los hechos: “Al LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 237 avanzar hacia el pasado, se descubría que el futuro previsto por sus antecesores no se había concretado. Allí estaban por ejemplo las panorámicas de la futura ciudad de Buenos Aires hechas por el acuarelista Morel que mostraban un Partenón en el sitio ocupado después por el obelisco, y góndolas flotando en el Río de la Plata”. En este sentido el pasado es mirada retrospectiva que permite una visita en el tiempo donde se encuentra lo heroico y lo telúrico como bases fundacionales de la humanidad, que junto a la conciencia mítica conforman los tres elementos que sustentan la historia textual. Pero a más que transita Jaime por los vestigios de la historia, más se siente excluido de ella, por ello trata de reconstruirla desde la representación de los Gutiérrez Anzola: “A medida que recorrían el museo, Jaime iba sumando huellas de un pasado que marginaba gradualmente a su familia. Cualquier silla tenía un espacio asignado en ese ayer. Y aunque esa silla quedara desmantelada, seguiría revelando su adhesión a un pasado católico”. De esta forma, Jaime es prisionero de su propia historia, al mismo tiempo, es exiliado de su tiempo que en la figura de titiritero trata de mover los hilos de la realidad ficcional: Después de visitar el pasado, Jaime y el manager volvieron al presente y los objetos se enranciaron toscamente por parcelas. Mientras el manager progresaba con dignidad, envasado en un cuerpo que trasudaba aristocracia, protegido por retratos al óleo capaces de arrostrar gran cantidad de años sin caer en el ridículo, Jaime, un asaltante del pasado católico por la puerta trasera, veía que el ayer surgía de habitaciones con olor a encierro, y descubría en todo lo anterior una burla decadente de lo grande y de lo violento. La vida de Jaime es un tejer y destejer la compleja madeja histórica que implosiona en sus manos como revelación de falsedades y poses hipócritas que a la postre se convertirán en la fuerza del enjuiciamiento entre la desmemoria y la ahistoria: “Dedicado a borrar hasta la más breve señal de su 238 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ascendencia para aferrarse a abuelos ajenos que lo miraban desde las paredes del museo, Jaime se sentía como un equilibrista y temía que el médico antisemita descubriese la intriga”. Pero no solo Jaime vive la simulación como historia, sino también Dora que construye sus historias de amor sobre la farsa. Esta recurrente farsa los lleva a desconocerse en las fotografías porque no representan sus verdaderas identidades, sino los rostros del fingimiento: Quince días después Dora encontró un ejemplar de Caras y Caretas en el asiento de un auto Peerless mientras viajaba a Buenos Aires acompañada de Ema, que se consideraba su amiga del alma. Dora hojeó la revista y cuando Ema apuntó a su cara, se vio desconocida en la cartulina brillante. El ambiente de pecera que había dentro del faetón daba a la foto un matiz verdoso que se disipaba a pleno sol, y le hacía recuperar su desvaído tono azul. En el entretejido de la corpohistoria narrativa, Jaime se yergue como el cuerpo mestizo que busca la recomposición histórica. Por su parte Dora ejerce de prostituta, es el cuerpo del deseo, cuerpo objeto, mullido por las huellas de los amantes que también trata de no dejarse arrastrar hacia el eterno anonimato que le depara su oficio: “Habían sido muchos años los que había dedicado Dora para no terminar en esas tumbas donde las mujeres quedaban reducidas al recuerdo de sus iniciales, confinadas a los años de nacimiento y muerte, sin maridos, sin parientes, desechadas en el extremo más árido del cementerio, haciendo pendant con los suicidas”. Pero Dora crea interesantes microfísicas del poder tanto en el seno de la familia como en el burdel que regenta, es el alma y señora del burdel donde son posibles los modales y el amor fingido; la teatralización del amor: ¿Cuánto tiempo más?– preguntó Dora hundiéndose en el asiento. Años de pelear cada centavo, de no dejarse estar. Años de cultivar los buenos modales, Porque a nuestros clientes les LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 239 gustan las mujeres delicadas. Para lo demás, se conforman con sus legítimas. Años de enamorar estudiantes dándoles la esperanza de que se reformaría para vivir un romance con bohardilla incluida. Lo que otorga otra visión a las excluidas históricamente y su bondadoso oficio que desborda la simple manifestación corporal-física para dejar sugerida la manifestación de la idealidad y el artificio como amor al prójimo. Manera de reivindicar el cuerpo femenino prostituido en las esferas de la sensibilidad y otorgarle un posicionamiento dentro de la historia textual; tal y como he referido, microfísica del poder para crear mayor distención dentro del antagonismo actancial. Así que Jaime en el entrenamiento, también intenta crear una esfera del poder que permita posicionarse dentro de la historia textual. Es instruido tanto en la conciencia histórica como en la conciencia mítica a través de los premios y las bondades de los milagros. Y dentro de esta conciencia mítica está contenida la espiritualidad. –Son parábolas para transitar por la vida–señaló el manager. –También ayuda mucho la caridad. La caridad es algo bastante olvidado en nuestra materialista época, tan dada a los goces sensuales, pero que se conserva en las familias de pro. Si alguien viene a pedirle para el cotolengo, usted saca la billetera y ofrece su aporte. Con un óbolo es suficiente. Lo importante es el gesto. Aunque, debo reconocer que la caridad bien entendida comienza por casa. Sería bueno que se consiguiera de sirviente a un manumitido, uno de esos negros que la ley de libertad de vientres convirtió en ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que el resto de la ciudadanía. Y dentro de esta conciencia mítica está contenida la espiritualidad. Existe entonces una ciudadanía cósmica que se encuentra dispersa en la narración de los textos/testimonios de los milagros transpuestos en parábolas –quizá algo igual a 240 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN los pensamientos que inscriben en los platos de porcelana-. De esta manera la parábola se constituye en crónica existencial, o visión de la vida a través de la ironización/banalización de las parábolas como expresiones didáctico-moralizantes que contradicen a quienes las enuncian. Puesto que en los pasajes recreados sobre los milagros hay una ironización/parodia sobre la forma de narrar, ya que las parábolas son un mecanismo para transitar la vida. Mientras que la caridad se yergue como muestra del poder, al mismo tiempo, como prolongación/conservación de la sumisión, alejándose de la condición cristiana y llegando hasta las fronteras de la apariencia y la máscara, que es el sentido de la figuración del milagro dentro de la novela; puesto que, la apariencia/penitencia cristiana es solo apariencia y la resignación a la pobreza es la protección contra la riqueza; simbolizada como carencia de espiritualidad. Pero es menester aclarar que esa pobreza no solo representa bienes materiales, sino corporalidades, donde el cuerpo mullido, las manos agujereadas representan la anormalidad que purifica, la anormalidad como sobresalto de la cotidianidad y microfísica del poder, y demostrada en la afirmación: “Los dos hermanos vivieron en un estado cercano al sonambulismo cerca de veinte días, hasta que al final, se animaron a encarar a Dora”. Y he allí otra constante de la obra de Szichman, los personajes que deambulan por la historia textual entre el sueño y la vigilia intentan posicionarse de la hegemonía narrativa para poder sobrevivir a lo que determinantemente los acecha: la desmemoria e invisibilidad. Soportada esta referencia por la confusión de realidades y el sincretismo entre alternativas paralelas que se mueven entre los extremos de la alcurnia y el burdel en medio de los intentos por sobrevivir frente a los avatares de la vida: “A la semana de estar en la casa de Dora, Jaime e Itzik creían que la vida se reducía a abrir y a cerrar puertas, y a acostarse y a levantarse de camas que calentaban para otros ocupantes”. Dos cotidianidades crean en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 241 los personajes mecanismos de adaptación como certezas para permanecer asidos a la historia textual. De allí que a través del personaje Jaime se encarne el concepto de educación a través del engaño y la mentira; “Estaba convencido de que lo más importante en la educación familiar era engañar a los niños, o al menos, nunca decirles la verdad”. Entonces, como toda la historia textual, la educación familiar es encubrimiento que crea máscaras sobre los rostros discursivos para sobreponer situaciones y personajes en interminable intercambio simbólico. Dentro de esa ambivalencia alternativa en que se ven envueltos los personajes, Jaime quiere celebrar el himeneo, y considerar la castidad en medio de la supresión de lo erótico y lo carnal que queda confinado a Dora y su burdel. Intenciones que representan la dicotomía de Jaime que es la misma de la historia textual: En sus momentos de desencanto, Jaime advertía la dificultad de ir desde cualquier pasado judío a un presente católico. El problema mayor residía en los retoques. Como judío, todo le salía de adentro y cada cuerpo ensamblaba con los demás, recordando esas fotografías que disgregan los gestos de una bailarina. Pero en el rol de Gutiérrez Anselmi, Jaime perdía la espontaneidad. Debía repasar cada actitud y diálogo posible para que su cuerpo calcara una partitura ajena. Los paisajes católicos de Jaime eran al óleo, con nubes barrocas, trigales hechos con asteriscos y soles rodeados de círculos concéntricos. De ahí saltaba a los daguerrotipos, llenos de próceres de galera y a las fotos de primera comunión fraguadas en Casa Rodin. En cambio, cuando recordaba en idisch, Jaime descendía de las grandes pinceladas a los detalles. Un día de picnic estaba lleno de jejenes, la sed acababa con los refrescos y había que tomar el agua tibia de los termos. Es el momento de la verdad a la mentira, de la historia a la certeza literaria, de la realidad a la ficción comprometida con la historia personal/íntima. Donde la historia judía 242 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN representa los recuerdos transfigurados en realidad sentida; realidad corpórea que es posible percibirla en los olores y sensaciones, mientras que la historia cristiana es el laberinto del Fauno. De por sí, la historia judía es la forma sensorial de reconfigurar el pasado a través de olores, gustos, tactos que posibilitan volver a ingresar al tiempo evocado. Al contrario de la cristiana que representa el fingimiento-encubrimiento del presente narrativo que intenta subvertir el orden estructural temático-actancial; orden estructural que no está directamente explícito en la novela, sino que se va articulando mediante la lectura. Obviamente este orden estructural está directamente ligado a los métodos de análisis de la obra literaria como compendio para abordar la lectura y sus consiguientes órdenes de sentido que se otorguen a los acontecimientos textuales o historias narradas. Por ello, en la historia judía la sucesión familiar encaja y se convierte precisamente en eso, una sucesión atada a la cultura y tradición. Historia que va a tratar de ser sustituida por otra y adquirir una nueva personalidad -nueva face narrativa-. Bajo esta premisa estética, Jaime juega al olvido y la desmemoria; al desconocimiento de los objetos en su casa judía que indudablemente constituye la etapa de asimilación simbólica-referencial para la reconstrucción de la historia textual, y he aquí lo interesante de esta configuración actancial como mecanismo para la constitución de lo colectivo: En cada etapa de su asimilación, Jaime apeló al desconocimiento. Ignoraba cotidianamente su casa judía y la reconstruía de memoria con objetos católicos. Depositaba sobre los muebles el polvo de los antepasados Gutiérrez Anselmi, impregnaba sus muros del olor del saladero, conservaba en el cielo trazos del lento vuelo de las aves de rapiña y hacía que el miedo fuera otro, el de gente acostumbrada a enterrar sus muertos en tierra natal. Jaime solía recorrer la casa con mirada ingenua. La mirada es borrada como mecanismo de reconocimiento y posicionamiento en el espacio simbólico que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 243 linda entre el pasado íntimo/personal y el presente narrativo. Con la creación de nuevos espacios simbólicos se permite el entrecruce de lo panóptico; la vida es cómo moverse, –habitar- habitaciones. Donde la casa se convierte en un complejo cuerpo emplazado desde los espacios de lo público hacia lo íntimo –las habitaciones-: “Cada cuarto, que Jaime conocía en el recuerdo de atrás para adelante, ahora lo veía a partir de la salita de recibo”. Pero en momentos, los cuartos de lo íntimo se comparten entre lo público y lo privado, tal es el cuarto del burdel donde los aloja Dora; al mismo tiempo que las casas son escenarios que se llenan de significación, adquieren cadencia panóptica: “Jaime imaginaba las puertas clausuradas que escondían vasos de té con guardas griegas, samovares, revistas en idisch, libros en hebreo con grabados de Doré, y reducía el tamaño de la casa pensando: Son las habitaciones de antepasados ilustres. Cerradas a cal y canto”. Insisto, las formas arquitectónicas se transfiguran en arquitectura sensible –teoría que he venido desarrollando para insistir en la transferencia –donación sensible- del sujeto hacia los espacios-, y en la novela, una de las formas emblemáticas es cuando las paredes se revisten de imágenes70: Pero, al revisar con mirada católica, se descubría el truco. Bastaba con las fotos familiares. En ellas, las paredes servían de marco natural a los cuerpos. En cambio, las paredes de los Gutiérrez Anselmi estaban empapeladas con escenas de caza y no se adaptaban a ningún Pechof. Lo mismo pasaba con los muebles. Imitando los autos de carrera, que consumen en sesenta vueltas la vida útil de un motor, los Pechof debían acelerar los años de posesión de todos los enseres para que 70 Cuando las paredes de las casas se visten de imágenes y constituyen un interesante mosaico vivencial que recoge la historia familiar a partir de cuerpos y rostros que evidencian a retazos lo más significativo. Construyéndose el gran rompecabezas que indistintamente puede ser armado o reagrupado desde cualquier abstracción o particularidad. 244 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN abarcaran varias generaciones. Pero, con la ansiedad, inducían deterioros que, al emparcharlos con pintura y capas de mugre, emplazaban nuevos signos de delación. A partir de las imágenes de las casas se ‘arman’ los cuerpos que adquieren la posibilidad de envejecer y convertirse en historia, de cumplir el proceso testimonial de transfigurarse en fotografía –retrato-daguerrotipo-, impostación gráfica de los acontecimientos en el tiempo y la nostalgia como consumación de lo testimonial-histórico-personal. De hecho, la casa representa el refugio de lo íntimo dentro de la configuración de lo público y privado. De la importancia de la fotografía a manera de desencadenante de acciones y tipificación de personajes. Así Itzik, el gran daguerrotipo, es el único que manipula la historia, empezando que la subvierte por su forma de hablar, además por las interrogaciones o juego de acertijos con que desborda la paciencia de sus hermanos y congéneres. De igual manera es la personificación de la conciencia de la anormalidad: “Itzik se puso contento. Podía soportar el enojo de Salmen sin parpadear, y acabar con las tragedias al ignorar los reproches. Se prometió mantener esa placidez hasta que Jaime reanudara sus intentos de obtener la foto destinada a su tumba”. Jaime e Itzik personifican a Saladín el Adivino como forma de sobrellevar la miseria. Allí, en ese espacio actancial son trúhanes que estafan a los clientes desde diferentes perspectivas de la cotidianidad, donde los elementos constituyentes de ella se convierten en herramientas dentro de los mecanismos ficcionales: “Una bola de cristal de Murano estaba en el centro de una mesa, cubierta con un pañuelo que hacía juego con el quimono. La pecera, recuperada su posición normal tras ser usada para ver el pasado y anticipar el futuro, tenía ahora un pez triangular, rayado como las cebras”. Pero a pesar de todos los intentos por potenciar nuevos espacios de representación, los apellidos los marcan inexorablemente y predestinan, como predestinan el hilo discursivo, lo que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 245 hace que los personajes tengan conciencia de su imposibilidad textual, construyendo una pieza armonizada o armonizadora dentro de la compleja trama textual. 246 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LA ANORMALIDAD COMO PRINCIPIO ESTÉTICO La cotidianidad se transforma en importante campo enunciativo que involucra la experiencia fáctica de la vida como punto de partida; tal y como lo planteó Heidegger. Esto es, los espacios íntimos del sujeto a manera de campos enunciativos originarios de toda acción cotidiana, de todo espacio referencial dentro de las relaciones de significación o semiosis. En este sentido, la cotidianidad está relacionada a la temporalidad; a la forma de ‘habitar’ el mundo. Bajo estas reflexiones la cotidianidad no será artilugio, sino más bien, el adosamiento a la vida misma del sujeto enunciante, rasgo fundamental dentro de la configuración del ser como ser humano, y obviamente, de la definición de las acciones humanas desde el punto de vista ontológico. En tal caso, la cotidianidad encierra la normalidad del existir asimilando como suyas las categorías de lo ordinario o lo extraordinario que van desde lo común hasta las suprarealidades que crean las enunciaciones míticas o las literarias; dos formas de construir lo extraordinario a partir del sujeto y su cotidianidad. Obviamente reconociendo la poesía y la oración mística como las formas de trascendencia del sujeto desde la cotidianidad y hacia lugares que cohabitan con ella, o más bien, la habitan desde una semiosis ilimitada71 que 71 Como semiosis ilimitada quiero inferir a la que desborda las particularidades lingüísticas en procura de combinaciones sostenidas en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 247 crea espacios de la significación desde una representatividad fuera de lo común; representatividad extraordinaria que se hace ordinaria por el proceso de subjetivación72 a que es sometido por parte del sujeto trascendido frente al fenómeno trascendente. Expresiones ficcionales que crean una forma de alteridad relativa a la realidad y generan un códice de expresión que va a imponer su identidad a la del sujeto oferente. Y dentro de estos límites de la cotidianidad está la paridad oposicional entre lo normal/anormal y sus mecanismos de normalización de los espacios enunciativos o de la realidad misma entre lo normal y la espectacularidad erguida como principio estético. La anormalidad que atrae; y fundamentalmente, el efecto de normatización que hace la cotidianidad de lo ordinario y lo extraordinario; de lo anormal y lo normal; de los centros y las periferias. Todas ellas confluencias referenciales transfiguradas en campos enunciativos que migran entre fronteras de la significación, generación de prácticas discursivas que en principio estuvieron ligadas al discurso estético, quien asumió la anormalidad como procedimiento estilístico para hacer nuevas propuestas. De ello, son evidentes y recurrentes los ejemplos dentro de la literatura que crea mundos posibles desde espacios periféricos para la admonición de realidades histórico-sociales. En tal caso, lo anormal, desde la semiótica, produce la distensión isotópica que va a representar la armonía textual a través de la contraposición de los planos narrativos del yo de la enunciación. torno a la plurivocidad y generación connotativa del discurso, tal es el caso de la figuración del discurso metafórico y su doble vertiente: el sujeto como metáfora de él mismo; o la realidad como metáfora del sujeto; ambas a manera de alegorías del sistema representacional sujeto-mundo. 72 La subjetivación como la resignificación del sujeto y sus espacios en función de sus necesidades subjetivas y necesidades sociales. Una resignificación del sujeto desde él mismo a manera de espacio de la enunciación capaz de transformar eventos y circunstancialidades. 248 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Desde la historiografía estética podemos apreciar que la vejez, locura, cuerpos deformes, cuerpos abyectos se normatizan desde la práctica discursiva estética73. Don Quijote de la Mancha es amalgama de las anormalidades como principio de lo subjetivo trascendente en torno a los ideales sublimes; las visiones de la anormalidad a través de los principios éticos de la bella y la bestia, cuerpos antagónicos que son homologados a través de un subjetivema como el amor que centra las posicionalidades enunciativas y crea la cotidianidad desde las aparentes diferencias que son conjuntadas en el cuerpo simbólico. De esta manera, la subjetividad se transfiere a manera de articulante simbólico para constituir la metáfora de la corporalidad sensible que manifiesta sus proyecciones en el discurso articulado y posicionado desde los confines del espíritu. Estas particularidades indican que los espacios de la ficción son la creación de metacotidianidades que crean realidades paralelas para interpretar desde lo no-percibido por las colectividades y representadas por discursos alternativos. En su momento son subversiones que ayudan a romper esquemas y normas establecidas, pero que al tiempo se convierten en canon al asumir particularidades de escuela. Tal y como sucedió con el Romanticismo o las Vanguardias; ejes de la normatización de lo absurdo y abyecto; la conversión de los espacios domésticos y de la cotidianidad en formulación estética. No obstante, en este aspecto hay que traer a colación las vinculaciones entre lo periférico y lo anormal; que generalmente está asociado a las nociones de bien y mal, de belleza y deformidad que caracterizan la significación desde los cuerpos que condenan y los que trascienden, tal es el caso de la descripción de los seres angelicales y las referencias demoníacas. 73 Como caso puntual tenemos a Pinie, jorobado que apoya en todo a Itzik. Para este personaje deforme todo es transitorio y quien considera la suerte de uno la desgracia de los otros. Especie de filósofo que da sentido a los referentes desde lo extradiscursivo, tal y como crea intriga entre los personajes a través del chisme. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 249 Así como la joroba de Pinie se convierte en atracción y forma de sobrevivir, o la combinatoria entre anormalidad y esoterismo, donde lo deforme: “A partir del brote de su joroba, Pinie no ganó para sustos. Alicia Tajmer se empecinó en llevarlo de banquete en banquete para refregárselo a sus amigas por la nariz. Sus amigas, en represalia, convidaban a Pinie a conciertos de gala y le llenaban el buche de gueminirte erink. A la menor distracción de Pinie, las mujeres tocaban su bulto y pensaban en tres deseos”. Mientras el negocio va a la bancarrota el cuerpo de Pinie se engorda obsesivamente por las atenciones femeninas. La zapatería para rencos espera que la guerra prometida por Perón y glorificada por Ella – Evita- traiga la prosperidad a través de los cuerpos mutilados. Mientras que la incausalidad e irrealidad en la oferta y demanda de zapatos; en el trueque de frac por zapatos, los dedos sustituyen los movimientos sobre las imágenes, sobre los textos: “Dora estaba en su pieza, leyendo la crónica de un corresponsal de la agencia Havas sobre la trata de blancas en Sudamérica, e intentaba comparar su vida con la relatada en esas páginas. Pero era como recorrer el mapa de una ciudad trazando rayas con un dedo y suponer que eso substituía una caminata”. Para Dora los desdoblamientos se producen de lo gráfico y sonoro hacia lo corpóreo en profunda analogía con la constitución de ejes referenciales a partir de lo profundamente sensitivo: Al principio, su foto la había intrigado porque no entendía la leyenda y sentía que su figura, tan separada de su cuerpo como nuestra voz cuando la oímos en un disco, escondía algo. Dos años después, cuando la pudo entender, su cuerpo estaba cambiado porque Rifque crecía desde adentro, mientras al fondo azul de la cartulina había progresado hacia el violeta, disminuyendo el aire exótico. La foto había recuperado algo de su encanto cuando la trasladó a un cuarto de Rosario donde paso las tres últimas semanas de embarazo. Después de vivir 250 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en Buenos Aires tanto tiempo, ir a Rosario era marchar hacia el pasado. Allí estaban, nuevos, los sillones que en la ciudad había visto deteriorarse. Condenados por su mirada, tenían, junto con el olor a cuero y a cola, el aspecto de todas las cosas de segunda mano. Paseándose entre objetos que se había acostumbrado a desechar, la foto de Caras y Caretas se rehabilitaba ante su mirada y volvía a ser una incuestionable emanación de su cuerpo. Con la hija de Dora surge otra interesante anormalidad constitutiva de la historia textual, ella crece en un cuarto lleno de muñecas, mientras su madre juega la vida al doble rol de ama de casa y prostituta. Para luego convertirse en especie de muñeca, cadáver en descomposición: Y junto a ella crecía su hija, encerrada en un cuarto de muñecas, viendo cómo esas nenas inmóviles que encauzaban sueños nunca cambiaban de cuerpo. Los vestidos se iban destiñendo y sus caras se cuarteaban, pero lo demás era siempre igual. Se enfrentaban a su Rifque con sus ojos sin pestañear, presenciando cómo crecía en un cuerpo que pasaba sin transición de las caricias y baboserías de las pupilas al marchitamiento, dentro del mismo uniforme de nena. ¿Y qué querían que hiciera? se preguntaba Dora, bastante ya sufrió la madre. Si Rifque salía al mundo desde esa casa, marcharía de la vejez a la ingenuidad. ¿Qué otro futuro le esperaba conmigo? Suficiente con mis tsures. Tantos actos de caridad, para que al final, vaya a parar a esa tumba. Te entierran y te olvidan. Del nombre y apellido, toleraban apenas la primera letra. De tantos años de sacrificio, Porque fueron años de sacrificio, solamente las fechas de nacimiento y muerte. Las muñecas se convierten en analogía/anomalía de lo humano, representando la visión de la inamovilidad, al mismo tiempo, la metáfora del envejecimiento y el paso del tiempo que corroe todos los objetos por igual, incluyendo el cuerpo humano, el gran detentador de la normalidad/anormalidad. Y dentro de esta estructurada dicotomía, la anormalidad supone LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 251 la forma de posicionarse en el espacio enunciativo desde la periferia que irrumpe los centros y los conmociona a través de la concreción ficcional, tal es el caso de Pinie, un personaje: “con gran influencia en la colectividad porque una vez le había besado el anillo a un cardenal. El personaje se especializaba en recopilar sufrimientos”. Al mismo tiempo que la anormalidad se convierte en espectáculo, el cuerpo anormal es voz narrativa que cuenta a “un hombre pelado que usaba lentes bifocales, y no podía entender cómo una víctima del holocausto se animara a mojar el pan en la grapa”. La narración se hace bajo una inexacta cuenta matemática del número de familiares que van desapareciendo de la narración, al tiempo que come de lo que ofrece la mesa servida: -Nosotros aquí, en esta tierra generosa, siempre supimos de qué lado estar–le dijo a Pinie el de bifocales. –Siempre defendimos nuestros principios. Nunca dudamos que los aliados contratacaban. Y resulta que usted, en vez de simpatizar con los aviones, se quedó con los brazos cruzados. Es como si lo hubiéramos perdido dos veces. Una vez como judío, y otra vez como miembro de la familia humana. El relato de Pinie se cae por insostenibilidad histórica y la farsa narrativa queda develada ante el hombre de los lentes bifocales. Porque esa insostenibilidad histórica lleva a los personajes de Szichman a guarnecerse en el discurso ficcional, o más bien, a pertenecer al espacio enunciativo que los hace pertenecer a una lógica discursiva que subvierte el orden histórico. Además de la anormalidad corporal, también existen espacios y tiempos de la anormalidad tal cual el burdel y toda la correlación simbólica que esa instancia representa. Dora siente temor por el lugar donde entierran las mujeres como ella y las anonimizan con solo iniciales (De, Pe), construyendo espacios de la periferia para sepultar a quienes 252 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN han prostituido su cuerpo. De allí que, el cuerpo prostituido/ profano crea el orden simbólico que involucra tanto palabra, cuerpo y enmascaramiento; desde donde se puede hablar de la construcción del sujeto narrativo a partir de una semiosis como espacio de resignificación de él mismo y su espacio social. En todo caso, el cuerpo es metáfora de una semiosis de la subversión-abyección; connotación de la periferia que son interpretados a través de la teatralización que busca centrar su atención en las narraciones corpóreas como evidencias de la imaginación y la creación de campos de significación circunstancial. Los no-lugares donde los sujetos no quieren reconocerse, no obstante, se sienten atraídos por esa anormalidad que representa lo andrógino, lo teatral y representacional, bajo la evidencia del simulacro e intercambio de planos representacionales. De allí que, el enmascararse se hace necesario por la cualidad del simulacro de partir de la inmanencia; esto es, de la simulación de los planos de lo real para construir la diferencia a través de la nueva presencia; bajo el forjamiento de una copresencia que genera la noción de verdad. Noción de verdad que es la posibilidad de hacerse un lugar en el mundo, de tomar por asalto el centro enunciativo que contiene las normas y las formas distributivas del poder. Y esa noción de verdad surge a partir de la vinculación de lo anormal como recurso estético para potenciar el ars narrativo que cuenta la historia de una familia dispar que bordea la anormalidad desde diferentes momentos: por ejemplo, el incesto que intenta consumar Jaime con Dora: Éste hermano mío me salió un botarate– dijo luego en voz alta. –Se la sacude mientras hace rostro en el espejo. Te espié, mijito. Jaime iba permutando colores, como cuando hacen cambios de luces en un teatro. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 253 –Yo me pensaba ir a arreglar– dijo Gladys. –Vos te me quedas ahí– le ordenó Dora. –De aquí nadie se mueve. Y es raro que ahora tenga esas manías. Bien que cuando eras chico querías aprovecharte de mí. Eso, con la excusa del miedo. Todas las formas pecaminosas se conjuntan en esos cuerpos: Jaime se masturba, Dora regenta un prostíbulo y vive en conflicto con Jaime por el lugar donde quiere ser enterrada y la diatriba si en un lugar decente o donde las putas. Además que ese espacio de la anormalidad como el burdel se convierte en espacio de la normatización, allí se oculta Jaime cuando es buscado por timador; en ese lugar se produce la parodia del casamiento de él con la prostituta Gladys; lo que deviene en la escena cuando se quema el cuarto y Jaime recrea el momento cuando atentan contra su vida, entre momentos de resignación y proyecciones de formas para escapar del fuego; mientras el hacha de los bomberos penetrando parsimoniosamente en la madera de la puerta en metáfora de la ambivalencia vida/ muerte; espacios de mediación del presente narrativo que genera un vínculo entre la realidad y la ficción; la realidad y las suposiciones de Jaime hasta que es interrumpido por la presencia de los bomberos. En este sentido la anormalidad dentro de la novela también conduce por los ámbitos de la ironía y la sátira. Anormalidad e inocencia se transforman en desacralizadores de la realidad a partir de las partes pudendas del cuerpo. Claramente vemos este aspecto reflejado en Itzik, quien asegura tener el trasero de vidrio (el tujes); la inocencia de este personaje subvierte el orden y la formalidad a través de la ironización de las partes femeninas como ‘carne rota’ entre las piernas. Paralelamente, mientras Itzik se siente de vidrio, es penado para que no se toque de manera libidinosa, que se mantenga puro como María Goretti: “María Goretti. ¡Qué ejemplo! Quien realiza actos impuros, pierde el reino de los cielos. Nuestro cuerpo es un don del señor. Úsalo solo para 254 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN su gloria. Te digo que es chancho lo que hacés”. Itzik está amenazado por una regresión, lo que afecta los planes de la familia para encontrar los permisos para enterrar el cadáver insepulto de la hija de Dora; circunstancia que puede opacarse por la lujuria de Itzik; la anormalidad acechante, o la confusión determinante entre un santo o un enfermo, o la degeneración de la santidad en enfermedad. De allí que en este sincrético panorama narrativo los mundos distantes entre los hermanos desenconan rencores y aptitudes; surgen personajes a ratos conciliadores como el caso de Natalio que intenta ser el mediador e intérprete de la realidad como periodista. Natalio pregunta a Itzik quien es César Lombroso74 y éste lo confunde con Carlos Gardel, desde donde se origina una discusión que cuestiona el ideal nacional argentino a través del tango, que para Jaime representa el acervo nacional; pero para Salem la oportunidad para contagiarse de una enfermedad venérea. Son diversos los espacios enunciativos que se construyen en la historia textual, y el de Itzik está representado por el de la interrogación del mundo para reconocerlo dentro de sus limitaciones, mientras pregunta conoce la realidad; hecho que lo transforma en personaje de la ingenuidad -contestatario en su momento- y permite la inserción referencial que dinamiza el discurso literario en la construcción de periplos entre la cotidianidad y la esencia literaria. Un ejemplo fehaciente es cuando tratan de explicar a Itzik lo que es metáfora o metonimia, o porque las palabras quedan en el papel para que no se las lleve el viento, lo que produce el rompimiento de la rigurosidad académica de Natalio con la ingenuidad de Itzik que llora y se desespera por no entender el complicado mundo del conocimiento. Mundo 74 Esta alusión a Lombroso nos induce a pensar en la catalogación de la enfermedad de Itzik como melancolía, una enfermedad tanto corporal como del alma. Relacionada con la abulia que en su tiempo fue considerada un pecado capital. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 255 que se desborona desde sus razonamientos, tal y como se evidencia en este paradójico diálogo entre Itzik y Natalio: –En el papel. La máquina de escribir es para escribir en el papel. Para que las palabras queden, hay que dejarlas en alguna parte. Y lo mejor es un papel. –Y lo que queda en el papel ¿qué es? –Palabras. En vez de que se las lleve el viento, usás el papel para llevarlas a la imprenta. Y de ahí sale el diario. ¿Vas captando mi imagen? En el papel queda lo escrito. – ¿Sí? ¿Cualquier cosa que queda en el papel es lo que queda escrito? –Cualquier cosa. Puede tratarse de un acento circunflejo, de una frase, de un verbo, hasta de un poema. Volverán las oscuras golondrinas, por ejemplo. –Entonces sosteneme la escupidera– le pidió Itzik. –Después me limpio y te regalo el poema que escribí. Desde la certeza literaria el mundo científico se hace la conjunción/confusión entre ciencia, parodia e historia para que surjan nuevas tipificaciones sobre enfermedades, -Natalio refiriéndose a Itzik-: “–Puede sufrir de histerectomía. Es cuando las mujeres empiezan a creerse Juana de Arco”. Búsqueda de certezas que llevan a la más profunda incertidumbre a partir de catalogaciones que involucran los más disímiles diagnósticos y explicaciones sobre el gran personaje enigma de la novela; personaje que dentro de su anormalidad arrastra hacia los espacios caricaturescos donde conculcan los raciocinios y las lógicas de sentido. Así Jaime establece una traumática relación con Gladys, quien sobre-exagera los cuidados luego de las quemaduras sufridas en el incendio de la habitación del burdel, además de enterarlo que Itzik lo quiere ver muerto. Y es interesante como Jaime extrapola su pensamiento hacia otras dimensiones futuras para imaginarse casado con Gladys, luego de llevarla: 256 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Al Registro Civil para desbrozar de su figura las marcas impresas por otros hombres en sus gestos y en su conversación. Después irían a un pueblito del interior donde la vida se deslizaría serena y mansa. Los hombres, tras el mostrador de tiendas y almacenes; las mujeres, ajetreadas en las tareas del hogar. Durante el día, misa de alba y misa de una. Por la noche, tertulia familiar: una libra de yerba y dos de azúcar para el mate. Entre semanas, rogativas y procesiones públicas para agradecer a Dios sus mercedes o conjurar epidemias, sequías y plagas. Aquí hay un planteamiento sobre el cambio de corporeidad a través de la formalidad implícita en el matrimonio y su inserción en sociedades alejadas y sumidas en la monotonía. Donde el cuerpo profanado por las huellas de muchos hombres se hará santo: Para redimirse de sus deslices, Gladys quedaría confinada a una silla de ruedas. Dime, hijo mío, le preguntaría el cura del pueblo, tan bonachón, mientras se soltaba la sotana, tras su partido de fútbol: ¿Qué le ocurrió a tu esposa? Y Jaime le contaría la verdad. Sabe, monseñor, un hombre quiso abusar de su cuerpo, ella se negó y... Y el cura lo interrumpiría con un Por Dios, hijo mío, no sigas. Hija mía, le va a decir, lo tuyo es muy loable. La incorporación de una santa a la familia representa el mayor estatus y consideración; el verdadero dechado de privilegios de contar con una santa de su propiedad: En diez o quince años de actos de caridad, pensó Jaime, podemos tener una santa en la familia. Los goim tendrán estancias, tendrán la legión de honor, tendrán perros de paladar negro, pero a la hora de tener santos, utilizan los mismos santos que los demás. En cambio, los Gutiérrez Anselmi vamos a rezar a un santo de nuestra propiedad. Eso es mucho más trascendente que tener paladar negro… Y mientras hago planes, ella me obliga a cuidarle el tejido. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 257 ¿Para qué necesito la compresa? ‘Vuelvo en un momentito’. Me puede tener horas, así. ¿Qué estará haciendo? ¿Hará lo mismo con todos? Posición circense que otorga a la historia textual un giro específicamente abyecto al conjuntar la prostitución con lo doméstico y la santidad. Y en acto profundamente representativo hacer el amor se homologa con el tejer; crear tapices emblemáticos, oficio de manos que suplanta el oficio de los cuerpos, y las escenas sexuales, dejan de aludir contenidos del deseo para domesticarse, y de alguna manera, anular el cuerpo y la virilidad. De allí que el cuerpo prostituido se glorifica a través del orden maternal que está relacionado con el sufrimiento y el confinamiento como forma de explicitar faltas y pecados: Para redimirse de sus deslices, Gladys quedaría confinada a una silla de ruedas. Dime, hijo mío, le preguntaría el cura del pueblo, tan bonachón, mientras se soltaba la sotana, tras su partido de fútbol: ¿Qué le ocurrió a tu esposa? Y Jaime le contaría la verdad. Sabe, monseñor, un hombre quiso abusar de su cuerpo, ella se negó y... Y el cura lo interrumpiría con un Por Dios, hijo mío, no sigas. Hija mía, le va a decir, lo tuyo es muy loable. En diez o quince años de actos de caridad, pensó Jaime, podemos tener una santa en la familia. Los goim tendrán estancias, tendrán la legión de honor, tendrán perros de paladar negro, pero a la hora de tener santos, utilizan los mismos santos que los demás. En cambio, los Gutiérrez Anselmi vamos a rezar a un santo de nuestra propiedad. Eso es mucho más trascendente que tener paladar negro… Y mientras hago planes, ella me obliga a cuidarle el tejido. ¿Para qué necesito la compresa? ‘Vuelvo en un momentito’. Me puede tener horas, así. ¿Qué estará haciendo? ¿Hará lo mismo con todos? Gladys hacía lo mismo con todos los clientes. Noche tras noche, obligaba a cuatro o cinco de sus parroquianos a sostener agujas o toallas. Iba de habitación en habitación controlando los progresos de su tejido o la 258 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN excitación de los hombres como un malabarista que mantiene simultáneamente varias clavas en el aire. Y dentro de este destello de posibilidades de reorganizar el complejo mundo narrativo, surge la fotografía como elemento medular para poder resolver el gran conflicto que se presenta con el entierro. Jaime establece. De esta manera la historia de la cotidianidad asume el espacio enunciativo y domestica las referencialidades. Lo doméstico se asume como la ausencia de lo erótico y la aparición de lo idealizado: Cuando sus clientes se iban, incapaces de reconocer la ausencia del goce, incapaces de recordarlo, acudían a sus síntomas de cansancio– los dolores en la espalda, el envaramiento de los brazos– para creer que estaban satisfechos. Y si retornaban todas las noches, era para no dar su brazo a torcer. Ya no se trataba de verse en la mujer, sino de sumarse a sus rivales y ser ellos, y, al mismo tiempo, la silueta de cuatro o cinco hombres superpuestos en una puja inacabable. En esa atmósfera doméstica, el cuerpo ausente de Gladys era el aglutinante de todos los simulacros. En este sentido, en la narrativa de Mario Szichman, y específicamente en esta novela, los acontecimientos se convierten en simulacros que hacen ambigua la trama de la novela, como la simulación en que se convierte el estado de enamoramiento y ternura de Jaime: “No te entiendo, le dijo Jaime a Gladys una vez que se sentía lleno de ternura hacia ella, no te parecés a nadie. ¿No serás como la costurerita que dio aquel mal paso, y lo peor de todo, sin necesidad? Tres semanas después, como la costurerita que dio aquel mal paso, Gladys se apareció con síntomas de una enfermedad incurable”. Y en este momento que da visos de felicidad y posicionamiento dentro de la historia textual aparece la imposibilidad signada por la tragedia: –Creo que me voy a morir– le anunció Gladys a Jaime a finales LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 259 de diciembre del cuarenta y dos y agonizó hasta comienzos de febrero del cuarenta y tres. En analogía muy garciamarquiana, Mario Szichman, abruptamente introduce elementos que nuevamente arrojan a los personajes a sus predios periféricos para encontrarse con su lado profundamente humano que lo hace extremadamente vulnerable a las circunstancias narrativas. Así Jaime crea un espacio simbólico donde no es reconocido por su habitual cotidianidad; entonces su mundo de felicidad se transforma en el mundo del absurdo para los demás: “Ni amigos ni familiares compartieron la desgracia de Jaime, los progresos de la enfermedad, las noches en vela, las veces en que hizo de tripas corazón y le pintó a Gladys un futuro venturoso. Y por desgracia, cada vez que lograba convencer a alguno de sus hermanos que visitaran a Gladys para mostrarles cuánto sufría, Gladys dejaba de agonizar y se revestía de colores”. Esta situación convierte a Jaime en sujeto migrante y fronterizo entre dos mundos antagónicos: el de la razón familiar que forma parte de su vida punitiva: “–Otro, otro que quiere privarme de mi dolor– se enfurecía Jaime. – Les digo que está enferma. Muy enferma. ¿Ven ese árbol? La pobre dice que cuando caiga la última hoja, se va a morir”.; mientras que en la otra lateralidad discursiva, Gladys sufre una metamorfosis hacia la santidad desde el dolor como ente purificador. –Se puso de lo más piadosa. Oye voces, bendice lo que come. Vive en olor de santidad. Por favor, no me dejen a solas con mi dolor”. Y esas dos lateralidades discursivas o mundos antagónicos son mediados por la palabra poética: “–Quedate conmigo un tiempo. Háganme compañía. Podríamos conversar al amor de la lumbre. O leer los cien mejores versos de la lengua castellana. Escuchá esto: ¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es vil materia, podredumbre y “cieno”. Bajo esta referencia la palabra sigue siendo el gran enigma para conocer el mundo real que está más allá de la 260 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN cotidianidad de los personajes; como el mar, por ejemplo. Y en ese desconocimiento lexical se produce el cuestionamiento a las palabras inventadas por Itzik, que generalmente son asociadas con concepciones eróticas, que obviamente profanan el ambiente; particularmente a Jaime. Lo que lleva a Dora a recriminarle: “– ¿Por qué no consultás un buen diccionario? El mejor es el diccionario de la Real Academia Española. Allí vas a ver que no existe esa palabra”. Así se constituyen dos realidades desde la estructura y norma gramatical, lo aceptado y lo proscrito, donde el desconocimiento conduce hacia los caminos de lo profano. Paradójicamente, y en medio de esa búsqueda de la esencia de la realidad en la palabra, Gladys produce el desgarramiento: Como si lo hubiera hecho a propósito, Gladys se murió el primer viernes de febrero del cuarenta y tres y nadie fue al velorio. Los que terminaban sus vacaciones querían aprovechar el último fin de semana, y quienes empezaban el veraneo, como Dora e Itzik, viajaron el jueves, creyéndose más avispados que los que salían el viernes para no agarrar mucho tráfico en la ruta. […] Hubo un solo rezagado que se asomó a la pieza de Jaime para saludarlo, pero huyó al enterarse que había una muerta en la casa. La amada muere culminando las vacaciones y dejando en la más completa orfandad a Jaime, quien se dedica: “Asediado por ese cuerpo en disolución, Jaime se puso a trabajar como los artesanos que arman barcos dentro de botellas, intentando envasar a Gladys en una caja de madera”. Jaime se convierte en especie de argonauta que transita los mares entre la vida y la muerte. La manera de seguir enmascarando la vida a través de la disolución de los roles: Llamó primero a una sastrería teatral y alquiló una librea para hacer olvidar su personificación de adivino. Después compró clavos, tablas, serrucho, martillo y escoplo, y rezó LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 261 para que cada objeto se acoplara a los dispersos diseños de ataúd que había visto en el funeral colectivo de los ahogados en el naufragio del Fournier. Las herramientas, recibidas furtivamente, y pagadas a un cadete parecido al negro de la pomada Washington, quedaron embaladas en la pieza de Gladys. Dentro de esa circunstancia narrativa, la ficción se adueña de la escena; todo atenta contra la realidad cuasi real que rodea la vida de Jaime, vida de la imposibilidad y funcionabilidad de la ficción que hace de la elaboración del ataúd un desdibujamiento de las formas, tanto corporales como materiales, comenzando por su cuerpo –rebaja quince kilos- y el ataúd a medida que lo construye se reduce, ocurriendo un proceso de construcción a la inversa: “Cada clavo torcido, cada tabla que quedaba sinuosa por las resbaladas del escoplo, contribuían a deformar y reducir el ataúd. La última versión recordaba el estuche de un contrabajo. Sólo podía ser introducido un cuerpo con cuello de cigüeña y con los pies concluidos a la altura de las rodillas. Cuando estaba a punto de usar el serrucho para cortar las piernas, Jaime volvió a descubrir el reloj de pie”. Nuevamente aparece la noción de desmembramiento como proceso estético-textual en la obra de Mario Szichman, entonces surge la idea de usar el reloj de pie como ataúd, de allí, el orden simbólico se dispara en espiral de profunda proyección significante: Diez días perdidos, pensó Jaime mirando el reloj. ¿Servirá? Había dos inconvenientes: el vidrio que cubría la esfera y la maquinaria. Pero, veamos, veamos. La máquina está atornillada atrás. Me olvidé de comprar un destornillador. Podría usar un cuchillo. Con un cuchillo y el martillo, podría ir destornillando la máquina. Le voy dando con el martillo… Y sí, ya va aflojando. En tres horas de trabajo logro extraer la máquina. Queda el vidrio. Voy a tener que poner una madera encima, pensó. 262 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El tiempo –simbólicamente- es mutilado, desplazado por la intemporalidad de la muerte; pero al mismo tiempo, representa la temporalidad infinita de la muerte en su triunfo sobre la vida. Y en ese espacio, espejo de la temporalidad del hombre, porque los relojes significan la delimitación de la finitud del hombre. El paso temporal de la vida que en esta ocasión narrativa se hace espacio de concreción de la ficción, puesto que, el cadáver de Gladys comienza por acoplarse a la caja del reloj –ataúd-, tal y como lo deseaba antes de morir, y expresado en el siguiente párrafo: Después que clavó la madera, Jaime recordó que aún no había metido a Gladys. Hizo palanca con la parte chata del martillo y la madera se hendió a lo largo. Habrá que probar con otro, pensó Jaime. Arrastró el cuerpo hasta el comedor y lo extendió sobre la mesa. Puso el reloj en el suelo y deslizó el cadáver en el interior de la caja. Quedó de espaldas, pero eso no importa. Pongo la madera y doy vuelta al reloj. Dale, estirate, le rogó a Gladys porque había muerto con las piernas encogidas. Así, así vas bien, se dio ánimos, mientras sentía que los pies de Gladys cedían en forma rara. Jaime había presentido en su muñeca una resistencia enconada, pero las piernas de Gladys se alojaban en el espacio recorrido previamente en sus sueños y tenían la suavidad de movimiento de los miembros vivos. Tiempo y vida eterna se conjuntan en la figura del cadáver de Gladys para que ingrese al mundo de la abyección cuando del entierro se trata, en medio de la historia absurda que se entreteje mediante va conversando por teléfono con el de la funeraria: –Tiene que ser un entierro discreto–le explicó a una voz despótica. –Solamente el entierro. El velorio ya se lo hicimos porque nos agarró de sorpresa. No corte que es en serio. Es que agonizó muchos días y cuando murió, nadie estaba en casa. La encontré muerta de días y tuve que improvisar. El cajón ya está listo. Solamente falta el entierro. ¿Qué amasijo? Nadie la amasijó. Fue una muerte natural. Traiga un médico si LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 263 no me cree. ¿Certificado de qué? Ah, el de defunción. No, no lo tengo. Pero todo está en orden. ¿Un depósito? ¿Tanta plata? ¿Puedo pagarle en especies? Ya sé que suena irregular, pero es que soy un comerciante en joyas… No tengo problemas. Traiga el tasador que se le antoje. Todo es de oro dieciocho quilates. ¿Dónde nos vemos? No, lo lamento pero no puedo darle la dirección. Le juro que no hay nada que ocultar. Pero hice una promesa. Que nunca conocerían nuestro nido de amor. Menos mal que va entendiendo. No, el marido no sabe nada. Ella le dejó una carta diciendo que iba a Junín. Con que sufra yo, es suficiente. Se lo agradezco. ¿Cuánto sería el adelanto? ¿Ochocientos pesos? Solamente quería pagar el entierro, no comprarle la cochería. No, no se enoje. Era una chanza. Cuando me pongo nervioso suelo incurrir en chanzas. Pago lo que pida… Ah, ¿Y cree que yo no sufro? Le juro que todo está en orden. Se lo juro por ésto. Ésto es el crucifijo. Mientras juro estoy besando el crucifijo. Lo espero en la esquina de Montes de Oca. Ahí donde está la farmacia. ¿A las cuatro está bien? El absurdo continúa a manera de generación de sentido ficcional cuando cuenta su historia y el taxista que sigue al coche fúnebre, se desvía interesado en la desgarradora historia de amor, dolor y desamparo que Jaime ha vivido. Oportunidad que este aprovecha para configurar la historia de amor como le hubiese gustado vivirla, mediante el recalcar su soledad y amor frustrado por la muerte de la amada que ahora se hace inmortal desde las cadencias de la sublimidad que otorgan su muerte y sufrimiento. Y donde es importante recalcar el ambiente espectral que acompaña el escenario narrativo en ese momento: las calles desoladas y el impetuoso interés del chofer por la historia de Jaime; personaje que presenta una figura de imprescindible mención en el análisis de la novela75: 75 Al igual que los cocheros de la funeraria que no hacían bigote por respeto a los muertos. El taxista muestra profundo respeto por la historia de amor frustrada por la muerte. 264 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN “Jaime siguió hablando a esa cara, recortada como un antifaz. Vio que reflejaba el asombro, pero se mantenía impasible en los detalles risueños”. Jaime le habla a una especie de antifaz, cara enmascarada que pide mayores detalles sobre su trágica historia de amor; historia que se entremezcla con las vueltas en círculo del vehículo y las demostraciones de la memoria prodigiosa de Jaime que señala reiteradamente al chofer que giran en torno al mismo lugar, y lo que podemos interpretar como metáfora de la vida de Jaime que gira sobre un mismo eje concéntrico. Hasta que llegan a “la quema” un gigantesco basurero y todo el escenario sufre una profunda transformación que sorpresivamente conecta con el rodaje de la película Adiós muchachos como colofón de la teatralidad del absurdo que referí en párrafos precedentes. Absurdo que conduce al personaje hacia otro destino: el camino a Mar de Plata y el abandono del chofer que lo conmina violentamente a cancelarle y abandonar el vehículo. Hecho que produce un enfrentamiento a puñetazos que es interrumpido por la aparición de la policía, que no es más que la vuelta a la realidad legitimante de la trama textual. Las máscaras se caen y vuelve a ser Jaime, o más bien, Saladín el adivino: “El policía, divertido por la librea que lucía Jaime, le dijo: –Te conozco, mascarita–. Eso le confirmó a Jaime las sospechas que en todas las comisarías estaba el retrato de Saladín el adivino con el rótulo de Buscado”. Mientras que la historia de amor que cuenta el chofer sobre Jaime nadie la cree; es el tema que está más cercano a una telenovela que a la realidad. Bajo las manos de la justicia, Jaime sigue intrigado por las prácticas eróticas en los interrogatorios, y frente a aquel comisario que lo conoce y recuerda, regresa a la historia textual predestinada donde es personaje de la imposibilidad y condena textual. Aun cuando, dentro del calabozo reingresa al mundo surrealista de la ficción a través del sueño: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 265 Jaime esperó toda la noche la paliza que le narraban sus amigos carteristas cuando salían en libertad. Por momentos se dormía y entraba en un sueño sofocante, muy conversado, que le ponía rasposa la garganta y hacía gotear una canilla. Alguien–pero no el coronel, el coronel esta vez se portaba bien, lo quería y lo ayudaba–le taponaba la cara con una almohada y le apretaba suavemente los testículos. Tocarle los testículos es tocar su virilidad, anularlo en su hombría, la supremacía del uno sobre el otro en medio de la pesadilla que tiene sentido acuoso con referencias eróticas que van desde el tacto de los testículos hasta la invisibilidad del coronel: Jaime emergía de la pesadilla como un ahogado y volvía a entrar en ella. Se tuvo lástima y empezó a llorar hasta quedarse dormido. El coronel perdió la bondad y le apretó la cara con la almohada. Jaime le clavó un puñal en el estómago y la hoja se dobló. Jaime lloró de ansiedad y el coronel le mostró una pinza y le agarró suavemente los testículos con la mano izquierda. Jaime se sintió molido de tanto correr con una bolsa sobre los hombros. La bolsa le pesaba cada vez más. El coronel agarró la pinza y Jaime, asustado, se despertó. Los calzoncillos le hacían pliegues en el bajo vientre. Se aflojó el cinturón con una mano que parecía ir y venir del sueño y que ya estaba organizando la casualidad que la separaría de su cuerpo, tras la trifulca con el taxista, y se volvió a dormir. El coronel le propuso algo que no entendió bien porque habían encendido la radio. Los ruidos y sonidos son los que crean barreras entre la vigilia y el sueño, estableciendo el enigma que pudiese representar las muchas explicaciones que requiere Jaime, o quizá representen la demarcación del destino pretendido. Y surge el amor como la sublime categoría que hace aflorar los sentimientos y homologar las tragedias; situación que ocurre entre el comisario y Jaime, desde donde surgen importantes metáforas del cadáver insepulto, cadáver del 266 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN amor que una vez tuvo y nunca volverá a tener. Y así, ni la finitud de la muerte lo posicionará en un lugar específico, sino que seguirá representando la presencia insondable; la simbólica metamorfosis entre amor y cadáver, cuerpo inerte y sublimidad; conversión de mujer a amada¸ amada inalcanzable que se extravía, en el caso de Jaime, dos veces consecutivas. En torno a esta argumentación, la narrativa de Mario Szichman sostiene una constante al reconstruir acontecimientos que van generando inserciones textuales que sobrealimentan la incertidumbre, y en esta novela, en particular, el personaje que encarna Jaime, intenta afanosa e infructuosamente la reconstrucción de su identidad a través del armado del complejo rompecabezas que representa su vida; donde sus antepasados se diluyen en densa niebla de la memoria imprecisa que intenta ‘armar’ el manager y donde la alcurnia es desplazada por la cotidianidad desacralizadora, como ocurre con el padre de Jaime, quien convive en la academia militar del Zar, que “era conocida como la academia de los perros circuncisos”.76 Y en esa etapa genesiaca surge la tragedia y desdicha como soporte originario del mundo primordial de los Pechof que está signado por los desplazamientos y sustituciones. Arrojados del recinto materno al mundo inmisericorde. La anterior referencia está sustentada en la frase citada a continuación, donde puede verse reflejadas las instancias que se cierran en esta desventura familiar interpretada por esta opinión del narrador sobre el padre de Jaime: “Lo habían capturado cuando debía adquirir nostalgias y deberes, una vida que sólo parecía cobrar aliento entre el atardecer del viernes y la noche del sábado, y una ración de culpas que organizarían su encierro en el gueto, y las catorce horas diarias en el jeider a merced de un maestro adicto a pellizcar orejas en invierno”. ‘Nostalgias y deberes’ representan el mundo íntimo interpretado 76 Recordemos que Mario Vargas Llosa en su novela La ciudad y los perros también es conteste de esta falsa alcurnia del militar. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 267 por el ideal de la historia intrasubjetiva que conecta al sujeto a su vida transformada en discurso. Nostalgia a manera y razón de existencial que forja la verdadera identidad, mientras que los deberes será la interconexión con el mundo público y privado; el desdoblamiento del sujeto en elemento colectivo; valores que en la milicia no logran calar en los soldados, puesto que, la gran mayoría se inmola para no permanecer en el ejército. En la narrativa de Mario Szichman los personajes asombran por su capacidad de adaptarse a situaciones adversas que rayan en la anormalidad, pero que dentro de la certeza literaria es su hábitat natural que lo comparten de la manera más normal y natural. Los personajes se convierten en especie de seres mutantes que se camuflan en el medio que les corresponde sobrevivir bajo la máscara y la eterna sospecha. Porque en Szichman es interesante cómo el proceso discursivo se va metamorfoseando en constante encubrimiento dentro de la tríada autor-narrador-personajes, que a la postre, representa el compartir de nostalgias y deberes; referencias que los une, pero al mismo tiempo, cada uno de ellos crea una nueva relación de significación que de manera constante aumenta la trama textual bajo la creación de circunstancias enunciativas que en la mayoría de los casos difieren en cuanto a lo ficcional, pero siempre se complementan en su esencia. Así que el desafortunado destino que les demarca la historia textual, que visto a lo largo de la obra de Szichman es rasgo de profunda recurrencia donde la desgracia y tragedia se enmascaran, al mismo tiempo que se heredan, forma parte de la tradición discursiva que consciente o inconscientemente se repite y diversifica. Y esta referencia debe ser insistida y destacada en nuestro acercamiento a esta obra narrativa, porque en momentos, los personajes son conscientes que pueden alterar el curso de la historia textual; así lo comprobamos cuando Jaime y el Manager repasan la vida de encubrimientos del padre que no aporta linaje para la materialización del personaje en espacios de privilegio, puesto que, de recluta 268 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN purga condena, destila aguardiente, hasta que: “instaló en Sebastopol una tienda de ultramarinos, cambió el gorro de piel por el gorro negro fileteado de oro, y el tahalí de la espada por el tales y, dejó crecer su pelo para caracterizarse de religioso”. El padre de la estirpe asume una religión ambigua que linda entre el aguardiente y lo místico. Ahora bien, volviendo a la manipulación de los personajes de la historia, es imprescindible referir el siguiente diálogo: –Yo creo que es buen momento para matarlo–opinó el manager. –Es que todavía no se casó–dijo Jaime. –Sería una muerte heroica. – ¿Y qué sería de nosotros? En este momento discursivo los personajes son capaces de desarmar la historia77, o el referente histórico para convertirlo en certeza literaria; pero en ese mismo instante, se dan cuenta que están condenados a vivir subyugados a la historia textual que si se altera en su decurso trágico desaparece de la consecuencialidad histórica-ficcional. Entonces ingresa el recurso reiterativo de producir nuevas imágenes que van desdibujando los sentidos originarios bajo la aparición, o más bien, desaparición de los cuerpos originarios que son deformados –desmembrados- por la muerte o los intentos de suicidio del padre para tratar de reingresar a la milicia. Y de allí la manipulación de los personajes sobre la historia textual que los reinsertan dentro de ella para darle una muerte heroica que lo posicione dentro de la alcurnia pretendida. 77 En el capítulo donde analizo la novela Los judíos del mar dulce, se hace más que evidente esta capacidad de manipulación que tienen los personajes en cuanto a sus intentos por manipular la historia textual que irremediablemente los conduce hacia un destino del cual no pueden escapar. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 269 Y dentro de este reensamble de la historia como certeza literaria, se puede intuir también la conciencia de los personajes en tanto que la escritura es acto de fingimiento y mediante su ‘actuación’ dentro de la novela van dejando testimonio bajo palabra escrita. Esto es, la novela convertida en entramado y complejo testimonio que subvierte la realidad histórica y hace de la cotidianidad la nueva historia. Constituyéndose la redimensión de la historia desde los personajes, que en este caso, son la evidencia de esa tríada referida a lo largo de este capítulo como elemento medular en la narrativa de Szichman; lo que hace que en el entretejido textual se vaya diversificando la construcción de los personajes a través de los mismos personajes que dentro de su vida conflictiva crean nuevas e inverosímiles circunstancialidades. Los personajes en esta novela crean sus propias referencialidades que conducen al mismo destino narrativo, porque en esa familia “todo termina igual”. Lo cierto es que ante tanta imposibilidad, la aristocracia pareciera ser la solución para la familia, tal es el caso de “morir a manos de los bolcheviques es como un título de nobleza”, y la incertidumbre sobre la muerte de los antepasados crea atmósferas de invención y reinvención de situaciones que ayuden a conseguir el certificado de defunción para Rifque. Y en ese medio histriónico de historias entrecruzadas, surge un elemento interesante en cuanto a la normatización del sujeto, porque: Con cultura, todo se arregla. Con cultura y con gente que sabe darse su lugar para vivir y morir a tiempo. Bajeles en el desierto, capataces que pegan la oreja al suelo. Todavía nos falta mucho para llegar a eso. Antes hay que decidir lo que hacemos con papá. ¡Qué sencillo y qué glorioso hubiera sido que lo mataran los bolcheviques! Todos los años le haríamos una misa. Los obispos se pelearían por darle los santos óleos. ¿Llegaremos algún día a ser gente como la gente?–concluyó Jaime deprimido por la cruz que cargaba. 270 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Pero simultáneamente la cultura es lugar de la invención donde el referente histórico se hace certeza ficcional; oportunidad que desde la literatura permite cuestionar la cultura como discurso del poder o manipulación de la historia que se hace vulnerable frente a la cotidianidad de los personajes que buscan la existencia de milagros que los saquen de la convencionalidad, tal es el caso de Mesle Belle, quien ingresa dentro del constructo histórico que legitima la trama discursiva de la novela; hechos que son alterados, como ocurre en toda la narrativa de Mario Szichman y lo que puede verse retratado en la siguiente afirmación de Jaime: –Sólo un milagro pudo haber intervenido para salvarme de la que me salvé. No puedo presentar el milagro tal como ocurrió, es evidente, pues algunas de las situaciones no me dejarían bien parado. Pero, si alteramos algunos hechos… por supuesto, sin faltar a la verdad, podríamos incluirlo en la historia de los Gutiérrez Anselmi. Junto con la cota de armas y nuestra heroica defensa de la Vuelta de Obligado. Tampoco puedo usar el nombre de Meile Beile. Tendría que ser un monje cartujo. Fray algo… ya se me va a ocurrir. Pero el resto del milagro es tal como te lo contaré. Permíteme que encienda un cigarrillo y que evoque. Dentro de las circunstancialidades enunciativas de la novela y los saltos discursivos, el discurso encarna la eterna búsqueda del eslabón que sirva como instrumento de redención para la historia textual; por ello Jaime continúa la búsqueda de Gladys bajo el engaño de su trágica historia de amor que simula lo que nunca puede ser o podría tener: –Me enamoré de una mujer casada–le explicó Jaime. – Nos veíamos siempre en mi casa. De un tiempo a esta parte, la pobre empezó a desmejorar. Yo le aconsejé que dejara una carta al marido diciendo que se iba a casa de la madre, y la cuidé en su agonía. Ni un amigo, ni un familiar compartió mi desgracia–dijo Jaime mientras el comisario se rascaba la cabeza con un cortapapel. –Tuve que salir al interior por LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 271 negocios y cuando volví estaba muerta. Sólo tuve tiempo de contratar la carroza. Yo subí el ataúd a la carroza porque el señor, aquí presente, se negó. La tragedia irónicamente es satirizada y el dolor del alma que produce la muerte es simplificado en su relación con un dolor de juanetes. Mientras que la única prueba de la existencia de la amante muerta es la ausencia del reloj en la sala, porque no hay otra forma de comprobar la muerte de la amada, cuyo destino se hace cada vez más incierto y provoca que la versión de Jaime se derrumbe frente al testimonio del amigo que testifica en contra de él; el amigo que según Jaime ha sido secuestrado “por los ladrones de cuerpos”. 272 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN CUANDO LA VIDA IMITA LA FICCIÓN En esta novela, la verdad del personaje no es compartida, sino más bien, llevada hasta los espacios de la ficción, donde el personaje de Saladín el adivino sigue siendo determinante en el presente narrativo, en el encadenamiento de identidades: el profesor Lisandro, Saladín, profesor Nostradamus, psicóloga Gertrudis. Espacios íntimos para encuentros furtivos: curandero, hipnotista o hipnótico, el enano desproporcionado virilmente, organizador de congresos eucarísticos, vendedor de pedacitos de Cristo (la mortaja), hombre de la viborita. Personajes del embaucamiento y la farsa que ante el comisario intenta cumplir con la ley y los preceptos establecidos, o mejor dicho, preceptos de ley establecidos, hechos que llevan a la teatralización por parte de Jaime y la reiteración de la historia de amor truncada por la muerte de la amada. Historia que permite la irrupción del cuerpo convulso que entraba en éxtasis místico; visión que corrobora nuestra apreciación de la confluencia de lo profano y lo sagrado en el cuerpo de Gladys; atribución mística que potencia la figuración simbólica de la cuasi santa, y dentro de esa posibilidad ficcional la narración hace ciertos los deseos de Jaime de domesticar su vida y transfigurarla en cotidianidad formal: No le digo novia porque no era exactamente eso. El marido era un bruto y yo le brindé cariño. Era muy de su hogar. Tejía todo el tiempo. A veces se volvía como loca. Tenía trances místicos. Quisimos emprender una nueva vida. Usted conoce LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 273 esos pueblos del interior. El cura era un pan de dios y la maestra, de lo más abnegada. Entre todos construimos la escuelita. Y después la tuvimos que reconstruir. Al principio todo era idílico. Pero no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran las murmuraciones. Pueblo chico, infierno grande. Una beata insinuó que estábamos viviendo en el pecado. Es un infundio. Nunca toqué a mi novia. Dormíamos con una espada cruzada en el centro de la cama. Y sin embargo, pese a la beatitud de ella, y a mi castidad, se nos fueron cerrando las puertas y al final, capitulamos. Tuvimos que retornar a esta selva de cemento, vivir un amor furtivo. Pasó el tiempo y un día, al volver de un viaje, me encontré con ella in articulus mortis… Nadie compartió mi desgracia–. Jaime se sonó la nariz en un pañuelo. –Y ahora, nadie sabe decirme donde está la pobrecita. Todo se orienta hacia la beatitud conservada por la espada cruzada en la cama. Aquí la vida imita la ficción; la ficción se hace vida que sigue dividida entre lo ordinario y lo sublime, donde la ciudad es homologada como el lugar del infierno, donde Jaime vive su particular pandemónium, ya que el comisario perdona todas las faltas siempre y cuando trate a Dora -su hermana- como una reina, lo que significa la trasmutación de la condena en prisión, a la claudicación frente a Dora, lo que representa una terrible derrota; al tiempo que representa, en este instante narrativo, el surgimiento de otra historia de amor signada por el intercambio epistolar: En el cruce de las cartas surgió un romance. Con las ilusiones y la estúpida ferocidad de los romances que se inscriben en el papel. Sin las fotos de Dora a la vista, sin la posibilidad de conocer su semblante o su voz, el adolescente que concluyó siendo comisario terminó descubriendo hasta el último rincón secreto de Dora. Podía describirla de memoria, vestirla y desvestirla. Y como nada lo distraía de su deseo, la deseó más que nunca. 274 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y allí el autor desdoblado en narrador lo reconoce implícitamente en la siguiente expresión: El adolescente empezó a vivir una vida paralela a la vida real en esas cartas. A veces, sentía por Dora tanta ternura, que tenía que esconderse de los demás. En otras ocasiones hubiera querido matarla. La espera de cada carta le consumía la carne. Se alimentaba en base a las cartas. Se emborrachaba tras recibir una carta. Ni una sola de ellas había resistido tanto manoseo. Todas ellas tenían ahora más cinta adhesiva que papel. Cada carta decía muchas cosas distintas. Dora tenía la mala costumbre de no ponerles fecha. Y la única manera de entender sus sentimientos era la cronología. Pero no siempre era posible armar esa cronología. Si el adolescente se equivocaba en la cronología, asomaba la traición. Y se acrecentaban las noches de insomnio. No había una sola esperanza que otra carta no transformara en incertidumbre. En la narrativa de Mario Szichman en momentos estamos frente a una narración reflexiva -novela ensayo-78 donde se incluyen reflexiones devenidas de los mismos personajes, pero que representan el ars narrativo del autor; esto es, las intenciones autorales como referente recurrente de las historias textuales, tal es el caso de la forma epistolar y la fotografía; lugares de la revelación y las certezas dentro de los textos. En la narrativa de Szichman el testimonio fotográfico tiene importancia capital en sus tramas textuales como forma de unir realidades y conjuntar significaciones. 78 Esta tipificación de novela ensayo la refiero desde una apreciación teórica que sostengo desde el ensayo lírico como la forma de manifestación del autor a través del discurso metafórico que encierra su ars literario, vena y esencia de su posicionamiento sensible-enunciativo. Y así se crea una hermenéutica estética que linda entre referente histórico y pluridimensionalidad sígnica, que en el caso concreto de Szichman permite que la cotidianidad actancial invada los predios unívocos de la historia a partir de la ficción que se hace certeza literaria. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 275 Por tal motivo el amor sigue siendo la manifestación de la distancia y la ausencia, mientras que las fotografías y sus ejecutores son quienes ordenan los espacios, tal y como ocurre cuando el comisario conoce a Dora: “Él llegó muy temprano al puerto, convencido de que se sentiría decepcionado. Esperó casi hasta el mediodía, solo en el muelle. Finalmente, todo comenzó a cambiar a partir de la aparición de un fotógrafo que instaló su máquina con trípode cerca de la aduana”. Y a partir de ese momento los hechos ficcionales-textuales se impostan como testimonios determinantes para los personajes y la trama discursiva: “Fue como si el fotógrafo hubiera ordenado la coreografía de la llegada del barco. Primero sonó la sirena. Y después apareció la proa del barco, y el barco se fue acercando y cambiando su conformación, hasta que se estiró a lo largo y se fue deslizando paralelo al muelle”. El fotógrafo es especie de mesías que la gente sigue desbordada, especie de Moisés que abre las aguas –la multitud- para que aparezca Dora; el objeto pretendido a través del intercambio epistolar y que ahora tiene la oportunidad de tenerlo cerca: Y súbitamente, el muelle desapareció bajo los pies de centenares de personas. Toda la ciudad de Buenos Aires parecía estar en ese muelle. Y el adolescente sintió la punzada del abandono. Nunca encontraría a Dora entre toda esa gente. Y de repente, ocurrió un milagro. El fotógrafo alzó su máquina, depositó el trípode en su hombro, y comenzó a caminar. Y la multitud se abrió a su paso diseñando un círculo perfecto en torno al fotógrafo. Era como hubiera estado en un teatro, y una luz circular siguiera sus pasos. Y de repente, una sombra se cruzó en el círculo. Una mujer con boina celeste y ropas oscuras estaba mirando en todas direcciones. Por un momento, el adolescente sintió que el alma se le venía a los pies. Había imaginado todo, menos que la mujer usara lentes oscuros. Parecía ciega. Pensó en las cartas para no sentirse decepcionado. Recordó frases enteras que le habían 276 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN permitido caminar en las nubes. Pensó en otras, que lo habían arrastrado a la desesperación. Ese cuerpo ya no podía hacerle mella, pues había sido precedido por muchos papeles repletos de frases, por muchos meses en que había oscilado entre el júbilo y las ganas de cortarse la garganta. Continuamente en esta narrativa lo evocado tiene mayor fuerza simbólica que la realidad presenciada, por lo tanto, confiere un profundo significado a la evocación como forma de asirse al mundo de los ideales; al mundo ideal que los personajes ansían y buscan afanosamente sin conseguirlo. Y entre la evocación y la realidad surge la decepción que intentan remediar a través de las búsquedas que parecieran contener las referencias que establezcan puentes entre lo ideal y lo real: “El adolescente se acercó a la muchacha, aunque en realidad parecía una niña, desamparada por esos lentes. Y estiró la mano. Ella al principio no entendió el gesto. Pero cuando finalmente lo entendió, y trató de estrecharle la mano, él siguió con su mano enfilada hacia el rostro de ella, le alzó los lentes y la miró a los ojos. Y suspiró aliviado”. La idealidad está supeditada a la trascendencia que nunca lograrán, así la relación amorosa comienza desde lo alimentario, comparten el pan como elemento eucarístico que sella la unión: Salieron rápidamente del puerto. Revisaron sus planes mientras caminaban. A dos o tres cuadras de distancia, se sentaron en un banco de plaza, y él abrió una cartera de cuero barato, y sacó un pan redondo, seccionado en dos mitades, a todo lo largo, untado con manteca, y fue cortando trozos, y ofreciéndoselos a Dora, que los aceptó sin agradecer. Ella comió con delicadeza, volviendo a cortar los trozos en trozos más pequeños. Pero era evidente que tenía hambre, porque no dejó ni una miga. En la consumición del pan ocurre un procedimiento similar a los cuerpos y desmembramientos hasta reducirlos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 277 a su mínima expresión, procedimiento que nos acerca a la figura de la hostia –eucaristía- instrumento de vinculación entre lo humano y lo divino; conjunción de dos realidades que conservan el paralelismo desde la trascendencia. Pero esta configuración sublime se diluye cuando deben incorporarse a la cotidianidad narrativa que los deglute irremediablemente y los lleva hacia los caminos de la incertidumbre, desvaríos y desvíos por los caminos de la imprevisibilidad: “Él estaba tan arrobado que no podía hablar. Se limitaba a toser para ocultar las lágrimas. Y sentía que el mundo se abría delante de él como un abismo. Pensó que cada gesto que intentara lo llevaría a un lugar diferente. Y que en alguno de esos lugares lo esperaba la muerte”. El amor idílico, el sentimiento idealizado en la distancia se transforma en deseo bufo que merma frente a la precariedad del personaje: “Merodearon por el puerto de Buenos Aires hasta el anochecer. Durante el día, Buenos Aires era una ciudad timorata. Pero con el anochecer, surgía otra ciudad, florecía la carne. Él no tenía dinero para pagar un hotel. Pero conocía una fonda donde se podía comer y donde alquilaban cuartos”. El vino barato, el vino de la costa que no sirve para convocar la pasión es antecedente para la conformación paupérrima de un acto de amor devenido de la sublimidad imaginada. Las locaciones conspiran contra ellos y la idealidad; la maltratada cama en vez de constituirse en lecho de pasión, se transfigura en escenario para protegerse de los malos recuerdos: “Y luego el adolescente pidió un cuarto donde se resumía toda la sordidez de esa ciudad. Y se escondieron bajo las sábanas y las frazadas, tratando de protegerse mientras huían de todo mal recuerdo. Y así, avergonzados, encubiertos, se quitaron apenas las ropas indispensables para acceder al abrazo amoroso”. Pero lo resaltante es que el acto amoroso se convierte en momento para compartir la soledad; dos cuerpos se hacen atípicos en el deseo y conforman una relación desde la soledad: 278 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Durmieron separados, para acentuar su soledad. Sólo en un momento de la noche se levantó el adolescente para ir al baño. Cuando volvió, descubrió que ella no se había quitado los lentes. Tuvo la tentación de abrazarla, de acunarla en sus brazos, pero no quiso sacarla del sueño. Se quedó despierto, observando las luces del puerto a través de una ventana con los vidrios sucios. Pensó que no había una sola ventana en toda esa ciudad que no tuviera los vidrios sucios. Y que los malvones brotaban en los tangos, pero no en las macetas. El sueño sigue constituyéndose en esa frontera que separa la realidad de lo ensoñado; de lo posible e imposible: “Y finalmente, se hundió en el sueño, sin saber quién era. Y cuando despertó, ella ya no estaba. Él sabía que se había alejado de su vida para siempre. Que seguramente la volvería a encontrar, pero que nunca le volvería a pertenecer”. El momento descrito ahoga el amor que se mantiene silente a lo largo de la novela, la opacidad del cuarto cuya única ventana está sucia y dificulta la visión, o más bien, engaña la visión para referir al amor puro e idílico bajo la clausura de toda posibilidad de realización: A partir de ese momento, su vida cambió. Abandonó toda idea de convertirse en un abogado. Entró en la policía. Era muy eficaz porque nada le apasionaba, excepto el destino de Dora, las cartas que le había escrito Dora. Fue ascendiendo de rango, evitando las coimas y las palizas a los presos. Era difícil, pero no imposible. Y por infidencias, por ciertas discretas averiguaciones, fue armando el rompecabezas de la vida de Dora, intuyó que esa noche se había convertido en el padre de Rifque, y permitió el ingreso de otras vidas a esa familia sin raíces y sin rumbo, que reaparecía en el momento menos oportuno, cuando ya todos la habían olvidado. Implícitamente reconocida en la novela está la lectura de como armar el rompecabezas que significa el entrecruce de historias devenidas en tragedia, de allí que la búsqueda de explicaciones o destinos se convierta en elemento generador de movilidad actancial. Y esas búsquedas son los caminos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 279 que conducen a los laberintos textuales. Además de surgir la constante de la derrota de lo amoroso en la incongruencia del deseo, o más bien, dentro de sus absurdos degenera en amor paternal que representa una cercanía; al mismo momento que es práctica actancial para configurarse como instancias humanas que cumplen estoicamente los designios del presente narrativo: Igual que un perro guardián, el comisario había seguido las peripecias de los Pechof, tratando de salvar a los hermanos de sus toscas estafas, de sus incursiones en la política. Tenía un prontuario secreto de Jaime, de Itzik, de Natalio y de Salmen. Prácticamente todas las mañanas abría un cuaderno de almacenero, mojaba en un tintero una lapicera que concluía en una pluma cucharita, y comenzaba a anotar los resultados de las pesquisas. Él se sentía como el ángel guardián de los Pechof y rogaba cotidianamente que se involucraran en más desaguisados. Era la única manera de poder recordar a Dora y admirarla. Era lo único que le permitía seguir viviendo ese amor tan imposible de alcanzar. Esa carne de mujer que durante tantos años no le había sido vedada a hombre alguno, se había convertido en inaccesible para él. Y justamente esa imposibilidad lo mantenía optimista y esperanzado. Se hubiera sumido en la desesperación si Dora hubiera aceptado sus amenazas o sus requiebros. Ella lo hacía sentir perfecto, saludable, en plena posesión de su cuerpo. La protección deviene de los desatinos y errores de la familia Pechof, donde el policía se convierte en ángel guardián bajo la posibilidad de tener así lo que el amor no pudo lograr, lo que desde esa perspectiva enunciativa no se pudo concretar; volviendo a las territorialidades de la distancia: Había tenido mujeres, las había cuidado. Una de ellas había muerto en sus brazos. Pero como las había poseído, eran algo menos que perfectas. Nunca creyó en un destino que le permitiera compartir el mismo techo con Dora. Nunca le interesó un proceso de intimidad. Para eso estaban las cartas, repletas de frases amables, de insinuaciones remotas, sin 280 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la presencia de un rostro que se iba alterando con los años. El papel podía deteriorarse, pero no las frases que habían canjeado. El personaje del comisario se convierte en ancla que comienza a despejar las incertidumbres que como el entierro de Rifque es uno de los más inauditos referentes que alientan la trama. La paternidad que direcciona los atisbos de la certidumbre que tímidamente surge a lo largo de la novela; paternidad que es conjuntada con la fotografía de Dora que conserva el comisario y evoca ese tiempo detenido en la memoria: El comisario leyó el acápite de la foto: Simpática inmigrante española con su marido. La coquetería, que no está reñida con la pobreza, tiene aquí una interesante cultora, besó el índice de la mano izquierda con sus labios, y lo depositó sobre el rostro de Dora. Estaría enamorado de ella hasta su muerte, parte viudo, parte amante inconsolable. El destino lo había convocado para orientar la partida de los Pechof hacia el más allá. De esta manera el comisario, el representante de la ley y la norma se convierte en el ductor del destino; garante que el destino narrativo se cumpla. Y en este aspecto cabe la intención de articular al policía como quien a través de sus indagatorias conoce la historia y la ordena, tan así, que Jaime lo compara con el profeta Elías79: “Jaime Pechof se acercó a la puerta de la comisaría y giró la cabeza. Se sentía tan aliviado que creyó que el comisario era como el profeta Elías cuando descendió de su carroza de fuego”. Pero esa formalidad de la ley es desarticulada por las 79 En la tradición judeo-cristiana Elías retornará a la tierra el día del juicio final, condición que otorga la condición de Mesías. Además reconocido como hombre que experimentaba momentos difíciles, temores, desánimos, opresiones, dolor, hambre, inclusive dudas. Hombre revestido de autoridad, la autoridad de Dios. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 281 flaquezas de sus miembros: “Estuvieron toda la tarde tomando cerveza. Para tantear el ambiente, Jaime hizo una imitación de Mussolini. El cabo se atragantó de tanto reírse”. Y en esa ruptura de la formalidad se acrecienta el surgimiento de nuevas situaciones que trastocan la causalidad que en momentos pareciera conducir hacia el final de la novela, forma de surgimiento de distensiones que actúan como catálisis o expansiones textuales. Así Jaime escapa de la custodia impuesta por el comisario y desde allí prosigue creando su propia causalidad que escapa de toda regencia. Allí vuelve a encubrirse como el ‘hombre de la víbora’ en la “Recova del once”, vuelve a su mundo originario de encubrimiento y desvaríos, porque siempre se encuentra con los personajes que lo persiguen dentro de la historia textual. Instrumentación estética que lleva a construir personajes del azar y la ficción que puntúan el referente o realidad histórica: “Vamos, señores, circulen, circulen. Aquí no hay nada que hacer–. Y de esa manera, Jaime se enteró que había empezado la revolución del 4 de junio de 1943”. Así que los referentes nodrizas de la trama textual provienen del imaginario y los sueños; las utopías y los sueños. Donde es imprescindible la incorporación del coronel que lo persigue en sueños y vigilias; hecho que representa el centramiento en la realidad histórica, y en estos momentos narrativos la historia textual asume la puntualización que indica la ya realización de la historia. Mientras el personaje está ubicado en un presente, el lector tiene conciencia del pasado, lo que reafirma nuestra hipótesis sobre la intención testimonial de la narración, la biografía de una familia-testimonio que está normatizado por el comisario y regido por el manager quien tiene el oficio de “conocer a la gente y vender datos. Hacía más de veinte años que se ocupaba de rotular caras con desdén y pesimismo, eligiendo, casi siempre con habilidad, a tipos que podían robar o matar por encargo de sus clientes”. De esta forma representa 282 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN el extremo opuesto al comisario, la otra cara de la moneda: Se pasó tardes enteras en el museo policial, abrevando en la memoria colectiva de sus futuros colegas. Allí aprendió que las miradas de un policía y de un ladrón parcelaban los mismos sitios de la ciudad, en especial galerías y bares con doble entrada y lugares donde se acopiaba el dinero. También conoció todas las formas de estafa, aprendió a fabricar un punzón para matar de un solo golpe con la patilla de un anteojo y cinta adhesiva, a fabricar un bolsillo de piel junto a la ingle y a descubrir qué ropas y costumbres eran más asiduas en cada ambiente, a fin de pasar desapercibido. El manager es quien conoce la historia de la ciudad mediante la crónica que linda entre la delincuencia y la gloria: Así como Sherlock Holmes descubría en la tapa de un reloj de bolsillo una vida de disipación y fracasos, el manager podía contar la historia de la ciudad valiéndose únicamente de la fama de sus calles. Había calles adecentadas con joyerías y boutiques, tras haber amparado casas malas; había calles que se teñían de la gloria o mediocridad de sus habitantes y evolucionaban de una vegetación de cedros y palmeras a una de hiedras, líquenes y musgos apenas se achicaban las ambiciones; y calles de permuta, con cuartel en el medio, en las cuales se entraba como pacífico ciudadano y se salía con los pies hacia adelante, reciclado en maximalista. Esa ciudad que se desdibuja entre las apariencias y la decadencia de la intelectualidad y el ejercicio de su “pluma cucharita”. Y dentro de esa causalidad narrativa la delincuencia se gerencia y se transforma en agencia de detectives, agencia que no solo significa sustento sino la forma de ser famoso. Toda anormalidad corporal o social se hace causalidad narrativa que crea el corpus que media entre la cotidianidad y la ficción; así Jaime, el manager e Itzik se conocen en un estudio fotográfico, lugar donde, y a través de la fotografía, esconden sus verdaderas identidades. Aun cuando las fotografías están LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 283 asociadas con la muerte, tal es el caso de Itzik quien junto al manager esconden el álbum para que no encuentren la fotografía que identificará su tumba cuando muera, ya que tienen listo el terreno en el cementerio de la Tablada. Y la no aparición de la fotografía o la imposibilidad de tomarse la fotografía en familia retrata la consumación de la muerte a través de la integración del colectivo familiar, fotografía que se convierte en caricaturización de la familia que dista mucho de la alcurnia pretendida. La fotografía es posibilidad para hacer encajar las piezas en el complejo mosaico narrativo, porque toda la novela es constante armar “normas moldeadas por la insistencia de muchos cuerpos” bajo el intercambio de canas y cuerpos. Y ese armar de identidades es acto adivinatorio de los rasgos de los personajes: El manager llegó a hilar tan fino que pudo descifrar el futuro de cada fisonomía, incluidos barbas, bigotes, anteojos, mujeres y empleos que irían acopiando. En el reflejo de una sonrisa, distinguía a una novia de una esposa. Un cambio de entonación le anunciaba la llegada de un jefe y un cuello doblado, un fracaso conyugal. Detectaba la ambición en el nudo de una corbata, las emanaciones de la autoridad en la forma de apoyar los codos sobre una mesa, y el servilismo en una mirada filtrada por lentes bifocales. La corporalidad se hace espacio semiótico que permite construir una característica fisonómica-actancial, donde la gestualidad homologa y hermana a los personajes, estableciendo una nueva consanguinidad entre ellos, quienes pueden ser agrupados según sus gestos y poses: Su logro mayor fue descubrir personajes que sin parecerse físicamente a otros se volvían gemelos cuando sonreían, alzaban las cejas, se acariciaban la oreja, hablaban ante un chico, reaccionaban ante la prepotencia o se ponían una mano en el pecho para decir: Yo por mi encantado, pero no puedo. 284 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y su fracaso más grande residió en bajar la guardia y creer dócilmente en un amigo, sólo porque Jaime lo odiaba. Pero no solo los cuerpos se desmiembran sino que también las telas son mutiladas al igual que los cuerpos superpuestos: El sistema de mutilar ropas lo usaba también Jaime para conseguir trajes gratis en la temporada otoño-invierno. Jaime soltaba el dobladillo del sobretodo, se fabricaba botamangas de treinta centímetros que le llegaba justo hasta el ruedo, las ataba a los calzoncillos con hilo de envolver, se cosía a las mangas dos pedazos de tela y se iba a alguna sastrería del centro. Pedía ver un traje gris oscuro, como el que hay en la vidriera, pasaba al probador, escondía los pedacitos de manga y botamanga dentro de los calzoncillos y se ponía el traje. Al rato empezaba a armar escándalo denunciando que le habían robado la ropa y con la ayuda de Itzik, que llegaba justo cuando Jaime gritaba: Esto es un abuso, aquí hay cuatreros, conseguía bastante audiencia para canjear su silencio por un traje flamante. Jaime siempre se desempeña como especie de trashumante que vende u ofrece en la calle, hecho que lo lleva a disfrazarse y construir su cotidianidad desde el engaño y el enmascaramiento. Circunstancias que permiten subvertir la geografía: “Ecuador no existe. Es una línea que circunvala la tierra”, lo que crea toda una cartografía ficcional donde la relación entre los personajes puede caracterizarse bajo la siguiente acepción. “El manager se prometió ir conociendo a las personas a partir del odio y la previsión de la maldad y confiar sólo después de soslayar las trampas que el mismo se tendería en su camino”. De esta manera las relaciones actanciales están sujetas al engaño y el azar, lo que además puede definir toda la novela dentro de un método de supervivencia generalizado e institucionalizado. Porque el ambiente es la simulación de la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 285 realidad –como toda la literatura- y esa simulación construye el mundo posible que se legitima bajo sus propias causalidades; permitiendo la conversión del referente histórico en certeza literaria. Y en la siguiente cita textual reafirmamos nuestra apreciación: “Pinie retornó a la habitación de Itzik, se sentó al lado de la cama y mientras velaba al enfermo, espió por la ventana. Los edificios se recortaban sin profundidad, como si hubieran sido puras fachadas. Sus fisuras no eran producto de filtraciones sino de dobleces. El reloj de la iglesia, inmovilizado en las ocho y veinticinco, daba a la calle un aire falso”. Lo falso se hace cierto; lo falso80 es la certeza que rodea a los personajes y sostiene las circunstancias que no parecieran ciertas porque provienen de lo adivinatorio y allí ingresa el azar y el poder de la situación, la proeza de la imprevisibilidad que en los momentos menos esperados salta al discurso: El capzn sintió que vivía en un tiempo desdoblado. Aunque todas las horas estaban aprisionadas en una sola y la noche era crónica, intuía cambios en la calle. Podía calcular cuando llegaba la tarde porque algunas ventanas fosforecían y pasaba mucho tiempo antes que cediera el resplandor. Enseguida avanzaban sombras algo más oscuras que las habituales y aunque no dejaba de ser las ocho y veinticinco, se iniciaba un ir y venir de personas aprestándose para cenar, oír música sacra en la radio y soñar con un futuro distinto en el cual la hora de los relojes pintados confluiría en las cambiantes horas de los relojes de verdad restituyéndoles un paisaje previsible, vidrios espejados o encuadradores de siluetas, sombras en continuo deslizamiento y seres de modales naturales y risas auténticas yendo o viniendo de algún sitio creíble. Entre esa diversidad actancial Jaime es el personaje ilustrado que busca afanosamente la alcurnia para poder 80 La simulación de la enfermedad de Itzik, la alcurnia de la familia, los amores y desamores; paridades oposicionales que construyen la certeza desde lo falso. 286 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN enterrar a Rifque; la ironización del discurso de la alcurnia y la ruptura de las intencionalidades: “–Decime, Jaime– intervino Salmen– ¿Los pinzones te parecen de alcurnia? ¿No son los que vinieron en las carabelas de Colón? Todos eran unos gallegos brutos”. Los elementos de credibilidad y sustentación de la ficción es la historia toda que se construye bajo su propia causalidad desde la extemporalidad del estatus y la raza, bajo la procura de lograr la trasmigración de Id a Goi: “Porque sos id. No hay id que no lo tenga. Pero cuando seas goi, la hernia va a desaparecer en un santiamén. Como tu mondongo. ¿Sabes de qué sufren los goim? de hemoptisis, como Bécquer. Eso no les impide batirse a duelo. ¿Querés un profesor? Aunque sea para aprender a blandir el florete. Todo el secreto es la estocada. Tirás en cuarta y matás al natural”. Los personajes ensayan para la visita del médico que firmará el certificado de defunción a partir de la simulada alcurnia. Ensayo que es la caricaturización de la historia, pero que al mismo tiempo cuenta la verdadera historia; historia escrita desde el personaje e intervenida mediante la inserción de situaciones particulares de la familia Pechof que crea la ‘alcurnia de la derrota’. Dentro de lo que hay que destacar la impregnación referencial tanto en el contexto narrativo como en el cuerpo a través del tatuaje, que es la forma de extensión corporal que se anima, tal es el caso del tatuaje de Pinie; un caballero andante: “Pinie trataba de mantener su brazo relajado, ya que con solo mover el pulgar, el caballero andante sacudía las caderas”. Con las certezas construidas desde lo falso; la objetividad de la novela radica en la mezcla de los recuerdos, lo que produce un profuso sincretismo simbólico. La mezcla de recuerdos es la oportunidad para simular a través de la teatralización como forma o vía de argumentación, donde el disfraz y el constante encubrimiento forma parte de la construcción textual; ello unido al juego de palabras y búsqueda de significados que conforman la combinación LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 287 entre histrionismo y diálogos que hacen pensar en personajes ventrílocuos que adoptan diferentes poses y voces. Así que los tatuajes envejecen con el cuerpo y la trama, porque todo es una constelación referencial íntimamente interconectada, como interconectado está el decurso narrativo que al final de la novela recala sobre la tumba de Itzik: Pero esa prestidigitación sólo podía hacerse entre octubre y fines de diciembre de cada año, cuando el sol alto animaba a los miembros más religiosos y endebles de una familia a nutrir ceremonias fúnebres; porque después venían las vacaciones y los meses desagradables. Las raleadas filas de dolientes impedían a los Pechof pasar inadvertidos y tocaba entonces a Pinie la misión de mantener el decoro en la sepultura. Y qué mejor metáfora para engranar la historia textual que el símbolo de la sepultura, como el espacio del eterno retorno, aposento de memorias y recuerdos que permite el juego de ocultación-revelación con la tumba de Itzik: Excepto que ahora, Jaime Pechof programaba su ofensiva para disimular la tumba de Itzik y Pinie intuía el retorno del tatuaje a la época de penurias, como en ese invierno del cuarenta y tres en que el caballero andante asumió paulatinamente el perfil de una bruja y el casco se inclinó hacia un costado, recordando esos bonetes con borlas usados por mucamos de comedia cuando alguien aúlla en un desván. Pinie volvió a cubrir el tatuaje, haciendo coincidir la cinta adhesiva con el rectángulo negro rezumado por la goma; intuyó que el caballo nunca volvería a ser percherón, trató de sentirse optimista pensando que otra guerra mundial lo libraría de los acreedores y fue chapoteando por el barro, imprimiendo huellas variables de mes en mes, pues viajaba sobre zapatos que el millonario Tajmer le prestaba para que se los amansara. 288 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN TIEMPOS NARRATIVOS Y EL RETORNO DE LA HISTORIA Las historias se recogen como si fuesen velas de embarcaciones que atracan en puerto imaginario o cortinajes que comienzan a ser descolgados para en apariencia concluir la trama textual, cuando en realidad la dejan suspendida en el tiempo y espacio narrativo Pinie atravesó la tumba de las curves, grabadas con las iniciales y los años de nacimiento y muerte, miró las cuarteadas sepulturas de los suicidas y sacando las flores del interior del sobretodo las clavó frente a la cara de Itzik, que cubría con sus manos. Sin variar el ademán, arrancó los tallos marchitos, y pasó su mano enguantada de lana por el vidrio protector de la foto dejando una estela de gotitas. No hay conclusión ni demarcación de destinos, sencillamente las incertidumbres continúan su concatenación para no dejar certezas sino continuar con la reiteración de los indicios como forma de incorporar al lector al dialéctico juego estético. Puesto que las huellas se hacen sobre el barro para anular su perdurabilidad: “El día que se descubra, vamos todos presos, pensó Pinie, mientras comenzaba a pisar asfalto. Sus pisadas se calcaron en negativo hasta limpiarse del barro”. Entonces cuando se acerca el final de la novela caemos en cuenta que los personajes han caminado en círculos sin alejarse de un azaroso centro que no los deja desprenderse de la fatalidad que es la finalidad discursiva: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 289 Pinie pensó que el augurio de Dora se cumplía. Su joroba era pan para hoy y hambre para mañana. Después de ser el niño mimado del millonario Tajmer, había caído en desgracia. Tampoco convencían sus historias en el pozo. Todo por no dar el brazo a torcer, se reprochó mientras colocaba el sombrero junto a su pecho para saludar a los sepultureros. Pensó que necesitaba congraciarse con ellos para su próxima misión. En esta historia textual, el autor, narrador y los médicos son también maquilladores que ajustan cuerpos y rostros; circunstancias y locaciones. Pero también intercambian sus roles, como el médico buscado se parece al coronel que asedia y acosa a Jaime. Y la operación de maquillar a la difunta – Evita Perón- se convierte en forma de regresar en el tiempo y traerlo al último momento de presencia en la tierra: Al costado de la Señora había láminas con todas sus caras anteriores. En la etapa de actriz era más fotogénica que de primera dama. Pero, como su objetivo parecía ser el de saltar por encima de la actriz Zully Moreno, el rostro era sustituible por el de cualquier otra mujer mala o embaucable del cine argentino. En cambio, desde el gobierno hasta su muerte, la Señora había vivido de un empellón y su rostro de los días finales se había restringido dentro del molde de su época ostentosa. Y en este momento narrativo se encuentra la realidad histórica y la realidad ficcional para configurar la consolidación textual en función de la referencialidad donde el médico y Jaime se convierten en reconstructores de la historia que han vivido desde sus sincréticas cotidianidades. Reflejándose la sinonimia entre rostro y mármol como lo perdurable después de la muerte, la evidencia abstractiva de la vida ausente, así que el maquillaje81 se hace a la luz de una vela, lo que reafirma la escena mortuoria y diversifica la movilidad de las imágenes, 81 Que no es otra cosa que la delineación de una máscara mortuoria sobre el rostro que intenta conservar rasgos de la vida. 290 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN lo que confirma que la muerte como la vida es un teatro donde los actores asumen estoicamente sus roles que forzosamente van engranando dentro de la historia textual: “–Está igualita– dijo Jaime, pero sintió lástima porque el cadáver tenía los tonos erráticos de las mujeres que se niegan a envejecer. –Doctor, disculpe la insistencia pero quería pedirle un favor. ¿No podría ver a mi sobrina? Es por el certificado de defunción”. Ante este final de la historia textual y la imposibilidad de encontrar el permiso del médico para el entierro de la sobrina, los dolores comienzan a sentirse en el maltratado cuerpo que parece evidenciar los síntomas del fracaso: Mientras recorrían el hospital, Jaime buscó otra salida para eludir a la mujer golpeada. ¿Por qué me siento cansado? se preguntó. Sentía el muñón hinchado. Los tirones, ¿son de la fiebre? El dolor le rellenaba el brazo, como si a partir del corte de la muñeca retoñara una mano perfilada con guiones. ¿Será el miedo? Se iba acercando a la sala de espera. La sangre está. Pero la mujer no está. Jaime suspiró agradecido. La historia sigue dando traspiés, sigue alejándose del entierro de Rifque, mientras las apariencias se derrumban y los personajes se sienten profundamente humanos, tal y como ocurre con Dora: Ahora, encerrada en su pieza, frente a la foto de la Simpática inmigrante española que tenía medio cuerpo desvanecido por el fuego, tras el incendio causado por Jaime, pensó en el retorno triunfal de Scheindele y sintió ganas de llorar. Tantos años de hacerme la fuerte, pensó apretando la cara contra el espejo de la cómoda. ¿Y si planto todo y me voy? Pero eso era imitar los fracasos de Jaime, que se borraba de la familia años enteros y siempre volvía en inferioridad de condiciones, con culpas acrecentadas porque las cartas fraternas traían a veces un aviso fúnebre del diario Idische Zaitung vedando alguna reconciliación futura. Y los recortes de ese diario que se devoraba a sí mismo, pues cada nota necrológica abolía un LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 291 suscriptor, eran reflejo de los inútiles esfuerzos de Jaime por renunciar a una familia en la cual las fugas se pagaban con la vida de los que dejaba atrás. Entonces los personajes comienzan a ver la muerte como el destino cierto que inamovible los ha esperado durante el decurso de la historia textual: Y cuando su hermano regresaba al hogar, magullado por mensajes desoladores no filtrados por un cuerpo ni aminorados por alguna ridiculez; con la mitad de las cuentas sin cobrar y la mitad de las visitas a clientes sin cumplir; sólo veía una fosa con la tierra removida y ya reseca, una lápida provisional de cemento que sería suplantada en su siguiente viaje por una de mármol, flores magullándose en algunos pétalos y la imagen diluida de un muerto vuelto a escamotear. Los roles se hacen evidencia y las certezas se concretan en la narración, se hacen visiones de certeza histórica donde los personajes se reconocen en su miseria, siendo Jaime un vivo ejemplo de ello: “siempre te creíste el más vivo de la familia– continuó Dora. –Y siempre terminaste pagando por todos. Cuando es la hora de aportar, todos tienen un cocodrilo en el bolsillo. ¿Quién es el único que saca la billetera? El vivo de Jaime. Seguí así, y te van a hacer un monumento”. Elemento que se corrobora en palabras que Jaime frente al médico que por fin visita la casa: “–Doctor, debo sincerarme. Esta familia es mi cruz. Marchamos hacia el ocaso”. Y allí la historia textual se hace proyectiva hacia el contexto que se devela como el gran generador de las cotidianidades mágicas: “–No es su familia. Es toda una cultura– reconoció el médico. –Naufragan nuestros más caros valores”. De esta manera la literatura es la mejor forma de contar la historia fuera de los fórceps cronológicos o estridencias conmemorativas; se narra la historia sufrida y padecida desde las cotidianidades náufragas que se trasladan al cuerpo para que no conculque la moral, el único elemento que permitirá la 292 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN aparición de la pretendida alcurnia. Porque el teatro orquestado para aparentar frente al médico, fracasa porque los personajes no pueden interpretar más que sus propios y naturales roles. E imprevisiblemente, el médico pierde la compostura y se desdice en elogios para Dora: “–Señora, usted es lo único que me retiene en esta casa. Si al menos pudiese mantener la ilusión, todo pasaría a segundo plano– dijo el médico emocionado”. Hasta que el bochorno de Itzik desata la espiral de violencia contra el médico que muere bajo los golpes que le propina la familia, que por primera vez se une bajo un ideal común: “El médico agonizó toda la noche emitiendo chillidos de rata entrampada. Jaime lo vio morir y recordó la imagen de un chivo que había visto degollar en una estancia de Santa Fe”. Bajo esas circunstancias se consolidan las interrogantes sobre el destino de la familia que es el mismo origen del desenvolvimiento trágico: “–Dora, ¿cuánto tiempo más vamos a tener que correr? ¿Conseguiremos alguna vez un poco de suerte?– le preguntó Jaime. –Tantos esfuerzos para nada”. Al final todo se pone en movimiento –aunque suene paradójico- las aguas inundan la casa, el reloj de la torre se mueve; el tiempo comienza a andar, la muerta es movilizada mientras la trama expira. La muerta se parece a la madre joven confundida con una inmigrante española; la joven que cambió con las desgracias en medio de una ciudad donde los taxistas conducen el destino de los personajes que generalmente termina en la comisaría. Entonces los extravíos se hacen ciertos bajo las identidades extraviadas y suplantadas: Hasta el fin de sus días, Jaime contemplaría gente de oficios y rostros precarios, que asumirían la forma de las cosas olvidadas. Abundarían los cabos sueltos, las promesas entabladas con tenacidad y luego desleídas en juegos de palabras, las personas que después de hacer recordables algunos trances serían reabsorbidas por otra ciudad, las relaciones sin final previsible, arrastradas como la correa de un perro sin dueño. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 293 Su vida familiar sería una vida de conspiradores. Y el futuro, un sistema de propagación de faltas como reaseguro ante todo conato de independencia. Lapidariamente se reconstruye toda la historia textual, en el ocaso narrativo surge la reflexión dentro de la posibilidad de dejar asentada la intencionalidad que como moraleja deja testimonios aleccionadores: “Porque atrás quedaba Rifque y una foto equivocada, y en la camioneta estaba el baúl y el médico adentro, para confirmar que la lucha de Jaime por librarse de una historia sin futuro debía comenzar nuevamente desde cero”. Así que los tiempos narrativos y la historia son ocasión para recomenzar a descoser la cotidianidad hecha jirones como los recortes de tela que intentan cubrir los cuerpos en medio del sincretismo y las formas difusas de los personajes que siguen interrogando la historia desde la certeza literaria. 294 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN LOS JUDÍOS DEL MAR DULCE LA SERPIENTE SE MUERDE LA COLA Debo referir que he estructurado este libro tal y como fui haciendo la lectura de los textos, unos por primera vez y otros ya revisados, pero en esta ocasión leídos siguiendo referentes concatenantes. Referencia que hago puesto que, esta novela – Los judíos del mar dulce- está íntimamente ligada simbólica y referencialmente A las 20:25 la señora pasó a la inmortalidad (2012). De hecho, es el texto que inicia toda la historia textual desarrollada en torno a esta temática, y la lógica apunta hacia su ubicación primera en este trabajo. Realizada esta digresión debo referir los elementos que desde el prólogo llaman poderosamente la atención, como lo es la aparición del sueño y la figura del enano como reafirmación del cuerpo deforme que irrumpe dentro de las historias textuales para marcar las territorialidades ficcionales. Al mismo tiempo que el sueño es locación para construir mundos referenciales que asumen la realidad textual, es así como Berele82 en medio del sueño y la micción se mueve en un mundo acuoso que causa la ira de la tía Dora83, surgiendo además las características de sustitución maternal-paternal de 82 Berele dentro de la historia textual es hijo de Natalio, el periodista que vive una sórdida y tumultuosa relación incestuosa con Rifque su sobrina, la hija de Salmen. Además, que como periodista intenta reacomodar la historia familiar y reajustarla a los tiempos narrativos. 83 Dora “es la más prolífica a la hora de construir recuerdos calcando la vida de otros personajes”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 295 los personajes; Berele no está acompañado de sus padres sino por tías, evidenciando la recurrente orfandad en la narrativa de Mario Szichman: “Pero Berele no lloraba por el padre, sino porque se imaginaba que ahora tendría que ir a vivir con su mamá a una pensión, y que en la escuela dirían: “El huerfanito ya no puede venir más porque es pobre”84. La presencia femenina se torna imprescindible en la narrativa de este autor; presencia dividida entre cuestionadoras e inquisidoras; protectoras y conciliadoras que forman el absurdo mundo que casi siempre es incomprensible, o más bien, incomprensible como fórmula de estructuración estética que siempre conduce a la ruptura de la armonía, la búsqueda de la armonía perdida dentro de la tradición ancestral que es una larga cadena de acontecimientos desafortunados: Dora se fue y Leie sonrió. Era la única mujer de la familia en quien Berele podía confiar. Su rostro estaba lleno de arrugas risueñas. Nunca alteraba su voz ni le hablaba en media lengua para avergonzarlo. Pero esta vez, la tía Leie lo defraudó. Tras besarlo con su olor a frío y a perfume, algo se le descompuso en el cuerpo porque hizo una mueca y se puso a llorar a los gritos. Berele se asustó. Aún no había franqueado el mundo de los adultos, e ignoraba que ellos también podían sentir miedo, o ganas de actuar, y se transformaban en monigotes sólo alarmados por su dolor. De esta manera la novela comienza signada por los crespones luctuosos que se convierten en el mundo primordial de los personajes. Representa el tatuaje de la orfandad que le zurcen al personaje alrededor del brazo, marcaje de la orfandad y la victoria de la muerte sobre la vida; porque eso es el luto, la reverencia a la muerte y sus alcances sobre los vivos. El negro es evidencia del respeto por la muerte dentro de la certeza 84 Todas las citas sobre la novela pertenecen a la edición, realizada por Aleph Publishing House. Gutenberg, New Jersey. USA. 2012 296 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de la pérdida, porque la muerte marca los espacios a través de sus símbolos luctuosos en ropas, cortinas y altares que se construyen como su representación y teatralización. Allí son marcados huérfanos y viudas dentro de las falencias de la pérdida y la ausencia, lo que les da un centramiento dentro de a espacialidad de la conmiseración. Bajo este revestimiento luctuoso quedan señalados como víctimas de la desgracia y la incausalidad- imprevisibilidad representada por la muerte. Además de las desgracias que acarrea la muerte, está la desgracia de ser comunista: “–Mucho, mucho peor– dijo Berele mirando al suelo. Le costaba ponerse a llorar. Tendría que cubrirse la cara. –Peor que todo eso– dijo cubriéndose la cara. De alguna manera, eso lo ayudó a sentirse inundado por la lástima, y empezó a llorar escondiendo la cara entre los brazos”. Pero de igual forma la muerte es detentadora de cortesía: “Berele quedó deslumbrado por esa cortesía que Patricio había aprendido en los velorios, y agradeció la existencia de la muerte. Era la única cosa que podía amigarlo con Patricio, que respetaba a los difuntos casi más que a la bandera”. Posterior al prólogo la aparición de Berele es frente a un proyector observando el montaje de imágenes y números que cobran vida mientras: Un punto perforó el centro de la pantalla, se agrandó como una mancha de aceite comiéndose las letras, los números y el negro que enmarcaba el cuadro, y en su lugar se desplegó un carro tirado por dos caballos. El decorado de fondo era un tambor giratorio que repetía cada diez segundos un paisaje con cielo sepia, una llanura nevada, un árbol, una casa, una vaca con una cuerda en el pescuezo, y un muyik con gabán y sombrero de copa, que apoyaba los brazos sobre los dientes de un erecto rastrillo. Y dentro de esa proyección aparecen “los tuyos”, el factor correlativo de esta sección de la obra de Szichman que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 297 incluye la ‘proyección cinematográfica’ como forma alternativa de ‘leer’ el mundo o presente narrativo encadenado a manera de referente recurrente dentro de lo que hemos denominado la cotidianidad histórica a razón de certeza literaria; cotidianidad que construye la historia desde la posicionalidad del personaje y donde nuevamente encontramos claves que explicitan el ars narrativo del autor que nos ocupa. Y su insistencia por los orígenes contenedores de los designios familiares o actorales. De allí que la esencia argumental la encontramos en la siguiente frase de Berele: “- Es que sí no se explica al principio, después, nadie va a entender nada”. Lo que pasa con la narrativa de Mario Szichman es que esa explicación aparece al final del texto cuando ya hemos hurgado infructuosamente en medio del laberinto narrativo. Donde proyectar es narrar, al mismo tiempo que diseccionar la circunstancialidad histórica, al final de cuentas, la narración es una teatralización; el teatro narrativo donde los actores en momentos no se corresponden con los personajes: “El montador sintió congoja. Los abuelos eran interpretados por dos adolescentes. Ni siquiera el maquillaje o las ropas podían disimular su juventud”. Los artilugios del cine establecido no cuentan dentro de este teatro narrativo que se funda en lo cinematográfico, donde los personajes en su cotidianidad son conscientes que son filmados, es la forma de legitimar la sucesión animada de las imágenes familiares que parecen contenidas en un álbum: Cuando la imagen se volvió a aclarar apareció Dora en primer plano, dándole la mamadera a Jaime. Dora endureció su cuerpo al sentirse espiada por la cámara y mostró unos ojos de asombro, redondeados con rímel. La cámara se alejó y detrás de Dora y Jaime aparecieron Natalio y Salmen, que sacudieron su mano derecha frente a la cámara y escondieron sus risas avergonzadas con la mano izquierda. También Berele quiso esconder su vergüenza mirando al suelo. Berele y el montador son los dueños de la escena: “– 298 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Pará un momento el proyector– le pidió Berele al montador. – Cortá desde aquí hasta cuando aparecen los tanques. Vamos a dejar solamente la parte de Lenin y le agregamos tomas del asalto al Palacio de Invierno y de los fusilamientos en las escalinatas. Después ponemos la secuencia de la gente baleada en las calles”. Y el discurso narrativo se convierte en la gran combinatoria entre texto e imagen: “Otra cosa: queda mal mezclar partes de documentales con partes de actores. Hay un grano muy grueso para la parte del carro, o después, cuando el barco se aleja del puerto, y de repente, se ven algunas caras y no hay que ser un genio para darse cuenta que esa parte fue filmada hace poco”. Y es que la gran estructura de esta narrativa de la cotidianidad histórica está representada por la visión de un periodista donde los fotomontajes tienen importancia fundamental; son capaces de hacer devolverse a la historia, retrocederla y ver como los personajes están sujetos a un continuum ineludible: El montador puso el proyector en Rewind y fue anulando la historia por retazos en el mejor estilo estalinista. Los prisioneros treparon la cuesta marcha atrás, el rey Humberto Primo hizo retroceder el caballo a los saltos, los soldados de casco concluido en una lanza hicieron guardia en la trinchera en retroceso, y el agua se retiró de sus botas. Los tanques se replegaron hacia una colina, desaparecieron detrás de ella comprimiendo el polvo y apisonándolo en el camino. Volvió la panorámica de la llanura y del carro. Natalio y Salmen saludaron avergonzados a la cámara, perdieron su vergüenza mostrando sus rostros, y afloraron las caras de Jaime y de Dora. Detienen la cinta y pueden hacer copias de los personajes, lo que significa congelar los personajes dentro de las tramas discursivas, que indudablemente consiste en inmortalizarlos dentro de esa vida construida para mostrársela al lector/espectador que debe establecer un orden dialógico LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 299 entre toda la obra para así encontrar las explicaciones ciertas de esa cotidianidad histórica. Y esa cotidianidad histórica es sustentada desde la particularidad familiar que se enlaza con el acontecimiento histórico desde el azar de las apuestas sobre el día de la muerte de Evita Perón; muerte que ya es ensayada y materializada en el montaje de la noticia que envejece en el cajón del diagramador Bevilacquia. Porque toda esta narrativa es un montaje de los acontecimientos históricos, siendo el montaje el sentido otorgado desde la visión eminentemente periodística del cronista urbano que tiene el poder de ‘acomodar’ texto e imágenes bajo la sinonimia de acomodador/narrador y donde el discurso es un enriquecido fotomontaje. Y la trama discursiva se convierte en constante tejer y destejer la espera de los acontecimientos predestinados: El ambiente de la redacción recordaba una encerrona. La agonía de Evita hacía funcionar a Buenos Aires como en fin de año, únicamente con el personal suficiente para que los colectivos, los trenes, los hospitales, los cuarteles de bomberos y las redacciones siguieran simulando esa actividad moribunda que cesa bruscamente a media noche, con los silbatos y las sirenas. Y mientras esperaban la frenada final – los cuerpos bruscamente empujados hacia adelante para averiguar, primero por rumores y después por la radio, el tránsito de Evita a la inmortalidad– los dueños de periódicos habían eliminado todo lo que diera idea de entretenimiento, dando licencia con goce de sueldo a los reporteros de cine, teatro, vida social, deportes, provincias, y sobre todo obituarios, porque nada podía prevalecer sobre la muerte de Evita. Aquí trasuntan la conciencia histórica y la conciencia mítica en juego de sustituciones que copa los cuerpos de los periódicos como metáforas de los cuerpos humanos que deambulan dentro de la cotidianidad histórica que tiene como epicentro las salas de redacción: Los jefes de redacción habían suspendido las historietas 300 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN cómicas, los crucigramas, los Créalo o No, de Ripley, los enigmáticos titulares con sus ¡Oh! ¡Ah! ¿¿¿???, ¡¡¡!!! y cedido espacio a las noticias de las misas en que se imploraba por la salud de Evita. Y las misas avanzaban por las páginas de los periódicos y se agrandaban de una a ocho columnas a medida que se acercaban a la primera plana y prosperaba la calidad de las mantillas, el valor de los crucifijos, o la posición que ocupaban en la burocracia oficial los encargados de orar por la Señora. Esa cotidianidad nutrida de disímiles historias se alimenta de suposiciones que paulatinamente se hacen certezas bajo la construcción de lógicas de sentido atípicas y abyectas donde los cuerpos se nutren dentro de la paridad oposicional muerte/vida; cuerpo/cadáver: “– El embalsamador ese tiene una fórmula secreta para estirarle la vida– le dijo Funes a Natalio. Natalio pensó en un cuerpo que se estiraba a través de los días, con la cabeza recostada en el domingo y los pies tanteando el sábado. También pensó en los días alineados en un gráfico, zigzagueando entre mejoras y recaídas, y además en un cuerpo con las venas llenas de mercurio”. Embalsamar es prolongar la vida en la sucesión del tiempo, en extraña y ficcional forma de conservar la imagen de lo que la muerte pretende arrebatar. Al mismo momento es oportunidad para ironizar sobre la realidad histórica85 y deconstruir a partir de chistes que apuntan hacia la anulación del personaje en subversión del 85 La realidad histórica es subvertida a través de las manifestaciones públicas como escenas sincréticas donde payasos, mujeres y ruegos se manifiestan por la salvación de Evita Perón: “En Plaza Once habían armado una tarima de madera parecida a las que instalaban por año nuevo en la puerta de las circunscripciones peronistas, para que un grupo de payasos violentos y de voz equívoca repartieron baleros, industria nacional, de madera esponjosa mal cepillada y sin barnizar, y muñecas gordas y chatas con puntilla en la cabeza y en las mangas. Una docena de mujeres de negro rezaba de rodillas. En los cuatro costados de la tarima habían colocado carteles en los que habían escrito: “Contribuye con tu oración al restablecimiento de la Jefa Espiritual de la Nación”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 301 presente histórico: – Sí, pero hay chistes y chistes. Y estos momentos no son para chistes. La pobrecita se está muriendo y ese gracioso se la pasa contando chistes–. La voz de Funes tembló en la palabra pobrecita. Si Funes hubiese dicho pobre en vez de pobrecita, no le hubiera temblado la voz. – Me dice Finochietto: ‘Que esto quede entre usted y yo: es muy difícil que ella pase de esta noche. Como máximo le doy hasta la madrugada’. Vos sabés cómo es la señora. No puede ver a los médicos ni en figuritas. Una vez Finochietto le pidió que se dejara revisar, y ella le pegó un carterazo y le dijo: ‘¿Sabe qué, doctor? Ni mi marido me mete la mano ahí’. Hasta que no aguantó más el dolor y se hizo sacar una radiografía. Después, mandó a una amiga de ella a que le llevara la radiografía a un médico. La amiga le dijo al médico que la radiografía era de una tía suya. El cuerpo de la república –encarnado por la primera dama- es falible y se oculta en las radiografías donde una imagen de la interioridad devela el mal que subsume el cuerpo nacional. Mientras que la incertidumbre por la enfermedad produce el discurso profundamente conjetural que linda entre el sufrimiento y la conversión santa de Evita Perón. Y en ese rearmar la historia, el montador y Berele tienen un papel fundamental; son los que arman el documental dentro de la novela, esto es, son los que documentan la historia textual que es financiada por Jaime86, quien quiere ingresar al negocio de las películas norteamericanas, y cumplir con la condición de producir una película argentina para salvar el cine nacional. Por lo cual, este documental tiene como objetivo demostrar el abolengo de una familia europea que llega a la Argentina, pero la realidad indica que en el documental sobran los ordinarios y la falta de abolengo. Y paulatinamente se van dando cuenta que es difícil representar las emociones en un 86 El tío Jaime “que siempre anda metido en cosas raras” como se puede comprobar en la novela A las 20:25 la señora pasó a la inmortalidad. 302 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN documental: “como el silencio nivelado, o la lluvia que aparecía en todos los funerales. Tal vez podría anunciar el silencio haciendo cesar la música, mientras la lluvia se deslizaba en una ventana”. Lo que origina la relación inevitable entre la vida humana y las películas: Y de allí pasaba al teatro ultra realístico. Itzik había descubierto que los seres humanos aprendían a vivir gracias a las películas. Pero, entre película y película, los seres humanos se llenaban de tsures que muy difícilmente aparecían en las películas. Además, en las películas, la cámara siempre seguía a una sola persona, o a dos o tres, como máximo. Pero la vida no era así. Las cosas ocurrían todas al mismo tiempo. Y de allí la necesidad de su nueva corriente teatral. “Por ejemplo”, pensaba decirle Itzik al gran Zvi Feingold: “Mientras nosotros estamos aquí, conversando tan tranquilos, pasan tranvías, hay ruidos en todas partes, el corazón late, la vecina de al lado esta dem gantzn tug con la radio a todo lo que da. Si metemos todo eso en el teatro, cada función va a ser distinta, aunque el público y los actores sigan siendo los mismos de siempre. Entonces vida, imagen y animación se convierten en la forma estética de Mario Szichman para generar la acción textual dentro de su obra, donde podemos hablar de una prosa cinematográfica que se apoya en la imagen como recurso estilístico. Este procedimiento permite el desdoblamiento del personaje bajo paridades oposicionales que lo enriquecen sígnicamente: Itzik también pensó que cada actor debía ser acompañado de tres extras. Uno sería su doble y los otros dos representarían al personaje cuando era un niño, y cuando era ya un anciano. En vez de que un actor dijera “A mul is guebein” ”, sus extras encarnarían esos recuerdos, sin tener que marchar al pasado. “Usted sabe, señor Feingold, que mir senen groise ligners”, le diría Itzik al director artístico. “Nos acordamos de lo que nos conviene. Si usted escutsa a mi hermano Natalio, parece que él es un pan de Dios, y szo el malvado. Nusn nunca va a LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 303 reconocer todo lo que me hizo sufrir porque se hace pasar por librepensador. Dice que siempre está dispuesto a defender las nobles causas. Pero vasza a pedirle un favor, y enseguida le agarra la sordera. Dice que es un efecto de las gotas contra la alergia. Bueno, eso no puede pasar en el teatro. Cada vez que un personaje haga algo malo, o ignore al hermano más necesitado y que como szo es realmente un pan de Dios, vendrán los extras a hacerle reproches. “Sugmir, Nusn ¿Quién te pidió favores? Tendrías que haberme dejado morir en la cámara de gases”. Le digo Nusn por inventar un nombre. Y no tiene por qué ser la cámara de gases donde hasza que morir. Hay mutsos lugares bastante más apropiados”. Y así se produciría la catarsis. Pero la representación está plagada de contradicciones porque el arte apunta hacia la desgracia: “Itzik se había anegado en la catarsis cuando todavía estaba en Polonia, y ya Feingold era su principal promotor. El único compromiso del Nuevo Teatro decía Feingold, era con la catarsis. El único deber del Nuevo Teatro era abolir el deux ex machina, e impedir que retornara la felicidad con la caída del telón. Lo único que debía brindar el teatro era un montón de desgracias, para que a la gente se le secaran las lágrimas de tanto llorar”. De por sí, las actuaciones redundarán en el conflicto y la confrontación entre los diversos “yoes” que genera el desdoblamiento o multiplicidad de identidades entre personajes, “en ese sentido, la idea de ponerle tres extras a cada personaje aumentaría la tensión en el escenario. Cada vez que un personaje intentase ser mejor de lo que era, allí surgiría el extra acusándolo de mentiroso. Sería una lucha de conciencias que muchas veces podría culminar en una matanza. Eso también ayudaría a la catarsis de los espectadores”. Indudablemente esta novela tiene una profunda base filosofal de la narrativa de Szichman y su relación actancial: Otro proyecto que tenía Itzik era el de cambio de conciencias. Había descubierto que en las obras de teatro los personajes 304 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN entraban y salían con la misma conciencia. Y al rato, esos personajes comenzaban a aburrirlo. Pero ¿qué ocurría si además de llevar tres extras que lo criticaran, cada personaje se aparecía con tres conciencias distintas? Cada conciencia podría ser representada con una máscara. Un actor aparecía con una máscara en el primer acto, con otra en el segundo acto y con otra en el tercero. En el primer acto, un militar aparecía con la conciencia de un militar. Pero ya en el segundo, el militar volvía a la infancia y cambiaba su conciencia por la de un id. Y en el tercero, se convertía en un viejo que defendía la libertad de cultos. Y de la misma manera en que un personaje estaba en condiciones de cambiar de conciencia, podía prestarse enfermedades, casas, hijos, parientes y reconstruir sus vidas de manera constante. Dentro de esta novela se cuenta el origen de los personajes de la otra novela integrante de esta zaga; personajes que giran en torno a la familia Pechof. Por ejemplo, aquí están las explicaciones sobre el personaje Itzik, quien: Durante sus dos años de internación Itzik había estudiado diferentes formas de ultraje que pensaba usar con su familia una vez lo diesen de alta. Esos ultrajes se originaban en distintas comunidades europeas, pues la población flotante del nosocomio atraía toda clase de resentidos. Aunque entre los pacientes había varios paisanos rencorosos que arrastraban su inquina desde Polonia, Rusia, y otras naciones de Europa Oriental, la mayoría de los resentidos procedían de Italia y de España, naciones con serios problemas regionales que agudizaban en sus habitantes el deseo de odiar al vecino y echarle elaboradas maldiciones. Itzik se entrena en medio de resentidos que “Cuando en medio de los juramentos de desquite los judíos del hospital se ponían melancólicos, desenfundaban sus violines y desgranaban melodías que partían el alma y anudaban sus gargantas”. Allí el origen de la familia atenta contra su LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 305 abolengo, o más bien, viven dentro de la imposibilidad87 del abolengo y toda la instrumentalidad textual se acerca hacia el alejamiento de las posibilidades, tal es el caso del violín que sirve de contrapunto a la ironía, cuando Itzik trata de comprar un violín para hacerle la vida imposible a sus hermanos y es confundido con un agente del gobierno para combatir “el agio y la especulación”. Por ello está prohibido acaparar violines, es decir, los instrumentos de la ironía; tal es el caso cuando retiran el violín de la vidriera del prestamista: “El comerciante salió a la calle, observó la vidriera, y comenzó a sentir vahídos. Era cierto: la ausencia del violín había dejado un gigantesco hueco en la vidriera. Cualquier inspector de Impositiva se daría cuenta que había gato encerrado. ¿Cómo era posible que un violín tan chico dejase un hueco tan grande?” Así comienza el juego de acomodar y desacomodar la vidriera en juego de apariencias para vencer el vacío y la infinitud que evidencia un juego de contradicciones: “vos vendés algo y aumentan las pérdidas”, bajo la aparición del engaño que conduce al camino de desatinos, pero que constituye un agente dinámico dentro de la generación de la trama textual: Jaime Pechof se había instalado en la esquina de Corrientes y Rodríguez Peña para ofrecer sus camisas de poplín importado a un precio que, como decía en un cartel instalado junto a las camisas, “Ni regalado”. Las cajas exhibían el logotipo de un lord inglés que tenía incrustado un monóculo en el ojo izquierdo. En el centro de la caja había una ventana de mica por la cual asomaba un fragmento de camisa. Jaime aseguraba haber recibido las camisas de buena fe. Las camisas constaban apenas de un cuello, dos puños, y un pañuelito con un botón que hacía de pechera y que asomaba por la ventana de mica. Ahí se acababa la tela. 87 La referencialidad gira en torno a la imposibilidad de alcanzar lo anhelado y pretendido; así que cuando Itzik decide hablar con el director de teatro para contarle sus proyectos, este le cuenta sus planes para suicidarse. 306 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Por lo que debe moverse constantemente para que los ‘clientes’ insatisfechos no lo encuentren. Continúa la danza de cuerpos deformes o mutilados que se hacen prolongación de las camisas ofrecidas por Jaime: Pero ese día, excepto por algunos miembros de civil de la Policía Federal que trataban de descubrir agiotistas, todos los ojos estaban concentrados en la niña –o mujer, era imposible de discernir su edad– que carecía de sus miembros superiores. La niña-mujer estaba sentada en un banco de madera, a unos veinte metros de Jaime y sonreía como un ángel, mientras movía los pies para realizar diferentes tareas. Cosía, bordaba, se abanicaba, barajaba los naipes, escribía con el pie izquierdo, y leía sosteniendo un libro entre dos dedos del pie derecho, mientras pasaba las hojas con el dedo gordo. Además, ejecutaba mazurcas en el violín. Ese cuerpo mutilado se convierte en contraste e ironización que centra la atención de todos bajo el deslumbramiento de la anormalidad que rompe con la cotidianidad que subvierte los valores patrios al ridiculizarlos bajo un sainete cívico-militar que recrea situaciones históricas, como es el caso de las islas Malvinas y el repudio de los manuales escolares de la antipatria. Donde la actividad buhoneril se transforma en acto de reafirmación nacional88 con minuto de silencio incluido, y allí confluye lo patrio y lo místico para enlazar la historia y tradición que intenta ser interpretada en la oración de mayo: “–San Martín, Moreno, Belgrano, Rivadavia, padres ilustres de la República Argentina que moráis en las regiones excelsas de la inmortalidad en la historia; fundadores de la libertad y de la independencia de la patria, ¡glorificada sea vuestra memoria por las presentes y futuras generaciones!” Y en medio de ese teatro callejero, Jaime encuentra a 88 Durante toda la novela el sentido ‘de lo nacional’ es ironizado, en momentos se mide por los sentidos nacionalistas hacia la frescola que no llega a competir contra la otra bebida. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 307 Itzik –la niña de sus ojos-; los dos personajes se encuentran en el teatro urbano de la ironía que por un lado desacraliza el ideal nacionalista, y por el otro, señala descarnadamente el destino de los personajes; mientras que la felicidad está alrededor de “los cojinetes de bolilla”. Y el diálogo entre los hermanos se convierte en confesión de actividades truculentas por parte de Jaime, que precisamente es encontrado por un ‘cliente’ en ese preciso momento, que se convierte en tensa escena de contrapunteo verbal que exacerba por la calma del cliente que lleva a Jaime a la comisaría. Esta novela sigue la rutina narrativa de los taxistas como personajes de profunda relevancia dentro del texto, al igual que el comercio de instrumentos musicales –armónicas, violines-. Los comerciantes anotan sus operaciones de consignación con tinta invisible, mientras los manuales escolares contienen la historia patria a conveniencia: –La mención de esa nefasta derrota sólo daña la mente de nuestra juventud– comentó mientras asomaba la cabeza por la puerta para ver si había moros en la costa. –Imagínese, hasta ese momento el general San Martín iba invicto, y de repente, Cancha Rayada. Todavía hoy no lo puedo creer. Para mí que fue la sinarquía internacional. Por cierto, en la nueva versión tampoco mencionan Vilcapugio, aunque le dedican un capítulo entero a Ayohuma. Natalio89 es el cuerpo enfermo de la familia quien somatiza todas las enfermedades posibles. Cuerpos que deambulan por la cotidianidad referidos por un sinfín de 89 Al mismo tiempo es quien trasvasa frases de sus cuentos a los reportajes y viceversa, he allí el tránsito de la realidad a la ficción como conjunción de espacios: “En todos los reportajes siempre había algún muerto y alguna familia transida de dolor. Una sola vez no pudo mencionar a una familia transida de dolor porque todos sus integrantes se habían envenenado con morrones y sólo los bolas tristes se envenenaban con morrones. En el reportaje Natalio tuvo que copiar las advertencias de las autoridades sanitarias, sin poder añadir una sola de sus frases”. 308 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN premoniciones: Tal vez podría visitar a Natalio y preguntarle “Sugmir, Nusn ¿Quién te pidió favores? Tendrías que haberme dejado morir en la cámara de gases”. Pero ¿qué ocurría si Natalio había quedado curtido con tantos reproches anteriores y había perdido todo interés en los tsures de Itzik? Tal vez algún vivaracho de la familia había enseñado a Natalio algún método para somatizar. Cuando no eran las hemorroides, era la hernia. Cada parte del organismo de Natalio se había convertido en foco de alguna excrecencia. Un día podría terminar armado de un caparazón donde le resbalaran los resquemores. Algo tenía que hacer Itzik para evitar que Natalio terminara blindado contra la desdicha ajena. Porque sabía lo que vendría luego: su hermano intentaría ser feliz. Ya habían mencionado en la sinagoga algunos casos similares. Generalmente, esos seres ansiosos de ser felices terminaban casados con mujeres que podían ser sus nietas. Y procreaban hijos que podían ser sus biznietos. Y a todos, para dárselas de modernos, les daban el nombre de Gabriel. Y ni con una cirugía estética era posible borrarles la sonrisa. Muchos inclusive negaban que los idn hubiesen sido esclavos en Egipto. Itzik no iba a permitir que Natalio sucumbiera al júbilo. Mientras Jaime en la comisaría, Itzik insiste en comprar el violín para atormentar a Natalio. Y dentro de un taxi aparece la figura apologética de la cotidianidad histórica argentina: ‘Carlos Gardel’, quien surge como héroe urbano, ícono viril que muere en un duelo dentro de un avión por el amor de una mujer: “Todos saben que nunca hubo un hombre tan viril. Nunca– dijo el taxista. – Sé de buena fuente que murió en un duelo en el avión donde iba a Medellín. Todo por el amor de una mujer. La bala de Gardel fue al pecho de su rival. La bala de su rival fue a la espalda del piloto. Y ahí el piloto perdió el control del avión y todos se hicieron moco”. Y el diálogo entre Itzik y el taxista sobre Gardel concluye cuando lo echan del taxi frente a la casa de empeños, lo que hace consentir aún más al dueño del establecimiento que Itzik es agente de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 309 la impositiva y tenía la categoría B. Además que la figura de Gardel es disminuida por el tamaño de su virilidad que sobrevivió al incendio porque el personaje usaba ropa interior como ladrillos refractarios: “–Bueno, no quiero difamar al bronce que sonríe, pero parece que lo tenía del tamaño de un vermicheli”. El interior de la casa de empeños semeja un museo donde los objetos parecieran cobrar vida, representar a sus dueños que los han dejado allí: La arqueología de las cosas prendadas parecía acechar en los rincones. Una dentadura sonreía dentro de un vaso de vidrio. Relojes de pie sin las agujas se alineaban a lo largo de una pared. En una vitrina había papagayos y gatos embalsamados. En otra, instrumentos de cirujano, facones y látigos de siete colas. Itzik alzó la vista y observó numerosos estantes cubiertos de cajas de cartón o de madera. Esta confusión hace que a Itzik lo forren de dinero en su intento por documentar el soborno y librarse de él. Mientras que la cárcel no redime a Jaime sino que lo hace reflexionar sobre el mejoramiento de la técnica para vender camisas, y de allí surge una interesante analogía entre los fragmentos y las reliquias de esas partes extraídas de los cuerpos sublimes y gloriosos: Por qué no convertir esas camisas truncadas en reliquias? pensó Jaime. Podría ir a una unidad básica y entregar la pechera de una camisa, a la que rociaría con algunas gotas de sangre de pollo, señalando que esa pechera pertenecía a un mártir de la causa. La primera pechera sería entregada como regalo. Las otras podría ofrecerlas a buen precio. Cada unidad básica competiría con la adyacente para tener su propia reliquia. Idea que entra en contradicción histórica con los descamisados, lo que hace que intervenga en la unidad básica de su barrio –aunque parezca estar en un calvario- y proponer 310 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN vestir a los descamisados, de allí que vestirlos con las camisas que no son camisas sino su alusión: “Jaime había pensado mucho tiempo en resolver la paradoja y había arribado a una solución: crear una camisa mágica que pudiera vestir a los descamisados. Debía tener el aspecto de una camisa, pero no podía ser una camisa. Debía proteger el pecho del descamisado, pero no ocultarlo. Y cada una de sus partes debía ser como una reliquia”. Por lo tanto, la reunión política se convierte en un salón de diseño de camisas al transmitirle Jaime a un adolescente los bocetos de las camisas para los descamisados, que ya no será para ellos, sino una posible línea deportiva o una camisa de explorador. Diseños que van cambiando acorde al color o al agregar uno que otro elemento, pero siempre conservando la intención original de rendir tributo a los descamisados: “Jaime dijo que su intención era crear dos camisas: la del descamisado primaveral y la del descamisado veraniego; la primera de manga larga, la segunda de manga corta. Eran las únicas camisas que podían transparentar su verdadero propósito, señaló Jaime concluyendo su intervención. Lo emocionó sentir palmadas en la espalda”. Además que el jefe de la unidad de barrio es el ‘agionista de las balizas’ que es un explotador y acaparador encubierto, donde todos los intereses personales se encubren bajo supuestas causas nobles o frases/testimonios de personajes históricos que destacan el espíritu altruista: “–Le aseguro que no lo hago por fines de lucro– le dijo Jaime. –Es mi pequeño aporte a la causa. Sólo acato las enseñanzas de su santidad León Trece quien en más de una ocasión mencionó la necesidad de obtener modicorum gananciarum situatum quasi nivelum perdidorum”. Y de allí la idea de Jaime se diversifica en números y modelos; la idea absurda y descabellada se hace realidad textual al encontrar eco en los personajes que en la inmediatez ejercen algún poder. Obviamente, en ese pequeño espacio de poder Jaime tiene que vender su idea por cien pesos y ante la insistencia del jefe de la unidad, quien se convierte en financista y ejecutor LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 311 de la idea comercial: “No se imagina los trámites que va a tener que hacer para conseguir una licencia. Por cierto, lo primero que le van a pedir es un certificado de buena conducta. Ya sé que usted es un honesto ciudadano, pero inclusive los honestos ciudadanos deben a veces purgar condenas por delitos que no cometieron”. De esta manera las peripecias de sobrevivencia de los personajes están rodeadas por el marco histórico representado por la figura de Evita Perón, quien con insistida referencia es mencionada por los periodistas mientras diagraman la noticia de su muerte que no llega; muerte que es al unísono, espectáculo y caricaturización del momento histórico. De por sí, la muerte como espectáculo es el acontecimiento que otorga posicionamiento social, no solo a la moribunda, sino a quienes la rodean, quienes posan para el encuadre perfecto de la imagen. Y en estos momentos, como en la novela La región vacía, las fotos o su ordenamiento como mazos de cartas en juego de solitario, evidencian la unidad de la historia y el azar como formas para recomponer nuevas situaciones o acontecimientos: Bevilacqua fue agrupando las fotos como en un solitario, colocando al lado de mítines gigantescos, solo mensurables por los carteles garabateados y enarbolados flojamente, a políticos de largos mostachos y ponchito en el hombro, o con perfiles de pájaros y lentes a lo Harold Lloyd, o de caras cuadradas, con dientes largos y separados, que ahora estaban escondidos o exiliados y sin prensa pero igual anticipaban la precariedad de sus caras, proclives a alterarse por las canas, la gordura, el cambio de peinados y lentes. La historia aparecía indecisa en los momentos en que habían sido sacadas esas fotos, y cualquiera podía llegar a ser importante. Bevilacqua barajó mazos, armando gabinetes con peronistas y exiliados. Todos eran igualmente probables. Las imágenes están sujetas a la intervención o manipulación para que figure la historia desde otra perspectiva; 312 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la perspectiva narrativa-ficcional que permite cuestionarla bajo la sincronización del personaje referido dentro de la realidad simulada: La foto de Evita surgía entre esas figuras y carecía de dramatismo, a menos que se rodeara su cabeza con un círculo de tinta y se le colocara encima una flecha. Y esas escenas de gente que entraba y salía de la historia eran conjuradas algunas cuadras más allá por el primer plano de un tipo muerto dentro de un auto. La falta de referencias, el blanco y negro, la chatura, el silencio y el cuerpo inmovilizado, obligaban a recomponer los cuatro costados de la Plaza de Mayo, a explicar la tarde, la temperatura, la gente invisible que flanqueaba el cadáver, los tipos parapetados detrás de la Pirámide, los ecos de los disparos rebotando como en un frontón, los gritos, las corridas, y después del clic de la máquina, el agrandamiento de la sangre sobre la ropa del muerto, desvirtuando su limpia tranquilidad, acentuada por el pudor de la sonrisa, los ojos abiertos y la blandura de los gestos. Bevilacqua reemplazó al muerto con un montón de tipos gritones que tocaban bombos agigantados por el primer plano, para anunciar la irrupción en la historia de Perón y Evita. Puso encima a la pareja presidencial –Es del día de la transmisión del mando– le dijo a Natalio, y el estruendo cesó. Los cuerpos desnudos y la cadencia exaltante del bombo fueron puestos en sordina gracias a las recepciones lujosas, los tés, los actos de beneficencia y las visitas a hospitales para acariciar pibes. Así como los montadores de documentales, los periodistas tienen la posibilidad de dar marcha atrás de la historia y justificar el ingreso o la salida de los personajes de la escena histórica, porque ellos tienen la facultad de adicionar diálogos90 o descripciones que modifican el curso histórico. Lo que otorga a la palabra la posibilidad de movilizar la historia 90 Asimismo los diálogos se hacen contrapunteo paralelo con el intercambio de objetos en consignación. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 313 hacia otros derroteros, donde palabras y colores sepia otorgan nuevos revestimientos a los acontecimientos: Y luego Evita aparecía detenida en un tiempo tecnicolor reimpreso en sepia. El brillo empalagoso de las revistas femeninas la había despojado de toda agresividad. Como telón de fondo había reproducciones de cuadros famosos que previamente habían adornado latas de sardina. Otra Evita más joven aparecía aterrada por las convencionales preguntas de un periodista. En el reportaje Evita confeccionaba frases con la laboriosa concentración de un turista que amontona las palabras dispersas de un diccionario para pedir comida o preguntar por el baño. Además que las fotografías se convierten en caricaturas91 del personaje, quien queda a merced del ‘acomodador’ de imágenes para que este elija o escoja los mejores ángulos: Las fotos de periódicos eran implacables. Los estallidos de magnesio sorprendían a Evita con los ojos cerrados, la boca torcida o la sonrisa alelada. Desconocía aún la técnica para verse en las fotos igual que en un espejo, o transformar sus gestos bocetados en modales definitivos. Y de pronto, Bevilacqua hizo surgir a la Evita actual, arrasada por una enfermedad que llenaba sus redondeces de aristas y transformaba los vestidos brillantes y largos en oscuros trajes sastres o en polleras y pulóveres que contenían un cuerpo deteriorado por el cáncer, desconcertado por la soledad. La figura antaño apacible de Evita se tendía ahora hacia adelante, con el brazo estirado y el puño enfurecido, como el Lenin de los afiches de Moore. 91 En la obra de Szichman la caricaturización de los personajes es procedimiento estético como forma de encubrimiento de su propia historia para tratar de evitar su prefiguración trágica; elemento que podemos ver reflejada en la siguiente circunstancia dentro de la novela en estudio: “Berele le contó la historia al montador evitando las consecuencias, y de esa manera el zeide aparecía como un personaje de dibujos animados que se llena de chichones en un cuadro y reconquista su cuerpo sano en el siguiente”. 314 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Lo epistolar junto a las fotografías son formas de mostrar cómo se pueden juntar los fragmentos de la memoria y presentarlos dentro del decurso histórico: El zeide escribió cartas a los parientes que tenían en Volynin manipulando sucesos envejecidos y distancias, desafiando así el tiempo rígido que deshojaba el almanaque”, decía otra parte del proyecto. “El zeide se quejaba de achaques curados, preguntaba por la salud de familiares asesinados, se condolía de muertos antiguos, y volvía a reunir en fotos de casamientos a familias mutiladas por la guerra, dejando huecos en los cuadros, como las manchas blancas en las paredes cuando descuelgan marcos. Pero a pesar que tienen la oportunidad de reordenar la historia surge la mutilación como forma expedita dentro de ese reensamblaje histórico-narrativo: “-Y se pueden usar fotos de casamiento. Y para mostrar que las familias fueron mutiladas por la guerra, podemos ir recortando las fotos, que empiezan a caer como hojas de almanaque. Así mostramos el tiempo transcurrido. Y también podemos dejar cuadros sin fotos. Hay un cierto simbolismo”. Mientras que la página en blanco, la imagen en blanco simbolizan la ausencia de lo añorado, el espacio en espera para ser llenado de significaciones; el escenario para poner en circulación los actores que representan vidas y frustraciones. El papel en blanco que a través de los trazos de tinta delinea y anima situaciones: Berele recordó lo que su padre le había contado de la infancia de sus tíos. Jaime escribía con letra redonda, pasaba el secante al terminar cada palabra, limpiaba la lapicera en un pañito oscuro, y se ponía la lengua entre los dientes para mostrar su prolijidad y dedicación. El resto había seguido ese molde marcado por la dureza artificial del guardapolvo almidonado y por la mácula de la tinta, que causaba catástrofes en los cuadernos Laprida. La tinta ayudaba a separar a los niños prolijos de los desprolijos. La limpieza y la caligrafía eran más importantes que entender una lección. En realidad, a los LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 315 maestros sólo les interesaba que los alumnos memorizaran. Las correcciones y tachaduras en los cuadernos eran delitos de lesa patria y no se podían arrancar las hojas, pues delataban la necesidad de borrar las huellas de la infamia, ya fuese un manchón, o una tachadura. Y los cuadernos con espiral, que permitían arrancar una hoja maculada, figuraban al tope del índex, junto con los guardapolvos que carecían de plegados o de almidón. Crean personajes a partir de modelos inanimados – de muñecas- tal es el caso de Rifque, la hija de Dora que en la segunda novela es cadáver insepulto que genera la matriz accional; “una hija intercambiable, llamada Rifque”, leyó el montador. “Para eso usaron una muñeca de trapo que tenía dos círculos de colorete en las mejillas, y los pies blandos y chuecos”. Y esa Rifque se va transformando hasta que “diez años después Dora confeccionó otra Rifque con un padre bohemio que solía vestir un piyama marrón a rayas blancas, y mostraba una sonrisa perfumada y llena de tics”. Mientras que: La Rifque de Salmen será la amante de Natalio. Cuando Natalio sea profesor adjunto de filosofía, ella lo irá a esperar todos los días en la puerta del colegio, con la boina en la cabeza y el delantal arrollado en el brazo. Tendrá modales de chiquilina, y las manos manchadas de tinta. En las fiestas le hará escenas a Natalio, cuando lo sorprenda bailando con Berta. Se suicidará en 1953 en Mar del Plata tirándose debajo de un tren, luego de una fuerte discusión con Natalio, que no querrá separarse de Berta. La autopsia indicará un embarazo de cuatro meses. En el diario de Natalio habrá una foto de Rifque tomada por un fotógrafo de la policía. Sus dientes rotos apretarán una cruz, y parecerá sonreír ferozmente pues le faltará el labio superior. Los ojos estarán cosidos. Los personajes son intercambiables en los determinados oficios que le son delegados en la narración, lo que nos corrobora la visión que las dos novelas otorgan al ‘ensamblar’ 316 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN los personajes como si fueran muñecos: Dora tendrá rostros y modales de humillación, de dominio, de seducción y de desamparo para sus oficios e intrigas, y desfigurará su cuerpo para que coincida con los decorados por donde transite. Cuando trabaje de oficinista, tendrá una mancha marrón en el mentón, una naricita respingada, una voz finita y un lenguaje de solterona cursi y sentimental. Cuando sea regenta en un prostíbulo llevará el cabello estirado hacia atrás, sus perfumes tendrán olor a polvo facial y su voz adquirirá acentos del arrabal. El oficio de profesora de música en un colegio judío le ayudará a recolectar una herencia familiar. En su indumentaria se entrechocarán las pulseras. Tendrá dos marcas de vacuna en sus brazos, sus pechos serán abultados, mantendrá el pelo desarreglado con la ayuda de horquillas puestas a la disparada y sus polleras siempre estarán trabadas con alfileres de gancho. Y en la expresión siguiente aparece confirmada nuestra apreciación: Cada profesión irá moldeando su cuerpo y al mismo tiempo frustrará sus anhelos. Su cara cuadrada, sus dientes torcidos y amarillos, estarán acompañados por mejillas mal afeitadas y anteojos de marco grueso, concertando una figura a medio camino entre el intelectual despótico y el político socialista. Pero todo quedará desmentido por sus piernas cortas, por sus caderas anchas y por su calvicie, en una época en que la militancia socialista exigirá pobladas cabelleras blancas y un amplio mechón en la frente, como los socialistas Aneurin Bevan en Inglaterra, o Américo Ghioldi en la Argentina. Natalio siempre intentará quedar bien con sus parientes ricos, que inventarán fórmulas de cortesía y desdén para avergonzarlo y mantenerlo a distancia. Aunque se refiere específicamente a Natalio, retrata perfectamente el modus operandi con todos los personajes que aspiran en medio de sus ideales, pero el pasado se atraviesa LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 317 como premonición y los arrastrará hacia el destino narrativo prefigurado. Aprenden a vivir fingiendo enfermedades- “profesionales de los achaques”, como Itzik, un enano al que solo le crece su virilidad para hacerlo el “favorito de mujeres ansiosas por experimentar sensaciones indecibles.” Itzik es el hacedor de la Comparsa de parientes marginados con los que compartirá la caridad de los judíos ricos, los oficios de vendedor a domicilio, sastre y acomodador; sobretodos grises y bufandas marrones, y departamentos de un solo ambiente recubiertos por fachadas de granito lavado y tapiadas con verjas de hierro forjado, que elegirá por Mataderos, Avellaneda, Tablada o Berisso, zonas caracterizadas con un olor peculiar a cuerpos en diferentes estados de descomposición. Situación tan particular que dota a la familia de los Pechof de “esa parentela acaudillada por Itzik será como la claque en teatros de mala muerte, dotada de una amargura agresiva que no vendrá atenuada por el pudor ni barnizada de gestos amables”. Y pudiera pensarse en la manipulación narrativa que lleva inexorablemente a los personajes a su destino a través de los desatinos y habitar lugares periféricos, lo que les da esa movilidad como seres fronterizos que deambulan intentando ser readmitidos en la historia que los expurga a cada rato. Así Itzik intenta rentar un cuarto decente92 y lo conducen a una verdadera pocilga maloliente. Y el personaje se acomoda tranquilamente a aquel lugar donde puede observar la casa de empeños. Situación a la que sobrevive por su dualidad entre hombre/niño, tal es el caso de sus pantalones cortos. De allí que hospedarse en la pensión es delegar de responsabilidad por la muerte del pensionista a los dueños, bajo los condicionamientos 92 La habitación asignada a Itzik alegoriza un sepulcro para varios pensionistas, antes de alquilárselo lo desinfectan para quitarle el olor que oculta algo. 318 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en cuanto al comportamiento y régimen de visitas: Las horas de desayuno eran entre las seis y las nueve de la mañana, y la cena entre las ocho y las diez de la noche. La pensión podía variar el menú de acuerdo a los diferentes productos de estación, pero entre los alimentos que no aceptaban sustitutos figuraban las galletas marineras, mucho más nutritivas que el pan, y la polenta con pajaritos. No se permitía a los hombres el uso de camisetas o shorts en los meses más caliginosos del año. Las braguetas debían estar siempre abrochadas en sus ojales correspondientes. Las mujeres no se podían aparecer en batas parcialmente abiertas, o en camisón transparente. Nadie podía lucir ropas de payaso. Antes de cada colación, el dueño recitaría una plegaria, y si alguno de los asistentes era un “agnóstico que no comulga con nuestros cristianos principios”, según indicaba el juramento del pensionista, podía abandonar el salón comedor en el curso de la ceremonia religiosa y dirigirse a suplicar a una pequeña capilla. El dueño de la pensión se reservaba el derecho de vedar la observancia de prácticas políticas que no coincidieran con el estilo grecorromano de vida. También estaba prohibido blasfemar y escupir en el suelo. El que escupía en el suelo era un maleducado. Esa cotidianidad normada de la pensión está circunscrita a los acontecimientos históricos que en la historia textual son transformados en el eco producido por las palabras pronunciadas por Evita Perón cuando es aclamada para la vicepresidencia: –Es una terrible decisión para mí, mí, mí. Denme cuatro días ías, ías, para decidirme, irme, irme. Sólo les pido ido, ido, cuatro días, ías, ías. –Ahora. Ahora. A-ho-ra. A-ho-ra, claman personas arrimadas al balcón de la Casa de Gobierno, mientras desde el fondo aumenta el grito de E-VI-TA. E-VI-TA. Nótese que la intervención de Evita es una despedida; LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 319 todos los sonidos expandidos en el eco evidencian el irse/ ido, y en medio de esa circunstancialidad fónica-histórica, el personaje que recubre la historia textual se reconoce como fantasma: “Ella repasa su cuerpo, divide sus dolores por parcelas, se siente frágil, como apuntalada por un esqueleto de alambre”. Y desde la cinematografía y dialéctica del documental periodístico la historia se congela y diluye entre chiflidos de la audiencia: Pero esa lluvia que corroe las películas del cine mudo se come el tiempo normal, hace correr la escena a los trancos, y después de algunos fogonazos han pasado varios meses. Evita resurge en la horizontalidad de una cama, con el rostro consumiéndose por la adición de placas sucesivas de material transparente en el que vienen pintados óvalos de su cara cada vez más reducidos, arrugas para las mejillas y la boca, pinceladas de canas. La película se traba, se detiene con un ruido de púa desplazada sobre un disco, y sobre el rostro inmovilizado se agranda una mancha sepia que se come el celuloide. Mientras encienden las luces de la sala, la gente empieza con los chiflidos. (Tal vez por un error de rebobinado, la imagen siguiente es la de Dora apretando entre sus brazos a Jaime). Las escenas son susceptibles de transposiciones tal y como ocurre con los planos narrativos que son una constante transposición de personajes y acontecimientos. Y los personajes en su caracterización van comprendiendo su rol dentro de la historia textual, lo que podemos destacar como conciencia actancial que otorga una singularidad importante dentro del rol desempeñado por los personajes, porque allí la perspectiva sensible se hace imponderable: “Itzik le explicó al hombre que toda la vida había soñado con ser director de una compañía teatral. Lo apasionaban las tragedias. Y aunque poseía una pasable vena cómica, prefería algo funesto”. En el montaje del documental hay un exacerbado interés por insertar a la familia Pechof a la historia universal que soporta 320 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la llegada a América de los europeos y su consecuencialidad que linda entre la historia y la ficción. Oportunidad textual que posibilita diferentes escenarios históricos: América, tiempos bíblicos del Arca de Noé, que en esta oportunidad no lleva animales, sino que “El barco se parece al arca de Noé. Sobre el casco va un galpón con techo de zinc a dos aguas. El barco está lleno de personajes de sainete. Va la costurerita que dio el mal paso, el turco mercachifle, el gallego del almacén, el ruso prestamista, Juan Moreira, el doctor del comité conservador”. Y en adaptación narrativa, los personajes del sainete son los resguardados para repoblar la tierra luego del diluvio que intentará borrar los pecados del mundo desacompasado de la voluntad y armonía divina. Al llegar los Pechof de inmigrantes estalla la crisis familiar, Salmen se separa y decide buscar trabajo, cambiar los patrones de la familia, por lo que comienza a adecuar el lenguaje bajo sus propias formas: “A partir de ese momento, su conversación se limitó estrictamente a cuatro temas: los problemas con los obreros de sus futuros edificios en construcción, el desencanto de mucha gente con el paraíso comunista, los problemas que le causaría su hija, y la hostilidad de sus hermanos por negarse a ser conducidos por la buena senda trabajando bajo sus órdenes a cambio de aceptar salarios de hambre”. Y en este sentido ocurre algo interesante en el discurso de la novela, porque se cuenta toda la vida de Salmen en futuro, resumiendo la acción del personaje que intenta superar el karma o estigma de los Pechof, pero irremediablemente sucumbe en él como forma oracular que se cumple inexorablemente: Nunca advertiría el derrumbe total de la casa y seguiría desfilando por las habitaciones contemplando con ojos fastidiados y redondos algún cuadro torcido sepultado en un lugar polvoriento, junto con lámparas de filamentos quemados, juegos incompletos de lotería y de bingo, y cuadernos de escuela primaria con la tinta desleída, quejándose de manera constante de los gastos causados por las luces encendidas en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 321 cuartos dónde sólo persistirían los filamentos de los cables. La novela tiene un referente histórico que está demarcado por el descubrimiento de nuevas tierras por los Pechof; los inmigrantes –que como los europeos en América- descubren un nuevo mundo, y allí todo el discurso accional se orienta hacia la creación de nuevos espacios de significación: El carro de los Pechof enfilaba para Lobos trazando su rumbo con una flecha roja que se extendía por guiones. Iba por caminos de tierra bamboleantes, con la lentitud que impregna el tiempo de los viajes en las vacaciones y en los lugares nuevos. La falta de rutina agrandaba la distancia y había que pasar la película en cámara lenta, porque era la época del descubrimiento, del asombro, de la sorpresa, del peligro, de la hostilidad, de lo que se esconde detrás del horizonte. Y como marchaban por una llanura, nada se escondía detrás del horizonte. No había una sola irregularidad en el terreno que pudiese sacudir la monotonía del paisaje. De allí surge la posibilidad de adecuarse a nuevos espacios y escribir la historia refundada en sus sueños e ilusiones; Los Pechof viajaron primero hacia el desierto amarillo y reconstruyeron el rompecabezas de un pasado del que querían adueñarse para liquidar el desarraigo, acatando una historia ajena, llena de narraciones imposibles de entender. Los héroes restringían su tamaño cuando terminaba la guerra de la independencia, se dejaban crecer el pelo, y se convertían en caudillos sedientos de sangre. Los ejércitos libertadores que habían combinado sus banderas en la lucha contra el godo, recogían sus trofeos y sus muertos, y se iban a sus países a formar montoneras anárquicas. La gloria era reemplazada por la ambición; el renunciamiento por apetitos inconfesables. A partir de esta imaginaria familia de inmigrantes el discurso narrativo se distiende entre lo épico, lo normativo y lo telúrico como formas de posicionamiento textual del tránsito 322 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN entre lo rural y lo urbano. Donde la ciudad sigue soñada a manera y razón de esperanza de realización; cuando en realidad es el laberinto dentro del cual se extravían los hombres; y los sueños son acuchillados por la realidad inmisericorde que: “consideraban las faenas rurales sólo apropiadas para seres del interior del país cuya cabellera crecía a partir de las cejas”. Y de esta manera nunca dejarán de ser inmigrantes que se mueven en la frontera donde el constructo ficcional se hace realidad taxativa que vindica la certeza literaria como la imposibilidad recurrente dentro de la historia textual. En esta novela hay un profundo nexo con lo telúrico, a la ambivalencia entre lo rural y lo urbano; espacios donde Jaime se siente devorado por la ‘máquina del tiempo’. Los personajes –como Itzik- cambian diametralmente cuando se ubican entre estas posicionalidades, son dobles las versiones ‘pajueranas’ como espacios que se comparten pero nunca llegan a ser lugares para el encuentro: Estuvo dos semanas en un hospital, ignorando que el Itzik urbano estaba alojado en otra sala, y de ahí lo trasladaron a un centro de rehabilitación, donde un psiquiatra empezó a visitarlo dos veces por semana. Cuando lo dieron de alta, entró en una pizzería de Once, pidió permiso para ir al baño y en el baño quitó otra lámpara de un nicho que había encima de la pileta, volvió a quemarse los dedos al desenroscarla, y esta vez no falló, pues usó la rosca filosa de la lámpara para abrirse las venas. Espacio ficcional que pareciera mantenerse inalterable frente a la evolución del presente narrativo donde las ilusiones son tránsitos que se buscan desmesuradamente: Itzik acompañaba a Natalio en sus sueños poéticos, porque tampoco hacía nada. Se pasaba la mayor parte del tiempo en la cama, aquejado de tos perruna, o sino colgado del techo. Y Jaime, otro romántico, se las arreglaba para hacer cosas livianitas como cuidar la comida, y de paso mojar el pan en el yarcoie, o alimentar a las gallinas. Pero sus sueños eran LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 323 de grandeza. Quería crear una familia donde todos fuesen menores de edad. Él se llamaría El Nene Javier, a su esposa la llamarían La Nena, y a su único hijo, el Niño. En el espacio ficcional que rige el referente histórico dentro de la trama textual, el mundo personal se impone a la referencia colectiva, la perspectiva íntima muestra profunda supremacía sobre el discurso político convertido en pantomima frente al complejo enmascaramiento de los integrantes de la familia Pechof. Puesto que las grandes ideas y descubrimientos de los dotes de los personajes, ocurren en lugares de la periferia –lupanares, burdeles- donde lo erótico, o más bien, el cuerpo deseante puesto de manifiesto, es el gran escenario enunciativo que convalida las contradicciones. Son los remansos frente a la vorágine política, cuestión que invierte los extremos de la socorrida teoría de civilización y barbarie. Los lugares de la periferia, los no-lugares, son el centro de la ficción que arrastra el referente histórico hacia la certeza literaria, y en esos espacios, irremediablemente, los giros narrativos concurren a la aparición del personaje predestinado y los instantes felices dan paso a los tormentosos estados impulsados por el licor que hace revelar la verdadera identidad que borra máscaras y atropella realidades: Todos brindaron por la patria, por las instituciones y por la Nueva Argentina. Pero a Jaime nunca le caían bien los cócteles o las bebidas mezcladas. Especialmente la sangría. Y la sangría que estaban usando en los brindis tenía altas raciones de ananá fermentado. Eso hizo que el amable y obsecuente Jaime cediera el lugar al Jaime agresivo. Su barbilla volvió a llenarse de granitos, su rostro adquirió un tono violáceo y el cambio de personalidad sorprendió al resto de sus invitados. Primero, asumió los modales del Primer Descamisado y preguntó a la concurrencia si alguna vez habían visto un dólar. Luego contó los últimos chistes de Perón y de Aloé, algunos provenientes directamente de las usinas de rumores alimentadas por Jotacé. Reservó para el final el anuncio de 324 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que el general era un químico que había transformado la plata en mierda y concluyó su exposición diciendo que se cagaba en todos ellos, del general hasta el último intendente del pueblo más mierdoso del conurbano bonaerense. En la anterior escena narrativa y bajo el reflejo de la dualidad actancial, el personaje Jaime encarna el comportamiento humano en base a los roles que las circunstancialidades les impongan: “En varias ocasiones Jaime se acercó a un espejo para arreglarse la corbata y observó con alternados sentimientos de miedo y de orgullo al Jaime chupamedias y al Jaime charlatán surgiendo de sus espaldas, imitando el humo de una pava y condensándose brevemente en el aire”. Aquí el espejo es el gran revelador de las realidades, al mismo momento que es el detentador de la ficción instrumentalizada en el discurso narrativo: A las cinco horas quince minutos de haber ingresado a la Fundación, cuando ya estaba harto de espiar en el espejo su lucha interior, de odiar su achanchada figura y de acomodarse los pantalones para poder meterse adentro los faldones de su camisa, Jaime se hundió el sombrero hasta las orejas, y asumiendo el cantito pajuerano y la voz de mandón con que amedrentaba a los indios le dijo a la telefonista: –Mire, yo me voy. Dígale a la señora que ya me cansé del plantón. Quizá la novela toda es un gran espejo donde los personajes acuden a buscar explicaciones sobre su destino narrativo, porque existe una lectura dual; la del personaje y la del lector, lo que implica el establecimiento de elementos empáticos que permiten articular una importante dinamia narrativa. Y este eje simbólico creado por el personaje-lector es uno de los mayores aportes que hace Mario Szichman desde su obra. Personaje-lector que en principio representa la conciencia del escritor, pero a medida que se desarrolla la trama busca afanosamente respuestas que lo ayuden a posicionarse LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 325 entre la historia y la ficción. Y mediante este recurso estilístico, Szichman crea un complejo proceso de resignificación que hace posible la dinámica referencial; obviamente, permitiendo los giros narrativos que inducen dentro del laberinto temático un verdadero vía crucis: “Jaime entendió por fin el significado del vía crucis. El corredor por donde enfiló hacia la oficina de Dora parecía estirarse con cada paso que daba. En cada estación del vía crucis había puertas abiertas por las que se asomaban empleados y empleadas. Los empleados usaban albas camisas y corbatas negras. Las empleadas, blusas tableadas y polleras acampanadas”. Así se intenta adecentar la indecencia, llevar modales a los lugares orgiásticos que desafían normas y ponderaciones. He allí la eterna contradicción e imposibilidad que acompaña irremediablemente a los personajes que buscan afanosamente las fórmulas para vencer el desaliento y vencer temporalmente la derrota originaria que está enmarcada en el apellido como tatuaje indeleble. Y uno de los procedimientos concurrentes dentro de la narrativa de Mario Szichman es el enmascaramiento, tal y como sucede en esta novela y el adecentamiento del acto donde el hombre extrae clavos con sus posaderas: En el caso de Sebastián versus el clavo, Jaime se había concentrado en Sebastián, no en el clavo. Por lo tanto, el clavo debía pasar a primer lugar. Había que mostrar un clavo enorme, erecto, encima de una silla grande emplazada en el centro del escenario. Un hombre iba leyendo el diario distraído, buscaba un lugar donde sentarse, echaba una mirada a la silla grande y, sin pensarlo dos veces, se sentaba, de inmediato pegaría un brinco y un aullido. La audiencia lo celebraría. Luego, el hombre, indignado, se dirigiría al costado del escenario y traería a la rastra un carpintero, que llevaría consigo una caja de herramientas. El carpintero extraería distintas herramientas intentando sacar el clavo. Todos sus esfuerzos fracasarían. 326 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Finalmente, aparecería el Sebastián, otro distraído sumergido en su diario. Sebastián imitaría todos los gestos del hombre que se había sentado sobre el clavo. Y lo haría con gran lentitud, para mantener el suspenso. Finalmente, depositaría su humanidad en la silla, y continuaría leyendo el diario sin inmutarse. Al cabo de unos dos minutos plegaría el diario, se alzaría de la silla, y los espectadores podrían observar que del fundillo del pantalón sobresalía la parte posterior de un enorme clavo. Y el encubrimiento-adecentamiento se hace a partir de lo cómico, lo erótico y la espectacularidad que hacen del acto un evento formal y decente dentro de las esferas del prostíbulo El faro colorado. Aquí cohabita la interesante relación entre el caudillo político y su vinculación con los burdeles, lo que equipara los oficios dentro de la misma esfera desacralizadora y cuestionadora de valores fundamentados en las máscaras de la hipocresía que a través del fraude electoral ascienden al poder: En las dos horas que las urnas quedaron almacenadas en el depósito, Jaime y otros dos ayudantes del caudillo –él prefería llamarlos “mis colaboradores”– entraron al depósito, abrieron las urnas, fueron extrayendo los sobres, y los pusieron al trasluz. Todos los sobres en los que no se veía una raya negra, fueron guardados en una bolsa. Cuando contaron todos los sobres con boletas favorables al caudillo, añadieron a las urnas bastantes boletas electorales de los radicales para que la diferencia fuera suficiente, pero no excesiva. Y así el caudillo ganó un puesto como concejal, y Jaime consiguió otro aumento de sueldo. Pero en los espejismos de la realización y consolidación de los personajes responsables de la trama discursiva, ellos mismos tuercen sus destinos y recurrentemente regresan a los caminos de la utopía que definen su mundo íntimo: “Pero Jaime descubrió que si bien los aumentos de sueldo mejoraban su estándar de vida, nunca le permitirían convertirse en el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 327 Nene Javier, o tener una esposa a la que llamaría la Nena. Había que pegar el famoso braguetazo, y la única manera era a través de Dora, quien poco después de la rebelión de Jaime decidió abandonar el cascarón familiar y empezó a vivir en una pensión”. Entonces estamos en presencia de un acto de sublimidad por parte de los personajes que se inmolan en la realidad histórica para deambular en la ficción como acto heroico que los conecta a la universalidad histórica que al hacerse discurso permite moldearse en base y función de la trama ficcional, y así los amoríos del concejal y Dora prosperan en París, en la exposición de lo mejor de cada nación del orbe y se mostraría la presencia aborigen en Argentina: No fue difícil conseguir indios en un almacén de ramos generales propiedad del caudillo. Los indios trabajaban en el local como peones, menestrales, herreros, quincalleros y escardadores. Había inclusive un soplador de vidrio. Jaime tuvo que trasladarse a una de las escasas tolderías que todavía quedaban en la provincia de Buenos Aires, y comprar desde vinchas hasta trenzas postizas para ataviar a los indios. Pero varios de los objetos, como pipas de la paz, lanzas y aperos, no se los pudo llevar porque habían sido fabricados en Europa. La reescritura de la historia permite su deconstrucción a través de la ironización de los procesos culturales y su inautenticidad testimonial representada por los objetos ancestrales fabricados en Europa y su absorción por la finalidad económica que desplaza lo histórico: El romance de Dora y el caudillo se animó en París, floreció en Budapest y llegó a su culminación en Londres. Jaime fue confundido en Budapest por un pariente de los Saboya y en Londres por un príncipe ruso que viajaba de incógnito, gracias al frac y al abrigo de pieles que les había regalado el caudillo. El novelista argentino Manuel Gálvez lo recordó como el prototipo de la calavera pobre que “Bebía el champán que pagaban los otros, iba en los autos de los otros, y hasta recogía algunas migajas de amoríos de los otros. 328 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Bajo esta perspectiva el ingreso a la historia se hace a través del azar y el enmascaramiento, porque en la realidad textual es: Una familia cerrada y autosuficiente, arrinconada por un idioma desconocido, en el gueto de los gestos ridículos. El lenguaje de los argentinos, empastado de palabras en jerigonza, repleto de ademanes forzados que suplían palabras olvidadas, quedaba tergiversado por un libérrimo empleo de los tiempos verbales que hizo fallar a los Pechof en la predicción de tragedias del futuro que ya habían sucedido, y los obligó a lamentarse de cosas del pasado que aún permanecían inéditas, convirtiéndolos en profetas y desmemoriados capaces de presentir al general, y de ignorar a Yrigoyen. Los espacios donde se mueven los personajes –familia- son espacios perniciosos que apuntan hacia la descomposición y el sometimiento: “Y junto con el idioma, Salmen introdujo el aprendizaje de oficios que recluyeron a sus hermanos durante veinte años en talleres de sastrería, óptica y joyería, construidos por lo general en el frente de una casa contaminada por el olor de un lavadero de mondongo”. Porque todos los espacios se derrumban o se hacen lúgubres, así sucede con el comedor de la pensión donde vive Itzik y representan sus únicos momentos felices cuando juega a la lotería: “A Itzik le molestaba que los demás no compartieran su devoción por la lotería, que tuvieran otra vida fuera de la pensión y que hablaran con sus amigos sin mencionarlo”. Se confirma el ambiente paralelo y la realidad histórica que aborta a los Pechof, “ambiente de profunda melancolía93 y desesperanza”. Son las notaciones de momentos felices o la ilusión de la tierra prometida94 para el comienzo de nuevas 93 Itzik habita en la melancolía, es un ser de la melancolía que incomprendido busca la redención en el arte del teatro. 94 El tío Bebel es el único que puede ir a la tierra prometida, cuando muere, es llevado a Israel; regresa a la tierra prometida, mientras que en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 329 experiencias: Al principio, los Pechof no tenían recuerdos tristes y creían que en el nuevo país habían abolido la melancolía de un domingo en la tarde, las siestas de las que uno despertaba malhumorado, o los velorios de familiares muertos en progroms, sin las velas, sin las habitaciones prohibidas, o los deudos llorando en el suelo. Pero al poco tiempo descubrieron que las burlas, morisquetas y nombres deformados no podían disolverse en la nueva lengua, o sonriendo con indulgencia, tratando de no entender. La familia Pechof es paupérrima frente a las otras familias, sus hijos en desventaja con los demás: “Y esos goym sabían distribuir su veneno de manera equitativa, sin dejar de saludar a los zeides o de hacer un favorcito de vez en cuando. Nunca llegaban a la agresión directa contra los chicos. Sólo usaban una voz fastidiada para impedirles entrar a la casa a jugar con sus nenes. O si les franqueaban la entrada, era siempre y cuando se deslizaran sobre patines para no arruinar el parqué”. Y ese es el proyecto que escoge Berele para representar la familia, lo que significa y justifica la actuación de los la Argentina se quedan los exiliados y expulsados del paraíso. Y eso se evidencia en la escena del puerto: “Itzik viajó al puerto en colectivo. La lluvia lo dejó hecho una sopa. El barco era parecido al Titania y estaba iluminado con la tristeza de una estación de trenes suburbana. La luz que iluminaba las cabinas parecía alimentada con faroles Sol de Noche. Itzik pensó en esos bulbos de los faroles que el querosén hacía incandescentes y por alguna razón, quiso huir del puerto. Pero le resultó imposible. De repente fue atrapado en el torbellino de la despedida. Todos sus familiares corrían de un lado para otro contagiándose resfríos. La viuda del tío Bebel sufría de incontinencia, y mientras se llevaba de recuerdo las lágrimas y el colorete de todas las mujeres de la familia, iba dejando un chorrito de pish en los zapatos de cada uno”. De hecho, reconocerse exiliado es posibilidad para ser reconocidos en la patria de asimilación: “la Nueva Argentina se ofrecían excelentes coyunturas de asimilación a los extranjeros que renunciaran a sus patrias de origen, aceptaran la generosidad del nuevo terruño y ensalzaran su prosperidad. Y ni siquiera tenían que ser franceses para ello, aunque por supuesto, resultaba preferible”. 330 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN personajes en medio de una supuesta sátira que no es aceptada por el montador, por contener la inversión de la épica nacional. Entonces cambia por completo el proyecto y lo lleva sobre la estructuración telúrica como principio originario; mundo primordial de toda la humanidad, que junto a la figuración épica-nacionalista soporta la evolución de las sociedades. Pero a pesar de esa intención: Era inverosímil describir en un documental esa Argentina imaginaria donde todos se hablaban de tú, los burros se llamaban jumentos, las limosnas eran óbolos, los pobres usaban ropas remendadas pero pulcras, los grandes hombres nacían en humilde cuna, los padres se la pasaban llevando a sus hijos a los desfiles para emocionarse al paso de los granaderos, nuestro amigo el policía se dedicaba a cruzar viejecitas, los niños hablaban en difícil, las sociedades de los ricos eran beneméritas instituciones, las distinguidas damas guardaban cama, los torneos de canasta tenían siempre lucidos contornos y la gente se moría de mentira. En momentos acarician la posibilidad de emigrar como forma de evadir el destino narrativo95: Retornar a Europa, pues alemanes, austríacos, polacos, ucranianos y ciudadanos de otras naciones de Europa oriental habían saciado su sed de venganza contra los idn y las dimensiones de la matanza colectiva habían suplido fácilmente unos quinientos sesenta pogroms. Eran inconcebibles otros actos de justicia popular en el futuro cercano. Retornar al lar de los antepasados –bueno, a alguno de los lares de los antepasados, porque siempre había otro lar del que era necesario huir– era siempre una posibilidad para el mayor de los Pechof. 95 Pero es que los personajes tienen plena conciencia de su destino narrativo que puede asumirse como una condena; hecho que queda reflejado en la siguiente reflexión de Natalio: “Él creía que se merecía un destino mejor, el de un escritor de verdad, pues tenía una poderosa imaginación que clamaba por pergeñar cuartillas”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 331 Pero la incausalidad representada por el cuerpo femenino lo ata, sin encontrar justificación a esa atadura: “Lo único que retenía a Salmen en su patria prestada eran las hijas narigonas de otros empresarios judíos que trabajaban en la industria de la construcción. Todas esas mujeres, de cuerpos esculturales, con una personalidad apasionada, estaban desesperadas por conseguir un novio, cualquier novio, con tal de que pesara más de cuarenta kilos y respirara”. Personajes que se adosan a la familia como instrumentos de sostenimiento de la maltratada zaga; así Salmen adopta –inventa- un hijo para intentar casarlo con la hija del magnate Tajmer: Lo único que afectaba la felicidad De Tajmer.- era el aspecto de su hija, que ya estaba en edad de merecer. Y fue entonces, tras enterarse de las tribulaciones de Manes Tajmer, que Salmen decidió adoptar a un hijo al que llamó Roni. Nadie sabía dónde había encontrado Salmen a su hijo adoptivo. Algunos decían que había surgido por generación espontánea. Otros, que era el hijo secreto de Gardel. Ésta era la interpretación más plausible. Todo coincidía: las fechas, y su perfil inconfundible. Decían que El Zorzal Criollo había tenido a Roni con una princesa rusa. No, con Tita Merello. No, con Greta Garbo, cuando ambos se encontraron en Nueva York para firmar un contrato por tres películas que jamás se concretó. Este personaje –Roni- funciona como embrague entre el constructo histórico y el ficcional, en él se posicionan las lógicas de sentido que hacen sostenible la trama discursiva desde la postura estrictamente ficcional. Personaje pintoresco que adopta su nuevo rol bajo la condición “que le dieran Coca Cola96, porque odiaba la Refrescola”. Relación actancial que se fundamenta en la incausalidad a manera de soporte fundacional de la historia textual: Fue un caso de desamor a primera vista. Apenas Roni conoció 96 La Coca Cola es clandestina. 332 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN a su padre imaginario lo odió. Pero eso a Salmen no lo inquietaba. En realidad, se hubiera preocupado ante alguna muestra de cariño de Roni. Salmen había descubierto que toda muestra de cariño brindada por los hijos costaba un ojo de la cara y era imposible deducir de puestos. Si bien su Rifque le había salido bastante costosa, seguía siendo una ganga comparada con una hija afectuosa. Aunque no podía aplicar la plusvalía al rubro de las hijas desagradecidas, bastaba ver los derroches en que incurrían las hijas tiernas para descubrir que Rifque valía su peso en oro. Entonces los espacios de la representación se hacen lugares de la posibilidad, en el teatro se hace cierta la venganza que busca Itzik a través de la puesta en escena de la obra el plato de madera, “que condena a un destino trágico a los padres ingratos gracias a un hijo sádico y a un nieto cruel? – le preguntó el hombre. –La misma. Me encanta la venganza del nieto cruel”. Donde Itzik ingresa con un sórdido título honorario de ‘apuntador’, lo que puede llevarlo en ascenso a ser repartidor honorario de golosinas o asistente honorario del director. Estableciéndose de esta manera realidades paralelas entre el teatro como tal y el teatro de la vida donde reside la tragedia representacional de la familia: “Mientras se dirigía hacia la pensión, Itzik comenzó a improvisar vidas vertiginosas, tratando de encabalgarse sobre esos destinos que empujaban a sus ídolos hacia un futuro de aplausos y manos encimadas, cercándolos con reflectores en la soledad de los grandes gestos”. El teatro es ocasión para los encuentros y desencuentros; la merma de butacas hace que se haga un lugar para el intercambio personal: Y además, florecían los romances. Varias damitas jóvenes recibían propuestas equívocas de espectadores que se hallaban ya en edad de merecer ir a un geriátrico, y que ahora revivían al observar a esas casquivanas en el esplendor de su vetustez. En cuanto a los padres ingratos que causaban la congoja del LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 333 hijo sádico y del nieto cruel en El plato de madera, eran el material más renovable del elenco. En vez de esperarlos a la salida del teatro para darles una paliza era suficiente con subirse al escenario y agredirlos. Y el teatro se convierte en espacio para mantener encuentros casuales que son observados discretamente por “los serenos armados de hachas y de cornetas, quienes hacían la vista gorda y percibían ganancias que nunca llegaban a las exhaustas arcas de la cooperativa teatral. Muchos habitúes se hartaron de los serenos y prefirieron casarse con las divas, contribuyendo a otra desbandada de actores y espectadores”. En el teatro se representa la ficción como cuando van a comenzar las funciones “se distribuía sifones de soda entre los asistentes. También se hacía un simulacro de incendio para verificar la rapidez de reacción en situaciones de emergencia”. Reina entonces la incausalidad en los momentos discursivos que contemplan el “empobrecimiento ilícito”. Una forma peculiar de consolidar los mecanismos de la ficción a través de la incongruencia con el referente histórico, así que: “Los testimonios sobre los Pechof siempre defraudaban porque los retratos97 que trazaba Natalio en su diario nunca coincidían con los parientes reales. No se podía corroborar la avaricia del tío Salmen, las estafas de Jaime, o las maldades de Itzik o de Dora, porque nunca hacían las cosas que Natalio describía”. El teatro permite la relación mimética entre actores 97 ‘Retratar’ es refundar el sentido de los personajes en base al imaginario que no representa la realidad; los retratos de los personajes son espejos para mostrarse sin imperfecciones: “El intendente aceptó posar para el dueño del boliche, aunque mostrando desconfianza. Pero cuando vio el retrato, cambió de opinión. Todos sus rasgos cuestionables habían desaparecido. Nunca creyó que era tan hermoso. Parecía una cruza de Gary Cooper con Sebastián Chiola. El intendente aparecía sentado frente a un escritorio. Como telón de fondo emergía una enorme biblioteca. A su costado derecho había un diploma informando que se había graduado de la Facultad de Derecho de Buenos Aires suma cum laudae. A su costado izquierdo había varias condecoraciones”. 334 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN y poco público que acude a las funciones; todos fingen circunstancialmente, porque cuando se apagan las luces pueden volver a ser “esas mascaritas que emergen de un tugurio y enfrentan el amanecer”. De esta forma la vida está asociada a la representación y teatralización de los acontecimientos, la vida se asocia a la ficción de las radionovelas: La abanderada de los humildes había intentado vivir ese sueño de los astronautas. En la radionovela Quinientos años en blanco, Evita había visitado distintas galaxias, y nada humano le había sido ajeno. Itzik había escuchado con devoción esa radionovela. Y luego, en los momentos libres, había aislado ruidos y voces, les había encimado cuerpos y decorados vistos en recuerdos distintos, logrando recomponer un argumento en el que sólo cambiaban las comparsas de ancianos, niños y novios. Itzik ponía todo en una coctelera y el mundo empezaba a cambiar de aspecto: un viejo hacía ruido de hojas, otro le respondía aullando como el viento, los niños se unían para integrar el coro de pájaros, los novios daban las campanadas del reloj; a las chicas les salía pisoteo de pedregullo y los pájaros se quejaban de la ingratitud de los hijos, hablaban del tiempo en que se podía almorzar por veinte centavos, de la Corrientes angosta, de que los conservadores si bien hacían fraude, al menos nunca habían tocado las arcas del Banco Central, rebosantes de pesos fuertes, describían alguna enfermedad de la esposa, e intercambiaban nombres de médicos, recetas y consejos. En otra rama dos pajaritos planeaban una sociedad para vengarse de la gente grande. Y esas escenas se repetían en cada una de las galaxias visitadas por la protagonista. El universo –historia colectiva- es contaminado por la familia Pechof que se convierte en el universo narrativo de la novela: “Pero era inevitable que ese universo comenzara a ser contaminado por su familia. Su hermana Dora, sin salir del nido en que empollaba huevos con indignación, exigía recuperar su juventud y reemplazar a la mujer que se moría LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 335 de cáncer en la residencia presidencial, dispuesta a canjear la menopausia por el bronce”. El devenir narrativo hace surgir las más espléndidas paradojas discursivas; el mismo dueño de la casa de empeños es el dueño de la posada donde todos los cuartos huelen mal, pero cada uno de manera diferente, como si cada uno de ellos asumiera un ‘humor corporal’ de sus residentes; a más de representar la humanización de esas locaciones que semejan corporalidades humanas a partir del olor maltrecho por la vida y las experiencias. Elemento que lleva a la posada a los espacios de la teatralización donde se vuelve a manifestar el temor a los payasos como seres de excepción: –Pero también debemos hacer excepciones– y le mostró la cartilla en que figuraban las excepciones. En primer lugar estaban los payasos. Después de lo ocurrido con el payaso Máximo, esos seres estrafalarios no podían acogerse a la política de puertas abiertas. En segundo lugar figuraban los inspectores de Impositiva, en el vigésimo tercer lugar, quienes diseminaban falsos rumores sobre la salud de la Jefa Espiritual de la Nación, y en el octogésimo cuarto aquellos que dudaban de la metafísica. – ¿Se imagina lo que puede pasar si ese inspector se entera de la manera en que murió el pensionista? – le preguntó el dueño de la pensión. Dentro de la novela los payasos representan un enigma, encabezado por el payaso Máximo, quien en realidad son tres enanos: un hombre y dos mujeres, quienes mueren aplastados por un mueble mientras hacían piruetas de amor: “Recién una semana más tarde el dueño de la pensión obtuvo la respuesta: había muchos payasos Máximos y se turnaban para ocupar el cuarto de la pensión cuando los otros iban de gira con un circo”. Así el payaso y su simbolización de enmascaramiento se patentizan como la posibilidad de contrabandear cuerpos enanos; además de esconder la anormalidad mientras contrabandean afrodisíacos y atentan contra la norma y la moral: 336 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Esos payasos alternativos solían contrabandear diminutas personas en el interior de sus amplios disfraces. En realidad, todos los payasos y payasas –pues venían de ambos sexos– eran enanos. Se aparecían de dos en dos, o de tres en tres, cada uno montado en los hombros del otro. Y en los espacios que les dejaba el vasto ropaje escondían afrodisíacos. Tal vez el error de esos payasos había radicado en usar la mercancía para sus fines personales. Lo erótico está asociado a los payasos, en mundo dual dentro de la risa y el absurdo: Nunca le habían interesado mucho los hombres. Le disgustaba esa ridícula virilidad que sobresalía en el centro de sus cuerpos como la nariz de un bufón. Esos seres cuya única misión en la vida consistía en horadar mujeres se aprovechaban de sus períodos o de su falta de períodos para traicionarlas con otras infelices como ella. Cuando una mujer no estaba hinchada por la cuota de sangre reclamada por el Señor, estaba hinchada esperando algún hijo. Un minuto de placer se pagaba con nueve meses de pesadumbre. La frecuencia de los encuentros amorosos era decidida siempre por los hombres. Y si la mujer se casaba, el centro del placer era ofrecido como un regalo a perpetuidad. Mientras que la pasión muere en la domesticación del amor a través del matrimonio o la maternidad. En este sentido hay un desplazamiento de lo erótico dentro del cumplimiento del débito conyugal: “–No, sólo estaba revisando el Nuevo Testamento– le dijo el hombre a su esposa fingiendo grandes bostezos. –Podés cerrar los ojos. No hay necesidad de prender la luz del velador. ¿Querés resfriarte? Volvé a ponerte el camisón. No me demoraré mucho–. Pero el dueño de la pensión se disponía a demorar bastante. No quería que el demonio de la carne, que solía visitarlo cada muerte de obispo, estorbara sus preocupaciones”. Los efectos pasionales quedan reducidos a la posesión/penetración, lo que abstrae el cuerpo a ciertas partes donde lo espiritual/sensible es desplazado. Y LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 337 nuevamente surge la abstracción corporal como fórmula para ingresar a los espacios de representación simbólica, que por segmentos o abstracciones reconoce la totalidad del cuerpo: La única manera de apreciar los encantos de su hija era por segmentos, y a prolongados intervalos: un día la boca, a la otra semana los ojos, y así, paulatinamente, hasta completar las facciones. Pero el ser humano tiene la odiosa tendencia a querer ver todo al mismo tiempo. Y allí, su princesa salía perdiendo. Y los potenciales galanes se difuminaban. Por lo tanto, era cuestión de que la brujita pudiera mostrar sus encantos en un torbellino de gestos tendientes a desvestir al galán y poseerlo, antes que su pareja reaccionara y empezara a examinar en detalle cada fragmento de su rostro. Por eso Tajmer había decidido reservar a su hija para el final. La princesa aguardaría en las sombras a que Roni se despidiera, para abalanzarse sobre él y poseerlo. De esta manera eros está negado por completo, más aún, para los varones –los hijos de Tamjer. La ropa íntima98 masculina es encierro, el cuido de la virilidad y la impotencia por el disfrute del cuerpo y la sexualidad se hace cada vez más exigente para preservar la pureza corporal tan necesaria para su salvación: El Cacho temía despojarse de las ropas y experimentar las delicias de Eros al borde de esa pileta, pues si daba un paso en falso caería en ese inmenso hueco cubierto de un charquito de agua, y se quebraría todos los huesos. Aunque tampoco eso era probable porque Manes Tajmer tenía a todos sus hijos a rienda corta y sus ropas íntimas eran como corsets de hierro. Librarse de ellas era imposible sin tener acceso a las llaves que Tajmer guardaba en su caja fuerte. Solo la hija estaba 98 En la novela existe un misterio infranqueable con respecto a las ‘partes’ íntimas, aun cuando las enfermedades ameritan su revisión, como sucede con Evita Perón quien muere de un cáncer de útero: “–Me contaron que Finocchietto quiso revisarla y ella le dijo: ‘Ni mi marido me mete la mano ahí’– dijo Natalio”. 338 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN autorizada a mostrarse casquivana, porque si alguien no la seducía, se iba a quedar para vestir los santos de sus nietos. Volviendo a la consideración representacional de los payasos, Jaime es especie de ‘bufón’ que organiza el discurso narrativo: “Jaime no podía controlar su frenesí. Primero hizo trucos con monedas y cuando se le terminó el repertorio se puso a contar chistes verdes. Natalio decía que le dolían las costillas de tanto reírse e Itzik, que hasta ese momento había andado con cara agria, se sacudía como un epiléptico”. Porque el discurso es homología de los trucos que dejan permear el azar para que se haga cargo de la realidad histórica en medio de la concreción del personaje fronterizo como el tránsito entre el centro y las periferias: “Al llegar a la casa de los tíos donde se iba a celebrar la boda de Dora, Jaime se transformó. Se vistió con camisa y pantalón almidonados color caqui y se puso botas brillosas y un casco de explorador. Parecía salido de una caja espolvoreada con virutas de celofán y mostraba la torpeza del turista que va por primera vez a la playa”. Personaje de la teatralidad trasmuta en diferentes roles y situaciones enunciativas, se transfigura de la amabilidad al despotismo y el engaño; el develamiento de la verdad sin aditamentos ni tapujos al hacer la siguiente apreciación sobre la familia: “Encontrar en la familia un tipo que sea como la gente es mucho más difícil que limpiarse el traste con papel picado”. De esta forma, pareciese que la representación teatral y cinematográfica son elementos requeridos por los personajes para poder posicionarse dentro de la realidad textual, son quienes mueven los hilos discursivos de la novela: “Natalio necesitaba películas de guerra para envalentonarse, o románticas para poder mojar al menos dos veces el pincel. Y sólo reanudaba su militancia política cuando leía las hazañas de Sandino, o los poemas de Vallejo, o cuando escuchaba canciones de la guerra civil española”. Obviamente, el decurso narrativo es constante al recrear la ilusión que como quimera aparece y desaparece, siendo ello LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 339 una mera ilusión: “De esa manera conseguiría que los países dejasen de ser afiches de agencias de turismo y se trocaran en un tema de conversación tranquila y desganada”. Quedando demostrados los impulsos del personaje para hacer realidad sus intenciones que lo saquen del encuadre narrativo bajo el cual se encuentra sometido. Siendo la recurrente búsqueda de tratar de encontrar al otro más allá de las apariencias; por ello, Natalio estudia dibujo99 “porque había leído en alguna parte que Stendhal se apasionaba por las caras estúpidas y le agarró la manía de preguntarse a cada rato: ¿Qué es lo que hace inteligente o idiota la cara de una mujer? ¿Por qué el arco de una ceja, la nariz respingada, la forma de entornar los ojos o de reírse pueden convertirla en una tarada?” Esta ilusión unida a la ambigüedad actancial es punto de renovación de lo profundamente íntimo: Natalio se imaginaba llenando cuartillas a mano, en un escritorio. ¿Y por qué no usaba la máquina de escribir? Porque no era lo mismo. Los grandes novelistas siempre habían escrito a mano. Preferiblemente, con una pluma de ganso. Tal vez después pasaban el texto directamente a los impresores. Pensó que necesitaba encerrarse para terminar su novela. Tal vez en una habitación de un hotel, junto al mar. Bueno, antes de terminar la novela tendría que empezarla. Pero él tenía tantas cosas que contar. Tantas bellas imágenes que describir, sobre todo de la luna. Inclusive había escrito una frase en que se resumía toda su filosofía: “¿La luna enmarcada por el cielo, o el cielo perforado por la luna? ¿Enigma para poetas?” 99 La escritura de ficción está asociada al dibujo: “Natalio pensó en los apuntes de Dostoievski para Crimen y Castigo. “Hay que hacer los dibujitos de cada personaje”, pensó. “A cada personaje hay que hacerle una ficha completa. Y también tengo que hacer los planos de las casas”. Con eso era suficiente para hacer una obra maestra.” Natalio inventa la novela en el momento que la cuenta –oralidad y grafía como acto simultáneo- de tratar de crear la realidad panóptica a ser traducida en el discurso narrativo. 340 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El problema era que no sabía qué frase la precedería ni qué escribir a continuación. Pero al menos ese era el núcleo central de sus divagaciones. Así que Natalio es quien intenta buscar las explicaciones a partir de lo extracorpóreo y extralingüístico e intuye su preocupación por escribir su ensayo con profunda inclinación en la filosofía como forma de dar respuesta a los enigmas que no puede resolver cuando reflexiona sobre su destino narrativo. Es procurar la creación de la cotidianidad literaria que le permita ser escritor: Natalio pensó que tendría que levantarse temprano para escribir su novela. Era cuestión de fijarse metas. Podría escribir cinco páginas por día. Con tal de trabajar cuatro horas por día, dos a la mañana, antes de ir a rascarse los beitzim al diario, y dos después de salir del diario. “No es tan difícil”, pensaba. “Puedo levantarme a las cinco de la mañana, en lugar de hacerlo a las siete. A esa hora nadie me molesta. Después, hay que preparar a Berele para la escuela y dejar que Berta se ponga los ruleros. Pero si estoy ensimismado en mi novela, es como si viera llover. O tal vez puedo quedarme más horas en el diario. Si Berta empieza a escorchar, al menos puedo decirle que en el diario se me hizo tarde”. ¿Cómo podría hacer para estirar las divagaciones sobre la luna y que se transformaran en una novela? Tendría que revisar a Kierkegaard. Seguramente algo había escrito sobre la luna y los poetas. Quizá con Sören Kierkegaard se busca la parte existencial que posibilite la realización; pero recordemos que este filósofo danés creía en el dolor como principio purificador. Lo importante es que ser escritor no es un oficio en esencia, sino la teatralización del personaje que requiere del diseño de un gran escenario: Antes de empezar su novela, Natalio necesitaba conseguirse un escritorio como el que usaban los verdaderos escritores, con tapa inclinada y muchos cajones chicos. La tinta también LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 341 era muy importante; Pelikan era la mejor. Había unas hojas que tenían como una pelusita en los bordes. Y necesitaba una biblioteca de autores famosos. Los libros tenían que estar encuadernados en cuero. Los bordes de las páginas debían ser dorados, porque era la única manera de ser un escritor clásico. También lo ayudaría mucho adquirir la pose de un escritor clásico. Su problema eran sus ataques de furia. Cada vez que se enojaba con Berta empezaba a romper las entradas para ir al cine, o los pasajes para ir a Mar del Plata, o sus documentos. Era su forma de vengarse del odio que sentía por Berta. “Estoy en un círculo vicioso”, pensó. “Los escritores clásicos no viven en círculos viciosos”. Después que rompía sus documentos se ponía a pegarlos con cinta engomada. Y cuando entregaba en la boletería las entradas al cine, o los pasajes para ir a Mar del Plata, se disculpaba diciendo que su hijo era el culpable. Esos chicos... Nunca se imaginó a Emilio Zola rompiendo documentos y volviendo a pegarlos con cinta engomada. Direccionar en ese sentido es rebuscar en el mundo de las metáforas para encontrar otras formas de nombrar su lectura del mundo: “La especialidad era contar cómo el cirujano había depositado las achuras extirpadas en un papagayo de metal. ¿Cómo encontrar el término justo?” Pero no se trata de crear locaciones ni asumir estilos, el don de la escritura viene con el ocaso del cuerpo que fleja con el paso del tiempo: Con nosotros se pasa de la ignorancia a una sabiduría de viejos. Y esa sabiduría sólo la podés adquirir en el schill, y en hebreo, y cuando ya no se te para. Ahí, rodeado de decrépitos que se la pasan rezando, te empiezan a explicar lo del vicio de Onán, y que no hay que tocar a la mujer en los días impuros. Una enseñanza completamente inútil. Algunos hasta se duermen en medio de sus rezos. En este orden y secuencia reflexiva-narrativa las especulaciones filosóficas transitan por los caminos de la ignorancia y la especulación: “En su segunda disertación mencionó a Sören Kierkegaard y recibió un aplauso tan 342 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sostenido que decidió investigar si había en la experiencia del filósofo danés alguna visita a una ergástula”. Por lo que la filosofía es ejercicio de congéneres, un ejercicio peripatético: “¿Peripatético? Sí, tal vez es demasiado peripatético– reconoció El Tapado. –Me he convencido de que hay dos posibilidades: O se es peripatético, o se es nada. Podría copiar a otros filósofos y transitar por la paráfrasis. Pero antes muerto que parafrástico. A esta altura de la llamada civilización ser parafrástico es casi un pleonasmo, como la elipsis”. Encadenamiento de términos sin sentido, filosofar al estilo cantinflérico que quita toda rigurosidad académica y conduce a la parodia y el enmascaramiento del autor en lo que no entiende pero lo posiciona dentro de círculos hermenéuticos que conforman una lejana frontera de realización como lo es el teatro y todas sus posibilidades para hacer realidad los deseos de los personajes: “Tanto el teatro de la crueldad, como el teatro del desorden, el teatro del ego, el teatro que se preguntaba qué era el teatro, el teatro fuera del teatro”. Y donde se establece una atractiva secuencia entre teatro y cotidianidad; el escenario inmediato donde la pasiones pueden ser representadas. Tal y como es representada la Argentina, tierra del rencor que posibilita la aparición de las diversas manifestaciones del teatro y su sinonimia con la vida, específicamente con la vida de los Pechof. Según esta premisa, el rencor se expresa a través del arte, mediante instrumentos musicales. “Y cada uno venía provisto de instrumentos musicales que incitaban a la desesperación. Cuando no era el violín, era el arpa. Cuando no era el arpa, era la armónica. Hasta los triángulos y los címbalos les eran útiles para sembrar cizaña. Si los paralíticos volvían a caminar en los hospitales, los ciegos recuperaban la vista y los leprosos se curaban, no era por un milagro, sino porque el odio movía montañas”. Y aquí hay una inversión de la concepción del amor como motor que mueve el mundo; en tal caso, surge el odio y la cizaña a manera de entes generadores de la voluntad LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 343 humana, y por qué no, divina. Bajo esa inversión de causalidades, los imitadores son los que tienen lejanas posibilidades de triunfar/timar la realidad como lo hace Anatoly el desdichado que gana más copiando originales que son confundidos por los propios autores: “Anatoly podía crear un mundo paralelo con dinero falso tan auténtico como el verdadero y documentos de identidad imposibles de distinguir de los genuinos. Y eso ocurrió en un momento en que varios exiliados, empalagados con la caridad cristiana de los uruguayos, empezaron a planear nuevas acciones contra la segunda tiranía”. Entonces, lo que ocurre en el mundo cinematográfico, teatral o literario pasa en la vida de los personajes como telón de fondo de las novelas de Mario Szichman, como cuando en Resistencia los indios lanzan flechas incendiarias a la casa de Jaime: El intendente le había hecho una compra grande, y todos los empleados públicos y los que le debían algún favor al intendente le vaciaban el portafolio. Cuando iba a las casas a ofrecer mercadería, dejaba un billete de cinco pesos en los pantalones o sacos que mostraba, y después cobraba veinte pesos más del precio marcado. En Resistencia se quedó tres años, hasta el día en que algunos indios, conducidos por un cacique –a Jaime todos los indios que medían más de un metro cincuenta le parecían caciques– le arrojaron flechas incendiarias contra la casa donde se había alojado con Dora. Y ese incidente arruina todo el progreso que había alcanzado en las aduanas donde lo borra la maleza: Al ver toda esa riqueza presuntamente dilapidada, Jaime sentía un gran malestar. Y no era solo la acidez estomacal y el exceso de grasas que lo afectaban, existía también la aflicción, porque estaba seguro de que todo ese material podía contribuir a la creación de una Nueva Argentina. Jaime ignoraba que se trataba de un Plan Maestro para lograr 344 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la grandeza del país, aunque de manera sigilosa. El plan consistía en comprar toda clase de insumos en el exterior, pero sin destinarlos a nada específico. Luego, esos insumos eran depositados en gigantescos silos en el puerto de Buenos Aires. Algunos de ellos eran inclusive más grandes que las usinas de rumores. Los insumos daban la impresión de haber sido abandonados. La impresión era acentuada por el pasto que crecía a su alrededor y que creaba una especie de jardín botánico de maquinarias herrumbradas. Dentro de ese momento narrativo surge el sincretismo como elemento detentador de la acción y la confrontación de situaciones absurdas y abyectas que justifican en gran medida la trama textual. Representada en este caso por la metáfora de la jirafa: Jaime pudo descubrir por vía indirecta la gran sabiduría que encerraba todo ese despilfarro entre comillas. Natalio le había mencionado su teoría de la jirafa, un compendio de animales raros, con cuernos de cabra, cabeza de caballo, hocico de camello, piel de tigre y cola de vaca. ¿Cuál era la función de la jirafa? Cada parte, de por sí, era inexplicable. Pero todas las partes unidas daban una clara idea de un fenomenal mamarracho. Bueno, en ese fenomenal mamarracho estaba la clave de la Nueva Argentina. Y esta novela no es la excepción para que el amor siga siendo una relación de ausencias: La babe pertenece a esa clase de mujeres que necesitan como esposo a un guerrero ausente para acumular amarguras y ejercitar su cuerpo con penurias. Y el zeide ayuda mucho porque es muy flojo y religioso, un paladín del amiguismo y progenitor de una estirpe de tipos simpáticos, talentosos, buscavidas, charlatanes y nómades, que terminarían rebelándose contra la avara mentalidad del inmigrante. Y entonces se puede predecir que la babe empeñará el ajuar y LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 345 las joyas para dejar que su marido siga con la cabeza inclinada en el Talmud, y se encargará de los trámites cuando tengan que viajar a Buenos Aires, mientras el zeide continuará seduciendo panaderas para frecuentar hornos calientes, o hará tareas triviales en una orquesta de una docena de farsantes (donde solamente tres sabrán tocar algún instrumento). El contacto sexual está asociado a la fabricación del pan y el calor del horno, donde hornear se puede asumir como copular en medio de la homología entre lo amoroso y lo culinario a manera de formas de proveer el cuerpo de placer. Y desde la misma evolución de la estirpe es una relación entre el cuerpo y la tela; el cuerpo y su encubrimiento a través de la vestimenta que además de proteger contra la intemperie oculta los rasgos y los géneros: La babe monopolizará la crianza de los hijos para convertirlos en menschn, los hará hablar en media lengua, los obligará a llamar guau guau a los perros, colcoi a los chocolates, y a-a a la caca, los sofocará con pulóveres y bufandas en verano, les comprará ropas grandes para cuando crezcan, uniformándolos así con dobladillos y frunces, diseñando sus cuerpos para que la tarea de verificar su sexualidad sea imposible, insistirá en cortarles las uñas hasta después de casados, aunque siempre a espaldas de sus nueras, les dará la comida en la boca después de enfriarla a soplidos, les preguntará que tal van del mugr, les pondrá una ramita de perejil en el tujes cada vez que anden estreñidos, y les programará las visitas al médico y al dentista exclusivamente en días lluviosos para amargarlos con inyecciones, nebulizaciones y el ruidito del torno. Pero todos esos esfuerzos por mantener a sus hijos en la minoría de edad estarán condenados al fracaso. Cada uno de sus hijos se rebelará contra su absolutismo, inventando algún mishigás. La protección paternal se exacerba; la figura de la madre como centro del poder se agiganta con la figura matriarcal frente a la ausencia del padre, de la estructura viril que sostenga la tradición familiar. Entonces envejecer será el 346 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN proceso inverso que garantiza el control familiar: A medida que su cuerpo, enfundado en vestidos violetas, se vaya encorvando, y sus ojos se achiquen por lentes de aumento creciente, la babe se hará más dura y astuta, siguiendo una evolución inversa a la del viejo que dejará de usar anteojos a los sesenta años y empezará a hacerse pish en la cama, sostendrá la copita de bromfn con mano temblorosa, y observará las peleas de Cachascán por televisión creyendo que los luchadores se están pegando en serio. Entonces, con su deseo de revancha ya aquietado, con los años de lucha justificados por la total dependencia del marido, comenzará a atenderlo de la mañana a la noche como a un chico, y a malcriarlo con desayunos en la cama y yarcoies y vareniques cada dos por tres. La vejez y distinción orgánica se convierte en especie de trinchera o lugar de enunciación desde donde sigue manipulando los acontecimientos, y quizá, ese sea el único momento narrativo cuando sus hijos dejan la orfandad e ingresan a los espacios ideales que buscan afanosamente. Y aquí podemos asociar esta protección con el momento de ‘habitar’ el vientre materno: A medida que se vaya quedando ciega, la babe manejará a la familia por control remoto adivinando en los silencios, los tartamudeos y el escamoteo de información la falta de parnuse de los hijos, las envidias, las intrigas, las excusas de sus fracasos o la muerte de un judío viejo. Hasta perfeccionará una técnica para enterarse de los chismes: llamará por teléfono a la esposa de Jaime –durante la breve época en que Jaime mantendrá un simulacro de vida normal– y la convertirá en su nuera preferida pues será la más debilucha y la más sufrida de todas, la que llevará un equipo de primeros auxilios y agujas de sutura para la luna de miel, la que preguntará a Jaime si “eso” es necesario para ser feliz en el matrimonio, y quien lo convertirá en un energúmeno siempre famélico, ansioso por poseerla, desesperado por cerrarle la boca para que no revele LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 347 sus mentiras, harto de su ecuanimidad y de su voz aguda. (En uno de sus escasos momentos de sinceridad, Jaime le confesará a Natalio: “Soy como las hienas: cómo mierda, cojo una vez por año, y sin embargo, me la paso riendo”). Los personajes viven al margen de la historia y de Dios, condenados por transgredir los mandamientos de la Ley de Dios; el peso de los mandamientos como soporte de la culpa divina: El dueño de la pensión pasó casi toda la noche en vela. Estaba seguro de que el enano de Impositiva lo llevaría a la ruina. Imaginó toda clase de escenarios, cada uno más trágico que el otro. A su mente acudían los castigos que infligía la Inquisición a quienes violaban los diez mandamientos. Bueno, al menos estaba exento de uno de ellos. Nunca había codiciado a la mujer del prójimo. Ni siquiera había podido codiciar la propia. Todo su matrimonio se había reducido a un encuentro equívoco, del cual daba testimonio una hija que era la niña de sus ojos. Con eso había sido suficiente. No era necesario volver a probar. “Te olvidas de la blasfemia” le reprochó su conciencia. Sí, había blasfemado. También había cometido presuntos actos dolosos, aunque siempre contra su voluntad. El cuerpo pecaminoso expurga sus faltas a través del castigo corporal bajo las admoniciones de la conciencia y los cuartos de castigo. Y en la continua inversión referencial las virtudes se convierten en pecados: El dueño de la pensión abrió el Nuevo Testamento y lanzó un suspiro de alivio. Los diez mandamientos no castigaban el agiotismo. “Olvidaste los pecados capitales”, le dijo su conciencia. El hombre lanzó un quejido y comenzó a pasar revista a los pecados capitales. Excepto por la gula, ninguno de los otros pecados lo afectaba. Estaba exento de soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria y pereza. En realidad, si de algo pecaba era de humildad, generosidad, serenidad y amor al 348 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN trabajo. Siempre había dado la otra mejilla. Siempre había amado al prójimo como a sí mismo. Y sin embargo, seguía angustiado por ese cuarto fatídico que había sido la causa de tantas desdichas. Tendría que haberlo clausurado. Pero eso hubiera despertado tantas sospechas como su escamoteo del violín y del contrabajo. “Clausuró el cuarto porque olía mal”, dirían las malas lenguas. “¿Y por qué olía mal?” Preguntaría algún entrometido. “No sé”, diría su interlocutor. “Algo huele a podrido. Lo mismo que pasaba en Dinamarca”. Dentro de esta inversión de la casualidad, lo abyecto es marca de ‘arte’: “Y así era con todo. Cacho, el escultor, soñaba con hacer esculturas de mujeres desnudas. Hasta ahora sólo había podido hacer naturalezas muertas usando un gato atropellado por un colectivo. El gato estaba en el living room, encima de una base de mármol. Cadáver exquisito escultor Cacho, se anunciaba en una placa de bronce”. En base a lo citado, los personajes quedan atrapados en su propia ambición, que es su mayor pecado y condena. Los cuerpos se homologan a los objetos, se hacen figuras híbridas que potencian el discurso ficcional, tal es el caso del cadáver del agionista que “sepultado boca abajo en medio de los cojinetes y del cual sólo sobresalían sus pies enfundados en calcetines. Cada trozo de piel o de ropa había quedado adherido a algunos cojinetes, creando una escultura parecida al muñeco de Michelin”. Y cuando el dueño de la pensión va a botar el cadáver, y en forma de homenaje -en apariencia- al difunto; pero en profunda ironización, entona la emblemática canción caminito: El dueño de la pensión se quitó la gorra que solía usar para ocultar sus facciones, y recitó junto al morral: Caminito que entonces estabas bordado de trébol y juncos en flor, una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 349 Bajo esta funcionabilidad retórica, el cuerpo se yergue como derrota de la historia de los hombres; así lo recita la actriz que encarna a Dora en el documental: –Yo tenía un alma buena, sencilla, noble–dijo la voz en off de Dora. –Era una rosa de candor. Pero un día descubrí que el mundo era de los hombres, y ya que no podía conquistarlo con la cabeza, usé la imaginación para triunfar con el tujes. Berele ordenó a la actriz que parara el recitado. –En vez de tujes, yo usaría cuerpo– dijo Berele a la actriz. – Usé la imaginación para triunfar con mi cuerpo. Lo que deviene en el cuerpo prostituido convergido entre lo angelical y lo profano; la dualidad entre lo sagrado y lo terrenal como cosmovisión del placer y los ideales; El hombre bajito no pudo disimular su admiración ante la presencia de Dora, cuyo andar era flexible y elegante, y cuya cintura podía abarcarse con una mano. Al ver el candor reflejado en su tez rosada, más de uno hubiera exclamado para sus adentros: ¿Cómo pudo caer tan bajo? No podía existir relación alguna entre esa muchacha de rostro virginal y ese antro siniestro, poblado de seres infames que arrastraban su cruz sin esperanza alguna de redención. Si se le hubiera preguntado por qué había descendido a esos insondables abismos, la muchacha hubiera replicado: –Antes derramé amargas lágrimas por mi destino, pero ahora estoy contenta– y ahogando un sollozo – ¿Cómo no estarlo? Tengo una casa, vivo feliz, soy la señora. En mi cuarto hay lujo, gasto la plata que quiero. El personaje de Dora linda entre la castidad y la encendida pasión que caracteriza a las doncellas de los folletines que lee. Muñeca de placer que es la única que está en los predios de la satisfacción: “Yo soy sólo una muñeca de placer. ¿No se da cuenta que sólo vivo para bailar, reír, prodigar caricias? – Y aunque las frases melodiosas de un 350 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN tango de moda flotaban lánguidamente entre las espesuras del aire como tules impalpables, aquella música envolvía el cuerpo de Dora igual que una venda interminable amasada en sufrimiento”. Los personajes se homologan e intercambian roles como “esas parejas que luego de muchos años de convivir adquieren el mismo rostro”. Los personajes inventan sus propias historias; la inventiva crea espacios para que los personajes los habiten con la mayor naturalidad, “mientras la mayoría de los hermanos Pechof hará desaparecer a sus progenitores en el año 1932, Salmen sólo aceptará librarse del recuerdo de su madre, pero se negará a admitir la muerte de su padre en un pogrom y se ilusionará con su sobrevivencia, pues será la única manera de evitar los gastos de pagar a un detective para averiguar su paradero, o de construirle un monumento en el cementerio de Tablada”. Librarse de los familiares es forma de ir aligerando la carga histórica y dejando espacios para reconstruir la historia familiar “guardando sus rostros sepias en el vidrio curvado de las lápidas, pues serán de gran ayuda para suministrarle recuerdos infranqueables”. El teatro será generador de imprevisibilidades que representan la gran metáfora de la vida vista desde el mundo del sujeto y no desde el mundo de las cosas o los acontecimientos. Y de allí la representación del profundo conflicto humano teatralizado en la vida, porque en el teatro descansan las posibilidades de enmendar la vida: Estaba también su proyecto de teatro de espionaje. “Sza sé, señor Feingold, que usted es un hombre muy ocupado”, pensaba decirle Itzik al gran director artístico, “pero si me permite un minuto, tengo una gran idea. No sé si se fijó que las personas son normales cuando están en público, pero mírelas por una cerradura, y todo cambia. El que no se está rascando el potz, se está refregando el tujes, o haciendo cosas mucho peores. ¡Y las caras que ponen cuando están solos! Uno los mira y tiene ganas de brejn”. Itzik estaba al tanto LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 351 de esa situación porque con ayuda del telémetro se la pasaba escudriñando en las cerraduras de los vecinos. Excepto por algunas pensionistas que inclusive en sus peores momentos tenían algo bueno que mostrar, el resto le causaban a Itzik ganas de llorar. Y por eso se le había ocurrido crear un teatro donde los espectadores, en lugar de estar al costado del escenario, observasen toda la acción bien arriba, desde el sector reservado a las candilejas. Y para eso, ni siquiera se necesitaba un libreto. Bastaba con soltar algunos actores en el escenario, aislarlos entre sí con decorados, y dejar que interpretaran lo que se les ocurriera. La función sería continua. Después de las siete de la noche, estaría prohibida para menores de dieciocho años. Los actores pensarían en voz alta. ¡Y las cosas que pensarían! “Por ejemplo, a mutsa gente se le da por imaginar los números” le diría a Feingold. “Szo me los imagino como una escalera. Pero para otras personas no es así. O la muerte¿Cómo se imagina una persona que va a estar después de muerta? ¿A dónde cree que va a ir a parar? ¿O cómo se imagina una persona los años que vienen? Szo, desde este año de mil novecientos cincuenta y dos, cuando pienso de aquí en veinte años, veo una casze en subida y entro por una puerta y el mil novecientos setenta y dos se pisa como si fuera una alfombra. Y aquí es menester insistir en el mundo íntimo como base estructural del sentido significativo profundo de la obra de Mario Szichman; mundo íntimo transformado en tragicomedia; espacios íntimos que subvierten la historia formal-conmemorativa. Porque lo que no entra en el arte teatral, son parte de los tratados filosóficos como es el caso de los faroles rotos a hondazos que mantienen la luz de las lámparas: “Aunque su erudición sobre la filosofía era tan vasta como su destreza para tocar el violín, filosofar debía ser lo más sencillo del mundo. Bastaba echar una ojeada a cualquier tratado filosófico”. Porque teatro y mundo íntimo forman una perspicaz amalgama: “Itzik estuvo a punto de contarle a Feingold su proyecto de teatro de espionaje. Era 352 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN impresionante, pensaba decirle, cómo las personas que parecen normales cuando están en público cambian en el interior de sus viviendas. Bastaba mirarlas por una cerradura. El que no se estaba rascando el potz, se estaba refregando el tujes, o haciendo cosas mucho peores”. Y bajo esa normalidad la historia sufre sus sobresaltos que conducen a situaciones inesperadas donde impera la imprevisibilidad, y donde concretamente se puede ubicar la intención narrativa de Mario Szichman: Pero eso era todavía normal tratándose de los Pechof. El problema era que siempre las cosas empezaban de manera normal y terminaban en una trifulca. En una familia normal, todos sus integrantes hubieran esperado a que el barco comenzara a alejarse lentamente del muelle. Después agitarían los pañuelos, sabiendo que se saludaban sin verse y prometerían escribirse con frecuencia, aunque nunca pasarían de la primera carta y se resignarían a recordarlos de vez en cuando, haciéndolos envejecer con la brusquedad de fotos superpuestas. Porque Itzik es personaje de la disidencia y la ruptura, habita en la dicotomía entre luz y sombra que hace indivisos los cuerpos que se homologan con las edificaciones, ocasión para que los cuerpos se conviertan en hologramas dentro de la oscuridad: Itzik trató de comparar a esas mujeres de día y de noche. Ahora aparecían ridiculizadas por los edificios y por las personas que caminaban en la calle. Pero al llegar la noche, las calles se acoplarían con los árboles cerrándose como un túnel. Todos se concentrarían en torno a las flotantes velas encendidas, que marcaban los límites de los altares y los caminantes se sentirían tan anónimos como voces agazapadas detrás de puertas cerradas. Los cuerpos se diluyen mientras transcurre el discurso narrativo dando paso a una especie de túnel que lo deglute, LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 353 como cuando Itzik busca ayuda de Dora y lo reprenden porque torció la cara para burlarse de la esposa de Tajmer, y su rostro se contorsiona a partir de las palabras de Dora y las ofendidas increpaciones de la mujer. Mientras que vive asediado por la constante burla por querer ser dramaturgo; allí sale a relucir su pasado anormal que lo hace paria y vergüenza de la familia que comparte su búsqueda de abolengo con los hallazgos de cuerpos amputados física y espiritualmente: La primera oportunidad de incorporarse a los proyectos edilicios de la Nueva Argentina se le presentó a Salmen durante una operación colectiva de amígdalas propuesta por Manes Tajmer. El dueño de la sinagoga de Mataderos creía en las virtudes del cercenamiento. Para él, la circuncisión era la intervención quirúrgica más piadosa inventada por los paisanos, y siempre se la pasaba buscando otros métodos para modificar el cuerpo amputando alguna parte. Por suerte, en la Nueva Argentina, las amígdalas y los apéndices se habían convertido en productos desechables. Aunque Natalio calificaba esas operaciones de una “castración”, al menos compensaban por el bris, que sólo acarreaba desdichas. En la mutilación de los cuerpos –amígdalas, apéndices- el quirófano es revelador de instancias enunciativas como lo es el discurso narrativo; en ambos los artilugios y subterfugios son los mecanismos para construir la realidad otra. De hecho, amputación100 y deformidad comparten con los nombres la maldición como isotopía fundamental en la narrativa de Mario Szichman y particularmente en esta novela; siendo rasgos recurrentes en la estructuración del personaje: Iosele estaba convencido de que su nombre era una maldición. En realidad, todos los nombres judíos eran una maldición. 100 Las amputaciones también sirven de trampolín para ingresar a los espacios de la heroicidad. Jaime se va a casar por la iglesia pero sufre un percance en un taxi y pierde un dedo al engancharse con un alambre, y de allí cambia esa herida como un tatuaje de la guerra; marca ‘heroica’ desde la que intenta posicionarse en espacios enunciativos de privilegio. 354 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Lo había descubierto a temprana edad, apenas escuchó su nombre pronunciado por sus amigos antisemitas. Los goym no tenían problema alguno en darles a sus hijos el nombre de sus padres porque todos los nombres de goym eran bellos. Y además, podían crear dinastías. Tres Carlos seguidos en una familia eran suficientes para gobernar España. Los personajes están dispuestos a cambiarse de sexo para no llamarse más como se llaman; porque nombre es sinónimo de estigma, y aquí opera un procedimiento bien interesante, que creo, acompaña todo discurso narrativo con respecto a los personajes y es el poder simbolizador de su nombre, recurso de significación que se va cargando de sentido a medida que transcurren las historias textuales; al mismo tiempo, que se puede hacer una relación con el significado epistemológico del nombre. Entonces la nominación provee de un importante recurso de análisis de los textos narrativos, y en este caso particular, desde el peso o carga premonitoria que acompaña los nombres. Y de los nombres podemos hacer una traslación hacia la nacionalidad101 a manera de nominación universal que identifica y marca, por ello, los judíos no quieren ser judíos: Tal vez en una época había estado de moda ser judío, como durante la existencia de Cristo, pensó Natalio. Pero ni siquiera en esa época los judíos querían ser judíos. ¿Acaso Jesús y los doce apóstoles no habían fundado una religión exclusivamente para dejar de ser judíos? Y eso podía verse en cualquier siglo de la historia. La ambición de los judíos era querer ser siempre otra cosa, una especie de proto-argentinos. Ser judío es apostar a los perdedores. Por eso encubren la culpa empotrada en la garganta de los judíos, seres mutilados en su virilidad por la ausencia de prepucio: 101 Dentro de la nacionalidad a asumir estará incluida la culpa, pero no la judía, sino las propias del lar asimilado. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 355 Otra cosa que siempre le causaba insomnio era su ausencia de prepucio. ¿No hubieran podido pedirle permiso antes de cortárselo? Decían que el bris era higiénico. Como extirpar el apéndice o las amígdalas. Tampoco se podía comer cerdo. Eso era chancho. O mezclar la carne con la leche. Pero no era lo mismo. La ausencia de una parte tan importante del cuerpo se hacía notar. Cada vez que Natalio se lo miraba, suspiraba con nostalgia. ¿No podían haber esperado un poco antes de proceder con la mutilación? Si el hombre había nacido entero, existía alguna razón. Pero los idn no podían aceptar la sabiduría de la Naturaleza y en algún momento de su retorcida historia bajó Dios a la tierra y les informó que había algo que sobraba. Ah, y además no era higiénico. Esa manía de querer ser higiénicos, y la facilidad con que acudían al escalpelo. ¿Acaso no era suficiente con una buena limpieza? Circunstancia que origina la constante búsqueda de la forma de abolir el pasado, de mudar de piel y encubrirse en otra, lo que otorgará la ciudadanía foránea que siempre contendrá en su interior la originaria, o más bien, manifestará el antagonismo entre ambas dentro del complejo proceso de adaptación conflictiva, que es lo que ocurre en esta novela que refleja la existencia de cuerpos con muchas vidas probables: “Algunos se quedaron tan extasiados con esas vidas probables que persistieron en ellas y desarrollaron una gran civilización a la cual el resto de los mortales no podía acceder pues era imposible ingresar en esa fisura del tiempo”. Así la reunión del boliche termina en orgía y extorsión, concluye con la expulsión de los hermanos Pechof a Uruguay; salen al exilio y Natalio por sus ideas socialistas es recibido como héroe. Y aquí el hecho político una vez más es caricaturizado por la historia textual que crea la certeza literaria. Caricatura histórica y constructo ficcional median en los intervalos narrativos para darle sentido a la historia textual; se corroboran las ciudadanías foráneas, la sustitución/ enmascaramiento de identidades: 356 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Y como secuela de esa actitud, Natalio comenzó a ser un feroz crítico de la Argentina, sentimiento que compartía con los otros exiliados. Ya al segundo día de permanencia en la Suiza de América empezó a detestar el Himno Nacional. Una semana después, se la agarró con la Marcha de San Lorenzo. Nunca había escuchado algo más ridículo: “Febo asoma, ya sus rayos, iluminan el histórico convento”. Y cuando se enteró que había sido la marcha tarareada por los nazis para cruzar el Arco de Triunfo de París, sus peores sospechas se corroboraron. Sólo se calmó un poco cuando se enteró que la marcha había sido escrita por un uruguayo. Bueno, en realidad, todo lo que parecía argentino era en realidad uruguayo. Como Gardel, que cuando le dieron a elegir prefirió la ciudadanía uruguaya a la argentina. Bajo esta forma argumental la nacionalidad es asunto de posicionamiento y encubrimiento; máscara que encubre y produce roles, espacios de representación teatral/actoral: Era increíble cómo el traslado a Uruguay había alterado la mentalidad de los exiliados. Hasta la nostalgia funcionaba de distinta manera en Uruguay. Al oír a sus compañeros de lucha, Natalio verificó que una vez la Argentina se convirtiese en Uruguay todas las épocas parecerían doradas, pues los uruguayos eran la mar de conciliadores. Para esa gente tan apacible lo más importante era poder rascarse las partes íntimas y tomar mate. Si un sector de uruguayos decidía que una época era dorada, todos le daban una chupada a la bombilla y coincidían, aunque la época hubiese sido una mierda. Eso marcaba una gran diferencia con los argentinos, que eran capaces de sacar el facón si alguien les ponía en entredicho sus reiteradas épocas de mierda. De esta forma se crean ‘fisuras ficcionales’ en la historia y de desde allí surge la certeza literaria, fisura temporal que se abre y se cierra en función de la asimilación; asimilación como sinónimo de nacionalización dentro del choque de culturas que a la final terminan por reconciliarse en los encubrimientos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 357 y desdoblamientos; sustituciones lingüísticas para adaptar su nombre a la realidad argentina. Al mismo tiempo que en ese entrecruce de ciudadanías, a partir del entrecruce de sustituciones, el libro La razón de mi vida de la primera dama del país se convierte en especie de biblia: El libro era regalado a los novios cuando celebraban sus primeras nupcias, a los soldados cuando eran llamados a filas y a los niños cuando eran inaugurados los campeonatos de fútbol infantiles. Los hermanos se juraban eterna lealtad apoyando sus manos en la portada. Hasta en las estaciones de relevo más remotas de la Antártida había dos, tres ejemplares vastamente manoseados por los héroes polares que los leían para amenizar sus frígidas noches, algunas de las cuales se extendían por meses. En la revista Argentina, que publicaba el ministerio de Educación, habían publicado una simpática nota donde aparecían tres oficiales de la Armada, sentados en torno a una mesa y enfrascados cada uno con su respectivo ejemplar de La razón de mi vida, mientras en el centro había el muñeco de un pingüino sosteniendo un libro entre sus manos. Forma de ironizar y deconstruir la historia nacional que es al unísono la construcción de la realidad donde todo se hace un montaje a través del trabajo periodístico: Las nuevas normas periodísticas. La Secretaría de Prensa y Difusión había decidido liberar a los reporteros de la necesidad de redactar noticias y a los fotógrafos, de la obligación de tomar fotografías. La secretaría se encargaría de confeccionarlas y diagramarlas. Y las fotos serían de una calidad similar a la de la revista Life, pues habían sido tomadas por algunos de los mejores profesionales de la prensa gráfica, aunque muchas veces no coincidían con las noticias y era frecuente observar que la noticia de un accidente ferroviario era ilustrada con un arco iris. Además que los periodistas por la construcción 358 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN oficial de noticias son desocupados que invierten su tiempo en la revisión de material hípico. De allí que Natalio quiera trascender102 como periodista y escribir un ensayo: La razón de una vida, y su intención se convierte en largo trajinar por los laberintos de la razón: Una incursión a la biblioteca del diario La Razón dio a Natalio las herramientas necesarias para emprender el ensayo. Lo primero que impresionó a Natalio fue la importancia que La Razón le daba a la razón. Todo un sector de la biblioteca contaba con un bibliotecario especializado en la razón. Y a él se dirigió Natalio para explicarle la razón de que estaba buscando en la biblioteca de La Razón la razón de una vida. En referencia a lo anterior, Razón de la sinrazón constituye la trama discursiva que puede ser metaforizada en la búsqueda de la razón entre tratados filosóficos y cotidianidades donde aparecen personajes que son capaces de superar la realidad; superándola. Personajes que duplican la realidad a través de diferentes medios –fotografías, imágenes- y en general, todos aquellos recursos que solidifican la ficción como constructo de sostenimiento de la realidad textual, donde la autenticidad proviene de la copia. Esto es, del reflejo que crea la ilusión y el espejismo como formas de enunciar y representar el mundo “No sólo era imposible distinguir el original de la copia, sino que la copia tenía una legitimidad que faltaba al original”. De allí que los hermanos Pechof se transformen en los Gutiérrez Anselmi que intentan encubrir la nueva historia: “Sobre ella llovieron los títulos y finalmente se quedaron para siempre con el apellido Gutiérrez Anselmi, y con un escudo dividido en cuatro partes: uno dedicado a las 102 Los momentos de la trascendencia referidos en la novela son efímeros y representados por las reuniones en los boliches donde se habla de política: “En esa amable atmósfera de obsecuencia y servilismo, Jaime se sentía en la gloria. Por fin podía compartir esos chistes asépticos que se dicen delante de militares o curas para hacerlos quedar bien, sentirlos más humanos y permitirles que bajen por algunas horas de su pedestal”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 359 mieses, el segundo a las labores marítimas, el tercero a los cilicios y el cuarto a los alfanjes. Agradecido por la descomunal tarea, Jaime le pagó al genealogista su investigación usando los dólares fabricados por Anatoly”. Los dólares duplicados –no falsificados- servirán para financiar la campaña libertaria de Argentina, mientras corroborarán la duplicación como principio para generar significación y producir mundos posibles paralelos a la historia, que en ese caso, será la historia nacional representada por el gobierno de Juan Domingo Perón. Pero como siempre todo fracasa y vuelven al punto de origen, porque en sus delirios narrativos transgreden la historia, como en los billetes duplicados, confunden a Dios con los perros; mientras los hermanos regresan con Salmen y Jaime: “Había perdido todo su espíritu festivo, sus ojos maliciosos y sus modales de farabute. Se había vuelto tímido, hablaba poco, y le agarró el tic de estirarse las bocamangas del saco para ocultar las muñequeras de cuero. Jaime se dio cuenta de que ya no estaba para esos trotes, y volvió a ser un lumpen de las estafas”. Además de todo volver a sus estados originarios, Berta aparece en la vida de Natalio para quitarle las ilusiones y anclarlo al territorio de las imposibilidades: “La única forma de poder convertirse en un gran escritor era vivir soltero y fifar salteado. Lo cual en realidad sería una mejora. La mayoría de sus primas se la pasaban preguntando a sus maridos si eso era necesario para la felicidad conyugal. Como si hubiera existido otra cosa”. El escritor es homologado al héroe que debe romper con toda atadura sentimental para lograr sus objetivos y alcanzar la libertad creadora. Libertad que de alguna manera van a alcanzar todos los personajes cuando se encaminan a concretar su destino narrativo, ya que la realidad histórica va liberando los condicionantes para que se cumplan los designios ficcionales. Y en medio de la fiesta de matrimonio de Jaime anuncian la muerte de Eva Perón, isotopía que sostiene 360 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la realidad histórica que cede paso a la consolidación del constructo ficcional; esa cotidianidad que se hace historia desde sus banalidades y extravagancias: “Así era imposible ser un gran periodista, pensó Natalio. Él podía tener la primicia exclusiva del comienzo de la tercera guerra mundial y de nada le iba a servir. Primero tendría que conseguirle un taxi a Berta”. Al mismo tiempo que el derrumbe de la historia con la muerte de Eva Perón produce la estampida ficcional que irremediablemente conduce al final de la novela: El casamiento parecía un velorio. El anuncio de la muerte de Evita devolvió la existencia de los cuerpos. A algunos les dolían los pies, otros comenzaron a aflojarse los cinturones. Algunas mujeres fueron al baño a liberarse de sus fajas. Muchos estaban arrepentidos de todo lo que habían comido y bebido. Algunos chicos dormían sobre las rodillas de sus madres. Los mozos iban recogiendo los manteles manchados. Debajo de los caballetes había masitas y canapés pisoteados. Los músicos iban descabezando los micrófonos, dejando flotar en el ambiente esa atmósfera de ringside oscuro y vacío al que se acercaban los boxeadores de las películas norteamericanas para llorar su derrota. Y la incausalidad ficcional sigue torciendo los destinos actanciales que desembocan en acalorada discusión entre los miembros de la familia Pechof. Quien en público devela sus más escondidos y recónditos secretos familiares; entre ellos, la parodia de Natalio como escritor: “Ah, y siempre macanea que está por terminar un libro. Cuando no es algo muy filosófico, es una novela. Lo único que escribió hasta ahora es el título. Pero hay que verlo sentado en el café que queda frente al diario. Abre un cuaderno, se hace el interesante y hace que escribe para que lo admiren”. Las máscaras caen y los verdaderos rostros se develan, surgiendo el sueño de Rifque: “En el sueño se iba introduciendo la realidad, como pedazos de pan en una boca. Rifque leía en su cuaderno de primaria. Vio los dibujos del día de la bandera, las figuritas de flores, espolvoreadas con LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 361 arena brillosa, las composiciones El árbol y Mi ciudad. Al mismo tiempo surgieron los gestos de su padre y sus palabras interrumpidas por culpa de su balbuceante timidez”. El espacio onírico es el lugar de encuentro donde las ausencias se hacen presentes, la oportunidad para rehacer acontecimientos: “Y en el sueño ella sabía que se disfrazaba para volver a una infancia en la que su madre, dejara de obligarla a tomar la sopa, se hiciera buena, como las madres de los libros de primaria y se acoplara a las muñecas, a las figuritas y a las flores aplastadas en las páginas de un cuaderno”. Y al salir del sueño aparece la triada simbólica: sed-vela-sed como formas de conducir al sueño, y a la muerte, muerte por envenenamiento que se convierte en toda una ritualización de venganza contra su madre; es una cruenta escena que es filmada: “la cámara se fue acercando en lento travelling a la cara de Dora, y Rifque supo que su madre se pondría melancólica y bajaría el tono de voz hasta convertirlo en un susurro”. Con la aparición de la cámara en el relato volvemos a la circunstancialidad inicial representada por el documental que prepara Berele. Son las confesiones patentizadas entre la vida novelesca y el mundo cinematográfico; el espacio de la representación por excelencia: –Yo quería ser una gran actriz, y no envejecer nunca, como Libertad Lamarque. Quería hablar de tú, quedar embarazada sin que se me notara la barriga, que un galán me dijera: ‘Es más bonita cuando se enoja’. Quería que un millonario me entregara un cheque para que dejara a su hijo y que yo le pudiera contestar: ‘Quédese con la plata. No podrá comprar mi amor, porque mi amor no se vende’. Quería tirarme en la cama y apretarme contra la almohada para llorar por un amor no correspondido. Quería leer una carta de una sola ojeada, bajar por una escalera vestida con traje de noche, y dejar a todos mudos de asombro, apagar las luces de mi cuarto y que un foco me siguiera iluminando la cara. Pero me tuve que conformar con ser una madre cualquiera y convencerme que 362 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN lo más importante era saber si habías hecho duro o blando. Los personajes se encuentran con sus realidades, el mundo que se evapora por las labores domésticas propias de la maternidad, lo que puede interpretarse como una dura crítica a la institucionalización doméstica y sus microfísicas del poder; poder que atrapa y deglute a los miembros de una familia condenada a la imposibilidad que gira en torno a la muerte de Rifque, acto que semeja un viaje marítimo: A la media hora Rifque empezó a sentir que se iba quemando por dentro. Volvió a poner la vela en la sed y se durmió. Dos o tres veces Dora se acercó hasta casi tocarle la nariz. El centro de su cara parecía la proa de un barco y sus cejas y labios se estiraban en diagonal hacia abajo y hacia atrás. Al final Rifque descubrió que podía abrir la boca y meter la cabeza dentro de su cuerpo. Sus manos eran transparentes y pasaban por la llama de la vela sin tocarla. Escuchó que alguien gritaba Agárrenle las manos y se aflojó mirando una mancha que se agrandaba hasta ocupar todo el cuarto. Todo el círculo temático de la novela confluye en la imposibilidad asociada por la tragedia nacional que representa la muerte de Evita Perón y el envenenamiento de Rifque; en resumen, el triunfo de la muerte sobre la vida. Y en esos momentos todas las reflexiones conducen a la reconstrucción de las trágicas vidas que les ha tocado representar en la historia textual: Natalio pensaba en su matrimonio. Nunca había existido un poco de cariño espontáneo. Nunca Berta se le había acercado para acariciarle la mejilla. Y siempre se la pasaba diciéndole que no. Cada vez era una excusa diferente. Todavía ahora ignoraba cómo se había producido el milagro de la gestación de Berele. ¿Quizás mientras dormía? Berta había conocido casos. No, pero Berele tenía que ser suyo. Aunque no se le parecía en nada. Pero Berta le había explicado que generalmente los hijos no se parecen a los padres, sino a las LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 363 madres. Sí, Berele se parecía bastante a Berta. Y también a un primo lejano que le había arrastrado el ala a Berta antes de casarse con Natalio. Berta le había asegurado que lo del primo lejano había sido un amor platónico. En dos o tres ocasiones Natalio se había cruzado con el primo cuando se dirigía al periódico. La traición se hace estigma que nunca deja a esos cuerpos y almas alimentados por un pasado que los flagela como pecado original. Son personajes extraños que sobran en un tiempo histórico que les es extraño: “Tal vez Natalio había nacido en el siglo equivocado, o en la ciudad equivocada. Aunque en su caso, todas las ciudades parecían equivocadas. En Montevideo todos habían podido mojar el fideo. Todos menos Natalio. Ni siquiera en una casa de trato. Ni siquiera pagando por adelantado. Y en cambio, en todos esos lugares, las mujeres se peleaban por Itzik”. Asimismo dentro de esta sincrética historia Berele es la mirada cinematográfica: “Berele observaba en cámara lenta sus gestos de miedo y su palmoteo amistoso.” Cinematográfica y presente narrativo se hace instancias duales para ir en estos momentos recogiendo la historia que parece siempre volver a un mismo lugar de enunciación. Y ese eterno retorno está soportado por el pasado que se impregna a manera y razón de tatuaje que se fija en la piel de los personajes, permitiendo realizaciones a medias como fragmentos que nunca terminan de unirse. Así que lo único que Natalio escribe es un cuaderno con el título de Reproches del año que me pidan; Tal vez podía abrir una tiendita y vender reproches. Seguro que se llenaría de oro. Había reproches capaces de destruirle la vida a cualquiera. Por ejemplo, un reproche capaz de destruir la vida a una nuera, sin comprometer el bienestar de sus nietos. También se podían clasificar por años. “Usted nunca quiso que me casara con su hijo”. Ese era un reproche de una nuera a su suegra, más o menos del año 1943. “Hasta 364 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN me convertí a su religión para que me aceptaran en su familia. ¿Y qué recibo a cambio? Sólo desprecios”. Otra nuera a su suegra. Pero era un reproche demasiado moderno. La goie que se había casado con Jaime podría hacer ese reproche en años venideros. Como lo he apuntado en algún momento de la lectura, esta novela sirve de antecedente textual-narrativo A las 20:25 la señora pasó a la inmortalidad; contiene la historia real/ conmemorativa que se hace presente eterno en ambos textos: Buenos Aires tuvo semanas de un velorio nocturno que dividió en dos la historia. Como todo suceso trascendental, comenzó en un día monótono que recuperó todos sus detalles y fue reinventado de adelante para atrás, a partir del instante de la tragedia, trocando cada hecho anterior en un presagio y despojando a la muerta de su carnadura, haciéndola nacer adulta, sin recuerdos humillantes, sin padres, enemas ni pensiones. Ni siquiera la época de actriz de Evita había sido registrada en los periódicos y lo único que perduraba de su personaje como intrépida astronauta de la radio había sido su perfil en la luna. Historias donde lo conmemorativo se hace ritual “para mantener el ritmo de vida y se siguió sacando a los perros a hacer sus necesidades, se salió de compras y se visitó amigos, en el interinato de un domingo inacabable”. Y de esta manera los espacios se desdibujan para que aparezcan las imágenes informes que aluden a seres espectrales desdibujados en la ciudad deformada por la niebla y la lluvia; imágenes que son entrelazadas por la muerte nacional que conlleva a miles de muertes individuales: “Natalio había calculado, a grosso modo, que si a cada velorio iban unas cuarenta personas y al de Evita más de un millón y medio de personas, su muerte equivalía a la de treinta y siete mil quinientos difuntos”. La realidad histórica debe ser reinventada desde la ficción que homologa el decurso narrativo que acude a su LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 365 ocaso: Nunca había ocurrido nada semejante en la Argentina, y las mejores cabezas pensantes del país se vieron obligadas a inventar nuevas maneras de amalgamar desdichas, planificar el luto y reglamentar el llanto. De ahí la prohibición de las autopsias y de los entierros, para que ningún dolor distrajera a los particulares del dolor oficial. No tenían que existir otros pensamientos, otros rezos, otras flores, capaces de minimizar esa muerte tan espaciosa, que extendía sus colas por las principales arterias de Buenos Aires como si hubieran sido tentáculos. La Argentina pública y la Argentina secreta coincidieron en esas semanas de duelo. Los funerales no sólo explicitaban el dolor, también encubrían toda clase de actividades clandestinas. Muchas personas les pidieron a otras personas que les cuidaran el lugar mientras salían a hacer otros menesteres. Y era imposible seguirle los pasos a cada uno de esos sigilosos caminantes que intentaban continuar sus rutinas cotidianas. Todo el país como realidad enunciativa se convierte en el gran velorio que atrapa a todas las voluntades por igual: El velorio de Evita hacía exhalar en toda la ciudad olor a flores pisoteadas. Las radios aturdían con su música sacra. El aire estaba impregnado de olor a Vick Vaporub. Un resfrío colectivo oxidaba las gargantas, aflojaba las narices, afiebraba los cuerpos, atosigaba las cabezas con pensamientos fatalistas. Cada rincón, cada sombra y cada objeto estaban distorsionados por historias de fantasmas. Se caminaba con la piel alerta, para detectar cualquier ruido extraño. En esta novela aparece el título de la otra analizada en el capítulo anterior: “Natalio marcó el número de teléfono para averiguar la hora, pero la chica repetía como un disco rayado: Son las veinte y veinticinco minutos, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad”. Y así todas las acciones del decurso narrativo se van agolpando en torno al estatismo que anuncia 366 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN el final de la historia textual: “Natalio salió a la calle. En un reloj de iglesia vio que seguían siendo las ocho y veinticinco. La noche estaba inmóvil, como si la hubieran prefabricado para el velorio de Evita. No había síntomas de qué hora podía ser, esa diferencia impalpable que separaba la noche de la madrugada”. Y ese estatismo se manifiesta también en ‘vivir’ el tiempo del duelo cuando desmontan por mudanza el diario donde trabaja Natalio. Mientras vuelve a aparecer Berele como el gran montador de la historia; el apologista de toda la familia y la historia nacional. Todo lo que se ha mantenido oculto surge dentro de la tradición textual, tradición que es tolerada por Berta porque el incesto es una afrenta contra la familia que odia y detesta; situación que mantiene los bordes de la familia: Salmen se sentía a gusto rodeado de esos seres imprescindibles que sólo hablaban de muertos y podían informarle de los mejores precios cuando se trataba de ataúdes o de tumbas baratas. Siempre estaban tosiendo y gargajeando. Los igualaban las bufandas de lana gris, los sobretodos, los achaques y las barbas de varios días. Bastaba que dos o tres de ellos se congregaran en una esquina para que empezara a llover y las alas de sus sombreros quedaran quebradas por el agua. El velorio se convierte en espectáculo burlesco que desborda los límites de la racionalidad; la dama se convierte en muerta, y de allí en heroína, con toda una singularidad épica/ mítica. Y donde Jaime aprovecha para hacer negocios entre los que forman las largas colas para ver la difunta. Buenos Aires se convierte en una gran iglesia, un gran altar que es reconstruido por Berele en el momento que la historia textual se desborona: Al lado de esas escenas sacadas de documentales Berele hizo algunas tomas en interiores. Cubrió el obelisco con un manto negro y lo usó como palo mayor de una carpa que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 367 cubrió toda la ciudad. Con ayuda del montador Berele creó un mapa de Buenos Aires dividido en catorce circunscripciones y en cada uno de ellos mostró imágenes de personas con diferentes poses y ropas, para equilibrar risas y llantos, amor y odio, disolviendo el júbilo del Barrio Norte en la tristeza de Mataderos, diluyendo el burbujeo del champán en las dieciséis mil lágrimas diarias de Barracas, taponando con el olor de las curtiembres de Mataderos el perfume de los niños bien de Palermo Chico y superponiendo a las vestimentas de la calle Florida las ropas de mecánicos de Villa Luro. Todo apunta hacia el final suspendido, Berele y el montador se sienten cansados: Todo se mantiene como en suspenso, todo en el mismo sitio como en el caso del señor Valdemar. Falta la vuelta del cementerio para que todo acabe de corromperse. Nadie se baña ni se cambia la ropa interior, escasea la comida, viene una peste. Abren fosas para enterrar a los muertos. Excavan una de las fosas a lo largo de la Avenida de Mayo entre el Congreso y la Casa Rosada. Hay una inundación y los cadáveres aflojan el empedrado y resbalan por las calles. Algunos tapan las cloacas. Algunos cuerpos están ampollados de hongos. A medida que aumenta la peste, va agrandándose en el cielo una mano de goma. Cincuenta obreros escoltados por cadetes y enfermeras de la Fundación trasladan el féretro pulso hasta el Congreso. Después, montan el féretro en una cureña y lo trasladan a la C.G.T. Cuatro enormes pantallas de cine reflejan la cara de Evita a cada uno de los lados del obelisco. Aparece la cara de Evita en la Luna. E intempestivamente aparece un personaje: Bernardo Pechof que es quien escribe el final que busca Berele, o más bien, quien incluye a Berele dentro de la historia textual que ahora muestra una arista más como circunstancialidad enunciativa de un tercer elemento que manipula esa realidad intervenida. Y es que en confusión de los planos narrativos el diminutivo o apodo se hace nombre al final de la novela, y nos 368 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN da entonces, las coordenadas ficcionales que se han mantenido ocultas durante todo el relato: Bernardo Pechof se despertó. No quería encender la luz para no despertar a su esposa. Abrió con lentitud el cajón de la mesa de luz y extrajo el cuaderno. Por suerte había enganchado una birome en la tapa. En piyama y descalzo fue al baño, bajó la tapa del inodoro y escribió: “Pero Berele no lloraba por el padre, sino porque se imaginaba que ahora tendría que ir a vivir con su mamá a una pensión, y que en la escuela dirían: ‘El huerfanito ya no puede venir más porque es pobre´. A partir de ese momento, sus únicos amigos serían el albañilito moribundo, el hijo del deshollinador y Sardi, el hijo del panadero, y los rostros de todos ellos estarían tiznados de hollín o de harina. El tiempo se agota junto a los rollos del documental que se ha ido montando conjuntamente con la escritura, si es que se ha escrito algo y no ha sido simplemente un parlamento que se enuncia en torno a una máquina filmadora que adelanta y retrocede; anima y congela: Faltaba exactamente un rollo para concluir el documental. A Bernardo siempre le gustaban los finales que le mordían la cola al prólogo. Pero ya era difícil contar la historia de su padre. Su padre muerto estaba cada día más muerto. En cambio el Natalio de su infancia seguía perdurando en las páginas de su diario. Si algo lo unía a su padre, eran los villanos de su niñez. Como los hermanos Beléndez. Cada vez que Natalio y su tío Jaime salían al recreo, eran encarados por los hermanos Beléndez, que los provocaban para pegarles. Y en este momento nos damos cuenta que al final, la novela es el insomnio de Bernardo Pechof, un paréntesis que se hace en el sueño y la vigilia de la luz. La pesadilla heredada de la tradición de la familia Pechof. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 369 LA REGIÓN VACÍA. LA RECOMPOSICIÓN DEL ROMPECABEZAS La región vacía (2014) es una admirable novela que privilegia la imagen como mecanismo generador de discurso, que desde su mismo comienzo, cuando un periodista revisa junto al personaje Marcia fotografías sobre el 11 de septiembre, para tratar de buscar indicios reveladores a través de los instantes gráficos plasmados en las imágenes que permitan reconocer personas fallecidas en el fatídico acontecimiento. Y en esa revisión-recorrido de difusas aristas emergen los fantasmas que reconstruyen sus propias historias, otorgando una profunda autonomía dentro del relato; autonomía que genera más incertidumbres que certezas, tal y como queda expresado en la siguiente afirmación textual: “El periodista esperó con paciencia a que Marcia volviera a revisar la fotografía. Cada familiar de algún muerto parecía replegado en el día anterior, coexistiendo con fantasmas a través de los cuales la vida fluía como en un desagüe roto”103. Esta incertidumbre en la búsqueda del reconocimiento produce el ingreso de la memoria y la imaginación como los grandes artífices para el otorgamiento de sentido al acontecimiento ocurrido. Porque en el no-reconocimiento de los hijos de Marcia en las fotografías es donde se produce la ‘movilidad textual-accional’ de la novela. Ya que la fotografía es todo un enigma que dificulta el reconocimiento; lindando 103 Todas las citas sobre la novela La región vacía pertenecen a la edición realizada por Editorial Verbum. Madrid. 2014. 370 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN entre lo fantasmal y lo real; fluctuando entre el color y el blanco y el negro que hacen confundir las imágenes entre luces y sombras. Imágenes cromáticas y monocromáticas se suceden en un mismo instante representado por la estructura de las Torres Gemelas que ya no está, y la confusión panóptica de los personajes de las fotografías que caen o se zambullen en el vacío. Son cuerpos sin rostro definido –pareciera tener barba- lo que dificulta su identificación pero potencia el simbolismo. A partir del anonimato se transfigura en enigma; cadáver que se hace interesante a partir de la intriga y el anonimato, produce incertidumbre dentro de la búsqueda de las certezas. Al mismo tiempo que en la foto se mantiene con vida mientras va en caída libre hacia la muerte, transformándose la fotografía en el congelamiento del instante, la suspensión de la vida y prolongación de la existencia desdoblada en imagen estética. Porque en esta novela la fotografía abandona los ámbitos de la tragedia y se transforma en arte: “La parte derecha de la torre estaba rayada por líneas verticales blanquecinas y grisáceas que avanzaban hacia la parte izquierda hasta convertirlas en líneas agresivamente blancas y negras. El hombre parecía desplomarse en el eje de esa composición, en el centro exacto de una vertical línea blanca. Su pierna izquierda estaba plegada, su zapato se apoyaba en el tobillo derecho”. El acontecimiento se traslada a los escenarios estéticos para transformar la realidad que se hace coleccionable por parte de los fotógrafos o cronistas gráficos de la historia, sucesos gráficos que permiten crear la nueva causalidad que sustentará la historia textual desde los ámbitos de la ficción: —Richards Drew. El fotógrafo se llama Richards Drew — dijo el periodista. Tenía una forma extraña de hablar, pensó Marcia, parecía haber memorizado las palabras—. Fotografió a Robert Kennedy cuando lo asesinaron en Los Ángeles. Fotografió a la viuda de Kennedy cuando lo insultaba, exigiéndole que dejara de sacar fotografías de su esposo LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 371 muerto. Drew guarda en su casa la camisa ensangrentada de Robert Kennedy, como un trofeo. Y si volvemos a la fotografía que describe la caída- zambullida del anónimo hombre, encontramos que las tonalidades grises insertan la foto dentro de los espacios de la sublimidad espiritual; lo gráfico se hace pictórico –una composición-, las imágenes son construidas a partir del sentido que supera el acontecimiento: “Marcia pensó que el hombre había sido despachado hacia la muerte en esas centésimas de segundo capturadas por la foto. Parecía engendrado por la mecánica”. En la fotografía el acontecimiento se hace artificio estético y el fotógrafo se convierte en artista. Es quien ‘arma’ las escenas memorables, es el mediador entre la historia y las imágenes testimoniales de la sociedad. Al mismo tiempo guarda trofeos de esos momentos memorables, lo que lo convierte en coleccionista de la historia, y como tal, puede reordenarla, jerarquizarla –en todo caso- reescribirla a través de las gráficas y los trofeos. En este sentido la ropa se convierte en prolongación del cuerpo emblematizado; sobre-cuerpo que provee identidad, referencia para el reconocimiento y la identificación. Entonces no solo recubre de la intemperie sino que dota de significación a partir de ciertas y determinadas circunstancias históricas, eventualidades que logran establecer nuevos sentidos y connotaciones. Y de esta manera se crea la sinonimia entre ropa y cuerpo, donde estos son reconocidos por la indumentaria que se hace emblemática dependiendo de las características extraordinarias que acompañen al acontecimiento histórico. Obviamente, entre más extraordinario y novedoso sea el acontecimiento; más estridente será su ingreso a la historia y la refrendación de la validez e importancia icónica-referencial de la imagen. De hecho, ver las fotografías de los fallecidos es la ritualización de la vida a través de la muerte que anula pecados y penas. La muerte expurga las penas y recubre los cuerpos 372 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN fotografiados de una esencia especial Marcia siguió contemplando la foto con la pasión de un religioso que intenta descubrir algún artefacto sagrado en medio de la trivialidad. El problema con esos hijos muertos era que amordazaban los recuerdos de Marcia, le impedían pensar mal de ellos. La muerte los condenaba a la inhumanidad. Cada uno de sus gestos parecía recopilado para que aflorara el martirio. Algo había ocurrido antes de sus muertes que seguía afligiendo a Marcia. Pensó en el rostro magullado de Mark, los días previos al 11 de septiembre. Sin su muerte, se habrían borrado esas señales. Ni siquiera el recuerdo perduraría. Bajo estas referencialidades encontramos que el reconocimiento es la forma de reescribir la historia a partir de la validación del testimonio o evidencia. Y en nuestro caso concreto, en esta escena del reconocimiento en la fotografía se hace un interesante juego de la intriga, al mismo tiempo, que sirve para construir la trama discursiva fundada en la circunstancia íntima-personal de Marcia para luego irse desdoblando en hecho histórico a medida que transcurre el decurso narrativo y se diversifica en la referencialidad universal: “El problema con esos hijos muertos era que amordazaban los recuerdos de Marcia, le impedían pensar mal de ellos. La muerte los condenaba a la inhumanidad”. De personas pasan a ser muertos, y de allí, habitan una cosmogonía más allá de la realidad. Con esto quiero decir que ver fotografías permite imaginar los acontecimientos, y al imaginarlos, se narran, se hacen dinamia discursiva que estructura la trama a partir del posicionamiento que hace el personaje Marcia de sus hijos en los escenarios de los acontecimientos. Pero además, quiere congelar el momento de la vida de sus hijos en una fotografía, y allí quedan las ‘estáticas’ que se convierten en ‘dinámicas’ cuando se vuelven a leer e interpretar; porque nunca significan lo mismo, todo depende de las circunstancialidades de los sujetos enunciantes-atribuyentes; allí quedan condensados LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 373 tiempos, espacios y lugares de lo originario: Hubiera deseado encerrar a sus hijos en una foto (una foto en blanco y negro, de grano grueso) y compartir con ellos la observación de un objeto. Por ejemplo, una jarra repleta de lápices. Podía ser Mark, o Gerald. ¿Todavía seguían existiendo jarras repletas de lápices en una oficina repleta de computadoras? O tal vez el cooler. Mark o Gerald sorprendidos por la cámara en el momento en que el cooler soltaba una burbuja gigante. Alguien tendría que haber sacado una foto de sus momentos postreros. Más aún, la verdad está condensada en las gráficas y videos, ellos se convierten en posibilidades de interpretación de los hechos. Allí la realidad se reordena porque el material gráfico contiene las claves a aflorar cuando el material sea reordenado. Circunstancia que complejiza el proceso de interpretación porque las significaciones no dependerán solo del material sino de los interpretantes y sus mundos experenciales como catapulta para llegar a crear las nociones de realidad: “Marcia sentía que la verdad rondaba en torno a ella, estaba por decirle algo terrible al oído, y luego se alejaba. Su oficio la marcaba. Pensaba de la misma manera en que organizaba sus collages. Miró al periodista. Lo imaginaba flotando en una suspensión coloidal. Sus hijos estaban sentados en un cuarto, cada uno columpiándose en su propio mundo, para siempre”. En interesante intercalación actancial, los personajes se convierten en hologramas de las fotografías e ingresan a un ‘escenario’, sí a un escenario gráfico donde enmascararse es la posibilidad de encontrar la verdad particular de cada uno de ellos. Porque en esta novela se construye desde los lugares y espacios de lo íntimo, donde cada uno de los personajes busca su verdad contenida en el mismo acontecimiento pero diversificada en cada una de las individualidades y sus fingimientos; convertirse en seres inanimados para simular realidades y así vivir fingiendo: 374 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Marcia intentó serenarse antes de alzar la vista. Fingir era la pauta. Mostrar estoicismo era la norma. Los familiares de las víctimas se saludaban cautelosos, cada uno detrás de sus máscaras, intentando proteger un secreto. Nadie quería que violaran la intimidad de sus muertos, descubrir hechos vergonzosos. La muerte siempre sorprendía infraganti. Esos seres inanimados eran objetos de culto, estaban protegidos por sobrevivientes rígidos, arrogantes como toda víctima, incapaces de compartir recuerdos comunes. El dolor crea seres del desarraigo, indiferencia y cautela; la tragedia produce el dolor personalizado que se guarda como tesoro individual, al unísono que crea escepticismo por la ausencia de esperanza y resarcimiento: Habían sufrido, tenían derecho a ser despiadados. Para ellos no existía un antes que explicara la solidaridad del después. Creaban sus propias madrigueras para rechazar a los extraños. Un vendaval los había desgajado de sus rutinas. ¿Qué solidaridad desata un vendaval? ¿Qué existe antes de un vendaval? Las enfermedades brindan la oportunidad de una despedida, hasta el peor de los accidentes ofrece la ilusión de que no hubo desamparo, pero en esta ocasión no existían protocolos. Todos los canales por donde circula la muerte habían sido obliterados por el vendaval. Era una tragedia urdida para no dejar resquicio a la esperanza. La tragedia establece una especie de ensimismamiento purificador que permite ‘leer’ la realidad desde las entrañas del dolor, ese dolor que en la historia de la humanidad ha mostrado al hombre la profundidad del sentimiento y la brevedad de la vida. Hay que mencionar también que el dolor es la oportunidad para el encuentro de las subjetividades en su máxima expresión, más aún, el dolor de la muerte trágica e imprevista como las ocurridas el 11 de septiembre con el atentado de las Torres Gemelas. Por ello no es de extrañar LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 375 que los personajes encarnados por el periodista y Marcia son seres que se reconocen dentro de las esferas de la sensibilidad. Marcia es fascinada por la escritura, es la voz que narra desde los intentos por ‘armar’104 el rompecabezas a través de las fotos como posibilidad de reescribir y resignificar los acontecimientos: “-Me fascina todo lo que tenga que ver con la escritura. No se imagina la cantidad de estilográficas que tengo en mi escritorio -dijo Marcia revisando el bolígrafo, tratando de descubrir cómo funcionaba—. Es que hago collages”. Hace collages donde la diversidad es unificada, las imágenes surgen de lo sincrético que toma forma desde el armar con retazos. Y dentro de esos collages hay historias y mensajes por leer, que no siempre el interlocutor coincide con quien los elabora. Tal es el caso del periodista cuando ve las fotografías de los hijos de Marcia y las cuestiona; no le gusta la sonrisa de Mark ni que Gerald esté encerrado en su mundo desprotegiendo a su hermano menor. En cambio le gusta el collage que contiene la figura desapareciendo por la puerta. Lo espectral lo seduce porque forma parte de la trama textual. Historia textual que de alguna manera es escrita por el periodista, o por lo menos, es el cronista que trata de ordenarla. Mientras tanto, en el desarrollo de la historia textual, Marcia y el periodista comienzan a encontrar coincidencias entre ellos. Para él, los collages tienen mucha calidad; ambos escriben poesía. Y ella se revela como mujer y sentido, mujer y sentimiento porque ha tenido amantes y también escribe poesía que no exhibe en lugares públicos sino en sus espacios de lo íntimo: “-Tengo otras habitaciones, tengo un dormitorio. Hay muchos lugares donde podría haber puesto mis poemas. He escrito tórridos poemas. A usted lo escandalizarían, basta ver su chaleco. Un hombre que usa ese chaleco se escandaliza ante cualquier cosa. Todos los poemas están en mi dormitorio. 104 Armar, montar, escenificar son vocablos que en la narrativa de Szichman tiene un significado especial por la inclinación de su discurso hacia la escenificación y teatralidad. 376 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN ¿Quiere verlos?”. Vuelve el sentido identificatorio de la vestimenta como la piel que recubre desde lo simbólico y permite conocer connotaciones íntimas del personaje; algo similar con lo que ocurre con la fotografía, al convertirse en proceso indagatorio sobre la vida de Marcia por parte del periodista, aun cuando conoce detalles de esa vida. Y a medida que va preguntando se va construyendo la historia textual, donde pregunta y respuesta van conformando el collage que evoluciona paulatinamente mediante el intercambio de imágenes. Por esta razón fundamental, considero que el periodista es el cronista de la historia textual, quien ‘arma’ un gran reportaje que tiene como excusa el referente histórico del 11 de septiembre105. Y considero esa excusa histórica como agente legitimador de los espacios íntimos que surgen desde la cotidianidad para copar los escenarios narrativos desde la perspectiva de los personajes que desandan tratando de enmascarar sus más sentidas intimidades. Conviene subrayar que el montaje de todo ese andamiaje textual no se hace solamente a través de las imágenes fotográficas sino en función de los cuerpos de los personajes que se convierten en cartografía corporal desde donde se puede leer su historia y la de los otros; así como Marcia ha superado la muerte –un cáncer de seno- y porta un cuerpo mutilado y reconstruido. Todos los personajes tienen plena conciencia de su pertenencia a la historia textual, especie de guión que rige las reglas de la actuación. 105 Además de la metáfora de región vacía que puede significar el espacio desolado por la destrucción de las Torres Gemelas, considero que la fotografía es la verdadera región vacía que se intenta llenar con las diversas posicionalidades enunciativas de los personajes como sujetos enunciantes- atribuyentes. Una región que despoblada de sentido se va cargando de significado, tal y como se carga la novela misma a medida que transcurre el decurso narrativo. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 377 Por otra parte la historia textual trasunta desde la noticia al reportaje. A través de esa interrogación, de ese juego de palabras y respuestas se va construyendo Marcia como personaje a la sombra de sus hijos fallecidos trágicamente el 11 de septiembre. Lo que representa el eje de la acción a partir de la imprevisibilidad que intenta ser ordenada por un periodista que viene de la fuente de sucesos –cronista de sucesos o crónica negra- quizá de la anormalidad y lo horrendo del mundo policial; pero también es quien ata indicios, posiciona lo que comprende en su trabajo; especie de hermeneuta, traductor de un mundo dentro de la realidad textual. Y conoce las técnicas y materiales del collage como el Titebond, el adhesivo asfáltico que permite adherir los materiales que conforman el collage. Todo esto parece confirmar que este adhesivo asfáltico es alegoría de la palabra, o ella de éste, como sujetadores de las piezas del ‘armador’ dentro del rompecabezas textual que se mueve entre lo permitido y lo prohibido; así el adhesivo: “Vaya a New Jersey, pruebe en Union City. Conseguirá Titebond en cualquier cerrajería. Pero pague al contado. La policía puede rastrearla por su tarjeta de crédito. Ese pegamento se usa con fines inconfesables. El tubo de dos onzas es el preferido por los enforcers106. Nunca compre tubos de dos onzas”. Determinantemente, a medida que transcurre la conversación entre Marcia y el periodista las identidades se develan y los cuerpos se acercan: “-Bueno, ahora quiero que me acaricie la cabeza. ¿Ve talento en esos collages?” cuando Marcia propone la cercanía –tocar la cabeza- el periodista se abstiene y entrega su tarjeta con los puntos de localización y verdadero nombre. El nombre que no revela en sus artículos porque es 106 Los enforcers (Los ejecutores) son un equipo de villanos de las tiras cómicas. Referencia que sirve como embrague entre la realidad y la ficción dentro del discurso narrativo, lo que reafirma nuestra hipótesis sobre la cercanía práctica entre la palabra y el pegamento. Lo que produce una importante triangulación entre referente histórico, mundo íntimo y espacios caricaturescos; triangulación de tres perspectivas ficcionales homologadas por la imaginación-narración que conforma el mundo posible de la novela. 378 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN un personaje construido bajo el enigma, que se enmascara en el chaleco para distraer a los sobrevivientes –víctimas-. Es un cazador de información que incursiona en una jungla de sufrimiento: Es muy difícil que me encuentre en el apartamento. Pero siempre puede dejar un mensaje en la contestadora… Uso este chaleco para hablar con los sobrevivientes. Se distraen, se mueren por saber para qué lo uso, y así nunca se enfurecen cuando les hago preguntas. Todos creen que cuando salgo de sus casas me voy de safari. Todas estas escenas conminan al surgimiento de una historia de amor que de sostenerse en la historia textual puede constituirse en el mecanismo ensamblador de todos los fragmentos dispersos con la fractura de las edificaciones y los cuerpos. Estas revelaciones ocurren en el dormitorio de Marcia, espacio de lo íntimo, por cierto, donde no hay colgado ningún poema. Quizá en ese momento comienza a escribirlo, el periodista le deja su bolígrafo, el instrumento de convertir los pensamientos en imágenes-palabras, forma de ordenar el mundo, al mismo tiempo que posibilitará un próximo encuentro: “- Llámeme cuando decida devolverlo” y devolver el bolígrafo se convierte en lapso que se suspende en el tiempo y el espacio como forma de prolongar la historia; establecer la distensión o paréntesis entre estos dos personajes, para que cada quien se encuentre con su propia historia: Ya llegaría el período de la meditación, el inútil ensayo de acariciar rostros en tres dimensiones, el inevitable momento del desengaño. Marcia se había resignado a rozar con sus dedos fotos desacopladas de la tragedia, algunas en blanco y negro, otras en el estridente color de la Polaroid. Sus hijos trascendían la muerte que les aguardaba, la hacían trivial. Marcia se negaba a aceptar ese final, quería atrapar sus miradas en los momentos postreros, cuando ya conocían el desenlace. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 379 En la cita aparece el número tres –la triada-. Marcia y sus dos hijos reunidos nuevamente a través de las fotografías y el tacto, porque tocar las fotografías es acercarse a los que no están y temporalmente vencer la muerte convirtiéndola en algo trivial. Las fotografías son espejos que permiten ver más allá de las imágenes, donde esas imágenes estructuran la cotidianidad. Cotidianidad que no es ajena a Marcia, quien antes del fatídico día ha visitado exposiciones de fotografías para prestar singular atención a los rostros inanimados, a los escenarios de la muerte que quieren atrapar la vida a través de los cadáveres como alegoría de la vida: “retratar a los muertos como a los vivos, pasaban horas ataviándolos para asignarles una apariencia de vida”. Los seres inanimados de las fotografías parecen que carecen de vida previa, porque fotografiarlos desde lo inanimado construye sujetos de la estática que nacen precisamente al mundo de la imagen congelada. Es la nueva posicionalidad enunciativa que crea el espacio simbólico diferente al de la vida, porque crea una esfera de significación diferente que toca los bordes de la trascendentalidad –tal es el caso de ver un cadáver en un ataúd- porque parece que naturalmente han sido colocados allí, y son precisamente cadáveres sin vida previa. Además el cambio radical de las formas enunciativas que se basan en la ritualidad para intentar hacer posible la aprehensión de lo que se ha ido, o lo que mora en los predios de la imaginación y la utopía. Ejercicio muy parecido al que hace Marcia y sus collages, porque las exposiciones fotográficas también son collages; formas de ordenar y desordenar el mundo que cobra vida al ser ordenados de determinadas maneras en la construcción de significaciones. Y en todo caso, los cadáveres representan la mutilación de la vida y los collages, manipulaciones de la realidad. De esta manera surgen realidades intervenidas a partir de la imaginación de los enunciantes. En esa realidad existe un interventor que desde los cuerpos crea la historia, o la historia 380 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN se crea a partir de los cuerpos, enunciando desde lo que ya he referido como la corpohistoria. Y precisamente el collage posibilita la incorporación de cuerpos disímiles, ambiguos, que perfectamente se ensamblan en el espacio enunciativo; de la misma forma como se van ensamblando en el decurso narrativo de la novela. Conviene subrayar que las fotografías demarcan las fronteras entra la vida y la muerte que no causa aflicción sino impotencia, ya que las fotografías están estructuradas por el fingimiento; no escapan a la representación donde los ‘actores’ son acomodados para construir la teatralización del acontecimiento. Porque indudablemente la fotografía constituye el ‘acomodar’ una escena donde obviamente el fotógrafo es el acomodador que intenta reordenar lo representado, tal y como ocurre en una sala de cine: Lo macabro parecía fingido, anticipaba el horror con excesivas señales, era proclive al ridículo. Marcia estaba preparada para esos cuerpos rígidos, ese era justamente su trabajo, ensamblar rígidas figuras. Sus collages se habían convertido en una manera muy enervante de llevar el pan a la mesa. Seleccionaba en revistas fotos de edificios, jardines, vestidos, esculturas, relojes antiguos —nunca entendió muy bien su fascinación con los relojes antiguos— y los pegaba en cartulinas donde generalmente ubicaba seres de sonrisas desconcertadas, incómodos en su adustez. La fotografía nunca lograba convencer, la torpeza se instalaba en la pausa. En los collages de Marcia107 la fotografía no 107 A este momento de la escritura y sosteniendo la tesis sobre la fragmentación de los cuerpos a través de los collages de Marcia, se me ocurre indagar sobre el significado del nombre, que significa el diminutivo de Marcos; vinculado con Marte, símbolo asociado a la muerte. Día martes y mes de marzo. La creación que se produce a partir de un sacrificio primordial signado por el sacrificio. Y el personaje Marcia inicia su peregrinaje en la novela a partir de la muerte de sus hijos; la tragedia es quien la ubica dentro de la historia textual que la reconstruye como LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 381 convence porque se transforma en la versión caricaturesca de los cuerpos y la realidad. Al mismo tiempo que es el intento por aprehender el tiempo a través de relojes antiguos que simbolizan la memoria testimonial. Esa manipulación de las fotografías ensambladas en los collages produce un acto de libertad: “Marcia también se había impuesto sus reglas. Nadie la obligaba a recortar esas figuras con aserradas tijeras, o a ensamblarlas usando Titebond. ¿Dejaría de emplear ese pegamento porque lo usaban los enforcers?” Y de esa manera se cierra la introducción como elemento vector de la historia textual que continúa con un capítulo llamado vísperas. El mencionado capítulo comienza con un significativo epígrafe: “Sin importar dónde te encuentres,/La muerte tropezará contigo,/En la ominosa torre”. (Cuarta Sura del Corán), y allí se produce la incorporación del elemento mítico que presupone un giro simbólico entre la muerte y la tragedia hacia los espacios de lo sagrado. De allí que se contenga la significación dentro de lo admonitorio y profético, ya que la muerte se convierte en el embrague que une historias y personajes. Además de esta referencia, vísperas, según la tradición de la Iglesia, es la doble expresión sobre la que se fija todo oficio cotidiano; Laudes y vísperas son formas de reunirse con Cristo en la alabanza y la súplica. Las vísperas son aconsejadas como celebración íntima, pública o comunitaria y forman parte de la ritualidad contenida en la liturgia de las horas. Esta reflexión desde lo místico es necesaria porque en la novela la muerte no es un hecho ordinario sino el agente dinámico que produce la acción y movilidad textual. No obstante, en la novela La región vacía, el nombre del primer personaje. Porque en ese momento es importante acotar que a través del nombre de los personajes podemos llegar a importantes sendas simbólicas. Y no quiero con esto argumentar que el autor tiene plena conciencia de ello y coloca los nombres con esa intención, sino por un juego de la magia ficcional, el nombre se carga de ese magnetismo simbólico que le depara el nombre textual. 382 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN capítulo –vísperas- también refiere a una antelación sobre lo que va a suceder, pero insisto, se puede establecer una relación con las vísperas de la liturgia de las horas, porque contiene la forma de salmodia, o el salmodiar que en cuasi-liturgia cuenta la historia de quienes van a morir ese día. Inicio que está marcado por un despertar de la cotidianidad a partir del encuentro de los contrarios, todo un encadenamiento de antítesis dan cuenta de quienes despiertan en medio de Tánatos y Eros, donde el ‘amor’ se practica entre el sexo y la vigilia; la vida y la muerte: Despertaron seres acostumbrados a entrelazar sus cuerpos con seres de su mismo sexo. Muchos esposos despertaron de sueños húmedos e ingresaron en sus mujeres tras alzarles los camisones o bajarles los pantalones de sus piyamas, a veces sin siquiera sacarlas de sus sueños, mojando sus dedos en saliva para lubricar su sexo. Despertaron quienes oyeron el llanto de un bebé y quienes estaban urgidos de ir al baño. Algunos intentaron prolongar su sueño aunque sabían que era imposible, otros bostezaron, o ventosearon tratando de no hacer ruido. Los obsesionados con sus sueños quisieron recordar lo que habían soñado y no pudieron. Los afligidos anhelaron olvidar a sus jefes, o la llegada de familiares indeseables, o las deudas que deberían contraer para enviar a sus hijos al college, y les resultó imposible. La realidad histórica es traspasada por la cotidianidad que crea un nuevo espacio de significación soportado por las esferas de lo íntimo. Además que es traspasada por la conciencia mítica que acarrea la premonición del sacrificio de gente joven: Entre quienes iban a morir figuraban seres de todas las edades: estaba un bebé de dos años, y un anciano de ochenta y cinco, pero la mayoría era gente joven o en su temprana madurez. Su edad promedio era de 39 años. Morirían porque así lo había promulgado una figura iluminada. Todas las LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 383 religiones cuentan con un guardián del templo al cual acuden los feligreses para que autorice lo execrable. La teatralización de los personajes surge del anonimato, donde cada uno representa su rol en la historia, en ese complejo escenario narrativo donde los puentes los tiende la muerte y la tragedia; la forma que hace visibles las formas que deambulan dentro de la cotidianidad rota por la imprevisibilidad: “Los hombres encargados de destruir las torres gemelas podrían haber cruzado sus pasos con el presidente. Cada uno ignoraba la cercanía del otro, como si hubieran residido en distintos planetas. De haberse visto las caras se hubieran saludado amables, desplazándose en su propia atmósfera de breves muecas y de mutuo respeto”. Mundos íntimos y anónimos que se mueven entre los encubrimientos y los roles teatrales; el sueño y la vigilia que hacen la complementariedad de los cuerpos que forman un solo elemento referencial desde las disparidades. Fragmentos de cuerpos que forman parte de ese gran collage que es la novela. Y como espectadores de ese deambular, están los periodistas que ‘leen’ la realidad desde la causalidad noticiosa: “Ese amanecer del 11 de septiembre de 2001 presagiaba un día terriblemente ordinario, dijo luego un periodista de AP”. Lo que hace de lo imprevisible el quiebre de las certezas históricas y la aparición de la incausalidad que ordena el decurso narrativo bajo la inserción de lo ficcional y los agentes legitimadores de esa realidad intervenida por el autor y los personajes a través de los iconos referenciales como el presidente Bush u Osama Bin Laden. Y por cierto, el Presidente de los Estados Unidos está imbuido ese día en su esfera íntima; deja de ser icono gubernamental para convertirse en personaje-lector de su vida: Bush despertó el 11 de septiembre poco antes de las seis de la mañana, en una cama desconocida. Su esposa, Laura, estaba en Washington. El resto de un sueño lo estaba arrastrando a 384 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN su infancia, a esa imagen de su hermana Robin viajando en la parte trasera de un automóvil, en el centro, entre él y su madre y luego borrándose de su vida, de su vocabulario; su sola mención convocaba silencios, cuerpos alterados. Pensó que el ser humano sería más feliz sin infancia y con una abundante adolescencia. Es el ser patemizado que extraña y siente la soledad dentro de la fortaleza del poder; reconocimiento en lo profundamente humano y complementado en la desgracia del otro, de su alma gemela, que a través del sincretismo crean la inusual armonía a través de la evocación y modificación de su mundo primordial: Bush extrañaba sus despertares junto a Laura. Era balsámica la costumbre de besarle la frente y los ojos antes de levantarse. Dos seres procedentes de tumultuosos pasados habían ensamblado sus impulsos. De no haberse encontrado, cada uno por su cuenta se habría destruido en la juventud, él con sus interminables borracheras, ella con sus amoríos y su imprudencia al volante, que, incluso, había causado la muerte de un amigo. Y sin embargo, habían logrado acoplarse antes de la colisión sedando sus impulsos. A match made in heaven. Lo extraordinario del hecho se traslada a los personajes. Se inserta en lo cotidiano, que a su vez, se hace extraordinariamente significante dentro del presente narrativo. Alcanzando la vida íntima de los personajes el estatuto simbólico que rebasa la imprevisibilidad misma que se convierte en hecho histórico. Esta particular configuración constituye la narración en un gran tapiz; sinónimo de imagen fotográfica que tiene su fundamento en el artificio. Tapices corporales que se dirigen hacia la muerte, cumpliendo el precepto filosófico de la vida como tránsito hacia la muerte: “Osama pensó en otros tapices de seres humanos que ese día estaban confluyendo hacia las torres gemelas. La mayor parte se dirigía velozmente hacia la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 385 muerte, en los trenes subterráneos”. Tapices como metáfora de los cuerpos que se van construyendo a partir de los retazos evidenciados por las diferentes miradas y posicionalidades enunciativas. Dentro de esta referencialidad, surge un elemento recurrente en la obra de Mario Szichman, lo corpotáctil, la manera de conocer y reconocer a través de las manos como elemento mediador entre lo gráfico y lo corporal. Dedos, tacto y manos son ‘ojos’ que perciben la realidad condensada en la imagen fotográfica: “Osama nunca había estado en Nueva York, su conocimiento de Estados Unidos se confinaba a Indiana y a Los Ángeles, ciudades que había visitado con su familia, pero podía recorrer Nueva York con sus dedos en un mapa, observar fotografías, ver películas”. De allí que la realidad intervenida se convierta en conocimiento, noción de verdad que permite enunciar otras historias paralelas al referente estatuido como certeza. Así que en esta realidad intervenida las fotografías se animan cuando son ‘tocadas’ –como los cuerpos- por el personaje, permitiendo la inserción de lo humano dentro del espacio representado por la imagen fotográfica o fílmica. Tal y como se opacan las ventanillas rayadas y las visiones de los sujetos con su realidad que se mueve con la velocidad del subterráneo. Representación del vértigo y la brevedad de la vida frente al tiempo que no se detiene ni con la muerte misma: “Los neoyorquinos ignoraban aquello que Osama Bin Laden conocía de primera mano: todas las ventanillas de los vagones se habían opacado con tantos objetos metálicos que las habían raspado. Y la luz en los techos de los vagones se reflejaba sin estridencias en las opacas ventanillas”. La velocidad deforma los cuerpos reflejados en las imágenes que viajan hacia la muerte; cuerpos que se fragmentan: En alguna parte había leído la historia de un científico loco que guardaba las cabezas de decapitados, pues estaba seguro de que en sus ojos había quedado registrado el momento de 386 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la cuchilla cayendo. ¿Qué ocurriría con los pasajeros que se dirigían al World Trade Center? ¿Portarían en sus ojos imágenes de los carteles convexos que publicitaban avisos de veterinarios anunciando cirugía estética para perros? Y en esa vertiginosidad del tiempo y desplazamiento de los espacios; todos sueñan, todos despiertan; el sueño es la cotidianidad. Cotidianidad envuelta entre lo real-histórico y lo místico, desde donde surge lo alucinante o alucinado: Despertaron escoltados por sueños que su líder les había prohibido revelar mientras permanecieron en Afganistán, en Arabia Saudí, o en Alemania. Una vez que cruzaron el océano empezaron a contarse esos sueños, poblados de voces en el cielo. La misión había contaminado sus fantasías. Solían despertar convencidos de que la habían concretado. Nada los aterraba porque ya nada podía alcanzarlos. En sus visiones, varios aviones se estrellaban en campos de fútbol, también se disputaban partidos de fútbol en la cabina de aviones a punto de estrellarse. Algunos de los jugadores tenían caras conocidas. Lo alucinado; la realidad alucinante que intenta dejar registros a través de los testimonios que van a desaparecer con los victimarios: “Los hombres se habían afeitado el vello del cuerpo, purgándose de sus pecados, aprestándose al martirio”. Los cuerpos como centro de la significación se preparan para purificarse a través del sacrificio. Y de esa manera surgen dos realidades: una histórica y la otra alucinante-alucinadora que son homologadas por la convivencia con la muerte; los terroristas se preparan para la muerte gloriosa y el periodista vive y despierta con la muerte –esposa enferma-, o las sucesivas muertes de su esposa. El libro que lee es la máscara de la cordura, especie de disfraz de la locura y la incertidumbre; al mismo tiempo, sistema de control del comportamiento e hilo textual, agente regulador entre la diatriba vida/muerte. Los eventos están asociados a la singularidad narrativa ligada a la inmanencia de la imprevisibilidad; los hechos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 387 no pueden ser vaticinados porque no ocurren, tal es caso de Bin Laden: “En esa jornada, previa al 11 de septiembre, ni uno solo de sus pensamientos fue dedicado al magno evento. Temía que si lo evocaba, no sucedería. Pobló su reflexión de rodeos, eligió aquello descartable, insignificante. Uno de sus corresponsales le dijo que en los vagones del subterráneo había avisos de veterinarios anunciando cirugía estética para perros”. Los objetivos se distraen para que sucedan; aun cuando, están irreversiblemente escritos en la historia textual que se sucede una y otra vez en el presente narrativo. Y bajo esta perspectiva, el ‘ars’ narrativo está fundamentado en el despertar de un sueño, la acción/vida comienza con el despertar del sueño que indudablemente conduce a otro sueño: la muerte y sus empachos de ilusión; donde las misiones –terroristas en este caso- están vinculadas a la ilusión, a la conciencia mítica que constituye la fantasía que convive con la realidad histórica. El vuelo fatídico -camino hacia la muerte- tiene paridad simbólica con el fútbol; es ‘colgar’ las cotidianidades a través de la confusión de visiones que fungen como distractores textuales: Despertaron escoltados por sueños que su líder les había prohibido revelar mientras permanecieron en Afganistán, en Arabia Saudí, o en Alemania. Una vez que cruzaron el océano empezaron a contarse esos sueños, poblados de voces en el cielo. La misión había contaminado sus fantasías. Solían despertar convencidos de que la habían concretado. Nada los aterraba porque ya nada podía alcanzarlos. En sus visiones, varios aviones se estrellaban en campos de fútbol, también se disputaban partidos de fútbol en la cabina de aviones a punto de estrellarse. Algunos de los jugadores tenían caras conocidas. En ningún momento los terroristas son prefigurados como personajes del terror, sino que son presentados en su cotidianidad íntima que los hace profundamente humanos, tal es el caso del discurso en la carta a la novia. Donde el 388 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN sentimiento amoroso es sustituido por el compromiso ético de mantener la ‘cabeza en alto’ y el logro de los objetivos trazados. Y aquí las perspectivas enunciativas rotan los intereses de los personajes y la creación de sus justificaciones, cada quien está plenamente consciente de su rol narrativo; cada quien vive a plenitud su intimidad. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 389 CUERPOS FRAGMENTADOS; ILUSIONES EVAPORADAS Es una constante en la novela la evaporación de los cuerpos ante la explosión de las Torres Gemelas. Los cuerpos se desintegran dejando solo una visión en el cuerpo simbólico que se establece a partir del recuerdo y la rememoración. Lo que produce la anulación del cuerpo como presencia tangible y su conversión en acto discursivo simbólico que acompaña toda la narrativa de Mario Szichman y su orientación hacia los cuerpos desmembrados, decapitados, enfermos, deformes o desnudos. A medida que transcurre el decurso narrativo los cuerpos se van mostrando en diferentes dimensiones. Y dentro de esta reflexión es menester volver a la depilación de los cuerpos por parte de los terroristas, lo que deja en el ambiente la alegorización de abandonar la animalidad e irracionalidad y sentirse ser trascendido por la presencia del verbo divino. Así se abandonan los predios del primate para convertirse en hijo de Dios a través de la purificación y el sacrificio, donde depilación es manifestar su nivel de conciencia sobre su destino. Pero además de esta significativa práctica; el cuerpo del policía Patrick Cassidy está desnudo en plena intimidad que le permite hablar de ser un ‘irlandés que vive de ilusiones’, “la única forma de evitar los dolores de cabeza”. Desnudarse del uniforme de policía –FBI- y estar frente al cuerpo desnudo de su amante lo hace profundamente humano, quizá débil e impotente frente a la magnitud de los acontecimientos. 390 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Son cuerpos migrantes y fronterizos que se mueven entre la vida y la muerte; tal es el caso del periodista, - Jeremiah Richards-108 quien duerme al lado derecho de la cama junto a su esposa –casi muerta-, trabaja en la ‘hora del cementerio’ cuando todos descansan y tiene proyectado viajar a Los Ángeles el día 11, en el vuelo 11109. Paridad oposicional entre la vida y la muerte que creará una significativa antítesis generadora de significado y sincretismos; de inversiones de causalidades donde los edificios se convierten en destino ‘no declarado’ para que aparque la muerte, puesto que: “muchos comenzaron el viaje hacia las torres”. Torres que se convertirán en región vacía como instrumentación de lo simbólico. Y al respecto, es importante mencionar los presupuestos de la teoría cuántica de campos sobre el falso vacío. El falso vacío es quien en apariencia está desprovisto de materia, pero en su interior existe energía que fluctúa constantemente. Siendo una de las teorías que han articulado 108 Personaje que tiene visos de héroe-mártir, porque ha sobrellevado la culpa y la vicisitud de la vida. Mora en los espacios de la soledad y la noche: “Toda su vida había tratado de fortalecerse contra la culpa. Se había rehusado a adoptar perros porque se morían antes que sus amos, no había querido tener hijos porque estaba seguro de que el menor atisbo de enfermedad lo dejarían postrado en la cama, y eludía a todo amigo que daba síntomas de algún achaque”. 109 Además de la significación que tiene el número 11 con la tragedia de las Torres Gemelas. El número 11 desde el punto de vista esotérico es determinado como ‘número maestro’, junto al 22 y el 33. Números maestros porque superan lo mundano y material. Y particularmente el número 11 como el encuentro entre lo masculino (Zeus) y lo femenino (Hera), simbolizando lo masculino el fuerte guerrero que se impone frente a las adversidades; mientras que se complementa en lo femenino a partir de lo astuto e intuitivo. Número que empuja la experiencia humana hacia la trascendencia que representa la unicidad numerológica de 1+1 = 2. Elemento que lo podemos ver representado en el Periodista Richards y Marcia; quienes van a ir tejiendo la complementariedad definitoria a lo largo de la novela. Son la paridad oposicional que conduce a la unicidad actancial, y por ende, de la trama discursiva. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 391 para explicar el nacimiento del universo. Referencia que podemos aplicar a la novela, puesto que, la región vacía, es el eje fundamental en la generación de acción y significado dentro de la novela. Elemento que permite ubicar esta región entre lo histórico y lo cósmico como confluencia del humano Ser que intenta dar explicaciones a la realidad que lo rodea. Por lo que una conclusión perentoria, será decir que esta novela intenta dar explicación a un acontecimiento histórico a través de la certeza literaria que permite mirar y ser mirada desde los personajes. Novela que apela a la selección actancial que va a estructurar el complejo tamiz narrativo. Ya las víctimas son seleccionadas en función de su relación con las Torres Gemelas como centro unificador de la acción textual, más no histórica. Marcia lee un libro de Tabucchi110, es una novela en cartas donde el mundo es constituido por medio de lo epistolar. Y además de dejar planteada esta inferencia dialógica entre los autores de la novela evocada y la región vacía, la inserción de esa perspectiva permite la ilustración del pacto ficcional que se establece entre la voz narrativa y la trama de los libros que forman parte de la trama textual. Libros que parecieran constituir mundos alternativos, paralelos e independientes de lo macrotextual que admite microhistorias; especie de satélites que orbitan alrededor de ella111. 110 Escritor italiano que comparte procedimientos estéticos con Szichman. Personajes periodistas, narrativas con profunda inclinación a lo cinematográfico; la presencia de la vigilia y lo onírico como situaciones enunciativas que diversifican las perspectivas actanciales. 111 Además que las pausas de lectura están marcadas con tickets de autobús que señalan el tiempo cronológico y el tiempo de lectura; dos convergencias temporales que permiten la construcción de sentido entre la lectura y lo acontecido: “Hoy, veinte de noviembre de 2001, a las 3:30 de la tarde, llegué a la página ochenta y seis. Además me obliga a terminar rápido los libros. Bueno, a veces esos tickets me informan de los intervalos entre lectura y lectura y eso me deprime. Este libro lo acabo de terminar, lo leí en tres días. Puede ver los otros dos tickets con la fecha”. 392 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Donde abrir un libro es descorrer el telón para que se active la acción que es suspendida entre el abrir y cerrar el escenario de la acción, lo que significa la referencia metafórica de la dinámica textual que se genera bajo los ojos del lector. Sinónimo de lectura-activación de los mundos ficcionales contenidos en el discurso literario, y desde donde, soportamos nuestro acercamiento del lector desdoblado en la tríada lectora: autor, personaje y lector inmediato. Tres formas divergentes y complementarias que permiten develar el universo simbólico de la obra. Donde la literatura es la construcción del texto para ser leído desde la multiplicidad de miradas, que a su vez, son formas de ‘leer’ el mundo real o ficcional; o ambos, en su irreversible homología. Y en esa homología de lecturas, la conformación del personaje Marcia está sustentado por las vicisitudes; su relación con los hijos y su madre; con las malas vibraciones de la familia que ella intenta esconder para salvaguardar su intimidad. Marcia convive con lo muerto e inanimado: “La vida de Marcia empezaba a poblarse de momentos muertos, de silencios que confluían en banalidades, inclusive de aniñados gestos que había abandonado tras el nacimiento de sus hijos. Y ahora tenía que lidiar con Ralph, el fotógrafo”. Quizá su vida es la traslación del oficio de Ralph, quien se convierte en su amante a través de una relación atípica caracterizada por el odio y no el amor: “Había vivido dos años con Ralph, hasta hacía unos meses, pero en ocasiones reaparecía, y siempre terminaba llevándosela a la cama. Ralph era el único que parecía un latin lover. Sus ojos eran soñadores. Otros amantes se habían tomado su tiempo para odiar a Marcia. Pero Ralph la había odiado desde el principio”. La noción de amor se resume en los encuentros carnales, lo pasional-corporal desplaza al amor espiritual que se convierte en lejana y negada realización112 para los personajes. Porque 112 Aun cuando es bueno preguntarse si los personajes de Szichman desean la realización de sus propósitos, o es que están profundamente convencidos LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 393 la lectura misma de la novela va ordenando la vida de éstos en función del deseo carnal que está del lado de la construcción narrativa del personaje. Porque los personajes en la obra de Mario Szichman son construcciones narrativas que van emergiendo en el transcurso de la enunciación de los mundos posibles, signados por la cotidianidad e imprevisibilidad. De hecho, la narración en Mario Szichman es constante regresión que reconfigura los personajes dentro de la historia textual bajo la armonización entre realidad histórica y realidad humana. El policía Cassidy es un expolicía que desvía la mirada para no encontrarse con el cuerpo desnudo de su amante. Expolicía que se reconoce viejo frente a la fotografía de su nieto; realidad que interpreta desde la expresión táctil como forma de contacto y autorreconocimiento; forma de sentir al otro a través de la relación mano-fotografía: “Cassidy suspiró y observó la foto de su primer nieto, encuadrada en una mesa pequeña que usaba de escritorio. Como lo venía haciendo todos los días desde que se atrevió finalmente a visitar a su nieto, Cassidy besó el índice de su dedo derecho, y lo aplicó a la foto del bebé”. Dentro de la transgresión histórica para construir la certeza literaria, vigilia y sueño son espacios enunciativos desde donde se articula la historia textual como encuentro entre lo real y lo narrado: “Osama Bin Laden siempre había detestado los sueños porque eran imposibles de controlar. Ahora los sueños podían delatar lo que se avecinaba. Debía prohibir a sus seguidores que continuaran divulgando sus sueños. El nuevo siglo no había empezado el primero de enero del 2000, se iniciaría un año y medio más tarde. Él sería el encargado de iniciarlo”. El nuevo siglo comienza con la tragedia del 11 de septiembre; es decir, a partir del acontecimiento que legitima que en la imposibilidad radica la razón de su existencia textual. De ser así, estamos en presencia de una creación actancial desde la subversión de la referencialidad histórica, donde la intención autoral es clara y directa: trasgredir para historiar. 394 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN la certeza literaria desde lo trascendental que involucra el hecho para la historia, pero también en los personajes y su lectura de la realidad narrada. Porque los personajes están urgidos de salidas para sus laberintos personales. El periodista debe encerrarse para lamentar sus problemas económicos. Ya no usa lentes de contacto para no acongojarse ante las imágenes nítidas, prefiere ver borroso porque ello le provee de las siluetas necesarias para imaginar el mundo desde su mundo y no desde la tácita realidad. De hecho ve el mundo enmascarado bajo los efluvios de la imaginación. Por ello prefiere los colores oscuros que dan la prefiguración de lo interesante y erótico; el juego entre luces y sombras. Entre el blanco y lo negro, donde lo negro se acerca a lo erótico y pasional, al mismo momento que se acerca a lo luctuoso que representa la muerte. Mientras el color blanco –color de la pureza- representa el convencionalismo de los hombres casados que comienzan a quedarse calvos. Al igual que Marcia, el periodista desea escribir poesía –haiku específicamente-: “También estaba dispuesto a mejorar sus modales, a acrecentar sus lecturas. No descartaba escribir haiku, la poesía que escribían los japoneses. No necesitaba rima, ni los versos tenían que ser parejos. Además, exaltaban la intrascendencia. Había comprado un manual para escribir haiku”. Además que el haiku representa la brevedad, la simbolización de la palabra sagrada que intenta interpretar el universo como lo no corrompido por el hombre. De la misma manera quiere escapar de su relación sentimental con la muerte y comenzar una nueva que se inicia con cambiar su forma de vestir, fundamentalmente su ropa interior y pijamas, prendas que cohabitan con el cuerpo semidesnudo, preámbulo de la desnudez y muestra de la desnudez. Prendas para ingresar al sueño; lugar donde comienzan las ‘acciones recurrentes’ en la novela. Porque en toda la historia textual se puede hablar de la sucesión de acciones recurrentes. Acciones recurrentes y recurridas que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 395 se distienden entre toda la narrativa de Mario Szichman, creando un único tamiz que muda las historias y enmascara los personajes. Acciones recurrentes por los índices de referencialidad; recurridas por las maneras y formas de recrear y reescribir las historias del cuerpo y el sujeto. Porque en la narrativa de Mario Szichman recurrir es narrar; narrar es recurrir en la cotidianidad y la fractura del continuum histórico a través de la irrupción del cuerpo sensible frente a la corporalidad histórica. Es la construcción del sujeto a partir de la recurrencia de las historias cotidianas, donde aparecen las ilusiones que hacen pensar en cambios y resarcimientos del cuerpo físico-lógico113 y la vida: “Había empezado a sufrir de constipación, hasta que surgió Ana Luisa y regularizó sus evacuaciones, y empezó a sentirse feliz al pensar en una vida doméstica distinta, como la de Chaplin en Tiempos Modernos”. El periodista ha encontrado el amor de una manera muy usual en tiempos modernos: Con Ana Luisa experimentó el amor casi a primera escritura. Un casual encuentro a través del internet había florecido con el transcurso de los meses. Intercambiaron fotos, aunque ambos desconfiaban de las imágenes canjeadas. Él había leído muchas historias de personas que enviaban a sus futuros amantes fotos de otras personas. La foto que le envió Ana Luisa era de una joven muy seria, muy delgada, de pelo largo. Seguramente si la hubiera visto en la calle, hubiera mirado para otro lado, pero a medida que se canjeaban los mensajes él empezaba a sentirse enamorado. En un momento dado, después de muchas dudas, envió a Ana Luisa una foto que tenía una década de antigüedad. 113 Cuerpo físico-lógico para destacar el apego a la historia y la racionalidad. Mientras que el cuerpo sensible-patémico sigue anclado en las imprevisibilidades de la pasión y el deseo enmarcados dentro de los destinos familiares y textuales. 396 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Cambian los espacios enunciativos, aparece la Internet, la nueva forma de expresión epistolar; de mirarse sin tocarse, de tocarse sin mirarse. Todo mediado por un monitor y un teclado –los visores de la modernidad- que posibilitan el amor a ‘primera escritura’. Y el amor se da en los espacios de los sujetos virtuales, no reales o corporales, lo que lleva a la creación de una nueva corporeidad –hologramas-. Pero es que la recurrencia en la narrativa de Szichman sobre los cuerpos desmembrados es también la manifestación de la virtualidad, -entes de papel-, cuerpos holográficos que trasuntan entre lo real y lo imaginario. Personajes escriturales que construyen sus propios espacios simbólicos. Historias de amores y desamores; encuentros y desencuentros para construir una crónica urbana que se funda en la cotidianidad histórica de los personajes que siguen en sus intentos por encontrar el destino textual. Y dentro de la escritura de esa crónica urbana las imágenes son oportunidades para fingir, ocultar los verdaderos rostros y personas en las fotografías canjeadas en la red, fotos de otras personas donde las imágenes trucadas e intervenidas ocultan los verdaderos personajes en juego de ocultación/revelación: Jeremiah se había quedado calvo en esa década, pero no en la foto. También había prescindido del bigote. En la foto, su bigote caía lacio sobre las comisuras de los labios. Por suerte, en esa década había perdido peso. Nunca tuvo mucha fuerza de voluntad, pero un día decidió que debía perder peso, y consiguió rebajar más de veinte libras obligándose a dejar la mitad de la comida en el plato. Luego, salía a caminar. Dos, tres horas por día de caminata. Jeremiah convive con el dolor, la agonía, la muerte y la necesidad para superarlo desde las instancias místicas, luego que ha agotado todas las instancias del placer y los vicios: Jeremiah pasó por toda clase de etapas. Buscó en el alcohol un escape a su agobiante vida cotidiana, pero no existía LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 397 bebida que le gustara. En una época fumó marihuana, pero se quemaba la lengua y le causaba dolor de cabeza y diarrea. Finalmente optó por el misticismo. Creía que si buscaba una instancia superior su vida sería más rica y estaría repleta de desafíos. Luego eligió a Joyce. Siempre buscaba mujeres que encarnaran las virtudes de las que él carecía. Aquí queda plasmado el juego de la complementariedad en el otro como intento por unir los fragmentos dispersos en el hilo discursivo; juego del doble y el autorreconocimiento en la complementariedad, la pena y la congoja. Y allí en la búsqueda de esa paridad los personajes buscan y rebuscan en las historias textuales, así lo hace Marcia, quien siempre es humillada por sus parejas. Apareciendo la carencia de amor; carencia que es constante en la narrativa de Mario Szichman, lo que origina la constante búsqueda implícita en su obra. Porque el enfoque narrativo –como si fuera una cámara- se centra en el personaje-lector para agudizar sus rasgos y conductas, mientras alrededor todo cambia y se transforma. Por ejemplo, los vecinos de Marcia cambian de rostro con las mudanzas, mudan de piel y faz. Viven en especie de cavernas –cuevas-, personajes de lo subterráneo, historias de submundos que abruman la historia textual y contradicen la historia colectiva: Los vecinos cambiaban sus rostros cada seis meses o cada año. Generalmente habitaban la parte baja de casas, allí donde los garajes se transformaban en dos cuartos, un baño y una cocina. A veces, con suerte, esas cuevas tenían un pequeño backyard donde sus hijos podían jugar, y donde los fines de semana, entre mayo y comienzos de octubre, podían hacer barbecues y quedarse silenciosos revisando el Daily News, un periódico absolutamente deprimente. Esas situaciones abrumadoras llevan a Marcia a reafirmase como personaje de las vicisitudes y las contradicciones, tiene amantes más jóvenes que ella, cuerpos 398 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que revitalicen el suyo. Amantes comprometidos que nunca se consolidarán en su compañía. Los encuentros son dispersos y pasajeros que le hacen sentir deplorable, humillada, envilecida: “Sus amigas le decían que abandonara a Ralph, que era un producto tóxico. Pero al menos era diferente: seguía conservando su cabellera”.114 Y es que los personajes de La región vacía habitan entre lo alto y lo bajo; los personajes viajan en subterráneo, desde ese submundo emergen en movimiento, emergen hacia la superficie para morir como los peces. Así que la vida se transfigura en un continuo moverse entre el subterráneo y la superficie, del apretujamiento a la soledad de los regresos a casa: En su viaje en subterráneo, rumbo a la oficina, Jeremiah pensó que todo el equívoco de su existencia estaba reflejado en esa vida al revés. Inclusive ducharse para ir al trabajo en la mañana no ofrecía la misma sensación que hacerlo en la noche. Los olores eran diferentes. El desamparo mayor. Tal vez se había acostumbrado al calor 114 Existe una obsesión, por los calvos. Quizá esa falta de cabello la podemos llevar más allá de la apariencia física y ubicarla en ausencia de pensamientos firmes y profundos. La sabiduría está asociada a los cabellos largos, y los pueblos indígenas tienen una profunda predilección por los cabellos largos que representan una prolongación de la naturaleza pródiga; además de crear una verdadera simbología dentro de sus quehaceres. Esa condición referencial la podemos observar hasta en los momentos de mayor desolación en la novela. Así lo percibimos en la mirada de Marcia luego de la muerte de sus hijos: “Al menos dos hombres le coquetearon, aunque venían acompañados de sus esposas. Uno tenía una mata de cabello tan espesa como la de Ralph. Marcia se la envidió, a ella se le había empezado a caer el cabello. Pronto tendría que usar una peluca. La calvicie era aceptable en el hombre, horrenda en la mujer. La terapeuta le había dicho que el hombre es un animal con prótesis, apenas protegido por veladuras. Marcia recordó a la esposa de un actor famoso”. De la misma forma hay que tener en cuenta que en la novela A las20:25 la señora pasó a la inmortalidad, la calvicie y las canas están relacionadas con quienes meditan. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 399 humano, a vivir apretujado con el resto de los neoyorquinos en un vagón. Apretujarse sin tocarse, pensó. En cambio en la noche viajaba sentado, tenía casi todo el vagón para sí. Sin embargo, se sentía incómodo, la ducha no lo había refrescado. Vivía cansado, se sentía como a la intemperie, escoltado por esos psicóticos que podían pasarse la noche entera discutiendo consigo mismos hasta que decidían sacar un cuchillo y asesinar a alguien. No había un solo rostro amable, una sola persona que vistiera de manera decente. 400 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN EL ROSTRO, LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD PERDIDA El rostro en La región vacía, y la obra en general de Szichman, representa la constante búsqueda de la significación y los espacios que reflejen los perfiles identitarios ansiados; ello trae como consecuencia la estructuración del personaje- lector que intenta encontrar las explicaciones a los enigmas de la vida en su rostro y en el de los demás. De por sí, existe una marcada y recurrente preocupación por los rostros, los rostros son el espacio de significación y develamiento del alma humana. Los rostros son huidizos hasta que se mimetizan en la imagen fotográfica, para convertirse en la gran metáfora de la significación del cuerpo interior/sensible. Además que el mundo del misticismo está caracterizado por la anormalidad y la malignidad; los cuerpos deformes contrarían la esencia de lo místico, obviamente con lo místico aparece la conciencia cósmica que posibilita la translocación de la realidad histórica a través de lo fantástico- ficcional: “En los últimos meses, a raíz de la enfermedad de Joyce, había frecuentado círculos de místicos, pero siempre salía decepcionado. Todos estaban señalados por la mano de Dios. Había enanos, jorobados, cojos y tuertos que rezumaban malignidad”. Y en ese sincrético mundo aparecen las máscaras y disfraces; locaciones y escenarios que teatralizan el mundo más allá de la realidad inmediata, porque todo consiste en los montajes escénicos que incluyen tramoyas, trajes, velas y brebajes. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 401 Todo un espacio semiótico que es validado a través de la presencia de un antropólogo como la presencia científica que legitima lo fantástico-ficcional y se yergue el mito como estructurante de la cultura a partir de la ritualidad. En tal sentido, la ritualidad mística-humana que permite el acceso a la deidad, a las posibilidades de la trascendencia dentro de las fronteras de la vida y la muerte. Donde la muerte115 escoge sus operarios que no pueden llamarse víctimas porque responden a un complejo proceso de estructuración simbólica que media entre los terroristas, los pasajeros de los aviones y los que están en el World Trade Center. Además que sitúa personajes que pueden ‘leer’ bajo el presagio la presencia de la muerte y la destrucción; desesperados seres que intentarán advertir sobre la inminencia del peligro y la destrucción; figuras siempre representadas por antihéroes que intentan redimirse en sus espacios: La muerte ya había escogido a Cassidy como un capricho de último momento. Dos semanas atrás había comenzado a trabajar como jefe de seguridad del World Trade Center, luego de que su ascenso en el FBI había sido cancelado, al divulgar The New York Times su errático comportamiento, la pérdida de un maletín repleto de informes confidenciales sobre vulnerables objetivos de seguridad en Nueva York. Ahora su misión principal era garantizar la seguridad en las torres gemelas, aunque todo era una farsa. La empresa de bienes raíces encargada de la administración de las torres quería presentarlas como si se hubiera tratado de fortalezas, y eran, apenas, la insignia de la precariedad. En la certeza literaria la historia se convierte en la gran farsa que devela sus carencias y apariencias. Se reitera la historia como la gran falsificación de la realidad que se quita sus máscaras frente al sujeto que reescribe los acontecimientos 115 La muerte como principio estético generador de los mecanismos de acción textual se repite constantemente en la novela Eros y la doncella. 402 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN desde sus esferas íntimas, en la desnudez que implica la cercanía con la muerte, el gran delineante del decurso narrativo. Porque bajo estas apreciaciones, el objetivo narrativo está fundado en la muerte y las posteriores indagatorias sobre el reconocimiento de las personas en las imágenes fotográficas que intentan ser indicios de los cuerpos desaparecidos en la destrucción de las torres y los aviones en medio de la apariencia y la realidad; la precariedad de la seguridad en cuanto a la seguridad de las Torres Gemelas. Porque la muerte es una forma de objetualización para ingresar al hilo discursivo, tal y como ingresa Cassidy; quien: “Se sentía como esos patos de feria que circulan por una cinta sinfín mientras intentan derribarlos con rifles de aire comprimido”. Consecuentemente la muerte crea su propia dialéctica que sigue fundamentada en el bajar y subir; tránsito de arriba hacia abajo y viceversa. Cassidy baja al garaje del edificio para luego emerger a la superficie, para luego volver al subterráneo de las torres. Esto lo defino como la simbolización de la espiral de la vida; espiral narrativa: bajar-emerger-bajar, formas de ir de la oscuridad hacia la luz, de las ilusiones a las realizaciones. Los terroristas intentan transformar la materia llevándola al caos primordial en una forma de emerger hacia el paraíso desde la muerte. Al igual que Jeremiah emerge hacia el mundo fragmentado como premonición de lo que está por suceder: Jeremiah emergió del subte de la línea E, en la calle 53, y se dirigió al Rockefeller Center. Entró en el edificio de Fifty Rockefeller Plaza, se encaminó al piso catorce, y antes de ir a la sala de redacción se dirigió a la cafetería. Ya habían quitado la mayoría de la comida de las bandejas de acero que flotaban sobre agua caliente para que no se enfriaran. Había trozos de fiambre, rodajas de queso y ensaladas en platos cubiertos con campanas de vidrio. Jeremiah palpó el pan en rodajas, estaba duro. El fiambre, el queso y las ensaladas parecían haberse marchitado. Su paladar recordó otros fiambres correosos, otros quesos endurecidos, ensaladas mustias. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 403 A medida que transcurre la trama discursiva y se acerca la fatalidad, los personajes planean o sueñan un nuevo y más justo destino: El negro le entregó el sandwich y sonrió feliz. Al día siguiente empezaría en su nuevo trabajo, en el restaurante Windows of the World, en el World Trade Center. Tenía que estar a las 6:00 de la mañana, pero pensaba llegar más temprano. Estaba seguro de que no podría pegar los ojos en toda la noche, para él se iniciaba una nueva vida. Con el primer sueldo le compraría un anillo de bodas a su novia. Jeremiah estuvo a punto de informar que él también iba a iniciar al día siguiente una nueva vida. Pero era supersticioso, y prefirió callarse la boca. Este inserto ‘optimista’ dentro del decurso narrativo hace más lapidaria la presencia de la muerte y la tragedia, potenciando su imagen como vertiginosa guillotina que cae sobre los ilusos personajes que confían en sus firmes propósitos. Todos intentan iniciar una nueva vida que queda suspendida frente a la repentina aparición de la muerte que lentamente se ha ido incubando en el relato, pero esos ideales quedan condensados en pensamientos y acciones demoradas, para dar paso a la verdadera y única realidad que les toca vivir. Lo que provee a los personajes una conciencia de la imposibilidad y la muerte como destinos ciertos, están conscientes de su rol actancial dentro de la novela y actúan desde la premeditación como si fuesen observados; en tal caso, demorados por la acción narrativa en su fatídico destino. De esta manera los indicios y premoniciones se van conjugando para otorgar certeza literaria a lo que en un momento surge como simple superstición. Y todo lo que emerge es para morir, donde la muerte es visionada desde las diferentes posiciones actanciales, o más bien, ella se anuncia de diferentes maneras: por el olor de los peces muertos por la ‘marea roja’, quienes emergen para morir tal y como va sucediendo con los humanos que también emergen de sus 404 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN profundidades, que pareciera ser el único espacio donde se puede estar a salvo. Y es que en esa diversidad de locaciones, la visión de ‘región vacía’ se va diversificando. Marcia vive en una región vacía -neutral- que intenta llenar con sus amantes, y específicamente con Ralph: “Ambos vivían en su propio espacio y coexistían en una zona neutral donde dirimían sus disputas en tercera persona. En una época, Ralph había tratado de irritar a Marcia elogiando a mujeres del edificio donde vivían, excepto por una morena bastante parecida a ella. Marcia la consideraba una mujer bella; Ralph decía que estaba malograda”. Los parecidos físicos involucran además destinos compartidos; cuerpos que no merecen ser fotografiados si no bajan de peso. Quizá lo único que se comparte es la imposibilidad y muerte de las ilusiones y proyectos: Cuando recién lo conoció, Ralph estaba rodeado de admiradoras y tenía proyectos que prometían mucho dinero. Poco a poco, esos proyectos habían empezado a secarse. Cada vez hablaba menos de ellos. La situación económica se hizo más difícil y Marcia empezó a sentir ataques de pánico. Volvía a copiar las experiencias que había tenido con otros amantes. Nada diferenciaba a Ralph de los demás, excepto la abundancia de cabello. Marcia ha vivido en la precariedad económica y afectiva que le producen ataques de pánico en evidencia de su desesperación existencial. Marcia es el personaje enroque que genera la complexión narrativa a través de la similitud y las paridades oposicionales; la indiferencia frente al amor y la cercanía en el deseo. Así las locaciones narrativas se ‘llenan’ temporalmente, como cuando los terroristas se dirigen al aeropuerto y surge la dualidad de los tiempos narrativos: Se dirigieron hacia los aeropuertos avanzando un paso delante del estorbo; vivían en dos tiempos a la vez. Múltiples peripecias surgían y se desvanecían a escasos metros de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 405 recorrido. Los obstáculos se filtraban entre ellos como esas sombras que recorren corredores, se amoldan a las salientes, se hunden en los huecos, anticipando la travesía de las sombras de los aviones por los rascacielos de Nueva York. El desplazamiento se hace en dos dimensiones que fácilmente podemos relacionar con la vida/muerte; con la realidad/ficción. Puntos de convergencia en el discurso que se desdobla en los cuerpos que se mueven entre luz y sombra; desdoblamiento corporal que es el axis estructural de la novela, y obviamente de toda la narrativa de Mario Szichman: Se desplazaban en dos dimensiones. Aquello que se hallaba adentro sobresalía afuera, la vida se iba librando de ellos como una persona se va despojando de sus ropas, la piel comenzaba ya a aflorar ofreciéndose al fuego, al destructor impacto, anticipando el ruido ensordecedor. Viajaban en sus cuerpos, pero ya estaban escindidos de ellos. No tenían pensamientos trascendentes. La idea de inmolación había cedido paso a las tareas burocráticas que debían cumplir forzándolos a ejercer la humildad, apaciguando su euforia. La única manera que tiene el lector para tratar de desenmarañar esta madeja narrativa es centrándose en los cuerpos como espacios enunciativos que cargan la mayor fuerza simbólica; esos cuerpos que son instancias maleables que se van amoldando previsible o imprevisiblemente a los intereses de la historia textual. Ta es el caso de la vejez que se puede aplazar, detener y congelar como los sueños, ya que la vejez responde a un proceso textual que está supeditado a la reconstrucción de ‘una’ historia: “—Por tu culpa me he convertido un ser decrépito —le dijo a su hijo—. Cada vez que veo la fotografía de mi nieto me siento diez años más viejo. —Cassidy observó la fotografía de su nieto en el muro donde había instalado sus trofeos, volvió a besar el dedo índice de la mano derecha y lo enfiló hacia la foto. El hijo le propuso que se fijase otra semana de plazo para aceptar su senectud, y colgó”. 406 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Los personajes se encuentran imbuidos de una manera total en sus vidas tratando de resolver sus conflictos que no se percatan de los indicios y premoniciones que anuncian la llegada de la muerte y la destrucción. Elemento que podemos advertir en el aviso de prensa donde está contenida la premonición que irremediablemente se cumple. Lo que crea en torno a la imagen y la prensa un universo paralelo donde se pueden ‘leer’ la voz de un oráculo: Gregg estaba montando en una pared la fotografía de un avión estrellándose contra una de las torres gemelas. La había fotocopiado de un aviso a toda página publicado en el New York Times en mayo de 1968, antes de que terminaran de construir las torres gemelas. El aviso había sido pagado por el dueño del Empire State y mostraba el dibujo de una gran aeronave comercial volando en dirección sur, un segundo antes de estrellarse en los pisos superiores de la Torre Norte. El título del aviso era Las montañas llegan a Manhattan, y decía: “El peligro potencial es asombroso. Lamentablemente, en muy raras ocasiones reconocemos la gravedad de esos problemas hasta que es demasiado tarde para hacer algo”. La fotografía premonitoria es guardada, escondida como la verdad no revelada y temida, donde el enigma vence los posibles atisbos de supervivencia o de evitar la tragedia. En lo fotográfico reside el eje temático-estructural de la novela; o en la imagen reside ese mismo aspecto recurrente en la narrativa de Mario Szichman. Todo el espacio que rodea al acontecimiento –la víspera- se transforma en la gran anticipación que oscila entre imágenes y expresiones lingüísticas como preludio de la tragedia: “Vamos a salir volando”. Las figuras aéreas-marítimas comienzan a invadir las escenas narrativas; las torres oscilan, dan la sensación de un barco que hacen vibrar “las ventanas del mundo” que así se llama el restaurant de las torres. Antes de la tragedia toman fotografías de la azotea y las puertas de acceso a ellas, que en su estructura son una verdadera “caja de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 407 la muerte”, están concebidas para la catástrofe, lo que otorga un origen fatídico, signadas por una especie de condena que es ejecutada por los terroristas, seres aparentemente no normales por atolondrados: “Los seres atolondrados suelen despertar menos sospechas que quienes se pasan de vivos”. Irremediablemente, todos los caminos conducen a la muerte, quien es el único destino posible dentro de la novela: “Tantas cosas podrían haber salido mal. Pero la muerte, como un experto maestro de ceremonias, se encargó de allanar todos los obstáculos”. La muerte se convierte en elemento de armonía, catalizador de los cuerpos y espíritus que parecen homologarse en un solo espacio desde donde trascienden a un orden simbólico donde el mayor peso lo pudiese llevar lo espiritual. Porque como hemos visto en párrafos anteriores, la muerte otorga esferas de superioridad para quienes quedan en el mundo de los vivos. Quizá todo vuelve a sus espacios y condiciones originarias; los cuerpos siguen recubriendo sus partes vulnerables; entre ellos, el sentimiento, pero también las zonas del placer. Marcia se toma varias fotografías desnuda –por curiosidad-, las que nunca quiso tomar Ralph. En las fotos, Marcia no está depilada, conserva la marca original de la naturaleza que lo hace un cuerpo cotidiano y no un cuerpo erotizado. Al mismo tiempo, descubre su propio cuerpo en las fotografías, allí no envejece y su cuerpo ha retomado la naturalidad luego de una operación de cáncer de seno. Siendo esta circunstancia una alegoría de la muestra del cuerpo victorioso frente a la muerte; cuerpo mutilado que recobra su vitalidad y sensualidad en medio de la cotidianidad que puede erotizarse desde lo ordinario116. Mediante las fotografías, Marcia se observa otra: atractiva, deseada; tan igual como 116 Huelgan los ejemplos y representaciones literarias y cinematográficas sobre la conversión de espacios domésticos y cuerpos cotidianos en instancias eróticas que rompen con los esquemas de representación sensual desde la espectacularidad erótica. Donde los cuerpos son perfectos, más cercanos al paradigma que a la expresión humana. 408 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN las amantes de Ralph. En las fotografías aparece el cuerpo deseado y deseable. Regresando a los destinos que delinean la historia textual para cumplir inexorablemente los destinos signados por la premoción de emerger hacia lo alto donde se encuentra la muerte: “Diecinueve personas fueron ascendiendo con discretos pasos hacia puertas de las que nunca volverían a emerger”. La muerte es traspasar fronteras, el momento o instante de la fulguración de la ficción. La trepidación apocalíptica que semeja la contracción de la realidad en profunda tragedia: Las pistas de aterrizaje de los aeropuertos comenzaron a deslizarse hacia atrás. Los aviones corcovearon, como si hubieran tropezado con baches en las pistas. Los aparatos se desprendieron bruscamente de la tierra, las pistas de aterrizaje se alejaron de los aviones y parecieron caer a una hondonada. Los motores aceleraron su ascenso, los alerones se agitaron como una mano cuando saluda. Pocos minutos después, la trepidación fue menguando, y los pasajeros y el personal de vuelo ingresaron en sus rutinas. La trepidación narrativa regula los estamentos ficcionales que presagian lo apocalíptico donde los cuerpos van del espasmo a la calma. Interesante vinculación de la trama con los cuerpos que se contorsionan en tensas cuerdas suspendidas entre la vida y la muerte; delgados hilos que se distienden en el tránsito o viaje de un destino a otro. Uno incierto como el nacimiento textual, el otro, la única certeza discursiva: la muerte. De allí se establece otra forma de corporalidad; lo corponarrativo que contiene todos los cuerpos y sus espacios en función de la muerte y sus rituales; escenario donde es posible el desdoblamiento de los cuerpos en esta novela, y toda la obra de Mario Szichman. En esta configuración corponarrativa, los cuerpos se convierten en máquinas que sincronizan sus movimientos hacia la muerte: LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 409 Gigantescas torres, causarían torbellinos del ímpetu de huracanes, prolongarían sus cuerpos en gigantescas máquinas, las guiarían en la embestida final contra las torres. La furia de todos ellos, una furia incubada en siglos de frustración, apaciguada en cinco rezos diarios, propulsada por la injusticia, atenuada por escasos momentos de ternura y espoleada por la aflicción, por la eterna aflicción, movería edificios enormes, disiparía hasta sus cimientos. El espacio corponarrativo permite la homologación entre cuerpos humanos y materiales; “sus cuerpos se acoplarían a gigantescos cuerpos”, una forma de lograr la universalización del referente que muestra la evidencia al mejor estilo cinematográfico: Actuando como pantógrafos, cada uno de sus gestos se repetiría agigantado en alguna parte del fuselaje de los aviones. Además de sembrar la muerte sembrarían el azar de la muerte, acabarían con el sedado orgullo de habitantes y viajeros. En pleno día, un día radiante, luminoso, sin nubes, alterarían el clima, circunscribirían a escasos acres de la ciudad la furia de las tempestades. Harían retroceder el tiempo, mostrarían a esos orgullosos bárbaros qué significaba intentar someter a un pueblo desde la protección de las alturas. Lo corponarrativo es el espacio donde se cuelgan las escenas macabras de la muerte y la diseminación de los cuerpos que ven alterada su rutina de vida por la eternidad de la muerte. Y en este escenario el tiempo narrativo se homologa a lo cinematográfico: “En pocas horas, en el tiempo que se desarrolla una película, vivirían el infierno en la tierra”. Es la dispersión de identidades y cuerpos en la proyección cinematográfica que interpreta la muerte vertiginosa dentro de la importación del acontecimiento en la historia textual que se atomiza bajo el impacto de los aviones contra las Torres Gemelas. Y en esa atomización corporal, quienes mantienen 410 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN el perfil identitario son los terroristas porque son cuerpos trasmutados en el halo místico; mantienen su personalidad porque quizá ya están convertidos en hologramas, en proyección del ente rector del hilo discursivo de la novela: la muerte. Mientras ellos son la presencia ejecutora de la muerte, las víctimas son cuerpos anónimos que están fragmentados en su cotidianidad y así ingresan a los espacios de la muerte: “En esa travesía, ninguno de los atacantes se vio obligado a alterar su personalidad. Quienes tenían buenos modales mantuvieron la cortesía hasta cuando acuchillaron a sobrecargos y pilotos, quienes eran violentos se limitaron a reiterar su violencia, sin exagerar, sin perder la calma. Hasta último momento, admonitorios y paternales, intentarían apaciguar a los pasajeros”. Mientras el ataque se produce, el presidente Bush lee un cuento con los niños de una escuela The Pet Goat –la cabra mascota-. Y entre lectura y flases fotográficos comienza a recibir noticias sobre el acontecimiento, una forma extraña de irse develando la realidad, como lo intentan las cámaras cuando escudriñan al presidente en el afán por conocer la verdad que el presidente esconde, donde mora lo profundamente íntimo y revelador. Y en medio de esa realidad y la preocupación aparece el fantasma de su hermana Robin, la presencia que él no puede aprehender. Entonces, con la tragedia y la desolación; llegan los recuerdos. Y precisamente el segundo capítulo de la novela se llama desolación que comienza evidenciando los pulcros cortes del desastre, que como diestro bisturí va diseccionando la realidad para mostrar los velos de la muerte. Mientras los cuerpos se han fragmentado y pulverizado con la explosión; los que quedan vivos se convierten en cáscaras. Tal es el caso de Marcia que afronta el duelo por sus hijos en el cuerpo vacío que ha perdido los íconos de la fertilidad; por ello, es un cuerpo doblemente mutilado: Marcia había confiado en la pulcritud del desastre. Tras la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 411 muerte de sus hijos afrontó el duelo. Su cuerpo había sido vaciado, como si le hubieran repetido la histerectomía. Nada ocupaba el lugar que habían dejado sus hijos muertos. Vivía en la certeza de lo real. Asistió a varios funerales colectivos cuyo único propósito era obligar a los deudos a recorrer con cautela un sendero que no llevaba a ninguna parte. Los vivos se convierten en fantasmas que deambulan tras el recuerdo de las víctimas en medio del ritual de la muerte que de evento individual se colectiviza; los funerales se hacen anónimos y colectivos, simbolizando la certeza que conduce a lo real, pero también como el gran reportaje que desborda la localidad del acontecimiento y universaliza el referente histórico desde la patemización que lleva implícita la muerte como isotopía. Los funerales no conducen a ninguna parte porque no pueden superar la ritualidad de la muerte, sino reafirmarla desde ellos. Es el sendero que conduce a la región vacía que se llena de recuerdos y reconstrucciones, la forma de resarcir las ausencias y crear nuevas referencias de significación. Y con los funerales llega la compasión y los muertos se hacen más buenos, los recuerdos se sensibilizan para trasladarlos a la esfera de lo contemplativo y retrospectivo, donde opera un procedimiento interesante: se produce la muerte colectiva, pero desde la individualidad esa muerte se hace eterna presencia. Tal y como sucede con Marcia, para quien todos mueren menos sus hijos, quienes no “cesan de vivir” porque defienden la complicidad de un secreto que ella busca revelar y develar en la extraña personalidad de su hijo menor. Porque con la aparición de la muerte surgen las máscaras para ocultar secretos y los funerales de las víctimas se convierten en especie de farsa donde nadie dice la verdad –como los reportajes y las noticias-. Porque los muertos lo que hacen es potenciar a los vivos a costa de su olvido y anonimato, lo que lleva al constante ocultamiento de la verdad y los enigmas son fundamentados por la verdad que no es 412 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN develada y se convierte en constante incertidumbre: Al principio había intentado ridiculizar a esos atacantes, pero no podía imaginarlos como marionetas. La aterraba pensar que mataban simplemente por el placer de matar. La inhumanidad nunca se deslizaba por una sola vía. La pureza de la víctima era a veces tan horrenda como la ira del asesino. Marcia estaba segura de que había algo que no se decía, que existía la necesidad de ocultar datos para acrecentar su miedo. Y dentro de lo corponarrativo, todo se mueve en un proceso de ocultación/develación, se reafirman las ventanas como los visores engañosos que deforman la realidad, no dejan ver-percibir los acontecimientos en sus más prístinos detalles. Por eso Marcia abre las ventanas intentando franquear esas barreras simbólicas para develar el secreto-misterio del hijo menor como evento que superará la muerte, porque resuelto el enigma podrá considerarla un hecho natural en medio de las accidentalidades de la vida. Por eso no desea la venganza que sus amigas quisieran que ella ejecutara en reivindicación de los hijos. Sino más bien la historia textual es el intento por elaborar un collage –algo más cierto y auténtico que el reportaje- como forma de reconstruir la historia desde los principios de lo íntimo que develarán lo subjetivo a través de la manipulación estética –forma válida y admitida-. Reconstrucción que permitirá desanclar a sus hijos que han quedado gravitando en el día de la tragedia; en lo que podemos interpretar como la forma de vivir solo desde el vínculo noticioso, y allí si encontrarán la verdadera muerte. Por ello la sobreabundancia en historias de quienes pudieron salvarse, pero caminaron indefectiblemente hacia la muerte. Como es el caso de la madre que casi a salvo se devuelve a recoger el bolso donde tiene las fotos117 de su bebé. Circunstancia que está más cerca de la visión reporteril 117 Y esta espectacularidad tiene una línea de soporte fundamentada en la fotografía e imagen como vínculos entre cotidianidad y personajes. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 413 que de la realidad tangible. Dramatismo periodístico que lleva el acontecimiento a los predios de la espectacularidad que vende diarios y noticiarios. Por ello Marcia abandona la congoja colectiva y se dedica a buscar su propia verdad, y allí decide llamar al periodista Jeremiah Richards. Una llamada que deja traslucir la particularidad práctica que va más allá de la indagatoria de sus hijos como víctimas de la tragedia; intención que es adivinada por la mujer que atiende el teléfono cuando ella llama, lo que nos lleva a pensar que la muerte cambia de destino y se convierte en mecanismo articulante de vidas. Elemento que se confirma en los pensamientos de Marcia al momento que decide llamar al periodista: Se animó finalmente a llamar al periodista por teléfono. Jeremiah Richards le había dicho que era muy difícil encontrarlo en su apartamento, pero podía dejar un mensaje en la contestadora. Marcia pensó que era la mejor opción. Si le dejaba un mensaje y él no respondía, se olvidaría de él. No la atraía demasiado, pero parecía tener sentido del humor. Ahora que Ralph, su ex amante, había comenzado a merodear nuevamente, Marcia buscaba alternativas. Por alguna razón, Jeremiah le gustaba. Le divertía su aspecto, ese chaleco de safari que usaba para desviar la ira de los sobrevivientes. Lo raro era que no se reía nunca. Bueno, tampoco Buster Keaton se reía. ¿Y qué ocurriría si Jeremiah fuera un psicótico? Debería aceptarlo. Después de todo, vivía en Nueva York. Además que Richards rompe con los patrones de los amantes de Marcia, representa el enigma, el misterio que se oculta desde la seriedad. Y el ambiente textual se impregna de las intenciones develadas por las interlocutoras que al otro lado de la línea telefónica conocen las verdaderas intenciones de Marcia: “—Es que cuando llamé a su apartamento me atendió una mujer y me trató muy mal. Créame, no es mi intención llevármelo a la cama”. Y de esta manera la prospectiva 414 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN narrativa continúa materializándose; el futuro se visualiza como se puede ‘leer’ contextualmente en los anuncios sobre la tragedia118. 118 Y precisamente, a partir del capítulo desintegración la atención narrativa se centra en Marcia. Ella se convierte en elemento aglutinador de las microhistorias o eventos individuales que conforman la macrohistoria. Es menester recordar, que esa es una constante en la narrativa de Mario Szichman con la construcción de un personaje élite alrededor del cual giran los demás personajes buscando la ansiada unicidad textual. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 415 TEXTOS, CUERPOS Y BIFURCACIONES COTIDIANAS En La región vacía la vida se prueba a partir de la desintegración de los cuerpos como certeza válida para la construcción del imaginario cotidiano antes y después de la destrucción de las Torres Gemelas: “La única certidumbre de que alguien había existido se fundaba en la desintegración. Las empresas de seguro necesitaban certificar la validez de las demandas reclamando a seres vivos muestras tan diminutas como las cuentas de un abalorio, generalmente huesos, a veces dientes”. Los cuerpos son reconocidos a través de los fragmentos que nunca jamás podrán recomponer la figura original; interesante acepción que se relaciona con el ‘armar’ los rompecabezas que siempre responden a una figura original pero no son el original sino su alegoría. Aún más, las Torres Gemelas se convierten en la “pira funeraria” donde el fuego representa una faceta dual: purificación y destrucción que penden de las categorizaciones religiosas. La búsqueda de identidades se convierte en una lotería, -juego de azar- que desafía la certidumbre científica, la identidad y el reconocimiento a través del interminable proceso de reconocimiento: “los vivos siguen convocando los muertos.”, en la recomposición de fragmentos y apilamiento de cajas, datos y estadísticas, los muertos continúan en constante tránsito entre la vida y la muerte; eternizados en los monumentos funerarios y su consolidación en una cultura de la muerte y la ritualidad donde los cementerios forman 416 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN parte de la topografía mortuoria que rodea a los humanos y su necesidad de tener certezas frente al poder de la muerte. Así que los deudos sustituyen los cuerpos –o los fragmentos de estos- por objetos que pertenecieron a ellos, y hacen entierros simbólicos que sosiegan el alma y mitigan el dolor. Los cuerpos son devueltos en migajas, las tumbas se abren y reabren para enterrar los restos que van apareciendo, especie de puertas que cotidianizan la muerte, al mismo tiempo que la dejan suspendida en la historia textual porque los cuerpos nunca llegan a reintegrarse completamente, sino que se convierten en complejo y macabro rompecabezas. Los dolientes se transforman en ‘armadores’ de cuerpos, huesos y fragmentos: Marcia se preguntaba en qué momento cesarían de traerle algunos granos de materia. Era imposible clausurar ese capítulo de su vida. Nada se cerraba nunca en su mundo, especialmente la muerte. Marcia se sentía perpleja al observar la publicidad de un bello reloj pulsera. La filosofía de la empresa (las empresas en Estados Unidos eran más proclives que las escuelas de humanidades a usar la palabra filosofía) consistía en informar a los potenciales compradores que nadie podía detentar la propiedad de esos relojes: solo transferirlos a sus herederos. Una cadena infinita de descendientes se encargaba de acarrearlos a las generaciones siguientes impidiendo que alguien se sintiera propietario. Así ocurría con los hijos de Marcia, con millares de muertos que habían pasado al estado gaseoso abandonando en el camino algunas partículas sólidas. La muerte se convierte en alfabeto que nunca llega a crear la frase final o conclusiva: “Marcia no quería figurar en esa lotería, o aguardar a que surgiera un cotejo entre el ADN de una víctima y un cabello o la piel donada por familiares. Se sentía vaciada por esa taquigrafía de la tragedia”.; que es la forma de mantener en vilo al fallecido como sujeto migrante entre la vida y la muerte, posicionalidad que garantiza su LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 417 pervivencia dentro de los objetos –y en este caso- desde los fragmentos que no terminan por completarse. Además que la taquigrafía es una técnica para tomar apuntes y luego transcribirlos entre símbolo y subjetividad. Obviamente, una forma de traducir la realidad en alfabeto. Dentro de la novela existen variados recursos para crear el suspenso y la distensión, lo que específicamente permite establecer ‘alargues’ narrativos que enriquecen la configuración de la historia textual. Y uno de ellos es el silencio de Richards que causa en Marcia la desesperación por el abandono de un amante. Lo que lleva a Marcia a entrar en una especie de tregua con Ralph. Él trabaja en un nuevo proyecto: un libro de fotografías llamado “fotografiar al fotografiado”, donde no se hace un reconocimiento al sujeto que va a ser impostado en la imagen, donde la fotografía queda en un segundo plano. En consecuencia, las fotografías de Ralph son también mutilaciones: “Eran como retazos de mujeres, a todas ellas les faltaba algo para completarse, se concentraban en una sola parte de su cuerpo. Las que tenían bellos pómulos, ostentaban desagradables papadas. No sabían sonreír de manera seductora. Sus ojos eran desconcertantes, sus bocas hacían muecas. La cámara siempre se anticipaba a sus poses y las arruinaba”. La cámara es un ojo que mira, complejo instrumento que puede integrar o desintegrar, y a más de una imagen, la fotografía se convierte en teatralización que tiene que basar su significancia más allá del discurso fotográfico. Fotógrafo y cámara se caracterizan por el encuadre que será la visión de realidad que la fotografía otorga al acontecimiento y lo legitima dentro de la historia textual. Paralelamente a los proyectos de Ralph, los instrumentos de escritura de Marcia se hacen difíciles, lo que evidencia la desarmonía para producir discursos estéticos: “Ella se quedaría ciega tratando de afilar lápices con suma delicadeza para no romper la punta”. Y en ese mismo momento de comenzar a dibujar paraguas de lado, aparece Richards. 418 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El periodista que sigue adivinando las acciones de Marcia, y donde la aparente intolerancia entre ambos se convierte en cercanía: “-Leí en un libro que las parejas empiezan con el cortejo. ¿Usted quiere que la corteje? Pues la cortejo. Aunque creo que el cortejo es una pérdida de tiempo”. Cortejo inusual que comienza con la indagatoria sobre las lecturas de Marcia y los reclamos de ella por las mujeres que responden el teléfono cuando lo llama. Pero además, esta escena textual nos lleva hacia una asociación con lo cinematográfico: “En una película, un galán invita a Greta Garbo a ir al jardín. En siete minutos ya están besándose de manera apasionada”. La referencia no es la vida misma sino la ficción literaria y cinematográfica, los dos grandes agentes legitimadores de la historia textual que desplaza la historia real-conmemorativa. Porque es la construcción de la historia patemizada donde los une la soledad y lo absurdo de enamorarse dentro del concepto de la pasión. Mientras que Richards sostiene su concepto de amor fuera de los libros: “-Le voy a explicar mi idea del amor. Yo necesito libros para todo, pero no para enamorarme —dijo Jeremiah—. Es la mejor”, lo que deja traslucir su idea de amor vinculada al cuerpo sensible y profundamente humano. Mientras que Marcia intenta esconder la debilidad del amor en las máscaras de la pasión resumida como simple acción de “coger”, que origina una atracción desde la extrañeza y la simplificación del amor: “-A coger con alguien que sabe cómo cogerme. Por eso amo a Ralph. ¿Quedó claro?” La animalidad, aparentemente, se impone sobre la sensibilidad de lo interpretado por el amor, simplificando a la conjunción de los cuerpos en torno al placer de sentirse uno dentro del otro; la unicidad perfecta. Prospectiva narrativa que se puede evidenciar en el escarceo amoroso que Marcia y Richards establecen a través de la ficción literaria y figura del caballo verde en el que llega el hipotético galán: —Seguramente. Y el galán le responde: “Sí, un caballo verde. ¿Cogemos?” LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 419 —Y esa es la famosa parábola del caballo verde —dijo Marcia tratando de mantenerse seria. —Así es el amor, Marcia. Todo lo demás es un embuste. ¿Me permite que la acompañe hasta su apartamento? —Solo hasta la puerta. Estoy muy cansada. Marcia se sintió confundida cuando Jeremiah se despidió en la puerta. Ni siquiera intentó besarla. En el ambiente similar a un cuento de hadas y juego de niños, surge el amor, o más bien, ambos personajes construyen su noción de amor, el equilibrio entre la pasión carnal y el amor sublime en medio de la cotidianidad que crea el espacio representativo que refresca la escena textual bajo el paréntesis narrativo que presagia la unión de los cuerpos y la materialización del amor. En esta única y posible unión perfecta de los cuerpos que se desmiembran en la vida y la muerte, Osama Bin Laden es cuerpo que linda entre lo real y lo místico, pues ha aprendido “a hundirse en distintos cuerpos”, a estar dentro de ellos como especie de cópula adoctrinante que conduce hacia los caminos de la divinidad y su siembra en las conciencias humanas. Además que está colmado de cuerpos femeninos que expresan su respeto: Cuando retornó del baño, observó a Amal al-Sada, su esposa más joven. Estaba amamantando a su hijo. La mujer lo observaba con devoción. Parecía dispuesta a morir por él, pero había en ella demasiado respeto para que también existiera el amor. Él se sentía en sus brazos como si fuera un niño, la amaba con ternura. Ella le solía acariciar la cabeza como hacía con su hijo. Osama pensó en su madre. Aunque desde los diecisiete años había aprendido a hundirse en distintos cuerpos, tras concluir todos esos abrazos amorosos siempre emergía el cuerpo de la madre. Vivía rodeado de mujeres que no envejecían, simplemente repetían rostros femeninos que lo 420 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN habían acompañado desde su infancia. Aquí la perspectiva erótico-pasional es desplazada hacia lo maternal, lo que sugiere la aparición de lo incestuoso a partir de la manifestación edípica que incorpora la figura de la madre como arquetipo regente de la vida del líder terrorista que presenta características diametralmente opuestas a sus víctimas al diferenciarse por una declarada verticalidad del poder. Además, la ventana de él si permite la transparencia para ver las estrellas y el espacio sideral que representa lo infinito como la deidad que venera y defiende: Se asomó por la ventana de su dormitorio. Observó las estrellas. Su casa estaba poblada de seres dormidos. Todos ellos parecían formar las piezas de un gigantesco animal acoplado a la noche. Osama había cesado de tener sueños compartidos. Aceptaba su soledad. Sabía que nunca podría volver a vivir como un ser humano normal. Si deseaba suicidarse le bastaba con aparecer en público. De esta manera Osama Bin Laden está condenado a vivir/morir en la región vacía representada por la soledad y el respeto. Región vacía que intenta llenar con el recuerdo de su madre y el culto a la divinidad; región de la reclusión y la condena de vivir en regiones periféricas que se hacen centro bajo la implosión de la muerte y la tragedia. De allí que reitero la relación de región vacía con la individualidad y creación de espacios de la significación dentro de la novela. Por lo que me atrevo a afirmar que Osama Bin Laden es el único cuerpo que logra la unicidad a través de lo místico y el recuerdo de la madre. Mientras que los otros cuerpos están sujetos a la instantaneidad del coito, unicidad refulgente en medio del placer y la cópula. Porque esa región vacía se construye desde diferentes y contradictorios espacios; reales y ficcionales, donde realidad y ficción se ceden los espacios narrativos con la mayor naturalidad. Así ocurre con el fundamento ficcional que LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 421 construye el tío de Marcia que intenta la búsqueda del discurso metafórico como recurso viable para la comprensión de lo humano; ficción que trasciende a la realidad cuando el crítico de la obra muere por un escorpión insertado en la garganta, tal y como se llama su obra. Por esa causalidad trágica dentro de la prospectiva narrativa, los personajes van estableciendo paréntesis que demoran la concreción destinada en la historia textual. Y dentro de esos paréntesis está el reconocimiento en lo profundamente humano, en lo patémico-corporal, tal y como lo hace Marcia, quien quiere asumir la corporalidad deseada para lograr ser reconocida por el otro, al mismo tiempo de reconocerse en el otro; reiteración del reflejo identitario a través de lo corporal. Marcia sigue empeñada en sentirse deseada, esto es, saberse cuerpo, volverse mujer y dejar de ser madre sufrida; del discurso de la sensibilidad al discurso de la pasión. Deslastrarse de la tristeza que ocultan sus ojos bellos. Porque los cuerpos en la narrativa de Mario Szichman tienen profunda tendencia al desprendimiento no corporal sino espiritual, que es también otra forma de desmembrarse: “Yo vi morir a mi esposa. Seguí su agonía durante más de tres meses. Aprendí a ver cómo se va muriendo un ser humano. Era como si su espíritu se desprendiera de su cuerpo”. La muerte de la esposa abre nuevas posibilidades a Richards, se desprende de un lastre que se rompe para permitirle manejarse en otra categoría de la vida que media entre la escritura de bocadillos y el treatment. Formas de escribir la cotidianidad bajo el formato de crónica urbana. Bajo este formato de crónica para ser representada, la realidad se convierte en leyenda urbana para ser llevada al cine y allí ingresa el paralelismo en la escritura simultánea dentro de la novela, porque una historia involucra a otra: -Una de las leyendas urbanas es que un agente del FBI sabía todo lo que iba a pasar en las torres gemelas. Apenas se 422 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN estrelló el primer avión empezó a gritarle a la gente que estaba cerca de las torres: “Nos están atacando. Vienen más aviones. Esto es terrorismo. Ustedes van a morir si se quedan en esta zona”. En ese momento, ni siquiera la Casa Blanca sabía con exactitud qué estaba sucediendo. CNN seguía diciendo que una avioneta Cessna había sufrido un accidente. Mientras que el secreto de los hijos de Marcia está relacionado con el libro de Tabucchi y los tickets: “-No puedo dejar de pensar en esos tickets que encontró en el libro —dijo Marcia—. Sé que algo pasó para que no siguiera leyendo la primera vez el libro de Tabucchi. Me aliviaría mucho poder descubrirlo. Estoy segura de que tiene que ver con mis hijos. Los extraño. Los extraño mucho. El develamiento de los recuerdos trae consigo el temor que necesita de compañía”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 423 ASCENSO Y CAÍDA. LA HISTORIA RECONSTRUCTIVA Con la tercera parte de la novela comienza a escribirse una historia eminentemente reconstructiva, como si se estuviese armando el gran cuerpo narrativo que estructura el rompecabezas conformado por el sincretismo fundado en la conjunción de varias historias íntimas con la historia colectiva que no termina de dilucidarse. En esta historia reconstructiva los personajes vuelven a un punto originario; Patrick Cassidy es el cuerpo erótico y promiscuo, mientras que el cuerpo femenino119 se convierte en homologación entre el centro y la periferia. Las mujeres son compartidas en la cama y el deseo, se convierten en terreno neutral de las diferencias colectivas, mediante la demostración de un poder horizontal, donde las verticalidades sucumben frente a las verticalidades y las huestes del cuerpo y la pasión. La personalidad de Cassidy está desparramada en cada una de las mujeres que tiene; cada una conoce una parte de su vida, “porreateaba sus secretos”. 119 Menester hacer la referencia que las mujeres que se acuestan con el policía que sabe qué va a ocurrir con las Torres Gemelas, no son cuerpos jóvenes, sino cuerpos maduros que encarnan la experiencia y el no compromiso afectivo: “Circulaba entre esas mujeres —todas ellas ya sin capacidad de procrear, con varios hijos, algunas próximas a ser abuelas— creyéndose protegido del escrutinio del resto de las engañadas”. Y entre los cuerpos unidos por la cópula no hay diferencias políticas, religiosas o raciales, sino interpretaciones de la cotidianidad circundante, cantantes, moda; que se agrupan en el escenario cambiante de su apartamento. 424 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Las escenas de los encuentros se adaptan a la mujer que lo visita en constante encubrimiento de la realidad y evitar el compromiso: “La excusa para no dormir más de una o dos veces por semana con cada una de ellas era un fastidioso divorcio que nunca se concretaba, pues como buena católica, su esposa siempre le daba largas al asunto. Eso permitía explicar ausencias, viajes inesperados, la cancelación de cenas”. En momentos se hace el cuerpo perfecto en la cópula y los encuentros ocasionales; asemejándose al cuerpo de Osama Bin Laden y su harén, a su tribu. Sintiendo respeto y admiración por su enemigo, que en el fondo se convierte en el héroe de un antihéroe que se ahoga en deudas económicas por cubrir sus desafueros económicos: A veces pensaba que la incorporación de nuevas mujeres a su rutina era un homenaje a ese enemigo que acechaba sus noches, cuya foto había puesto en su escritorio, ornada por un marco de plata, con un redondel rojo pintado en su ojo derecho. Estaba enterado del respeto que Bin Laden mostraba hacia sus cuatro esposas, el cuidado con que atendía a sus hijos, la delicadeza con que negaba su predilección por alguno de ellos, la presteza con que aceptaba las críticas de todos ellos, aunque se sabía que solo dos o tres eran los preferidos. Así Cassidy se convierte en personaje de artificio, personaje de historieta con una desarticulada vida que llega a convertirse en leyenda urbana. Es quien conoce la verdad de la historia, historia que no es creíble para sus superiores, creando la paradoja textual que otorga a la novela referencias de lo absurdo e inevitable como destino regido por la muerte120: 120 A estas alturas de la escritura surge un elemento interesante; si la escritura de Mario Szichman privilegia el referente histórico, lo que ha ocurrido en realidad, es que todo tiene que encauzarse dentro de esa historia ya concretada, siendo la escritura una prospectiva narrativa que crea la certeza desde los vacíos, periferias y cotidianidad como centros de referencia alternativa. Donde lo que es de significar son las isotopías que asume el autor para construir su universo simbólico. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 425 Ahora, el enemigo lo estaba derrotando en su mismo juego. La paranoia de Patrick lo inmovilizaba y lo convertía en el hazmerreír de sus jefes. Cuando informaba de recientes planes de al-Qaida y ofrecía detalles muy concretos, sus jefes lo miraban con rostros de jugadores de póquer, obligándolo a bajar los decibeles de los detalles, hacerlos más ambiguos, para que no creyeran que era el fruto de su desbordada imaginación. Bajo la configuración del juego de cartas como deconstructor de la realidad histórica, la redacción se hace lúdica donde el azar es la referencia central y todo se convierte en el desborde de la imaginación que irremediablemente contiene la prospectiva que se hace abismalmente cierta. Mientras que Jeremiah Richards habita el mundo del sueño121, vive en la pesadilla desde donde puede volver a la ciudad desconocida. La ciudad que no tiene destinos y pareciera girar concéntricamente sobre sí misma dentro de una realidad más benévola que la que se vive diariamente. Esa ciudad es la que contiene los recuerdos en constante tránsito hacia los espacios originarios que tienen como punto de contacto entre el sueño y la vigila el matrimonio con Joyce: “Nunca podría salir de la ciudad desconocida, pensó Jeremiah levantándose con precaución, y dirigiéndose hacia el baño. Tendría que comprarse una camisa de dormir. Odiaba los piyamas. Podría ponerse la camisa encima del cuerpo desnudo y no estaría toda la noche tratando de alisar los pliegues que se le introducían en los testículos”. Esta ciudad desconocida es una especie de ciudad del futuro, ciudad de la utopía que pareciera estar suspendida en el 121 He esperado hasta esta parte del análisis para referir la simbología del nombre del personaje Jeremiah, que desde la traducción del hebreo simboliza “Dios pone orden”, caracterizado también como el elevado, porque creo que es en este momento que se concreta como el personaje que ordena la historia textual. 426 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN tiempo y el espacio; asociada profundamente con el recuerdo y la memoria. Es la ciudad del enigma, la ciudad del sueño donde nació el personaje pero no es reconocido dentro de ella. Es la eterna búsqueda del andén o destino que lo ancle a esa realidad y lo posicione como integrante de ella. O mejor dicho, la búsqueda del destino que quizá explique su origen: Jeremiah estaba seguro de que había nacido en esa ciudad. ¿Por qué lo trataban como un forastero? Además, habitaba en ella más que en la ciudad de su vigilia. Todo le resultaba siniestro en la ciudad desconocida. Cada vez que preguntaba por direcciones le daban larguísimas explicaciones que no lo llevaban a ninguna parte. En algún lugar debía existir un andén desde el cual partiera un autobús o un tren, pero era imposible encontrarlo. Si encontraba el andén, todos sus problemas quedarían resueltos. Y dentro de esas configuraciones de lo posible surge la categoría del amor idealizado, al mismo tiempo, separado y solo unido por la relación epistolar que lleva la relación hasta el imaginario y la construcción de mundos posibles; “Separados por centenares de millas de distancia, habían establecido una relación puramente epistolar. Ahora estaba rendidamente enamorado de esa mujer que ni siquiera parecía muy atractiva en la foto enviada por Gmail”. Bajo esta referencia textual podemos apreciar que el único personaje que siente el amor es “el elevado” por la gracia de la subjetividad y el sentimiento. Sus espacios de realización son formas extradiscursivas que solo se abordan desde lo simbólico, así que María Luisa es su relación epistolar. De ella está enamorado, enamorado de la foto enviada por correo electrónico; una mujer que no era atractiva pero que encierra un misterio, o es la liberación de Jeremiah. Además que las fotos representan el fingimiento de la realidad, tal es el caso del periodista, quien diseña fingimientos para materializarlos en las fotografías que evidencien una pose intelectual y pueda conquistar mujeres cultas, porque “Las mujeres cultas no LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 427 se vuelven locas por los galanes de cine. Pensó que debería sacarse otras fotos, de perfil, con una mirada pensativa, algo afligida, tal vez contemplando la lejanía. A las mujeres cultas les encantaba consolar a hombres que contemplaban la lejanía”. Todos esos espacios de la representación son posibles porque allí nada tiene conclusión o final, allí la muerte no existe por la pervivencia del recuerdo y hace que los cementerios sean innecesarios: “¿Dónde quedaba esa ciudad de la que no podía escapar? Tenía trenes y autobuses, pero no terminales. ¿Dónde escondían los autobuses y los trenes? Tampoco tenía cementerios. ¿Dónde enterraban a los muertos? En una de sus pesadillas, un habitante le había dicho al forastero (Jeremiah era un foráneo para ellos) “los cementerios son de mal gusto, una cosa del pasado”. A más de forastero es sujeto migrante y fronterizo entre el sueño y la vigilia. Pero la realidad real asedia los espacios utópicos para manifestarse desde la imposibilidad económica; todos los personajes están acogotados por las deudas económicas. Así como la preocupación e intención de revestir el cuerpo para enmascararlo: peluca y bigote para regresar a la apariencia originaria. Y los estudios fotográficos además de ser onerosos, son la oportunidad de reconstruir las imágenes de los cuerpos evolucionados; serán los instrumentos de la manipulación, la oportunidad de trucar las apariencias. En todo ese imaginario, Ana Luisa es el personaje de la complementariedad y la realización al conectar el mundo telúrico –a través de las flores- y el mundo místico, la díada originaria de la humanidad: “Pensó en las otras cosas que le atraían de Ana Luisa, por ejemplo, su amor por las flores. Siempre le hablaba de las plantas que adornaban su cuarto. Además, su optimismo era contagioso, y tenía una cosa mística que le encantaba. Una mujer mística era un regalo del cielo”. 428 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Indudablemente en esta historia reconstructiva lo corponarrativo sigue siendo elemento de imprescindible referencia, puesto que, el periodista representa el cuerpo de la sensibilidad –elevado-; mientras que Cassidy a través del suyo y sus encuentros eróticos demuestra una forma de prostituirse y de prostituir la figura que representa –la ley- las esposas. Se invierten los roles entre policía y prostituta, o al menos, se homologan en los espacios de la periferia. Este capítulo hace énfasis en las conflictivas relaciones afectivas-íntimas de los personajes desde Cassidy a Bin Laden; de Marcia a Jeremiah. Todas sustentadas en la poligamia, los encuentros fortuitos y las diversas características de esposas y amantes, por ejemplo, Marcia es producto de un cuerpo – su madre- que solo tiene una bella voz en medio de la vida desarticulada entre amantes y vicio. El capítulo en referencia podría considerarse como el de la unicidad de los cuerpos a través de la complexión entre lo físico-orgánico y lo íntimo- sensible; las obsesiones por la calvicie y las relaciones entre cuerpos policiales y cuerpos prostituidos; bajos mundos, bajos fondos; héroes y antihéroes. He allí la transgresión a la norma y la ley. Osama Bin Laden frente a los periodistas luego de la destrucción de las torres, es la presencia del terrorismo encomiable a través de la lectura de poemas por parte del terrorista, dando la impresión que la sensibilidad y razón está de parte de Bin Laden: “Tras leer el poema Bin Laden se disculpó ante los asistentes diciendo que “como bien saben la mayoría de nuestros hermanos, no soy un guerrero de la palabra”. También tiene temor en cómo sale en las fotos e intenta cubrir las huellas de la vejez: Al concluir la segunda grabación un fotógrafo retrató a Bin Laden con una cámara digital. El líder de al-Qaida pidió ver la foto y le preguntó al fotógrafo si podía tomar otra pues su cuello parecía demasiado grueso. ¡Y esa manía de teñirse las canas! ¿Qué era, un actor de Bollywood? Hubiera sido mejor que le maquillaran el rostro, pues tenía oscuros círculos bajo LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 429 sus ojos. Eran un desagradable testimonio de su cotidiana angustia y de sus noches de insomnio, convertidas ya en compañeras inseparables. Dentro del decurso narrativo la cotidianidad histórica se ve trasvasada por los íconos del mundo globalizado, la Internet es la escritura pública que refleja los mundos íntimos de los personajes; personajes atrapados en sus cotidianidades que como la del policía demuestra su expulsión de los espacios de la gloria y el reconocimiento público, para caer en momentos del infortunio: “Su brillante carrera había comenzado a sufrir tropiezos apenas comenzó a formular inquietantes vaticinios. A nadie le agradaba saber que vivía en tiempo de descuento”. En ese mundo invertido, los terroristas delatores quieren escribir guiones: “El máximo anhelo de esos rufianes era ser guionistas de Hollywood. Uno de ellos quería escribir bestsellers. Hasta que llegara el momento de encauzar sus carreras en la meca del cine, esos informantes intentaban eludir todo peligro usando maniobras de distracción”. Estas declaraciones obedecen a un guión fijo, nunca cambian el libreto; existiendo un paralelismo entre el mundo real y el cinematográfico conformado por las investigaciones de Cassidy, que luego se transforma en el mundo real y absolutorio que devora al mismo Cassidy. Ser desertor o estar al margen de la ley es sinónimo de prosperidad; los desertores se hacen prósperos, ganan la lotería y logran acumular riqueza tangible, no como la lotería de los cuerpos desparramados y fragmentados. Además que los terroristas se mueven siguiendo patrones de películas norteamericanas que son las que escriben las historias victoriosas, quienes forjan los guiones para los héroes, los seres del imaginario. Por eso se consolida el liderazgo frente a los personajes vacilantes: Cuando alguien admite en público haber delatado a sus compañeros y ordenado asesinar a niños divulgar su asesinato 430 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN en videos, y luego se convierte en jefe, nada le está vedado, nadie puede disputar sus planes, cuestionar sus decisiones, castigar sus fracasos. No importa que el triunfo se convierta en derrota, y la derrota en inapelable. La suma de malos cálculos, de erróneas providencias, convierte a su propiciador en invulnerable. Los terroristas habitan en un mundo del sonambulismo que los integra a la cotidianidad donde serán parte de la historia: Los últimos días de sus vidas durmieron en hoteles baratos o en moteles. Varios de ellos viajaron a Las Vegas y deambularon como seres de otro planeta entre los turistas y convencionistas que visitaban los casinos, o los strip clubs. Estaban más interesados en los moteles baratos porque no había cámaras de vigilancia, o en los cafés de internet, donde pasaban horas canjeando información con sus jefes en Afganistán o en Alemania, o buscando buenos precios en pasajes de aviones que sobrevolaran la costa oriental de Estados Unidos. Bajo estas justificaciones textuales, Bin Laden vive en una especie de región vacía: “Entre tanto, el jefe parecía vivir en otro mundo. A Bin Laden nunca le habían apasionado los seres humanos, más allá de los miembros de su familia. Prefería mirarlos a vuelo de pájaro, desde grandes distancias, porque solo servían para perturbar los paisajes que amaba. Y estaba obsesionado con la muerte”. Aquí se puede establecer la relación entre el líder con la muerte, porque él es la muerte y viceversa, ya que está rodeado de un halo místico: “-Aunque nos estaban bombardeando —le dijo a Fisk—, sentí tanta paz en mi corazón, que me quedé dormido. Vi que un proyectil de mortero aterrizaba cerca de mí, pero no estalló. Nosotros logramos derrotar a la Unión Soviética”. Así que cada uno de los personajes es víctima de sus obsesiones; Cassidy es uno de ellos que sucumbe frente a las mujeres y su deplorable condición económica; el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 431 portafolio garantía de sus deudas con Camilo se transforma en su hecatombe122. Mientras que “los periodistas son usados como piezas intercambiables en ese juego”. Son parte del rompecabezas tanto histórico como ficcional. Todo se mueve en doble figuración: lo real y lo aparente; lo narrado se soporta en una doble articulación, todo es un juego del desdoblamiento: “Pensó en su doble vida, en su imagen pública y en su imagen privada. La bravuconada de portar la pistola en el tobillo funcionaba con las mujeres, como fumar cigarros de hoja o guardar nudillos de bronce en un bolsillo de su saco, junto con el llavero”. De allí que los policías se humanizan terriblemente, y con ello, aparecen las enfermedades, los cuerpos deteriorados que distan mucho de la visión cinematográfica, modelos y paradigmas sobre el mundo policíaco y el triunfo del bien y la justicia. Aquí son seres del desarraigo que no tienen ninguna posibilidad de realización, ni oportunidad de redimirse como las películas: “Ya nadie era baleado en un enfrentamiento. Abundaban los casos de cáncer de próstata. Era una enfermedad que parecía patrocinada por el buró, pues atemperaba los instintos. Si alguno contraía el cáncer en otra parte del cuerpo, no lo revelaba. Y cuando moría, decían que había sufrido un síncope cardíaco”. En esta sucesión de historias personales los mundos estrictamente racionales se ven alterados por la irrupción de lo pasional; Patrick Cassidy odiaba ese mundo de seres racionales y previsibles. Inclusive cuando necesitaban asesinar seguían protocolos. Nada era personal. Les aterraba la pasión, especialmente el desenfreno de la pasión, pues arruinaba todo cálculo. Se asustaban cuando algún funcionario ofrecía 122 Utilizo este término para hacer una asociación con lo apocalíptico; además de querer reflejar las visiones subrepticias sobre el sacrificio que involucra la destrucción de las Torres Gemelas. Que en la narrativa de Mario Szichman se convierte en recurrente sentido estilístico. 432 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN su renuncia porque había sido descubierto en una flagrante infidelidad, o por algún desfalco. Temían a todo aquel cuyas venas transportaban sangre. Eran como esos pilotos que destruían poblaciones desde las alturas. La distancia permitía separar la carne de sus intenciones. Y donde las historias que transcurren están escritas en alguna parte, y fundamentalmente en las noticias de los periódicos, como el epitafio de Cassidy a su salida del FBI en “un anticipo de la jubilación y la muerte.” Patrick lee un cuento infantil llamado the soul bird –el pájaro del alma- la gran metáfora de la vida que no puede ser en medio del tiempo de descuento que vive en un partido empatado con la vida o con la muerte. Es la confusión de personalidades en medio de los quehaceres cotidianos; Marcia trabaja con maniquíes, cuerpos inertes que emulan posiciones humanas a través de la representación manipulada o forzada. En este mundo de la representación artística los proyectos están estancados, donde los personajes intentan dejar “flotar la imaginación” pero siempre queda en un proyecto demorado. Los nuevos proyectos son viejos proyectos que quedan a la deriva en un mar de circunstancialidades dificultosas; lo provisorio es eterno y la inmanencia devora todo intento de proyección en el tiempo y el espacio. Y esta actitud se convierte en virus, enfermedad de la sociedad norteamericana. Son seres anónimos donde el anonimato es forma de narrar, manera de enunciar desde la desesperación y la angustia por ser reconocido, posicionado en el tiempo y el espacio de lo real y de lo novelado: “Los aficionados le rogaban que asistiera a sus vernisagges, a sus exhibiciones de documentales, a sus lecturas de poemas. Y cada vez que se decidía a asistir a esos eventos, creyendo que les hacía un gran favor, ninguno de ellos la reconocía”. Razones que nos llevan a pensar que toda la novela –u obra de Szichman- son palabras en curso –words in progress- que intentan construir un corpus narrativo, donde lo mutilado LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 433 es lo que tiene sentido aun cuando sea incomprensible, tal y como mutilan las películas para hacerlas obras en progreso y así conseguir financiamiento: “Y una vez convirtió algunos pies de película en un galimatías que ni él mismo le encontraba sentido, fue invitado a un festival y consiguió un grant suficiente para financiar varios proyectos frustrados”. Porque toda la obra de Mario Szichman conduce a una mutilación como forma de integración textual. De esta manera mutilar para organizar fuera de la normatización de las formas establecidas en procura de la aparición de lo imprevisible. El cuerpo sensible de Marcia – lágrimas incluidas- se manifiesta cuando sus hijos le regalan lienzos y una caja de tubos de pintura para que ejerza el oficio de libertad que representa –o representado- por la pintura. Los empleados odian a los jefes y lo demuestran vistiendo formalmente cuando estos lo hacen de manera informal. Mientras que Jeremiah utiliza las horas de trabajo nocturno en el periódico, o la monotonía en la repetición de los acontecimientos noticiosos para preparar sus bocadillos para la productora cinematográfica que son fragmentos que se insertan en los guiones y provienen de la realidad que él convierte en ficción, o más bien, legitima el guión cinematográfico como forma de representar la realidad, hacerla expectación o formalidad expectativa donde los sujetos se reconocen, al mismo tiempo que son reconocidos. Y de esta manera se produce una transmigración de la vida real al cine o la imagen fotográfica donde se constituye el enunciado ficcional narrativo, obviamente híbrido y sincrético. Bajo este procedimiento estético la realidad convive con lo extraordinario de la ficción, y eso conforma la crónica urbana, donde la crónica se une a la literatura para crear la certeza desde las incertidumbres. La ficción se cotidianiza y la cotidianidad se hace ficción creando una interesante dualidad –confusión- de los planos narrativos. Puesto que los personajes conviven con los acontecimientos, pero no los perciben hasta 434 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN que los ficcionalizan, forman parte de la exterioridad donde dejan de ser actores y se convierten en espectadores. Porque en la obra de Mario Szichman la vida es la dramatización de los mundos interiores de los personajes, a los periodistas les interesa lo policial o lo ficcional; formas de representar crónicas del absurdo: Jeremiah dijo que eso podría servir para el treatment de un guión. Quizás una película donde secuestraban un avión. Pagaban hasta seis mil dólares por un treatment. De todas maneras, él solo se dedicaba a lo que fuera algo policial, o de ciencia ficción. Eso más bien parecía de comedia. ¿A quién en su sano juicio se le ocurría aprender a manejar un avión y no tener interés alguno en el despegue o en el aterrizaje? Eran las cuatro de la mañana del 11 de septiembre de 2001. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 435 EL APOCALIPSIS NARRATIVO: DESTRUIR PARA REVELAR. Bajo esta consideración la concepción apocalíptica aquí no la estoy utilizando como un final, sino más bien, la revelación de una realidad otra; porque el atentado contra las Torres Gemelas es la excusa histórica para crear el mundo posible literario. Y quizá se vuelva sobre elementos ya mencionados pero que siguen siendo concomitantes en el análisis que se ha pretendido a lo largo de este libro. Y uno de esos elementos es la relación que se hace entre las torres y un barco que se mece al vaivén de una tormenta; palmeras que por su fragilidad, las hace perder toda fisonomía de fuerza y fortaleza. Las torres son maleables: Las torres, su simetría, su legendaria vulnerabilidad. Una arquitecta había dicho en el New York Times que podían convertirse en las lápidas más gigantescas del mundo. Se mantenían en pie de manera inexplicable. Durante todo el proceso de construcción se habían denunciado sus fallas estructurales. Las torres parecían haber sido imaginadas por técnicos de laboratorio ansiosos por someter a sus cobayos a una permanente ordalía. Cuando el viento superaba los cincuenta kilómetros por hora las torres oscilaban. En los últimos pisos parecían péndulos. Algunas personas bajaban del restaurant Windows of the World123 como si hubieran navegado en medio de una tormenta. Para enfrentar las fuerzas del viento y de la gravedad, las torres más altas del mundo 123 De hecho, esas ventanas del mundo se cierran para siempre. 436 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN debían ser tan gráciles como palmeras, y eso allanaba el ingreso de materiales como el fuselaje y las alas de un avión. Las torres acogerían a los intrusos en su seno sin presentar fuerte resistencia, acoplándose a sus formas. Si se detalla el discurso, las torres semejan un cuerpo femenino signado por la debilidad. Las torres pueden ser penetradas –juego de lo erótico- por los aviones; especies de vaginas –matrices- que van a ser fecundadas por los horrores de la destrucción para convertirse en dantesco espectáculo que puede ser observado. Especie de infierno que potenciará el horror y la conmiseración: “Su sencilla arquitectura, propia de seres sin imaginación, magnificaría la catástrofe y ofrecería distanciamiento. El impacto de los aviones en esos edificios encerraría a sus habitantes en estructuras que brindarían pudor a sus agonías”. La destrucción potencia lo simbólico, puesto que, destruido lo material, surgen las evocaciones a través de las evidencias que se fragmentan y esparcen en la destrucción, pero se intentan recomponer en la memoria y el recuerdo: “Bin Laden pensó que cuando finalmente se extinguieran los incendios solo quedarían en pie los esqueletos de las torres. Dos esqueletos negros de ciento diez pisos de altura se alzarían como el retrato en negativo de las torres en épocas de prosperidad, mostrando huecos en cada ventana de los cuales colgarían desechos de fibra de vidrio similares a estalactitas”. Pero la destrucción es total, radical y determinante, por ello, a más de ser una victoria se convierte en derrota: “Nunca imaginó que la destrucción de la materia y de sus formas avanzaría sin dejar prácticamente residuos, o que el contacto de cada material con su vecino incrementaría la combustión, y la disolución de la materia orgánica en la inorgánica crearía partículas más minúsculas que las arenas del desierto. Era infinita la capacidad del enemigo para defraudar”. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 437 Todos los elementos narrativos conducen a potenciar la incapacidad de los empleados aeroportuarios para detectar las anomalías en los pasaportes de los terroristas. De esos seres que están signados por el sonambulismo, pero son quienes andan por la superficie y no como los que van a morir que viajan en el subterráneo. Uno de los privilegiados de lo ‘alto’ es Jeremiah, quien trabaja en el edificio Rockefeller Center, “la New York” de las películas; en ese lugar se cotidianiza la ficción: “Jeremiah se sentía en el centro del universo. […] Eso permitía observar espectáculos imposibles de ver en otra parte de la ciudad”. Además se ven las mejores piernas: “Cada fin de diciembre, las Rockettes, las coristas del Radio City, posaban para fotos de promoción encima de la marquesina del teatro. En diciembre, mientras caía la nevada, podía verse a las muchachas sonreír a las cámaras, ateridas de frío, luciendo escasas vestimentas plagadas de lentejuelas. Siempre había alguien lamentando en voz alta: The poor girls. They must be freezing”. Entonces siguen conjuntándose los paralelos opuestos, el deseo bajo frío; el deseo congelado. Una vez más, personajes que se mueven del lado inverso del colectivo, personajes que marchan contracorriente del decurso narrativo, creando la asociación referencial por contradicción o diferencia: Quince minutos después de salir de la oficina, Jeremiah llegó a la estación de subterráneo de la Calle Cincuenta y Tres. El turno del cementerio le permitía tener un retrato en negativo de Nueva York. Cuando todos iban a dormir, él se disponía a trabajar. Cuando todos iban a trabajar, él iba a dormir. Eso le había dado una idea para uno de sus bocadillos. Jeremiah tenía numerosos trabajos free lance. Había nacido en Hoboken, un área de New Jersey repleta de mafiosos, y eso le había proporcionado decenas de ideas. Jeremiah era una enciclopedia de asesinatos no convencionales. Había ofrecido bocadillos para guiones de películas donde los instrumentos de muerte eran sillas de ruedas, mezcladoras de cemento, y 438 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN tarjetas de crédito en desuso que se afilaban con limas para las uñas. Prácticamente lo que escribe Jeremiah es un libreto de lamentaciones124 en medio de su vida y las constantes contradicciones entre su amor por María Luisa y el cuerpo enfermo de Joyce que necesita de la piedad, compasión y mentira para ser soportado dentro de la rutina agónica de sus días. Mientras que Jeremiah se siente impelido hacia la superficie por la escalera mecánica que parece cobrar vida y conciencia de su trabajo: “Imaginó que la escalera mecánica que lo llevaba al segundo subsuelo del subterráneo mostraba su perfil, descendiendo en diagonal. La escalera mecánica que extraía del subsuelo a las personas que se dirigían al trabajo subía en diagonal, repleta de gente que marchaba a su trabajo”. Ascender y descender en torno al trabajo que desdibuja y anonimiza. Por ello el periodista observa y construye historias mientras camina por el subterráneo; es testigo de excepción de la transformación de los cuerpos y los indicios de las metamorfosis, el florecimiento y ocaso de los enamoramientos. Llama poderosamente la atención que se centra en el pelo y la calvicie; el uso de “peluquines infrecuentes” que intentan disfrazar las carencias corporales, porque los personajes de Szichman viven al margen de ellos mismos y recurren a los tránsitos entre la revelación y la ocultación. Como los personajes del subterráneo que representan a la ciudad ‘otra’ donde es posible moverse dentro de las entrañas de la tierra: el violinista y el filósofo; la calma y la mesura en medio del agite y la fugacidad de la vida y la historia colectiva: “El subterráneo de Nueva York era una buena caja de resonancia”. Dentro de esta selva de concreto el filósofo es un 124 Para reiterar la analogía entre este personaje y Jeremías. Al personaje bíblico se le atribuye la escritura del libro de las lamentaciones, considerado un texto profético que lamenta la destrucción de Jerusalén e implora la ayuda de Dios. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 439 gerente que busca su espacio de libertad a través de las arengas: “Las arengas eran brillantes, aunque para Jeremiah el filósofo tenía dos defectos: se reía de sus propios chistes y no mostraba excesiva simpatía por las mujeres”. Quizá el filósofo es la voz de la conciencia en la realidad que es arrojado a su propio margen por las características de anulación conferidas en la historia textual. Mientras que los terroristas seguirán siendo privilegiados en la oportunidad de elevarse en el cielo para luego descender sobre sus enemigos como castigo divino, transformarse en dueños de las vidas de sus víctimas: “Pero todos ellos debían sentir cierta jactancia además de miedo, porque también estaban orgullosos de administrar el destino de centenares de personas en los aviones y en las torres”. Las realidades son distintas y distintivas por la frecuencia de las relaciones alternas y la creación de ‘nuevas normalidades’ que disfrazan la imprevisibilidad y la muerte: En esa nueva normalidad, que terminaría en la colisión contra la Torre Norte, confiarían ciegamente en la voz del presunto piloto pidiéndoles calma, anunciándoles que debían retornar al aeropuerto. Habría un desfase entre lo que estaba ocurriendo a toda velocidad y la percepción en la cabina. Los piratas aéreos y los pasajeros navegarían mundos distintos, unos anticipándose al final, los otros habitando en el puro presente, aguardando los días por venir. El mundo apocalíptico anunciado durante toda la novela se materializa abriendo nuevos mecanismos de inserción dentro del corpus narrativo, ya que: Estaban por ingresar en un universo donde se fusionarían por breves instantes elementos que nunca antes habían sido combinados. Era comprensible sentir miedo, pero había algo más, pensó Suqami, mientras sentía la euforia que a veces lo estremecía en Tora Bora cuando observaba los precipicios y sentía tanto frío que se rendía ante él permitiendo que su cuerpo se desplomara. En escasos minutos más, el avión se 440 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN hundiría en una torre del World Trade Center. Aquí la figura del terrorista es trasmigrada a los espacios de la heroicidad y el efecto que el vértigo causa en él y sus sentimientos, lo que lo lleva a una situación privilegiada. Es repetir experiencias vividas en los videos como la forma de aprehender, apreciar lo que en el presente se puede lograr: “En un video de vuelos de simulación había anticipado una y otra vez lo que iba a ocurrir. Finalmente podría presenciar en vivo y en directo las fugaces imágenes que en el video no podían tocarlo. Una vez el avión acoplara su forma a los vidrios de rascacielos al pasar velozmente a escasos metros de sus estructuras, podría experimentar simultáneamente la vida y la muerte”. En reiterada recurrencia, lo cinematográfico se convierte en realidad, el gran eje que mueve las estructuras narrativas a través de la analogía con grandes producciones de Hollywood y la encarnación de reconocidos actores del cine-acción. Evento que los hace salir fugazmente del anonimato; mitad personaje, mitad actores de una cinta cinematográfica centran la escena con sus sincronizadas acciones: “Se sintió avergonzado, molesto. No le agradaba llamar la atención. Pensó que así había sido durante toda su vida y ya era demasiado tarde para cambiar”. Al mismo tiempo que blinda la figura del terrorista frente a la historia textual, y por ende, al desdibujamiento de los otros personajes ante la implosión de la fuerza destructiva. Así, el presidente se siente ‘pelele’ como se ha sentido personaje de la ficción en una película, que es la anticipación de lo real en lo ficcional, y de alguna manera, el presidente ingresa al espacio del subterráneo donde la velocidad deforma las imágenes propinando una especie de ceguera e impotencia: “Las sombras eran sustituidas por fugaces imágenes, con la velocidad de un viaje en el Metro de Washington”. Mientras que lo exterior y trágico es intentado conjurar a través de los recuerdos de vivencias personales –la imagen de la hermana muerta del presidente- o la hierba creciendo en la pista de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 441 aterrizaje. En todo caso es la evocación de agentes distractores para no ser devorados por la hecatombe y tratar de paliar la apocalíptica situación. Del presidente pelele nadie obedece sus órdenes, está a merced del azar; el extremo que juega y opera del lado de la muerte. Marcha a la deriva, ha sido expulsado a la periferia; profanado su espacio aéreo, penetrados los espacios del altísimo: “Hubiera querido ir a la cabina del piloto; seguramente allí la radio funcionaba, pero él era el presidente de Estados Unidos, por lo tanto, debía quedarse en su asiento, con el cinturón abrochado, mientras el mundo se desmoronaba a su alrededor”. Se convierte en forastero de su propio país donde los destinos se corren en el espacio y el tiempo: “Washington se estaba convirtiendo en una ciudad más lejana que la tierra prometida. […]Todo Estados Unidos parecía estar ardiendo mientras el presidente sobrevolaba lugares que para él carecían de significado”. Dentro de la hecatombe vuelve a surgir la similitud de las Torres Gemelas con lo acuático, pero en esta oportunidad, se han invertido las perspectivas; lo alto se ha convertido en bajo, en profundidad que confirma la convivencia de las víctimas con lo subterráneo: Los ocupantes de los edificios eran como buzos sumergidos a grandes profundidades, capaces de observar solo aquello que estaba a escasos metros de distancia, y cuyos tubos de oxígeno eran los teléfonos. Parecían comunicarse no para revelar, sino para apaciguar el miedo. Mark y Gerald se obstinaban en explicar que dentro de las torres nadie sabía nada. Aunque podían observar por las ventanas cuerpos saltando de manera gradual, a veces de uno, otras de a dos, enlazados de las manos, o de a tres, formando un arco, separados a igual distancia unos de otros. Vieron caer personas aferradas a cortinas, a manteles, imaginando que eran paracaídas, hasta que el viento les arrebataba las telas de las manos. Y a esos espacios ingresa la cotidianidad histórica para 442 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN señalar los últimos momentos de las víctimas comunicándose con sus familiares, la única –línea segura- para establecer la angustiosa certeza que sirve de despedida. Los territorios de la ficción invaden la realidad e imposibilitan la recomposición de los acontecimientos: La imaginación de Marcia funcionaba como en sus collages. No había continuidad. Trataba de ir reajustándose a la novedad. Vivía en dos días distintos. Todavía le seguía preocupando algo que había ocurrido con Mark la noche anterior, y que Mark había explicado de manera muy confusa. Nunca la había convencido la historia del accidente. Los golpes que tenía en la cara no parecían resultado de un accidente. Los escenarios se intercalan para construir diversas locaciones, y desde allí, las imágenes dantescas transmitidas se transfiguran en pornografía de gozo y morbo: “Era como si la mecánica de la pornografía se hubiese instalado en un video del canal de cable CNN, circulando en una cinta sin fin, interrumpido por la transmisión, en vivo y en directo, de las torres ardiendo. La dislocación de las imágenes, estirándose hacia los extremos de la pantalla, en otros casos ondulando, informaba que se reiteraba la grabación”. Todas las miradas se dirigen hacia la corporalidad que se fragmenta y desploma. Y esto lleva a relacionar el collage pornográfico de Marcia con las informaciones de los noticiarios. La mutilación y seccionamiento de los cuerpos se asemejan a la pornografía porque ella es un proceso de mutilación de los cuerpos; anulación de los rostros por las partes íntimas y las penetraciones, donde el mundo se resume en las zonas erógenas; además que la pornografía es sumisión y monotonía: “Marcia había creado un collage en base a fragmentos de una película pornográfica. Despojadas de movimiento, esas imágenes convocaban lo macabro en sus hambrientas bocas abiertas, la impiedad en sus contorsionados cuerpos. Había una profanación del cuerpo que exhibía la tediosa repetición de esas truncadas ruedas usadas en LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 443 los pozos de bombeo de petróleo”. Son solo concavidades vacías –especie de región vacía- que es llenada esporádica y maquinalmente, como el “coger” de Marcia. Y en esa diseminación de cuerpos, solo las Torres Gemelas son lugares comunes del resto. Cada uno de los personajes busca sus propios espacios y destinos en esa región vacía que se puebla de memorias y recuerdos. Porque creo, y por ello la he dejado para cerrar este libro, todas las novelas de Mario Szichman evocan una región vacía que sirve de epicentro de la significación; además de representar el punto de llegada o destino que no termina por materializarse; lugar común alrededor del cual, los personajes y acciones trasuntan sus propios espacios y destinos. Específicamente en esta novela las torres colapsadas asumen vida, forma humana que es herida de muerte: La torre donde estaban atrapados era un mecanismo vivo que alteraba su forma, readaptándose al impacto del avión, perdiendo piezas que contribuían a su sobrevivencia, recibiendo trozos del fuselaje que fortalecían partes de su estructura y degradaban otras. Nada perduraba más de algunos segundos. La torre se había inclinado primero a la derecha, luego hacia la izquierda, como un péndulo, pero se estaba desmoronando secretamente. Las imágenes en los monitores de televisión se congelan, se vuelven fotografía, ingresan al espacio de la realidad circundante que hace de la ficción la verdadera realidad. O más bien, divide la realidad en el derrumbamiento de lo alto –las torres- y la continuidad de lo bajo –subterráneo-, puesto que el tren es una especie de aislante de la realidad en la creación de un submundo, que en momentos, pareciera ser autónomo: Una vez en el andén que enfilaba hacia Downtown y hacia las Torres Gemelas, se oyeron acordes de violín y las incendiarias arengas del filósofo del subte. Finalmente, llegó 444 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN el tren de la línea E. Centenares de personas subieron a los vagones, no repararon en su peculiar sacudida, en el constante chisporrotear, registrado en los rieles, en la intermitencia de cuadrados de sombra y de luminosidad desplazándose por las ventanillas de plexiglass que generaciones de viajeros habían rayado con toda clase de objetos metálicos. De tanto viajar en esos vagones, habían dejado de registrar lo que su verdugo sabía: que todas las ventanillas de los vagones se habían opacado tras ser raspadas con objetos metálicos. Lo apocalíptico lleva al ‘holocausto tecnológico’ donde “la tecnología hizo añicos a la tecnología”, la tecnología se ha vuelto contra el hombre y en vez de depararle placer le señala el camino inminente de la muerte. Lo tecnológico regresa al mundo primordial telúrico y los aviones son aves que anidan en las torres –árboles- que ya no son de la vida como en las escrituras bíblicas sino de la muerte. Muerte y devastación que se une a lo absurdo del predominio de las particularidades individuales sobre el pesar colectivo; aun en medio de la hecatombe, mientras que, Cassidy no se resigna a perder su trabajo: “-Melanie, creo que todos mis empleados están muertos. No puedo perder este trabajo. No quiero jubilarme. Voy a hacer una recorrida y te vuelvo a llamar”125. Cassidy se convierte en un fantasma en medio de la hecatombe: “Deacon comentó luego que inclusive en medio de la confusión, “Lucía su habitual traje oscuro con un pañuelo blanco en su bolsillo exterior. Apenas había una traza de ceniza en su espalda. Ese era el único indicio que 125 Al igual que Cassidy los empleados de las torres se niegan a abandonar sus puestos de trabajo en sinonimia con máquinas que han sido programadas para trabajar pese a las circunstancias: “-Era imposible seguir subiendo. Había mucho humo —dijo el policía a la reportera—. En el piso veintinueve había una oficina repleta de empleados. Todos estaban trabajando, en medio del humo. Les ordené que abandonaran la oficina, pero se negaron. Dijeron que todo estaba bien. Habían escuchado por los altavoces que la situación estaba volviendo a la normalidad”. Mientras que los terroristas son máquinas para la destrucción. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 445 todo había desaparecido de su mundo”. Y así desaparece de la escena narrativa, como un personaje que deja en lo incierto su destino, o más bien, se encuentra con su verdadero destino, pues ha desaparecido la referencia que lo mantiene asido a la historia textual. En medio de esas definiciones individuales, las dantescas escenas descritas homologan los cadáveres con maniquíes: Luego empezaron a caer maniquíes con las ropas incendiadas. No, no eran maniquíes. Franz se negó a pensar qué eran, pero no eran rígidos como maniquíes. Algunos parecían agitar las manos. Luego vio una cabeza, cerca un torso con camisa y corbata. Más torsos. Vio dos pies, con los zapatos puestos, y más cabezas. La calle comenzaba a llenarse de torsos y de zapatos. Volvió a alzar la vista. Seguían cayendo cuerpos. El congelamiento de imágenes se convierte en elemento ilustrativo de la acción textual y los intentos por captar momentos y luego glosarlos con palabras, donde la imagen antecede la palabra; es la pre-conceptualización del acontecimiento: Franz se sintió impotente. Podía explicar lo que estaba ocurriendo, pero estaba seguro de que la cámara no podría glosar sus palabras. Tenía una pequeña máquina fotográfica para usar en situaciones de emergencia, con un rollo de 36 exposiciones. Previn también pensó en el miembro fantasma. Estaba tomando notas mentales para escribir luego el reportaje y el miembro fantasma podía servir de metáfora. Después que amputaban un miembro, la persona operada seguía sintiendo su presencia, los mismos dolores que antes de la amputación. Franz estaba trabajando con una cámara fotográfica y dotándola de los atributos de la preciada Nikon digital que debía traer su fotógrafo. Esa máquina tenía un zoom, y un macro para operar a corta distancia, y se podían observar los resultados de inmediato, pero el fotógrafo no 446 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN estaba por ninguna parte. Siempre llegaba con retraso, y ese día contaba con una excelente excusa. Porque en la novela, y más aún, en esta última parte de la novela, se produce una clara diferenciación entre acontecimiento y el sentido que se otorga al discurso narrativo, y como lo demuestra la siguiente aseveración en la novela: “Cuando las fotos eran reveladas, el escenario aparecía trastornado. Tal vez el ángulo, tal vez el recorte a que habían sometido la foto mencionaba una tragedia que sus ojos habían sido incapaces de avizorar”. Las imágenes fotográficas se pueden manipular, y de hecho el sentido de los acontecimientos, tal y como lo hace el fotógrafo Franz: Siguió disparando su cámara. Algo se podría rescatar. Seguramente, en el laboratorio fotográfico del diario recortarían la imagen para destacar lo más interesante. Siempre y cuando el laboratorista, que aunque trabajaba solo se hacía llamar jefe de laboratorio, hiciera algún esfuerzo y destacara ese avión incrustado en la torre dejando en segundo plano los edificios que la flanqueaban. Las interpretaciones intentan fijar los acontecimientos, o negar, quizá, la instantaneidad del acontecimiento y la reafirmación de su conversión en prospectiva narrativa: “En ese privilegiado y único momento en que todo había ocurrido, pero aún no se registraban las secuelas, Franz estaba readaptando su mundo para que todo fuese minimalista. Decidió que el avión era de pequeño tamaño. Resolvió que no llevaba pasajeros, y que no había podido causar muchos daños”. Lo apocalíptico produce goce, donde el fotógrafo se convierte en pequeño dios que crea todo un mundo posible a partir de la realidad producida. Mientras que los cuerpos en este apocalipsis caen del cielo –llueven los cuerpos- mientras continúan las imágenes de los aviones anidados en las Torres mediante una cópula siniestra que evidencia una combinatoria entre Eros y Tánatos; LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 447 lo siniestro en la muestra de los cuerpos desnudados por el viento y desmembrados por la explosión o la caída: Los cuerpos —tuvo que admitir que eran cuerpos— siguieron cayendo. Parecían sacos de cemento, pero al rebotar, chapoteaban en su sangre. Los hombres eran más pudorosos que las mujeres. El viento arrancaba las ropas a las mujeres, o les subía la falda hasta el rostro. Una especie de neblina rojiza se iba alzando de la zona donde caían los cuerpos, adquiría tintes tornasolados. Dentro de este recurrente procedimiento estético de Mario Szichman del desmembramiento de cuerpos, se da la preeminencia por los torsos, las cabezas desprendidas, los cuerpos decapitados. Procedimiento que hace de los personajes simples cuerpos sin rostro que trascienden hacia los espacios del anonimato que pueden ser reensamblados126 mediante el constructo ficcional; la otra forma de narrar: “Los cuerpos seguían cayendo, estrellándose contra los toldos de plástico transparente, haciendo brotar pequeños surtidores de sangre, rebotando, deslizándose hacia el suelo. Algunos cuerpos se mantenían flexibles al caer y se amoldaban a las formas que los albergaban. Luego estallaban como sandías, sin excesiva efusión de sangre pese al impacto. La calle estaba regada de torsos”. La sucesión vertiginosa de acontecimientos hace que los materiales de registros se agoten – el rollo fotográfico- y queda la memoria acongojada por el impacto y la conmoción que es la otra manera de hacer ‘impresiones’ que solo pueden hacerse visibles a través de la palabra y la sensación patemizada; “El periodista agotó el rollo registrando la colisión del avión contra la torre. Temblaba mientras tomaba las fotos, y al principio creyó que era su miedo, pero no, todo el edificio temblaba”. Es como si los bocadillos de Jeremiah se hacen 126 El reensamblaje es la operación complementaria de la fragmentación 448 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN realidad, quien precisamente, está acostado en ese momento y es sorprendido por el timbre del teléfono. Y cuando comienza a movilizarse hacia el lugar de la tragedia, lo hace desde la superficie –en taxi-, porque en los momentos del desastre el subterráneo colapsa, los trenes no circulan, son anulados por los acontecimientos del exterior. Mientras que para ingresar a los espacios de la tragedia los cuerpos se ennegrecen –color de la muerte- al ser cubiertos por la ceniza, se impregnan de los vapores de la muerte y la destrucción. Espacios donde los cadáveres se convierten en peleles que se homologan con el presidente o son su metáfora de los muertos en vida, o más bien, en su impotencia y persecución de su pasado. Por lo que podemos hablar de una corporalidad de la muerte que crea su propio espacio de significación representado por los cuerpos desgajados; cuerpos impregnados por los vapores de la muerte y las señales de la destrucción: “Jeremiah empezó a sentir que su cuerpo era invadido por una pegajosa suciedad. Se acarició la frente y se miró la palma de la mano. Parecía engrasada”. Especie de óleo consagratorio que alerta sobre la muerte y la finitud; especie de cruz de ceniza, tatuaje de la muerte y la destrucción. Lo que sigue es la descripción apocalíptica del acontecimiento, es ingresar a la región apocalíptica –más no vacía- que traslada el hecho histórico hacia la concepción mítica. Bautismo de cuerpos y ceniza como forma de recordar la vulnerabilidad y finitud: Tras el desplome de la Torre Sur empezó a aumentar el viento. El aire se iba haciendo irrespirable. Seguían cayendo escombros y cuerpos desde la Torre Norte, que parecía resistir bastante bien. En determinado momento, la luz del sol se hizo anémica. Jeremiah depositó su bolso en el suelo, extrajo la máscara de gas y se la ajustó al rostro. Empezaron a ocurrir cosas extrañas. Primero apareció la nube. Era arrastrada por ráfagas de viento que dificultaban el avance. Jeremiah perdió todo sentido de la orientación. No se veía a dos metros de LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 449 distancia. Siguiendo el contorno de las paredes fue caminando en cámara lenta como si hubiera estado sumergido en una piscina. En la anterior escena están destacados elementos apocalípticos como el agua y el viento, la borrasca que abre y cierra los sellos del tiempo. Mientras que lo acuático sigue acompañando la especie de purificación y redención planteada; de los ambientes de mar, de la analogía con el mar y el barco, se ha ido a la abstracción de un espacio más pequeño pero sigue la preeminencia de lo acuático. Todo ello, enmarcado dentro de la irrealidad e incausalidad que invade el acontecimiento: Vio que tres personas corrían, una mujer flanqueada por dos hombres. Una nube las perseguía. Todo carecía de sentido. La nube se fue agrandando. Recordaba esos globos que arman quienes mastican chicles. Dentro de la nube circulaban papeles como en una centrifugadora. Jeremiah vio también un sombrero, una cartera de mujer. Luego, cayó algo que debía ser una viga de acero y decapitó a la mujer que corría entre los dos hombres. Jeremiah pensó que su jefe le tacharía el párrafo. Era posible publicar esos detalles en los tabloides, pero no en la agencia, cuyo estilo era inodoro, incoloro e insípido. La agencia de noticias tiene las mismas características del agua, lo que da una impresión de maleable según quien interpreta el acontecimiento. Así la nube sustituye los efectos destructores de los explosivos, forma de humanización del efecto terrorista, lo que refiere la asunción cinematográfica del acontecimiento real que permite ser desarrollado mientras se cuenta. Esto es, se otorga sentido desde la hiperbolización de los referentes que desbordan el simple elemento lógico- racional, y donde la imaginación rompe con todos los esquemas objetivos. Todo ocurre –la nube- después que Jeremiah se coloca la máscara de gas, pareciera que percibe la realidad desde otra perspectiva; la perspectiva donde el miedo es desplazado por la angustia ante la certeza de la muerte, dolor, 450 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN llanto e impotencia. Porque cuando se quita la máscara vuelve a la realidad histórica dentro del discurso novelado, regresa a la cotidianidad del desastre reflejada en los cuerpos aturdidos y distorsionados. Por lo que Jeremiah se convierte en el intérprete entre la tragedia y la agencia de noticias. Desde allí –y a través de quien toma el dictado- se entera de lo que sucedió, lo que da a la narración la característica de ingreso intempestivo al lugar de los hechos sin certeza de lo ocurrido, lo que acentúa las perspectivas fantásticas/ficcionales que otorga Jeremiah a todo lo que ve. Lo que hace que se transforme en testigo presencial desde una visión cinematográfica –una película de drama y acción- que como generalmente con los hechos ficcionales, su parecido con la realidad es mera casualidad. Pero aquí la incausalidad ficcional es hecho real que abruma la realidad histórica en macabra certeza que rompe el continuum histórico y deriva en la prolongación que abre nuevas rutas de interpretación. Crea costras en la delicada piel de la historia que necesitará ser maquillada para esconder la humillación a la nación más poderosa del planeta; crear héroes que sostengan la escritura de las nuevas historias reivindicativas y sumirlos dentro de las crónicas urbanas para que la misma ficción se encargue de resarcir las afrentas. El curso de los acontecimientos nos lleva a relacionar aún más a Jeremiah con la tragedia, puesto que, los aviones siniestrados tenían como destino Los Ángeles, su mismo destino donde se encontraría con María Luisa. Por lo que la tragedia en torno a este personaje se torna profundamente significativa, por una parte impide el encuentro e hipotética consolidación de su amor y lo involucra directamente con el desastre que le permite conocer a Marcia, lo que puede interpretarse como el surgimiento de la armonía a partir del caos. Armonía que va surgiendo paulatinamente y en consonancia al movimiento pendular de la muerte –que como las torres- asciende y desciende; sube y baja: “La muerte avanzó de manera desigual. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 451 Ascendió con el fuego y el humo, descendió acompañando trozos de hierro, vidrio, cenizas, cuerpos”. La hecatombe se va recapitulando a medida que es contada, y la vida queda condicionada a los acontecimientos. Dentro de las torres la vida dura lo que dura una llamada telefónica –la brevedad de la vida-, y en esta situación están los hijos de Marcia, que atrapados en las torres no tiene conciencia de lo que ocurre. Mientras su madre ve desplomarse las torres por televisión, y con ellas, sus hijos; ella sí tiene conciencia de la tragedia porque la ve convertida en espectáculo, transfigurada en imagen que necesita de la memoria afectivizada para impostarse y no sucumbir en la simple espectacularidad. Recordemos que los rollos fotográficos del periodista Franz se agotan, solo tiene para comprar uno, y allí la realidad trasunta en lo onírico: Hurgó en sus bolsillos. Tenía billetes de a uno, y algunas monedas de veinticinco. Todo transcurría con la torpeza de los sueños. Ahí estaba la cola del avión, que necesitaba ser fotografiada, y de la cual había empezado a surgir líquido que chorreaba por las paredes del edificio. En cualquier momento se deslizaría por el hueco que había abierto, y caería en la calle causando destrozos imposibles de predecir. Los sueños son torpes o el protagonista espectral presencia su propia torpeza frente a la imposibilidad de poder captar lo que sucede. Al mismo tiempo, la desesperación por no poder alterar el curso de los acontecimientos, o captarlos a plenitud por la volatilidad del momento. Y aquí debemos destacar que hay tres elementos privilegiados en la narración que caen: escombros, cuerpos y papeles. Los papeles contienen la identidad de los cuerpos, de esos cuerpos que se hacen anónimos en su desprendimiento desde las alturas. Tal es el caso del semiquemado pasaporte de un terrorista, indicio para crear expectativas de análisis y corroborar –muy tarde aún- las tesis de Cassidy sobre la planificación del atentado a las torres. 452 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Por lo que todo el decurso narrativo se vuelca hacia su envés cinematográfico porque la intencionalidad es contar el hecho desde la espectacularidad y no en función de la referencialidad histórica. La tragedia es espectáculo, atracción que puede ser pactada comercialmente –los rollos, el helicóptero-, tal y como lo hace el periodista Franz, quien desde el helicóptero puede observar a: “Algunos empleados estaban cerca de las ventanas, pero la mayoría seguían sentados en sus escritorios, mirando hacia afuera. En los pisos más alejados del impacto del avión los empleados mostraban distintos grados de impaciencia. No parecían asustados”. Las víctimas parecen estar conscientes de su rol dentro del relato, especie de visor que es develado a través de los personajes que están en el sitio. Por esta razón lo macabro se hace circense y todos los involucrados se sienten parte del espectáculo, son personajes de una película cuyo rollo está a punto de quemarse y desaparecer: Cerca del área donde se había estrellado el avión algunos vidrios de las ventanas comenzaron a mancharse de hollín. Otros se iban emulsionando, como esas películas a punto de quemarse en una sala de proyección, y en ocasiones estallaban. En una oficina, un hombre alto estaba subido a un escritorio. Tenía sus mocasines en la mano y trataba de golpear algo en el techo. Posiblemente los surtidores de agua. Dos personas lo miraban, de espaldas a las ventanas. Las imágenes se van estatizando para luego desaparecer ante la mirada de límpidas ventanas que desde lo alto permiten ver con claridad lo que sucede –ventanas del helicóptero-. Y solo van quedando los tatuajes de la tragedia, los íconos que perdurarán en el alma y la memoria: “A unas tres cuadras del helipuerto, Franz vio a una media docena de personas atendiendo a heridos, la mayoría tenía las ropas chamuscadas. Franz alzó la cámara para fotografiar a una joven que estaba acariciando la cabeza de una mujer. Parecía pintarrajeada por LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 453 un tatuaje. Cuando Franz se acercó, descubrió que su vestido se había quemado en partes”. A partir de este momento los testimonios se hacen más particulares que colectivos; los cuerpos son etiquetados para dotarlos de una identidad provisoria, como el proyecto del novio de Marcia. La muchacha127 que etiqueta cuerpos ofrece a Franz etiquetas rojas para que anote sus impresiones que luego se transformarán en noticia. A falta de papel son las que señalan a los que van a morir, pero también simboliza una escritura agónica donde la escritura –crónica-reportaje- se convierte en especie de morgue donde los cuerpos intentan ser recompuestos a través de la revelación de sus últimos momentos, o las poses que adquieren momentos antes de morir. Además de ser una escritura fragmentada, a retazos que luego tendrán que ‘armar.’ Tal y como se ‘arman’ las escenas discursivas dentro y fuera de la zona apocalíptica, desde donde retornan lenta y pesadamente como fantasmas que salen de un mundo de horror y destrucción a deambular dentro de la región histórica: “atravesaron el puente de Brooklyn con un ejército de fantasmas”. Intentando crear nuevas rutas de destino para establecer: “una manera distinta de sentir la desolación”. Y en ese regreso, Franz pierde los rollos fotográficos que lleva en la chaqueta, paulatinamente desaparece la memoria fotográfica; se consolida la región vacía, y allí, todos los edificios cierran, los servicios telefónicos colapsan; el caos y mutismo se apodera de la escena narrativa. Los médicos se preparan pero los enfermos no llegan; las manos quedan vacías, la angustia crece; sencillamente no hay heridos, simplemente muertos: “Dos mil setecientas cuarenta y nueve personas se habían convertido en restos orgánicos y desaparecido en un compuesto formado en partes iguales por fibra de vidrio, plomo, papel, 127 Se llama Ariadne, Ariadna símbolo de pureza y santidad. Figura que rompe con lo patriarcal y representa nuevos caminos para llegar al centro del laberinto que es el centro de ella misma. 454 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN algodón, concreto, y combustible de aviación”. La tragedia ha construido el cuerpo que amalgama lo material y lo humano como el cierre de la posibilidad de decantar las identidades, de reconocer personas que irremediablemente se han fundido con lo material para objetualizarse. Es comenzar a deambular en una nueva dimensión que quizá existió siempre pero no fue vista por la velocidad de la vida. Ahora la muerte ha traído calma y mesura; así lo experimenta Jeremiah luego de la muerte de Ana Luisa y el truncarse las posibilidades de realización amorosa y marital. En lo postapocalíptico, Jeremiah sigue subiendo y bajando del subterráneo, y allí corrobora que los rostros cotidianos que demarcaban su espacio habitual ya no están: Nunca volvió a ver a la mujer embarazada, ni al hombre del peluquín infrecuente. Aunque, alrededor de un mes más tarde, contempló la reaparición de la pareja romántica. La mujer había retornado con el hombre anterior. Tal vez el hombre que la mujer había reemplazado de manera temporal con el hombre anterior había comenzado a tomar el subterráneo un rato más tarde. Tal vez se había mudado a otra ciudad. El gran destino colectivo también se fragmenta y comienza a llenarse de historias personales que parecieran delinearse dentro del laberinto narrativo orientado por la muerte que cierra unas puertas y abre otras. A Jeremiah le arrebata las posibilidades de abandonar la ciudad y entregarse a los cuidados de Joyce, quien representa la muerte en su cotidianidad, en su normalidad. Mientras que por otro lado abre la posibilidad de conocer a Marcia y unir sus destinos. En este sentido hay que referir el procedimiento estético de Szichman al desdibujar cuerpos e imágenes para que se conviertan en evocación que permite el ingreso de la espectacularidad narrativa como forma de suplir lo que ya no está, puesto que las imágenes se convierten en elementos inexpresivos que requieren de ‘miradas imaginativas’ para la LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 455 reconstrucción de los acontecimientos: “Llega el momento de la foto granulada, de los rostros inexpresivos, de las imágenes que nada dicen. Están por cumplirse los 102 minutos: desde el impacto del primer avión de American Airlines vuelo 11, hasta el colapso de la Torre Norte, la primera en ser embestida por los piratas aéreos, la segunda en derrumbarse”. Así que apela a la espectacularidad como forma de ‘rearmar’ los fragmentos en medio de la mirada ficcional. De esta manera la historia se convierte en forma de herraje para los hombres; las fechas ‘marcan’ como estigmas; así el 11 de septiembre marca a los hombres; produce un gesto determinante entre el presidente y su esposa. Así también queda marcado el dibujo que “mostraba un florero repleto de narcisos. El senador se lo había regalado a su esposa el día que se casaron. Kennedy sacó una lapicera, escribió una corta dedicatoria para Laura Bush, puso la fecha, 11 de septiembre de 2001, y le entregó la copia del dibujo”. La tragedia intenta ser distraída y superada por la cotidianidad de los personajes: “-Kennedy me invitó a sentarme en un sofá, y siguió hablando de cualquier cosa, menos de las imágenes que mostraba el televisor. Yo trataba de responder a sus preguntas, pero no podía. El televisor seguía encendido. Todo era irreal”. La irrealidad permea fronteras y traspasa límites, no se sabe qué es lo irreal, si las imágenes que proyecta el televisor, o el diálogo que se intenta establecer entre los dos aturdidos interlocutores. Y en la diversificación de la nominación de región vacía aparece a este tiempo de la lectura, quizá la de mayor fuerza simbólica como es el desierto, zona sin nada: “Contempló las montañas nevadas, pensó que la geografía era un método para marcar los territorios conquistados. Él pertenecía a La Región Vacía, el desierto de arena más grande del mundo. Por allí no transitaban ríos. Cada árbol se aferraba al suelo y parecía sagrado, porque habían surgido de la nada y era imposible desalojarlo de la arena”. Ingresa al discurso novelado la notación del desierto y su potencialidad simbólica 456 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN como lugar de oración y encuentro de sí mismo, vencimiento de las tentaciones y purificación espiritual. Enunciación mítica que permite trasladar los referentes y causas históricas a otras perspectivas enunciativas. Pero es que esa representación del desierto se traslada a las torres, porque ellas se convierten en un desierto, región vacía y desolada que evoca el castigo por las faltas cometidas, de la misma manera que en su profundidad simbólica representa la imagen del ejecutor de la catástrofe y devastación, en la intención por nominar y personificar lo apocalíptico: Osama no podía entender por qué los cristianos parecían tan ofuscados en crear reliquias, o en reclamar el monopolio de los mártires aceptables. Dedicaban hasta su último aliento a redimir algún trozo de ser humano a fin de que perdurara en el recuerdo de sus familias, mientras intentaban eliminar todo residuo del enemigo. Apenas tropezaban con un muerto, marcaban un lugar donde podrían depositarlo, en tanto tachonaban los caminos de sus conquistas de tumbas sin nombre, de lápidas imposibles de asociar con túmulos funerarios. Sus mentes altivas inscribían piedras para marcar sus triunfos, sus huestes profanaban las piedras de los musulmanes creyendo que así los condenaban por toda la eternidad. Pero también las piedras eran efímeras. La única eternidad estaba sepultada en los desiertos de arena, en las montañas que no podían ser abarcadas en su tamaño, evaluadas en su distancia. El enemigo exhibía su falta de grandeza buscando la eternidad en pequeños espacios, en escasos centenares de años. Creían que con sus vidas podrían enmarcar una época y ser dueños de su eternidad, sin advertir que la eternidad había que buscarla en todo aquello que no podía ser alterado por el hombre, que retornaba porfiado, infatigable, aunque el hombre intentara por todos los medios frenar su marcha. La región vacía surge luego de las herejías cometidas por los cristianos y que merecen ser castigadas por los LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 457 mediadores de la causa divina que como un eterno retorno siempre vuelve a sus espacios originarios: En ese espacio sin horizontes, las herejías florecían como en Jerusalén. Ninguna de ellas podía ser eliminada o ser consagrada, aunque todas ellas imponían el deber, y sus prácticas de sumisión al profeta solo favorecían el sacrificio. Para Bin Laden existir era eliminar cualquier forma de vida que se apartara de un ritual. Su religión consistía en desbrozar la mala hierba. Había que vivir para cumplir un gran sueño, magnífico especialmente por su imposible concreción, y aceptar el martirio como su humilde secuela. Existía la felicidad, pero no estaba reservada al más acá. Toda posesión terrenal era magra. Ni siquiera era posible rescatar los huesos de un mártir, o imprescindible. Y dentro de la purificación de los espacios heréticos surge el fuego apocalíptico como forma de redención, y los que mueren en las torres mueren por herejes –quemados-. Mientras que la muerte para el ejecutor de los designios divinos debe ser piadosa, que es la otra forma de describir la muerte en la novela en función de la historia escrita por el vencedor. Victoria mística frente a la derrota histórica encarada por el presidente que se refugia en los espacios íntimos y reencuentro con su esposa en gestos que lindan entre lo maternal y la impotencia. Con la evocación de la victoria de Bin Laden se inicia el sugerente quinto capítulo denominado reencuentros y donde la cotidianidad regresa a los espacios suprapersonales de los personajes. La vida de Marcia es secuencia de cuadros – imágenes- sucesivos que se van acoplando, y al mismo tiempo, diluyendo en la cotidianidad: “Marcia sentía que nada venía filtrado. Hasta el día de la muerte de sus hijos la vida había transcurrido como en cuadros. Cada evento se fundía en otro. Los viajes en el subterráneo se disolvían en sus caminatas al apartamento. Cuando trabajaba en sus collages sentía que navegaba en un mundo donde no existían las manecillas del reloj”. Comienza a frecuentar los espacios de Jeremiah, a 458 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN entrar y salir del subterráneo, ascender y descender como una autómata: “Comía sin recordar qué había cocinado, a veces sin recordar siquiera el sabor de la comida. Consumía todo aquello que carecía de gusto, pues lo consideraba bueno para la salud, aunque una investigación de mercado había determinado que todos esos productos aumentaban en sus consumidores la tasa de suicidios”. Los placeres y gustos por la vida se pierden, se disipan entre la congoja y la pena. Espacios a los que se ingresa a través de trances parecidos a la catatonia –muerto en vida- . Ingresa al espacio cinematográfico que es la mayor relación con la certeza, ingresa a películas en blanco y negro como metáfora de la memoria; realidad paralela, monocroma que alegoriza una dimensión desconocida, quizá un pasado que acecha. Entonces, lo apocalíptico se transforma en apodíctico, es la necesidad narrativa que devela los mundos íntimos de los personajes que muestran sus ilusiones y resentimientos contra los suyos y ellos mismos. Lo que lleva a pensar a Marcia en un canje de su madre por sus hijos en la pira funeraria de las torres, a mantener a sus hijos vivos en la presencia cotidiana donde nunca se muere sino que opera toda una transmigración simbólica. Los hijos para Marcia son presencia y nunca se convierten en recuerdo y de esta manera se aferran al tiempo indetenible de las manecillas del reloj: Aceptaba el duelo, sabía que pasamos toda nuestra vida contaminándonos de los muertos, caminando junto a ellos, poblando nuestros sueños con una presencia que no decae porque los recordamos en sus inalterables ropas últimas. Pero, por alguna razón, sus hijos no lograban desprenderse de su vida, no podían hundirse en los recuerdos, que seguían acobardándola. El reloj presidía todas sus horas. Se despertaba en mitad de la noche tres, cuatro veces, para consultar sus manecillas. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 459 Vivir el duelo es aceptar la pérdida física, al mismo momento de reconocer la prospectiva simbólica que se potencia en el secreto e incertidumbre que ha podido resolver con su hijo Mark. Aun cuando los caminos comienzan a desdibujarse luego de la muerte de sus hijos y la aparición de Jeremiah: “Era como si la hubiese vaciado de esa miopía que le permitía fundir lo presente con imágenes y recuerdos. Se sentía acusada por Jeremiah Richards, y no sabía por qué. Al mismo tiempo, parecía protector, pero la relación que había tenido con su difunta esposa mostraba facetas muy desagradables”. Ahora se sostiene desde la imprevisibilidad que representa el periodista; imprevisibilidad que representa la lógica del amor que trastoca realidades y construye mundos posibles. De los escombros surgen las consolidaciones sígnicas que crean héroes y mártires, el cadáver de Cassidy es encontrado dentro de las ruinas apocalípticas y cubierto con la bandera de los Estados Unidos; la consumación como héroe y reconocimiento como personaje dentro del campo de devastación y anonimato en que se convierten las derruidas torres. Se celebra un acto de reconocimiento al héroe en medio de la solidaridad de los policías y los rezos de un joven y desconcertado sacerdote que menciona el huerto de Getsemaní128. Lo humano invade la escena del desastre y el cadáver mutilado del policía se convierte en isotopía unificadora de los fragmentos, punto de encuentro entre todas sus cotidianidades –policías, meseros, mujeres-. Al final del recorrido por el laberinto textual las interrogantes se convierten en forma de ordenar la realidad, o por lo menos, ordenar la realidad particular de cada uno de ellos. Jeremiah pide explicación a Marcia sobre la mujer que atendió la llamada en su apartamento. Ella por su parte pide explicación a la inquietud que él causa en ella. Porque 128 Lugar donde Jesús ora y se siente profundamente humano, hombre que media entre la corporalidad sensible y la transfiguración mística. Momento de sentirse instrumento de Dios y aceptar la voluntad del Padre. 460 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN Jeremiah es el acertijo sin respuesta, quizá la inversión de la causalidad porque obra como milagro de cosas trágicas y no de cosas buenas. En efecto, y en función a lo expresado, el 11 de septiembre es apodíctico; lugar de las únicas certezas, Jeremiah va a abandonar a su mujer enferma ese día y reunirse con Ana Luisa. Entonces existen dos Jeremiah en la prospectiva narrativa, porque todos los personajes se mueven dentro de su propia duplicidad como las plegarias reveladas y por revelar; el sí mismo y el otro: -… Mientras la esposa del otro Jeremiah se estaba muriendo —dijo Jeremiah—. Este Jeremiah jamás haría lo que el otro Jeremiah estaba dispuesto a hacer. Por supuesto que el otro Jeremiah se sintió culpable y sintió lástima. Pero no por Joyce sino por él. -¿En ningún momento sintió culpa? ¿Nunca pensó que su esposa no se merecía el destino que usted le preparaba? —Le estoy hablando del otro Jeremiah, del que no sentía culpa. Ese Jeremiah necesitaba pegar el salto y el último obstáculo era su esposa moribunda. Los dos lados de la cara de la humanidad a través del tiempo y el espacio; lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo profano. Lados que encuentran su convergencia en la confesión como relevo de las pruebas para alcanzar la redención, o establecer la complicidad, que es lo que ocurre en este caso entre Marcia y Jeremiah. Personajes de una historia que ya está escrita en la obra narrativa de Mario Szichman que constituye el gran espacio oracular que privilegia la imagen y la palabra como isotopías rectoras: -Un libro autoriza todo. Nada podemos hacer si un libro no lo autoriza. Todos los dementes que circulan por el mundo siempre citan algún libro que los autoriza. Fíjese en los libros religiosos. Todos han sido escritos por homicidas o LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 461 por violadores de mujeres. Bueno, ese manual de psicología autorizó a Jeremiah a librarse de Joyce, lo libró de la culpa. Jeremiah no entendía la mitad de las palabras, pero con ayuda de un diccionario fue descifrando el sentido. A estas alturas del discurso la muerte ha abandonado su posición apocalíptica y se transforma en operario de felicidad y realización, así que la muerte de Ana Luisa en las Torres Gemelas opera como milagro, el ser gráfico y no humano que nunca vio en persona sino a través de fotos; es imagen que permite cargarse de idealidad: no es un ser querido sino idealizado. Quizá querer es contaminar al otro, querer podría ser desplazar la idealidad en la materialidad, la consumación del ideal y su transformación en racionalidad; presencia concreta que no responde al ideal planteado o ensoñado. Es la mujer más allá del cuerpo y el deseo: “-¿Usted cree que una mujer es un pedazo de carne? ¿A usted no le funciona la imaginación? Ustedes se comunicaron. Intercambiaron emails”. Imaginar es construir el mundo simbólico, preferentemente establecido en la distancia, y sostenido esencialmente por lo epistolar. Pero además de ello, la imaginación erotiza el referente corporal y lo sublimiza desde las perspectivas de la subjetividad trascendente. Entonces lo crasamente carnal es desplazado por la sublimidad de lo erótico que reivindica el cuerpo femenino, al mismo tiempo que permite la aparición de lo profundamente humano frente a la animalidad carnal. Así que la única historia de amor que se da en la novela es eminentemente paradojal: “-En las semanas que estuve enamorado de Ana Luisa no sentí nada por Joyce. Cuando se murió Ana Luisa mi único objetivo era hacer más placenteros los últimos días de Joyce, y lo conseguí en otro manual. Allí explicaban todos los pasos a seguir”. El amor es el acompañamiento que se acerca a lo paternal-maternal; a más de deseo es acompañamiento. Por lo que esa manera de amar lo convierte en ser de la anormalidad. Enfermo –según Marcia- que a partir de la muerte sustituye 462 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN una relación de enamoramiento por otra de conmiseración. Una muerte resarce la otra, la de Ana Luisa sobre la de Joyce: -Ana Luisa ya estaba muerta. Nada podía hacer. Pero Joyce se estaba muriendo. Y algo podía hacer por ella. Descubrí, por ejemplo, que es muy importante el humor y la esperanza. Basta que una persona sospeche que va a morir para que todos se pongan solemnes. El manual que leí prohibía la solemnidad y ordenaba la alegría. Nada tampoco exagerado. Pero hay siempre cosas gratas en la vida. Lo que yo hice fue acompañarlos de algunos signos de esperanza. La muerte desde la cotidianidad y fuera de la espectacularidad–que es el estructurante central de la novela- se convierte en milagro que opera en la conversión del nuevo Jeremiah. Asume el principio cristiano de tránsito entre lo terreno y lo divino, ocasión para redimirse y edificarse símbolo en otra dimensión. Conversión que tienen profunda vinculación con los manuales de autoayuda que contienen la verdad sobre el comportamiento humano. Quizá la verdad está en los libros y las imágenes, porque allí se revelan los secretos y los enigmas, las fuerzas que mueven las conductas de los personajes que actúan en función de lo ya escrito o impostado en la imagen. Dentro de la develación de secretos a través de la confesión de Jeremiah a Marcia, surge lo insólito e inaudito, la relación entre Jeremiah y Ana Luisa129 es descubierta por una hermana de ésta –que es quien responde el teléfono cuando Marcia llama- y además lo chantajea, por eso guarda el secreto. Y de esta manera va surgiendo el personaje profundamente humano como culmen de la historia, el hombre que quiere aprender a proteger a Marcia, lo que se transforma en evidencia de cercanía, pero también, en manifestación del amor paternal, 129 La relación con Ana Luisa se traslada de lo ideal a lo delincuencial, lo que la traslada a su pasado cuando trabajó como reportero de sucesos y la aísla de esta nueva etapa que comienza a vivir con Marcia. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 463 y porqué no, la analogía entre una presencia patriarcal que no ha desaparecido a pesar del paso de los años, y que de alguna manera, es anhelada por el cuerpo femenino. Lo que hace mucho más difusa la conceptualización del amor: “-Por favor, Jeremiah, no prometa aquello que es incapaz de cumplir. A veces hay que saber trazar una raya en la arena”. En esos momentos conciliatorios el discurso de lo real está surcado por la imprevisibilidad ficcional representada por los muertos que regresan para mostrar que han alcanzado el estado de calma y mesura tan anhelado, regresan con hálitos serenos a traer la paz que requieren los que aun viven. Además que se puntualizan los roles narrativos y Jeremiah se yergue como el escribiente que construye las crónicas urbanas del 11 de septiembre. Crónica urbana que intenta reconstruir los acontecimientos que llenen la región vacía, no solo colectiva representada por las Torres Gemelas, sino la de los personajes en su constante y obstinada búsqueda de crear espacios de significación. Como las torres se mueven impulsadas por olas del mar, la historia textual se mueve entre la crónica histórica y la crónica urbana. Entonces toda la referencialidad textual recae en Marcia y Jeremiah que se concretan como los personajes ancla que a través de momentos de ternura orienta lo apocalíptico hacia lo paradisíaco: -Gracias por ser mi amiga —le dijo Jeremiah. Súbitamente, abrazó a Marcia y la besó. Al separarse le pidió disculpas. -Le rogué que no se hiciera ilusiones. Estoy viviendo con Ralph. Las cosas han mejorado muchísimo. -Marcia ¿Usted es creyente? -Creo en la bondad humana. La subjetividad impulsa los roles actanciales y los lleva a nuevos planos narrativos con la preeminencia de lo espiritual y la corporalidad sensible encarnada en el milagro como la 464 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN fórmula para romper la causalidad histórica: -La estoy asustando. Dígame qué clase de milagro necesita. Usted me lo pide, y yo se lo consigo. -Jeremiah, no estoy enamorada de usted. Nunca podré estarlo. -Usted no tiene compasión ni remordimientos. La historia narrativa es conducida hacia la conciliación de los contrarios, la confesión desnuda a los personajes y los hace instancias profundamente humanas; al extremo que Jeremiah se enamora de Marcia: -Marcia, quiero hacerle el amor. -Usted estuvo casado. Sabe lo que es el amor. Usted no está enamorado de mí. -Nunca estuve enamorado. Dormí con mujeres, pero con usted sería diferente. -¿Cómo sabe que está enamorado de mí? No me lo diga: lo leyó en un libro. -Es que tengo los mismos síntomas. Tiene que ser amor. -Los libros están escritos con palabras. El amor no es con palabras. El amor es con el cuerpo. Por eso amo a Ralph. -Yo la amo con el cuerpo. Me encantaría poder penetrarla. -Pero esas también son palabras. Y no muy poéticas. En la consolidación referencial se reafirma el cuerpo como el gran espacio de la enunciación en la novela, el complejo recipiendario del amor y el deseo; el ideal y la manifestación carnal. Donde la poesía se asocia a lo culinario y los problemas digestivos: “-Marcia, quítese la venda de los ojos. La poesía no existe. He tratado de leer varios de los libros de poesía que me recomendó. Me hicieron perder el apetito. Si la poesía fuese buena, no me quitaría el apetito”. Comer en asociación con la poesía es acto romántico que linda entre el LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 465 absurdo y lo irónico, puesto que ella está asociada al atracón de perros calientes sin engordar; una paradoja tanto discursiva como accional: “Marcia: usted es como las salchichas Nathan y los Hoagie Rolls, todo en un cuerpo de mujer. Quiero darme un gran atracón con usted cada día de mi vida, hasta que la muerte nos separe. No me preocupa engordar”. Lo culinario y doméstico adquiere ribetes eróticos cuando las salchichas son asociadas con el signo fálico, más aún con la simbología que adquiere dentro del pan como cópula exquisita. Cópula que vence todos los prejuicios y temores como lo de engordar por un atracón de perros calientes. Aunque paralelamente surge la prueba de amor que debe cumplir el enamorado para tener una esperanza y que en este caso es hacer que Marcia vuelva a ver a sus hijos muertos –quienes se llevan consigo un terrible secreto-. Y en este sentido existe el enclave fantástico en querer volver a los muertos, aunque simbólicamente signifique el deseo de cerrar un ciclo de su vida y poder comenzar otro a nivel de la redención que ha sufrido Jeremiah: “Marcia no sabía si sentir alivio o congoja. Tenía miedo de retornar a un pasado que sus hijos habían contribuido a cancelar. La pesadilla no estaría instalada en los próximos días, sino en el regreso a un tiempo anterior. Un tiempo del cual estaría abolido el deseo”. La promesa de Jeremiah lo consolida como el elevado/elegido que puede hacer posible lo imposible, quien es capaz de reconstruir los planos tipográficos con los espacios consuetudinariamente visitados camino a las Torres Gemelas, porque los secretos siguen estando detrás de las imágenes fotográficas tomadas el día de la tragedia, lo que hace el periodista-fotógrafo Ralph que se escapa sin pagar el helicóptero, se convierte también en ‘leyenda’ urbana, leyenda de lo supranacional que se consolida a través de la oralidad e hiperbolización de los hechos y los referentes. En este sentido, para Jeremiah cumplir la promesa hecha a Marcia tiene que regresar a su antiguo oficio de 466 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN cronista de sucesos, ingresar al mundo policíaco donde la figura de Cassidy es una reiterada sombra que se mueve con el decurso narrativo, vuelve a encontrarse con la policía corrupta encarnada por su hermano. Así se establecen dos tipos de lectura de los hechos; mientras Jeremiah lee para encontrar la verdad, el policía lee por ocio, para distraerse de la atención de la tragedia, porque la tragedia hace que las personas dejen de ser felices, incapaz de organizar una fiesta, de romper con la formalidad de la muerte trágica. Formalidad que es posible romper desde el enamoramiento, aunque enamorarse signifique hacer un milagro: -Sí, estoy enamorado. -¿Ella lo quiere? -La única manera de que me quiera es si consigo un milagro. -¿Le pidió que le consiguiera un milagro? Búsquese otra mujer. Una mujer que pide un milagro está loca. El milagro del amor opera desde dejarse flagelar para demostrar el sentimiento, al mismo tiempo de alejar para siempre a Ralph de la vida de Marcia; es tatuarse el cuerpo con golpes como evidencia del sufrimiento por el objeto amado: “Pero al parecer, así era el amor, consistía en dejarse moler a golpes para demostrarle a una mujer lo mucho que se la amaba”. Entonces, de los golpes nace el amor, Jeremiah vuelve a comer perros calientes y el amor es posible: —Estás sangrando —le dijo Marcia a Jeremiah mientras sostenía el trozo de carne en su frente con la mano izquierda—. Y tu camisa está llena de puré. —Cuando salieron a la calle, le dijo a Jeremiah—: Consigue un taxi. Estamos llamando la atención. —Con su mano derecha atrajo el rostro de Jeremiah y por primera vez lo besó. Con profunda cercanía a una novela romántica, los secretos terminan por develarse para consolidación de la trama discursiva en torno a los personajes. El hijo de Marcia es LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 467 pederasta, pero por consejo del policía que ayuda a Jeremiah es un secreto que la madre nunca debe saber, porque. “-Pues es hora de que aprenda a mentir. Tal vez eso también forma parte del milagro. Aunque si yo fuera usted, me buscaría una novia de repuesto”. A pesar de ello, Jeremiah sigue buscando la verdad en las cajas que guarda el piloto. Y en esa escena encontramos la frase que define toda la novela: “-Marcia: la muerte es una continuación de la vida —le dijo Jeremiah—. Y la vida no es un collage —y colgó”. Es la apelación de la reunificación de los fragmentos y la constitución de la unicidad en torno al cuerpo que jamás llega a fragmentarse en definitiva porque lo simbólico lo hace perenne más allá del referente histórico. Por lo que Marcia comienza a reunificar sus fragmentos en torno a su mundo primordial representado por las instancias familiares: “En viajes anteriores se había empecinado en recordar los lugares familiares. Sentía alegría cuando avistaba alguno de ellos. Este era también un viaje de búsqueda. Tropezaba con lugares nuevos y los iba sumando a los sitios ya conocidos. Formaban parte de su collage”. Desde donde existe una estrecha relación entre viaje –movimiento- y collage que permite reconstruir las imágenes de sus hijos: Y empezó su tarea. Primero fue sacando las cajas con fotografías. Era una faena que la paralizaba de miedo, pero no aflojó. Recién cerca de la medianoche se sintió satisfecha. Había dos docenas de fotos de Mark y Gerald cuando eran niños. Ya en esa época no parecían hermanos. Cada uno había aprendido a vivir en un mundo diferente. Sonreían paralizados, como Jeremiah, en una suspensión coloidal. Sintió miedo. No solo sus hijos estaban muertos: en esas fotos parecía faltarles la respiración. Podía asignarles un remedo de vida, pero era como en esos juegos donde se atavía muñecas atribuyéndoles distintos vestidos. No tenían la rigidez de los muertos sino de las marionetas, demasiadas de sus partes eran movibles. Marcia se había negado a aceptar la decadencia y lo único que había conseguido era una lerda ruina. 468 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN El collage reconstruye, al mismo tiempo que otorga la conciencia de la muerte y la pérdida. Reconstruye la vida desde donde es posible, a través de transgresiones, construir felicidad: “Volvió a observar el collage. Nunca había visto a sus hijos tan felices. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan desdichada”. Y entonces se materializa la concepción de región vacía desde lo estrictamente personal e indiviso con lo místico e inconmensurable de los espacios infinitos: Había vivido para cumplir un gran sueño, y aceptado el martirio como secuela. Nunca pensó que alguien podría rescatar sus huesos. Pero tampoco era imprescindible. Los sepulcros eran efímeros, las piedras, tan maleables como los cuerpos. La eternidad estaba en los desiertos de arena, en las montañas imposibles de abarcar en su tamaño o en su distancia, en los mares. El infiel exhibía su falta de grandeza buscando la eternidad en pequeños espacios, en escasos centenares de años que consideraba ciclos históricos. Ignoraba que la Región Vacía residía en los desiertos de arena, en las montañas, en los mares, en todo aquello que el ser humano no podía alterar. Algún día retornaría a ella. Y dentro de esta concepción de región vacía aparece la analogía de la arena y la ceniza como principio unificador entre la vida y la muerte; espacio de origen y destino en el tránsito entre la vida y la muerte. Porque la región vacía es la nada que llena y gratifica el espíritu de Marcia, justifica su cuerpo mientras se desnuda frente a Jeremiah en esa transición hacia las huestes del amor y el reconocimiento compartido. Así que, al mirarse y tocarse los cuerpos se van develando en historias íntimas, en ese encuentro corporal ven las fotografías con los últimos momentos de los hijos de Marcia; simbolizando el logro de la unicidad que durante el decurso narrativo se mantiene esparcida e inestable. Con el encuentro de los cuerpos se produce el cierre narrativo y la suspensión de la trama en las historias que vendrán: “-Lamentablemente es una copia —dijo Jeremiah—. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 469 Pero el pintor que hizo el original es Boudin, no Courbet o Monet. Ahora solo falta que los pinte Marcia”. Lo que apela al lector y sus capacidades de interpretación, a la historia que sigue imaginándose una vez concluida la lectura de la novela. Así como Marcia y Jeremiah acostados en una ancha cama130 reflexionan en silencio, o más bien, se complementan en silencio: Marcia pensó que siempre surge alguien que intenta demostrar que la vida no vale la pena de ser vivida, que nuestros amantes nos abandonarán, nuestro cuerpo nos avergonzará, abundarán los amigos que nos traicionarán, siempre habrá algo peor que nos estará aguardando y contemplaremos, si tenemos suerte, la decadencia de nuestros padres, y deberemos aceptar en ocasiones, que nuestros hijos abandonarán el mundo antes que nosotros. Entonces el amor se convierte en hecho que gira hacia la imprevisibilidad para transfigurarse en armonía, tal y como operan los milagros: “Marcia rezó a la esperanza. Todos sus amantes, sin importar la mayor o menor cantidad de cabello, sus estaturas, el color de sus ojos, siempre habían circulado por el carril del egoísmo. Jeremiah era el comienzo de algo sin un final previsible. Aterrador, pero magnífico. Podía dudar de muchas cosas, mas no de la lealtad de Jeremiah, o de su entrega”. Rezar es asumir el discurso mítico como forma de conversión y traslado del amor hacia la profundamente espiritual, y aquí está reflejado un elemento muy importante en la configuración de la realidad textual, y es la fe en la esperanza. Es conocida la figuración del principio esperanza dentro de la filosofía y su ubicación dentro de la utopía como la realización de la idealidad que alienta las acciones 130 Recordemos que los personajes de la novela El amor en los tiempos del cólera de García Márquez también reencuentran su vida y cierran el ciclo narrativo tendidos en una cama reflexionando sobre sus cuerpos y amor. 470 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN humanas hacia la consecución de los más elevados intereses. La esperanza es propia de los Seres que han encontrado en la subjetividad trascendente la forma para ‘leer’ más allá de la realidad. Por ello el deseo carnal –en la novela- trasciende hacia otros planos sublimes-trascendentes y el amor se hace contemplación: “Jeremiah recordó que la esperanza es eterna e inevitable”. Y allí ingresa la suspensión del hilo discursivo con la consabida potenciación del orden simbólico representado por el surgimiento de Eros frente al Tánatos devastador que circula preponderantemente durante toda la novela. Y al final de la región vacía y de esta aproximación de la obra narrativa de Mario Szichman ha triunfado el Ser enunciante en su más profunda figuración espiritual que se mueve entre el referente histórico y la crónica urbana; historiador y cronista en productiva amalgama estética. LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 471 ….ABAJO EL TELÓN…. Al unísono que cae la guillotina sobre los cuerpos; cae el telón al finalizar la lectura de la obra de Szichman para indicarnos que quedamos de este lado de la historia poblando los ‘espacios reales’ que han sido trastocados por la ficción transfigurada en historia. Quedamos estremecidos por lo que lo corponarrativo nos ha develado en la escritura de las historias que a plazos ha unido la crónica histórica y la crónica urbana, dos mecanismos coincidentes para resignificar los acontecimientos desde la certeza literaria en compleja admonición que involucra el autor, narrador, personaje e irremediablemente a nosotros como lectores. Que penetrando en una realidad virtual hemos tenido la oportunidad de transitar por el teatro narrativo que transgrede la historia en manos del autor encubierto –o más bien desdoblado- entre: escritor, cronista o periodista; tres formas válidas de resignificar los acontecimientos bajo los artilugios de la ficción. Porque la obra narrativa de Mario Szichman es interesante conjunción entre literatura y reportaje, donde el periodista nunca deja de acechar y hurgar las realidades intentando construir sus propios espacios referenciales que convocan la agudeza histórica para legitimar los mundos posibles desde una argumentación histórica envidiable. Y aquí se prueba, que para transgredir hay que ser un acucioso conocedor de la historia para poder ‘amansarla’ en los predios de la ficción; su alma gemela que permite su perpetuación en 472 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN el tiempo y el espacio. De por sí, el gran convocado a esta escritura de sincretismo y analogías, es el cuerpo; ese gran espacio de la enunciación que fragmentado multiplica las referencialidades simbólicas y permite redefinirse en corpohistoria como la gran analogía del humano ser y su relación con los contextos que estructuran la historia de la humanidad. Historia que fuerza a morir para inventariar la idea de felicidad o desdicha; posicionar los sujetos en la periferia creadora para que reflexionen sobre su decurso histórico a partir de la patemia hecha discurso de la ficción. Porque la ficción en la narrativa de Szichman es la idea de libertad que persiguen todos los involucrados en el proceso literario. Libertad que en apariencia condiciona, pero en esencia crea sus propias leyes y argumentaciones que posibilitan redefinir lo ya sucedido. Así que la narrativa de Szichman es crónica patemizada, reportaje subjetivizado que intenta hurgar en las entrañas del cuerpo sensible transformado en grafía; esto es, en corpoescritura que hace connotar ‘el espíritu’ de la letra por sobre todas las cosas, bajo la pretensión de querer simbolizar la fuerza expresiva que va desde la riqueza etimológica a la metáfora sorprendente, y tiene como centro de la significación al Ser que busca comunicarse más allá de la necesidad ordinaria para centrarse en la profunda necesidad subjetiva que crea las significativas voluptuosidades del lenguaje. Entendidas estas voluptuosidades como giros lingüísticos-estilísticos que dan vida al texto desde la manifestación simbólica más allá de lo expresamente lexical. Porque, indudablemente, la narrativa de Szichman es cuerpo voluptuoso que conjunta a Tánatos y Eros en indisoluble amalgama transformada en constante lucha contra la desmemoria y el olvido impuesto por la ‘gran’ historia, la historia conmemorativa que cercena cuerpos y voluntades. Por lo que en su narrativa asistimos a la recomposición de lo corporal en materialización metafórica de los encuentros LUIS JAVIER HERNÁNDEZ CARMONA 473 del espíritu con el referente histórico que se hace diferente al metamorfosearse en certeza literaria. Y precisamente allí, su literatura es ciclorama para proyectarnos a través de los personajes signados por la imposibilidad; espejo para reflejarnos en las miserias y grandezas de los actantes que nunca perecen, a pesar de moverse en los bordes de la escritura. Por lo que la lectura de la obra narrativa de Szichman nos reitera que la literatura es la más grande expresión de la humanidad al permitirnos ‘viajar’ entre tiempos y poder unir circunstancialidades a partir de personajes tan ajenos para la historia, pero tan cercanos e íntimos desde la prospección narrativa que permite crear espacios de futuro eternamente renovado a través del incansable presente narrativo que nunca envejece; porque su accionar, sencillamente, es un intercambio interminable de máscaras. Por lo que huelga teorizar sobre la impelencia simbólica de este referente, y sencillamente acotar que revivimos en la transposición de roles que nos lleva desde la posición de lector, a convertimos en autores, narradores y personajes. Todo ello gracias a los dones de la reescritura y sus múltiples oportunidades de rehacer lo dicho, en recrear lo sucedido, y el más importante, a presagiar sobre lo incierto. Y qué grande es la incertidumbre que gracias a la literatura podemos convertir en certeza, certeza literaria que devela el cuerpo sensible negado por la racionalidad absurda de las vertiginosas sociedades agolpadas por la inmediatez y la intrascendencia. Por ello, al leer a Szichman, la historia se hace relato amable constituido por personajes o actantes desdoblados en su propia interioridad. Interioridad que a pesar del paso del tiempo es afín a los principios universales del hombre como instancia espiritual. De allí que la muerte, los cuerpos mutilados y anormales, los seres de la imposibilidad y amor como instancia negada, son recursos estilísticos que en vez de frustrarnos, nos muestran que existe un mundo utópico que nos alienta a seguir adelante. Realidad esta que nos lleva a pensar que los personajes 474 TRANSGREDIR PARA HISTORIAR; LA PROSPECTIVA NARRATIVA DE MARIO SZICHMAN de Szichman, porque sus novelas son novelas del personaje y no del acontecimiento; narraciones patemizadas que develan los mundos íntimos como cotidianidad de referencia estética, son recipiendarios a ser ‘llenados’ de significación a través del proceso dual de lectura y afectivización. Redundando aquí en una de las proezas narrativas del autor al transformar la cotidianidad en hecho literario, y en momentos, hecho extraordinario que asombra y estremece. Lo que me lleva a afirmar que la narrativa de Szichman no culmina con la lectura, sencillamente se suspende, y allá, detrás del telón, personajes y acontecimientos aguardan pacientemente para volver a copar la escena cuando el lector-espectador vuelque su mirada en los escenarios narrativos, y el espectáculo recomience entre luces, letras y acción…… ÍNDICE ARRIBA EL TELÓN / 7 CRÓNICA HISTÓRICA DE LA CIRCUNSTANCIALIDAD HISTÓRICA AL HECHO ESTÉTICO. (LA DERIVA ENTRE COTIDIANIDAD Y REFERENTE HISTÓRICO) / 12 EXILIO Y PALABRA. LA RECOMPOSICIÓN DEL CUERPO Y LA HISTORIA / 21 LAS DOS MUERTES DE SIMÓN BOLÍVAR EL ACONTECIMIENTO HISTÓRICO Y LA CERTEZA LITERARIA / 32 LA NOVELA Y LA COEXISTENCIA DE LA HISTORIA HÍBRIDA / 72 LOS PAPELES DE MIRANDA LA HISTORIA, UNA ESCRITURA AL MARGEN / 122 LA CORPOESCRITURA, LA OTRA FORMA DE ENUNCIAR / 130 LA PLURALIDAD TEMPORAL Y LAS MÁSCARAS ACTANCIALES / 162 SEMIÓTICA Y EROTISMO EN LA DIVERSIDAD DISCURSIVA DEL SUJETO, LOS TIEMPOS Y ESPACIOS DE LA SIGNIFICACIÓN/ 192 EL CUERPO; EL ESPACIO DESDE DONDE SE LEE Y ENUNCIA / 194 LA REESCRITURA COMO FORMA DE TRANSGRESIÓN HISTÓRICA / 199 CRÓNICA URBANA A LAS 20:25 LA SEÑORA PASÓ A LA INMORTALIDAD: ANTIHÉROES, TUMBAS E HISTORIAS COTIDIANAS / 215 RECORDAR, EVOCAR, NARRAR, FICCIONALIZAR: LOS SINÓNIMOS DISCURSIVOS / 228 LA ANORMALIDAD COMO PRINCIPIO ESTÉTICO / 246 CUANDO LA VIDA IMITA LA FICCIÓN / 272 TIEMPOS NARRATIVOS Y EL RETORNO DE LA HISTORIA / 288 LOS JUDÍOS DEL MAR DULCE LA SERPIENTE SE MUERDE LA COLA / 294 LA REGIÓN VACÍA LA RECOMPOSICIÓN DEL ROMPECABEZAS / 369 CUERPOS FRAGMENTADOS; ILUSIONES EVAPORADAS / 389 EL ROSTRO, LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD PERDIDA / 400 TEXTOS, CUERPOS Y BIFURCACIONES COTIDIANAS / 415 ASCENSO Y CAÍDA. LA HISTORIA RECONSTRUCTIVA / 423 EL APOCALIPSIS NARRATIVO: DESTRUIR PARA REVELAR / 435 ABAJO EL TELÓN / 471 Así que la narrativa de Szichman es crónica patemizada, reportaje subjetivizado que intenta hurgar en las entrañas del cuerpo sensible transformado en grafía; esto es, en corpoescritura que hace connotar ‘el espíritu’ de la letra por sobre todas las cosas, bajo la pretensión de querer simbolizar la fuerza expresiva que va desde la riqueza etimológica a la metáfora sorprendente, y tiene como centro de la significación al Ser que busca comunicarse más allá de la necesidad ordinaria para centrarse en la profunda necesidad subjetiva que crea las significativas voluptuosidades del lenguaje. Entendidas estas voluptuosidades como giros lingüísticos-estilísticos que dan vida al texto desde la manifestación simbólica más allá de lo expresamente lexical. Por lo que la lectura de la obra narrativa de Szichman nos reitera que la literatura es la más grande expresión de la humanidad al permitirnos ‘viajar’ entre tiempos y poder unir circunstancialidades a partir de personajes tan ajenos para la historia, pero tan cercanos e íntimos desde la prospección narrativa que permite crear espacios de futuro eternamente renovado a través del incansable presente narrativo que nunca envejece; porque su accionar, sencillamente, es un intercambio interminable de máscaras. Por lo que huelga teorizar sobre la impelencia simbólica de este referente, y sencillamente acotar que revivimos en la transposición de roles que nos lleva desde la posición de lector, a convertimos en autores, narradores y personajes. Todo ello gracias a los dones de la reescritura y sus múltiples oportunidades de rehacer lo dicho, en recrear lo sucedido, y el más importante, a presagiar sobre lo incierto.